La Historia Entre Los Dos [Li...

By _maria_centeno_

95.5K 9.2K 8.5K

Bilogía «Russkaya ruletka». Libro #1. Después de haber sido rechazada por el mejor amigo de su hermano cuando... More

⌘Nota de la Autora⌘
⌘ Conoce A Los Protagonistas ⌘
⌘Especial 1k⌘
1 ⌘ Ivanov
2 ⌘ El Chico Nuevo
3 ⌘ La Guía
4 ⌘ La Prueba
5 ⌘ Superando El Pasado
6 ⌘ Squeeze Play Suicida
7 ⌘ Cargo de Conciencia
8 ⌘ Campamento Blue Oaks Parte 1
9 ⌘ Campamento Blue Oaks Parte 2
10 ⌘ Mamma Mia
11 ⌘ Trabajo En Equipo
12 ⌘ Objeto de Estudio
13 ⌘ Charla A Descorazón Abierto
14 ⌘ Él Puede Ser Hawkeye
15 ⌘ La Disculpa
16 ⌘ Salsa de Tomate
17 ⌘ Darcy
18 ⌘ El Negro Va Con Todo
19 ⌘ Es mi Hermana, Imbécil
20 ⌘ La Chamarra
21 ⌘ Los Regionales
22 ⌘ La Escena Del Muelle
23 ⌘ Lo Que Implica Ser un Caballero
24 ⌘ Bésala
25 ⌘ Mandando Señales
26 ⌘ Fundación Tailime Nazarova
27 ⌘ Descarada
28 ⌘ Yuriy
29 ⌘ El Evento Comunitario
30 ⌘ Salvando La Veterinaria
31 ⌘ Dos Citas y un Acierto
32 ⌘ Admirador Secreto
33 ⌘ Malishka
34 ⌘ Asher y Mia
⌘Especial Año Nuevo⌘
35 ⌘ Glee
36 ⌘ ¿Quien Está Saliendo con Alek Ivanov?
37 ⌘ El Violín de Zorba
38 ⌘ Planeación
39 ⌘ El Malentendido
40 ⌘ Cumpleaños Nazarova Parte 1
41 ⌘ Cumpleaños Nazarova Parte 2
42 ⌘ Vacaciones De Invierno
43 ⌘ Algo Está Pasando
44 ⌘ El Nuevo Tutor
45 ⌘ Cambiando Rutinas
46 ⌘ Fairytale
47 ⌘ Consejo
48 ⌘ Ausente
49 ⌘ Sangriento San Valentín
50 ⌘ Falla de San Andrés
51 ⌘ Infiltrado
⌘Especial 30k⌘
52 ⌘ El Escuadrón de la Muerte
53 ⌘ Yugo Familiar
54 ⌘ El Monstruo de los Ojos Verdes
55 ⌘ Efecto Secundario
57 ⌘ Mea Culpa
58 ⌘ Acto V Escena III
59 ⌘ Dolor Fantasma
Epílogo ⌘ El Vacío Entre Los Dos
⌘Agradecimientos⌘
Especial 50k ⌘ Orgullo y Prejuicio Parte 1
Especial 50k ⌘ Orgullo y Prejuicio Parte 2
Especial 50K ⌘ Orgullo y Prejuicio Parte 3
Capítulo Extra ⌘ El Libro Prometido
Capítulo Extra ⌘ Hola Kitty

56 ⌘ Epístola

619 78 118
By _maria_centeno_

La expresión de Alek cuando abrió la puerta de su casa y vio a Tai en su pórtico no tuvo precio. Parecía como si pensara que estaba soñando, porque parpadeó y sacudió la cabeza varias veces antes de fruncir el ceño.

—Buenos días.

—Hey —Alek arrastró la vocal, aún inseguro—. ¿Qué estás haciendo aquí?

Tai se mordió el labio, dando saltitos y señalando por encima de su hombro, donde estaba la limusina esperando.

—Vine a darte un aventón.

Alek volvió a parpadear, aún luciendo perdido.

Tai aprovechó el momento para admirarlo. Llevaba puesto el uniforme para al fin regresar a la escuela, el cabello estaba un poco desordenado, seguramente por tener solo una mano para peinarse, ya que la otra la tenía aprisionada en un cabestrillo. Tenía prohibido maniobrar con el brazo, por lo que Anya había dicho que casi tenía que fusionar el brazo contra el torso con un montón de vendas cuando descubrió que Alek hacía pequeños movimientos cuando creía que nadie lo estaba mirando.

Con eso también venía el dolor, por lo que Alek había perdido un par de días de clase debido a los efectos secundarios de los medicamentos. Los mensajes que Tai recibía mientras Alek estaba medio drogado eran hilarantes, llenos de incongruencias, pero sobre todo, de intentos de frases románticas que Tai tuvo que pasar varias horas intentando descifrar antes de entenderlos.

