génesis | ym

By midnight_tea

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Donde la vida y la muerte rememoran cíclicamente su relación desde que nacieron en la explosión. . ✩ YoonMin... More

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By midnight_tea

𝐂𝐥𝐚𝐢𝐫 𝐝𝐞 𝐋𝐮𝐧𝐞 - 𝐃𝐞𝐛𝐮𝐬𝐬𝐲

Conciencia.

ㅤCuando Min YoonGi nació aprendió que debía vivir imitando los pasos de los demás. Siendo un niño coloreaba dentro de la línea punteada porque, observó, ello le daría una estrellita en la frente y una sonrisa en el rostro, al contar con capacidades receptivas básicas tomaba el gesto como amabilidad, así que continuaba haciéndolo. De la misma manera aprendió la forma en la que sus demás compañeros se comunicaban entre sí, ello le dotó de oportunidades para crear relaciones, incluso de enemistad: las cejas fruncidas podían significar enojo o tristeza, la expansión de los labios podía indicar gritos en alegría o enojo, las manos podían extenderse en puños o abrazos, cada uno era un código social. Supo, además, que si comía ordenado, su madre le sonreiría y su padre acariciaría su cabello, ambas síntesis de estar haciendo un buen papel como hijo. Era un pequeño que interiorizaba el resto de la existencia sin algún filtro, como la mayoría de infantes de su edad, no entendía el sentido de la misma, sólo reaccionaba por inercia,

ㅤCuando cumplió quince años participó en una obra de teatro: La vida es sueño, él era el pequeño y encarcelado Segismundo preguntándose el por qué de su cautiverio, su madre tenía el rostro sonrojado oyéndolo decir: "¿Qué es la vida? Un frenesí ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.", no comprendiendo del todo por qué el público se conmovía por algo que había practicado con tanto entusiasmo en medio de su sala. De hecho, cuando recibió aplausos, pensó que de eso se trataba la vida: copiar y pegar, como lo que solía hacer en la vieja computadora, imitando trazos ajenos para recibir palmas.

ㅤMientras más crecía, menos encontraba propósito, vivía porque tenía pulmones que aún respiraban, parpadeaba porque sus ojos necesitaban lubricarse, comía, dormía, duchaba y sentía emociones cuando debía, tenía las relaciones que eran necesarias para no dudar de sí mismo, ni de su existencia, tomaba las manos de algunas personas porque extrañaba el calor en su palma, besaba porque a veces se sentía como una necesidad emocional, tenía sexo cuando su cuerpo se lo pedía como ser biológico.

ㅤSimplemente continuaba el ritmo que alguien más le dijo que era el correcto, no le interesaba mucho las percepciones de la vida que transcurría entre sus dedos como arena, lo consideraba interpretaciones filosóficas que realmente no necesitaba entre su común vida, ¿quién era él para cuestionar el aire que traspasaba sus pulmones y llenaba el cerebro de oxígeno?

ㅤTodo en él era promedio; tenía el cabello oscuro, la tez clara y la voz gruesa, de estatura y cuerpo medio, nada destacable dentro ni fuera, consideraba las cremas que su padre y hermano le recomendaban, a veces iba a hacer ejercicio para permanecer siempre en la norma física y saludable, se cortaba el cabello con la frecuencia con la que crecía, siempre usando estilos similares que le daban un margen común, su ropa vagaba entre los colores que conocía bien, sus uñas permanecían cortas igual que sus cuestionamientos y capacidad de admirar. Cuando lo invitaban a conciertos solía grabarlos y subirlos a sus redes para recordarse que estuvo ahí, aunque a veces se sintiera como una disociación, lo mismo hacía con sus alimentos y cosas curiosas que encontrase en el día a día, era como un registro personal que copió del resto de personas para saber que algo especial había ocurrido entre los intermedios de su existencia, entre scrolleos de su teléfono y tapping de la televisión.

En el margen de la existencia externa entendía la suya.

ㅤSe ocultaba cuando llovía o hacía demasiado sol, los días en los que el viento soplaba fuerte se ponía una mascarilla porque, según su última pareja, podría resecar su piel. No tenía interés genuino en algo más que el saber que ahora tendría una responsabilidad por el sólo hecho de respirar, debía comer, reproducirse, morir, quizás tener alguna extravagancia en el medio.

ㅤSolía leer los libros que entraban en el top anual porque quería tener tema de conversación fáciles, a veces los terminaba con la presión de los resúmenes y reseñas en línea, muy pese que algunos no eran de su gusto. Oía la música popular porque era la que llegaba a sus oídos, comía lo que podía preparar o comprar, no reparaba en analizar los rostros de la gente que lo rodeaba, cuando sentía demasiado la existencia perdía el tiempo —y la conciencia— entre vídeos y redes sociales, aprendía que las formas de diversión y realización estaban lejos de su realidad, a veces le causaban envidia, pensaba que la gente sólo podía ser felices en los espejismos de una historia de instagram.

ㅤ¿Quién más, sino alguien feliz, comparte toda su vida en línea?

ㅤAsí, entre los susurros de sus propias dudas ahogadas en el mar de la negación, había llegado hasta sus veintiocho años.

ㅤTenía el empleo medio que le quitaba el peso del pensamiento, se quejaba del estándar social pero él sólo era un engranaje en medio de toda la maquinaria que sostenía al sistema ¿qué podía hacer? prefería simplemente comprarse un chocolate al salir y apagar con el dulce los destellos de un fuego que podía irse alimentando poco a poco en su pecho que, intuía, sólo le traerían desgracia.

ㅤ¿Vivir feliz o ser consciente? Ser feliz, obvio.

ㅤPara él no podían coexistir los dos conceptos.

ㅤHabía conseguido como adición un empleo a medio tiempo como repartidor, lo realizaba cuando salía de su empleo formal, lo usaba para generar ingresos extra que le ayudaban a estar menos apretado entre gastos usuales como la renta y alguna excentricidad del mes; para ello había comprado una motocicleta de segunda mano, debía pasar algunos meses más pagándola pero le agradaba la sensación de manejar y también lo ligero que podía ser trasladarse en ella. Sus amigos se reían de lo pequeña y vieja que era, pero no le veía mayor importancia si realmente cumplía su función.

