La Historia Entre Los Dos [Li...

By _maria_centeno_

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Bilogía «Russkaya ruletka». Libro #1. Después de haber sido rechazada por el mejor amigo de su hermano cuando... More

⌘Nota de la Autora⌘
⌘ Conoce A Los Protagonistas ⌘
⌘Especial 1k⌘
1 ⌘ Ivanov
2 ⌘ El Chico Nuevo
3 ⌘ La Guía
4 ⌘ La Prueba
5 ⌘ Superando El Pasado
6 ⌘ Squeeze Play Suicida
7 ⌘ Cargo de Conciencia
8 ⌘ Campamento Blue Oaks Parte 1
9 ⌘ Campamento Blue Oaks Parte 2
10 ⌘ Mamma Mia
11 ⌘ Trabajo En Equipo
12 ⌘ Objeto de Estudio
13 ⌘ Charla A Descorazón Abierto
14 ⌘ Él Puede Ser Hawkeye
15 ⌘ La Disculpa
17 ⌘ Darcy
18 ⌘ El Negro Va Con Todo
19 ⌘ Es mi Hermana, Imbécil
20 ⌘ La Chamarra
21 ⌘ Los Regionales
22 ⌘ La Escena Del Muelle
23 ⌘ Lo Que Implica Ser un Caballero
24 ⌘ Bésala
25 ⌘ Mandando Señales
26 ⌘ Fundación Tailime Nazarova
27 ⌘ Descarada
28 ⌘ Yuriy
29 ⌘ El Evento Comunitario
30 ⌘ Salvando La Veterinaria
31 ⌘ Dos Citas y un Acierto
32 ⌘ Admirador Secreto
33 ⌘ Malishka
34 ⌘ Asher y Mia
⌘Especial Año Nuevo⌘
35 ⌘ Glee
36 ⌘ ¿Quien Está Saliendo con Alek Ivanov?
37 ⌘ El Violín de Zorba
38 ⌘ Planeación
39 ⌘ El Malentendido
40 ⌘ Cumpleaños Nazarova Parte 1
41 ⌘ Cumpleaños Nazarova Parte 2
42 ⌘ Vacaciones De Invierno
43 ⌘ Algo Está Pasando
44 ⌘ El Nuevo Tutor
45 ⌘ Cambiando Rutinas
46 ⌘ Fairytale
47 ⌘ Consejo
48 ⌘ Ausente
49 ⌘ Sangriento San Valentín
50 ⌘ Falla de San Andrés
51 ⌘ Infiltrado
⌘Especial 30k⌘
52 ⌘ El Escuadrón de la Muerte
53 ⌘ Yugo Familiar
54 ⌘ El Monstruo de los Ojos Verdes
55 ⌘ Efecto Secundario
56 ⌘ Epístola
57 ⌘ Mea Culpa
58 ⌘ Acto V Escena III
59 ⌘ Dolor Fantasma
Epílogo ⌘ El Vacío Entre Los Dos
⌘Agradecimientos⌘
Especial 50k ⌘ Orgullo y Prejuicio Parte 1
Especial 50k ⌘ Orgullo y Prejuicio Parte 2
Especial 50K ⌘ Orgullo y Prejuicio Parte 3
Capítulo Extra ⌘ El Libro Prometido
Capítulo Extra ⌘ Hola Kitty

16 ⌘ Salsa de Tomate

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By _maria_centeno_

El lunes siguiente fue relativamente normal. Tai llegó tarde a la escuela en compañía de su hermano. Caminó un poco más deprisa en los pasillos de la escuela, tratando de evitar a sus amigas, hasta que llegó a su salón y se detuvo en la puerta.

Ahí observó las filas de escritorios, algunos con alumnos tratando de distraerse para pasar el rato antes de que iniciara la clase.

Y justo en la cuarta fila, Alek Ivanov estaba sentado en su lugar con la cabeza recargada en su mano mirando hacia la ventana.

Tai se acomodó la mochila antes de dar un paso dentro del salón, y fue como si Alek sintiera su presencia, porque se giró hacia ella y sus ojos se encontraron.

Algo cohibida, Tai se detuvo en su lugar antes de que Alek le dirigiera una media sonrisa, en vez de ignorarla por completo. Tai sonrió también, bajando la mirada antes de continuar su camino.

—Buenos días —murmuró Alek cuando Tai al fin llegó a su lugar, sacando su libreta y su lapicera.

—Buenos días —contestó en el mismo tono callado antes de sentarse y guardar silencio.

Fue relativamente normal porque por primera vez en años, ambos se saludaron con los buenos días.

Fue relativamente normal porque ambos sonrieron sin incomodidades, aunque fue sencillo y corto, porque Alek supuso que Tailime no iba a dejar de ser ella misma. ¿Por qué ahora esperaría que fuera diferente?

Pero eso estaba bien. Pequeños pasos. Pequeños cambios.

Lo que no fue relativamente normal fue sentir que alguien lo fulminaba con la mirada.

