El heredero Bouffart

By SarahiSalinas_

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[Contenido +21] [Diferencia de edad] A Adrien le han roto el corazón, la mujer de la que se enamoró ya tenía... More

Sinopsis
1. ¿Casarme?
2. Poco tiempo
3. ¡Estás demente!
4. ¿Qué soy tu que...?
6. ¡¿Cómo que tú novia?!
7. Oficialmente somos pareja
8. Siguiente paso: Matrimonio
9. ¿Cómo no ilusionarme?
10. A tan solo unos pasos
11. Dulce unión
12. Miel en el hielo
13. Sentimientos llenos de deseo
14. Bajo la noche de las auroras
15. Eres mi esposa
16. Desnúdate
17. No me sueltes
18. Injusta realidad
19. La cruda verdad

5. De desconocida a novia y quizá un poco más

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By SarahiSalinas_

Adrien Bouffart

Mantengo mi gesto serio mientras se van las dos mujeres. Dominique me hace compañía, el muy idiota sigue aquí.

—No me veas así —le advierto—. Ya se que la regué.

—Te estuve marcando estos días, ignoraste todas mis llamadas y mensajes. Después me entero que no estabas aquí, viene a ver qué sucedía y me llevo la sorpresa que habías salido —dramatiza.

—Pareces una novia celosa y tóxica —me siento en el banco que está cerca de la encimera de la cocina, recargo mis brazos—. Solo me fui sin pensarlo.

—Se que todavía queda un poco de ese Adrien aventurero —apunta mi corazón—. Tampoco te pases, no pensé que fueras en realidad.

Se ríe sin poder creerlo.

—No lo pensé, vale —expreso—. Fui con la idea de que quería solo ver por curiosidad y...

No se que decir, lo hecho, hecho está.

—¿Y? —me anima a seguir.

—Cuando la vi tan indefensa y llorando quise protegerla me nació el instinto de no dejarla ahí —mientras estoy sentado él abre el frigorífico para husmear—. Después solo lo hice, no hay vuelta atrás.

Se queda quieto observando, se gira a mi.

—Ok —saca un enlatado de helado—. Ya está, solo que viene el problema.

Busca una cuchara, da con ella y con eso destapa el bote, encaja la cuchara para luego llevársela a la boca.

—Deja de estar de tragón —le arrebato el bote de helado que es mío—, búscate tu propio helado.

Me ve con envidia, me apunta con la cuchara.

—No seas codo e invita —trata de meter de nuevo el objeto, no lo dejo—. Luego tú no lo comes, se echara a perder.

—Ya has desayunado —me quejo—. No vengas a asaltar mi nevera.

—No seas así.

Ya veo sus quejas y berrinches. Parece que hay un niño encerrado en ese cuerpo de hombre.

—¿Llevarás a tu chica a la fiesta? —cambia de tema.

¿Mi chica?, cada cosa que se le ocurre. No es nada mío.

—Scarlett la llevará —no quiero que mi padre la vea—, a ella nadie le dice no.

Justo ahora están en el centro comprando ropa, idea de Scarlett. Al menos la saco para que tome aire y conozca un poco de París.

—Ni yo podría decirle no —veo su cara de pervertido.

—Nunca tendrías oportunidad con ella —no sabiendo que es su amigo de años— menos con la pinta de mujeriego que te cargas.

—Es por eso que prefiero su amistad, cuándo la conocí en la universidad si que me ilusionó un poco, sin embargo cuando hablamos por primera vez supe que no era para una sola noche —se queda recordando—, así que preferí su amistad a qué después me viera con rencor.

Su historia con Scarlett no es la gran cosa, ella nunca dejo que Dominique se acercará más de lo normal, sabiendo la categoría de mujeres que pasaba por su cama cada fin de semana. Hubo un momento que se coqueteaban descaradamente en mi cara no obstante nunca paso nada, simples palabras vacías.

Mi amiga sabe lo que vale, sabe que Dom nunca le dará lo que ella busca. Prefiere que su amistad siga intacta a que se acabe por una noche de sexo.

—No me recuerdes que la bella de Scarlett me ha ignorado siempre —recarga su mejilla en su mano—. Me lo merezco.

