Tú y yo paranormal

By Vidavirix

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Fue enviada a investigar un asesinato en un pueblo pequeño, el único testigo y posible sospechoso es Cainán D... More

Sinopsis
Sombras de Norville
1: Cainán Done
2: Día y noche
3: ¿En quién confiar?
4: ¿Conocías a Lucila?
5: Son A y B
6: Excepto contigo
7: No es un beso
8: Otro cadáver
9: Argumentos para todo
10: Alguien normal
11: Cosas básicas
12: El asesino y su presa
13: El mismísimo Norville
14: ¿Quién o qué es eso?
16: Pistas equivocadas
17: Pérdida de amistad
18: Solo se disfruta una vez
19: El clan Mareum
20: Carta de bienvenida
21: El más placentero pecado
22: Un sismo en Norville
23: La ley del infierno
24: Seamos sinceros
25: Ideas entre los espejos
26: Consejos de un amigo
27: Un almuerzo de aliados
28: Siguiendo a la sombra
29: Decepción y desconfianza
30: Un horrible dolor
31: Unas simples reglas
32: Liberar a la bruja
33: Lastimar a un demonio
34: Seguro de vida
35: Júraselo al karma
36: Sentimientos de lluvia
37: Enfrentar los miedos
38: La mordida de un condenado
39: Orgullo de demonio
40: Comida podrida
41: Una vida normal
42: Corazones y garras
43: Viajar al infierno
44: Unirse al paralelo
45: Admitir la humillación
46: Dos tipos de señales
47: Una pizca de demonio
48: Es hermosa
49: El altar de Norville
50: La pesadilla acabó
51: Final parte 1
52: Final parte 2
Epílogo
Nota de autora

15: La bella durmiente

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By Vidavirix

Adara

Se me hará costumbre dormir en el mismo techo que Cainán. He aceptado quedarme hasta que amanezca, pero eso no hará que descanse. Sigo viendo las sombras acechando y el recuerdo de lo que ha pasado hoy, me atormenta.

Todo es real.

Me mantengo sentada en la cama, abrazando mis piernas. Sé que detrás de esas ventanas se mueven las sombras. Estoy segura aquí, en esta habitación de huéspedes, en silencio...

¡¿Cómo podría?! ¡¿Estoy loca?! ¡¡No puedo autoconvencerme!!

Se escuchan unos pequeños golpes en la puerta, y me sobresalto. Es probable que sea Cainán, pero no quiero responder. Aunque no puedo fingir dormir, sabe lo que pienso o al menos lo percibe. Escucharme solo me hace creer que he perdido la cordura.

Vuelve a golpear.

—Sé que estás despierta —aclara, pero sigo sin contestar—. Conoces a B, no será amable, así que al menos responde.

Me giro y agarro mi arma, entonces la levanto sin salirme de la cama. Puedo notar como mis manos tiritan, pero apunto a la puerta. Antes de hablar, trago saliva.

—¿Siempre utilizas a B para amenazarme? ¿Acaso tú no eres intimidante?

Abre la puerta, despacio, y mira mi revólver.

—Sabes que eso no me hará daño, ¿verdad?

—Responde la pregunta —insisto.

Avanza y me mantengo quieta, no bajo el arma, él se detiene en frente de la cama.

—No quieres conocerme enojado, así que es mejor mencionar al que se altera siempre. —Parece que se burla de sí mismo, aunque no hay ni una pizca de emoción en su gesto—. Baja eso, no te va a proteger. Además, vine porque escucho tu corazón, está muy agitado.

—Como siempre —digo sin importancia, hago una pausa, luego continúo—. Tu estúpido bicho rastreador está empezando a irritarme.

—¿Quieres que te ayude a dormir? —pregunta de repente.

Me sonrojo. ¡No reacciones, estúpida, es un demonio come almas! ¡¡No, peor, come carne humana, te engaña para matarte!!

—Veo que hay muchas películas en tu cabeza —acota.

Mierda, pierdo la cordura y parece que se burla.

—No eres gracioso —respondo.

—Lo siento, no soy la personalidad carismática.

—Pu... —Mis mejillas queman—. Pues esa no me agrada, es una sádica asquerosa.

—Auch, recuerda que somos el mismo.

Trago saliva.

—Si son el mismo, no puedes decir que no te agrado. —Recuerdo una conversación anterior. Acto seguido, reacciono y me altero—. ¡De todas maneras, no me importa, eres un demonio! —Alzo el arma, ya que sin darme cuenta la descendí, por bajar la guardia—. ¡Ni debería estar pensando en ti, vete!

—Quiero ayudarte.

—¿Por qué? Si me has dejado muy en claro que no te caía bien.

—Bueno. —Apoya su mano en el revólver—. Era mentira. —Está tan cerca de mi rostro—. Es obvio que, si le gustas a B, también me atraes a mí. Te lo repetiré, somos el mismo.