Alek desvió su atención hacia la puerta donde Mia DiMarco, una de las mejores amigas de Tailime, estaba parada en la puerta del salón con el ceño fruncido y le dedicaba una mirada asesina. Detrás de ella, Emma Miller, otra de sus amigas, jalaba aire por la boca, como si hubiera corrido un maratón.

Alek bajó los brazos del escritorio y se quedó inmóvil, esperando no alterar la mirada felina que la chica de cabello castaño le suministraba mientras caminaba hacia la mesa donde estaba su amiga, con Emma pisándole los talones. No fue sino hasta que estuvieron frente a Tailime que Mia dejó de fulminar a Alek para aclararse la garganta.

Tailime alzó la vista y pareció tan sorprendida como Alek de verlas ahí.

—Hola.

—¿Tienes tiempo para ir al baño? —le preguntó Mia en un tono molesto.

Tai parpadeó dos veces, desviando sus ojos hacia Alek sentado en la otra mesa.

—¡Tai!

—¡Sí, ya voy! —Tai cerró el cuaderno ante el evidente regaño, caminando con las otras dos chicas hacia la entrada del salón.

Mia parecía molesta por la manera en la que caminaba por el pasillo, y aunque Emma le seguía el paso, miraba de reojo hacia Tai como si le tuviera lástima.

Tai apretó las correas de su mochila antes de entrar al baño. Una vez adentro, Emma se quedó parada junto a los lavabos mientras Mia confirmaba que no hubiera nadie más en los compartimentos.

Cuando se aseguró que estaban completamente solas, Mia sacó su teléfono y se giró para ponérselo en la cara a Tai con la fotografía de la bahía expuesta.

—¿Quisieras explicarme que significa esto?

Era por eso que Tai había llegado un poco más tarde a la escuela, para que ni Mia ni Emma tuvieran la oportunidad de interceptarla para interrogarla. Claro que nunca creyó que las dos se pusieran de acuerdo para incluso arriesgarse a que comenzaran las clases y la emboscaran en el salón.

Mia y Emma tenían la misma fotografía en su teléfono, porque el domingo por la noche, después de debatirlo por veinticuatro horas, Tai tuvo la desquiciada idea de compartirla con sus amigas. Iba a omitir que "debatirlo" implicaba que no había podido dejar de mirarla, por el bien de su corazón.

—Quise mostrarles lo que hice el fin de semana.

—¿Y qué exactamente hiciste el fin de semana? —Mia se puso las manos en la cintura—. Porque es muy fácil especular cuando solo nos envías la fotografía sin contexto.

Claro que desaparecer de la faz de la tierra después de enviarla podía ser la causa de la molestia de sus amigas. Emma seguía de brazos cruzados, parecía que la única que hablaría sería Mia.

—Fui a la bahía...

—Con James —Mia volvió a señalar la foto como si no pudiera creerlo—, y con Alek, ¿estás loca?

—Técnicamente fue por el trabajo del semestre —Tai les informó levantando un dedo, pero lo bajó cuando Mia resopló—. Fuimos al tiradero de Sacramento y en el camino de regreso nos desviamos hacia la bahía.

—¿Solo ustedes tres?

—Wagner y Wright tuvieron competencia y no pudieron acompañarnos —completó Tai.

Mia miró hacia Emma, quien solo se encogió de hombros. Mia suspiró apretándose el puente de la nariz, haciendo que Tai se relajara un poco. Parecía que el enojo iba disminuyendo.

—Escucha, Tai, es solo que nos preocupamos por ti —Mia comenzó—. Nos envías esa foto y no nos dices que sucedió y aunque te llamamos y mandamos mensajes no contestabas.

—No es común para ti ir a la bahía, ni que seas tan sociable como para acceder a ir ahí con dos chicos —Emma confirmó.

Las tres se quedaron en silencio calmando sus ideas. Una chica entró al baño, pero al ver la mirada fulminante de Emma volvió a salir por donde había entrado.

—Ivanov me pidió disculpas.

—¿Qué? —dijeron ambas.

—El sábado —continuó Tai mirando las losetas del piso como si fueran lo más interesante del mundo—. Estuvimos un rato a solas e Ivanov me pidió disculpas por ignorarme cuando se enteró de lo que sentía por él.

—¿Por qué? —quiso saber Emma.

Tai se encogió de hombros.

—Tu suposición es mejor que la mía. Le conté lo que pasó con Wright y Wagner y el diario. No parecía haber estado enterado de esa parte.

—Fingir demencia es la especialidad de los hombres —Mia se cruzó de brazos—. No creo que haya ignorado todo este tiempo que esas dos arpías te hacen la vida imposible solo porque Arizona no se atreve a decirle lo que siente.

—También me dijo que Wagner no estaba enamorada de él, sino de Markov.

—Estas bromeando —Emma comentó mientras Mia soltaba una carcajada.

—No pueden decir nada, ¿de acuerdo? —Tai les advirtió—. Ivanov me lo confió a mí.

Fue entonces que Mia dejó de reír y Emma volvió al mismo semblante de preocupación.

