No me rendiré || 2Yeon

By MyouiKen

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2Yeon> Nayeon sentía que tenía una vida perfecta en aquel momento, se había ubicado en la cima de un pedestal... More

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By MyouiKen

Fue una muy mala idea pensó Nayeon cuando vio a Jinsol envuelta en un llanto ensordecedor mientras ella sostenía lo que parecía el cadáver del pequeño conejo.

Nayeon trató una vez más de colocar el pequeño ojo del muñeco pero este cayó al piso sin éxito haciendo gritar a Jinsol aún más fuerte como si eso fuera posible. 

Aquella mañana ella había despertado primero, sorprendiéndose al sentir a la pequeña Jinsol entre sus brazos que dormía despreocupadamente y con gesto apacible, cuando la dejo en la cama para que descansara un poco más, noto que el pequeño peluche estaba olvidado al otro lado de las sabanas, Nayeon se ató el cabello en una cola alta, tomo al muñeco y caminó hasta el cuarto de lavandería donde metió a este en la lavadora con una copa de detergente líquido y apretó los botones sin tener idea de cuál era el correcto, pero sintió que iba bien cuando escucho como comenzaba a llenarse de agua y a moverse.

Preparó huevos revueltos con jamón y queso, colocó pan tostado sobre la barra de la cocina y sirvió jugo de naranja que encontró en la refrigeradora. Escuchó el pitido de la lavadora y corrió para meter el muñeco en la secadora.

Todo marchaba de maravilla pensó cuando estaba sentada para comenzar a desayunar sintió el sonido de unos pasitos acercándose a ella, Jinsol corría con su pijama rosa llena de cupcakes hasta donde estaba ella y se subió a la silla que estaba a un lado con algo de dificultad.

—No encuentro a mi peluche —Fue lo primero que dijo la niña— ¿Me ayudas a buscarlo?

—Primero cepíllate los dientes y luego desayunas —le pidió— Metí al conejo en la secadora para que lo tengas limpio.

La niña la miró detenidamente y asintió.

—Mamá lo lava a mano y luego lo deja secando en una silla en el patio trasero —dijo tranquilamente mientras comenzaba a desayunar.

Nayeon sonrió con ternura y ambas desayunaron en silencio, lo único que se escuchaba era el sonido de los cubiertos contra el plato y como Jinsol balanceaba sus pies haciendo que la silla se moviera ligeramente.

Ahora ambas estaban en el cuarto de lavado, Aquel conejo había perdido uno de sus ojos y su pata colgaba rota dejando ver el relleno.

Nayeon ni siquiera estaba segura de sí tenía un hilo o una aguja en casa para arreglar a este y los gritos de Jinsol ni siquiera la dejaban pensar claramente.

Tomo a la niña en brazo y caminó hasta la puerta principal, se colocó un par de zapatos de correr y tomo las llaves del auto para salir disparada por el ascensor, el llanto de Jinsol no cesaba y cuando llego a la entrada de su edificio se ganó la mirada de muchas personas que no entendían la situación, sin decir nada Nayeon salió hacia la puerta que se dirigía al parqueadero y agradecía por tener su auto justo en uno de los espacios principales y no tener que buscarlo más, metió a Jinsol en el asiento de atrás y colocó el cinturón de seguridad que le quedaba demasiado grande haciendo que la cinta superior casi quedara sobre su cara.                                                                                             
Cuando arrancó el auto y comenzó a conducir hacia el Toys R más cercano sintió que Jinsol comenzaba a dejar de gritar para reemplazarlo por simples sollozos, que tampoco era bueno pero era menos escandaloso.

Por mirar a Jinsol por el retrovisor giro a la derecha en una esquina sin hacer el "Stop" que tenía marcado en el octágono color rojo, sólo pudo avanzar unos metros más cuando escuchó la sirena del auto de policía y vio como el oficial le pedía que se orille a la derecha.

—Solo esto me faltaba —dijo soltando un fuerte suspiro.

El auto del policía se parqueó detrás de Nayeon y pasaron varios minutos antes de que se acercara hacia ella con paso lento pero seguro.

—Buenas tardes, señora, ¿podría mostrarme su licencia y el registro del auto? —pidió amable.

—¿Cuál es el problema oficial? —preguntó mientras sacaba los documentos del auto de la guantera y rebuscaba su billetera en el compartimiento que estaba en medio de los dos asientos de enfrente.

—Se ha saltado un "Stop".

—Lo siento mucho, no lo he visto —dijo sincera entregando al hombre lo que pedía, en ese momento el oficial se percató del llanto ahogado de la niña.

—Podría bajar las ventanas de atrás —Nayeon obedeció y bajó ambos vidrios de atrás dándole vía libre al policía para que vea a Jinsol— ¿Usted es su madre? —Fue lo primero en preguntar— No está sentada en su asiento especial, lo sabe ¿no?