ㅤDos meses después de adquirirla, y de haberse registrado en la aplicación para poder tomar órdenes, se encontraba en la jornada, era un pastel así que debía ser cuidadoso para obtener propina. Sin embargo su tarea se complicó cuando gotas se cernieron sobre él, no tuvo tiempo siquiera para sacar su impermeable, quería terminar, irse a casa, bañarse y dormir. Cruzó hacia la avenida cuando el semáforo apenas cambió, fue un segundo, una gota cayó en su nariz haciéndolo respingar, todo se sintió lento cuando escuchó una colisión escandalosa, unos jadeos preocupados y de impresión sonaron a lo lejos, su parpadeo fue lento, algo lo iluminó, casi penetró por su retina hasta el interior de su cráneo, sólo pudo fruncir el ceño cuando algo quemó su hombro y escuchó un crujido, como algo quebrándose dentro. Un enorme vehículo se había volcado sobre él, no tenía las luces prendidas por lo que le fue imposible adivinar de qué callejón salió. El ruido de las llantas tironeándose contra el asfalto le lastimó el oído, su cabeza chocó contra algo, casi pudo sentir la sangre drenándose del cráneo hasta la nariz y la boca, por el impacto expulsó el aire que conservaba en el pecho y el estómago, no pudo gritar siquiera, apenas fue un quejido suave, lastimero, en un segundo, lo que podría haber durado todo el evento, con los ojos pegados al frente sin mirar un punto objetivo, perdió la conciencia.

ㅤTodo parecía ser irreal, fue apenas un parpadeo.

ㅤCuando ganó un poco de estabilidad se encontró en una ambulancia, el ruido seguía penetrando sus ya heridos tímpanos, tenía tanto sueño, sintió una presión en el pecho, como si quisieran arrancarle el corazón, jadeó de dolor y volvió a sumergirse en la nada. En un instante le pareció estar en su infancia, en aquellos días en los que quedaba inerte en medio de la sala siendo acogido con amor por sus padres que lo llevaban al sillón envuelto entre besos para acurrucarlo después de haber jugado con sus autos y su superman de mala calidad, al que se le había despintado el pecho de tanto usarlo, ese sopor de saberse perdido pero confiando lo suficiente para no despertarse aún con varios toques.

ㅤUn golpe en el pecho le devolvió el juicio de la vida y el sentir, podía compararlo como una bofetada al interior de su cuerpo: agresivo y firme. Despertó con una inhalación cargada de sorpresa y extrañeza.

ㅤEstaba vivo.

ㅤDe nuevo...

ㅤEstaba vivo.

ㅤAbrió los ojos al sentir un pitido que le hizo parpadear varias veces, la luz que pendía encima de él lo cegó por un momento y soltó un quejido que sonó más a un ahogo seco a falta de líquidos. El rugido agudo de la máquina que estaba a su lado lo sorprendió al igual que la blancura de las cortinas, lamió sus labios y pasó la poca saliva por su reseca garganta que raspaba.

ㅤ— Señor Min... —una enfermera apareció, YoonGi observó con curiosidad el cuerpo de la mujer ¿la carne y la ropa siempre había tenido esa textura? veía lo redondo de los dedos y la forma de las uñas, la punta de la nariz de la mujer que sobresalía entre su rostro, notó también las cejas que habían sido recortadas para tener una forma específica, el cabello peinado de forma casi perfecta pero, desde su posición en la cama, podía ver, gracias a la contraluz, unas hebras independientes y rebeldes, ¿por qué ahora se sentía todo tan... vívido?— ¿cómo se siente? ¿le duele algo?

ㅤ— ¿Duele? —Respondió curiosamente, como si la terminología o la sensación le fuese ajena, las palabras se resbalaban por su paladar como pies en fango: eran lentas y trémulas, negándose a salir sin ser comprendidas.

ㅤ— Tuvo un accidente.

ㅤ— Accidente... —Repitió.

ㅤAh, cierto... recordó aquella noche y sintió un pinchazo en las sienes que lo obligó a cerrar los ojos con fuerza, frunciendo sus cejas y la nariz. La mujer se acercó para revisar su suero y sus signos vitales, le hizo algunas otras preguntas sobre su estado, YoonGi sólo tenía sed pero ni él mismo lo sabía, no podía explicar cómo se sentía todo, estaba consciente de sus pies siendo tapados por la manta rígida, de su cuello tenso en un collarín, los ojos inflamados, incluso, si se concentraba, creía poder oír el latir de su corazón en sus oídos.

ㅤEsa noche, cuando recibió afecto de su familia, por primera vez analizó sus rostros; los poros de la cara, las pestañas revoltosas, las mejillas rosadas y los ojos abultados que soltaban lágrimas espesas, las tocó con curiosidad sorprendiéndose de lo frágiles que eran casi tanto como los sentimientos que representaban. Miró el rostro de su padre que se contraía negándose a mostrar más de lo que su estatus social masculino aceptaba, lo hacía tensando la quijada. YoonGi pensó que aún tratando de ser inmutable e inexpresivo, sin lugar a dudas, podía expresar y comunicar: "no quiero demostrar".

ㅤAbrazó a su madre que lo acuñó contra su pecho y cerró los ojos escuchando el corazón, se sorprendió en silencio sobre cómo un órgano tan sencillo podía mantener viva toda una máquina como el cuerpo, cómo de él pendía el resto de órganos aunque fuera uno inconsciente. Se sorprendió más cuando se sintió conmovido por oírlo latir, sabía que era imposible que alguien sintiese ternura por algo que no es más qe unas entrañas funcionando... pero para él era el núcleo de su madre.

ㅤDespués de despertar y ser abrazado, saboreó el agua en el fondo de su garganta, admirándose de lo fácil que era aprender a amar lo sinsabor e incoloro, probó la calidad de la pasta en la sopa de fideo que le habían preparado, desmenuzó con cuidado el pollo maravillándose de ver cómo podía deshacerse un ser vivo en medio de verduras y condimentos, brindándole nutrientes con su propia existencia. Aquellas cosas podían parecer absurdas, casi ridículas, por ello guardaba esos pequeños momentos dentro de sí, sólo frunciendo el ceño ligeramente por cada acto "normal" que realizaba como nuevo.