Me da un poco de pena, nadie lo manda que ande saltando en cama en cama.

—¿Qué le dirás a tu padre de Alessia?

—Nada, tampoco pienso presentársela —le quitó la cuchara para hundirla en el bote y comer el helado que se está derritiendo.

—Que posesivo me saliste guapo —me guiña un ojo—, justo como me gustan.

—No estés con tus mariconadas.

—Me rindo —se queda callado, no dura mucho—. ¿Estará tu hermano?

Una de las personas que más me importa no estará hoy.

—No está en el instituto —miro por la ventana—. Quería venir, le dije que no.

Me mandó felicitaciones está mañana con un vídeo junto. Salía la familia King felicitándome, el único que faltó fue Nevan.

—Es una lastima —lo mismo digo.

Se que está bien, mejor que aquí.

—Tengo que ir a casa a buscar algo digno —tanto él como yo andamos en prendas ocasionales.

—De paso también te bañas —me levanto.

—No huelo mal —se huele el mismo la camisa que lleva—, hoy no fui al gimnasio así que...

—No seas antihigiénico —arrugo la nariz—. No entiendo cómo te las llevas a la cama.

—Un día que no me bañe no me hará daño —no puedo creer lo que estoy escuchando.

—Báñate puerco.

Toma sus cosas para irse.

—Nos vemos en la casa de tu padre —le cierro la puerta para que se vaya ya.

Por fin me quedo solo, disfruto poco de la soledad que me rodea.

Debo de pensar correctamente que haré con Alessia. No puedo tenerla aquí sin hacer nada, quizá ella tenga alguna actividad que le guste hacer o yo que se.

Me meto a bañar, me desprendo de mi ropa quedando desnudo. Abro la regadera, el agua se desliza por todo mi cuerpo, me doy mi tiempo mientras repaso en mi mente todos los acontecimientos de estos últimos días.

Enjabono mi cuerpo, después me enjuago para quitar el exceso de jabón.
Cuándo he acabado me enrollo una toalla en la cintura, me paro enfrente del espejo para peinar un poco mi cabello con los dedos.

Salgo del baño para buscar una ropa, repaso los trajes, no veo diferencia de todos podría ponerme cualquiera. Tomo uno en verde oscuro que aún tiene la etiqueta, nunca lo he usado no se me da los trajes de color, prefiero los negros o azules.

Lo coloco en la cama, me quitó la toalla. El timbre del departamento suena.

Mierda.

Me vuelvo a colocar la toalla, camino descalzo por todo el lugar, pongo los números para abrir la puerta. Del otro lado están las dos mujeres que llevan muchas bolsas.

—¡Tapate!, nadie quiere ver desgracias —el grito de sorpresa de Scarlett casi me deja sordo—, hay señoritas inocentes como para ver cosas así.

Hasta el momento presto la atención en Alessia, tiene desviada la mirada para no verme. Sus mejillas rebelan lo roja que está, parece una fresa. El rubor se entiende hasta el cuello.

—No tengo por qué hacerte caso, es mi casa y hago lo que se me de la gana —me recargo en el marco de la puerta—, tampoco es como si estuviera desnudo.

Incomodarlas está siendo divertido, quiero que voltee esa niña.

—¡Lo estás! —que escandalosa.

—No seas una santa.

Se que no lo dice por ella, está acostumbrada a verme en toalla o pasearme solo en bóxer. Se que está así de alterada por Alessia.

—Sabes que no lo digo por mi —gira los ojos—. Oríllate a un lado, dejamos entrar.

—Como desee —me quitó para dejarlas pasar.

Alessia trata de ignorar mi mirada, sonrió de lado.

Dejan las bolsas en la sala.

—¿No piensas vestirte? —me señala con su teléfono en la mano.

—La verdad me gusta enseñar mis atributos.

Camino muy quitado de la pena hacia la cocina donde ella se está sirviendo un vaso de agua.

—¿Disfrutaste tu paseo? —no se a donde se ha ido la señorita ruborizada.

—Claro, yo disfruto siempre —no aparta la mirada de mi mientras bebe del vaso—. Debo de ir arreglarme para la fiesta.

—¿Dónde se ha ido?

