❥ ; 7 - Extraña convivencia

801 83 228
                                    




Kaveh temía que después de todo tuviera que deberle más favores a Alhaitham. No quería que lo revisara por completo, pero su pecho tenía distintas contusiones y signos de violencia. Al final decidió confiar en el médico, pero ¿a qué costa?

Había mentido, sí que lo habían forzado, pero no quería admitir que habían podido con él. Comenzó a llorar en el momento en el que creía que el doctor no lo miraba.

—¿Hace cuánto ha pasado esto?

—No lo sé, fue durante la madrugada... ¿doce? ¿Catorce?

—Tendré que darte la medicación, pero intuyo que no podrás pagarla.

Kaveh rodó los ojos. Puede que su distrito no fuera el más rico de todos y que ese doctor ni siquiera supiera quién era, pero podía pagar lo que fuera.

—Seguro que puedo— dijo con seguridad, pero al escuchar el precio se quedó mudo.

—Puedo avisar a Alhaitham, seguro que le ayuda.

Kaveh ya se había vestido después de que el doctor lo curase. Palideció. No, no quería que Alhaitham supiera aquello. Trató de calmarse y se aferró a la cama.

—N-no... No pasa nada.

—¿Estás seguro?

Kaveh suspiró pesado y barajó cuál de las opciones era peor. Volvió a sentir sus ojos húmedos y finalmente le dio su permiso al doctor para que llamase a Alhaitham. Iba a ser humillado de nuevo, aunque sabía que el único que se humillaba era él mismo en su cabeza.

Poco después, el doctor había vuelto con Alhaitham y, a juzgar por la expresión de este último, ya se lo había dicho.

—Voy a matar a esos infelices...— dijo el alfa totalmente enfadado. Nunca había soportado ese tipo de cosas, pero imaginar lo que le habían hecho a Kaveh hacía que su sangre hirviera. —Deberías haberlo dicho antes, no es momento para avergonzarse... no cuando podrías...— se detuvo a mitad de frase y tragó saliva. —Ya me he encargado de los gastos, así que puedes tomarte la medicación.

—No quería ser débil, pero soy débil, soy una mierda— dijo frustrado el omega. —Podría abortar en cualquier hospital clandestino por mi cuenta sin que nadie se enterase... Pero tengo que depender de ti para poder pagar una pastilla humillantemente cara. ¿Por qué tanto dinero para eso? Los omegas deberían poder tener más acceso a ese tipo de cosas. Todo el sistema está mal.

El doctor no dijo nada, solo dejó las medicinas pertinentes sobre la mesa y salió de la habitación. Probablemente sintiera que no debía escuchar aquello, le dejaría su mensaje a Cyno y el calendario de revisiones para ambos chicos.

—¿Por qué odias tanto a los alfas?— cuestionó Alhaitham un tanto ofendido. Estaba un poco cansado de esa actitud y de sentir que solo le molestaba cada vez que intentaba ayudarle.

—Porque no es la primera vez que abusan de mí— confesó y tomó la pastilla que había dejado ahí el médico. No tardó en tragársela esperando que aquello tuviera efecto y no tuviera que abortar en un hospital clandestino de todos modos. —Un hermano de mi padre, larga historia, era muy pequeño.

El alfa palideció y sintió una punzada de dolor en su pecho. No pensó que lo que pudiera estar ocultando detrás de esa expresión cargada de seguridad fuera algo tan terrible, pero ahora se arrepintió un poco por haberle juzgado.

—Lo siento... no lo sabía.

—No nos conocemos ¿recuerdas? Apenas sabes nada de mí, mi territorio no es el barrio rico como el tuyo con vuestras casas de ensueño, vuestras maravillosas bodas y vuestro maravilloso dinero. Estamos mejorando, pero cuesta y puede sonar egocéntrico, pero ha sido gracias a mí. Yo les di poder a los omegas, yo ordené constituir un laboratorio para los científicos, mis padres me dejaron una tierra por cultivar...— suspiró. —Solo tenía doce años y mi tío me... ayudó... mi pago era... prefiero no decirlo. Quizá sí que he tenido que depender siempre de un alfa.

Destinos entrelazados (omegaverse) [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora