Kensington

By VirahaDor7

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Los Kensington eran el clan de cazadores más grande que había existido. Eran la máxima autoridad que regía al... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32 Final
Epílogo

Capítulo 27

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By VirahaDor7

Dos cosas pasaron en el día más importante en el castillo Kensington: la primera, mi hermano se casó con Violet en una ceremonia larga y hermosa. La segunda, descubrí que yo estaba perdidamente enamorado de Shane.

🥀

El día de la boda, el castillo era un caos total. Todo debía estar listo e impecable porque el gran rey de los Kensington estaba a punto de casarse. Incluso yo estaba muy emocionado por lo que estaba pasando y por esa razón no le había dado el anillo a Shane. Bien, eso era una mentira. No se lo había dado porque me preocupaba que eso nos llevara de nuevo a un momento incómodo. Las cosas entre nosotros aun eran extrañas, no quería empeorarlo. Violet me había dicho que solo se lo diera, que quizá todo se arreglaría con eso, como si ella supiera algo que yo no. Bueno, después descubrí que todos lo sabían menos yo. Aun así me acobardé y me concentré solo en evadir el tema prestando atención a la gran boda.

Myssiorak me ayudó a prepararme junto con muchos ayudantes más, cosa que aun me parecía innecesaria, pero comenzaba a acostumbrarme. Me pusieron un traje elegante con una capa (de nuevo), pero mucho más ligera que la de la última vez. Y a diferencia de la última vez, Myssiorak me llevó comida ligera y una rebanada de pay porque sabía lo mucho que me gustaban las cosas dulces. Él había comenzado a charlar conmigo un poco más. Aun no estaba listo para confiar en él, pero se estaba ganando su lugar a mi lado.

Al salir hacia el salón, solo estaba Shawnneta esperándome porque Chasydi y Shane estaban revisando la seguridad del castillo junto con la guardia real. Esa clase de eventos eran el pretexto perfecto para que algo malo pasara o para que algún otro enemigo quisiera infiltrarse, por lo que la seguridad era más estricta. Shawnneta no estaba vestida de gala porque no estaba ahí como invitada, en cambio usaba su traje de cazadora con un cinturón lleno de armas. Me acompañó en silencio como era su costumbre hasta el salón y se quedó cerca de la entrada, siempre observándome.

La ceremonia fue más larga que una normal porque se trataba del rey. Alex usaba un traje oscuro y una capa blanca con detalles dorados que parecían hechos de oro. Violet vestía de blanco, su velo era más largo que el pasillo por donde caminaba y llevaba el cabello suelto con algunas flores enganchadas en él. Parecía una de las ninfas caminando hacia el altar.

Se hicieron algunos rituales, se dijeron cosas preciosas y después ya eran marido y mujer. Nunca había visto a Alex sonreír de esa forma. Lucía tan feliz que era casi imposible contenerlo. Yo fui el primero en felicitarlos, por supuesto. Después de mí estaban los demás clanes tanto de cazadores como de criaturas mágicas. Al terminar todo eso comenzó la música y todos se acomodaron para comer. Yo estaba en la mesa con los recién casados y detrás de nosotros estaban Shawnneta y Gaye.

Fue entonces cuando lo descubrí.

Estábamos comiendo, había gente en la pista bailando con suma coordinación y todos parecían muy felices con la celebración. Di un trago a mi copa de vino justo cuando Chasydi y Shane hicieron su aparición por la entrada principal. Ella estaba usando un traje como el de Shawnneta y Shane tenía uno parecido, pero más oscuro con detalles dorados. Tenía la espada enfundada, el cabello corto y despeinado y cuando entraron para hacer una reverencia a mi hermano y a su esposa, Shane me sonrió como siempre lo hacía, y yo perdí la capacidad de tragar líquidos. El vino no bajó por mi garganta sino que se fue por el lado equivocado lo que me hizo comenzar a toser con fuerza y eso, por supuesto, llevó todas las miradas hacia mí.

—¿Estás bien? —Violet se inclinó para verme. Yo asentí mientras tosía y jadeaba para obtener algo de aire.

De pronto Shane ya estaba hincado a mi lado y me miraba igual de preocupado que todos los demás. En cualquier otro momento habría apreciado eso, le habría dicho que estaba bien mientras le sonreía. No fue esta ocasión porque estaba tan cerca de mí y el recuerdo de sus labios rozando los míos fue suficiente para que el ataque de tos empeorara. Huí con torpeza y poca gracia hacia el baño, llamando más atención de la que me gustaría. Podía sentir la mirada de todos mientras se preguntaban qué diablos pasaba conmigo. Bueno, no era la gran cosa, solo de pronto descubrí que tenía muchas ganas de besar a Shane, quien era mi Odjur y mi protector, sin mencionar que era mi alma gemela y mi mejor amigo. Me encerré en el baño jadeando como si hubiera corrido un maratón. ¿Qué diablos estaba mal conmigo?