Así que después de pasar un día sin signos de dolor, Alek al fin estaba listo para regresar a la escuela. Y con un cargo en la conciencia por parte de Tai, lo más sensato que se le pudo ocurrir para ayudar a Alek y a Anya, era llevarlo a la escuela y de regreso.

—Buenos días, Anya —sonrió Tai, notando a la madre de su novio detrás de él.

—Buenos días, mi niña. Gracias por llevar a Yuriy a la escuela.

—No es ningún problema. Alek hizo lo mismo por mi cuando se descompuso mi bicicleta.

—Bien —Anya hizo a Alek a un lado, entregándole a Tai una pequeña maleta—. Aquí están todos los medicamentos. Dependiendo del dolor, hay que darle una parte de esta pastilla.

Anya abrió la maleta, sacando un pequeño bote naranja con un nombre que Tai ni siquiera intentó desenmarañar.

—No creo que los vaya a necesitar. El doctor dijo que ya no debería tener episodios como los de los últimos días. Pero si el dolor es demasiado, lo ideal es que vaya a la enfermería y le den la pastilla completa.

—Hablaré con la mamá de Max para que lo deje descansar ahí —Tai guardó el pastillero en la maleta.

—También he llamado a la escuela para que estén enterados de la situación —Anya tomó la mochila de Alek para entregarla a Tai, mientras el rubio veía la escena desarrollarse desde un costado de la puerta.

—Genial —resopló Alek, poniendo los ojos en blanco—. Ahora no solo tengo una mamá en casa, sino que tendré a una mamá en la escuela.

—Sería extraño que besaras a tu madre en la boca —se burló Anya, tomando a Alek de la cabeza para hacerlo bajar a su altura y besar su frente—. Cualquier cosa que necesites, no dudes en pedirla, niño. Estaré al pendiente del teléfono. ¿De acuerdo?

—Sí, mamá.

—Y no dejes que mueva el brazo, Tailime —Anya advirtió cuando salían hacia la limusina—. ¡Dirá que puede moverlo, pero tienes que recordarle que los olímpicos dependen de eso!

—¡Ya lo sé, ma!

Tai se adelantó para abrirle la puerta de la limusina antes de que el chofer bajara para tomar la mochila de Alek y la metiera al maletero.

—Que caballerosa —se burló Alek.

—Siempre lo he sido —Tai le guiñó un ojo, mientras Alek entraba con cuidado por la puerta de la limusina.

Después de pasar todo el trayecto siendo molestado por su mejor amigo por la cantidad absurda de mensajes que Alek había estado enviando medio drogado en los últimos días, los tres descendieron en la entrada de la escuela.

Con dos mochilas al hombro, Tai acompañó a Alek hasta su casillero para tomar sus libros, moviendo la menor cantidad de cosas posibles para no provocar una avalancha.

—Creo que ya podré arreglarlo, ahora que no puedes detenerme —se burló Tai.

—Ríe todo lo que quieras, malishka —Alek no le encontró gracia al comentario—. Pero quiero saber en qué momento pretendes hacerlo. Estarás atada a mí por un mes y una semana más.

—¿Solo eso? Creí que habías dicho hace unos días, y cito, "que estaríamos atados el uno al otro por toda la eternidad de las eternidades".

Alek resopló, con las mejillas encendidas.

—Mi "yo drogado" es demasiado romántico.

—Tu "yo drogado" es demasiado gracioso, aunque me gustaron las cosas que dice —Tai abrió la mochila, cambiando el tema—. Estaba pensando en tu cumpleaños.

—¿Qué hay con ello?

—Tenía pensado algo grande, ya sabes, algo equivalente a Disneyland.

Alek sonrió, mirándose el brazo.

—No creo que un parque de diversiones sea una opción en este momento.

—Lo sé —Tai suspiró, poniendo la mochila en el suelo y comenzando a acomodar los libros—. Y por como vi que duele tu hombro, tampoco sé si quieres hacer una fiesta. Podríamos hacerla en la mansión. Pero quería preguntarte primero.

Alek lo pensó, suspirando después de un momento al ver el cabestrillo.

—Aún no me acostumbro a esta cosa, y aunque no tenga el dolor de hace unos días, sigo sintiéndolo de vez en cuando por breves momentos. No quiero que organices una fiesta para que después yo tenga que irme por eso.

Tal y como Tai lo sospechaba. Sabía que tenía que pensar en algo y rápido, porque todo lo que había estado planeando para el cumpleaños de Alek no iba a servir después de su visita en el hospital. Y si quería darle algo memorable a Alek para su primer cumpleaños juntos, tenía aún mucho por hacer.

—Tal vez...

—¡Alek!

La voz de una chica al final del pasillo interrumpió a Tai.

Arrugó la nariz cuando vio a Isabella trotar hacia donde estaban parados, con el semblante lleno de consternación y el estúpido cabello negro balanceandose de un lado a otro con cada paso que daba.

