Taming the lynx [Omegacember...

By Tsundere_Kitty

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Ash Lynx está decidido a destruir a Dino Golzine y llegar al fondo de lo que es banana fish, el plan es simpl... More

1. Autocontrol.
2. Voz.
3. Aroma.
4. Instinto.
5. Colmillos.
6. Supresor.
7. Celos.
8. Ofrenda.
9. Ronroneo alfa.
10. Gargantilla.
11. Gruñido.
12. Bozal.
13. Ojos de cachorro.
14. Prendas con aroma.
15. Collar de protección.
16. Ronroneo de omega.
18. Parche.
19 Celo alfa.
20. Cuello.
21. Púas en la lengua.
22. Nido.
23. Celo omega.
24. Impregnación de aroma.

17. Mordida.

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By Tsundere_Kitty

Hi~ Poniendonos de a poco al día pero en este perfil se vive de fe, este capítulo la verdad se me hace muy lindo e intimo, tiene una de las referencias que no puede faltar cuando se trata de BF así que espero que lo disfruten. Y friendly reminder de que como esto está medio inserto en el canon los personajes están en modo de supervivencia, por ende, hay que ser realistas, digamos que la terapia no es una prioridad cuando la vida está en juego, es mantenerse vivo, entonces tampoco sean tan duros con personajes que hacen lo mejor que pueden con lo que tienen y se nota el cambio, Ash dentro de todo es más comunicativo, puede que sea poquito, pero cambios a fin de cuenta.

Este capítulo es para Girasoles_de_colores, te veo desde hace muchito por mis historias pero nunca había tenido la chance de agradecerte como se debe por todo el apoyo y el cariño, así que espero que estos momentos de confort sean de tu agrado.

—Si realmente les interesa lo que voy a contarles. —Ash dice, primero lo hace como una provocación puesto que entiende la delicadez de la situación, sin embargo, adora la cara enfadada del omega con sus cejas arqueadas, sus mejillas de hámster obeso y sus penetrantes ojos oscuros—. Probablemente lo primero que querrán saber es dónde nací, y lo asquerosa que fue mi infancia.

—Realmente no quiero saberlo.

—Y qué hacían mis padres antes de tenerme a mí. —Lo omite—. Y todas esas gilipolleces estilo David Copperfield.

—¿Tienes que hacer eso ahora? —No, no tiene que hacerlo ahora, de hecho debe ser el peor instante para leer el guardián entre el centeno, pero vamos, necesita sentirse reconfortado y para la desgracia del moreno su fuente de felicidad más grande es fastidiarlo como un crío—. No tengo ganas de oírlo.

—¿Eh? —Ash crispa una ceja, hay crema de afeitar entre sus dientes, sospecha que el nipón esparció adrede la espuma hacia su boca para ver si se callaba—. Dijiste que te interesaban mis libros favoritos ¿verdad?

—Sí, pero ya me los leíste en la biblioteca.

—Antes de que te secuestraran, cierto. — Es irónico. Mierdoso. Grosero—. Nunca es suficiente sobre Hemingway o Salinger además.

—Sí es suficiente. —Entonces como Eiji es un aguafiestas se inclina para quitarle los lentes de la cara, queda tan cerca que Ash apenas consigue respirar, siente un cosquilleo casi eléctrico el momento en que sus manos gentiles acunan el marco para poner los anteojos en la mesita—. Pórtate bien o verás.

—Conejo mal genio.

—Lince mimado.

Ash quiere reír por la ironía de la palabra, sin duda "mimado" es un adjetivo que no asocia a él mismo porque la única persona que alguna vez lo consintió está postrado en una silla de ruedas pudriéndose en Cape Cod, pero asume que esa es la cosa con Eiji, no necesita sostener apariencias o adivinar cuál rol espera que satisfaga como moneda de cambio por su amabilidad, no, por muy inverosímil que se pueda escuchar Eiji lo quiere por quién es inclusive si es caprichoso, pesado, creído, burlón y aniñado.

¿Quién lo diría?

