La Historia Entre Los Dos [Li...

By _maria_centeno_

117K 11.6K 10.4K

Bilogía «Russkaya ruletka». Libro #1. Después de haber sido rechazada por el mejor amigo de su hermano cuando... More

⌘Nota de la Autora⌘
⌘ Conoce A Los Protagonistas ⌘
⌘Especial 1k⌘
1 ⌘ Ivanov
2 ⌘ El Chico Nuevo
3 ⌘ La Guía
4 ⌘ La Prueba
5 ⌘ Superando El Pasado
6 ⌘ Squeeze Play Suicida
7 ⌘ Cargo de Conciencia
8 ⌘ Campamento Blue Oaks Parte 1
9 ⌘ Campamento Blue Oaks Parte 2
10 ⌘ Mamma Mia
11 ⌘ Trabajo En Equipo
12 ⌘ Objeto de Estudio
13 ⌘ Charla A Descorazón Abierto
14 ⌘ Él Puede Ser Hawkeye
15 ⌘ La Disculpa
16 ⌘ Salsa de Tomate
17 ⌘ Darcy
18 ⌘ El Negro Va Con Todo
19 ⌘ Es mi Hermana, Imbécil
20 ⌘ La Chamarra
21 ⌘ Los Regionales
22 ⌘ La Escena Del Muelle
23 ⌘ Lo Que Implica Ser un Caballero
24 ⌘ Bésala
25 ⌘ Mandando Señales
26 ⌘ Fundación Tailime Nazarova
27 ⌘ Descarada
28 ⌘ Yuriy
29 ⌘ El Evento Comunitario
30 ⌘ Salvando La Veterinaria
31 ⌘ Dos Citas y un Acierto
32 ⌘ Admirador Secreto
33 ⌘ Malishka
34 ⌘ Asher y Mia
⌘Especial Año Nuevo⌘
35 ⌘ Glee
36 ⌘ ¿Quien Está Saliendo con Alek Ivanov?
37 ⌘ El Violín de Zorba
38 ⌘ Planeación
39 ⌘ El Malentendido
40 ⌘ Cumpleaños Nazarova Parte 1
41 ⌘ Cumpleaños Nazarova Parte 2
42 ⌘ Vacaciones De Invierno
43 ⌘ Algo Está Pasando
44 ⌘ El Nuevo Tutor
45 ⌘ Cambiando Rutinas
46 ⌘ Fairytale
48 ⌘ Ausente
49 ⌘ Sangriento San Valentín
50 ⌘ Falla de San Andrés
51 ⌘ Infiltrado
⌘Especial 30k⌘
52 ⌘ El Escuadrón de la Muerte
53 ⌘ Yugo Familiar
54 ⌘ El Monstruo de los Ojos Verdes
55 ⌘ Efecto Secundario
56 ⌘ Epístola
57 ⌘ Mea Culpa
58 ⌘ Acto V Escena III
59 ⌘ Dolor Fantasma
Epílogo ⌘ El Vacío Entre Los Dos
⌘Agradecimientos⌘
Especial 50k ⌘ Orgullo y Prejuicio Parte 1
Especial 50k ⌘ Orgullo y Prejuicio Parte 2
Especial 50K ⌘ Orgullo y Prejuicio Parte 3
Capítulo Extra ⌘ El Libro Prometido
Capítulo Extra ⌘ Hola Kitty

47 ⌘ Consejo

1K 102 230
By _maria_centeno_

Después de pasar un martirio con la aseguradora, y de una larga charla persuasiva por parte de Alexei Nazarova a los DiMarco, el doctor Filippo aceptó la ayuda económica que el empresario le estaba proponiendo. Durante las vacaciones, la veterinaria DiMarco estuvo en remodelación, e incluso se decidieron por mejorar algunas áreas de la clínica en las que habían estado pensando invertir antes del accidente.

Debido a que el incendio había ocurrido en la recepción y en las perreras, fueron los primeros lugares en ser remodelados. Ahora el espacio era mucho más amplio, logrando acomodar dos oficinas además de la recepción: una pequeña sala de consulta y una oficina para el doctor Filippo. Habían tomado la precaución de invertir en un cristal blindado para las ventanas de la recepción, recomendado por Alexei.

Tai había tomado con singular alegría la noticia de la reapertura. Incluso, Mia había propuesto hacerla el mismo fin de semana que Tai regresara a Sacramento, pero debido a los "imprevistos" surgidos a raíz de la "nevada", Tai asistió virtualmente al evento.

Así que el primer fin de semana que Tai había tenido libre, corrió a reconocer su antiguo lugar de trabajo.

A Alek solo le bastó mirar a un lado de su cama, donde Volk estaba echado panza arriba, y decidió que era un buen día para tomar un baño, y tal vez coquetear un poco con la chica que lo realizaría.

Alek pudo ver a su novia detrás del mostrador desde que estacionó el auto.

Volk esperó paciente a que Alek abriera la puerta trasera del auto, colocando la correa al collar. Había tenido un avance impresionante en su adiestramiento para tan solo tener seis meses, pero Alek podía estar orgulloso de lo bien portado que había resultado ser. El perro había crecido considerablemente en tres meses, la muda de pelo no había llegado gracias a que aún conservaba su melena de cachorro, pero en definitiva, ayudaba a verlo mucho más grande de lo que en realidad era.