—Alek —repitió una vez estuvo a un palmo de distancia—. Me da mucho gusto que estés de vuelta. ¿Cómo te sientes?

—Bien —Alek respondió mientras Tai se incorporaba con la mochila llena de libros.

—Me alegro tanto —Isabella se llevó las manos al pecho, dedicándole una pequeña sonrisa de satisfacción—. Me preocupé bastante cuando supe de tu accidente. Y la verdad, no entendía mucho los mensajes que me enviabas.

Tai no dijo nada, pero las arrugas en su frente se hicieron más pronunciadas cuando puso los ojos en Alek, a la espera de una respuesta.

—Oh —Alek se llevó una mano a la nuca, mirando de reojo a Tai antes de volver a Isabella—. Lo siento, seguramente no estaba en mis cinco sentidos.

—¿Estás seguro que estás bien? —insistió Isabella, poniéndo una mano sobre el antebrazo de Alek—. ¿Necesitas ayuda con algo?

Tai tomó un largo respiro, tratando de tranquilizarse. Porque era ridícula la manera en la que Isabella se empeñaba por tratar de ignorarla, cuando Tai estaba parada. Justo. Ahí.

La manzana en la garganta de Alek se movió de arriba abajo antes de bajar el brazo y retirar la mano de Isabella con el movimiento, para después sonreírle apenado.

—Estoy bien, gracias. Tai está haciendo un excelente trabajo como mi enfermera.

De nuevo, fue como si Isabella se extrañara de ver a la chica junto a él. Tai se estaba cansando de ese juego de las escondidas, y del descaro que Isabella estaba teniendo para coquetear a su novio justo en su cara. Era como si fuera un reto personal para poner a prueba a Alek y a Tai hasta que algo se quebrara. Y aunque Alek le había asegurado una y mil veces que Isabella era solo una amiga, a Tai no le agradaba mucho que Alek no le pusiera un alto a todo el numerito.

—Hola, Tailime.

—Hola.

Isabella forzó una sonrisa en su dirección antes de volverse a centrar en Alek, poniendo cara de preocupación.

—¿Podrás ir a los juegos con esto? ¿Cómo entrenarás?

—Los doctores confían en que estaré bien dentro de poco, aunque la recuperación será intensa. Echo de menos entrenar. Estos días me he estado volviendo loco.

—¡Oh! —el rostro de Isabella se iluminó ante eso, teniendo una idea—. Puedes venir a ver los entrenamientos. Carl estará encantado de que le ayudes a supervisar al equipo.

Alek parpadeó con sorpresa, como si no se le hubiera ocurrido antes. Tai pudo ver una pequeña chispa de ilusión que encendió los ojos de Alek, revolviendo su estómago con una mezcla de emociones.

—No es mala idea.

—Por supuesto que no —Isabella echó la cabeza hacia atrás con una carcajada que hizo que su cabello luciera como una cascada—. Sé lo mucho que amas estar cerca del agua. Creo que es lo menos que puedo ofrecerte para hacerte sentir mejor por todo lo que te ha sucedido.

Una daga en el corazón, Tai sintió que esa era la intención de ese comentario. Y aunque no podía confirmarlo; porque Tai había estado intentando animar a Alek por la falta de entrenamientos; la solución de Isabella había sido mucho más efectiva que cualquier cosa que Tai le había estado diciendo a Alek en los últimos días.

—Me alegra saber que todo quedó en un susto, aunque tengas esa cosa horrible en el brazo —dicho eso, Isabella se mordió los labios, como si quisiera evitar que las palabras salieran de sus labios—. Tal vez esto no sea tan buena idea pero... ¿Crees que pueda darte un abrazo?

Alek se removió incómodo. Tai no disimuló cuando giró la cabeza hacia Alek, esperando su respuesta, sabiendo que tenía sus ojos clavados en él como dagas a la espera de un movimiento en falso. El pedido de Isabella era inusual, considerando que solo eran amigos. Y su incomodidad debió ser demasiado evidente porque Isabella resopló un poco avergonzada después de un rato de silencio.

—No me malinterpretes —se llevó una mano al pecho—. Es solo que me asusté mucho cuando supe que te habían atropellado. Pensé lo peor, pero me alegra mucho ver que estás bien. Es un abrazo para las buenas vibras.

A pesar de sentirse incómoda por toda la interacción, Tai intentó repetirse lo mismo que Alek le había dicho después de las vacaciones de primavera. Isabella era solo una amiga, por mucho que le coqueteaba. Y tampoco creía que fuera tan descarada para hacer algo más allá de un abrazo mientras Tai estuviera presente.

O al menos eso se estuvo repitiendo Tai cuando Alek aceptó la solicitud, dejando que Isabella le diera un medio abrazo, cuidando de no tocar el hombro lastimado.