—Sí, y de verdad lo siento, ocurrió una emergencia —respondió sin dudar, llamando la atención de Jinsol que estaba a punto de negar aquello, pero el hombre se apresuró a hablar cortándola de golpe.

—¿Por qué lloras, pequeña? —se dirigió directamente a la pequeña.

—Ella —dijo señalando a la chica— Lo mato —dijo volviendo a llorar.

El oficial miró sorprendido a Nayeon y luego a la niña nuevamente pidiendo una explicación.

—Podría bajarse del auto —Pidió el oficial llevándose la mano a la radio con intención de pedir refuerzos.

—Espere un momento —pidió Nayeon— Yo lo mate, pero no es como usted piensa.

—Por favor bájese del auto ahora —demandó el hombre elevando la voz.

—Jinsol, dile que no mate a nadie, simplemente se le desprendió un ojo y un brazo.

—Tú lo mataste —dijo la niña ahogada en su llanto— Yo lo amaba mucho.

—Bajase del auto ahora —Volvió a demandar el oficial.

Nayeon tomó el muñeco estropeado que estaba en el piso del asiento del copiloto y se lo mostró al oficial.

—Ella habla de él, Jinsol, dile que fue el muñeco a quien dañe.

—Ya no tiene brazo —La niña dijo llorando— Y tampoco su ojo.

El oficial miró confuso la escena y rascó la parte de atrás de su cabeza.

—A ver, pequeña ¿tú hablas de ese muñeco? —La niña asintió— ¿Por eso estás llorando? —La niña volvió a asentir y el hombre soltó una gran bocada de aire.

—Tome su registro y su licencia y olvídese de la multa —dijo cansado— Solo lleve a coser al muñeco y haga que la niña se calme, por favor.

—Muchas gracias, oficial —le respondió Nayeon poniendo el auto en marcha una vez más.

Diez minutos después entraba a la tienda de juguetes más grande del país con Jinsol en brazos y el conejo colgando de una de sus manos, se paró ansiosa en la línea para los cajeros y cuando le tocó su turno se sintió muy aliviada.                                                                                            

—Buenas tardes —saludó la adolescente detrás de la caja— ¿Encontró todo bien?

—En realidad quería saber si me pueden coser este muñeco —dijo poniéndolo sobre la caja, la chica la miró detenidamente y luego a su amiga de un costado intercambiando miradas confusas.

—Lo siento, aquí no reparamos juguetes.

—Pero no podría alguien ayudarme, por favor —Pidió desesperada con Jinsol sollozando sobre su hombro

—Lo siento mucho en serio, si hay algo más que podamos hacer por usted no dude en buscarnos.

Nayeon suspiró derrotada y sacó el rostro de Jinsol de su escondite.

—Jinsol, mira ¿no quieres otro de estos juguetes? —dijo señalando toda la tienda— Hay muñecas y castillos.

—No —respondio la niña por lo bajito.

—¿Estás segura? —preguntó Nayeon.

La niña asintió— Vámonos a casa —Pidió suspirando derrotada con gesto triste que hizo sentir mal a Nayeon.

Nayeon la llevó al auto y la acomodó en el asiento con su cinturón de seguridad una vez más.

—Lo siento —dijo Nayeon apenas se acomodó en el auto— No sabía que esto iba a ocurrir.

Jinsol asintió sin subir la cabeza, tenía la mirada clavada en sus pequeñas manos tratando de distraerse.

—No importa —dijo levantando los hombros.

—¿Lo querías mucho? —preguntó dubitativa.

—Sí, mamá me lo regaló cuando era bebé y siempre ha sido mi juguete favorito —dijo levantando los hombros— No tengo muchos en realidad, solo ese y un par más, pero sigue siendo mi favorito, tal vez cuando mamá despierte pueda arreglarlo para mi.

Nayeon sintió algo quemar en su pecho y sintió un gran peso sobre ella, tal vez era culpa pero no estaba segura de la razón, si era por peluche o porque Jinsol no tenía un montón de juguetes como la mayoría de niños a esa edad.

Sacó su celular y llamó rápidamente a Momo.

Dime, Im —dijo apenas respondió.

—Necesito alguien que sepa cocer, un juguete de Jinsol se rompió —dijo por lo bajo.

¿Intentasteis ir a Toys R?

—Sí, y en las jugueterías solo venden juguetes, no los reparan —dijo frustrada.

Ambas se quedaron calladas un momento y luego escucho unos gritos de Momo que no iban dirigidos a ella.

"¡Mamá!"

"Deja de gritar, Momo, tu padre sigue dormido" Nayeon río al escuchar a la señora Hirai.

"Pregunta Nayeon si sabes cocer" Nayeon frunció el ceño al no recordar aquello y negó con la cabeza.