Se ha desaparecido en un segundo mientras yo me concentraba en otras cosas.

—A asearse —también se va—, usaré el baño.

No tiene caso discutir con esa mujer. Me voy a mi recámara para ahora sí cambiarme.

Debajo del saco me pondré una camisa negra, no me gusta usar corbata así que dejo desabrochado los primeros botones. No me veo muy convencido por mi atuendo.

Me siento como un payaso con el traje verde oscuro, ya me veré en el espejo.

Me voy directo al espejo, me observo. La verdad no está nada mal, no confiaba en el proceso.
Busco uno de mis relojes de colección que tengo, tomo una de plata que combina con mi atuendo.
Saco mis zapatos más lustrados que tengo.

Ya estoy listo.

Scarlett está en la habitación donde se está quedando Alessia, ya lleva puesto un traje de dos piezas, definitivamente el negro va con ella y hace que sus ojos plomizos brillen como la plata.

Busco con la mirada a dicha persona, no veo rastro de ella.

—Está vistiéndose en el baño —sigue arreglándose—, no necesito que preguntes.

Soy tan obvio buscando la figura femenina.

—Solo apúrate.

—Más vale llegar tarde y bonita que llegar temprano y fea —me burló.

—Estaré en la sala esperando.

Dejo que siga en lo suyo.

Buscar un vaso de vidrio y la botella de whisky que tengo.

—Salud por mi —digo a la nada.

Voy a la sala para sentarme en el sillón, cruzo una pierna encima de otra.
Mi celular vibra anunciando una llamada.
En la pantalla aparece el nombre de mi hermano.

—Drystan

—Felicidades por un año más hermano —hay poco entusiasmo en su voz—, lamento no estar contigo —ahí está ese tono afectado.

—No importa, es solo un día más y un número más —trato de no darle importancia, no quiero hacerlo sentirlo mal—. Nos veremos en un par de meses.

—No es lo mismo, hoy es un día especial para ti. Mamá decía que es un día único, no se siente como los demás y lo sabes por qué se siente esa diferencia —es difícil recordar momentos con mamá y hacer como si no doliera—. Seguro ella estaría haciéndote cariños por tu cumpleaños.

Así era nuestra madre, antes de que todo se la consumiera. Tan cariñosa con nosotros, sus hijos. Amaba a Drystan con todo lo que tenía y a mí también solo que por segundos sabía que tenía más parecido a mi padre. En cambio mi hermano tiene esas sonrisas de mamá tan cálidas, los ojos verdes como las esmeraldas, es como verla en él.

—Donde quiera que esté seguro que nos está viendo —duele, el tiempo solo ha hecho que la extrañe más—. Mejor cuéntame cómo te está yendo en el instituto.

Hay un breve silencio del otro lado de la línea.

—No me quejo, solo que Hazel es tan diferente de lo que era antes. Comprendo por todo lo que ha pasado sin embargo extraño un poco del pasado —se que Drys tiene un cierta flechazo con ella, nunca lo ha admitido pero se le nota en la mirada—. Debo de tener paciencia, casi no me quiere cerca.

¿Qué tan malo fue su pasado?, nunca me atreví a preguntarles a sus padres. Se lo que pasó, fue casi en el mismo momento cuando mi madre falleció.

Para Drystan fue un golpe tan duro saber la situación, saber que no podía correr a dónde estaba Hazel. Al día de hoy se que sigue con la sensación de haber fallado.

—Ten paciencia —lo alentó—. No es fácil para una persona que ha sufrido o ha pasado por momentos difíciles.

El miedo, la incertidumbre y todo ese vacío que ha de experimentar.

—Cuando pienso que hemos avanzado un paso me doy cuenta que retrocedemos dos —se le nota afligido—, quizá debo dejar de intentarlo.

Frunzo el entrecejo.

—¿Dónde está el Drystan que es testarudo, el que desafía a papá? —es valentía o estupidez que nunca le ha gustado rendirse a la primera.

Es como si estuviera hecho de acero para soportar cada obstáculo.

—A veces no es fácil, llega un punto donde dices basta —lo compresor más que nadie.

—Si es lo que quieres no te diré más.