—Tai... —Mia susurró—. ¿sigues sintiendo lo mismo por Alek?

El timbre de inicio de clases interrumpió la pequeña charla, pero ninguna de las tres se movió. Tai volvió a apretar las correas de su mochila en un ademán nervioso mientras sus amigas la miraban expectante. Se mordió los labios sin atreverse a mirarlas a los ojos.

—No lo sé.

Tal vez.

Tal vez Tai seguía sintiendo una minúscula parte de lo que sentía por Alek de nuevo. Era todo lo que iba a aceptar.

Leyó y releyó las notas que el profesor Lewis estaba escribiendo sobre el pizarrón en clase de biología, pero su mente parecía más preocupada por justificar ese nuevo descubrimiento. Se irguió un poco en su lugar con el pretexto de estirar su espalda, mirando de reojo hacia la mesa a su izquierda, donde Arizona y Alek se encontraban tomando notas.

Arizona y Anna habían llegado al salón al mismo tiempo que ella sin siquiera dirigirle una mirada. Anna saludó secamente a James, pero éste simplemente se encogió de hombros y siguió parloteando a Tai en el oído.

También habían estado ignorando a Alek. Alcanzó a escuchar como el rubio le preguntaba sobre la competencia, pero la respuesta de Arizona había sido un simple "bien". De ahí la comunicación entre ellos había sido escasa antes de que comenzaran las clases.

Tai entrecerró los ojos, mirando la figura encorvada de Alek, concentrado en sus apuntes.

Alek no era el mismo chico menudo y larguirucho del que se había enamorado a los doce años. Si bien siempre había practicado natación, fue hasta ya entrada la adolescencia que los entrenamientos comenzaron a rendir fruto y su cuerpo comenzó a cambiar al de un atleta. Su espalda se hizo más ancha, las piernas torneadas y los brazos comenzaron a ganar músculo.

Por lo que pudo ver en la bahía, también su pecho y torso se habían definido por las horas de ejercicio. Y aunque no estaba marcado como un fisicoculturista, podía notar bien sus abdominales.

—Nazarova.

Tai miró hacia el frente, donde el profesor Lewis la había pillado con las manos en la masa. El hombre no hizo nada más que señalar a su libreta, donde debería de estar haciendo anotaciones. Tai bajó la cabeza y sintió el rostro caliente.

Eso le pasaba por fantasear con cosas que no debía.

Suspiró abrumada mientras volvía a mirar al pizarrón, segura de que a este paso el profesor terminaría borrando lo que había escrito antes de que Tai pudiera siquiera transcribir el primer párrafo. Así que, dándose por vencida, comenzó a garabatear un poco en la esquina de su libreta para aparentar tomar apuntes mientras seguía con su apreciación hacia Alek.

Físicamente Alek era atractivo.

Era el clásico estudiante deportista con cabello desordenado, ojos bonitos y sonrisa que robaba suspiros. Tai lo hizo de tan solo imaginarla, y estaba segura de que James la había mirado de reojo por un segundo antes de volver a escribir.

Aunque siempre lo negó por orgullo, Alek era amable con la gente y no era tan engreído como lo era Andrew, el sub capitán del equipo de natación. Lo veía enfocado en lo que tenía que hacer y eso hacía que a veces olvidara todo lo que lo rodeaba. Eso podría parecer a los demás como si nadie fuera lo suficientemente bueno para retener su atención.

Pero él era así, dedicado con lo que hacía.

Y sus ojos.

Tai se talló la cara, tratando de controlar el color y la temperatura de su rostro. Y no soltó un gritillo porque estaba en la mitad del salón, pero de haber podido lo hubiera hecho.

Los últimos meses había tenido tantas oportunidades de verlo a los ojos y era algo que no lograba asimilar.

Había gente con ojos azules. Max tenía ojos azules. Emma tenía ojos azules. Pero el azul de sus ojos era sin duda el tono más cautivante de todos. Y eso haciendo juego con su cabello dorado hacía un contraste que debería ser ilegal con el tono pálido de su piel.

Tai tenía que aprender a calmar su corazón cada vez que lo viera, sino, su yo de doce años iba a ser muy notoria.

El hecho de que Alek le hubiera pedido perdón por haberla ignorado había aplacado la tormenta interior que técnicamente nunca se había calmado en todos estos años, pero que retomó fuerza al iniciar el semestre. Algo en ella dejó de hacer ruido y por primera vez no le desagradó la idea de llegar a la escuela.

También habían podido dirigirse la palabra sin que el momento fuera incómodo, enfocándose después cada quien en sus asuntos como lo hacía con sus amigos.

Sí, le agradaba la idea de que Alek fuera su amigo, independientemente de que ella lo siguiera viendo con ojos de puberta enamorada. Eso no significaba que le gustara, ¿o sí?

