Quédate conmigo

By __Onix__

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✨Ganadora de los Wattys 2020 en español✨ *** ¿Qué pasaría si tu próximo amor cayera del cielo? Durante toda... More

Capítulo 2: La diferencia entre meteorito y asteroide
Capítulo 3: No, en el espacio no hay cupcakes
Capítulo 4: Astros luminozos
Capítulo 5: El cielo es más lindo de noche
Capítulo 6: Cuenta las estrellas conmigo
Capítulo 7: Houston, tenemos problemas
Capítulo 8: Los extraterrestres también sangran
Capítulo 9: ¡No me compares con E.T!
Capítulo 10: Venus es nombre de planeta
Capítulo 11: Luna llena, como tus besos
Capítulo 12: En el espacio nadie podrá oírte gritar
Capítulo 13: De galaxias y otros demonios
Capítulo 14: A la NASA le caes mal
Capítulo 15: Si esto fuera Star Wars, tú ya estarías muerto
Capítulo 16: Un nuevo tripulante
Capítulo 17: OHNI u Objeto Humanoide No Identificado
Capítulo 18: Las estrellas mueren y no por eso el mundo deja de girar
Capítulo 19: Contaré tus lunares en forma de constelación
Capítulo 20: El estallido de una supernova
Capítulo 21: Un hoyo negro suspendido en la habitación
Capítulo 22: ¿Qué sigue? ¿Alguien llamado "Saturno"?
Capítulo 23: La Vía Láctea no es mi amiga
Capítulo 24: El universo habita en tus ojos
Capítulo 25: Sí, en el espacio hay gatitos... y otras cosas más peligrosas
Capítulo 26: Una nebulosa en la distancia
Capítulo 27: Con los pies en la Tierra
Capítulo 28: Pequeñas nubes grises
Capítulo 29: La estela de un cometa
Capítulo 30: La chica con labios sabor a lluvia
Capítulo 31: El despertar del cosmos
Capítulo 32: Un atardecer sin estrellas
Capítulo 33: La extinción del Sol
Epílogo
Soundtrack de la novela
Vistazo exclusivo #1
Capítulo perdido: una nueva lluvia de estrellas

Capítulo 1: Lluvia de estrellas

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By __Onix__

—¿H-hola? —la voz de Venus tembló al pronunciar la palabra. Tragó saliva y dio un paso afuera de su habitación. Contuvo la respiración y terminó de salir de la seguridad de sus tan conocidas cuatro paredes.

Hay momentos en la vida de una mujer que la marcan profundamente: cuando tiene que comprar sola sus tampones, la primera vez que le cae chicle en el pelo, la dolorosa primera experiencia de una depilación... pero lo que estaba a punto de esperarle a una temblorosa Venus superaba con creces cualquier cosa de esa lista. La chica, con sus flacuchos brazos sin fuerza por el miedo, llevaba al frente de ella una sombrilla como si se tratara de una espada. La había tomado presa del pánico y sabía que no dudaría en usarla si se le presentaba la oportunidad. Sus pies daban pequeños pasos por el corredor del segundo piso de su casa, el sonido había llegado de abajo, estaba segura. Miraba a todas partes, atenta a cualquier presencia que supusiera una amenaza para ella.

Miaw.

Su gata pasó corriendo entre sus pies, provocando que la chica diera un brinco y soltara la sombrilla.

—¡Dios mío, Sky! ¡Casi me matas del susto! —siseó en voz baja a su gata, que se había quedado estática en el comienzo de las escaleras. El animal la ignoró por completo.

Miaw.

Venus vio como su gata comenzaba a bajar con lentitud los escalones.

—¡Skylar! Vuelve aquí ahora... —susurró Venus, preocupada por su adorada gatita.

Venus se debatía si ir en pos de su mascota o dar media vuelta y encerrarse en su cuarto. Tomó una profunda respiración, agarró la sombrilla con más fuerza y siguió a su gata escaleras abajo.

Una vez puso un pie en el primer piso su cuerpo comenzó a temblar como una maraca. Recorrió toda la estancia con la mirada, buscando a su gata.

—¿Sky? —la llamó—. Skyyylar... ven, michi, michi....

Miaw.

Venus soltó todo el aire que estaba reteniendo al ver a Skylar montada encima de la barra de la cocina. Le estaba dando la espalda, concentrada en lo que sea que estuviera del otro lado de la pared, donde la gata tenía su comida.

Miaw.

La gata bajó la mirada y movió su cola de un lado a otro, con mucha lentitud. Venus dio un paso hacia atrás, conocía ese gesto de su gata, Skylar hacía eso cuando quería comenzar una pelea. Que sea cualquier cosa menos un mapache, por favor que no sea un mapache... pensó para sí misma, mientras se acercaba con lentitud a la cocina, estirando un poco el cuello para tratar de ver lo que había en el suelo.

