En las sabanas de un Telesco

By FlorenciaTom

66.3K 2.8K 62

Evangeline Brown se ve obligada junto a su familia vivir en un pueblo enfermo en donde la belleza es un arma... More

En las sabanas de un Telesco.
Prólogo.
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capitulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
SEGUNDA PARTE.
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Epílogo.

Capítulo 13

474 20 0
By FlorenciaTom



Me llevan casi arrastrándome a la habitación que antes era la mía, y que Amaya, amiga de Adiele, no tardó en sobornarme para que me fuera y así estar cerca de la habitación de Dan. Después del jalonazo que me dieron metiéndome al ascensor, fue para darme una palmada picoza en la nuca y me volvieron a lanzar hacia el pasillo, donde me hicieron caminar hasta allí entre todas.

La sensación de ser arrastrada y empujada por ellas me hace sentir como una muñeca sin control sobre mi destino, vulnerable y completamente a merced de su voluntad.

Eran peores que los bravucones de mi escuela. Amaya abre la puerta y ante mí se revela una habitación completamente transformada, muy distinta a la que recordaba. Un aura de lujo y exceso se desborda desde cada rincón.

El esquema de colores se basa en tonos rojos profundos y oscuros, con toques dorados que resaltan la opulencia del espacio. Los muebles, elegantemente distribuidos, están tapizados en terciopelo carmesí y adornados con detalles dorados, emanando un aire de sofisticación y extravagancia.

En el centro de la habitación, un conjunto de sillones de diseño moderno invita a la relajación, con cojines lujosos que prometen confort sin igual. Una mesa de centro de cristal, adornada con jarrones de flores exóticas, añade un toque de refinamiento al ambiente.

En una esquina, una barra de estilo exclusivo está repleta de botellas de licores finos y cristalería reluciente, listas para satisfacer los más exigentes paladares.

Detrás de la barra, estantes de madera oscura exhiben una impresionante colección de licores de alta gama, dando testimonio de la riqueza y el gusto por lo refinado.

Además, una sala de juegos completa la escena, con una mesa de billar meticulosamente diseñada y un juego de dardos de alta calidad.

El suelo, cubierto por una lujosa alfombra persa, añade una sensación de calidez y confort a la habitación, mientras que las cortinas de terciopelo rojo oscuro dan un toque de intimidad y misterio al ambiente.

—¿Me van a obligar a pasarla bien o qué les pasa? —les escupo, cabreada en cuanto me empujan a la habitación.

No me responden.

Las únicas que ingresan conmigo son Amaya y Adiele; el resto de las chicas se quedan custodiando la puerta en el pasillo.

Amaya se dirige con determinación hacia el sector de bebidas, su cabello rubio resplandece bajo la luz tenue de la habitación. Mientras vierte las bebidas alcohólicas con una destreza casi profesional, sus movimientos son precisos y eficientes. Sin embargo, puedo notar la frialdad en su mirada azul helada, que parece atravesarme como dagas afiladas.

Por otro lado, Adiele se inclina sobre la mesa de billar, sus pecas salpicadas por el sol parecen destacar en contraste con el verde de la superficie de la mesa. Observo cómo acomoda las bolas de billar con un gesto rápido y seguro, su expresión seria y concentrada revela una determinación que no puedo ignorar, a pesar de mi profundo resentimiento hacia ella.

Ambas son hermosas, eso es innegable, pero no puedo evitar sentir un escalofrío recorrer mi espalda mientras las veo realizar sus tareas, recordándome una vez más que en este juego de poder y manipulación, la belleza puede ser la máscara perfecta para ocultar la oscuridad que yace debajo.


Amaya se me acerca sin decir una sola palabra y me ofrece un vaso de lo que parece whisky. Honestamente, desconozco varias bebidas alcohólicas.

—Ni loca bebería algo que me ofrezcas tú o ella —me niego, haciendo un gesto con la mano para rechazar la bebida.

Amaya frunce el ceño ante mi rechazo, pero no dice una palabra. Su mirada gélida parece penetrar en mi alma, llenándome de una incomodidad palpable. Sin embargo, me mantengo firme en mi decisión, negándome a ceder ante su presión.

Adiele, por otro lado, levanta la mirada de las bolas de billar y me observa con una mezcla de curiosidad y desdén. Sus labios se curvan en una leve sonrisa burlona, como si mi negativa fuera una simple diversión para ella.

—Observaste cómo servía tu vaso directo de la botella, no exageres que esta vez no pensamos matarte, Evangeline —me dice Adiele, jugando solitariamente al billar—. No cuando superaste la fortuna de los Telesco como una campeona.

—¿Precisas mejor un café? —me ofrece Amaya.

Me quedo mirándolas fijamente.