ㅤSupo que algo cambió...

ㅤHabía salido distinto, incluso pensó barajó la posibilidad de haber tenido algún trauma en el cerebro, porque toda experiencia era como si se hubiese potenciado; probó los dulces como si fueran nuevos y adoró la calidad de los árboles que brindaban refugio natural, mirando con entretenimiento los dibujos difusos de las hojas en el asfalto que danzaban conforme el viento las movía, a veces también veía a los insectos siendo contradictorios en un movimiento estático, yendo arriba a abajo, hacia los laterales, como si fuesen pequeñas máquinas. Observó los capullos de flores que lo acompañaron desde que vivió en aquel remoto sitio de cemento, recordando cuando floreaban brindaban de aromas y colores a las macetas grises sobre las que vivían.

ㅤSi tuviera que ponerle un inicio a la revolución de emociones... empezó cuando llegó a su casa, la miró lúgubre; prendió la luz blanquecina que le ayudó a recordar los muebles que adornaban su espacio, unos cuadros que le habían regalado y, por no saber qué hacer, los colocó unos sobre otro a lado de un reproductor viejo. Se acercó a su librero rememorando cada uno de los libros que había leído en su vida, algunos cuyos títulos ya estaban difusos, otros más pegados a él tanto como la sangre que corría por su cuerpo. Observó algunos tomos con ligero polvo y otros tantos que no había podido terminar porque simplemente la trama no era lo suyo, pero siempre fingía haberlos leído.

ㅤSus manos se extendieron hasta uno para abrirlo, por un momento analizó en lo fantástico de saber que unos trazos definidos tuvieran significado tan específico hasta el punto de poder formar letras, de ahí palabras que culminarían en oraciones complejas, las cuales podían entendidas por otros, incluso en idiomas ajenos. Detuvo sus ojos pensando en cómo el cerebro, siendo tan complejo y enigmático, había desarrollado su necesidad de comunicar lo arcano de sus procesamientos, entre los que se encontraban las emociones. Era imperativo para el humano entablar relaciones basadas en la conexión, él era el resultado de ello, víctima de una materia gris tan inteligente que debía dividir sus fuerzas en sentir, ser y analizar. No bastaba con sonreír para comunicar alegría o gritar para expresar enojo, dichas facultades eran demasiado primarias para los seres que le habían dado significado al latido del corazón.

ㅤLeyó entretenido las alegorías del amor y el odio, conmoviéndose por saber que semejantes a él podían conectarse hasta saber que cuando alguien hablaba del dolor del corazón no se refería al órgano interno, o cuando alguien describía el júbilo se entendía como algo tan intrincado y subjetivo que debía ser más específico: felicidad momentánea, por lo ajeno, por lo propio, pura, maligna, ignorante. Mientras más se hundía en su tertulia personal observó algunas anotaciones suyas alrededor de las metáforas y frases. Leyó:

«Mi soledad no depende de la presencia o ausencia de gente; por el contrario, detesto a los que roban mi soledad sin a cambio ofrecerme verdadera compañía»

ㅤA lo que su anotación, en un costado, dictaba:

«Estar solo entre la gente, lo entiendo.»

ㅤTocó lo rugoso de su letra sobre el papel fino que se había tornado en relieves, se preguntó si alguien más se había sentido así, la sola idea de ser la única luciérnaga en el pantano parecía patética, soltó una risa avergonzada, ¡claro que lo había!, asumió, si esa misma frase se la había dicho un profesor en sus años estudiantiles, algo que él replicó en su propia lectura. Se sintió en uniformidad con las demás personas que pudieron —y podrán— disfrutar de experiencias similares a las suyas, incluyendo los textos, si las cosas populares resonaban era porque podía crear el sentimiento de unión.

ㅤMaravilloso.

Unidad, pensó.

ㅤ¿Soy uno entre el todo?, meditó. ¿La unión con los demás es notoria cuando leo, cuando siento, cuando veo y sé que los demás palpitan como yo?, ¿alguna vez me detuve a pensar que los demás sienten igual?

ㅤAsí comenzó a vivir, apreciando los trabajos cinematográficos complejos de diálogos difíciles de tragar, a reír abiertamente con las comedias más absurdas, a apreciar la creatividad de quien adornaba las calles con flores y verdes paisajes, a entender la diferencia entre las risas y las miradas de los animales y personas, a distinguir el color de las hojas que caían sobre el suelo y la multiplicidad de las ramitas que golpeaban los techos siendo arrojadas de los árboles que las despedían conforme las estaciones avanzaban.

ㅤPero algo se sentía ajeno, algo faltaba.

ㅤEn algunas noches, cuando la melancolía ajena se apoderaba de él, se acomodaba en su sillón para mirar la única ventana de su departamento observando el manto estelar opacado por las luces de la ciudad que le impedían ver los puntos brillantes lejanos, sólo dejándole como paisaje la luna blanquecina que se movía a mordiscos dependiendo de la fecha, y entonces le dolía el corazón, el metafórico, con el que blandía las emociones de su cerebro, aquel que procesaba con un apachurrón de ternura cuando veía aun bebé o un gatito jugando.

ㅤSabía que algo estaba extraño..., no mal... sino incompleto, sentía que debía buscar, un vacío debía ser llenado entre tanta maravilla natural y artificial.

ㅤUna vez leyó que la mayoría de cosas que podíamos percibir, tocar, oler y apreciar era sólo un porcentaje muy bajo de lo que en realidad existía, lo que conocían y llamaban "materia oscura", se preguntó qué se sentiría saberse existente pero no poder ser visto ni identificado, esa noche, cuando un nuevo monólogo interno se apoderó de él, tomó un poco de café rebobinando que su existencia era un poco así, sabía que existía, co-existía —como había escuchado referirse al acto de vivir a una monja buddhista, una venerable—, pero aún cuando entendía la relación que tenía como ser sintiente... la parte irracional le decía que aún necesitaba algo.