Con el can a su lado, Alek se acercó hacia el acceso, abriendo la puerta con el sonido de la campanilla avisando de su llegada y por Shape of My Heart de los Backstreet Boys de fondo musical.

Tai alzó la vista ante el anuncio, sonriendo en cuanto sus miradas se cruzaron, pero lo que Alek no vio venir fue el grito ensordecedor que hizo que Tai saltara por el susto.

—¡Perrito!

Un pequeño bulto saltó de un costado de Tai detrás del mueble, corriendo hasta donde estaban Alek y Volk.

Una pequeña niña de la edad de Piero, corrió hasta ponerse frente a Volk, sonriendo de oreja a oreja y observando con cautela al animal. Volk no se movió de su lugar, pero se inclinó un poco hacía atrás ante la falta de espacio personal. Después de tantear al nuevo intruso con su nariz, Volk se acercó para olfatear a la niña de cabello rizado y castaño.

Soltando una risita, la niña se abalanzó sobre el perro, abrazándolo por el cuello, a lo que Volk comenzó a jadear sacando la lengua, conforme con la situación.

Alek resopló divertido. No tenía idea de quién pudiera ser esa niña, pero por el semblante de Tai, ambos estaban bastante entretenidos con el desplante.

Una aclaración de garganta; que Alek pudo notar que había salido de Piero en la silla de la recepción con el ceño fruncido y bastante irritado; hizo que la niña soltara al perro y mirara a Alek apenada.

—Lo siento. Bienvenido a la Veterinaria DiMarco. Mi nombre es Camille, ¿en qué podemos ayudarte?

Alek ladeó la cabeza. No sabía que las remodelaciones incluían otro pequeño recepcionista como Piero.

—Volk tiene cita para un baño.

—¿Wolk? —repitió Camille, extrañada ante el acento que Alek había empleado.

Volk.

Alek sintió un escalofrío al tiempo que Camille y él miraron a Tai en la recepción, hablando con un perfecto acento ruso y con una sonrisa encantadora, fingiendo que no acababa de sacudir todo el cuerpo de su novio con una sola palabra. Alek quería golpearla en el rostro con sus labios en reclamo, gracias.

—Volk —repitió Camille correctamente esta vez, aunque con el acento americano marcado, sonriendo cuando Alek asintió—. ¡Bien! Acompáñame para registrar a Volk y poder darle su baño.

Camille caminó hasta donde estaba la recepción, esperando a que Piero se bajara de la silla; no sin antes verlo girar los ojos con desdén; para poder tomar su lugar y abrir el archivo en la computadora.

—Hey —Alek aprovechó que la atención de Camille estaba en otro lado que no fuera en Volk para recargar los brazos sobre el mueble de la recepción.

—Hola —Tai parecía divertida por la situación.

—Que sorpresa verte por aquí.

Demandenlo si quieren. Pero a Alek le encantaba ver a Tai sonrojarse por lo ridículas que a veces podían ser sus líneas para coquetear con ella.

Tai agitó la cabeza, riéndose por lo bajo antes de abrir la boca para responder.

—¡Listo! —pero Camille fue más rápida que ella, señalando emocionada a la pantalla—. Volk está agendado para baño y corte, ¿puedo ayudarte, Tailime? ¿Puedo?

Tai parecía descolocada en un principio, como si le extrañara que hubiera alguien más que Alek y ella en la habitación. Pero se compuso rápidamente para volver a sonreír a la niña, encogiéndose de hombros.

—Si quieres.

—¡Genial! —Camille volvió a bajarse de la silla para correr junto a Volk, estirando la mano hacia Alek en espera de la correa—. Yo me encargaré de ahora en adelante, señor.

—¿Señor? —repitió Alek.

Tai trató de ocultar su risa detrás de una mano, a lo que el rubio se resignó a fulminarla con la mirada.

—Vamos, Volk —Camille tiró de la correa, haciendo que el perro la siguiera bastante tranquilo a pesar de que la chica no paraba de hablar consigo misma.

Una vez que Camille se perdió detrás del cancel, Tai volvió a mirar a Alek, mordiéndose los labios para omitir su sonrisa.

—¿Qué?

—Nada.

Alek arqueó las cejas, retándola a que dijera algo más.

Señor.

Alek terminó haciendo un extraño sonido por la nariz que liberó una carcajada por parte de Tai, y no fue hasta que ésta se hubo calmado que Alek se acercó de nuevo al mueble de la recepción.

—¿Crees que haya problema si te acompaño a bañar a Volk?

No era como que tuviera otra cosa que hacer, a pesar de que Alek había escuchado a los chicos de natación decir que habría una fiesta en casa de Andrew. Pero prefería mil veces pasar la tarde con Tailime y tal vez bañar a algunos cuantos perros.

Tal vez Kai tenía razón. Tal vez el amor lo hacía parecer algo idiota.

Escuchar a Piero de nuevo volver a aclararse la garganta desvió la atención de Alek por un segundo, antes de que Tai suspirara y le dedicara media sonrisa a Alek. Le hizo una señal con la cabeza hacia donde se encontraba Piero sentado. El niño mantenía un puchero en el rostro mirando su Game Boy y fingiendo que no estaba al tanto de lo que sucedía a su alrededor.