—Falsas —susurro, dejando salir las palabras con un sabor amargo—. Ambas están siendo falsas conmigo —repito con firmeza.

Siento cómo el peso de mis palabras cae sobre nosotras como un manto oscuro. Las miradas de Adiele y Amaya cambian de inmediato, pasando de una apariencia amigable a una expresión fría y despectiva.

Decido marcharme, pero al estirar la mano para abrir la puerta, me doy cuenta de que está cerrada con llave. Mi corazón se acelera mientras intento abrir desesperadamente, pero la puerta no cede.

—No te vamos a matar —dice Adiele, su voz tranquila pero cargada de un significado inquietante—. Pero procuramos que no te largues sin antes oírnos con atención. Siéntate, Evangeline —me indica con un gesto hacia uno de los sofás.

Me siento en el sofá, tratando de controlar el temblor en mis manos. La habitación parece más pequeña de repente, y la atmósfera se vuelve opresiva, como si estuviera atrapada en una telaraña de la que no puedo escapar.

Adiele deja de jugar al billar y Amaya le alcanza una bebida, insistiendo en que yo tome una, pero me niego nuevamente. Pone los ojos en blanco con evidente exasperación y se sienta junto a su amiga.

Las miradas de Adiele y Amaya se encuentran, intercambiando un breve gesto que parece comunicar algo sin necesidad de palabras. Sus expresiones se endurecen, revelando una complicidad silenciosa que me hace sentir aún más fuera de lugar.

—Dadas las circunstancias, nos vemos en la obligación de que seas nuestra amiga o nuestros padres nos darán la paliza de nuestra vida —confiesa Amaya, cada palabra cargada de un profundo disgusto—. Apenas el pueblo se enteró de que tu riqueza es mayor a la de los Telesco, nuestros padres nos llamaron por teléfono para decirnos que fuéramos amigas para toda la vida.

—Bueno, tal vez exageramos un poco lo que pasó en el granero; al final, será una anécdota divertida para contarle a nuestros hijos en el futuro —dice Adiele con una sonrisa, mientras Amaya asiente y deja escapar una risita nerviosa.

Sus palabras me dejan perpleja. ¿Cómo pueden trivializar algo tan doloroso y humillante? La ligereza con la que hablan de ello me hace cuestionar si realmente entienden el impacto que tuvo en mí.

—¿Divertida anécdota? —musito, apenas capaz de articular las palabras—¿Realmente piensan que pueden borrar lo que pasó con una simple risita y una sonrisa?

—Bueno, Evangeline...

—¡Cierra el puto pico, Adiele! —grito, poniéndome de pie de un salto y lanzándole la bebida alcohólica en el rostro que su amiga dejó en la mesita para mí— ¡Sólo cállate antes de que te rompa la cara de un puñetazo!

Mi corazón late con furia mientras la bebida se estrella contra el rostro de Adiele, salpicando su piel con gotas de líquido ambarino. Su expresión de sorpresa se transforma en una mezcla de ira y desdén, sus ojos chispean con una intensidad amenazante que parece desafiar mi acto impulsivo.

—¡Evangeline, ¿qué demonios te pasa?! —exclama Adiele, su voz cargada de furia mientras se levanta de un salto, la ira ardiendo en sus ojos.

Las palabras fluyen de mí sin filtro, alimentadas por la rabia y la frustración acumuladas durante demasiado tiempo.

—¿Qué me pasa? ¡Lo que me pasa es que estoy harta de tus mentiras y tu hipocresía! ¡Estoy harta de lo manipuladora egoísta que eres y que piensa en sí misma! ¡Así que sí, cállate de una vez o no responderé por lo que haga a continuación! —mi voz retumba en la habitación, cargada de una intensidad que apenas reconozco como propia.

Amaya corre a buscar una toalla de mano en el baño y regresa para dársela a su amiga. Adiele la agarra de mala manera, chillando porque le entró en el ojo.

—No sería amiga de ustedes dos jamás —escruto, dejándoselo claro—. Y ojalá sus padres les den la paliza de su vida por ser tan mierdas como ellos.

Mi voz resuena con una mezcla de determinación y desprecio, mientras sostengo la mirada de Adiele y Amaya con una firmeza que no sabía que poseía.

—Bueno, estamos ante la furia de Evangeline. Qué complaciente es ver que no eres un caracol y tienes carácter —me responde Adiele, un poco más calmada—. Ya no te veo como una amenaza, eso que te quede claro, y te dejaremos en paz.

—Si me entero de que lastiman a la futura esposa de Dan Telesco, recibirán el doble dolor.

Parece que mis palabras la han hecho retroceder, al menos por ahora.

—¡Esto es una competencia, no esperes que nos comportemos como santas! —me grita Amaya, su voz llena de frustración y desafío.

Me doy cuenta de que esto está lejos de terminar.