Deja de moverte tanto, corazón.

—Di... dijiste que me ayudarías a dormir —le cambio el tema.

Se inclina más a mí, así que voy hacia atrás. Me quita el arma, apoyándola a un costado de nosotros. Mi espalda termina apoyada en el colchón, ya que no puedo retroceder tanto, y él ya está encima. La tirita de mi sostén se cae hacia un costado y ambos lo notamos. Cainán mueve su dedo para levantarla, entonces trago saliva. Hay tanto silencio entre los dos. Volvemos a mirarnos a los ojos.

—Estás asustada —afirma—. No tengas miedo.

—Soy policía, no puedo estarlo.

Puedo sentir su respiración tan cerca de la mía.

—El miedo a lo desconocido es normal en humanos. —Apoya sus dedos en mis labios—. Tranquila, lo comprendo.

—Ahora sí crees que soy humana —murmuro.

—No sé lo que eres, solo sé lo que sientes.

—No me agrada esa habilidad tuya.

—Entiendo. —Hace una leve risa, la que me hace sonrojar, así que él se muerde el labio—. No creo que seas consciente de lo que provocas.

Apoyo mi mano en su torso para poner un poco de distancia entre nosotros, aunque es probable que eso sea imposible en esta posición.

—¿Y qué provoco?

Su iris brilla en un color rojo.

—Te ves deliciosa.

No debí preguntar.

—¿Quieres comerme? —Mis mejillas arden—. Eso es morboso y suenas a B.

Cierra un momento los ojos y vuelven a su color habitual cuando los abre.

—¿Me creerías si te dijera que B tiene más autocontrol que yo?

—No —me limito a decir.

—Al menos en este tema en particular, a él le gusta jugar con su presa, yo voy directo al punto, soy más rápido. —Se acerca a mi oreja y susurra—. Tú no sufrirías entre mis dientes.

—Prefiero al A que no parecía que me acechaba —le aclaro, aunque creo que estoy mintiendo, mintiéndome a mí misma.

Se mantiene en mi oreja, siento su nariz apoyada en esta y sus labios la rozan. Su cara se queda quieta en ese lugar, en silencio. No hago nada, solo percibo su respiración, caliente.

—Quizás por eso no te gusta B, tú querías acecharlo.

—¡Claro que no! —Me altero—. ¡Él es demasiado...!

Me callo cuando alza la cabeza para mirarme. Cierto, no puedo decir nada malo de B, es el mismo. Aunque él lo metió a la conversación, sería su culpa.

—Vamos, adelante, dilo.

—No... no diré nada, y esto está cada vez más raro, ya deberías irte.

—Todavía no arreglé tu insomnio —me aclara.

—Pues te estás tardando... —Veo que aproxima su boca a la mía—. ¡¿Qué haces?!

—Te voy a dormir.

¿Cómo la bella durmiente invertida?

—Oye, no necesito que me beses. —Apoyo mi mano en su boca.

—Tal y como pasó con el rastreador que te inyectó B, necesito unir mis labios con los tuyos, no es un beso —lo dice tan tranquilo.

—Ya que estás ahí, quítame ese asqueroso localizador.

Vuelve a hacer esa leve risa que me encanta.

—Puedo hacerlo, pero no va a pasar —aclara.

—Qué amable —expreso con sarcasmo, luego reacciono cuando vuelve a acercarse—. ¡Espera!

—¿Quieres dormir o no? —Regresa su gesto serio.

—Es... es que... es que esto es muy raro.

Qué calor.

—Te acostumbrarás, pues en realidad es muy normal. —Une su boca con la mía—. Me gustas mucho —confiesa.

Me agarro fuerte de su chaqueta y siento que voy a desfallecer. Lo normal es la declaración, pero es lo que me descoloca. Lo anormal es este beso, que él declara que no lo es y, sin embargo, sus labios se mueven con los míos. De repente, siento que floto, es una sensación tranquilizadora como un calmante. Mi corazón ya no se mueve tan rápido, está calmado, y de la nada, sin previo aviso, me quedo dormida.

Cainán A

Me aparto de la boca de Adara y me alejo en silencio. Veo como duerme tan plácidamente mientras me relamo los labios. Su pecho sube y baja por la respiración, miro el tatuaje de bicho, el cual ahora forma otro, como si fuera una media flor. Dejo de observarla como un animal al acecho, entonces salgo del cuarto.

«Tengo hambre», acota B.

—Ya comiste ayer.

«Te pusiste intenso, te la querías comer, no me engañas», se burla.

—A ti no te puedo mentir, es cierto.

Mis ojos brillan, viéndolos en el reflejo de la ventana. Tal vez sí deba salir a comer. Cierro los parpados y presto atención para olfatear la carne viva. Hay que salir a cazar, ya es tiempo.

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