Tai le dedicó una sonrisa indulgente a Piero cuando recordó la charla que había tenido con el menor de los DiMarco por la mañana.

«Regresar a la veterinaria después de tantos meses sin haber puesto un pie en ella, fue como volver a andar en bicicleta después de reponerse de una fatal caída que la hubiera dejado postrada durante varios meses.

La energía dentro del lugar era extraña, ya que todavía había evidencia del atraco. La tensión fue palpable durante varios minutos cuando Tai cruzó las puertas de la recepción, pero se esfumó en cuanto pisó la bodega donde los perros residentes se encontraban, ladrando y saltando al verla entrar por la puerta.

Había pocos animales en las jaulas, ya que algunos de los perros habían tenido que mudar su residencia a otras estancias y otros habían sido adoptados después de la campaña de esterilización, todo gracias a la venta de cupcakes del equipo de natación. Aun así, Tai decidió saludar a cada uno de los peludos con mimos y juegos, para terminar de acomodar su estación de baño y corte.

No habían pasado ni cinco minutos cuando Piero entró a la estación sin saludar, y se sentó en el escritorio que estaba ahí por mero adorno, ya que Tai casi no tenía tiempo de sentarse en la computadora.

Tai estaba terminando de acomodar algunos de los productos de baño cuando escuchó a Piero suspirar por cuarta vez desde que había entrado a su estación.

—¿Tai? —ella solo atinó a musitar, enfocada en apilar las botellas de shampoo en el estante más alto, en señal de que lo estaba escuchando—. ¿Cuántos años tenías cuando conociste a Alek?

Tai se detuvo en seco. Con el equilibrio de mierda que tenía, se tambaleó en la punta de sus pies, casi trayendo consigo el estante de botellas cuando escuchó la pregunta de Piero.

Una vez con los pies en el suelo, Tai se giró hacia el niño que la miraba fingiendo poco interés, como si no quisiera enterarse de la respuesta a la pregunta que acababa de hacer. Pero Tai lo conocía lo suficiente como para entender que estaba ansioso, aunque algo avergonzado por la manera en estaba sacando el tema.

—Uh... —Tai lo pensó un poco, mirando la botella de jabón aún en su mano—. Creo que tenía doce años. Acabábamos de mudarnos desde Rusia.

Piero se recargó en el escritorio, sus ojos chocolate clavados en la superficie con el ceño fruncido, pensando en lo que iba a decir a continuación.

—¿Te enamoraste de él desde el principio?

El rubor en las mejillas de Tai fue evidente ante la pregunta. Siempre se sentía concienzuda cuando ponían en evidencia la palpable atracción que sintió por Alek desde que lo vio en la cocina de su casa. Pero el que Piero, un niño que apenas estaba en secundaria, le preguntara las cosas tan directamente, la hacía sentir extraña.

—Creo que 'enamorada' es una palabra muy fuerte para una niña de esa edad —Tai sopesó, limpiándose el sudor de las manos en el pantalón—. Quiero decir, siempre pensé que Alek era... guapo.

—Ash dice que siempre estuviste enamorada de él.

—Ash no sabe nada del amor, considerando su historia con Mia.

Touché —Piero se rió para sí mismo, logrando que Tai sonriera de lado. El niño volvió a bajar la mirada al escritorio, frunciendo el ceño—. Kai y él son mejores amigos, ¿no es cierto?

—Sí.

—¿Es extraño que estés saliendo con el mejor amigo de tu hermano?

Tai lo meditó por un segundo para después encogerse de hombros.

—No lo había pensado. Pero no siento que sea extraño. Alek y yo casi siempre estamos solos, y solo coincidimos con Kai cuando nos lleva a la escuela y de regreso —Tai se mordió el labio pensando, aunque después lo soltó, aumentando el color de sus mejillas al recordar el pulgar de Alek acariciándolo para después besarla—. Es extraño cuando Kai intenta hacernos sentir incómodos, pero eso es solo porque Kai y Alek se molestan todo el tiempo.

Piero volvió a quedarse callado antes de levantar el rostro con una expresión firme.

—¿Puedo hablar con Alek cuando venga a dejar a Volk?»

Alek parpadeó antes de entender que Tai le estaba pidiendo que se quedara en la recepción con Piero.

Miró con un mohín al niño de cabello castaño, antes de suspirar cansado y dirigirle una mirada de reproche a su novia. Ella se limitó a sonreírle en agradecimiento, como si eso fuera suficiente para compensarlo. (Si lo era, pero por el bien de su corazón, Alek iba a fingir que no).

—Puedes alcanzarnos después —Tai se despidió, saliendo por el cancel de la parte trasera de la recepción.

Moviendo la boca de un lado a otro, Alek miró a Piero, quien ya lo miraba con un semblante molesto. Después de un segundo, el niño suspiró y se levantó de su lugar, caminando detrás de la recepción hacia una de las dos puertas al fondo.

—Sígueme.

Fue la única indicación de Piero antes de que Alek caminara hasta la oficina del doctor Filippo.

—Cierra la puerta, por favor.

Alek se asustó un poco ante la nueva orden del Piero, sentado en el lugar de su hermano con los codos en el escritorio y las manos entrelazadas a la altura de su rostro, estudiando a Alek desde lo lejos.