Así que supone que le puede dar en el gusto y deja de lado la novela permitiendo que el nipón pueda amarrarle correctamente una bata blanca, la tela le cubre desde el cuello hasta las rodillas, al parecer los hábitos de señora de su compañero son obsesivos en relación a la limpieza, sin dejar ir su hilo de pensamientos sostiene un bol con agua en su palma, se siente pesado y caliente, el vapor que emana entremezclado a las feromonas de Eiji lo intoxican al punto de que sus músculos se derriten sobre la silla, no sabe si es adrede o instintivo, más, Eiji siempre libera aromas para apaciguarlo.

—¿Tienes experiencia haciendo esto? —Ash se remece debajo de la bata, sus ropas son andrajos (en palabras de Yut-Lung) y aun así, no quiere lavarlas, son las tres de la mañana, no tiene ganas de hacer nada más que esto—. ¿Afeitando?

—Un poco a Ibe-san, sí. —Entona—. A mi papá cuando estuvo más enfermo, él siempre se vio pulcro.

—¿Tu papá estuvo enfermo?

—¿No te había contado?

—No. —Ash frunce el ceño—. ¿Cómo es posible que me omitas tantas cosas de ti? —La pregunta es genuina, teme no saber nada sobre su sufrimiento, al mismo tiempo, ¿qué ganaría si supiera? Apesta reconfortando a las personas, desde Shorter a Skip se lo han hecho saber.

—No me gusta mucho hablar de mí, no hay nada interesante qué decir. —Quiere contradecirlo y Ash se tiene que morder el labio para no hacerlo, a juzgar por la expresión tristona de su compañero ese no es minuto para validarlo—. ¿Por qué estabas despierto tan tarde? —Porque sufre pesadillas sobre Griffin, Max, Cape Cod y su papá.

—Me cayó mal el natto. —Miente con descaro ganándose una patada, ahí está el Eiji de siempre que es capaz de contener—. Por eso ¿y tú? ¿Por qué estabas despierto pasado tu hora de dormir, abuelo?

—Me cayó mal el hot dog que me obligaste a comer.

—Y eso que no has probado el más grande todavía.

—¿El más grande?

—Ya sabes. —Le guiñe un ojo—. El mío.

—¡Ash! —El hijo de puta lo patea incluso si está indefenso en una silla de peluquería—. Basta de ese tipo de bromas.

—¿Por qué? ¿Te ofende que el tuyo sea pequeño?

—¡Ah! —Eiji le estampa un puñado de crema de afeitar sobre el rostro y la espuma se le mete dentro de la nariz.

—¡Tú! ¡Bastardo!

Quiere gimotear y quejarse, más acaba riendo, es tan tonta la situación, ni siquiera recuerda la forma en que se pusieron de acuerdo para jugar al salón, Ash acababa de despertar de una pesadilla porque la visita de Yut-Lung reventó su burbuja de disociación, ahora precisa hacerse cargo de lo mucho que lo hirió saber que su hermano seguía con vida y lidiar con los fantasmas que creía muertos, pero solo estaban esperando para atacarlo, quiso ir a fumar un cigarro cuando encontró a Eiji mirando la noche desde el ventanal, entonces el omega le arrojó una sonrisa que él interpretó como una invitación, eh acá el resultado.

Son las tres de la mañana.

Están jugando al salón.

No dice más, Eiji procede a deslizar la cuchilla por su barbilla, nunca le ha permitido a nadie sostener un arma tan cerca de su cuello porque si quisiera podría degollarlo, sería tan fácil cortarle el pescuezo y dejarlo morir desangrado y sin embargo, es Eiji de quién está hablando, su Eiji, su libertad, su hogar.

Por eso, mientras Eiji se concentra en su labor él se permite deleitar con el festín visual que tiene, le da miedo que su alfa empiece a ronronear pero al carajo, se inclina, incluso en la oscuridad vislumbra perfectamente sus facciones cinceladas: sus pestañas entintadas en racimos recatados, sus hombros firmes que se aprecian a la perfección en su musculosa, sus brazos tonificados, su rostro de bebé, su piel cobriza que bajo el albor de la luna parece caramelo, sus cabellos esponjados y realmente negros junto a unos ojos imposibles de describir. Etéreos. Hermosos. Brillantes.