Shane era mi Odjur, pero de pronto era algo más. De pronto yo quería que fuera algo más y ni siquiera me di cuenta de cuándo o cómo fue que sucedió eso. Desafortunadamente, mi etapa de negación no duró demasiado, porque era obvio. No sabía durante cuánto tiempo me había sentido así, pero era real. Lo único que yo no entendía era cómo pudo pasar desapercibido frente a mis ojos. ¿Cómo no me di cuenta de que todo este tiempo me había sentido así?

Me mojé el rostro varias veces recordando todas las ocasiones en que había deseado estar cerca de Shane, dormir con él, tomar su mano, descansar a su lado. La forma en que se me aceleraba el corazón cuando me sonreía o cuando entrelazaba sus dedos con los míos. ¿Por qué tuve que darme cuenta durante la boda de mi hermano?

—Dean, ¿estás bien? —Shane golpeó la puerta con suavidad dos veces y eso no ayudó al latir acelerado de mi corazón.

Tomé una respiración profunda y me miré en el espejo. Estaba bien, todo iba a estar bien. Shane no tenía por qué saberlo, no es como si fuera a corresponderme, de cualquier modo. Ni siquiera sabía si Shane podría sentirse atraído hacia mí y no quería descubrirlo porque su rechazo podría arruinar nuestra relación. Eso no iba pasar. Así que inhalé una vez más, me acomodé el cabello y abrí la puerta. Shane estaba ahí, pero era como si lo viera por primera vez.

—¿Estás bien? —repitió con su expresión preocupada y eso me habría derretido, solo que no lo haría porque él no debía saberlo.

—Estoy bien —respondí con mi mejor sonrisa torcida. Eso no lo convenció—. El vino se fue por el lugar equivocado, eso es todo. Soy un poco torpe para beber, al parecer.

Entonces sonrió y esa sonrisa le daba sentido a mis días.

—¿Quieres regresar? Creo que todos se quedaron muy preocupados por ti.

—Sí, está bien. —Y porque había descubierto todos estos sentimientos abrumadores, añadí—: Tengo algo para ti.

Intenté ocultar la forma en que me temblaban las manos cuando saqué la bolsita de tela de mi pantalón donde guardaba los anillos y se la entregué. No dudó en abrirla y vaciar su contenido en la palma de su mano. No supe interpretar el silencio que siguió porque fue largo mientras Shane contemplaba los anillos casi sin parpadear. Yo me mordía los labios y me toqueteaba los dedos sin saber qué estaba pasando.

—Uno es para ti —expliqué al ver que él no daba señales de decir nada—, y el otro es para mí. El blanco, porque es como tú y... es decir, si quieres usarlo. Yo... sé que las cosas han estado extrañas y pensé... no lo sé, que quizá eso ayudaría. —Me reí con torpeza, el nerviosismo trepando por mi nuca—. No tienes que...

—¿Podemos usarlos? ¿Ahora? —me interrumpió.

Sonreí mientras asentía. Shane tomó mi mano y eso hizo que se me erizara la piel por completo. Solo deseaba que no se diera cuenta porque si lo hacía, estaba perdido. Con suavidad me puso el anillo blanco y después él se puso el dorado. Lo usábamos en el mismo lugar: el dedo medio de la mano izquierda. Quizá para él no significaría nada, pero para mí estaba más allá de lo maravilloso.

—Gracias —susurró.

El resto de la noche no se alejó de mí y eso me hizo el ser humano más feliz sobre la faz de la Tierra

🥀

Las cosas no estaban mejorando, en realidad era todo lo contrario. De alguna forma, debí haber imaginado que eso pasaría, por supuesto que Jaimie no mantendría la boca cerrada con respecto a todo lo que había pasado entre nosotros. No, él estaba muy contento corriendo la voz sobre que el príncipe de los Kensington no solo se había enamorado de él, sino que daba muchos detalles de lo que había sucedido en todo mi tiempo a su lado, incluyendo, claro está, lo que había pasado en la cabaña. Cuando Chasydi me lo contó, más por exigencia mía que por deseo suyo, quise correr para esconderme en el hoyo más profundo que pudiera encontrar y así esperar mi muerte. Me sentía como el idiota más grande que existía en todos los universos posibles y sabía que todos lo pensaban. Shawnneta, sentada en el sillón de mi habitación no había dicho ni una sola palabra desde que Chasydi terminó su relato y Shane ni siquiera me miraba, estaba de pie junto a la puerta, con los brazos cruzados y una mirada furiosa en el suelo. Nunca en mi vida me había sentido tan avergonzado y lo peor era que, tanto aliados como enemigos, sabían sobre eso. Me cubrí el rostro con las manos, quería volver a mi casa, huir de todo esto, irme a donde nadie supiera nada al respecto.

