Viviendo juntos|| Hakkai × An...

Da SandkotZ

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Hakkai tiene algo en común con Souya, el hecho de que ambos son los hermanos menores y han vivido consentidos... Altro

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Da SandkotZ

Manos quietas

Souya bostezaba en dirección a la cocina, en busca de un vaso con agua. Tenía las peores sensaciones por tener la garganta seca, ácida. Por miedo a tropezar, fue tanteando el aire, recordando donde estaban los muebles hasta pasar del sofá de dos plazas. A unos pasos llegó a la cocina para encender las luces.

El sonido del agua chocando con el vaso lo hizo desconcentrarse de todo, solo veía el agua, todavía con los ojos casi pegados por las lagañas y el sueño.
Se dio la vuelta para ver el lado de la sala y la televisión, por supuesto que no esperó ver un cuerpo largo, con una colcha por encima. Souya terminó bebiendo todo de golpe, el trago se escurrió en las comisuras de su boca, sintió ahogarse; tosió con ganas, y miró con escalofríos a la persona tendida.

—Apaga la luz...—murmuró Hakkai, dándose la vuelta en el incómodo sillón. Era alto, sus piernas salían.

—Dios mío...Hakkai— apenas supo tranquilizarse, bebiendo más, no había planeado llevarse un susto así en la madrugada.—¿Por qué duermes en el sofá...?

Hakkai no podía conciliar el sueño con luces encendidas, necesitaba plena oscuridad, era tan sensible a las luces que despertaba si las prendían. Llegó a taparse más, cubriendo su cabeza para retomar su descanso.

—Oye...¿No estás muy incómodo así?— el muchacho se rellenó el vaso para llevarlo a su habitación, yendo hasta Hakkai para tocarle los pies.—¿No era mejor dormir en el suelo?— se preguntó, había más espacio, y si tomaba en cuenta que Hakkai dormía en un tatami, no era mucha la diferencia.

Quería saber porqué no estaba en su habitación, sacó una lógica conclusión: Yuzuha se había quedado con toda el área. Ciertamente, era prudente darle privacidad, el departamento contaba con solo dos habitaciones, era pequeño pero acogedor, en caso de visitas tendría que sacrificar su cama.

Por otro lado, no veía complicaciones en compartir la recámara si eran hermanos. Souya con su gemelo siempre compartió todo y nunca le fue un problema hacerlo. Pensó que para Hakkai y Yuzuha era distinto, por sus géneros, incluso por el respeto que se guardaban.

Claro que no tenía conocimiento de que se pelearon por cuestiones familiares y decidieron no dormir juntos, en la misma noche que se reencontraban.

—Hakkai...— le rascó los pies desnudos, haciendo que recogiera las piernas e intentara hacerse bolita, cosa que casi lo hace caer porque no podía doblarse mucho en el sofá.— Hakkai, no te duermas aquí, si quieres acuéstate en el piso— le susurró. Sentía pena por él.

—No, estoy bien—volvió a cubrirse hasta la nariz.—Buenas noches Sou — estaba intentando dormir de nuevo.

Souya miró el pasillo, a su puerta abierta, analizando lo más fácil: su amigo era terco, si no estaba en el suelo era por algo. Volvió a sacudirlo de los pies, suavemente, esperando a que le diera más atención.

—Oye, aquí hace mucho frío, ¿Por qué no duermes en tu habitación?— quiso indagar antes de ofrecerle compartir su cama.—¿No puedes dormir con Yuzu-san?

—No es eso, le dejé mi habitación porque es mujer— respondió, dándose la vuelta.—¿Puedes apagar la luz? por favor...la dejaste encendida.

—Ah, sí — colocó su vaso en la mesa del centro para ir hasta la cocina, regresando a pasos cortos para terminar con su idea— ¿Te gustaría dormir en mi cama? Tengo más espacio ahí, así ya no te duermes torcido, lo digo porque después puede dol...

—Sí quiero—lo interrumpió, levantándose con ayuda, totalmente despeinado y un rostro agotado, somnoliento.

—Entonces vamos— fue extraño, no se veía capaz de invitarlo alguna vez a eso, pero ahí estaba, guiando del brazo a su grandulón amigo para dormir juntos.

Por suerte todo estaba en orden (gracias a Hakkai), el desperfecto eran las sábanas arrugadas, y un gran peluche en el medio. Souya se sonrojó, había olvidado que dormía con él, por suerte nunca fue juzgado por Hakkai.
Entraron ambos cerrando la puerta tras ellos, el ligero sonido hizo dar un brinquito a Souya.

