Tú y yo paranormal

By Vidavirix

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Fue enviada a investigar un asesinato en un pueblo pequeño, el único testigo y posible sospechoso es Cainán D... More

Sinopsis
Sombras de Norville
1: Cainán Done
2: Día y noche
3: ¿En quién confiar?
4: ¿Conocías a Lucila?
5: Son A y B
6: Excepto contigo
7: No es un beso
8: Otro cadáver
9: Argumentos para todo
10: Alguien normal
11: Cosas básicas
12: El asesino y su presa
13: El mismísimo Norville
14: ¿Quién o qué es eso?
15: La bella durmiente
16: Pistas equivocadas
17: Pérdida de amistad
19: El clan Mareum
20: Carta de bienvenida
21: El más placentero pecado
22: Un sismo en Norville
23: La ley del infierno
24: Seamos sinceros
25: Ideas entre los espejos
26: Consejos de un amigo
27: Un almuerzo de aliados
28: Siguiendo a la sombra
29: Decepción y desconfianza
30: Un horrible dolor
31: Unas simples reglas
32: Liberar a la bruja
33: Lastimar a un demonio
34: Seguro de vida
35: Júraselo al karma
36: Sentimientos de lluvia
37: Enfrentar los miedos
38: La mordida de un condenado
39: Orgullo de demonio
40: Comida podrida
41: Una vida normal
42: Corazones y garras
43: Viajar al infierno
44: Unirse al paralelo
45: Admitir la humillación
46: Dos tipos de señales
47: Una pizca de demonio
48: Es hermosa
49: El altar de Norville
50: La pesadilla acabó
51: Final parte 1
52: Final parte 2
Epílogo
Nota de autora

18: Solo se disfruta una vez

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By Vidavirix

Cainán A

Oigo el corazón de Adara, muy rápido, mientras menciona a un tal Akil en el teléfono. Un humano normal no hubiera escuchado a esta distancia, así que ella se sorprende cuando lo menciono por su nombre, luego destruyo el celular. Mi presa está impactada por tal acto y retrocede cuando me aproximo. Puedo percibir sus nervios, su pecho sube y baja, sus manos sudan, la tensión en su cuerpo es evidente.

—Decidí ser yo, pues creí que B te asustaría, está un poco fuera de sus casillas. Además, luego de nuestro último encuentro, podría entenderlo.

—¿Qué haces aquí? —Al fin me habla.

—Veo que no pudiste largarte.

—Voy a irme. —Se gira para no mirarme—. Solo estoy esperando a mi superior, no tengo vehículo para hacerlo yo sola y los viajes en micro están cancelados.

—Es curioso.

Miro su espalda, tiene un tatuaje en su hombro que no había notado. Luego mi vista se va a su cabello castaño, tiene algunos tonos más claros. Inspecciono cada zona, como analizándola.

—¿Qué cosa? —Sigue sin darse la vuelta, mueve despacio su mano a su cara, creo que se muerde la uña, nerviosa—. ¿Vas a decirme otra vez que el pueblo no me dejará marchar?

—Eso mismo.

Hay un leve silencio entre nosotros.

—No me respondiste —murmura, luego repite—. ¿Qué haces aquí?

Doy un paso y se sobresalta cuando pongo mis manos en sus hombros. Muevo las hebras de sus cabellos, lo que le genera un cosquilleo en su piel, apoyo mi labio en su oreja. Huele delicioso, como un néctar hechizante.

«Hay comida que solo se disfruta una vez», susurra B.

—Estaba preocupado —le aclaro a Adara.

—¿Los demonios se preocupan? —Su voz suena tan suave.

—A veces. —Toco la tirita de su remera.

Hace un gemido y se aleja un poco, cortando nuestra cercanía, el roce de nuestros cuerpos.

—Me voy a ir, Cainán. —Suspira—. No voy a pretender ser fuerte, esto sobrepasó mi límite, necesito recuperar mi normalidad.

—No creo que Norville te deje hacerlo.

Se gira, frustrada, y al fin me observa, pero veo sus ojos humedecidos.

—¡¿Por qué tuviste que mostrarme que eras un demonio?! ¡¿Acaso no conoces la psique humana?! ¡¡Siento que me estoy volviendo loca!!

—No estás loca —digo, tranquilo.

Una lágrima se le escapa y se la limpia, rápido.

—Eso no me ayuda, dile a tu dios Norville que no me moleste.

Intento no reír.

—No es mi dios, solo es una fuerza más allá de nosotros, más allá de lo que podamos comprender, ni yo podría explicarlo.

—¡¿Y qué quiere?! —Se ve traumatizada.

—No sé, pero es seguro que tiene que ver con el molesto de Akil y todo lo que rodea a tus superiores.

Queda en shock, luego reacciona.

—¿Disculpa? No digas estupideces.

—Si no eres un ser sobrenatural, entonces alguno te envió. Puedes tomar el ejemplo de Triana, Elerick es capaz de ordenarle lo que quiera sin objeción, su cuerpo solo le hará caso a él, así que... —Hago una pausa—. Quizás uno de tus superiores sea tu dueño y ni siquiera lo recuerdas porque te ordenaron olvidar.

—¿Estás diciendo que le pertenezco a algún demonio? No digas bobadas.

«La puedo reclamar si resulto de mayor rango que ese imbécil», sugiere B, burlándose.

—Ni tanto —le respondo a él y ella me observa extrañada—. Es evidente que ese demonio me quiere destruir, aunque no sé por qué, ni quién es.

—¿Hablas..., con B? —Se da cuenta—. Dile que no se meta.

Hago una leve sonrisa.

—No puedo, soy yo mismo, ya te dije.

—Como sea. —Bufa—. Le respondiste a él y a mí no.

—Es una teoría —digo serio—. Pero es probable que sí, quizás le pertenezcas a algún demonio, le vendiste tu alma y ahora la usa como quiere.

—¿Eso explicaría las sombras y las pesadillas? —pregunta, aunque duda un poco de consultar, ya que le cuesta creer en lo sobrenatural.

—No sabría decirte, nunca he tenido una esclava.

Se queda reflexionándolo.

—¿Y se puede anular ese trato? —Creo que piensa en Triana.

—Depende, pero eso ya no lo decide el esclavo. Además, tengo entendido que lleva sus consecuencias hacerlo. Puede ser peor, creo que hasta lo que se te fue dado se te revierte o algo así. No lo recuerdo, ya que nunca me interesó el tema en realidad.

—Demonios... —Hace una pausa, analizando lo que le cuento sobre mi especie—. ¿De verdad tienen muchos hijos o B me estaba gastando una broma?

—Sí, pero me los comí —expreso, muy calmado.

Queda en shock.

—Qué asco. ¿Te comiste a esas mujeres también?

Formo un silencio porque pienso en no asustarla, pero no hay manera de que pueda alivianar la situación.

—Sí, la mayoría.

—¿Vas a comerme? —Me observa con los ojos bien abiertos—. Nunca me lo respondiste.

—Quiero, pero si no eres humana, me darías indigestión.

Me mira asqueada, luego mueve su vista hacia un costado.

—Ya no sé si quiero seguir hablando contigo. 

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