—¿Qué pasa? —Cargados de amor—. ¿Por qué me miras tanto? ¿Te da miedo que esté haciendo un mal trabajo? —El alfa traga duro, la ternura de sus roces se derrite como estática líquida mientras la cuchilla hace su trabajo, está afeitándolo, está mimándolo, sí es un lince mimado.

—Primero, es imposible que hagas un mal trabajo con esta cara.

—Presumido. —Eiji chista en voz baja, más, no está negando acerca de su atractivo, es estúpido, Ash es consciente del efecto que su belleza provoca en los hombres y aun así, de Eiji le da vergüenza.

—No estás diciendo que soy feo.

—No. —Pero Eiji—. Tienes razón, nunca podría hacer un mal trabajo con tu cara, eres hermoso, Ash.

—Ah. —No sabe qué contestar, retoma el hilo anterior—. Y me estaba fijando que aun si eres mayor no tienes ni un solo vello facial.

—Sí, bueno, los japoneses somos más lampiños.

—Así veo. —¿Qué diablos es esto? ¿Qué le pasa a su cerebro estando con él? Lo único que vislumbra es que la sensación se vuelve aún más intensa cuando sus dedos pasan de su manzana de Adán hacia sus glándulas aromáticas, es un lado sumamente íntimo para los alfas, más, Eiji impresiona no poseer ni la más mínima idea de las cosas que está despertando—. Oye, Eiji.

—¿Estás...? —El nipón contiene una risita—. Estás ronroneando otra vez, eso es muy lindo.

—Ronronear es para personas especiales. —Ash se maldice en voz baja intentando callarse, más, sus intentos son vanos —. Pero debes tenerlo más que claro.

—¿A qué te refieres? —Eiji deja de lado los implementos de la barbería, le limpia la espuma pasando una toalla tibia sobre su cara, se siente bien, tan bien que quiere quedarse ahí para siempre.

—Tú ronroneas para Sing.

—No me digas que estabas celoso por eso.

—¿C-Celoso? —Se atraganta con la espuma—. ¿De un mocoso? ¡Ja! ¿Por qué diablos me importaría? Es cosa tuya a quién le andas ronroneando y dejando que te acaricien, mostrándote vulnerable, frágil y transparente, es cosa tuya elegir a tus personas especiales. —Aunque me duele no estar ahí.

—Ven. —Eiji se mueve a la cama—. Siéntate a mi lado, vamos a charlar. —Pésima idea considerando que Ash le teme a la comunicación humana como el inadaptado que es.

Pero obedece pese a sus mecanismos defensivos, «¿por qué?» se preguntarán por toda la reticencia.

Simple, porque ama a Eiji.

Así que se quita la bata para sentarse a su lado, no lo mira, le da miedo hacerlo y aun así no ser capaz de desglosar qué sentimiento retienen sus ojos cafés, más, esa es la cosa con Eiji, es un misterio pese a estar a simple vista, se cuestiona una infinidad de veces ese inexplicable magnetismo que hace que no logre apartarlo de su lado, irónico, ¿no? Probablemente en otras circunstancias no habría dudado en mandarlo de regreso a Japón refiriéndole que estaría a salvo y bla, bla, bla, porque Eiji es lo mejor que le ha pasado en la vida y Ash no sabe ser feliz, por ende, su primera reacción habría sido asegurar su soledad hiriéndolo lo suficiente para que no le quiera ver la cara otra vez.

Pero acá no, no comprende si es cosa de alfas y omegas, si es porque ambos son sujetos de la misma droga, porque Ash teme que Dino lo encuentre sabiendo a ciencia cierta de lo que es capaz, pero no se apartará de Eiji. No puede. No quiere.

¿Para qué?

—Háblame de esos celos. —Posiblemente nadie pueda hacer a Eiji tan feliz como él y sí, la afirmación es sumamente petulante, ¿quién es Ash para decir que puede hacer algo bueno? Nadie y aun así acá está construyendo castillos en el aire solo porque Eiji le dijo que podía hacerlo y él le creyó, vaya que se ha puesto idiota con esto del amor—. Por favor.

—No son celos. —Insiste—. No es eso. —Y se miente sabiendo que el instante en que decida mirarlo a los ojos será su perdición. Dicho y hecho. Ash queda rendido.