Por un momento, Alek sintió una sensación de deja vú, como aquella primera vez que había pisado la veterinaria para visitar a Tai, siendo nuevamente juzgado por el niño de diez años.

—¿Estoy en problemas?

La pregunta salió de los labios de Alek sin pensarlo, ya que la situación parecía ser bastante similar a la vez que Alek terminó en la dirección después de golpear a Jayden. Y en contraste con la actitud cómplice de Tailime, Alek no entendía si la situación era tan severa como parecía.

Piero regresó a la tierra después del comentario de Alek, parpadeando un par de veces y recordando donde estaba. Gruñó para sí y dejó caer la cabeza sobre el escritorio, profiriendo un quejido que preocupó a Alek.

—¿Estás bien?

—Lo siento —Piero no levantó la cabeza.

Alek miró por sobre su hombro, tratando de encontrar a alguno de los hermanos del chico, esperando que pudiera orientarlo, o en su defecto, saber qué era lo que estaba sucediendo.

—Es solo que no sé por dónde empezar.

Alek flaqueó las manos a sus costados después de la pausa que le siguió, sin saber qué hacer con ellas.

Nunca había entendido por qué Piero era tan afín a él, ya que lo único que había hecho era intervenir para que los padres del niño lo dejaran ir a San Francisco a la competencia nacional. Pero parecía que para Piero, eso había sido suficiente para caerle bien. Eso, y ser el novio de Tailime, lo que parecía generarle puntos extras por haberle enseñado música nueva y no ser un petulante como James.

Pero aun así, Alek no tenía idea de porque Piero le pediría a Tai hablar con él. Y sobre qué, también era un misterio.

Por eso Alek suspiró, sentándose en la silla frente al escritorio de Filippo. Después de unos minutos, Piero alzó la cabeza y volvió a su ceño fruncido.

—Necesito un consejo —Alek asintió nervioso cuando Piero por fin habló—. ¿Cómo es que uno se vuelve guapo?

Alek casi se ahoga en su propia saliva al escucharlo. Tosió un par de veces intentando pasar el mal trago, golpeándose el pecho a falta de agua. Definitivamente eso era algo que no se esperaba, y mucho menos que alguien lo preguntara en voz alta.

—¿Perdón?

—¿Hay alguna rutina de ejercicio? —Piero siguió haciendo sus preguntas, ignorando las complicaciones que Alek estaba teniendo para respirar—. ¿La natación te hace guapo?

Alek abrió y cerró la boca un par de veces, para después sacudir la cabeza tratando de concentrarse. Por el semblante de Piero, estaba seguro de que el niño hablaba en serio y no le estaba tomando el pelo. Y si había algo que Tai le había advertido de Piero, era que odiaba cuando la gente creía que por ser niño no podía entender las cosas como los demás adultos.

—No creo que la natación tenga algo que ver con ser guapo —Alek le respondió. Piero alzó una ceja, indicando que esperaba más elaboración—. ¿Por qué crees que tiene algo que ver?

—No lo sé —Piero se encogió de hombros, comenzando a jugar con sus pulgares—. Tai dijo que siempre pensó que eras guapo.

Oh.

No importaba cuantas veces lo escuchara, Alek siempre sentía mariposas en el estómago ante la idea de que Tai lo vió de esa manera desde que eran niños. Pero aclarándose la garganta, Alek volvió a poner su atención en el niño que se ponía cada vez más nervioso mientras los segundos pasaban sin que Alek le diera una respuesta.

El problema era que no sabía qué contestar. Piero no estaba siendo claro sobre el tema específico que quería tratar. Y ligar la natación con el aspecto físico era algo tan vago que no le daba material para poder confortar a Piero, quien parecía a punto de derrumbarse. ¿Dónde estaban los hermanos de este niño?

—La natación ayuda a que desarrolles y tonifiques el cuerpo, pero... no creo que eso ayude a que te consideren guapo.

—Tienes razón, ese tal James no era ni medianamente atractivo.

Alek resopló, divertido. Nunca iba a dejar pasar la oportunidad de burlarse de James; aunque él jamás iba a iniciarlo; pero hablarlo con Piero siempre era un deleite. El sonido hizo que el rostro de Piero se iluminara por un segundo antes de volver a fruncir el ceño.

—Cuando conociste a Tai... ¿creíste que era linda?

—No.

Piero alzó los ojos ante la respuesta tan certera, a lo que Alek solo se encogió de hombros.

—En realidad, no creí que era linda porque ninguna niña me parecía linda a esa edad. Me comenzaron a gustar las niñas hasta que tenía quince años. Fue cuando comencé a salir con ellas. Pero Tai comenzó a gustarme apenas el año pasado.

—Porque la ignorabas.

—Uh... si —Alek puso los ojos en blanco. No tenía caso negarlo cuando estaba seguro que Mia se había quejado amargamente sobre eso por años—. Verla entonces fue diferente a cuando eramos niños. No sé, supongo que era mucho más maduro y mis sentimientos eran diferentes.

—¿Diferentes en qué sentido?

—Porque verla hacía que mi corazón se acelerara. Me ponía nervioso hablar con ella.

Piero alzó una ceja, incrédulo ante esa afirmación.

—Tai no puede poner nerviosa ni a una mosca.

—No me juzgues. Lo vas a entender cuando te pase a ti.