Podré darle todos los consejos que me pida, de él ya depende si escucharlos o ponerlos en práctica.

—Siempre te agradeceré por escucharme y darme esos consejos; no debo de estar dándote más dolores de cabeza se supone que debes de disfrutar de hoy —ya veo el arrepentimiento en su mirada—. Mejor cuéntame, ¿qué has organizado?

—Recuerda que el señor Bouffart organizo una fiesta para mí —le recuerdo—, no es como si tuviera muchas ganas de ir pero Scarlett ya está más que lista para asistir junto a Dominique.

—Espera... ¿Has dicho Scarlett?

—Oh eso, llegó está mañana —un dolor de culo más que agregar—. Justo está en mi departamento arreglándose para ir.

Ríe del otro lado de la línea.

—Te compadezco un poco.

—Ajá —me bebo todo lo que queda de mi vaso.

Resuena los tacones en el mármol del suelo, ahí vienen.

Veo aparecer la figura de la mencionada.

—Debo de dejarte creo que ya está lista —detrás de ella viene otra figura—, hablamos luego.

—Salúdame a tu amiga.

—Se lo haré saber —cuelgo.

Toda mi atención se la roba Alessia, va vestida como un ángel. Ese vestido la hace lucir tan tierna y tan bella.

Siento la boca seca, recorro su cuerpo sin tener vergüenza. Cada detalle me impresiona, su aura desprende luz.

—Cierra la boca o se te meterá una mosca —se me acerca—. Se que está preciosa pero intenta disimular que no te afecta tanta belleza.

Tiene razón, esa preciosa. Ese vestido si que va con ella no como el anterior que llevaba.

Tan delicada, tan ella. Me gusta como luce. Su cabello va recogido en una coleta, lleva una gargantilla de perlas.
No hay exceso de maquillaje está vez, mi amiga se ha lucido.

—Sabía que te encantaría —sonríe con triunfo.

Aclaro la garganta.

—Se ve hermosa —me limito a decir.

La veo tímida, trato de no hablarle, se que conmigo casi no habla.

—Estamos listas para irnos contigo —toma su bolso—. Alessia debe de ser tu acompañante, combinan.

Le doy una mirada desaprobatoria.

—Yo no necesito a nadie, tal vez y Dom quiera ser mi compañía o quizá lo ignore —seguro que mi amigo estará encantado de estar a su lado—. Vayamos con tu padre.

Camino a dónde está la chica.

Le ofrezco mi brazo para que lo tome.

—Es una manera de invitarte a ser mi compañera está tarde noche —le explico—, no pretendo hacerte nada. Nada que tú no quieras.

Me mira dudosa. También lleva un bolso que combina con su vestido.

—Me gusta como luces —al menos deseo escuchar su voz como el terciopelo—, entiendo que no te gusta hablar conmigo.

Caminamos, Scarlett ya se ha ido, seguro estará esperando cerca de mi auto. Es una astuta.

—No es eso —por fin habla—, me intimida un poco hablar.

—¿Conmigo?

—Si —no hay mucho que hacer para verla sonrojarse.

—Yo no muerdo —trato de aligerar el ambiente, subimos al elevador—, al menos que quieras y cuando lo hago lo disfrutarás.

¡Cállate Adrien!, la vas a espantar.

Al parecer no entiende, me mira tratando de descifrar lo que he dicho.

—¿Es cierto que es tu cumpleaños?

Me gusta la manera que trata de entablar conversación, por mi encantado de escuchar la melodía de su voz.

—Si, mi padre ha organizado una fiesta en mi honor —ya vamos llegando a la planta baja—, a ese lugar es a dónde vamos.

—Entonces debería felicitarte —me sorprende sus palabras.

—¿Gracias?

—Aún no lo hago.

Sin dudarlo se acerca a mi cuerpo, me quedo rígido al sentir sus brazos delicados y delgados rodear mi cuerpo. Se siente tan pequeña a mi lado.

Me está abrazando, espere todo menos esto.

¡Carajo!, que bien se siente su cercanía.

Por ahí no, estamos yendo a un lugar peligroso.

Me dejó que abrace mi cuerpo, así que seré un completo aprovechando pero recibo gustoso sus brazos.

