Tú y yo paranormal

By Vidavirix

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Fue enviada a investigar un asesinato en un pueblo pequeño, el único testigo y posible sospechoso es Cainán D... More

Sinopsis
Sombras de Norville
1: Cainán Done
2: Día y noche
3: ¿En quién confiar?
4: ¿Conocías a Lucila?
5: Son A y B
6: Excepto contigo
7: No es un beso
8: Otro cadáver
9: Argumentos para todo
10: Alguien normal
11: Cosas básicas
12: El asesino y su presa
13: El mismísimo Norville
14: ¿Quién o qué es eso?
15: La bella durmiente
16: Pistas equivocadas
17: Pérdida de amistad
18: Solo se disfruta una vez
19: El clan Mareum
20: Carta de bienvenida
21: El más placentero pecado
22: Un sismo en Norville
23: La ley del infierno
24: Seamos sinceros
25: Ideas entre los espejos
26: Consejos de un amigo
27: Un almuerzo de aliados
28: Siguiendo a la sombra
30: Un horrible dolor
31: Unas simples reglas
32: Liberar a la bruja
33: Lastimar a un demonio
34: Seguro de vida
35: Júraselo al karma
36: Sentimientos de lluvia
37: Enfrentar los miedos
38: La mordida de un condenado
39: Orgullo de demonio
40: Comida podrida
41: Una vida normal
42: Corazones y garras
43: Viajar al infierno
44: Unirse al paralelo
45: Admitir la humillación
46: Dos tipos de señales
47: Una pizca de demonio
48: Es hermosa
49: El altar de Norville
50: La pesadilla acabó
51: Final parte 1
52: Final parte 2
Epílogo
Nota de autora

29: Decepción y desconfianza

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By Vidavirix

Adara

Subo la colina y llego hasta el sendero que me lleva a la mansión de Cainán. Una vez que estoy en su puerta, casi toco el timbre, pero él me abre en ese mismo instante, así que me sobresalto. Mi corazón palpita rápido y le sonrío, nerviosa, ya que en un santiamén reconozco que es A. Su personalidad fría, podría notarla a kilómetros, con aquel gesto de póker, el cual siempre me muestra.

—Hola —digo, cortando el silencio—. Sabías que vendría.

—Escuché tu corazón.

La última vez que lo vi, fue en la casa de Akil, o sea, en todas las otras ocasiones ha sido B el que se ha mostrado, luego de aquello, así que me molesta un poco.

—¿Me estás evitando? —consulto—. ¿Por qué?

—En absoluto. —Hace una pausa—. ¿Quieres pasar?

—Eh, no, no me gusta estar allí, luego de...

—Ver mi forma original —completa la frase.

—Supongo.

Enarca una ceja.

—¿A qué has venido? —pregunta.

—Yo... —Busco en mi bolsillo y de allí saco un dije—. Encontré esto. La otra vez hablamos de brujas, así que pensé que podrías ayudarme. —Bufo—. Siento que voy a sonar como loca, pero, ¿conoces a alguna?

—No, personalmente, sin embargo, hay unas hermanas en el bosque.

—Tenía que ser en el bosque. —Refunfuño.

Quiere reírse, pero evita el gesto y continúa con el tema.

—La mayor debe estar ahora, deberíamos aprovechar. —Avanza y retrocedo, luego cierra la puerta detrás de él, quedándose a centímetros de mí, en la entrada de su casa, sin siquiera apartarme la mirada un segundo—. Ya no estás enojada —afirma.

—¿Por qué lo estaría? Es una tregua, ¿no? —Mis mejillas arden.

—Supongo que sí hay una con B.

—¿Y por qué no contigo? —Trago saliva.

—Me corrijo, la palabra que busco es decepcionada.

—No sé de qué hablas. —Observo a un costado, así que toma mi barbilla para que lo mire, levantándola—. ¿Qué?

—Piensas que quemé la casa, te desconcierta la manera en que ciegamente confías en mí, sobre los asesinatos, sobre los delitos. Te indignan las mentiras, pero lo que más te molesta, es que, el que se presentó a buscarte en los baños del clan Mareum, haya sido B. Más encima, él se disculpa y resulta que no es sincero, al igual que yo. Supongo que ya se te cayó toda la imagen perfecta que tenías sobre mí.

Frunzo el ceño y le pego en la mano para apartarme.

—No necesito que me digas lo que ya sé.

Sonríe un momento.

—Tú preguntaste, sin embargo, pienso igual que B, pues como ya sabes, somos el mismo, lo que quiere decir que sí, te veo como un pedazo de carne.

Me quedo con la boca abierta, indignada.

—¿Disculpa? —Enarco una ceja.

—No importa, olvídalo, busquemos a esas brujas.

No voy a olvidar nada.

~~~

Avanzamos por el bosque, llegando a un camino. Odio estar aquí, en una zona como esta, nos atacaron antes. No será la misma que la de los campistas ni la del hombre de la cabaña, pero sé que este tipo de lugares, lleno de árboles, no dan buena espina. Visualizamos una pequeña casita de madera, entonces nos dirigimos allí.

No tardamos en encontrar a la bruja. Tiene un ojo todo negro y su iris inyectado en sangre. Pareciera como si se lo hubieran destruido de manera cruel y despiadada.

—Genial, demonios —dice la mujer con sarcasmo.

—No lo soy —me quejo.

Entrecierra el único ojo que tiene bueno, entonces se aproxima a mi cara.

—Sí, es cierto. —Se aleja y se ríe—. Discúlpame, querida, un demonio se comió mi ojo y ando paranoica.

—Yo no fui —acota Cainán.

Ruedo los ojos.

—Tú nunca eres —expreso con ironía.

—Veo que te llevas bien con este demonio —declara la anciana—. Vengan, entren, hablemos. —Camina en dirección a su casa.

—Bienvenidos —declara una jovencita cuando ingresamos.

—¿Nos estaban esperando? —Enarco una ceja, visualizando las tazas servidas—. Qué extraño.

—Por eso siempre hay que desconfiar —acota Cainán, fríamente—. Las mantendré vigiladas.

Enarco una ceja al observarlo, pero luego lo ignoro y me dirijo a sentarme. La muchacha y la anciana hacen lo mismo, mientras el demonio se queda parado, mirando la situación, bastante atento. Entiendo su desconfianza, pero no tengo tiempo de preocuparme por esta. Hay problemas más complicados ahora. 

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