El hecho que Piero se quedara callado hizo que todo tuviera sentido para Alek.

—Oh.

Alek se enderezó en la silla al mismo tiempo que Piero se encogía en la suya.

—¿Qué más sientes cuando la ves?

—Bueno... —Alek pasó saliva—. Sé que el decir que sentía mariposas en el estómago es un cliché, pero... así es. Quería saber qué cosas le gustaban para poder tener un tema de conversación con ella. También me parece curiosa la forma en la que reacciona a algo que le gustaba o lo que no. Sobre todo cuando se enoja. ¿Te has dado cuenta que arruga la nariz cuando algo le incomoda?

Piero negó con la cabeza, mirándolo como un bicho raro. Pero Alek lo ignoró para reírse de sí mismo.

—Me parece que se ve tierna cuando lo hace.

Piero volvió a erguirse en su lugar, pero tardó un poco más en volver a abrir la boca.

—¿No te sentiste mal cuando descubriste que te gustaba la hermana Kai?

La sinceridad de la pregunta hizo que Alek se detuviera un momento a pensar su respuesta. Inspiró hondo para dejarse caer en la silla, recordando aquellos días.

—Al principio no sabía qué hacer, porque se trataba de mi mejor amigo después de todo —pero ver a Piero volver a encogerse en su lugar hizo que Alek entrara en pánico, balbuceando lo siguiente—. Pero después lo hablé con él... o más bien, él terminó por descubrirme y las cosas con él se aclararon desde entonces. Creo que lo único que a Kai le podría preocupar es que yo termine lastimando a Tai, pero es algo que ni siquiera me pasa por la cabeza. No veo un escenario donde pudiera suceder eso.

Piero suspiró no muy convencido. Moviéndose una vez más en su lugar, Alek se inclinó sobre el escritorio.

—Hay alguien que te gusta.

No era una pregunta. La reacción que Piero había tenido momentos antes le había dejado en claro sobre qué se trataba todo eso.

—Camille —Piero habló finalmente, y por un segundo Alek consideró preguntar quién demonios era Camille, antes de recordar a la pequeña niña de rizos que había tomado a Volk para bañarlo—. Es la hermana de un amigo de Filippo.

Alek tarareó en reconocimiento. Así que por eso Piero se veía de tan mal humor al dirigirse a la niña.

—Ugh —Piero se talló el rostro con desesperación después de un momento—. La conozco desde que estábamos en preescolar. Pero hace apenas unos días, cuando vino a comer con su hermano, me pareció linda la forma en como habla con los perros. Como si de verdad le entendieran. Y su sonrisa cuando alguno le lame la cara... ¡UGH! ¡Es desesperante! ¿Alguna vez querías decirle a Tai que dejara de hacer eso que hacía que se te revolviera el estómago?

Piero vio por entre sus dedos a un Alek conteniendo la risa.

—¿Qué?

—Esas son las mariposas —Alek sacudió la cabeza cuando Piero volvió a gruñir—. Sí, antes de aceptar que me gustaba Tai, me enojaba con ella solo porque no entendía porque me sentía así. Pero una vez le puse nombre a ese sentimiento, las cosas mejoraron y lo único que me importaba era que Tai fuera feliz.

La memoria del ataque de pánico en la cafetería, y aquella mañana cuando Tai llegó a su casillero para huir del hostigamiento de Jayden cruzaron la mente de Alek. Y a pesar de tener bien claros sus sentimientos por ella, lo que más le importó en ese momento, fue que Tai se sintiera segura y tranquila.

El vago pensamiento que había tenido sobre la posibilidad de que Tai escogiera a alguien más para tener una relación, también le hicieron darse cuenta que, a pesar de no ser él quien pudiera estar con ella, solo deseaba que encontrara una pareja que la hiciera feliz. Ese simple pensamiento le reveló a Alek qué tan serios eran sus sentimientos por la melliza.

—Yo no sé si quiero que Camille sea feliz. Quiero decir —Piero se corrigió en cuanto se escuchó en voz alta, mirando a Alek, avergonzado—, si quiero que sea feliz. Pero solo quiero... ya no quiero sentirme así.

Alek no dijo nada cuando Piero volvió a tallarse la cara en desesperación. Pasaron unos minutos en lo que todo se mantuvo en silencio, solo se escuchaba la música de otra canción de los Backstreet Boys de fondo, mientras Piero tomaba aire con la boca abierta, tratando de tranquilizarse.

—¿Te agrada Camille? Quiero decir, ¿eran amigos antes de que descubrieras estos sentimientos?

Piero cerró la boca con las mejillas infladas, asintiendo una vez. Alek lo imitó, sopesando las palabras en su mente antes de comenzar a hablar de nuevo.

—Solo puedo hablarte desde mi propia experiencia, y creo que la manera en como lo estas manejando... no es la adecuada.

—¿Quieres decir que la forma en la que estoy negando rotundamente mis sentimientos por Camille no es mejor que huir por una salida de emergencia en la mitad de un pasillo?

El párpado de Alek sufrió un espasmo ante la pregunta retórica de Piero. Definitivamente, él y Mia estaban relacionados. Ese carácter descarado solo podría ser hereditario.