—¿Sí? Porque lo dijiste muy pasivo-agresivamente.

—No sé de qué estás hablando.

—Ash. —Eiji lo toma de la mano y es todo—. Sé que te cuesta hablar de esas cosas, pero prometimos que lo intentaríamos y realmente quiero entender qué está pasando contigo, así que explícame, sino son celos ¿qué otra cosa es?

—Son celos. —Se arranca la espina—. Tienes razón, lo son.

—Necesito que me expliques un poco más ¿puedes hacerlo? —Vaya consulta, ¿qué no haría por Eiji?

—Son celos. —Lo reitera atontado preguntándose si el horror de toda la situación lo impulsa a buscar la belleza en lo cotidiano de manera casi religiosa—. Me da miedo no ser importante para ti, no tanto como para que te conviertas en un conejito y me dejes acunarte, me da miedo que puedas mostrarte así de vulnerable con Sing y conmigo no porque quizás una parte tuya sabe a lo que se expone puesto que viste con lujo y detalles de lo que soy capaz, me da miedo que te estés forzando a quedarte acá.

—¿Por qué haría eso? No me forzaría.

—Porque eres Eiji, por favor. —Chista—. Eres Eiji y por eso antepones al resto, ¿crees que no me doy cuenta de lo mucho que te afectó el tema de Dino? Es esperable que te desmorones por eso y mucho más considerando que tú no vienes de este mundo de violencia pero te has forzado a fingir que estás bien porque no quieres dar problemas ¡eso me da miedo! Que te estés forzando a quedarte conmigo incluso si me tienes terror, no te culparía por tenerlo, estaría bien.

—Ash.

—No te culparía, siendo franco. Pero aun así, me duele un poco. —Ash aprieta sus puños justo sobre sus rodillas, se siente como un gatito abandonado en el basurero, maullando y maullando, dando un poco de pena y lástima para ver si así consigue migas de amor—. Es una tontería. —Realmente lo es.

—No lo había interpretado así. —Pero Eiji es su cable a tierra, evita que la catástrofe escale—. Nunca hubiera pensado que te sentías así tampoco, lo siento.

—No tienes que hacerte cargo de mis problemas.

—No tienes que ponerte tan a la defensiva cuando alguien quiere ayudar.

—No tienes que ayudar a alguien sin esperanza.

—Basta, aterricemos esto.

—No hay nada que aterrizar, te doy miedo, soy un asesino, mandé a mi hermano a la guerra, derecho a convertirse en un ratón de laboratorio porque nunca puedo hacer las cosas bien y...

—Griff. —Y parece que sí había tema—. Dijiste que verlo no te había afectado tanto. —Ash se encoge de hombros evitando deliberadamente su mirada, no ansía admitir que le afecta, es mucho más fácil tapar el sol con un dedo y fingir demencia—. ¿Estás listo para hablar de eso?

¿Alguna vez lo estará?

Ash se encoge dentro de su camisa, sus manos se tensan sobre sus rodillas, todavía es muy temprano pero al mismo tiempo demasiado tarde para estar lidiando con eso, Griffin es un tema malditamente sensible, no ansía admitirlo, no se lo permitirá, más, desde que sabe que está vivo, aun con el cerebro podrido por la droga y el cuerpo parapléjico, incluso si es un puto cascarón en el que no queda ni un resto del recuerdo de su hermano está esperanzado, odia eso. Se culpa. Se compara. Y más que nada se flagela, ya que si le hizo eso a Griff, la persona que más amo cuando todavía era inocente ¿de qué es capaz ahora con Eiji? Ese es el tema. No Sing. No Griffin. No la barbería. No los celos.

—No creo ser capaz de amar. —Y cuando amo a la gente la termino lastimando—. Y quizás me estoy tratando de convencer de que estarías mejor con alguien más, de que podrías estar a salvo de verdad pero es duro ya que siempre hay una parte mía que se niega a dejarte, entonces hago cosas confusas.

—Bastante confusas. —El omega lo valida con una sonrisa—. ¿Qué te hace pensar que no tienes esa capacidad? Eres una persona, la tienes.

—No sé. —Ash baja la mirada—. He visto tantas cosas. —He hecho tantas cosas—. Qué es duro saber que puedo hacerlo en teoría y no en la práctica.