—¿Es verdad? —me preguntó Chasydi en voz baja. No me moví, quería desaparecer.

¿Qué pensarían todos en el reino sobre mí? Sobre el príncipe de los Kensington que se había enamorado de su enemigo quien también le había roto el corazón, que estuvo a punto de morir por envenenamiento y era, por supuesto, capaz de enamorarse de un hombre. En ese reino tan retrógrada que no permitía mujeres en la guardia real, un príncipe de sexualidad cuestionable no estaba bien visto.

—¿Pueden dejarme solo? —pedí sin descubrirme el rostro. No quería volver a ver a nadie. Bajé las manos un poco para ver que Chasydi y Shawnneta salían con Shane siguiéndolas de cerca—. Shane —lo llamé. Se detuvo frente a la puerta, con la mano sobre el pomo. No se giró, se quedó ahí sin mirarme y en parte no quería que lo hiciera, seguramente estaba furioso conmigo por haber metido la pata de esa forma. Quizá estaba arrepintiéndose de entregar su ojo por mí—. Lo siento.

Se giró cerrando la puerta y me miró frunciendo el ceño.

—¿Lo sientes?

—Pues... sí. Lamento que todo esto esté pasando por mi culpa. Sé que estás molesto conmigo y sé que lo merezco porque...

—Voy a detenerte ahí, Dean —me interrumpió—. Tienes razón, estoy molesto. No, ¿sabes qué? Estoy furioso...

—Lo siento.

—... pero no estoy furioso contigo, Dean. —Caminó hacia mí y se sentó en la cama encontrándome de frente. Tomó mi mano y pude ver que estaba usando el anillo que le había regalado—. No mereces lo que ese bastardo está haciendo. Tú no sabías quién era, solo eras un chico enamorado.

—¿Qué piensa Alex de todo esto?

—No lo sé, no lo he visto.

La respuesta llegó cuando Myssiorak entró diciendo que el rey solicitaba mi presencia en su oficina. Decidí acabar con eso de una vez por todas y salí en esa dirección, con Shane a mis espaldas. No sabía si quería que escuchara lo que mi hermano iba a gritarme, pero tampoco quería entrar ahí solo. Atravesamos las puertas y las miradas de todos los hombres que estaban ahí se posaron en mí. Las desviaron casi de inmediato para fingir concentrarse en lo que fuera que estuvieran haciendo, pero podía sentir que me juzgaban. Alex estaba recargado en una mesa de madera y estudiaba lo que parecía ser un mapa. Me detuve del otro lado y apenas y me miró.

—Hay rumores de un ataque al palacio —dijo con tono seco—, así que entrarás con Gaye todas las mañanas. Necesito que sepas defenderte.

—Shane puede defenderme —respondí. No quería aprender a luchar, ni siquiera quería estar en ese maldito castillo. Alex exhaló, se incorporó y colocó las manos en su cadera. Esto iba en serio.

—Entrenarás con Gaye, aprenderás a luchar y eso es todo, Lysander.

—No quiero luchar —dije con voz baja, mirando hacia el suelo—. No quiero estar aquí. ¿Por qué quieres que esté aquí? Escuchaste los rumores que Gael está esparciendo, todos lo hicieron. —Miré alrededor, a los hombres que fingían no prestar atención a lo que decíamos. Alex no cambió la expresión de su rostro, lucía igual de furioso que Shane.

—Fuera. Todos. —La habitación se vació en cuestión de segundos. Alex miró sobre mi hombro un instante y añadió—: tú también. —Ese era Shane, por supuesto, siempre cuidando mi espalda—. Es una orden, Odjur.

Escuché que suspiró largo y sus pisadas hicieron un eco por el salón hasta que cerró la puerta. Los ojos de mi hermano volvieron a posarse en mí, había enojo en la superficie, frustración también, pero había espacio para su cariño y comprensión. No entendí cómo podía hacerlo cuando yo era un idiota. Exhaló y se pasó las manos por el rostro y el cabello.

—Escucha, Dean, lamento mucho lo que te pasó. De verdad lamento mucho que te rompieran el corazón la primera vez que te enamoraste. De verdad, de verdad lo lamento, pero tienes que superarlo, amigo. Ya sé que no quieres esto, ya sé que no estás listo y que extrañas tu vida anterior, pero esto es lo que somos. Somos los Kensington.

—¡Yo no pedí ser un Kensington!