Era la primera vez que compartirían una cama, una noche, y una emoción secreta.

Hakkai acomodó la almohada que venía cargando para echarse del lado izquierdo, tendiendo la colcha y estirándola a patadas vagas, en cambio Souya se metió más despacio a la cama, quitándose las pantuflas para luego taparse, no sin antes atraer a su peluche a su pecho para así abrazarlo.

Faltaban unas cuatro horas para el amanecer, mientras pensaban aprovechar el sueño. Dormir juntos fue mejor de lo que esperaron, no tuvieron empujones, ni quejas para el momento de despertar, salvo que a Angry le silbaba un poco la nariz, estaba propenso a resfriarse.

Durmieron dándose la espalda el uno con el otro; Hakkai no podía estarse quieto en una posición, giraba mucho, a sí mismo o a la almohada para sentir el lado frío.

Tampoco pudo dormir bien, pese a que la cama era más suave, no podía dormir por el hecho de estar junto al muchacho que le gustaba.
No veía nada por la oscuridad, pero así era mejor, más atrevido, más emocionante.

Creía que ya estaba dormido, quiso acercarse, tocarlo, abrazarlo del mismo modo que Souya lo hacía con su peluche, pero solo pudo quererlo en silencio. Demasiado cerca, demasiado lejos para recrear sus ilusiones.
Pasaron los minutos, alrededor de la media hora, Hakkai se durmió de verdad, y Angry, en busca de calor tomó la cobija de su amigo pensando que era otra suya, jaloneando de esta.

Cuando la luna comenzó su camuflaje con el cielo para no lucir tanto como el Sol, Hakkai, que había despertado temprano se dedicó a ver de frente a su amigo...
Apreció los ojitos cerrados, el cabello que tanto le llamaba la atención, a Souya con un peluche entre su pecho al que arrullaba, fue una imagen tierna.

Quiso mantener sus manos quietas, pero un impulso las llevó a tocar su nariz que rozaba con la colcha, y otro impulso lo hizo acercarse, dejar que su mano recorriera en el aire, siguiendo la curva y postura del cuerpo que estaba envuelto frente a él.

No fue capaz de tocarlo más, Souya estaba dormido. Despierto, de pie, en un dia común, lo hubiese abrazado por sorpresa, derrochado el amor que día con día nacía, pero estando así, solo pudo deleitarse.
En realidad, moría por ponerlo entre sus brazos y apretarlo, mientras Souya durmiera...

—No lo hagas—se detuvo cuando alzó la mano a la altura de la mejilla de Souya, subiendo hasta su frente —Lo despertarás ...— habló quedito, sin apartar el rizo que caía sobre su rostro.—Souya...eres tan lindo.

[. . .]

—Tápate Hakkai...— Angry lo estaba regañando mientras este supuestamente dormía, pues estaba con las piernas descubiertas, casi temblando, pero nada que se volvía a cubrir.

Claro, estaba olvidando que fue él quién le quitó la cobija.

Souya se escabulló de su cama, de mala gana, la alarma lo despertó puntualmente para prepararse para su primera clase en línea. Al menos, estaba contento de empezar a levantarse con la primera alarma y no con la quinta.

Salió para cruzar al baño, hallándola con seguro, preguntándose porqué.

—Voy, ya estoy por salir —avisó Yuzuha. Dicho y hecho, en menos de un minuto salió, con una toalla en la cabeza y ropa calentita.—Buenos días Souya, ¿Cómo amaneciste?

—M-muy bien, ¿Y tú?— respondió cohibido. La encontró muy linda esa mañana, se percató mucho en su rostro recién lavado y la frescura que soltaba, además de su dulce aroma natural.—Despertaste temprano.

—Sí, me levanto a esta hora.

Angry pensó que los hermanos Shiba podrían ser todo, menos unos dormilones. Al parecer, era de familia estar bien bañados antes de las 6.
Esperaba que Hakkai también se levantara pronto, pero lo vio tan "dormido" hace unos instantes que lo dudaba.

—¿Y Hakkai?

—En mi cama, sigue dormido— explicó, volteando a su habitación, haciéndose un lado para que lo viera Yuzuha.—Todavía duerme. Me sorprende porque Hakkai tiene un sueño muy ligero...—pensó en voz alta, sonriendo porque era mejor verlo en su cama que apretado en el sofá.