—Yo creo que sí puedes amar.

—¿Sí?

—Sí. —Eiji tararea—. Yo creo que amas a tu manera protegiendo a la pandilla, por ejemplo, cuidando de Skip, siendo un amigo para Shorter incluso si a veces te cuesta, dejando a Max tomar un papel de adulto a pesar de que te sea duro ceder el control, hasta con Yut-Lung te estás portando más amable.

—Qué asco. —Chista—. No digas cosas asquerosas.

—Y creo que me amas a mí.

—Oh.

—Sí. —Las mejillas de Eiji están totalmente sonrojadas cuando dice esa confesión—. Me amas, lo sé.

Por supuesto que lo ama, Ash sería capaz de atravesar el infierno de ida y vuelta, de dispararse en la cabeza para mantenerlo a salvo, de vender su alma, de usar su cuerpo, de despedazarse pedazo por pedazo, de volverse a construir, de entrar a esa cabaña fantasma, de rescatarse, de dejarse morir, de dejarlo ir. Ash sería capaz de hacer lo que sea por Eiji porque lo ama.

Pero ¿para qué decirlo?, ¿qué ganaría con ello además de lastimarse por algo que nunca podrá ser?

—Vaya, pero qué afirmación más narcisista, onii-chan. —Ash lo toma del pelo para molestarlo, no es capaz de tolerar tanta incomodidad emocional.

—Quizás lo es. —Ríe apenado—. Pero me lo demuestras siempre.

—¿Cómo? —¿Cómo puede saberlo si trata de disimularlo?

—Para empezar. —Sus manos se entrelazan—. Llegas a casa, llegas a mí.

—Esa no es gran cosa.

—Has hecho mucho más que eso, genio.

—¿Cómo qué? —Entonces Eiji le ofrece una sonrisa repleta de sinceridad casi como si hubiera estado esperando esa pregunta para quemarlo con su resplandor, queda hecho cenizas.

—He visto lo duro que ha sido mantenerme a salvo, te he visto luchar contra ti mismo para contarme cosas que son difíciles, para dejarte ser tú mismo, te he visto lidiar con gente mala y te he visto pasar por experiencias terribles y levantarte, te he visto conocer lo peor del mundo, eso duele, me gustaría hacer algo para impedir que te pasen esas cosas, daría lo que fuera por poder hacerlo. Pero eres tan fuerte, eres la persona más fuerte que he conocido, mucho más de lo que tú crees. Y te veo levantarte cada día, no tanto por ti, sino por quienes amas, por mí, incluso si suena petulante.

—No lo es. —Ash aprieta la mano de vuelta—. No es petulante decirlo, también te he visto hacer lo mismo por mí. —¿Por qué? La respuesta le aterra demasiado.

—Y sé que no puedo hacer nada para cambiar tu pasado, para evitar que lo pases mal e incluso temo que no hay mucho que pueda hacer ahora además de no estorbar tanto pero puedo estar acá, puedo estar para ti y ser un refugio, es una tontería aún peor, lo sé. Pero lo que trato de decirte Ash, es que sé que me amas ya que eso eres tú para mí: un refugio incondicional para pasar las tormentas, nunca he sentido que tengo que pasarlas solo a tu lado.

—Eiji.

—Lo siento, suena que te estoy utilizando. —Ríe con tristeza, como si se hubiera roto—. Y te prometo que no es así, no estoy tratando de pedirte nada.

—Tranquilo. —Evita que escale—. No me lo pides, lo sé.

—Si yo amara a alguien intentaría hacer eso al menos. —Eiji se pierde en su mente—. Y eso trato de ser para ti.

—Debería hacer más. —La culpa es una daga infectada—. Seamos realistas, Eiji. Tienes una vida que te está esperando, eres un omega, tienes una carrera por delante y probablemente algún día tendrás una linda familia y yo me veré como un mal recuerdo. Mereces todo el romance de las castas, sentirte seguro con las feromonas de tu alfa o poderlo dejar morderte sin temor a que te hiera.

—Me gustaría que tú me mordieras.

—¿Qué? —Ash se limpia la oreja, no pudo haber escuchado bien.

