Destinos entrelazados (omegav...

By Rynleph

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Tighnari es un omega nacido de una familia rica y prometido con el alfa más influyente de la ciudad, Alhaitha... More

Introducción
❥ ; 1 - Prometidos
❥ ; 2 - Complicaciones
❥ ; 3 - Maldito destino
❥ ; 4 - Eres mío
❥ ; 5 - Boda
❥ ; 6 - ¿Fue un sueño?
❥ ; 7 - Extraña convivencia
❥ ; 8 - De mal en peor
❥ ; 9 - Aletheia
❥ ; 10 - Depresión
❥ ; 11 - Esperaré
❥ ; 12 - Guerra
❥ ; 13 - No huyas del destino
❥ ; 14 - Mas vale tarde
❥ ; Final - Gran familia
SEGUNDA TEMPORADA
❥ ; 16 - Manadas unidas
❥ ; 17 - Yo seré el líder
❥ ; 18 - Marca de Alfa
❥ ; 19 - Tensión
❥ ; 20 - Reptiles
❥ ; 21 - Responsabilidad
❥ ; 22 - ¿Es la guerra?
❥ ; 23 - Yo elijo mi destino
❥ ; 24 - Distancia
❥ ; 25 - Danheng
❥ ; 26 - Me rindo
❥ ; 27 - Dejarse llevar
❥ ; 28 - Reencuentro
❥ ; 29 - Descubrimiento
❥ ; 30 - Nuestro destino
❥ ; 31 - Hasta que la muerte nos separe
TERCERA TEMPORADA

❥ ; FINAL - Nuevos comienzos

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By Rynleph




—¿Se pondrá bien? —La voz desolada de Kaveh inundó la estancia.

A lo lejos se escuchaba el llanto de Tighnari, murmullos, pitidos. ¿Cuánto tiempo había pasado? No podía responder por mucho que quisiera, pero Yarim estaba recobrando poco a poco la consciencia.

—Todo depende de si el chico sobrevive, si muere ambos lo harán— dijo Baizhu, esa voz que conocía tan bien, que le había tratado cuando estaba en la academia—. Veo que sigues siendo un cabezota, Kaveh...

—¿¡Qué querías que pensara!?

"Mamá, no llores, estoy bien", dijo en su mente Yarim, aunque aún no podía responder ni moverse lo más mínimo.

—No es poco común, sobre todo en manadas más grandes y más aún si solo comparten un progenitor, los genes de Alhaitham parecen querer preservarse con mucha fuerza —comentó el doctor.

Kalah comenzó a llorar en los brazos de Kaveh y este trató de calmarla, pero le estaba transmitiendo todo su dolor. Alhaitham estaba con Tighnari esperando en quirófano y Cyno se encontraba allí con él. Dante, Aletheia y Kristov se habían quedado con los pequeños.

—Mi primo intentó abusar de mí, mi tío lo hizo y pretendes que de por hecho que en la familia pueden haber destinados cuando mi ejemplo de familia es... horrible...

—Lo sé, Kaveh, pero no puedes ser tan impulsivo —continuó el doctor.

"Mamá nunca me contó eso...", pensó Yarim. Kamran no era como su primo, jamás haría algo así, no entendía por qué lo veía reflejado en él.

—Parece que no hemos aprendido nada después de tantos años... —se lamentó Cyno, quien no había tomado partido hasta el momento. Sin embargo podía sentir toda la angustia de su destinado ante la posibilidad de que su hijo no saliera con vida del quirófano, él mismo también estaba muy preocupado por Kamran. También era como un hijo para el beta—. Se quieren, Kaveh, todos lo hemos visto, y esto solo lo demuestra...

—Lo sé... y espero que no sea demasiado tarde para pedirles perdón, pero mi niño es tan joven y... —no pudo terminar de hablar, las lágrimas comenzaron a descender por sus mejillas mientras abrazaba a Kalah—. Odio todo esto, quiero que pase ya, preferiría morir yo a que lo hiciera él.