—Con esto concluimos el tema de la unidad —el profesor Lewis trajo a Tai de regreso a la realidad, notando que había terminado por dibujar el iPod de Alek, mordiéndose el interior de la mejilla—. La próxima semana comenzaremos a aplicar exámenes de mitad de semestre, por lo que durante el transcurso de esta estaremos haciendo una breve revisión de los temas vistos en las materias para facilitarles el estudio. Tenemos veinte minutos de sobra. Por favor, en silencio, reúnanse con su equipo para retomar su proyecto y afinar detalles para la entrega de avance el viernes.

Fue entonces que James pasó su mano hasta la libreta para ver el nuevo dibujo de Tai, soltando un resoplido.

—¿Otra vez soñando despierta?

—Me aburre mucho la biología —Tai mintió, dejando caer su frente en la mesa.

—Te prestaré mis notas al terminar el día, ¿te parece?

—Gracias —sonrió, agradecida por el ofrecimiento.

—Los estamos esperando —la voz de Arizona les llamó la atención, por lo que Tai tomó su libreta y siguió a James hasta el escritorio de Anna.

—Bien, recibimos las fotografías del tiradero —comenzó Arizona cruzándose de brazos, escaneando a cada uno de sus compañeros—, aunque también recibimos una fotografía que no tenía absolutamente nada que ver con el trabajo.

Tai parpadeó un par de veces antes de cruzar sus ojos con los de Alek, igual de confundido que ella. James se rió por lo bajo, llamando la atención de todos.

—Pensé que querrían saber de lo que se perdieron —se encogió de hombros mientras Alek inspiraba hondo y se pasaba la mano por el cabello, exasperado.

Como si necesitaran que Arizona y Anna estuvieran sobre sus cuellos por la absurda foto de la bahía. Arizona era de carácter explosivo y el hecho de que James la hubiera molestado con esa fotografía explicaba porque ninguna de las dos quería dirigirle la palabra a Alek.

—Sí, bueno —Arizona fulminó a James—. Gracias por recordarnos lo que nos perdimos cuando nosotros tuvimos que competir y casi perdemos los regionales.

—¿Pensé que les había ido bien? —preguntó Alek extrañado.

—¿Crees que el tercer lugar es irnos bien? —preguntó Anna cruzándose de brazos— El viaje de regreso fue una pesadilla.

—Chloe me tiene hasta el cuello con sus malditas órdenes —Arizona rezongó aún más molesta—. Tenemos que entrenar el doble por el resto de la temporada. Porque según ella, y cito, no estoy lo suficientemente concentrada como para ser la sub capitana del equipo.

—¡La audacia! —Anna se llevó una mano al pecho por el insulto.

—Y para acabar con un fin de semana de mierda, James nos envía una fotografía de lo bien que la pasaron el sábado en vez de estar trabajando.

—Ya habíamos cumplido con nuestra parte del trabajo —concluyó Alek.

—Y de haber sabido que no habían tenido un buen fin de semana no se las hubiera enviado —comentó James, pero una nueva sonrisa apareció en su rostro—. Tailime y yo iremos juntos este fin de semana. Tal vez podamos volver a ir después de los exámenes para celebrar la ronda de exámenes, ¿qué dicen?

Alek intentó mantener una expresión serena ante esta información. Sabía que James la había invitado a salir mientras regresaban a la ciudad, pero no puso demasiada atención en ese momento debido a su propia revelación.

—¿En serio? —Anna hizo una mueca hacia Tailime por un segundo antes de volver a mirar a James.

—¡Claro! —James pasó su brazo sobre los hombros de Tailime.

— Sobre eso... —Tailime lo miró con una sonrisa avergonzada.

Alek puso toda su atención en ella cuando la vio retirarse el brazo de James en un ademán de disculpa.

—Mia y Emma vinieron hoy por la mañana a preguntarme si quería hacer un grupo de estudio el fin de semana. Ya sabes... por los exámenes.

En ese mismo instante Alek bien pudo haber alzado un puño en señal de victoria, pero se conformó con alzar la comisura de sus labios de manera sutil al ver la expresión de decepción de James.

—¿Me vas a dejar plantado?

Alek escuchó a Arizona suspirar irritada. Y no podía estar más de acuerdo con ella.

—Pero puedes ir con Wright —Tailime miró entonces a Anna, que no podía parar de sonreír—. Pueden aprovechar el fin de semana antes de los exámenes.

—De acuerdo —James comentó después de pensarlo bien, y de igual forma sonrió cuando Anna soltó un pequeño grito que se ganó un regaño por parte del profesor, pero Alek pudo notar lo tensas que estaban las mejillas de James y la alegría realmente no se veía reflejada en sus ojos.

—¡Es una cita! —Anna murmuró emocionada.

—Me debes una —James le murmuró a Tai entre dientes.

Ella solo bajó la mirada. No era del todo verdad que tendría un grupo de estudio, pero sí tendría que estudiar ese fin de semana, y con todos sus sentimientos revueltos estaba segura que una cita; porque así lo había propuesto James; no iba a ayudar en nada.

Además, ella no estaba interesada en James. Suficiente tenía con tener en su contra a Arizona por algo que hasta hace poco creía era por Alek, como para darle otra razón a Anna para molestarla.