—Lo siento por él atrevimiento —se aleja, el vacío se siente—, persona.

—No te disculpes —sabiendo que disfrute la cercanía de su cuerpo—, gracias. Eres la primera persona que me da un abrazo en mucho tiempo.

Soy sincero, el último que recibí fue hace mucho. Ni siquiera en el funeral de mi madre deje que me abrazaran, no lo sentía necesario y en ese instante estaba absorto en mis pensamientos y perdido.

Las puertas del ascensor se abren, la entrada nos da inicio. Salimos sin mencionar nada.
Mi auto ya está fuera, Scarlett lo ha sacado.

Me acomodo en el asiento del conductor, Alessia sube al lado mío, la otra se sube detrás.
Pongo un poco de música en el carro, no me gusta en estos momentos el silencio.

Quince minutos más tarde estoy aparcando el coche fuera de la casa, hay más autos estacionados. Seguramente mi padre hizo toda una fiesta. No entiendo su manera de festejar, si por mi fuera estaría en mi casa descansando o por mucho Dom me estaría haciendo compañía y por la noche saldríamos a tomar unas cuantas copas en algún bar.

Rodeo el auto para abrirle la puerta a mis acompañantes. Les ofrezco mis brazos para llevarlas.

Cruzamos el portón, caminamos por el enorme jardín que posee la mansión. Llegamos a la entrada de la casa, uno que otro invitado camina fuera.

La música lenta y suave llega a mis oídos. Al menos mi padre contrató a alguien para hacernos dormir con esa música.

—¡Ya has llegado hijo! —lleva una copa en su mano, se la da a un mesero para que la sostenga—, ven acá.

Ve que no me muevo de mi sitio así que se acerca él. Me rodea con sus brazos.

—Un año más de vida Adrien, felicidades —no puedo creer que es la felicitación más fingida que me ha dado—. Veo que vienes bien acompañado.

—Gracias —respondo seco.

Le da unas miradas a las dos mujeres.

—Un gusto verlo de nuevo señor Bastien.

¿Cuál gusto?, ella siempre ha dicho que no soporta a mi padre. Ja.
Se que está fingiendo, es buena actriz.

—¿Y quién es está bella dama? —mi padre escudriña con la mirada a Alessia—. ¿No me la van a presentar?

En mi interior grito «NO»

—Yo soy Bastien Bouffart —le ofrece su mano—, padre de Adrien, ¿y usted señorita?

Ruedo los ojos por lo patético que es.

—Alessia —susurra despacio—, un gusto —acepta la mano de mi progenitor.

—¿Solo Alessia? —alza las cejas.

Intercepto la conversación.

—No seas insistente —es mejor cortar todo tipo de curiosidad por el hombre—. Se llama Alessia y punto —puedo jurar que casi gruño de coraje.

—¿Son amigos?

Mi padre hubiese estudiado para reportero.

—Es lo de menos —la jalo para alejarla—. Mejor vete atender a tus invitados.

Me voy en sentido contrario para no estar cerca.

Uno que otra persona se me acerca para felicitarme, con pocas ganas acepto sus felicitaciones. No logro reconocer alguno, ni siquiera creo que se acuerden de mi. Esto es más por negocio y poder que por venir a celebrar un cumpleaños a un extraño.

—Empezando sin mi —ya llego mi mejor amigo—, han llegado antes.

—Tu siempre llegas tarde —escupe la pelinegra.

Dominique sonríe.

—Que guapas van —halaga—. Que afortunado soy de estar con ustedes.

—La palabra guapa queda corta, ubícate —a veces olvidó lo mordaz que es.

—Alessia si acepta mi halago ¿verdad? —se acerca a ella.

—Gracias —por cualquier cosa se pone roja, hasta por un cumplido de mi amigo.

—Aprende de ella, si es agradecida —solo es para molestar.

Hasta a mí me cae como patada su comentario.

—Aunque he de admitir que Alessia está hermosa, muy hermosa.

¿Cuándo dejará de coquetear con toda mujer?

Pude hacerlo con las demás, con ella no. Eso si que no lo permito. No quiero que caiga en las garras de ese león disfrazado de oveja.