ㅤDefinitivamente no le gustaba ser materia oscura.

ㅤEntonces, sin respuesta a las quejas de su corazón, comenzó a trabajar con la paciencia de quien entiende su oficio pero no lo ve como el fundamento de su vida, ocupó algunas horas libres para meditar sobre los objetos que yacían en su departamento, separó camisas que no usaba, zapatos que nunca le parecieron cómodos, playeras viejas y extendidas que merecían descansar —o ser usadas como pijama—, notó libros que nunca acabó, discos que ya no tocaba ni en su plataforma virtual y cuyos artistas no habían cavado tanto en su corazón como para conservarlos, miró algunas bufandas que habían permanecido con el aroma de los inviernos en los que fueron obsequiadas, audífonos que nunca fueron estrenados, incluso encontró una vieja cámara que, entre su emoción, colocó en su pequeña mochila con la que salía siempre, lo hizo para poder capturar cualquier evento que removiera sus intestinos con sentimientos.

ㅤCabalgó por los días con la admiración de un niño que aprende el significado de respirar, acarició las hojas y algunos insectos apreciando la fragilidad de la vida orgánica que sólo era, apreció el silencio de su sala con el sabor de un postre entre sus labios, llegaba del trabajo para sentir el espacio reducido que estaba ya casi vacío, con un sillón —que no se atrevía a tirar porque tendría que llamar a un camión de recolección y aún no tenía los fondos para ello—, una mesita sobre la cual desayunaba, comía, cenaba, leía y veía películas, un librero con escasos tomos que, de vez en cuando, intercambiaba con una librería local de segunda mano. En su cocina conservaba dos ollas pequeñas, un sartén, una cafetera, dos tazas, un par de cucharas, tenedores, palillos y dos vasos de vidrio: uno grande con una ilustración de unas camelias sobre el que bebía agua y uno pequeño sin ninguna decoración en la que servía a veces whiskey barato.

ㅤHabiendo pasado un año, aún yendo en terapia por el hombro que le molestaba de vez en cuando, estaba dispuesto a expandir su pequeño espacio para recibir lo que fuese a llegar, lo que presentía que estaba por arribar; lo mismo hizo con su corazón, aunque se admiraba de la vida per se, también estaba dispuesto a que este asombro no ocupase la mayor parte de su espíritu, filtraba las emociones fácilmente después de haberlas presenciado, aprendió ello de los gatos que miraban un pájaro con los ojos brillantes en emoción por el ruido del aleteo, pasando rápido al parpadeo con lentitud cuando los pichones desaparecían, continuando su camino con la parsimonia que les caracterizaba. Así deseaba también procesar sus relaciones.

ㅤPero ser un ser humano era mucho más difícil.

ㅤUna tarde, cuando salía de su trabajo como cajero, sonrió al ver el clima nublado, estiró la mano para recibir las gotas en las palmas, eran distintas a las lágrimas, no sólo eran desiguales en densidad y composición química, sino que además el significado mutaba, porque aunque la gente decía que el "cielo lloraba", lo cierto es que nutría a la tierra que pisaban. Entonces se permitió remojarse debajo de las gotas de felicidad que el ecosistema brindaba para sí mismo. Soltó una risa cuando el cabello se le pegó en la frente y sintió los pies mojados dentro de sus zapatos, frunció el ceño entre su risa sintiéndose incómodo y, entonces, imitando al resto, corrió hasta su transporte.

ㅤCuando llegó a su pequeño departamento apreció el frío en el cuerpo como recordatorio de sus actos, se secó y preparó una taza de té, miró por un segundo las hileras de agua que caían como pequeñas cascadas producto de la lluvia contra su ventana, y se preguntó por qué si habían tantas cosas hermosas no se sentía completo, por qué el rocío no lograba moverle el corazón metafórico de la forma en la que su corazón físico se había abatido en latidos estrepitosos por lo gélido.

ㅤMiró al cielo por entre la marquesina y tuvo dudas de su existencia, no como antes que no buscaba saber si era o no —el sólo pensamiento lo aterraba—, sino que ahora presentía que tenía un por qué... pero no entendía cuál y no sabía si era importante o no averiguarlo. No sentía que fuese una especie de superhéroe, pero... de alguna creía que debía compartir todas esas emociones.

ㅤPasó noches meditando el significado de su existencia, de sus pies fríos sobre el suelo, tenía colegas, compañeros que sonreían por sus bromas sencillas, amigas de aromas deliciosos en sus cabellos, amigos de carcajadas elegantes, familia que llamaban a su teléfono cada semana y lo invitaban a veces para comer un pastel o alimentos caseros. Sin embargo, algo se sentía extraño.

ㅤAño y medio después del accidente había decidido empezar a vivir aún con el sentimiento en su pecho; observó su celular deseando distraerse un poco, decidiendo indagar entre sus redes sociales que había mantenido abandonadas. Encontró que el gobierno de su zona estaba patrocinando un evento: una feria de globos de cantoya, ofrecían un cupo limitado para registrarse a cambio de un apoyo económico y, además, venían ancladas algunas fotografías de eventos pasados. Detalló las imágenes, advertían con pies de foto que era cupo limitado y demás estaba estrictamente prohibido lanzar globos sin supervisión.

ㅤLa última vez que había presenciado una actividad así era cuando tenía quince años, quizás... y no se había detenido para ver, pensó que quizás no entraría para hacer algún globo, pero sí podría ir a la hora indicada para admirar

ㅤLa Luz observó la cadena que había tejido, encontró entre todas las perlas una con un brillo especial, parecía tambalearse en ligera inestabilidad, admiró por los cristales el camino que conducía y notó el rastro del beso de la oscuridad, con curiosidad se asomó por ella y el pecho se le enterneció al observar la existencia que llevaba el beso de su amor infinito. 

ㅤAsí se paseó entre las demás gotas buscando la indicada, encontró en la misma cadena una especial, tenía la densidad similar, el color y la calidez que podrían compaginar. La tocó con delicadeza y, sin apartarla de la red, la besó depositando en ella parte de su ser, suspiró cuando lo hizo.

«Mucha suerte.»

ㅤMurmuró esperando impaciente.