Miawrgh.

Gruñó su gata, erizando los pelos de su cola. Venus apresuró un poco sus pasos, tenía que detener la pelea que se podría formar entre ambos animales. ¿Sería acaso una rata? ¿O tal vez Frodo? El molesto gato de su vecina de trece años, obsesionada con El Señor de los Anillos. A Venus nunca le gustó ese nombre... hubiera preferido que le pusiera al menos Gandalf, o Sauron, algo un poco más intimidante. Pero no. Se llamaba Frodo.

Venus bajó la sombrilla y se animó a evitar una futura guerra en la cual su amada Skylar podría salir herida. Al ver que su gata iba a saltar para atacar la misteriosa figura, Venus se apresuró a tomarla con su mano libre. La acunó como pudo entre su brazo y su pecho y trató de calmarla con suaves palabras. La gata se movía con desespero, tratando de zafarse del agarre de su dueña. Era obvio que quería comenzar una pelea con Frodo, así se ponía cuando el gato andaba cerca y eso Venus no iba a permitirlo.

Con la gata agarrada con fuerza contra su pecho y la sombrilla en su mano derecha, la chica entró a la cocina cargando con fuerza sobre las puertecillas de madera, muy al estilo de las películas del viejo oeste. No iba a permitir que ningún gato pulgoso se acercara a su preciada gatita.

Silencio. Por un segundo, Venus no reaccionó, luego de lo que dura un parpadeo su boca se abrió para proferir un sonoro grito de pánico. Soltó a la gata y la sombrilla, aterrorizada por completo. Ahí en el suelo de su cocina se encontraba un muchacho. Estaba agachado devorando la comida de Skylar como si no hubiera comido en días. Al escuchar el grito de la chica se giró para verla y eso provocó que Venus volviera a gritar. Quería correr, huir de la cocina, encerrarse en su cuarto y llamar a la policía. Presa del terror, Venus seguía gritando, profiriendo alaridos de miedo puro. Vio cómo el chico se ponía de pie y pasaba su mirada por ella. Pudo distinguir que sus cabellos eran completamente blancos, así como sus pestañas y sus cejas; sus ojos eran de un color gris, parecido a la plata. La piel del desconocido era tan pálida que, por un segundo, Venus pensó que se trataba de algún tipo de maquillaje y para coronar, el chico estaba completamente desnudo.

Una vez que su cuerpo le volvió a responder, Venus se agachó para recoger del suelo la sombrilla abandonada. Buscó a su gata con la mirada, pero se dio que había huido gracias a sus gritos. Cobarde, pensó. El desconocido y ella se sostuvieron la mirada por unos segundos. Ninguno sabía qué hacer con exactitud, se notaba cómo iba creciendo la tensión. Fue él el que se movió primero, como si se tratara de un animal asechando a su presa dio un pequeño paso hacia donde se encontraba Venus. Fue pequeño, pero fue suficiente para que la chica entrara de nuevo en pánico y saliera disparada fuera de la cocina. Aterrada, Venus intentó correr tan rápido como se lo permitían sus pies, sin contar con que Skylar saldría en medio de la nada para pasar entre sus piernas. Haciendo el trabajo de un obstáculo en movimiento, el cuerpo de la gata provocó que la chica tropezara en su huida y Venus, creyendo que ese era su fin, sintió impotente el fuerte golpe de su cráneo contra la mesa de centro que tenía en su sala. El cristal, grueso, no estalló con el golpe de la chica, pero sí funcionó para dejarle una herida en su frente pues al chocar contra el borde, el cuerpo de Venus rebotó un poco hacia un costado, dejando a la chica tendida en el suelo con un hilillo de sangre que se le metía en el ojo. Su gata soltó un molesto miawrgh y subió corriendo al piso de arriba. Sin tener el control alguno de lo que le pasaba, la respiración de Venus comenzó a acelerarse, el dolor del golpe no la dejaba pensar y, sin poder evitarlo, quedó inconsciente en medio de la sala.

La última visión que tuvo fue la de un par de ojos grises peligrosamente cerca de su rostro.

Una lengua rasposa le lamió la nariz. Venus sintió todo el peso de su conciencia al cabo de un minuto, de un eterno minuto en el cual permaneció tendida en la frialdad del suelo. Sin abrir los ojos se pasó una mano por la cara, aturdida aún por el golpe. Sintió sangre y se la retiró de su párpado. Tal vez todo había sido una visión, tal vez se había vuelto loca gracias a la soledad a la que siempre estaba sometida y tal vez, solo tal vez, tendría que ser internada junto a su hermano. Después de todo las enfermedades mentales pueden ser heredadas por distintos miembros de la familia.