Tomo una copa de vino que ofrecen. Es vino blanco, no es mi favorito. Hasta en eso mi padre se equivoca.

—Disimula un poco —la fiera me sonríe mientras habla—. Se nota en tu cara.

—¿Qué? —la molestia es evidente.

—Estoy cien por ciento segura que estás hirviendo por dentro por los halagos que le hace a la niña —para ese entonces me arrastra un poco lejos de los dos—. No seas tan evidente.

Es tan observadora, no lo voy admitir.

—No estoy así por ellos —les doy una mirada de reojo—. Es mi padre.

—Hare como que te creo —me acomoda el cuello de la camisa—. Buscaré algo por ahí, también te aviso que ahí viene de nuevo tu padre.

Me deja solo para perderse entre los invitados mientras mueve sus caderas.

Esa si es una verdadera puma.

Intento esquivarlo.

—Necesito hablar contigo hijo.

Necesito regresar a dónde están los demás. No quiero dejarla sola menos con Dom.

—Te alcanzo en un minuto —ya se que me llevará a su oficina.

Camino a dónde están.

—Regreso luego —mi vista se dirige al hombre—, cuídala y no hagas estupideces —la advertencia va más para él.

—Yo me encargo —sabe bien lo que digo.

—Lamento dejarte, te compensaré —le sostengo la mejilla—. No tardó.

Se que su respuesta sería corta.

Entro a la oficina. Está dándome la espalda.

—Ya estoy aquí.

Camina rodeando el escritorio, se sienta. De un cajón saca un sobre.

—No quería decírtelo, menos hoy —hay una seriedad en su rostro—. Temo que pronto me llegará la hora.

—Explícate —tomo asiento.

Me ofrece el sobre, yo lo tomo. Ya está destapado, es un diagnóstico médico. Por la fecha puedo ver qué es viejo de hace tres meses.

Mientras leo no lo puedo creer, se me va por un segundo la respiración.

—¿No estás bromeando? —doblo con cuidado el papel—. Esto no será una jugarreta tuya...

—Que más quisiera yo.

No se cómo sentirme al respecto, hay un sentimiento en mi que no se cómo explicarlo.

No es dolor, no es lástima.

—¿Por qué lo dices hasta ahora?

Saca otro sobre, lo tomo.

Al leerlo por igual, este es de hace unos días.

—Me queda poco tiempo.

—No me duele padre, te lo mereces —no lo digo a modo de broma, todos pagamos.

—No seas tan insolente —me regaña.

—¿Quieres que llore?, algo que nunca va a ocurrir —escupo—. Al fin de cuentas el karma existe, ya lo empiezas a pagar.

—Se que no llorarás, tampoco lo espero. Lo que si tenía en cuenta es que seguro te alegrarías —anuncia.

—Tampoco me alegro. ¿Por qué me lo dices exactamente hoy?

Seguro tiene un afán de arruinar todo.

—Quizá un día de estos ya no este así que fue hoy el único momento donde podíamos hablar, siempre me evitas a toda costa y no te culpo.

Me permito detallar un poco su aspecto.

Ahí están las señales, son nulas pero se nota. Su piel está más pálida de lo normal, lleva unas ojeras que probablemente dirán que es por el tiempo o por el trabajo sin embargo no es normal.

Hay cambios notorios.

—¿Se lo dirás a Drystan?

A mí quizá no me duela pero a mí hermano si. Por muy culpable que sea mi padre de la muerte de mi mamá a él si le dolerá.

—Es lo que no quiero —al menos está pensando en su hijo—. Así que quiero que me cumplas algo antes de que me vaya.

—No te aproveches de tu situación —atajo—. No pierde tiempo.

—Se que nunca va a cambiar nada del pasado, que nunca me ganaré tu perdón y que me lo merezco más que nadie —al menos lo sabe—. Lo que si quiero es que te cases.

—Vas con lo mismo, sabes mi respuesta —inquiero.

—Yo fui, soy y seré un mal padre. Te he insistido desde que regresaste que te cases, no te cierres al encontrar a alguien solo por el hecho que yo no haya sido un buen ejemplo.

Digiero cada una de sus palabras.