𝐆𝐨𝐥𝐝𝐛𝐞𝐫𝐠 𝐕𝐚𝐫𝐢𝐚𝐭𝐢𝐨𝐧𝐬, 𝐁𝐖𝐕 𝟗𝟖𝟖: 𝐀𝐫𝐢𝐚 - 𝐁𝐚𝐜𝐡

Inconciencia.

ㅤPark JiMin había sido siempre un alma noble, de corazón alegre y sentimientos sencillos, no entendía muchos porqués de la vida, pero tampoco se detenía a preguntarlos. Cuando era pequeño recibía halagos por ser un niño tranquilo, de ahí comprendió que en la sociedad se premia a aquello que no destaca demasiado, así que eso hizo el resto del tiempo que había pasado de forma semiconsciente, eso incluía sus relaciones personales, tanto de amistad como románticas, veía con admiración los relatos de amor imposible siempre mirando a la realidad mucho más opaca que los filtros de las películas o los relatos literarios.

ㅤA los veinte se supo homosexual, cuando era más joven —cercano a los dieciséis— él mismo lo sabía, de hecho, pensaba que cuando fuese libre podría hacer lo que jamás pudo... pero la realidad solía ser menos extravagante.

ㅤQuizás fue por ello que no encontraba admiración por las cosas cotidianas, había estado tan esperanzado en vivir una película que cuando su cotidianidad le golpeó el estómago, expulsó como coágulos de sangre sus propios sueños. Vivía la existencia que se le había sido otorgada, entre la decepción agradecía tener una estancia tranquila, la mayor turbulencia eran algunos fines de semana, en los cuales salía a bailar con sus amigos, reía y cantaba en karaokes para luego beber deseando ser inconsciente de su realidad, despertando con un quejido por la jaqueca que le taladraría las siguientes horas.

ㅤLa vida a sus veintisiete años era buena, no era excepcional, pero se había resignado que no lo sería. Jamás tuvo intenciones de sobresalir de entre la multitud, siempre pensó que la vida sobre un escenario, real o ficticio, debería ser demasiado agotadora, pero tampoco esperaba sentirse plano en medio del vagón del subterráneo, a veces, cuando miraba su reflejo en los vidrios sucios del transporte, gracias a las sombras y las luces de mala calidad, daba la ilusión de no tener rostro, parecía una masa ennegrecida sin rasgos propios, si ladeaba los ojos un poco para observar por la refacción a quien iba a su lado, lo notaba igual: indistinto.

ㅤQuizás era cierto que no tenía características personales.

ㅤUna tarde, mientras iba al karaoke con sus amigos ansiando volver a perderse, observó un accidente.

ㅤEstaba lloviendo, el ruido le lastimaba hasta el fondo del tímpano y lo obligaba a entrecerrar los ojos, estaba esperando a que mejorase el clima debajo de una estación de autobuses —aunque no fuese a tomar uno—. Giró cuando vió el semáforo cambiar y, juró que fue por instinto, sus ojos siguieron a un joven que iba en una motocicleta sencilla, con casco y ropa húmeda, no tuvo tiempo siquiera para pensar que quizás debería cuidarse más por la inclemencia.

ㅤEn un segundo un coche estuvo volcándose sobre el hombre, vió su cuerpo siendo disparado, casi como si no tuviera control sobre sí mismo y fuese un muñeco. El vehículo no se detuvo y eso le paralizó el corazón, no pudo cerrar sus ojos, sólo observó a las llantas quedando peligrosamente cerca de su cabeza aún cubierta por el casco, cuando escuchó el chirrido del freno puso sus manos sobre su boca en un gesto pacificador para sí mismo como conteniendo que su espíritu escapase de sus propios labios, dos personas a su lado corrieron entre la lluvia para observar al cuerpo que yacía tendido en el gélido asfalto. El rostro de aquel hombre había quedado apuntando hacia él, eso lo perturbó más; pudo observar los ojos negruzcos amenazando con perder la vida, los labios exhalando y las manos careciendo de fuerza, miró sangre saliéndole de la nariz y las orbes perdiendo enfoque en segundos para entrecerrar sus párpados.

ㅤEra desgarrador, cuando había visto accidentes en el cine solía pensarlos como a la gente cerrando sus ojos fijamente, sin embargo aquel hombre tenía una rendija blanquecina por la que aún se asomaban sus iris.

ㅤJadeó con terror de la fragilidad de la vida, lo rápido que podía ver a alguien morir.

ㅤNo supo más de él, sólo lo miró siendo trasladado con cuidado a una ambulancia, había ruido en todos lados, o quizás sus oídos habían potenciado la forma en la que percibían el ambiente, mientras aún trataba de calmarse observó a otras personas haciendo declaraciones policíacas, y, aunque varios elementos los habían escoltado fuera del sitio, la sensación no dejó su cuerpo, todo temblaba, incluso quería vomitar. Parecía que había expresado físicamente de más porque un paramédico de la zona, que estaba asistiendo a la gente que había sufrido crisis nerviosas, lo miró preguntándole cómo se sentía.

ㅤ¿Cómo se sentía?

ㅤ¿Qué sentía?

ㅤ¿Por qué sentía?

ㅤTodo daba vueltas: su mente, su pecho, sus pulmones, incluso creía que parte de su alma bailaba como un pajarillo aterrado.

ㅤEsa noche soñó con el pobre hombre, en su imaginación había podido advertirle y así no habría sido arrollado, varias semanas estuvo con el mismo pensamiento, que quizás pudo haberlo salvado, que tal vez quedó paralítico, que quizás un momento sencillo arruinó su vida o incluso acabó con ella. Una culpa extraña se le instauró en el pecho, recordaba cosas que no estaba seguro de haber presenciado, como sangre esparciéndose hasta sus pies, o quizás un brazo roto, incluso un hueso sobresaliendo de la piel.