Isabella lucía complacida, dándole un último apretón en el brazo bueno de Alek antes de despedirse.

—Nos vemos, Tailime.

—Adiós.

Ninguno de los dos se movió hasta que Isabella dobló la esquina. Dmitri entró en escena, mirando en la dirección que la nadadora había tomado mientras se alejaba, cruzándose de brazos para después mirar al par en el casillero de Alek. Recargándose en la pared, le dedicó a su encargo una mirada escéptica, con una ceja enarcada en una insinuación implícita.

Tai puso los ojos en blanco, ignorando a su guardaespaldas para cerrar el casillero de Alek antes de caminar hacia su propio casillero.

—Tai.

No podía estar molesta con Alek, porque nada de eso era su culpa. Ni tampoco podía molestarse con Isabella, porque Tai sabía lo deprimido que Alek había estado desde que se había enterado que no podía hacer ninguna actividad física hasta dentro de unas semanas.

Alek era un espíritu inquieto. Tai siempre lo había sabido. Nunca se mantenía quieto, y siempre buscaba una manera de estar cerca del agua. Tal vez era por el mero recuerdo de su padre, pero Tai sabía que era una parte esencial de Alek. Por eso estaba en un debate interno, porque quería que Alek se animara con algo, pero la solución la había propuesto Isabella, y no sabía como reaccionar ante eso sin sentir que se estaba traicionando a sí misma.

—Tai, no puedo correr.

Por eso Tai se detuvo en cuanto escuchó a Alek consternado.

Era demasiado egoísta de su parte querer mantener a Alek alejado de ello solo por el sentimiento que le provocaba cada vez que Isabella hablaba con él. Reiteradas veces Alek le había dicho que lo que sea que tramaba Isabella con él era unilateral, ya que Alek no la veía más que como una amiga.

Lo que le dolía en sí era que Isabella hubiera tenido la idea en vez de ella, y que fuera Isabella un mejor consuelo que Tai en medio de toda esa terrible situación.

—Tai, escúchame. Yo...

—Creo que deberías aceptar la oferta de Isabella.

Alek se quedó callado de inmediato, tomado por sorpresa por lo que salió de la boca de su novia. Tai mantuvo la cabeza agachada, acomodándose las dos mochilas al hombro antes de suspirar. Comenzó a caminar más despacio, lo suficiente para que Alek pudiera alcanzarla sin esfuerzo cuando reaccionó.

—¿Por qué lo dices?

—Porque es una buena idea, tú lo dijiste.

Alek suspiró fuerte, esperando junto al casillero cuando Tai lo abrió y acomodó sus libros con mayor rapidez que como lo había hecho con los de Alek.

—No creo que sea tan buena idea.

—¿Por qué?

—Solo logro que te molestes cuando hablo con ella.

Tai se detuvo antes de sacar una libreta, suspirando y al final mirando a Alek.

—No te voy a mentir. A veces quiero tener una pelota en la mano cuando la veo parada junto a ti.

—¿Una pelota? ¿Para arrojarla?

Tai levantó una comisura de sus labios.

—No creo que sea buena idea, porque con mi puntería, podría darte en el hombro.

Cuando Alek entendió la referencia, soltó una buena carcajada.

—No seas modesta. Sé lo bien que puedes lanzar. Espero que estés hablando de una pelota de hule, porque si es de béisbol, terminarías rompiéndole un diente.

La imagen de Isabella sonriendo con un hueco entre sus dientes delanteros hizo que Tai también riera.

—No quiero que estés incómoda si voy a los entrenamientos —admitió Alek, levantando su mano buena para acariciar a Tai en la mejilla—. Aunque es una idea atractiva, prefiero que estés tranquila.

—Pero sé que es algo que te mantendrá los ánimos arriba mientras te recuperas —Tai inclinó la cabeza hacia su mano—. Aunque intentes negarlo, sé que te estás volviendo loco porque no has gastado tus energías haciendo ejercicio. Eres un poco como Volk cuando no lo sacan a pasear.

—Me estás comparando con mi perro.

—Tú y Volk se parecen demasiado, por mucho que no te guste admitirlo.

Alek no dijo nada, analizando a Tai por un momento.

—El que vayas a los entrenamientos puede hacer que despejes tu mente de todo lo que ha estado sucediendo. No me agrada la idea de que se le haya ocurrido a Isabella y no a mí, pero lo importante es que creo que es lo mejor para ti.

—Tú has hecho demasiadas cosas para animarme, malishka, y te lo agradezco. Sé que Isabella te pone incómoda, pero te aseguro que solo estaba preocupada. Recibí muchos mensajes del equipo mientras estuve en el hospital —Alek se encogió de hombros, restándole importancia—. Además, sería muy estúpido de su parte estarme coqueteando con mi novia a dos pasos de distancia.