—Me gustaría que me mordieras.

—Soy un lince. —Enfatiza—. Tú eres un conejo, te mataría.

—Sé que sonará intenso pero si alguna vez me tiene que morder un alfa realmente deseo que puedas ser tú algún día.

—Si te amara como dices no te mordería, no te amarraría a eso. —No te amarraría a mí.

—Si me amaras como creo que lo haces...serías lo suficientemente valiente para ver la verdad. —Eiji suelta sus manos—. Pero todavía eres un cobarde, Ash.

—¿Cuál es la verdad entonces? Ilumíname.

—Qué estás eligiendo por mí, no me estás protegiendo, me estás pasando a llevar.

—Pero...

—Y que de todas maneras, sería problema mío si decido amarte o no.

🐾

Ash despierta de golpe.

La bilis le sube en la garganta, el sudor le hierve en el cuerpo, su respiración errática tensa y destensa los botones del pijama, no pudo volver a sí mismo luego de esa conversación con Eiji, lo intentó, Dios sabe que trató de enfocarse en las reuniones, los asesinatos y los negocios con dinero ensangrentado pero los fantasmas de su hermano volvieron para atormentarlo con el amor que no le podrá dar, aun es de noche, Eiji está durmiendo al lado, puede escuchar todavía los gritos de Griffin en las pesadillas, los toques de esos extraños, las sombras distorsionadas y las feromonas atestadas.

Quiere vomitar. Va a vomitar al baño.

Ahora que lo recuerda a él intentaron morderlo cuando aún era niño, no se había manifestado y aun así por su apariencia apostaban que sería un omega, no era raro en los clientes, hasta sus tutores se tentaban, Dino lo decía, los seducía como una puta y por ende, él era el castigado. No quiere recordar nada de eso. Se tira agua helada a la cara. Pero sus manos están temblando y las memorias no paran de llegar casi como si hubiera roto un grifo y ahora le es imposible de cerrar, ¿quién intentó morderlo primero? Cierto.

Su entrenador, pero qué hilarante ¿no? Probablemente su papá lo notó, la policía lo vio, aún así... su mirada se clava en el espejo, a veces ve a un hombre, a veces ve a un niño, la mayor parte del tiempo solo ve trozos, pero en estos momentos...

—Eiji.

Ve que no está solo.

No le da más explicaciones al nipón, ni tiene ganas de impartir una clase sobre estrés post traumático y cómo deja secuelas, así que se deja arrastrar al cuarto, permite que Eiji se arrodille suplicando que le diga algo ¿qué puede decirle que no le haya dicho? Lo que ha estado omitiendo porque fue bonito sentirse amado, pero la fantasía se rompe y los fantasmas resucitan.

—Intenté olvidarlo. —Ash se acomoda sobre la cama, sus manos penden entre sus rodillas, no puede verlo a la cara, le da vergüenza, no es trabajo de Eiji arreglarlo, no lo rompió y aun si lo hubiera hecho la gente que lo hizo trizas tampoco se hizo cargo, solo lo dejó ahí, totalmente destruido, está cansado de tener que seguirse arreglando, ¿para qué? Es irreparable, solo le queda aceptarlo—. Ex prostituto, líder de una pandilla, asesino y todavía tiemblo.

—No digas esas cosas. —Le da risa, por supuesto que Eiji reaccionaría así y lo defendería, el irracional no entiende de razones coherentes, pero tal vez, si sigue las entienda.

—Tenía 8 años cuando maté a un hombre por primera vez. —Así que lo hace, eleva la cabeza, todavía está temblando, la sensación recubriéndole los huesos es tan familiar que lo remonta al día en donde lo perdió todo sin saberlo. A una cabaña. A un hombre que dijo ser su amigo. Al niño que murió entre sus sábanas. Al cadáver que salió mordido—. Él me violó.

Ash se aprieta el tobillo, no siente la cama, no se siente acá y aun así, aprecia a la perfección el horror en la cara de Eiji, entonces solo puede llorar, no lloró esa vez con su papá, no lloró cuando llegó Dino, no lloró cuando hubieron clientes, aprendió a sollozar en soledad, qué patético es estarle mostrando esta faceta suya al omega, bravo, si antes no sentía asco ahora lo hace.