—¿Entonces? —Tai agradeció infinitamente cuando Alek preguntó, volviendo a poner un tono serio en la plática—. ¿Qué procede ahora que tenemos las fotografías?

—Necesitamos ingresarlas en el documento. Nazarova —Tailime alzó la cabeza y se irguió derecha, como si Arizona fuera su capitán en el ejército—. ¿Tienes el documento corregido?

—Solo me falta la segunda mitad...

—Habla bien, por el amor de Dios.

—Arizona.

La mencionada miró a Alek, que le dedicaba una mirada fría y amenazante. Arizona giró los ojos antes de regresar a la pelirroja. Lo que le faltaba: que Alek comenzara a tomar partidos.

—Lo siento —Tailime se aclaró la garganta para hablar un poco más fuerte—. Terminé la primera mitad el día de ayer, solo falta la segunda mitad.

—Tendremos que avanzar lo más que podamos esta semana para no tronando los dedos la semana de exámenes —Arizona propuso mientras lo organizaba—. Nazarova, tendrás que ir a tu casa por tu computadora.

—La tengo en mi casillero...

—Como sea —Arizona le restó importancia—. Después de los entrenamientos podemos ir a la biblioteca a terminar los borradores. Lo ingresaremos con el reporte fotográfico y si nos enfocamos, terminaremos el reporte a más tardar mañana.

—¿Cuál es tu problema?

Arizona siguió caminando para ignorar la pregunta de Alek, quien corría tras de ella cuando la campana sonó, indicando el almuerzo. Anna corrió también para alcanzarlos, mirando a Arizona con preocupación.

—¿Por qué eres tan grosera con Tailime?

Los pies de Arizona se enredaron de alguna manera extraña porque de repente perdió el piso y casi se va de bruces en medio del pasillo si no fuera porque Anna la atrapó por un brazo. Entonces Arizona se giró hacia Alek, mirándolo como si no lo conociera.

—¿Perdón?

—¿Por qué eres tan grosera con ella? —repitió Alek preocupado por la reacción de Arizona, pero al verla bien volvió a fruncir el ceño. Nunca se hubiera dado cuenta de lo mal que está la trataba si no fuera por la manera en la que Tailime hablaba de Arizona, como si le tuviera miedo. Eso hizo que pusiera más atención a sus interacciones.

—¿Acaso te hizo algo?

—¿Cómo la llamaste? —Arizona ignoró las filas de alumnos que los miraban por estar parados en medio del pasillo discutiendo.

Alek entonces no respondió. Parecía que había entendido que había dejado salir el nombre de la pelirroja sin haberse percatado. Arizona entrecerró los ojos viendo como las mejillas de Alek se encendían y desviaba la mirada hacia el final del pasillo, donde estaban las puertas de la cafetería.

—Así se llama, ¿no? —se excusó Alek—. Luka y Serge la llaman así. Somos amigos.

Arizona entonces soltó una carcajada, colocando sus manos en la cintura.

—¿Un día de campo en la bahía y ya crees que son amigos? —se burló, haciendo que Alek se volviera a molestar—. No seas ingenuo, Alek, ¿crees que ella también te llamará por tu nombre desde ahora?

—¿No? Sabes que llama a las personas por su apellido hasta tener más confianza. Lo importante fue que hicimos las paces.

—¿Paces? —preguntó Anna alzando una ceja.

—Sobre lo que pasó hace años —Alek se cruzó de brazos—. Hablamos en la bahía sobre la fiesta de disfraces.

—¿Y qué fue lo que te dijo ella? —Arizona apretó los puños. Esa escurridiza de Tailime iba a pagarlo caro si inventaba al menos una mentira sobre lo que había pasado.

—¿Nada? —Alek suspiró cansado, pero una pequeña sonrisa se le formó en los labios—. Le pedí disculpas por haberla ignorado tanto tiempo, y ella, ¿creo que me perdonó?

Arizona se quedó callada por un minuto, aun analizando a su amigo. Alek se llevó la mano al cuello, rascándose la nuca ante el incómodo silencio.

—Solo te pido que seas más amable con ella —Alek ya no parecía tan molesto—. Está haciendo su mejor esfuerzo para participar en un grupo donde no tiene tanta confianza en sus integrantes.

—Creo que Alek tiene razón, Arizona —la voz de Anna la hizo girar hacia su derecha, donde la pequeña se encogió aún más cuando sintió la mirada recriminatoria de Arizona—. Es la hermana de Kai después de todo.

Pero Arizona entonces suspiró y giró los ojos, levantando las manos en rendición.

—De acuerdo, intentaré ser más amable con Nazarova, ¿contento?

Alek entonces sonrió, y los tres caminaron hacia la cafetería en silencio.

Admitir que estas teniendo sentimientos otra vez por el mejor amigo de tu hermano puede ser algo desestabilizante.

Primero, porque juraste eternamente no volver a hacerlo.

Segundo, porque sabes perfectamente lo que se siente cuando esos sentimientos no son correspondidos.

Y tercero, porque tienes la cabeza tan arriba en las nubes que comienzas a hacer cosas que tu "yo normal" no haría ni en un millón de años.