En ese momento la puerta se abrió. Habían pasado varias horas, era ya bien entrada la noche y, al fin, habían sacado a Kamran del quirófano y lo estaban llevando a la habitación. Colocaron la cama cerca de la de Yarim. Tighnari no se había separado ni un instante de la puerta y ahora no iba a hacerlo de la cama donde su hijo aún estaba inconsciente.

—La operación ha ido bien, ha perdido mucha sangre, pero está estable —explicó el doctor que había llegado junto a ellos—. Tiene el brazo roto y dos costillas, pero hemos conseguido que las astillas no dañen órganos internos.

Cyno fue rápidamente hacia Tighnari y lo abrazó con fuerza. Estaba aliviado de saber que todo había ido bien a pesar de lo aparatoso que parecía el accidente en un primer momento.

—Estará bien, mi amor... es un chico muy fuerte.

Alhaitham se apoyó en la pared nada más entrar. Tenía la mirada triste y llena de amargura. No podía soportar ver a sus dos hijos así, al borde de la muerte. Estaba agotado, todos lo estaban. Kaveh se acercó a él, con la pequeña en brazos y trató de calmarlo apoyando la cabeza en su pecho.

—Lo siento... Todo esto es culpa mía —susurró el omega tratando de calmar el dolor de su pecho—. Tenía que haberlos escuchado.

El mayor simplemente rodeó a Kaveh con sus brazos y apoyó su frente sobre el cabello rubio del mismo. Todos habían aprendido una valiosa lección ese día, una que ya deberían haberse grabado a fuego muchos años atrás y que parecían haber olvidado.

—Es culpa de todos... tendríamos que haberles escuchado —susurró Alhaitham. No estaba enfadado con Kaveh, comprendía sus razones y en ese momento le necesitaba demasiado.

Yarim seguía escuchando el revuelo. Quería levantarse, quería abrazar a Kamran. Sintió sus mejillas húmedas y poco a poco pudo alzar su mano a medida que todo su cuerpo comenzaba a reaccionar. Si estaba vivo eso quería decir que él también lo estaba. Fue Alhaitham el primero en darse cuenta de que el menor se estaba moviendo, sus ojos se abrieron de golpe y se separó de Kaveh para ir corriendo hacia la cama de su hijo. Agarró su mano entre las propias.

—Yarim, ¿Me escuchas?

El menor abrió los ojos y miró a su padre. Las lágrimas no paraban de salir.

—P-papá...

—Mi niño... —murmuró el alfa completamente aliviado y no dudó en abrazar a su hijo con fuerza—. Lo siento, ya pasó todo... te quiero muchísimo.

Yarim se abrazó a su padre mientras lloraba. Lo estaba pasando bastante mal, necesitaba estar con Kamran.

—L-le necesito... quiero verlo... —se notaba que su voz estaba bastante apagada.

—Está aquí.

Alhaitham se separó despacio y dejó que Yarim lo viera. Kamran aún no había despertado, tenía un brazo escayolado y varios arañazos y moratones por las zonas de su piel que eran visibles, incluso tenía algunos puntos de aproximación en la cara que cerraban un corte no muy profundo en su pómulo. Le habían desentubado antes de sacarlo de la UCI así que respiraba por su propia cuenta.

Yarim no estaba herido, tan solo había sido la conexión de destinados la que había causado que se desmayara de esa forma. Poco a poco se fue levantando de la cama. Miró a su madre, que permanecía con la pequeña en brazos. Había mucha gente allí, pero su atención recayó en Kamran. Sus ojos se cristalizaron aún más y se puso en pie. Dio un par de pasos hasta la cama y acarició la mejilla del alfa.

—No mueras... —susurró con las orejas completamente agachadas.

Tal vez fué su olor, o quizás su cercanía y el saber que estaba ahí gracias a la conexión de ambos, pero Kamran comenzó a abrir su ojos despacio mientras trataba de acostumbrarse a la luz blanca del techo del hospital.

—Y-Yarim... —dijo con un hilo de voz. Sabía que era él aunque aún no estaba del todo consciente.