—¿Qué hace ahí...?—interrogó, intrigada. La pelea de la noche culminó con que Hakkai se iría a dormir en el sofá, ¿Entonces cómo terminó en la cama de Angry?

¿Fue solo una mentira, para no revelar a dónde se iría a dormir de verdad?

Souya se enteró muy tarde del porqué Yuzuha lo miraba expectante, con una ceja en alto. Habían señales de prejuicios. Entonces entendió que su autónoma respuesta se interpretaba mal, despertaba preguntas. ¡Pues claro! ¿Cómo pudo contar tranquilamente algo como eso?

—¿Duermen juntos siempre?

—No, no, es nuestra primera vez.

—¿Su...primera vez?

—Ajá, o sea, primera vez que dormimos juntos, quiero decir.

—Oh...entiendo— todo tuvo claridad. Alzó una mano a la altura de su boca, estaba muy atenta a la expresión corporal de Souya. Una mínima señal de su parte sería tomada en cuenta para su hipótesis.

Su hermano era muy reservado en ese aspecto que consideraba íntimo, haber hablado tanto de Angry en el pasado, era porque ambos tenían un vínculo, inclusive una relación especial.

"Son amigos con derechos."

Yuzuha sonrió, habría esperado cualquier cosa, menos esa. Se rascó la cabeza, nerviosa, asimilando el secreto de los dos varones. ¿Para qué necesitaba más pruebas?
Si ayer los vio abrazándose en la habitación, más tarde a su hermano tomándole de la quijada a Angry para atraerlo hasta su rostro, la señal de un beso que nunca se logró por la vergüenza del más bajo, y ahora la escena que alimentó su curiosidad. Si hubiese despertado antes, los habría encontrado in fraganti.

—¿Puedo pasar a tu habitación a despertarlo?

—Claro, adelante, pasa— la invitó. El sonrojo solo lo estaba delatando, dándole más razón a Yuzuha — Pasaré al baño, jeje.

Souya entró para tener una pequeña crisis por el mal entendido que causó sin querer, el cuál no supo resolver, incluso si tuvo la oportunidad. Yuzuha entró divertida, viendo que su hermano ahora abrazaba un peluche.

—Hakkai, buenos días, ya salió el Sol.

—Hermana...

—¿Dormirás más?— se sentó en una esquina de la cama, tomando por el hombro a su hermano.—Hey, Angry ya está de pie.

—Que bien...— fingía hacerse el dormido, aunque verdaderamente tenía sueño. Aun así, no se arrepentía del desvelo por compartir un momento tan agradable y meloso con Angry. —Tengo sed.

—Te traeré agua entonces— se encaminó a la cocina por eso, riendo sola.—Ay, son tan poco disimulados— supuso que sus días en el hogar de su hermano, serían divertidos averiguando "cosas".

(⁠ ⁠╹⁠▽⁠╹⁠ ⁠)

Hakkai estaba en problemas.

Las primeras semanas viviendo solo en su nuevo departamento fueron una experiencia totalmente placentera. Desde antes la confianza en ser independiente fue muy grande, sabía que era capaz de mantener todo a su alrededor en completa armonía.

En realidad, la vida marchaba bien. No le temía a la oscuridad, no se aburría en el departamento, le encantaba sentarse unos minutos y observar todo lo que tenía, estaba satisfecho con la compra. A sus veintiún años, era propietario de su primer hogar. Pero, no podía quedarse con todo el mérito, su padre era responsable de gran parte del dinero que necesitó para mudarse.

Lo único que podía extrañar de su antigua casa, misma que superaba rotundamente en espacio y comodidad lo que ahora tenía, era a su hermana. Finalmente estaban separados, en distintas ciudades, comenzando nuevas vidas.
Si las cosas estaban pintadas de rosa y los días eran soleados, tal cual como le gustaban, no entendía por completo la parte mala, no lo entendía hasta que su estómago rugía.

Hakkai Shiba se entrenó a sí mismo para independizarse, haciendo cada cosa por su cuenta, estudiando, practicando sus pasiones con las que pretendía ganarse la vida, pero dejó de lado una parte fundamental: cocinar.
Sabía lo básico, lo que todo adulto joven  era capaz de cocinar. Sin embargo, no bastaba, sus compras por comida instantánea y gastos no previstos al dañar la comida lo dejarían pronto sin su reserva monetaria.