"No, pero la abuela sí, dile que venga ahora y así almuerza con nosotras"

"Bien, pero pon otro plato más extra, viene una mini Nayeon junto a ella"

"Oh"

—Nayeon, trae tu trasero hasta aquí, la abuela puede ayudarte —Sin más Momo colgó el teléfono y Nayeon emprendió el viaje que fue en absoluto silencio, Jinsol ni siquiera la miraba y eso la estaba desesperando.

Momo vivía en un lindo barrio donde habían casas grandes lo suficiente para una familia y era muy tranquilo, todas las casas tenían jardines coloridos con montones de flores todas diferentes, una vez preguntó porque no se mudaba de casa de sus padres pero ella respondió que no se imaginaba viviendo sola, que aún tenía tiempo para eso y que mientras tanto ahorraría dinero para cuando sea necesario, la familia era muy unida y alegre, Nayeon había pasado con ellos en muchas ocasiones haciendo barbacoas o jugando en la piscina que tenían y ya la sentían como una hija más.

Bajaron del auto con cuidado y tomó la mano de la niña y en la otra sostenía al pequeño muñeco y el ojo salido, tocó el timbre de la casa y apareció la madre de Momo abrazándola fuertemente.

—No te voy a reclamar porque no me has venido a visitar en largo tiempo solamente porque esta hermosura que viene contigo no puede ver cómo te jalo las orejas —Jinsol rió al escuchar eso y sonrío tímidamente a la mamá de Momo— Hola, mi amor —dijo agachándose— ¿Cómo te llamas?

—Jinsol.

—Pero que precioso nombre —dijo alegre— Y mira esos ojos, ven, dentro tengo muchas galletas para ti.

La niña miró a Nayeon que asintió dándole el consentimiento de seguir a la mujer, cuando se adentraron a la casa ella les siguió encontrándose a Momo en el salón viendo la televisión.

—Veo que la maternidad te ha golpeado fuerte —dijo riendo— Venir en pijama un domingo —Nayeon miró su atuendo y ciertamente era un pijama, ni siquiera se había fijado en aquello.

—Mierda —susurró.

—No malas palabras en esta casa —dijo una voz a sus espaldas— Hola, Nayeon.

—Hola —dijo sonriendo.

—Me dijo Momo que querías que reparará algo —Nayeon asintió y le entregó el pequeño muñeco— Pero si solo son un par de puntadas.

La mujer río y salió del salón hacia su habitación.

—Así que.... cuéntame qué sucedió.

Nayeon suspiró y se sentó a su lado para comenzar. Contar todo lo sucedido.

La cara de Jinsol fue indescriptible al entregarle a su peluche entero otra vez, abrazo a la abuela de Momo y le agradeció y luego a Nayeon disculpándose por su rabieta, esta besó su cabeza y le dijo que estaba bien.

Todos evitaron hacer preguntas de la pequeña por el resto del día solo para no incomodar a Jinsol, pero la señora Hirai le dijo a Nayeon que ya tendría que contarle todo a lo que ella asintió y le prometió hacerlo, para sorpresa de todos el padre de Momo sacó un asiento de niños de su garaje que estaba nuevo y se lo entregó a Nayeon.

—Estás de suerte, este iba a ser para una de mis sobrinas pero creo que debe de tener como 8 y no entra —dijo haciendo reír a todos— Abre el auto para colocarlo —Nayeon desbloqueo las puertas y el hombre ató el asiento con las correas.

—Gracias a todos. Nos vemos mañana, Momo —dijo despidiéndose.

—Ven más seguido con esa muñeca —pidió la madre de Momo— Y trata de no meter al pobre murciélago a la lavadora nunca más.

Todos rieron y se subieron al auto, la niña río al sentarse en su nueva silla, aquello era más cómodo que sentir el enorme cinturón de seguridad rozarle la cara.

—¿Te divertiste hoy? —preguntó Nayeon después de un rato de conducir.

—Sí, mucho —admitió— Todos jugaron conmigo y son amables.

—Pues me alegro.

—Puedo preguntar algo —Nayeon abrió sus ojos, no sabía qué esperar de Jinsol, todo siempre era una sorpresa.

—Cla- claro.

—¿Por qué dijiste que soy tu hija? —cuestionó.

Holis a todos los pocos que por el momento van leyendo, cómo están?

Quiero explicarles algo: yo por lo general antes de siquiera subir el primer cap, adapto o escribo por completo la historia, en caso que la deje a medias, pues la dejo a medias para mi, no para ustedes, entonces a lo que voy es: no se preocupen, pq esta historia se subira completa, pq pues desde noviembre la termine de adaptar, pero pues como no esta llegando el cap ni a los 10 votos, no habia actualizado.

Las metas las puedo aumentar dependiendo de la cantidad de lectores que vea que tengo, que si 10, 20 votos, y así, tons depende de ustedes si les actualizó rápido o no.

Sin más que decir, me woy, espero hayan disfrutado el cap y le den mucho amor, besitos:3

Chauuus.

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