El mencionado alzó sus orejas y se acercó para besar sus labios, sin importarle que todos estuvieran allí. Necesitaba eso, sentir su calor, sentirle a él. Como pudo, Kamran lo rodeó con su brazo bueno y de pronto el beso se volvió salado a causa de las lágrimas de ambos. El mayor estaba confuso, pero sabía de alguna forma que todo lo malo había pasado.

—Estoy aquí... —murmuró el omega—. No me dejes...

—¿Qué ha pasado? —cuestionó una vez fue más consciente de la situación. Le dolía todo el cuerpo y no podía mover el brazo, incluso le dolía el pecho al respirar por las fracturas en las costillas.

—Tuviste un accidente y casi morimos ambos... —resumió el menor—. Ahora sabemos que somos destinados.

Alhaitham, que les había dado un poco de espacio, se acercó a la cama y posó su mano en la cabeza de su hijo mayor.

—Papá... —murmuró este.

—Lo siento, chicos... nada de esto tendría que haber ocurrido. Pero ninguno de nosotros va a interponerse —dijo el mayor—. Os quiero y quiero que seáis felices.

Tighnari también quería abrazar a Kamran, pero prefirió dejar su espacio a los chicos. Después de todo tenían que aceptar que había surgido y no podían controlarlo.

—Pero va a haber unas normas —dijo Kaveh—. De momento Kamran debe recuperarse y hablaremos de ello en casa.

El mencionado sintió una presión en su pecho y apartó la mirada. No quería mirarle, es más, no quería que estuviera allí después de todo lo que le había dicho.

—Me iré de casa, ya me buscaré otro sitio... no te preocupes, Kaveh. No tendrás que verme más —dijo bastante dolido.

—No me refiero a eso... Kamran, siento mucho lo que he dicho y siento que estés así por mi culpa —contestó el mayor y suspiró—. Nunca os lo he dicho, pero mis familiares alfas abusaron de mí cuando mis padres murieron y por eso he sido así contigo.

—Pero yo no soy como ellos... —respondió el alfa y miró a Kaveh. Le dolía que le comparara con ese tipo de personas—. Amo a Yarim y jamás me aprovecharía de él.

—Lo sé... pero no he podido evitarlo —pronunció y agachó las orejas—. Lo siento, pero eso no quiere decir que os estéis dando besitos por casa todo el día, a eso me refería con "normas".

Kamran rodó los ojos y suspiró. No tenía fuerzas ni ánimos para eso, ni tampoco iba a perdonarle sus acusaciones con tanta facilidad.

—Ya hablaremos de esto en su momento... Kaveh tiene razón y lo importante ahora es que te recuperes —añadió Alhaitham.

Yarim no iba a moverse de su lado. No quería irse de allí hasta que no le dieran el alta, pero quizá al ser menor de edad no iban a dejarle.

—Cariño... —susurró Tighnari—. ¿Qué necesitas?

Kamran suspiró pesadamente y sintió sus ojos aguarse de nuevo. Se sentía vulnerable, con sus emociones a flor de piel e indefenso allí postrado en esa cama.

—Solo... solo quiero tener una relación normal, que confiéis en nosotros —dijo el joven alfa y miró a su madre con lágrimas en los ojos—. Siento ser un problema...

—No eres un problema, vais a tener una relación normal dentro de lo que cabe... no vamos a interponernos —respondió y Yarim se hizo a un lado para dejarle paso. Besó la frente de su hijo con delicadeza y luego acarició su cabello—. Confiamos en vosotros, pero Yarim es menor de edad, tenemos que ser precavidos y si queréis una relación normal tendréis charlas de padres normales preocupados.

Kamran suspiró y cerró sus ojos ante el tacto de su madre. Después de todo era lo que necesitaba y el cariño de Tighnari siempre le ayudaba a sentirse mejor, por mucho que ya fuera un adulto.

—Vale... lo entiendo.

—No la tomes con Kaveh, lo ha pasado muy mal en el pasado... Todo va a estar bien cariño —añadió el mayor y acarició de nuevo la cabeza de su pequeño.

—Al final resulta que nuestros genes son compatibles —bromeó el mencionado antes de dejar a Kalah en los brazos de Alhaitham—. Yarim... Lo siento.

El menor agachó las orejas y se acercó a su madre. Lo abrazó por el torso y cerró los ojos ligeramente. No le gustaban los abrazos, pero se sentía débil, inestable, necesitaba a su familia. Kamran les observó sin separarse de su madre y agachó ligeramente las orejas. Aún estaba dolido, pero trataría de dejar a un lado todo lo que había pasado y centrarse en el futuro.

—¿Tienes que estar a punto de morir para abrazar a tu madre?

Se notaba que Kaveh se había relajado un poco, ya tenía una actitud más habitual y no tan a la defensiva.

—Deja al niño —comentó Tighnari—. Ahora hay que pensar en la boda de Dante... Cyno cariño, llámalos para que sepan que los niños están bien.

El mencionado asintió y sacó su móvil para marcar el número de Aletheia. Era tarde, pero sabía que estarían esperando su llamada.

—Kaveh... Espero que algún día puedas llegar a aceptarme de verdad —dijo Kamran armándose de valor. Lo que más le dolía era recordar la mirada llena de odio del mayor.

—Te acepto, Kamran... —respondió y se acercó a él tras alejarse un poco de Yarim—. Te quiero mucho, te he cuidado desde antes de nacer, eres parte de mi familia también.

El alfa sintió sus ojos aguarse y agachó la mirada. También le quería y por un momento realmente había llegado a pensar en la posibilidad de perder a su familia.

—Siento haber sido impulsivo y ponernos en peligro a los dos... llegué a pensar que tal vez todos estaríais mejor sin mí —dijo con la voz ligeramente ahogada por el nudo en su garganta. —No podría estar sin ti... —dijo Yarim con las orejas ligeramente agachadas—. Habría muerto también.

—Ahora lo sé... pero tuve miedo de que si estaba equivocado y no era tu destinado te estaría arruinando la vida —respondió y miró a su omega—. Tenía miedo de no ser suficiente para nadie.

Yarim volvió a acercarse a él y lo abrazó levemente, con cuidado de no hacerle daño a su brazo ni a sus costillas. Ahora nadie podría decirles nada, ya sabían las consecuencias.

—Deberíamos volver a casa, Yarim —le dijo Kaveh—. Cuando te den el alta.

El menor agachó las orejas y negó con la cabeza. Kamran tampoco quería separarse de él, su cercanía le hacía sentirse mejor y en el fondo seguía con la inseguridad después de todo lo ocurrido, pero no quería volver las cosas más tirantes ahora que les habían aceptado por fin.

—Estaré bien, tranquilo... pronto estaré en casa —le dijo el alfa y le apretó un poquito más fuerte.

—Solo puede quedarse una persona, podrás venir mañana en el horario de visita —explicó Tighnari—. Me quedaré yo esta noche, si os parece bien... Quiero estar con él.

—Sí, es mejor que se quede Nari —añadió Alhaitham y miró a sus hijos.

Kamran sabía que debía dejarle marchar, pero después de todo lo ocurrido necesitaba demasiado estar con él.  Suspiró pesadamente y miró a sus padres.

—¿Puedo pediros un favor? Antes de que os vayáis... Necesito estar a solas un minuto con él.

Ninguno de ellos puso pega alguna, después de todo, por no dejarlos estar juntos, había sucedido aquello. Poco a poco fueron saliendo de la estancia y Yarim se quedó abrazado a él, aún con cuidado, pues podía percibir lo mal que debía de estar sintiéndose. Sin embargo, en cuanto tuvo oportunidad, Kamran tiró de él y unió sus labios en un beso un tanto necesitado, sin importarle que el menor dejara caer un poco de su peso sobre su cuerpo. Este jadeó y posicionó sus manos de tal forma que su cuerpo no se presionara tanto contra el contrario. Su lengua comenzó a juguetear con la adversa. No quería excitarse, pero era Kamran y siempre sacaba su lado más salvaje.

—Mh... No me beses así, que estás herido... —murmuró contra sus labios—. Eres idiota, no vuelvas a alejarte de mí así...

—Lo siento... —susurró el mayor sin separarse ni un ápice y suspiró levemente—. Te amo, y en cuanto salga de aquí te demostraré lo mucho que te necesito.

—Casi mueres y solo piensas en sexo... —gruñó el menor y comenzó a dejar besitos por su cuello—. También te necesito... Necesito dormir contigo y bueno, eso también...

—Dudo que nos dejen dormir juntos, pero me da igual. Ya encontraremos el momento —respondió el mayor y suspiró embobado. Realmente necesitaba los besos y la compañía de su omega—. Ahora sabemos que de verdad somos destinados, nadie va a poder alejarme de ti.

—Me hubiera gustado que no hubiéramos estado a punto de morir —susurró y dejó un beso en sus labios—. Descansa, pronto podremos volver a estar juntos tranquilamente, al menos no han sido las piernas lo que te has roto...

—¿Ahora quién está pensando en sexo? —respondió Kamran y soltó una risita. Antes de dejarle marchar, mordió el labio inferior ajeno con suavidad—. Descansa también, y cuídate... volveré pronto.

—Vendré a verte todos los días.

Muy a su pesar, acabó alejándose de él. No sabía cuánto tiempo pasaría allí, pero habían ganado la confianza de sus padres y el derecho a estar juntos. Yarim se iría solo, pero sabía que no lo estaba.

—... Por el poder que me ha sido otorgado yo os declaro unidos en santo matrimonio.

Los vitoreos de la gente llenaron el lugar en el momento en el que Kristov y Dante se besaron. Ya habían pasado unos meses desde aquel fatídico día y las cosas estaban más relajadas. Yarim y Kamran habían tenido que seguir unas normas de convivencia impuestas por Kaveh. Cada uno dormiría en su casa y Kamran debía cortejarlo como es debido. Aunque ya se hubieran saltado algunos pasos, eso sus padres no lo sabían.

Kristov estaba impresionante. Su traje era bastante pomposo, con muchos volantes y  una larga cola que salía de la chaqueta. Le gustaba ser el centro de atención, se notaba. Era un evento curioso en el que tanto reptiles como cánidos se habían unido.

—Yo quiero que me toque el ramo —dijo Aletheia corriendo hacia la zona en la que los omegas se habían colocado para recoger el ramo que Kristov lanzaría.

Yarim miró a Kamran, no habló, pero sus ojos denotaban entre duda y miedo: "¿debería ponerme yo también?".

—¿Tú no vas?— cuestionó el mayor, casi como si le hubiera leído la mente. El único recuerdo del accidente en su cuerpo era su brazo, que ahora llevaba una venda menos aparatosa luego de que los huesos hubieran empezado a soldarse y ya no necesitaba la escayola. Había insistido mucho en que no quería ir a la boda de su hermano con esa cosa, aunque aún debía llevar un cabestrillo que lo mantenía inmovilizado y colgado sobre su pecho.

—Tengo dieciséis... ¿y si me toca el ramo? —cuestionó asustado—. Además hay mucha gente... Si quieres casarte conmigo pídemelo, no quiero pasar por eso.

—Solo es un juego, no significa que tengas que casarte —respondió Kamran y soltó una risita divertida.

—¿Entonces no quieres que nos casemos? —cuestionó el omega con las orejas agachadas.

—Ohg, sois insufribles —pronunció Aether, que estaba con Lumine a su lado. Dante les había dicho que podían invitar a quien quisieran y Yarim los había invitado debido a que eran sus únicos amigos de la academia y se había llevado muy bien con ellos.

Kamran le ignoró y se inclinó para dejar un suave besito en sus labios, que estaban casi formando un puchero.

—Eres mi destinado, bobo... Claro que vamos a casarnos.