Siempre se encontraba viendo tutoriales  para cocinar, haciendo todo al pie de la letra y con resultados fenomenales. Incluso las cosas desabridas se las comía, las partes crudas o quemadas, el arroz pastoso que parecía más un arroz con leche; era tan malo en la cocina, que pensaba seriamente estar bajo una maldición. No podía siquiera cortar fruta porque de alguna manera extraña, quedaba con un sabor extraño en su paladar (y era por usar el mismo cuchillo para todo).

Con el paso de las semanas, se hartó. Ya no soportaba comer pollo a la plancha, pues ni siquiera tenía sabor aunque estuviese condimentado, ya no quería platos de cereal y leche, tampoco sandwiches de jamón y queso, mucho menos fruta picada, si bien la amaba, también era cara, debía considerar otras cosas.
A veces solo comía gelatinas, o las famosas sopas instantáneas; se daba el lujo de ir a restaurantes a desayunar, o a cenar él solo. Y porque no, la comida a domicilio era otra solución.

La comida no era solo el único problema que se estaba creando, también la abrumadora soledad. Llegaba a casa contento de que nadie lo molestara, que su hermana Yuzuha ya no le regañara por cosas banales, entraba como único dueño, pero el silencio era lo peor. El silencio era hermoso, tan hermoso que aterraba cuando solo era eso.
Jamás creyó que estaría días sin hablar, solo escuchando música, hasta que sentía la necesidad de decir algo en voz alta, un pensamiento intrusivo, algo, para recordarse su presencia.

Y así, un día sin mucho que hacer, entró a internet a postear cosas en redes sociales.
No consideró el peligro de dar su ubicación, pues dudó que alguien contestase y de verdad asistiera a su hogar.

Recibió muchos mensajes en los días siguientes, atendió algunos hasta el punto de pactar un encuentro y enseñarles la habitación en renta.
Así, a su puerta llegaron cinco personas, la sexta fue la más interesante.

Cuando lo encontró cara a cara, lo confundió con el repartidor de comida, por la mochila que traía consigo, cuando en realidad era el último joven con el que habló brevemente en internet.

—Buenas tardes, me llamo Souya, encantado de conocerme— saludó con una ligera reverencia, corrigiendo al instante.—Perdón, que gusto verle. Vine a ver la habitación que tiene en renta...¿Sí sigue en renta?— dudó, pensando que interrumpía. Se asomó al número del departamento, para comprobar si estaba en el lugar correcto, por décima vez.

Lo estaba.

—Souya, un gusto, soy Hakkai.—Devolvió la reverencia, apartándose para dejarle entrar—Por un momento te confundí con alguien más, adelante.

Hubo curiosidad por saber que llevaba en la mochila tan grande y pesada sobre su espalda.

Angry entró, viendo todo el salón principal con ojitos iluminados. Adoraba la estética, el orden, las paredes blancas y el buen aroma del ambiente.

—La habitación que tengo en renta es la del lado derecho— lo guió hasta ella, abriendo la puerta.—No es tan grande que digamos, pero para una persona cabe perfecto.

—¡Está linda!— entró al lugar, todo estaba vacío,  listo para recibir a quién sea digno.

Hakkai comenzó a contar las características, a describir la zona, a decir los motivos falsos por los que buscaba un rentante, ocultando el hecho de que era el dueño, diciendo que  también rentaba y había obtenido autorización del dueño para vivir con alguien más.

Pensaba que Souya se iría pronto así como el resto que al detectar su aroma a omega, desistieron de la idea para evitarse problemas. No obstante, Souya jamás se detuvo a mentir, a huir con una excusa inventada, por su parte, se enamoró del departamento.
Quedaba cerca de dos universidades, tenía buena localización, en la esquina estaba una de las avenidas más transitadas y muchas rutas pasaban por ahí, además Hakkai se miraba muy amigable como para tomar el riesgo de vivir con un desconocido.

No hicieron mucho rodeo en un contrato simple a puño y letra, en donde Souya pagó el depósito inicial, y ese mismo día se mudó con sus cosas. El joven se había independizado, solo que con una realidad alejada a la de Hakkai.

Tuvo que dejar su casa para vivir cerca de la universidad, para trabajar y pagarse los estudios, la renta, y su vida en realidad. Era afortunado de encontrar un buen lugar en su primer día de búsqueda, pues no podía andar con el camión de la mudanza dando vueltas por la ciudad, el cobro sería bastante y tendría que aguantarse el hambre los días siguientes.