ㅤCada día despertaba en la madrugada con terror, maldecía haber visto a los ojos a aquel alma, ni siquiera recordaba sus facciones específicas, sólo tenía en mente las iris perdiéndose entre el desfallecimiento. Su madre decía que cuando una persona estaba a punto de morir buscaba a alguien por quién aferrarse a la vida, y si de verdad fallecía, entonces lo atormentaba el resto de su existencia, por eso, decía, nunca había que ver a los moribundos a los ojos. Jamás creyó ello, nunca estuvo de acuerdo con las teorías de señores que aún bebían té caliente durante el verano, sentados en las escalinatas fuera de su casa para sólo admirar la vida —y a veces criticarla—. Pero ahora, cuando se despertaba sudando a las tres de la mañana, pensaba que tal vez debió escucharla, quizás era cierto, quizás aquel hombre había tomado su tranquilidad por no haberlo ayudado.

ㅤCuando iba al karaoke descubrió que tenía demasiada sensibilidad en los oídos, le recordaba a las estrépitas gotas golpeando contra el techo de la parada de autobuses, ¿siempre fue así? ¿siempre se sintió asfixiado por las luces y las sombras que le escalaban por las piernas? ¿siempre se sentía incómodo con las miradas perdidas de sus amigos que, entre intoxicaciones, no podían enfocar bien su iris? ¿es acaso que la cerveza siempre le sabía de esa forma aunque no estuviera espumosa ni tibia? ¿era así todo? ¿la ropa siempre le había quedado igual de justa que le picaba la piel y el músculo?

ㅤ"Está ansioso, amigo, es necesario que se relaje ¿ha intentado la meditación? ¡Es una buena alternativa!" Le dijo el médico cuando acudió con el corazón doliéndole en angustia.

ㅤLo intentó, de verdad que se sentó, puso un vídeo en YouTube, una persona con rastas y un cuenco enorme entre sus muslos recitaba palabras extrañas... pero no pudo concentrarse ¡sentía demasiado el cuerpo!, maldijo las tres veces que lo intentó y finalmente se dio por vencido.

ㅤSu rostro parecía haber mutado, si antes consideraba que su carne no existía del otro lado del cristal ahora le aterrorizaba ver en el reflejo identidad. ¡¿Qué era él si no había podido parar para pensarse en esos años de vida?!

Sus amigos viéndose preocupados por él, cinco meses después de haber presenciado aquello, lo invitaron a salir. "Una cena tranquila y un poco de karaoke sin beber mucho", le dijeron y al igual que la meditación lo intentó, de verdad que se vistió lindo, se puso maquillaje y peinó, pero... no pudo controlarse. De la misma forma que le atormentaba el silencio lo hacía el ruido.

ㅤTodo era demasiado, sentía que el pecho se le comprimía y la garganta se cerraba, más cuando los rostros de sus amigos desaparecían conforme las luces parpadeantes del bar tintineaban borrando sus facciones, volviéndolos una masa sin ojos, boca o nariz. Un nudo de anticipación le golpeó el estómago queriendo subir hasta su garganta para hacerlo vomitar. Tuvo que salir corriendo, el aire estaba haciéndole falta y sólo quería frío en su cuerpo que ahora estaba ardiendo, trastabilló contra unas personas que lo insultaron pensándolo drogado.

ㅤSe acurrucó en una jardinera en ese mismo lado de la acera, era pequeña con un árbol que estaba presenciando el cambio de estación, trató de jalar aire pero sus pulmones no parecían expandirse lo suficiente... así, desesperado, como un acto primitivo, estiró el rostro hacia el cielo para expandir su garganta y que, de alguna forma, tuviera más oxígeno.

ㅤAl hacerlo observó una crisálida que pendía de una de las ramas, estaba bien escondida entre hojas discretas que se mecían con el viento del verano. Vió la textura rugosa y con leves bultos en forma de llantas que rodeaban al pequeño hogar. Su respiración se reguló poco a poco y sin que lo notase, se preguntó si quizás el capullo estaba vacío, y como si el pequeño ser lo entendiese, lo vió moverse.

Frunció sus cejas con sorpresa; observó unas patitas negruzcas y articuladas sobresaliendo de entre el delgado caparazón de membrana, parecía húmedo y frío, lentamente detalló lo que sería el rostro del pequeño ser que con un tirón liberó su parte trasera; una cola gruesa y que, curiosamente, asemejaba mucho a la forma de la crisálida ya rota, sus alas que parecían arrugadas como tela mojada, como pañitos húmedos hechos bolita. Los colores eran increíblemente oscuros, o quizás sería por la sensación de la noche, por lo acuoso o porque simplemente eran "nuevos".

ㅤSus ojos detallaron la lengua del insecto contrayéndose y expandiéndose con lentitud, estrenándola y de paso obteniendo información del sitio en el que se encontraba, tuvo la necesidad de expandir su mano hacia él pero se contuvo haciéndola un puño, le daban temor esos insectos, pero era la primera vez que veía a uno emerger en carne propia.

ㅤSabía, de antemano por sus estudios, que las mariposas diurnas nacían, precisamente, de día ¿qué hacía esta pequeña eclosionando en medio de la oscuridad y la frescura del verano? sacó rápido su teléfono para buscar y confirmó que el nacimiento de éstos seres en la noche era extraño, no una imposibilidad pero sí algo no tan común que ocurriese.

Extraordinario, pensó.

ㅤLentamente observó al ser quedándose quieto, como analizando el cuerpo que había desarrollado en todo el tiempo que estuvo hibernando. Él hizo lo mismo, lo acompañó en el silencio de la conciencia, ya había pasado el ataque de pánico, por lo que podía sentir de nueva cuenta su cuerpo, casi acompañó al pequeño en el ritual de expandir y retraer sus extremidades.

Extraordinario, repitió.

ㅤLe había tocado presenciar el toque furtivo de la vida que es arrebatada pero también el milagro de la existencia que no se deja vencer aún en la inclemencia, dos actos extraordinarios que, de alguna forma, eran comunes en el existir.

ㅤInhaló como si sus pulmones fuesen nuevos y, sorprendido —hasta un poco intimidado— por el mundo que lo rodeaba, caminó dudoso hacia el subterráneo, debía llegar a casa, comenzaba a sentir hormigueo en el cuerpo y sólo quería bañarse para dormir.

ㅤMientras se trasladaba, gracias a la hora y a un foco que parpadeaba como queriendo dormitar también, observó su rostro en el reflejo... no había rastro alguno dentro de él.