Por ejemplo: ir al restaurante más cercano de la escuela para comprar el almuerzo para Alek.

Tai casi se cae de la bicicleta cuando se dio cuenta de lo que estaba pensando.

Ok. No. Eso se escuchó mal.

Va de nuevo.

Volvió a pedalear consciente de que su rostro iba a estallar de la vergüenza.

Ir al restaurante más cercano de la escuela para comprar el almuerzo para todos los que irían terminando los entrenamientos a la biblioteca. Eso incluía a Alek. Y a Arizona y a Anna y a James.

Suspiró nerviosa cuando se bajó a encadenar su bicicleta en la escuela, y se dirigió hacia la alberca, donde esperaría a que todos se reunieran una vez terminadas sus actividades.

Sacó de su mochila la libreta de James, para poder recuperar los apuntes que había perdido por culpa de su imaginación, y el libro en turno que estaba leyendo, tratando de mantener todo entre sus brazos sin soltar la bolsa de papel con comida.

Justo al dar la vuelta por el edificio de la cafetería, por no mirar por donde caminaba, terminó por estrellarse con alguien más, apachurrando la bolsa de papel entre los dos cuerpos.

—¡Lo siento! —Tai balbuceó sin mirar a la persona al darse cuenta que algunos de los emparedados se habían arruinado por completo, derramando sus contenidos dentro de la bolsa, traspasando el papel y manchando su ropa.

—Discúlpame tú a mí —la chica con la que había chocado le respondió igual de avergonzada—. No vi por dónde iba. Voy tarde a mi entrenamiento.

Después de evaluar que tan manchada estaba la blusa del colegio, Tai levantó la mirada para encontrarse nada más y nada menos que con Isabella Collins.

Se quedó muda. Era la primera vez que veía a Isabella de cerca. Sus ojos oscuros estaban abiertos por el susto, mirando la blusa manchada de Tai, escaneandose a sí misma para ver si había tenido el mismo destino.

No era el caso, por lo que Isabella miró a Tai con una sonrisa.

—Oh. Tú eres la hermana de Kai.

Tai asintió, cohibida. El cabello lacio de Isabella estaba suelto y caía hasta su cintura.

Anna tenía razón. Ahora que lo veía más de cerca, Tai podía notar como su cabello negro tenía una textura sedosa y brillante. Los comerciales de champú y tratamientos realmente estarían honrados de tenerla como modelo.

Sus ojos negros eran grandes y alegres. Y a pesar de que Isabella era solo un poco más alta que Tai, no pudo evitar sentirse minúscula a su lado, como si su alegría fuera un monstruo enorme que la hacía diez veces más intimidante, en el buen sentido.

—Bien —Isabella ladeó la cabeza ante el silencio de Tai, aunque después miró su blusa e hizo una mueca—. Lamento mucho lo de tu blusa. Prometo reponerlo un día de estos, ¿te parece? Ahora voy tarde al entrenamiento y tengo reunión con Alek y Carl.

Sin esperar a que Tai le respondiera, Isabella caminó en dirección a la alberca casi trotando, mientras Tai se quedó parada en su lugar con la blusa manchada en salsa de tomate.

Suspiró cansada una vez estuvo sola. Era la única muda de ropa que tenía por el momento, así que tendría que ir al baño primero antes de llegar a la alberca.

Podía entender porque Alek estaría interesado en Isabella. Su naturaleza era alegre y despreocupada. Además de ser muy bonita. Tenía la ventaja de contar con el cabello negro que era un predilecto en Alek.

Tai se miró en el espejo del baño por un breve segundo antes de limpiar la mancha de salsa de tomate a la altura del pecho.

¿Realmente sería muy evidente si se pintara el cabello de negro...?

Sacudió la cabeza. No debería de estar pensando en eso. Talló con más fuerza de la necesaria la blusa en un intento por sacar su frustración, pero la mancha terminó haciéndose más grande por el agua. Dejó caer los hombros y se recargó en el lavabo.

El simple hecho de considerar pintarse el cabello era en sí una alerta de que efectivamente, de nuevo le gustaba Alek.

Después de llegar a la alberca y de encontrar el emparedado más agravado para comérselo debido a su error, Tai comenzó a pasar las notas de la libreta de James a la suya mientras el entrenamiento terminaba.

Esta vez Andrew fue el encargado de entrenar a los chicos, mientras que Kim Palmer, la sub capitana del equipo femenino, había sido la encargada de supervisar a las chicas.

Como había dicho Isabella, tanto ella como Alek y el entrenador Carl estaban afuera de la alberca, hablando quien sabe sobre qué, pero parecía ser una plática bastante importante. Tal vez algo relacionado con la competencia que se acercaba.

Independientemente de eso, Tai pasó una parte del entrenamiento completando sus notas, haciendo unos pequeños bosquejos de Andrew y de Kim a lo lejos. Y antes de darse cuenta, otra vez estaba dibujando unos ojos, que de haber tenido color, serían azules.