—Sólo dejen de lastimar a las chicas que buscan lo mismo que ustedes y jueguen limpio, no recurriendo a la violencia —imploro, tratando de apaciguar la tensión en la habitación.

—Cómo si tú hubieras jugado limpio todo este tiempo, Evangeline —responde Adiele, su tono sarcástico cargado de acusaciones.

Una sensación de impotencia me invade mientras intento encontrar las palabras adecuadas para expresar mis sentimientos.

—A mí no me importa ningún chico de aquí ¿es que no lo ven? El amor de mi vida quedó en California —digo con voz entrecortada, sintiendo un nudo en la garganta que amenaza con ahogarme—, y temo no volver a verlo jamás.

Mi confesión es recibida con un silencio incómodo, interrumpido solo por el sonido de mi respiración entrecortada. La atmósfera se carga de tensión mientras cada una procesa mis palabras, y puedo sentir sus miradas clavadas en mí, como si estuvieran tratando de desentrañar los secretos ocultos en mis palabras.

—Debe ser guapísimo como para que ignores a la cantidad de postulantes que esperan por ti —analiza Amaya, su tono ligeramente neutral pero con una pizca de curiosidad—. ¿Por qué no lo traes al pueblo y lo haces tu esposo?

La sugerencia me golpea como un rayo. Nunca había considerado esa posibilidad, y la idea de traer a mi amor de California a este pueblo.

—Jamás le haría algo así por mi egoísmo. Ni siquiera sabía que tenía esa opción, tampoco se me pasó por la cabeza —respondo sinceramente, mi voz apenas un susurro—. Por favor, abran la puerta que quiero irme.

Camino hacia la puerta y sin resistencia, Amaya abre la puerta con una llave pequeña. Gracias a Dios salgo sin ninguna herida.

ADIELE FERRARI.

En cuanto Evangeline cruza la puerta, se deja caer nuevamente en el sofá, abrumada por las emociones que la embargan. Tanto Amaya como ella se quedan mirando la puerta y el vaso roto en el suelo, como si estuvieran viendo un remolino de consecuencias desatadas por sus acciones.

—Traigamos a Luke Abstrom y a su familia al pueblo —propone Amaya a Adiele—. Y también a la prima materna de Evangeline; Olivia.

La idea de traer a las personas importantes en la vida de Evangeline al pueblo parece una solución tentadora, pero también conlleva riesgos.

Adiele asiente lentamente, su expresión reflexiva mientras considera las implicaciones de la propuesta.

Se había dedicado a escudriñar en los rincones más oscuros de la vida de Evangeline, y hoy, con una crueldad calculada, le reveló que aún estaba enamorada de alguien que no pertenecía a su círculo social, alguien que muchos considerarían un "pobreton", a pesar de tener a su disposición numerosos pretendientes con un futuro prometedor aquí en el pueblo.

—Quería dejar esa carta para más adelante, pero las cosas se adelantaron —asimila Adiele, su tono casi casual, como si estuviera discutiendo el clima—. Traigamos al chico que Evangeline ama al pueblo y así nos la sacamos de encima. Pero mandemos a matar a su prima, me enteré que espera un hijo de Luke. Obviamente que ella no lo sabe porque no puede ver en las redes sociales algo del exterior que no sean celebridades y esas cosas.

—¿Vas a mandar a matar a una embarazada, Adiele? —pregunta Amaya, con voz temblorosa.

—Sí —asiente Adiele con frialdad—. Ese bebé será una distracción para el famoso Luke. Una vez muerta la embarazada, Luke empezará una nueva vida en The Moon, se casará con Evangeline y vivirán felices. Y Luke tiene dos hermanas pequeñas, por lo que serán futuras postulantes también. Nutriremos al pueblo, ¿no te parece fantástico? —le sonríe a Amaya con una expresión siniestra.

Amaya no piensa contradecirla porque sabe lo demente que está.

Continue Reading

You'll Also Like

15.8K 852 12
TRADUCCIÓN DE WE ARE. Nuestro primer encuentro puede que no sea tan impresionante. Pero si nos encontramos la próxima vez "¡¡¡Definitivamente te sald...
96.1K 5.7K 18
LIBRO TRES DE LA SAGA ÁMAME. Summer ha estado enamorada de Nikolai desde que tiene memoria, ella siempre ha estado consciente de que nunca pasaría a...
800K 48.8K 89
Llene de aire mis pulmones, tratando de tomar el valor que aun me faltaba-tienes que hacerlo, es por salud, por tu propio bien- me repetía - tu puede...
14.7K 648 13
Una autocaravana era la solución para sobrevivir durante una semana, ¿pero y luego..? ¿Cuál era el plan? ¿Volver a Londres y vivir del cuento? ¿O sim...