Tai se mordió los labios, no queriendo mencionar que había leído un sin fin de historias donde la villana hacía exactamente eso, esperando el momento en el que la protagonista bajara la guardia para robarle su príncipe azul.

—Solo prométeme que en cuanto sientas que Isabella se está pasando de la raya, harás algo al respecto.

—Prometo solemnemente arrojarle yo mismo una pelota de hule para ahuyentarla si eso sucede.

Sin pensarlo dos veces, Alek arrastró su mano de la mejilla de Tai hasta la nuca, atrayéndola hacia él para plantarle un beso en los labios.

—Has estado más callada que de costumbre toda la semana.

Tai salió de su ensoñación cuando Mia se sentó a su lado en la mesa de la cafetería.

Habían pasado unos cuantos días desde que Alek había regresado a la escuela, y aunque pasaba todo el tiempo del receso en la mesa con Kai y los demás, sin falta, cada día después de clases, Alek se quedaba a los entrenamientos de natación como asistente de Carl. Tai solía quedarse ese tiempo en la biblioteca haciendo tareas y trabajos, y una vez terminado el entrenamiento, ambos volvían a sus casas para continuar con sus respectivas actividades.

—¿Te sientes bien? —Emma preguntó frente a ella, inclinando la cabeza para susurrar sin que nadie más en la mesa las escuchara.

—Sí. Se acerca el cumpleaños de Alek.

—Creí que habías dicho que lo invitarías a comer al restaurante al que tenía tiempo queriendo ir. ¿Conseguiste la reservación?

—Sí —Tai agitó la cabeza, intentando calmar su corazón.

—Tailime Nazarova —dijo Mia perdiendo la paciencia—. Deja el suspenso y habla. ¿Qué diablos te pasa?

Tai levantó la mirada, cruzando hasta el otro lado de la cafetería. En la mesa de costumbre, Alek se encontraba hablando con Kai sobre algo, a pesar de que su hermano no parecía muy conforme con lo que su mejor amigo estaba diciendo, frunciendo el ceño mientras Alek hacía unas anotaciones en la libreta.

Después, Tai pasó su ojos al otro extremo de la cafetería, donde Isabella estaba sentada en la mesa con el resto del equipo de natación, Kim siendo la que hablaba mientras las demás escuchaban. Isabella lucía interesada en lo que estaban discutiendo, ignorando por completo lo que sucedía en la cafetería, incluyendo la existencia de Alek.

—Encontré algo...

Mia no dijo nada, pero siguió el mismo camino que recorrían los ojos de su amiga hasta detenerse en cierta mesa de la cafetería, frunciendo el ceño cuando divisó el mismo objetivo.

—¿Qué cosa?

Tai miró a Mia con los ojos grandes como platos.

—Está en mi casillero.

Mia no perdió tiempo, dándole una indicación a Emma para que se levantara y tomó a Tai de la muñeca para hacer lo mismo.

—¿A dónde van? —preguntó Asher con sorpresa.

—¡Cosas de chicas!

No hizo falta decir más para que los chicos no las siguieran, a excepción de Dmitri, que se levantó con excesiva calma a pesar de que las tres estaban marcando el paso hacia la puerta de la cafetería.

—Cuéntanos todo.

—¿Recuerdan que Isabella y Alek fueron al mismo campamento?

—Alek dijo que él ni siquiera sabía que ella iría. ¿Crees que mintió?

—No.

Emma y Mia se miraron al notar la incertidumbre en la respuesta de Tai, pero no dijeron nada mientras giraban en la esquina.

—Pero desde entonces, Isabella ha estado al pendiente de Alek.

—No es novedad, todo el mundo sabe que le gusta.

—No creo que eso ayude mucho, Mia —respondió Tai con sarcasmo.

—Es la verdad, Tai.

—¿Qué pasó ahora? —quiso saber Emma.

—Después del accidente de Alek, Isabella le propuso que fuera a los entrenamientos a observar.

—Y dijiste que eso iba a ayudar a Alek a despejarse y no volverse loco. ¿Cuál es el problema? —Mia al final entró al pasillo del casillero de Tai, deteniendo su marcha hasta que llegaron a su destino.

Tai tomó aire, mirando a sus dos amigas mientras jugaba con sus dedos.

—No tenía problema con que fuera a ayudar, porque Alek me prometió que le pondría un alto a Isabella si intentaba algo gracioso.

—¿Pero?

Tai no respondió. Se giró a su casillero para abrirlo, buscando algo en la parte superior hasta que sacó un pequeño sobre con el nombre de Alek escrito en él. Lo mostró a la altura de su rostro, dejando que sus amigas sacaran sus propias conjeturas.

—¿Es tuya?

Tai sacudió la cabeza cuando Emma preguntó, con el corazón en la garganta.

—Es una carta de San Valentín —adivinó Mia, y ahora Tai asintió—. ¿De dónde la sacaste?