Arregló lo que fuera que en su primer dibujo había tenido erróneo, hasta quedar satisfecha. Cerró su libreta y sacó el mismo libro que había tomado de su mochila antes de llegar a la alberca.

Pero al abrirlo, su corazón se hizo pequeño.

La salsa de tomate también había caído sobre su libro, manchando la parte superior de las hojas. Se mordió los labios mientras buscaba algunas de las servilletas que se habían salvado del fiasco, para después retirar el remanente de salsa en las páginas.

No iba a llorar. Eso estaba acordado. Era solo que el mensaje no llegó hasta sus ojos porque empezaron a empañarse cuando tomó una tercera servilleta, quitando los excesos de entre las páginas que estaban pegadas.

—¿Estás bien?

Tai alzó los ojos cuando escuchó a alguien hablarle al pie de las gradas, encontrándo los mismos ojos que había estado dibujando.

Alek la miraba con un semblante alarmado, seguramente por las lágrimas furtivas que bajaban por la mejilla. Tai se las limpió con el dorso de la mano y sorbió por la nariz.

—Sí —suspiró enderezando la espalda y cerrando los ojos, tratando de tranquilizarse.

Hasta ahora Alek la había visto llorar tres veces, tres veces demasiadas. Por eso cuando abrió los ojos trató de sonreír.

—Es una tontería.

—¿Qué sucedió?

Alek subió por las escaleras hasta sentarse junto a ella, con espacio suficiente para no hacerla sentir incómoda.

—Fui a comprar comida —Tailime puso la bolsa entre los dos, a lo que Alek sonrió. Aunque viendo algo de salsa en el interior, trató de sacar uno de los empaques sin mancharse la mano, fracasando en el intento—, y camino hacia aquí choqué con alguien y terminé aplastándola.

Alek observó la gran mancha en el pecho de Tailime por un segundo antes de volver a ver su emparedado con un ligero tinte en las mejillas, pero después de dar el primer bocado, la escuchó suspirar triste.

—Tenía mi libro entre la bolsa y la chica con la que choqué y creo que terminó salvando su blusa.

Entonces Tailime le mostró la parte superior de un libro manchado de rojo y algunos rastros de especies que tenía el mismo sándwich que se estaba comiendo. Tailime lo movió entre sus manos como si se tratara de un objeto valioso.

—¿Qué libro es? —preguntó Alek después de pasar la comida.

—Orgullo y prejuicio.

—Creo que vi la película —Alek intentó hacer memoria, pero se encogió de hombros después de un momento—, fue hace mucho tiempo y creo que fue en una clase de un profesor suplente.

—Es mi libro favorito.

Alek se quedó congelado a media mordida. Bajó el sándwich y se quedó callado al entender porqué estaba tan afligida. Miró de reojo la portada del libro que Tailime tenía entre las manos.

—Tengo otra copia en casa, mucho más vieja que está —Tailime se rió bajito, como desestimando la importancia del libro—, creo que es de los años veinte. Pero esta copia me la regaló Kai.

Así que el valor emocional era mucho más que el monetario, porque Alek estaba seguro que la copia que mencionaba tenía mucho más valor por antigüedad. Tailime realmente valoraba los obsequios que las personas cercanas a ella le hacían.

Tai suspiró y puso el libro a un costado, mirando hacia la alberca y parpadeando al ver aún a los chicos nadando. Miró su reloj en el teléfono, confirmando que el entrenamiento aún no había terminado.

—Carl nos dejó salir más temprano a Isabella y a mí —le informó Alek, adivinando su pregunta—, faltando veinte minutos ni siquiera aprovecharemos el cambio al uniforme. La siguiente semana suspenderemos los entrenamientos por los exámenes, pero tendremos programas de ejercicio en casa.

—Les importa mucho esa competencia.

—Es el pase a los seccionales, algo así como la competencia que tuvieron Arizona y Anna. Tenemos la presión al ser los campeones defensores.

—Oh —Tai parpadeó impresionada—. No tenía idea.

Entonces quedaron en un silencio cómodo en lo que Alek seguía comiendo el emparedado y Tai siguió limpiando algunas de las páginas que se pegaban por la salsa.

Alek observó por medio minuto a su equipo, Andrew era un excelente disciplinario y justo en ese momento regañaba a James por haber retrasado su tiempo. No quería saber la razón, pero la escena lo hizo sonreír mientras lamía un poco de salsa en su pulgar.

—Alek.

El aludido miró hacia abajo de las gradas sin retirar el dedo de su boca, donde Isabella lo saludaba, pero al ver el sándwich a medio comer, la sonrisa de Isabella desapareció.

—Iba a decirte si querías ir a comer conmigo a la cafetería —entonces Isabella miró a Tailime, que tenía clavada la mirada en el libro que estaba entre sus piernas—. No sabía que Nazarova te iba a traer el almuerzo.

Alek alzó las cejas ante la observación, entonces miró a Tailime que no se había movido a pesar de haber sido mencionada. Parecía estar muy concentrada en su lectura.

—Tailime nos hizo favor de traer comida para el equipo de trabajo.