—¿Y si nos saltamos la fiesta y vamos directamente a la habitación del hotel? —cuestionó el omega y se acercó para dejar otro beso en sus labios.

—Vamos a por comida, Ther, dejemos solos a los tortolitos.

—Sí, será lo mejor...

La fiesta tenía lugar al aire libre, en un gran jardín frente al hotel que ambas familias habían contratado. Ni Zhongli ni Alhaitham habían escatimado, definitivamente sería el evento del año y cientos de personas habían asistido. Era sin duda un evento único por muchas cosas, el primer evento en recibir a ambas especies. A ambos lados de la pista principal, había largas mesas llenas de comida. A su vez, numerosos camareros paseaban con bandejas en las manos para tener siempre servidos a los invitados. En medio de la multitud, buscando tal vez algo de comida o un poco de soledad, se encontraba un joven que portaba un par de grandes alas de color negro en su espalda, aunque a la luz del sol se podía atisbar un brillo verdoso en sus plumas.

Aether se acercó junto a Lumine a una de las mesas, pero su mirada escrutó el lugar con detenimiento hasta dar con ese extraño chico. No dijo nada, simplemente caminó hacia él como si sus pies se movieran solos.

—Vaya, no sabía que iba a haber chicos tan guapos en esta boda, de haberlo sabido me habría arreglado más —pronunció el rubio sin pudor alguno—. Soy Aether, bonitas alas.

El joven se giró al escuchar aquella voz y frunció el ceño, aunque en el momento en que sus ojos conectaron de pronto sintió su corazón acelerarse. Era un cánido, pero uno realmente bonito para su sorpresa.

—Gracias... Soy Xiao, el hermano de Kristov.

La cola de Aether se movió de un lado a otro y se acercó un poco más a ese chico.

—¿Hermano? Bueno, no os parecéis mucho, pero tú eres más guapo.

El mayor se sonrojó ligeramente y apartó la mirada, nervioso. Era la primera vez que le decían algo así y se sentía extraño.

—Sólo compartimos padre, pero tenemos diferente madre. Por eso yo tengo alas, mi madre es un ave —le explicó—. ¿Y tú? ¿Eres amigo de Dante?

—No, soy amigo de Yarim —pronunció en tono coqueto y se acercó un poco más—. Hueles bien... ¿Eres un alfa recesivo? Pareces pequeñito.

Xiao frunció el ceño y por inercia se alejó un poco de él. Sin embargo, no quiso apartarse demasiado, ese chico tenía algo que le llamaba mucho la atención.

—Soy un beta, así que creo que te has equivocado —comentó. Sin embargo, ahora que lo mencionaba, juraría que también podía percibir un aroma dulzón procedente del chico. Tal vez estaba delirando.

Aether sonrió de medio lado y se acercó a él de nuevo, solventando esa distancia que el beta había intentado poner.

—Si puedo olerte puede ser... Bueno, mejor que lo descubras tú. —Soltó una risita y dejó salir sus feromonas, aunque no demasiado pues estaban rodeados de gente.

Xiao inspiró y de pronto todo su cuerpo se calentó como si fuera una tetera hirviendo. Sus mejillas se pusieron rojas e incluso sus piernas flaquearon por unos segundos. ¿Qué había sido eso? Jamás había estado expuesto a las feromonas por razones obvias y el choque repentino fue demasiado para él, tanto que tuvo que sujetarse a una de las mesas.

—Q-que... no lo entiendo —dijo y ahora fue su instinto el que tiró de él más cerca de ese chico—. ¿Qué me estás haciendo?

—No hice nada...

El omega se acercó más a él y posó una mano en su pecho, acariciándolo sobre aquel traje. Se mordió el labio inferior.

—Pensaba que los reptiles eran los únicos capaces de controlar la mente... —susurró el mayor, completamente embriagado tanto por su cercanía como por ese aroma que se estaba impregnando en lo más profundo de su ser. Se dejó llevar y posó una de sus manos en la cintura del rubio. Era como si el resto del mundo hubiera pasado a un segundo plano.