—No —Alek se aclaró la garganta—. Pero a eso me refiero. El querer negar lo que sientes, más allá de proteger la amistad que tienen, va a terminar lastimando a ambos. En vez de fingir que no existen esos sentimientos, creo que lo correcto es que los aceptes por lo que son, y al menos te enfoques en mantener su amistad como lo habías hecho hasta entonces. Porque fuiste algo grosero con ella mientras registraba a Volk.

Piero se dejó caer en la silla, cerrando los ojos y meditando el consejo que acababa de recibir.

—Creo que tienes razón. No hay nada que pueda hacer por lo pronto, y no quiero perder su amistad —Piero abrió los ojos de repente, asustado—. ¿Qué tal si nos enojamos y las cosas no se dan como tú y Tai? ¿Qué tal si ella no me espera tantos años para darme una segunda oportunidad? Aunque no creo que vaya a haber una primera oportunidad porque no creo gustarle. Pero, ¿y si nunca le gusto?

—Tai no me esperó tantos años —Alek frunció el ceño, ofendido.

—Cinco años son muchos años. Es una eternidad.

—Fueron cuatro —corrigió Alek girando los ojos ante la exageración—. La pregunta aquí entonces sería, ¿prefieres vivir tu vida imaginando lo que pudo haber sido y perderla por un malentendido? ¿O puedes vivir con esos sentimientos a raya mientras aún mantienes a Camille en tu vida como una amiga, hasta que alguno de los dos sea lo suficientemente valiente como para cruzar esa línea?

—¿Qué pasa si decido no hacer nada hasta que esos sentimientos desaparezcan?

—Es válido. Pero sé que lo que no quieres es que Camille termine alejándose solo porque no puedes controlar tu mal humor, ¿no es así?

Piero volvió a quedarse callado. Alek pudo notar el rostro afligido del chico, aún sin saber que hacer consigo mismo.

—Y quién sabe, tal vez en este mismo momento, Camille le está preguntando a Tai porque su amigo ha estado tan cascarrabias si siempre le ha gustado. Tal vez le esté preguntando cosas sobre tí para poder conquistarte.

Fue el turno de Piero de resoplar una risa, mirando divertido a Alek ante el planteamiento.

—Tai tardó cuatro años en conquistarte. No creo que le pueda dar muchos consejos a Camille sobre cómo conquistar a quien sea.

El ambiente en la oficina se relajó cuando ambos se soltaron a reír. Porque, aunque Alek odiaba admitirlo, Piero tenía razón: muy a su manera, Tai había podido conquistar a Alek. Pero dudaba que incluso Tai supiera que fue lo que hizo para que Alek finalmente se fijara en ella.

Eso era lo que le gustaba de Tai, que simplemente fuera ella y su adorable manera de ser.

—¿Puedo hacerte una pregunta sin hacerte enojar? —Alek preguntó con cautela, logrando que Piero lo mirara con los ojos entrecerrados, como si supiera de antemano que efectivamente la pregunta lo iba a hacer enojar—. Entiendo que no quisieras preguntarle estas cosas a tu hermano por la posición en la que lo pondrías, pero creí que Asher era amigo de tu familia desde hace mucho tiempo. Ahora es el novio de tu hermana, ¿no tendría más sentido que le preguntaras estas cosas a él que a mí?

Sí, la mirada de desprecio que portaba Piero era de total indignación, por lo que Alek se apresuró a aclarar.

—No me malinterpretes. No me molesta que me preguntes, solo... es curiosidad.

—Para empezar, Ash tardó diez años en admitir que sentía algo por Mia —Piero comenzó a enumerar las razones con una mano—, después, otros cinco años en decirle algo a mi hermana —para Alek no tenía sentido que Asher estuviera enamorado de Mia desde que tenía un año, pero no iba a indagar en eso—. No es precisamente mi ejemplo a seguir. El novio de la mejor amiga de mi hermana, a la que considero mi propia hermana, era la mejor opción.

Alek sonrió al escuchar a Piero considerar a Tai como una hermana. Tenía sentido, si incluso Tai hablaba de Piero con un afecto que solo se le puede tener a un hermano pequeño.

—Además... no sé —Piero se encogió de hombros—. Parece que eres del tipo de chico que sabe lo que hace con las niñas.

Alek soltó un resoplido a manera de risa que asustó a Piero, no habiendo esperado esa reacción. Pero Alek no pudo evitar seguir riendo a pesar de recibir una mirada asesina por parte del niño.

—A veces no tengo idea de lo que hago —admitió el rubio cuando por fin pudo tomar aire para hablar—. Pero creo que aún tienes tiempo para descubrir cómo tratar a las niñas. Yo a tu edad apenas había aprendido a montar una bicicleta.

Piero alzó ambas cejas antes de inclinarse sobre el escritorio, molesto de verdad.

—¿Cuántos años crees que tengo?

—Uh... —la sonrisa de Alek se le borró de los labios en ese instante—. ¿Diez?

—¿Die...? ¡Alek! ¡Tengo trece!

—¡¿Y cómo diantres voy a saber yo eso?!

El dilema de la rutina, es que después de un tiempo se vuelve monótona. El repetir el ciclo cierta cantidad de veces es tolerable hasta el punto en el que deja de serlo. Más aún, si se tiene que mantener las apariencias para que nadie sospeche que hay alguien tras su cabeza.