—Tenía miedo. —Pero él no se puede parar—. Tenía tanto miedo que no podía hablar. —Las lágrimas no dejan de caer, el beso de la inocencia es frío y cortante, lo siente recorrerle las mejillas, caer hasta su mentón y escurrir hasta las sábanas en donde un segundo se enluta y el siguiente se va, su tristeza es así de insignificante, vaya—. Mi corazón gritó pidiendo ayuda. —Griffin, ¡Griffin, por favor!—. Pero no pude decir nada.

Eiji no dice nada.

Ash no siente nada.

—Cuando disparé, lloré. —Ríe—. Lloré porque no sentí nada. —Sus manos no dejan de temblar y de pronto las siente pegajosas y rojizas con toda la sangre que ha derramado porque eso es todo lo que es: un asesino, acá tiene que afrontar la verdad—. Tengo miedo de mí mismo. —Y no solo por ser un lince—. Maté a Marvin... no sé cuánta sangre hay entre mis manos. No siento nada.

Las lágrimas caen entre sus dedos como si con eso pudiera limpiarse, no lo hace, nada nunca lo podrá expiar.

Las vidas que ha tomado. Los horrores que ha presenciado. Los traumas que ha sobrevivido.

—Nada... —Entonces todo lo que puede hacer es tratar de llorar, lo hace despacio y se oculta detrás de su palma, los espasmos azotan su espalda, es triste, Ash siempre que ha llorado ha sido para peor.

—Ash. —Pero acá Eiji—. Tranquilo, Ash.

Eiji se ha sentado a su lado, está abrazándolo con gentileza de la espalda como si fuera algo frágil en vez de un homicida mientras que con la otra palma lo sostiene de la muñeca, es un toque ínfimo, no es invasivo ni mucho menos brusco, es casi como si quisiera decirle "te tengo".

—Si lo estás sintiendo. Estás herido, muy herido. —Ash no puede dejar de llorar, no necesita escuchar sus palabras vacías de consuelo, no las ansía—. Lo entiendo bien. Tú me salvaste. —Pero no hay nada de vacío en las palabras del omega, al contrario, la sinceridad sangra en su voz y eso es mucho—. Te sientes responsable y yo también me siento así.

Ash alza la cara boquiabierto, sus ojos escuecen, su cuerpo duele, su corazón sangra, su alma todavía sigue hecha pedazos. No queda persona para rescatar acá.

—Puede que ahora mis palabras no signifiquen nada, pero recuerda esto. —Y aun así, aunque el alfa no cree en las promesas de nadie ni mucho menos en el amor incondicional porque todos los que lo amaron tomaron y tomaron hasta dejarlo aun más roto—. Aunque el mundo entero esté en tu contra, yo siempre estaré a tu lado. —Eiji.

Eiji. Eiji. Eiji.

¿Por qué?

Simple.

—Yo permaneceré a tu lado. —Porque Eiji lo ama también y esta es su forma de decírselo: no le está pidiendo nada a cambio, no le exige ser su novio, no lo pone en una posición que no puede satisfacer, solo le está dando su compañía y ya, sin trampas, sin trabas, sin moneda de cambio—. Claro, sino te molesta.

—¿Eso quiere decir que tendré que seguir comiendo esos sándwiches asquerosos?

—Sí, así que alégrate. —Ash se limpia las lágrimas con el antebrazo, el roce de la polera quema contra su cara—. Los sándwiches de tofu son muy sanos, tu salud está a salvo conmigo. —Más, él se entrega y elige volver a caer en el regazo del omega, es todo, que haga lo que quiera con él.

—Quédate a mi lado. —Porque Eiji nunca entenderá—. No tiene que ser para siempre. —Cómo esto le regresó la vida—. Aunque sea solo por ahora.

Eiji acomoda una palma sobre la espalda del alfa con la ternura de un niño, emite feromonas repletas de amor que sabe que lo calmarán, lo acoge, le da un espacio para llorar y le responde con un susurro apenas perceptible con dos simples palabras:

—Para siempre.

Mañana tenemos otro capítulo suavecito y luego pasamos a nuestros eventos canonicos, pero toco ser feliz de nuevo.

See ya~

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