ㅤ"No soy nada" pensó "y sin embargo pude ver dos eventos extraordinarios". No, pensó una vez más, sintiendo el rugido agitado del vagón, no es que él los haya visto únicamente... los sintió. Los compartió con más personas, otros seres habrían visto millones de mariposas nacer y aún así... su experiencia común poseía un deje particular, uno suyo.

ㅤEsa noche, como cada semana, sus padres lo contactaron por video-llamada, a veces sólo se saludaban y despedían, ambas partes sólo queriéndose asegurar de que todo estuviera bien. Cuando lo hizo, detalló las canas en el rostro de su madre y el cansancio en el de su padre, miró los lunares en los semblantes y las sonrisas que ya no eran de alegría como cuando niño, pero ahora contenían un amor más grande y calmo, se preguntó cuánto tiempo había pasado observando aquellos ojos, cuántas veces había olido sus perfumes y aromas, cuántas veces durmió acurrucado en sus pechos, cuánto tiempo había pasado y él sólo podía observar los cambios estrepitosos de la vida, exactamente igual que con el hombre y la mariposa.

ㅤAquella madrugada no despertó aterrado del clima o por los ojos que lo miraron una última vez, no pensó en aquel evento como algo que lo atormentase, sino que ahora sintió compasión por aquel alma que, buscando una mirada misericordiosa, sólo encontró un semblante lleno de terror. Se disculpó con el desconocido de quien ya no recordaba el rostro, y agradeció a la mariposa que jamás volvería a ver, actos y seres efímeros. Se acurrucó entre sus cobijas creando su propia fortaleza donde tomaría reposo hasta poder levantarse con la misma tranquilidad que antes, su propia crisálida. Esperaba que sus ojos se abriesen en la tarde, como era usual en los fines de semana, sin embargo fue todo lo contrario, cerca de las cinco de la mañana se sentía completamente reposado.

ㅤPuso sus pies contra el piso frío y fresco, pensó en lo mucho que deseaba probar un helado de fresa, río pensando en lo extraño que sería comprar algo así siendo tan de mañana, pero hacía mucho que no se consentía de esa forma en la soledad de su departamento. Bajó a la tienda apenas terminó de vestirse, ignoró el aire en sus brazos y piernas, sólo tomó el helado de empaque rosa y regresó a casa sintiéndose como un joven después del colegio.

ㅤCuando destapó el postre —irónico porque no había desayunado—, se sentó sobre el piso de su balcón, aún estaba helado dado que el sol no había podido hacer su trabajo aún. Miró una planta que había dejado a su suerte y, por el mismo abandono, se había secado siendo una varilla café oscuro con hojas tiesas enchinadas. Suspiró y probó la paleta, cerró los ojos y creyó que podía llorar de nuevo, estaba detallando el dulzor del azúcar y de los sabores artificiales. Sabía que las fresas no eran tan intensas, pero eso no le impidió apreciarlo en el fondo de su garganta. Cuando terminó se preguntó si quizás podría valer la pena comprar fresas orgánicas en lugar de saborizantes.

ㅤAh, pero eran demasiado caros, no tenía la solvencia para comprar fresas y después tener antojo de más y más, y más. Así que por ahora se quedó con el sabor sintético que bailaba entre sus mejillas.

ㅤMientras miraba el sol asomándose entre las nubes se sintió extraño, no era la euforia que en su cuerpo vibraba cuando amanecía después de haber tenido sexo, ni la emoción en su vientre que percibía en cuanto la paga del mes llegaba a sus manos, no era que ninguna de éstas emociones fuese negativas, al contrario... pero era distinto; algo tranquilo, como haber destapado un río pacífico, cuya densidad iba rellenando los espacios del suelo que necesitaban de sus nutrientes, lento, armonioso, correcto, revitalizante. Rememoró en la tranquilidad de la mariposa al saberse viva, quizás no consciente pero sí sintiente... ¿sería algo así?

ㅤ¿Habría roto su crisálida?

ㅤLos meses empezaron a bailar en su mente y su cuerpo, y ahora él les seguía el ritmo, aprendiendo como un bailarín nuevo. Llegaba temprano del trabajo en el call center para preparar su comida con cuidado, recordando que cada ingrediente había tenido un proceso de vivencia y apreciándolo también al recordar lo frágil que es existir, había algo satisfactorio en hacer su propia comida, aunque la mayoría de la semana llegaba con cansancio extremo, por lo que sólo resumía en comer arroz o fideos con verduras y dormir plácidamente.

ㅤA veces, en el parque, se animaba a mirar hacia lo infinito del firmamento, el cielo de día le producía tranquilidad, pero la noche le causaba tristeza, resumió que quizás se debía a que aquellos dos actos, que aún seguían muy dentro de él, habían transcurrido en el manto nocturno.

ㅤLos días y las tardes libres, acariciaba a los perros de la calle, preguntándose cómo sentirían ellos sus manos, cómo verían su rostro, si quizás se sentirían igual de amados por sus sencillas caricias, que él por sus miradas inocentes. Cuando tomaba el subterráneo no le aterraba sentirse eclipsado, si bien era agotador, no le aterraba ser plano. Cuando salía, lo primero que hacía era mirar el cielo para detallar las nubes que se movían como caracoles sobre el firmamento, lento, pacífico, siendo alentado por los vientos a gran velocidad, dejando estelas y pedazos de sí en el camino; "justo como nosotros también lo hacemos" formuló caminando a casa.

ㅤÉl mismo había dejado partes de sí en cada sitio que visitaba, en cada cosa que leía, oía, consumía y hablaba. Con cada interacción había un toque suyo, algo que él mismo impregnaba; bueno, malo, indistinto... no servía clasificar, servía saber que ahí estaba él, que no sólo lo habían formado las experiencias que lo envolvían sino que él mismo había ayudado a la construcción de algo. Ello incluía a las personas, formaba parte de su experiencia en la vida, como el hombre desfalleciendo y la mariposa naciendo, aún si no había podido intervenir en ninguno de ambos eventos.

ㅤ— JiMin ¿Irás con nosotros mañana?