Tai agradecía cuando Mia tomaba la iniciativa de saltarse la rutina y tomar un camino distinto a lo acostumbrado, como tomar las cosas de su bandeja de la cafetería y arrastrar al resto de sus amigos hasta el jardín fuera de la terraza, donde el clima había comenzado a pasar de helado y frío, a algo más húmedo y cálido de lo acostumbrado a pesar de estar a finales de enero.

—Me extrañaba que no hubieran colocado carteles desde el momento en que regresamos a la escuela —fue el comentario de Emma, mientras Tai mordía la manzana que Harry casi le robaba de su bandeja, mirando hacía a las puertas de la cafetería.

El comité de la escuela se encontraba colocando una pancarta sobre la entrada de la cafetería con el nombre del baile de San Valentín.

—Supongo que con eso queda inaugurada la temporada de cartas de amor —Harry se recargó en sus codos con las piernas extendidas en el césped, empujando levemente a Max con el codo y por poco tirando la gelatina que el rubio estaba a punto de llevarse a la boca—. ¿Quieres apostar este año quien recibe más notas?

Era una vieja tradición; tratar de adivinar quién recibiría más notas anónimas entre ellos. Asher era quien siempre se llevaba el título, aunque a veces Mia ganaba por un reducido margen de ventaja.

—Fácil —Max se limpió la barbilla con la mano—. Apuesto cien dólares a que Tai será quien reciba más cartas este año.

Tai se detuvo a media mordida cuando sintió todas las miradas de sus amigos sobre ella.

—También apostaría por ella —Mia admitió antes de levantar un dedo al aire—. Pero no olviden quien es su novio y las... diversas escenas que se han armado cuando alguien intenta llamar su atención.

Tai frunció el ceño ante el comentario. Tampoco era como que Alek armara una escena de celos cuando eso sucedía. Simplemente... eran ocasiones donde se ameritaba su intervención. Una que Tai agradecía cuando las cosas se ponían incómodas.

—Cierto —Harry alzó la mirada para ver a Tai masticar su manzana—. ¿Qué vas a hacer cuando Ivanov reciba un montón de notas anónimas de chicas declarándole su amor incondicional?

—No es como que no lo hagan ya cuando sube una foto a Instagram —Tai balbuceó, encogiéndose de hombros—. Supongo que ya me he hecho a la idea. Aunque no creo que sea yo la que vaya a ganar. Tengo novio después de todo.

—No lo sé —Max intervino, señalando a los tres posibles candidatos de sus apuestas—. Este año será algo inusual. Mia y Ash por fin están juntos...

—¡Hey! —Mia sonó ofendida, mientras Asher giraba los ojos—. No lo digas como si fuera algo que todos esperaban que pasara.

—Y el mismo año que Tai sale de su capullo como una bella mariposa, se consigue al chico más codiciado de la escuela —Max la ignoró—. Recordemos que la apuesta no es quien recibirá y quién no, sino quien tendrá la mayor cantidad de papeles en su escritorio. Así que reitero, cien verdes a que Tai será la ganadora.

—Somos dos —admitió Emma.

—¡Tres! —canturreó Mia emocionada.

Tai dejó caer la cabeza hacia atrás, quejándose por lo bajo mientras los demás se reían de su desgracia.

—No es justo. Si todos apuestan por mí entonces tendría que pagar cien dólares a cada quien —Tai hizo las cuentas con sus manos antes de mirarlos con el ceño fruncido—. ¿Quinientos dólares? ¿Es en serio?

—Siempre podrías apostar quinientos dólares por alguien más y entonces ganarías otros quinientos por cada uno de nosotros —le recomendó Asher, pero Mia lo empujó hasta hacerlo caer sobre el césped, logrando sacarles una carcajada a los demás.

—¡Va a apostar por ti!

Mia duró muy poco molesta cuando al mirar hacia la cafetería, notó algo diferente además del enorme cartel en la entrada. Manoteó hacia los demás para que pararan de reír y le pusieran atención.

—¿Ese no es el lobo de Ivanov?

Tai siguió el dedo de Mia, mirando al lobo olfatear algunas plantas justo afuera de la terraza de la cafetería, y acaparando la atención por algunos de los estudiantes que lo coreaban para que volteara a verlos, sus teléfonos listos para tomarle una fotografía.

A pesar de la distancia, un enorme moño rojo que colgaba de su cuello era visible, algo que no era usual en su apariencia. Y Tai tenía que admitirlo, Volk se veía adorable mientras se paseaba de un lado a otro en la orilla del jardín.

Sin saber dónde se encontraba su dueño, y preguntándose porque diablos Volk se encontraría a esas horas en la escuela, Tai se levantó en su lugar.

—¡Volk!

El can alzó las orejas y la cabeza al escuchar su nombre, deteniendo en seco su tarea de olfatear como si fuera una asignatura académica, para mirar en todas direcciones antes de ubicar a la persona que lo había llamado. Logró divisar a Tai a lo lejos, con las manos enmarcando su boca para llamarlo a la distancia. Entonces Volk sacó la lengua y comenzó a mover la cola en reconocimiento, logrando que se dispararan un ejército de flashes cuando el perro emprendió la marcha hacia donde lo estaban llamando.

Había una cosa que Tai adoraba de los perros grandes, y era que a veces no medían su fuerza. Crecían con la idea de seguir siendo cachorros, y aunque Volk técnicamente seguía siendo un cachorro, su apariencia era similar a la de un lobo joven. Por eso Tai se preparó para intentar contener la fuerza del perro de seis meses, que pesaba al menos treinta kilos, mientras corría a toda velocidad en su dirección.

Claro que siempre ganaba la fuerza bruta, y Volk se arrojó sobre Tai, tirándola en el pasto mientras el perro gemía de felicidad y le lamía el rostro a manera de saludo.

Volk era un perro educado que contenía su emoción gracias al adiestramiento que Alek estaba imponiéndole, pero Tai siempre lo dejaba hacer y deshacer a su antojo, malcriándolo un poco a pesar del esfuerzo de su novio. Y lo que Alek no supiera, no le hacía daño. Además, era culpa de su dueño por dejar suelto a su perro en la escuela.

¿Dónde demonios estaba Alek?

—¡Hola, Volk! —Tai soltó una carcajada cuando estaba segura que su cabello había terminado empapado en saliva de perro, acariciando su cuello mientras el can aún seguía emocionado por verla—. ¿Qué haces aquí?

—Esa cosa se la va a comer viva —Harry comentó escandalizado.

Pero Tai volvió a soltar una risa ante la ironía. Lo que Volk tenía de gigante lo tenía de bonachón.

Stoy. Stoy —le ordenó una vez que las lamidas y las patadas al estómago fueron suficientes, haciendo que el perro se retirara para que Tai se sentara—. Sadis.

Volk obedeció, sentándose en el césped con la lengua aún de fuera y jadeando con gracia. Tai se limpió el resto de baba que tenía en el rostro con la manga del suéter, confirmando que Volk portaba un enorme moño rojo en el cuello en vez de su acostumbrado collar.

—¿Qué tienes ahí? —Tai se preguntó a sí misma cuando notó algo más además del moño, ignorando como sus amigos habían caído en un silencio poco común para ellos.

Había un nudo cerca del moño con un sobre arrugado por el ajetreo de su saludo. Segura de que Volk no iba a moverse de su lugar hasta que Tai no le diera la orden, abrió el sobre para ver su contenido, sacando un par de boletos característicos de un baile de escuela y una nota a mano.

«En serio quiero verte en ese vestido verde. O en el que tú escojas. ¿Irías conmigo al baile? –A.»

Tai estaba segura que el color en su rostro era del mismo color del moño de Volk, y la sonrisa en su rostro era enorme al volver a leer la nota que Alek le había escrito.

Emocionada, Tai se giró hacia sus amigos para mostrarles el par de boletos a falta de palabras, riéndose cuando Mia soltó un gritillo de emoción y Emma se acercó hacia ella para leer la nota.

Fue entonces que Volk dejó de jadear y movió las orejas, girándose en dirección en la que había llegado para correr hasta el grupo de personas que estaban sentados a la sombra de un árbol, Alek siendo el que recibió a Volk para darle un premio por su trabajo.

Tai se percató de los alumnos asomados en las ventanas de la cafetería, algunos amontonados en la terraza ante la aparición del enorme perro.

Pero en ese momento, la sonrisa que Alek le dedicaba a la espera de su respuesta opacó todo lo demás.

—Vamos —Tai sintió el codo de Emma encajarse en sus costillas.

—¡Contesta! —la urgió Mia mientras sacudía a Tai por los hombros.

Y como había hecho para llamar a Volk a lo lejos, Tai puso sus manos alrededor de su boca para hacerse escuchar.

—¡Sí!

Un grito de júbilo se escuchó desde la distancia, y Tai descubrió que no solo Luka estaba festejando el éxito de la operación, sino que unos cuantos chicos en la cafetería se habían emocionado por el desenlace.

Ese día Tai se asombró que, a pesar de odiar ser el centro de atención, cuando se trataba de Alek, solo ellos dos existían en su mundo. Lo demás carecía de importancia.

Alek + Piero = Beffos for life!

Adoro como Piero admira tanto a Alek, y como Alek se sorprende que un niño pueda admirarlo tanto. Se merecen el uno al otro.

Y sobre lo de que los perros grandes crecen creyendo que se quedaron chiquitos no es broma. Ahora imagínenlo con un lobo!!!

Se acerca San Valentín! Y todo aquellos que conlleva la festividad! Están emocionados?

Nos vemos el sábado con otro capítulo jaja no olviden sus estrellitas y comentarios priciosos!

Nos vemos devushkos!

⌘María Centeno⌘

Continue Reading

You'll Also Like

343K 36.4K 31
Las votaciones del año 2036 son algo que no me emociona, ya que los candidatos, a mi parecer, no valen la pena, en especial Alejandro Villanueva, aqu...
324K 38.3K 52
Blair es un alfa que juega con los corazones de los omegas tratándolos como simples juguetes, sin embargo, cuando decide convertir al omega y CEO de...
827K 67.9K 55
"Nada fue lo mismo después de un roce de su irresistible cuerpo" Maxine Collins solo tiene una regla que no puede romper: Prohibido involucrarse con...
2.9M 189K 102
Becky tiene 23 años y una hija de 4 años que fue diagnosticada con leucemia, para salvar la vida de su hija ella decide vender su cuerpo en un club...