—¡¿Y tú piensas que yo sí?! ¡¿Crees que siempre quise ser un rey?! ¡¿Crees que disfruto tener toda la responsabilidad sobre mis hombros?! ¡¿Crees que me gusta saber que las vidas de todos en ese pueblo dependen de mí?! —gritó mientras se movía de un lado a otro—. ¡Despierto cada mañana sin saber si volveré a hacerlo o si te perderé a ti o a Violet o a cualquier persona de mi reino! ¡Yo no pedí estar aquí, Dean! ¡No crecí deseando estar involucrado en una guerra que ni siquiera ha sido mi culpa! ¡Muchos morirán, muchos van a sobrevivir sin poder tener las vidas de antes y todo eso recae en mí! —exhaló como si se hubiera dado cuenta de que estaba perdiendo el control. Se pasó la mano por el rostro una vez más y continuó—. No era así como planeaba pasar mi vida. Después de este brujo vendrá otro y otro más para quitarme el reino y, viejo, estoy exhausto. ¿Sabes cuándo fue la última vez que dormí de verdad? ¿La última vez que hice algo que en realidad deseaba hacer? No soñaba con esta vida, Dean, no soñaba con tener esta responsabilidad, con saber que cada muerte está en mis manos y con tener que decidir qué pasará con ellos. No lo pedí, pero es lo que soy. Es mi deber y es mi trabajo y estoy dispuesto a aceptarlo porque eso hacen los adultos. Quizá es momento de que madures y es momento de que te pongas los pantalones de niño grande porque yo no puedo liderar este reino solo. Así que deja de lamerte las heridas como un perro apaleado y supéralo.

Sus palabras me golpearon con fuerza. No dije nada, ¿qué podría decirle? Solo me di la vuelta y salí de ahí también y él me dejó ir. Shane estaba afuera recargado en una columna con los brazos cruzados. Me miró de inmediato conforme yo me acercaba a él.

—Llévame lejos —dije con voz temblorosa. Él miró sobre mi hombro, probablemente Alex estaba observándonos—. Es una orden.

Shane volvió a suspirar, pero asintió. Salimos al jardín, él se transformó y yo me subí en su espalda. Dejamos atrás el reino cuando comenzaba a anochecer.

🥀

Comenzó a llover cuando Shane entró en una cueva en medio de una montaña. Me quedé de pie en la orilla contemplando como las gotas mojaban el bosque y, en la distancia, estaba el castillo de los Kensington. Shane no dijo nada mientras se vestía y encendía una pequeña fogata. Se dejó caer en el suelo con la espalda contra la roca y yo me acomodé del otro lado del fuego. Por un largo tiempo, no se escuchó nada más que el sonido de las gotas cayendo afuera.

—No sé qué hacer —susurré mientras me abrazaba las rodillas.

No sabía cómo ser un Kensington. Solo había causado problemas a todos a mi alrededor. Quería ayudar a Alex, de verdad que sí, pero no tenía la menor idea de qué hacer. Si aceptaba ser un Kensington, ¿cómo lo haría? Las palabras de mi hermano me habían golpeado con fuerza porque eran ciertas. Él tampoco lo había pedido, pero estaba llevando solo la responsabilidad que debíamos cargar juntos. Alex siempre sería el rey, pero yo era el príncipe, era alguien con quien él debía de contar. Y yo le estaba dando la espalda, dejándolo con todas esas responsabilidades.

Shane suspiró antes de responder.

—Por donde yo lo veo, tienes dos opciones: Puedes seguir culpándote por haber creído en él y por haber confiado cuando no tenías la menor idea de quién eras ni de lo que él podría ser capaz, o puedes odiarlo por haberte utilizado y por haberse aprovechado de lo que tú sentías por él. Puedes por una maldita vez aceptar que eres un maldito Kensington y liderar esta guerra junto con Loïc para que yo pueda arrancarle la cabeza a ese maldito Raganu y hacerlo que pague por todo lo que te hizo.

Solté una risa torpe, pero no respondí. Shane tenía razón y, aunque no quisiera aceptarlo, esto es lo que era: un Kensington. Extrañaba mi vida anterior, pero no la iba a recuperar y, por mucho que odiara la idea de que la gente me necesitara, era una realidad. Había creído en Gael, había confiado en sus palabras y en sus caricias y ese había sido un error. Quizá era momento de enmendarlo. Me moví a gatas hasta las piernas abiertas de Shane y me acomodé entre ellas, con mi espalda contra su pecho. Sus brazos me rodearon mientras mirábamos hacia la fogata. Él estaba ahí para protegerme porque era su deber, pero ambos sabíamos que esto iba más allá de una obligación. Era un sentido de pertenencia: él era mi Odjur y yo era su Kensington.

No dormí esa noche y él tampoco lo hizo. En ningún momento me soltó. Vimos el amanecer alumbrando la cueva y fue entonces cuando le dije adiós a Dean y abracé mi destino como Kensington. 

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