—No lo hago para fastidiarte, demuéstrame que eres mucho mejor que yo. Que puedes enamorarte y valorar a una mujer, haz una familia donde les enseñes que la fidelidad y la confianza van primero —escucho, trago mis ganas de insultarlo de mil formas—. El día de mañana quizá yo ya no este pero tú hijo, seguirás con la idea de que no mereces nada ni nadie. Que no quieres una novia o esposa por el simple hecho que yo la regué en todo.

—Es poco regarla Bastien, tu la cagaste y la cagaste hasta que te dio tu regalada gana —en mi sigue el odio—. No me vengas con golpes de pecho.

—Si quieres verlo de esta forma, yo no fui un ejemplo para ti ni para Drystan, él aún es joven y le queda mucho por recorrer. Dale ese ejemplo que yo no te di —lo que no me gustó es que tengo tanto parecido en lo físico a él—. Yo me iré, ¿quieres acabar como yo?, solo. Por qué así vas acabar si no te das la oportunidad de amar y eso es peor. Seguro tu madre estaría feliz de que le des una nuera, nietos y sobre todo ver qué eres feliz.

—No la menciones, tu acabaste con ella —gruño aparentando los dientes—. Es mi maldito problema si yo acabo solo, tu ya no estarás para verlo.

En mi cala los disparates que salen de su boca.

—¿Quién es la chica? —cambia de tema drásticamente—. Te veías molesto mientras tu amigo estaba muy cerca de la señorita. Es bonita.

Tantea lo que dice.

—No es nadie.

—Para no ser nadie se te notaba lo molesto, tienes esos mismos gestos que yo —eso es lo peor—. Lo pediré por última vez, cásate.

Si estaba irritado por la cercanía que tenía con Alessia, a él le contesta y a mi apenas y me ve. Se supone que yo soy su... Lo que sea que sea yo.

—¿Ya has intentado algún tratamiento? —ignoro lo demás.

—Si, aún así no hay nada por hacer, el cáncer está muy avanzado —informa—. Es la etapa final, los síntomas aparecieron muy tarde. No hay nada que hacer, solo esperar que llegue el día.

—Lamento que mueras así.

—Tú no lamentas nada.

Llega a mi un poco de lástima. Morirá solo, por qué aunque esté yo, no hay sentimiento de dolor. Él lo sabe, sabe que yo no lloraré su partida y que hay más ese alivio de que esta pagando.

—Hay miedo en que seas como yo. Si no quieres demostrármelo a mi, hazlo por ti.

Compartíamos el genio, las características físicas y no quiero ser como él.

—Adrien, ya estabas enamorado en el pasado —no es ninguna clase de pregunta—. ¿Ahora que a cambiado?

¿Estaba enamorado? o solo era atracción sexual.

—Casarme y darte lo que quieres no es manera de demostrar que no soy igual que tú.

Me levanto para no seguir escuchando sus ideas locas de un futuro difunto.

—Demuestra que tienes miedo, de que no eres capaz de sentir o que sabes que eres igual que yo.

No, yo no soy Bastien. No lo seré. Ya es un colmo parecerme a él.

¿Por qué no fui como Drystan?, ¿Por qué no me parecí más a mamá?

Miedo, miedo, miedo.

Se repite en mi cabeza.

—Hasta aquí llegué, ya no seguiré escuchando a un desahuciado.

—Aún no le cuentes nada a Drys, es diferente a nosotros.

No, yo no me parezco en los más mínimo.

—No le diré nada, no lo hago por ti. Lo hago por él.

—Una cosa más... —ya ha hecho suficiente con el suspenso.

—Habla —exijo.

—Alessia es hermosa, si no es Dominique será otro.

Es un golpe saber que si, tiene razón.

—No habrá otro, Alessia es mía —lo es, hay un papel que lo dice no se lo diré—. Es mi novia.

¡¿Pero que carajos he dicho?!

· · • • • ✤ • • • · ·

Posesivo con me gustan, jajaja pero
solo en los libros porque si se me aparece
uno en vida real corro jajaja.

¿Creen que se case?

¿Cómo que novia?, ni Alessia sabe.

¿Les está gustando? 👀

Adiós, nos vemos próximamente 💋

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