—Oye Souya, por casualidad...¿Sabes cocinar?

—Sí, soy bueno cocinando. Trabajo en un restaurante.

Hakkai se sintió bendecido, los ángeles lo escogieron como su favorito.

Solo tendría que convencerlo de alguna manera, o manipularlo para que le ayude en la cocina, a mejorar sus habilidades o bien, a qué le ayudase en los alimentos.
Pensó que en el futuro, podrían colaborar de ese modo, y no resultó equivocado.

Meses después, Souya se haría cargo de la cocina y Hakkai de abastecer la alacena y el refrigerador la mayor parte del tiempo.
La primera vez que se conocieron, no fue algo mágico, tierno o muy divertido; fue solo un encuentro normal, que cambiaría con los meses.

[. . .]

Yuzuha se había marchado tiempo atrás, para cumplir con sus obligaciones. No olvidaba que su visita era por asuntos laborales.

—No puede ser...¡Mierda!— Angry corrió hasta su armario, escogiendo apresurado camisas y pantalones —¡¿Por qué hasta ahora?!

—¿Pasa algo mi vida?— Hakkai se paró en la entrada de la habitación, viendo a su compañero recoger la mochila y apagar la laptop de su clase virtual.—¿Qué pasó...?

—¡Hoy tengo clases presenciales!

—¿Cómo...?

—El profesor ese avisó de madrugada que nos tocaba la clase en la universidad, me tengo que ir, empieza ya en diez minutos.

—¿Crees que llegues a tiempo?

—Sí, está a quince minutos... Mínimo llegaré dentro de la tolerancia.

—¿Te acompaño?

—No es necesario, ya me voy — Angry se deshizo del short que llevaba, poniéndose los pantalones, prácticamente, cambiándose delante de su amigo, quién no apartaba la vista.

Hakkai sonrió por verlo de esa forma, por ver sus piernas más desnudas; para su mala suerte, Angry era audaz en cambiarse. Rápido estuvo con ropa más formal.

—Oye pero, hoy también trabajas cariño, y tu clase es de dos horas, ¿Te dará tiempo llegar al trabajo después?

—Tsk, es cierto— Angry maldijo otra vez entre dientes, sacando su uniforme sin planchar —Me lo tendré que llevar entonces, gracias por recordarme Hakkai. Me iré de la uni al trabajo directamente.

—Está bien, solo ve con cuidado, ¿Sí?— se fue a la cocina para rellenar el botellón de agua de Angry, y servir la comida del día en un topper — Toma cariño, apenas quisiste comer en el desayuno, no te vayas sin nada de comida.

—Muchas gracias Hakkai, gracias — aceptó alegre, guardando todo.—Te traeré...

—No es necesario bebé, ya he comido mucho pastel. Pero anda, ¿No se te olvida nada?

—No, creo que ahorita no— abrió la mochila para verificar de manera visual.

—El cubrebocas.

—Ya decía yo— estaba muy estresado por enterarse a última hora. Odiaba estar bajo presión por descuidos suyos, aun si no era culpa propia.

—Yo te lo traigo, tú ve saliendo — lo empujó con suavidad hacia la salida. Fue en búsqueda del cubrebocas y demás cosas que metió a la mochila, excepto de la primera cosa que entregó en la mano, sosteniendo desde las tiras.—Ya, ahora sí puedes irte.

—Voy muy tarde—se clavó los dedos en la cabeza, tenía más fruncidas las cejas que de costumbre. Angry estaba estresado, ciertamente odiaba estar así.

—Toma, un amuleto de la buena suerte—Hakkai lo tomó desde los hombros, contribuyendo a jugar con el tiempo. Se acercó hasta la frente de Angry, dejándole un besito.—Listo.

—¡Ha-Hakkai!—alzó la mano para tallarse en la frente, bajando la cabeza a medida que sus mejillas se calentaban para ruborizarse.—¡No me beses!

—¿Por qué lo borras?— hizo un puchero con los labios.— Ahora tendrás mala suerte, a menos que te dé otro...

—¡No! Ya, nunca llegaré así, me voy Hakkai, te veo en la noche.

—Entiendo...hasta entonces—lo soltó, viendo como desaparecía del frente, asomándose al pasillo y notando cómo corría en las escaleras, teniendo el impulso de gritarle.