—¿Skylar? —llamó en un hilo de voz a su querida mascota. Un ronroneo fue su respuesta. Venus comenzó a incorporarse mientras su respiración tomaba su ritmo natural. Así que por fin había pasado, su psicóloga se lo había advertido y al fin había pasado. Venus había comenzado a alucinar. Con un esfuerzo sobre humano la chica intentó ponerse de pie, abrió los ojos y se apoyó sobre su costado derecho. Su gata siamesa la estaba observando con sus grandes ojos azules, atenta a los movimientos de su ama. Un sonido detrás de ella provocó que Venus girara con rápidos reflejos su torso para mirar hacia atrás. De inmediato lo lamentó, su cabeza comenzó a palpitarle y un dolor se acentuó en el lado izquierdo de su pecho.

El desconocido estaba sentado en una forma muy animalesca sobre el sillón de la sala, observándola con la cabeza inclinada. Venus ponía todo su esfuerzo en no fijarse en su desnudez. El pánico fue creciendo de nuevo dentro del cuerpo de ella, como una pequeña llama de fuego a la cual una corriente de aire ha alimentado con sus alas. Se arrastró por el piso y tomó a su gata en brazos, como pudo se puso de pie y trató de no echarse a llorar del terror, fracasando con creces.

—¿Quién eres tú? —preguntó Venus con voz temblorosa, sin poder contener el miedo—. ¿Cómo llegaste aquí? No nos hagas daño, por favor. —Las lágrimas asomaban en los ojos de la chica y comenzaron a caer en pequeñas cascadas por sus mejillas. Venus sentía como el corazón le martilleaba en el pecho y rezaba para no volver a desmayarse de nuevo. La chica dio un paso atrás, dispuesta a subir corriendo las escaleras.

Miaw.

Su gata se removió en sus brazos, cansada de estar en el agarre de su ama. Venus observó como el extraño posaba sus ojos en su mascota y dio otro paso hacia atrás.

—No te nos acerques —le dijo, tratando de que su voz saliera firme. El chico volvió a mirarla, como si no entendiera lo que ella le estaba diciendo—. Mira, no sé cómo hiciste para entrar aquí, pero por favor déjanos tranquilas. ¿Quieres dinero? Te puedo dar dinero —ofreció Venus, luego de pensarlo un poco más agregó: —. También tengo comida, quieres comer ¿verdad? El alimento de un gato no es bueno para los humanos, déjame y te doy un pedazo de pan para que te puedas ir...

—Gato —dijo de repente el extraño, cortando en discurso de pánico de Venus. La chica, creyendo que estaba hablando con un demente, soltó un suspiro y trató de mantener la calma.

—Sí, de gato. Eso estabas comiendo, la comida de mi gata Skylar —le respondió, sin soltar a su mascota, pues tenía miedo de que él le hiciera algo a su gatita. De nuevo el chico puso su mirada plateada en Skylar y maulló. Venus quedó petrificada en su lugar, ¿qué estaba pasando? Estaba alucinando, no había otra respuesta.

Miaw.

El vello de los brazos se le erizó a la chica al darse cuenta lo que había pasado: Skylar le había respondido al extraño. La gata se removió en sus brazos hasta que logró zafarse y corrió hacia el chico. Venus veía la escena aterrada. Miaw, miaw, miaw, miaw. Estaba demente y debía ir a internarse cuanto antes, no quería terminar loca dando vueltas por la vida alucinando e imaginando que su gata estaba sosteniendo una conversación con un chico desnudó en medio de su sala. Venus vio cómo Skylar comenzaba a ronronear al tacto del chico, con la cabeza dándole vueltas decidió acercarse para saber si era real o solo un producto de su imaginación. Tal vez si volvía a intentar hablar con él...

—¿Disculpa? —le preguntó al chico, caminando hacia él—. ¿Estás perdido? ¿Necesitas ayuda? —¿Eres real?, quería preguntar. Su gata soltó un último miaw y se sentó en el suelo.

—No —contestó el chico con un tono de voz que descolocó un poco a Venus. Era una voz tan linda y musical que le costaba creer que no fuera un gran cantante o algo por el estilo.

—¿Entonces qué quieres? —volvió a preguntar Venus, intentando procesar toda la situación en su maltrecha cabeza.

—¿Comida? —¿Eso había sido una pregunta? Venus estaba confundida, no entendía de dónde había salido este chico, si estaba herido, enfermo o si había estado huyendo de algo o... de alguien. Decidió que iba a ayudarlo y que tendría que interrogarlo antes de hacer algo por él.

—Bien, te daré comida, pero ¿podrías primero responderme unas preguntas? No serían muchas, solo quiero entender esta situación y luego te ayudaré. ¿Sí? ¿Me responderías algunas dudas? —Venus trató de hablar con calma, sin sucumbir al miedo que estaba sintiendo en ese momento.