—No te estoy controlando... Solo nuestros cuerpos se conocen —pronunció el menor con una leve sonrisa.

—¿A qué te refieres? —cuestionó Xiao. Sin embargo, de pronto saltó la chispa en su cabeza y alzó la mirada hacia su hermano, que bailaba abrazado a su marido. Entonces lo comprendió, todas esas veces que Kristov le había dicho que algún día también conocería esa sensación. Volvió a mirar a Aether y su vista se desvió de forma inconsciente hacia sus labios—. ¿Crees que esto es el destino?

El omega asintió y se acercó un poco más a él. Todo su cuerpo se había alterado por la cercanía del beta. Era la criatura más hermosa que había visto nunca y no podía evitar querer besarlo.

—Me percibes y yo a ti también...

Xiao suspiró embobado y sintió de nuevo ese tirón. Era como un imán. No le importó estar delante de todos o que Lumine se hubiera quedado mirándolos completamente anonadada. Se inclinó y le hizo caso a ese instinto que le pedía a gritos probar los carnosos labios del omega. Sin embargo, antes de besarle, se detuvo a escasos centímetros.

—¿y crees que esto es apropiado? Mi cuerpo me lo pide, pero mi educación me dice que debería ir despacio.

—¿Despacio? Por favor, me gustan las emociones fuertes —susurró el omega y lo besó con necesidad mientras rodeaba el cuello adverso con sus brazos.

Lumine rodó los ojos y se fue con Kiara y Aletheia. Kristov no pudo evitar reparar en su hermano y soltó una ligera risa. Al parecer la boda estaba yendo mejor de lo esperado.

—¿Ese es tu hermano? —cuestionó Dante con una sonrisa ladina. Nunca imaginó verle tan apasionado con nadie, menos con un chico al que acababa de conocer y, nada más y nada menos, un cánido.

—No es tan parado como pensaba, eso sí que va a ser una mezcla extraña —bromeó Kristov—. ¿Ajax está con tus padres no?

—Sí amor, mamá está disfrutando mucho de su nieto —comentó sonriente y se abrazó más a su chico, pegó su rostro al de él y rozó su nariz delicadamente con la adversa—. ¿Te he dicho ya que estás precioso? Soy muy afortunado de ser tu marido...

Kristov no pudo evitar reír y dejar un beso en los labios de su chico. Casi tenía los diecinueve y para él no era pronto, pues lo iban a casar de todas formas.

—Seguro que Ajax y Kalah se llevan bien —murmuró—. Dante... no sabes lo mucho que te amo y lo feliz que me haces.

—Yo también te amo... muchísimo —susurró el alfa y su cola comenzó a moverse felizmente—. Mi dragoncito.

—Eres muy tierno...

Kristov dejó ahora un beso en su nariz y se abrazó a él con fuerza. Tartaglia se acercó a ellos con una media sonrisa. Después de todo se alegraba de que las cosas estuvieran saliendo bien.

—Tortolitos, es hora de la cena.

Dante alzó la mirada hacia su suegro y asintió sin borrar la sonrisa de su rostro. Sabía que ellos debían abrir el banquete y era mejor no hacer esperar a la gente.

—Vamos, amor —le dijo a su chico y le ofreció su brazo de forma galante para que se sujetara.

Kristov se abrazó al brazo de su chico y ambos fueron hacia allí. Todo el mundo parecía estar esperando, salvo su hermano y ese chico rubio que a saber dónde se habían metido. Yarim y Kamran tampoco parecían estar por la zona.

—Espero que la tarta esté tan deliciosa como tú... —susurró Kristov al oído de su chico.

—Les diré a los camareros que nos suban un trozo a la suite nupcial para probarla mejor cuando estemos solos... —respondió Dante en tono coqueto y besó la mejilla de Kristov.

—Me gusta como piensas...

La gente aplaudió con fervor mientras los recién casados entraban y tomaban asiento en la mesa presidencial. A un lado, estaban los padres de Kristov con su hermana pequeña, al otro Alhaitham y Tighnari con sus respectivas parejas. Habían tenido que adaptar un poco el tamaño de la mesa ya que eran una familia más grande de lo habitual. En cuanto la cena fue servida, Alhaitham se puso en pie y llamó la atención de los presentes para brindar.

—En primer lugar, gracias a todos por acompañarnos en este día. No sólo se unen nuestras familias, sino que hoy marcamos un nuevo comienzo para nuestras especies y ponemos fin a la rivalidad que ha tenido lugar durante décadas. —El mayor hizo una pausa y miró a su hijo, que tomaba la mano de su pareja—. Os deseo toda la felicidad del mundo, ahora todos somos una gran familia y estoy muy feliz de ver a mi hijo convertido en un gran hombre.

Dante sonrió emocionado por las palabras de su padre y todos alzaron la copa para brindar por los recién casados. "¡Vivan los novios!" Se escuchó a lo lejos y todos corearon.

Aletheia subió al pequeño escenario en el que tenían la tarta nupcial. Tomó un micrófono y frente a ella había unos papeles que había escrito, pero su mano temblaba bastante.

—Dante, estas palabras son para ti, pero también son para Kamran —comenzó la joven omega—. Aún recuerdo cuando los dos jugabais a cambiaros para confundirme y os hacíais pasar el uno por el otro, erais muy traviesos y yo muy... diferente. Ahora entiendo lo que nos hacía diferentes, pero sois mis hermanos y siempre recordaré cuando jugábamos, cuando me cuidabais en el momento en el que conocí a Kiara para que no me pasara nada. Cuando te reías, Dante, de las trastadas de Kamran y le seguías el juego, pero tú siempre has sido más tranquilo. Tienes un corazón enorme, te gusta leer, la poesía y me alegro de que hayas encontrado el amor, aunque la forma fuese... Bueno, curiosa.

Todos rieron, pues sabían aquella historia a la perfección. La omega alzó la vista del papel y miró a su hermano.

—Ahora tienes una familia, pero espero que no te olvides de nosotros. De tu madre, que colecciona hongos y le gusta cocinar para un regimiento. De Cyno, que es fuerte, valiente y nos enseñó a jugar a las cartas. De papá, que nos enseñó que siempre hay que ser fuerte a pesar de las dificultades. De Kaveh, que ha sido como una madre más todos estos años. Del pequeño Yarim, que ya no es tan pequeño... De Kamran, tu otra mitad y... por supuesto, no te olvides de mí, porque siempre seré tu hermanita...

Aletheia acabó con los ojos llenos de lágrimas, no quería llorar, pero no había podido evitarlo. Dante sintió una punzada en su pecho y se levantó en cuanto su hermana bajó del escenario. No dudó en abrazarla con fuerza, era un día de muchas emociones, eso sin duda, y no era la primera vez que el alfa sentía ganas de llorar, ni sería la última.

—Te quiero, hermanita —susurró con una sonrisa cargada de nostalgia.

—Yo te quiero más... —dijo la chica y se abrazó con fuerza al contrario.

Tighnari tuvo que tomar un pañuelo para secarse las lágrimas. Todos parecían emocionados después del discurso de la joven. Incluso Yarim pareció enternecido y con ganas de echarse a llorar.

Después de la cena, los novios cortaron la tarta mientras todos aplaudían e incluso el pequeño Ajax quiso probar un poquito de pastel. Esa noche se quedaría con sus abuelos para que Dante y Kristov pudieran disfrutar de su noche de bodas. Más tarde todos pasaron a un nuevo salón de baile y las copas no faltaban. Todo era diversión y la gente parecía estar disfrutando realmente de aquel evento, del que los recién casados eran los protagonistas. La pareja comenzó y todos le siguieron en aquel vals, Kiara no tardó en sacar a bailar a su novia y Kamran tiró de Yarim hacia la pista, a pesar de la vergüenza inicial del menor.

Alhaitham miró a sus hijos y sonrió con cierta nostalgia, luego besó la mejilla de Kaveh, quien sostenía en brazos a la pequeña de la casa.

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