—Espero que le vaya bien...

—¿A dónde va Angry?— Yuzuha asustó a su hermano, apareciendo desde el otro extremo.—¿Está bien?

—Sí, está bien, es solo que hoy tenía clases en la universidad y se le olvidó — se sentía herido al no recibir una despedida calurosa.

Siempre pensaba en cómo serían los besos de Souya.

Cada día, suspiraba más seguido por él, cosa de la que nunca se daba cuenta Angry. Demostraba todo su afecto con nuestras físicas y palabras, en donde ninguna era demostrada igual.

Su amigo le quería, eso era obvio, pero no de la manera que él deseaba.
A Souya no le gustaba Hakkai, no se sentía atraído, por eso nunca devolvería un beso.

"Ya llegué, estoy en la uni, ando buscando el salón"

Sonrió al ver su mensaje. Realmente lo había conseguido, llegar en tiempo récord.

"¿Cómo llegaste tan rápido?

Tomé un taxi, el maldito me cobró como si le hubiera pedido ir al aeropuerto, ni siquiera está tan lejos la uni.

Se quiso aprovechar.

Seguro."

¿Souya bebé?— Yuzuha miró la conversación a escondidas no tan discretas, pues estaba de pie detrás de Hakkai. —¿Por qué le dices bebé?

—Así me tratabas tú antes, ¿No?

—Pero yo soy tu hermana, es distinto.

—¿Por qué tendría que serlo?

—Porque son amigos...los hombres no son tan cariñosos— pensaba así, por influencia de un solo hombre con el que vivía.

—Yo sí lo soy, parece que no me conocieras—agarró la mano de su hermana que estaba sobre su hombro, para darle un beso en el dorso— Me voy a entrenar hermanita, vengo en la tarde.

—Está bien, ¿Cómo a qué hora?

—A las 5 o 6.— Se levantó de la silla, alcanzando con la mano su mochila deportiva.—¿Te gustaría acompañarme?

—Pues ya estoy desocupada, puedo ir.

—En ese caso ven conmigo.

Los hermanos Shiba conversaron a montones en el camino a pie, a cada rato halagaban el cielo, al clima refrescante y las bonitas melodías que había en los establecimientos que cruzaban.

—¿Por qué me lo ocultaste tanto tiempo?

—¿Qué cosa?—volteó hacia ella. Tenía la mala costumbre de morderse los labios y arrancarse tiritas, por lo que siempre los traía como si estuvieran por echar sangre. Y eso ardía.

—Que estabas en un equipo de básquet a nivel estatal...

—Ah, se me pasó decirte.

—Eres un menso, eso es un gran logro y se lo ocultas a tu hermana mayor—le dio un golpe en la espalda, sin ser brusca.

—No es la gran cosa, son cosas que pasan—se pasó de humilde ignorando que estaba en uno de los mejores equipos selectivos.

—Estoy hasta segura que Angry lo sabe.

—En realidad no, sabe que entreno pero piensa que voy a un gimnasio.

—También vas a un gimnasio—era consciente de eso por las fotografías que le mandaba ocasionalmente.

—Sí claro, me gusta entrenar.

—Así que por eso te va tan bien...—suspiró.— Ya veo que el dinero de papá no es necesario.

—Me independicé, él me ayudó a comprarme el departamento, sería descarado pedirle más.

—Estoy feliz por ti, Kai— lo agarró del brazo para pasarlo sobre sus hombros—Mamá estaría orgullosa de que su bebé esté teniendo éxito.

—Estaría muy feliz de los dos, tú no te quedas atrás, licenciada—bajó la mano para apretar del brazo de Yuzuha, tiernamente.


Quiénes le vieran, entenderían que ambos estaban felices por tenerse el uno al otro.

—Oye Hakkai...—se apegó, casi susurrando.— ¿Qué hay de tu celo? ¿Podrás entrenar bien así?

—Tomé medicamentos, y ahora que estás tú, simplemente se me fue.

—¿Tan rápido?

—Lo sé controlar, todo está en la mente.

—Bueno, me quedo más tranquila así. Eres distinto a los otros omegas.

—¿Será?

—Tienes más pinta de alfa.

—Tengo pinta de no querer entrenar hoy ...—mientras más se acercaba, menos ganas tenía de caminar.

Pero era por el bien del equipo que todos asistieran y participaran, principalmente el jugador que los salvó en los últimos partidos: Hakkai.

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