—Alek las mantiene en su casillero.

—¿Todavía? Han pasado meses.

—Dijo que las iba a tirar, pero con todo lo que ha sucedido, y por el desastre que es su casillero, parece que lo olvidó.

—¿Por qué siento que no lo crees?

Tai pasó saliva y le extendió la carta a Mia para que la tomara. Emma se pegó a su lado, mientras Mia abría el sobre y extraía la pequeña nota doblada por la mitad para comenzar a leerla.

«Si me permites ser honesta,
no encuentro otra manera de decir estas palabras.
Me he dado cuenta que no puedo dejar de pensar en tí,
ni en aquel beso que compartimos.
Sé que no podemos estar juntos ahora,
pero encuentro cada vez más difícil controlar esto que siento.
Me asusta la forma en la que haces que mi corazón lata,
y temo porque no encuentre la manera de esconder mis sentimientos por ti.»

—I.C. —Emma leyó la firma al final de la carta.

—Carta anónima, una mierda —dijo Mia con el ceño fruncido—. Esto lo escribió Isabella.

Tai solo asintió una vez, relamiéndose los labios.

—Menciona el beso de los regionales.

—¿Alek la tenía en su casillero? —Emma quiso corroborar por segunda ocasión—. ¿Cómo la conseguiste?

—Estaba guardando unos libros en su mochila cuando cayó al suelo —explicó Tai—. Alek estaba distraído con Luka. Así que solo la tomé y la guardé en mi bolso. Al principio me sentía mal por haberlo hecho, pero después la leí y...

—Sabes que la curiosidad mató al gato, Tai.

—Y próximamente, yo voy a matar a Ivanov —Mia no intentó ocultar su molestia—. ¿Hay más de estas?

—No sé si hay más de Isabella —Tai se encogió de hombros—, pero hay unas otras cartas en su casillero que aún no ha tirado.

Cuando Mia no respondió, Emma se llevó una mano al rostro cuando notó la pequeña sonrisa maquiavélica en la castaña.

—Ni siquiera lo pienses, Mia.

—Ni siquiera sabes que es lo que voy a proponer.

—Quieres que Tai abra el casillero de Alek para buscar más cartas.

—No veo otra opción.

—Eso sería una invasión a su privacidad —Emma se giró hacia Tai con las manos en la cintura—. ¿Te gustaría que Alek revisara tu casillero sin tu permiso? ¿O que Ash lo hiciera contigo, Mia?

—Yo no tendría problema, y Tai no tiene nada que ocultarle.

—Pues no me parece correcto.

—A mi tampoco me parece correcto que el novio de mi amiga mantenga cartas de amor de una chica que se la pasa coqueteando con él. Además, está rompiendo su promesa. Leyó esto y aún así no le ha puesto un alto a sus intentos de seducción.

Emma no respondió, y fue suficiente ver el rostro afligido de Tai ante todo lo que Mia estaba diciendo para darse por vencida, mordiéndose el interior de la mejilla antes de hablar.

—De acuerdo. Pero es solo para demostrar que esa es la única carta que Isabella escribió.

—Sabía que entrarías en razón.

Mia se giró cuando tomó a Tai de la muñeca, arrastrándola de nuevo por los pasillos antes de llegar al que antecedía al del casillero de Alek.

—Bien, esto es lo que haremos —Mia se dirigió a Dmitri—. Tú te encargaras de vigilar en caso de que Alek o sus amigos vengan hacia acá.

—¿Por qué haría eso? —Dmitri lucía poco impresionado por recibir órdenes de alguien más.

—Porque si no mal recuerdo, tu función es cuidar a Tai, y esta misión es para cuidar su corazón.

Dmitri no se movió, pero el nervio de su ceja comenzó a moverse intranquilo cuando Mia se cruzó de brazos y le sonrió sardónica.

—Además, estoy segura que esta es la mayor emoción que vas a tener en la semana.

Dmitri se aclaró la garganta, pero comenzó a moverse para ponerse del otro lado del pasillo.

—Solo lo haré porque yo también creo que hay algo raro entre Collins e Ivanov.

Mia sonrió complacida, pero su sonrisa desapareció cuando notó los ojos cristalinos de Tai, inquieta e incómoda con los comentarios.

—No creo que haya algo más que esta carta, Tai —Mia intentó reconfortarla con un tono más tranquilo—. Alek te ama demasiado. Son la clásica pareja de tortolitos que sería incapaz de romperse el corazón mutuamente.

—Estamos seguras de que hay alguna razón absurda por la que Alek aún mantenía esta carta en su casillero —completó Emma.

Sorbiendo por la nariz, Tai parpadeó hasta que las lágrimas dejaron de ser una amenaza. Después sacudió las manos, y miró a sus dos amigas.

—Es solo para estar tranquila.

—Alek no sería capaz de eso.