ㅤ— ¿Mañana?

ㅤ— Kwang está organizando una fiesta, dice que tiene dinero extra y quiere invitarnos.

ㅤJiMin se recargó sobre su escritorio y meditó por un momento la posibilidad de ir, hacía mucho no salía, acarició sus post-it rosas con los que anotaba fechas importantes, datos y números a los que debía llamar porque a veces realizaba tareas extras de su labor original. Miró la planta falsa que había comprado hace dos meses, de hojas grandes y brillosas, había sido un impulso en medio de un frenesí de fin de semana, había decidido que podría ser un objeto que lo sacase de su estado perpetuo de encapsulamiento frente a una computadora. De ahí paseó su mirada a sus uñas, hacía mucho no las pintaba tampoco, debería salir, decorarlas en tonos pastel, colocarse un poco de brillantina en sus ojos para disfrutar de una noche fácil y sencilla.

ㅤ— Está bien.

ㅤ— ¡Yey! —Gritó su compañera.

ㅤEsa noche se vistió con una playera de algodón corto que le permitía transpirar, pero también dejaba su vientre a la vista. Se colocó unos pantalones entubados negros que hacía mucho no usaba, descubrió que la tela podía parecerle un poco incómoda ahora pero... ¿qué es una fiesta sin un poco de incomodidad a favor de verse increíble?

ㅤSe peinó especial y adornó sus ojos con brillos sutiles en color rosado, un ligero gloss decoró sus labios y sus uñas sólo habían podido ser entintadas en un esmalte negro gracias a que era el único barniz que aún servía, las había pintado un día antes para tener tiempo.

ㅤCuando salió a la calle se arropó con el azul joven de la noche, el manto apenas difuminándose entre morados y negros, miró un instante al firmamento y el vacío del firmamento le dio nostalgia desconocida, puso una mano contra su pecho tratando de calmar un dolor y un anhelo por algo que no sabía qué era, suspiró y decidió dejarlo pasar. Aunque las noches habían dejado de darle pánico ahora le causaban una aflicción extraña.

ㅤLas personas en esa zona de la ciudad estaban más despiertas que nunca por ser fin de semana, él los acompañaba en el sentimiento. Sus pasos eran lentos hacia la estación del subterráneo acompañando a una multitud que, o bien iban como él a sitios merecidos de ocio, o iban directamente a casa para reposar. Miró su celular encontrando el chat grupal con sus amigos y conocidos del trabajo quienes ya estaban mandando emojis y frases emocionados, al parecer habían podido rentar un espacio para permanecer el tiempo que fuese suficiente, y ello probablemente sería hasta el amanecer. Tomó dos estaciones y salió de nuevo, evitó ver el cielo para no sentirse nuevamente abrumado.

ㅤCuando estuvo en el cruce, justo a tres calles antes del sitio en el que habían acordado encontrarse, sus ojos se dirigieron al parque despejado, quizás fue por la misma razón por la que había visto a la mariposa y al hombre; porque todo necesita un observador que le brinde significado —aunque él aún no sabía si era el observador que brindaba o el observado que era dotado—, o quizás sólo fue porque encontró algunas luces y risas que atrajeron sus sentidos.

ㅤSus ojos decorados se abrieron con sorpresa.

ㅤLuces de cantoya.

ㅤSus pies se sintieron inquietos, una corazonada le recorrió el pecho y, aunque el semáforo ya la había dado el pase para atravesar la avenida, no se movió. Rápido sacó su celular y tecleó:

[Perdón, no podré llegar a tiempo, empiecen sin mí.]

ㅤSólo iría una hora, quizás menos, vería el espectáculo y regresaría con sus amigos.

ㅤBloqueó su celular y caminó hacia donde se encontraba el gentío. Los observó pidiendo deseos junto a los luceros que se elevaban mientras se escuchaba alguna banda acústica en vivo dándole armonía al evento.

ㅤÉl mismo sintió la necesidad de hacer un globo pero... ¿qué debía desear? En teoría tenía todo lo que había imaginado —o resignado—: una vida tranquila, la estabilidad exacta para permitirse respirar con la paciencia necesaria, amigos, familia, un techo que, aunque no era suyo, sí le permitía acaecer en la noche con calma.

ㅤJuntó sus manos en su pecho y sus ojos brillaron en el naranja de las luces, se permitió soñar despierto cerrando sus párpados para desear por lo desconocido. Deseo saber el motivo de la melancolía que lo invadía al ver las estrellas.

ㅤ— Son bonitas ¿no?

ㅤEscuchó una voz a su lado, abrió los ojos con sorpresa, era gruesa, aterciopelada y seria. A su lado encontró a un hombre de su tamaño, con la tez clara, ojos pequeños pero expresivos y rostro ligeramente redondeado, tenía una esencia felina, un olor masculino y una sonrisa tibia. Parecía llevar prendas despreocupadas, miró una mochila pequeña que pendía de su hombro. Se acomodó la ropa inconscientemente sintiéndose extraño en un ambiente como ese, sonrió de vuelta compartiendo el gesto que el desconocido le brindaba.

ㅤ— Sí. Lo son.

ㅤEl hombre asintió mirando de nuevo a las luces que comenzaban a volar en el cielo perdiéndose en la oscuridad, uniéndose en la delicadeza de sus naturalezas efímeras.

ㅤJiMin lo miró también pensando en cómo los seres humanos habían evolucionado hasta el punto en el que podían hacer máquinas pequeñas y complejas como los celulares, pero conservando la inocencia del espíritu que les permitía creer en deseos e ilusiones por medio de luces, cultivando la parte más dulce que les invitaba a sonreír por eventos como esos.

ㅤ— Me llamo Min YoonGi. —Murmuró el pálido de nuevo.

ㅤJiMin no lo observó, sus ojos seguían enfocados en los luceros que se perdían, y no supo por qué... pero le gustó tanto ese nombre.

ㅤAnimado por el arropo del susurro, miró al hombre a su lado y ladeó el rostro con el mismo gesto dulce de alegría tenue que combinaba bien con el brillante naranjado del sitio.

ㅤ— Soy JiMin.  




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