—Está bien —contestó al cabo de unos segundos el chico.

Venus asintió con la cabeza, aliviada de que el extraño no fuera ningún tipo de asesino serial o producto de su imaginación.

—Déjame y voy por algo para que te pongas —dijo, terminado de dar los pasos que faltaban para llegar a la escalera—. No puedo concentrarme si estás, hmmmm, desnudo. Skylar, vigílalo por mí —le ordenó a su gatita y subió como un cohete las escaleras al segundo piso.

Una vez estuvo frente a la habitación tuvo que tomar una profunda respiración. Había pasado mucho tiempo desde que había entrado al cuarto de su hermano y estaba un poco nerviosa. ¿Por qué ahora? ¿Qué estaba pasando? Venus no lo quiso pensar mucho más y entró con valentía. Todo estaba tal y como lo recordaba: afiches de Metallica y Queen estaban por todas partes de la habitación; la estantería, donde su hermano guardaba sus preciados libros, se encontraba cubierta por una fina capa de polvo; la cama estaba hecha a la perfección y aún quedaban algunas prendas de ropa en el suelo. A simple vista parecía la habitación de un chico de veinte años común y corriente, apasionado a la lectura y a la música. Venus aún no podía creer que hubieran pasado dos años desde el incidente.

Temblando un poco a causa de los recuerdos, Venus abrió el armario de su hermano y buscó en el cajón de sus pijamas algo que pudiera quedarle al desconocido. Encontró unos pantalones de tela muy cómodos que incluso ella solía usar a veces para ir a dormir y una camisa extragrande con la leyenda C'est ne a pipe. Cerró la habitación pidiéndole perdón a su hermano por haber interrumpido su espacio y bajó las escaleras. Casi deja caer la ropa cuando se dio cuenta de que en el sofá ya no estaba el chico. Venus sintió como el pánico comenzaba a crecer dentro de ella y trató de suprimirlo caminando hacia la cocina, en busca del extraño chico que se había presentado en su casa de un momento a otro.

—¿Hola? —llamó. El sonido de unas patitas corriendo deprisa llamaron su atención—. Sky, te dije que vigilaras a... —Venus dejó de hablar cuando entró a la cocina y se encontró con dos gatos jugando. Reconoció a su mascota, pero el otro...—. T-tú no eres Frodo —susurró, el borde de su visión comenzó a tornarse negro y su respiración volvió a agotarse de nuevo, provocando que la chica hiperventilara. El otro gato tenía un pelaje tan blanco como la nieve y cuando alzó su mirada Venus pudo distinguir dos ojos del color de la plata. Fue una coincidencia tan grande que la chica dejó caer la ropa que llevaba en brazos por la impresión, giró un poco la cabeza para ver el tazón de la comida de su gata vacío y luego se giró hacia los dos gatos, que para su sorpresa parecían estar esperando que ella les dijera algo. La negrura que al principio estaba solo en el borde de su visión se fue acercando al centro, invadiendo toda imagen que sus ojos pudieran estar recibiendo, la respiración se le aceleró de una forma alarmante y Venus dejó de sentir las piernas.

—¿Qué clase de pesadilla es esta? —exclamó envoz baja, antes de caer en un vórtice negro y quedar atrapada en la inconsciencia por segunda vez en la noche.

¡Hola, hermosa personita que ha decidido entrar a conocer mi historia! Primero que todo déjame darte las gracias por estar aquí y por haber mostrado interés en mi trabajo. Déjame presentarme: Soy Ónix, tengo 24 años y soy de Colombia. Escribir es mi pasión, lo hago con todo el amor del mundo por y para mis lectoras, así que si entraste a este libro ¡bienvenida! Ahora haces parte de esta pequeña, pero acogedora familia. A continuación vas a encontrar una historia llena de romance, risas, gatos y, por qué no, una que otra lágrima. 

En tus manos tienes a mi primera hija, a quien escribí una tarde en las notas de mi celular y a la que le tengo mucho aprecio y cariño. Todos mis libros son pensados para ustedes, me tomo el tiempo de crear una historia que pueda ser de su agrado, así que si te enamoras de Blake no te culpo, al fin y al cabo a todas nos pasa.

Me gusta poder compartir un pedazo de la vida de mis lectoras, que encuentren compañía en mis palabras y que puedan sentir que descansan de la vida real cuando leer mis libros, así que si quieres apoyarme comprando la historia ¡muchas muchísimas gracias! Me estás ayudando a cumplir un sueño que veía imposible de realizar. Si no quieres, o no puedes hacerlo ¡no te preocupes!, en mi perfil encontrarás otras historias totalmente gratis que podrían llegar a gustarte 💕

¡Gracias por leerme!

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