Cuando Dmitri les hizo una señal, fueron rápidas para llegar al casillero, mientras Tai ingresaba la combinación del candado. Con cuidado, y sabiendo el desastre detrás, Tai abrió la puerta. Las tres se quedaron paradas por un momento.

—Bueno —inició Mia sin mover un músculo—, ahora entiendo porque Alek podría haber olvidado tirar las cartas.

—Mi TOC no me va a permitir ver esta masacre —admitió Emma mientras se apretaba el puente de la nariz y cerraba los ojos.

Después de una risita nerviosa y de confirmar con Dmitri que no había moros en la costa, Mia pasó sus ojos por todo el casillero.

—¿Dónde crees que estaba la carta?

—La primera vez que las vi, estaban en la parte de arriba —Tai señaló el lugar, y Mia dio un paso al frente para estirar la mano y tantear el terreno, cuidando que nada se cayera—. Esta carta la encontré junto al libro de álgebra.

El rostro de concentración de Mia sería gracioso de no ser porque Tai estaba demasiado nerviosa mirando del casillero hacia Dmitri, temiendo ser descubiertas. Pasaron unos segundos antes de que Mia jadeara, atrayendo la atención de sus dos amigas.

—Creo que las encontré. A menos que sea el trabajo de geografía.

—Con cuidado —le advirtió Tai—. Podrá parecer un desorden ahí, pero Alek sabe como acomodar todo para que no se venga abajo. Notará si movemos algo.

—Tranquila —Mia retiró la mano con un montón de papeles de distintos tamaños y colores, sonriendo—. No puedo creer la cantidad de cartas que tu novio recibe. Yo me hubiera vuelto loca.

—No es como si Ash recibiera pocas —le recriminó Emma, usando su tono de mamá ante el comentario impertinente—. Tai también recibió bastantes, y no fue un problema porque no respondió ni conservó ninguna.

—Ya, ya —dijo Mia, abriendo cada una de las cartas para leer en su interior.

Tai miró su reloj en el teléfono, cada vez más inquieta.

—Hay que darnos prisa.

—¿Por qué? Aún hay tiempo.

—Alek y yo solemos venir antes de que suene la campana para poder hacer el cambio de libros. Notará que no estoy en la cafetería y vendrá directo aquí.

—Para eso está Dmitri cuidando.

Mia no dejó de leer las cartas, pero su expresión no dejaba entrever nada sobre su contenido, por lo que Tai comenzó a ponerse más nerviosa.

—¿Y bien?

—Solo son cartas tontas, nada como la carta de Isabella.

—¿Pero hay manera de que haya escrito alguna otra? —preguntó Emma.

Mia no respondió de inmediato, pero separó una carta del montón.

—Esto es algo más elaborado que el resto —le pasó la carta a Emma, dejando que Tai leyera por sobre su hombro.

—Esto es un poema —Emma se quejó—. De Pablo Neruda. Pudo haberlo escrito cualquiera.

Mia siguió leyendo, pero nada pareció llamar su atención como esa nota. Después de revisar cada una de ellas, miró a sus amigas con el rostro inexpresivo.

—Nada firmado por I.C.

—Y no podemos confirmar que este poema fue de su parte —Emma levantó el papel.

—Así que solo es una.

—Y tal vez Alek la olvidó entre el montón —Mia levantó todas las cartas, abriéndolas en abanico como si fueran una baraja.

—Si Alek aún la mantiene, debe de ser por desorganizado —Emma señaló el casillero—. Mira eso. Es una zona de guerra.

—¿Entonces creen que entre Isabella y Alek...?

—Isabella si está interesada en Alek —confirmó Mia.

—Pero no creo que Alek le esté siguiendo el juego —Emma se encogió de hombros—. Si así fuera, habría más pruebas. Contestaciones de cartas. No creo que Alek sea tan descuidado como para dejar una entre el montón. Más ahora sabiendo que tú tienes acceso a su casillero.

Tai soltó un suspiro aliviado, sintiendo que la opresión que había sentido toda la semana en su pecho desaparecía al fin.

—Aunque podríamos buscar pruebas en el casillero de Isabella —ofreció Mia al aire.

—No. Basta —intervino Emma—. No estamos en Misión Imposible.

Por primera vez en mucho días, Tai soltó una risita.

—Tailime —la voz de Dmitri al final del pasillo les llamó la atención.

Con un gesto de la cabeza, les dio a entender que alguien se acercaba, y Mia aún mantenía el montón de cartas en sus manos, y el casillero abierto.

—¡Rápido! —Mia aventó los papeles contra el pecho de Tai, empujandola hacia el casillero para quedar cubierta por la puerta.

—¿Qué hago? —preguntó Tai con pánico.

—Ponlas en su lugar, y comienza a sacar los libros de la siguiente clase —la urgió Mia.

Tai no perdió tiempo, levantando unos cuantos libros en la parte superior del casillero para volver a arrojar las cartas ahí. ¿Qué clase era la que tenían la siguiente hora? ¿Literatura? ¿Matemáticas? ¿Ciencias? Tai odiaba cuando el pánico la bloqueaba, e incluso aunque leyera los títulos de los libros en sus lomos, nada acudía a su mente para justificar su irrupción en el casillero.

—Hey.

La voz de Alek fue como si alguien chasqueara los dedos después de estar sumergida en un trance, porque estaba tocando el lomo del libro de literatura. Tai recordó que Arian estaba a punto de terminar de explicarles los nueve círculos del infierno de Dante. Tomó el libro y asomó la cabeza detrás de la puerta.

—Hola —Tai intentó no parecer que había sido atrapada infraganti—. ¿Cómo estás?

Claro, como si preguntarle a Alek como estaba después de haber pasado la mitad de la mañana con él fuera la cosa más eventual del universo. Tai supo que su comentario no había sonado tan casual como quería aparentarlo cuando Mia resopló e intentó ocultarlo al aclararse la garganta, ganándose una mirada escéptica de parte de Alek, Anna y Arizona.

—Bien —Alek habló lento—. Desapareciste de la cafetería.

—Yo...

—Teníamos que ir al baño —intervino Mia rápidamente, salvando a Tai de meter más la pata—. Ya sabes, aprovechar que estábamos solas para que Tai nos contara como van todos los preparativos para tu cumpleaños sin que Harry escuchara y echara a perder la sorpresa.

—Tai suele ponerse nerviosa cuando organiza sorpresas —intervino Emma para dar credibilidad a la historia.

—No soy tan mala —a pesar de estar mintiendo para justificar su intromisión al espacio de Alek, era en parte verdad.

—Una vez, Tai intentó organizar junto con Asher una fiesta sorpresa para Mia —comenzó Emma y Mia no pudo evitar soltarse a reír ante el recuerdo—. Tai estuvo tan presionada por mantener el secreto, que cada que veía a Mia, se ponía a llorar.

—Siempre creí que las amigas no debían tener secretos —Tai respondió ofendida por verse expuesta—. Sentía que le estaba mintiendo.

—Es una ventaja que Tai pueda verte a los ojos sin que sienta que te está mintiendo —Mia señaló a Tai mientras cerraba la puerta del casillero.

Y por supuesto que Tai no perdió el mensaje oculto que Mia acababa de lanzarle a Alek, por lo que terminó fulminándola con la mirada en reproche. Mia se encogió de hombros, restándole importancia.

—Como veíamos que se acercaba la hora de regresar a clase, Tai nos pidió aprovechar la ruta para sacar tus libros del casillero —concluyó Mia.

—Demasiadas explicaciones para una pregunta que no hicimos —objetó Arizona.

Y a pesar de que Tai sentía que no estaban siendo convincentes, ni Emma ni Mia mostraron señales de lo contrario.

—El comentario de Alek parecía que estaba implicando algo.

—No impliqué nada —admitió Alek, con una sonrisa divertida—. Solo me preocupé por no verte ahí, así que tuve que pedirles a las chicas que me ayudaran con mi mochila y mis libros.

—¡Aquí lo tengo! —Tai levantó el libro, terminando de corroborar su historia.

—Bien —Mia tomó a Tai por el antebrazo, dándole un leve apretón en señal de apoyo—. Cualquier cosa que necesites respecto a lo que hablamos, sabes que podemos ayudarte.

—Gracias, chicas —Tai sonrió aliviada.

—No hay de qué. Para eso estamos las amigas.

Quiero hacer una mención honorífica a Mia DiMarco por ser la mejor amiga que ayuda a tranquilizar a su mejor amiga de una crisis existencial, que no minimiza las preocupaciones de dicha amiga y que además, podría trabajar para el FBI en el departamento de asuntos amoroso.

En fin.

Están preparados? El siguiente capítulo está...

Quiero leer lo que creen que pueda llegar a pasar, y así como Luka, no aseguraré ni desmentiré nada, solo los dejaré que lo descubran jajaja pero será divertido leerlos.

Gracias por todas sus estrellitas y sus comentarios!!!!

⌘María Centeno⌘

Continue Reading

You'll Also Like

2.4K 935 71
Una historia llena de fantasía, aventuras, amor, tristezas y alegrías que acaban teniendo el peor de los finales en una †MUERTE NEGRA† .
100K 13K 163
Entra para obtener más información de la historia 💗
750K 30K 38
Los padres de Charlotte planearon la luna de miel durante meses, pero se siente culpables al dejar a su única hija sola en casa. Por ello, le propone...
87K 18K 115
Han pasado 7 meses desde el ataque al panal, muchas cosas cambiaron en el internado, por sobre todo la seguridad y el accesos. Luriel Gianti e Irace...