Tai entonces levantó la vista hacia el frente, pero no se atrevió a mirar a ninguno de los dos. Con qué facilidad se deslizaba su nombre entre los labios de Alek.

—Iremos a la biblioteca cuando terminen los entrenamientos. Gracias por la invitación de todas formas.

—¡Oh! No sabía que eran amigos.

Había algo curioso en la voz de Isabella, por lo que Tai se aventuró a mirarla. La sonrisa de la capitana se veía algo forzada en la comisura de los ojos. Extraño.

—Bueno, espero poder invitarte a comer en la semana, ¿está bien?

—Claro —Alek se encogió de hombros.

—Bien —la sonrisa de Isabella regresó a ser sincera y excitada—. Hasta mañana, Alek. Nazarova.

Tai se despidió de ella con la mano mientras Isabella se perdía por el pasillo del auditorio. Escuchó a Alek suspirar satisfecho al terminar de comer y se dejó caer en la grada.

Era claro que Isabella estaba interesada en Alek por la forma en cómo hablaba con él, sobre todo por el coqueteo descarado que Tai había visto en sus interacciones. Se mordió el interior de la mejilla cuando recordó la forma en la que Isabella puso su mano sobre el antebrazo de Alek y este no parecía incómodo ante el contacto.

Por eso lo estudió, aprovechando que Alek mantenía los ojos cerrados para intentar entender si él también sentía algo por Isabella.

—Es bonita.

Alek abrió los ojos al escuchar hablar a Tailime.

¿Bonita?

¿Quién?

¿Eh?

La miró extrañado. Tailime seguía mirando su libro con una expresión neutral, como si no hubiera dicho nada.

—¿Perdón?

—Collins —Tailime murmuró después de que Andrew y Kim dieran por terminado el entrenamiento—. Toda la escuela lo dice.

—Supongo que sí.

Alek sabía que Isabella era bonita, además de ser bastante agradable para hablar.

Los dos habían congeniado bastante bien como capitanes de equipo y su química era evidente. Pero no había nada entre ellos como la mayoría de los rumores en la escuela decían.

Él prefería a las chicas de ojos verdes y pelirrojas. Preferentemente si era hermana de su mejor amigo, gracias.

Pero Alek decidió desviar el tema, observando lo primero que vio en las manos de Tailime.

—¿Por qué es tu libro favorito?

Tailime ladeó la cabeza mientras hacía una curiosa mueca con los labios. Alek se aclaró la garganta cuando se dio cuenta de que se había distraído con esos labios por un segundo.

—¿Acaso porque es una historia de amor? —Alek adivinó.

—No —Tailime cerró el libro y frunció el ceño.

Reacción interesante según Alek, parecía que la chica era pasional respecto a debates literarios. La comisura de sus labios se elevó ante esta nueva revelación.

—Es una historia de matrimonio. Lo único que hace la madre de las chicas es tratar de conseguirles marido. Pero la historia de Elizabeth es la excepción que confirma la regla.

—¿Cuál regla?

—Que no todo en ese libro es sobre matrimonio.

—¿Y sobre qué más podría ser?

—Sobre el orgullo.

—Y el prejuicio.

Tailime soltó una risita ante la seriedad con la que Alek había dicho la última oración, haciendo que el chico sonriera.

—Efectivamente —Tailime acarició entonces la portada con aire nostálgico—. Habla sobre el orgullo de Darcy y sobre el prejuicio que Elizabeth tuvo sobre él.

—No entiendo porque todas se volvían locas por él —Alek recargó sus codos en las rodillas—. El tipo era un engreído.

—Supongo que es por la manera en que se maneja, haciendo pequeños detalles que logran enamorar a Elizabeth a lo largo de la historia —Tailime suspiró abrazando el libro—. En realidad, es muy romántico, aunque al principio se muestre apático.

Alek musitó pensativo. Pero no pudo continuar con sus preguntas al ver a Arizona y Anna entrar por el túnel del gimnasio con pasos apresurados.

Anna saltó de felicidad cuando Alek le mostró la bolsa con comida, mientras que Arizona tomó su emparedado sin decir nada, mirando de reojo la ligera cercanía entre Tailime y Alek, pero en cuanto James se les unió después de ducharse y vestirse, se encaminaron hasta la biblioteca para comenzar a trabajar.

—Iremos a casa de Luka a ver una película —Anna les informó a sus amigos una vez terminaron de organizar todo el trabajo. Tailime y James se habían retirado mientras los otros tres caminaban en dirección a la salida de la escuela—, ¿quieres venir, Alek?

—Creo que no —Alek se acomodó la mochila para cargar con la maleta con el cambio del entrenamiento—, tengo que hacer la cena en casa y antes quiero hacer algunas cosas.

—¿Desde cuándo te acomides tanto en ayudar en casa? —Anna le golpeó las costillas con el codo—. Normalmente dirías que prefieres ir a dormir.

—Porque si solo digo que quiero ir a dormir, de igual forma me vas a criticar —Alek le removió el cabello para después despedirse de las chicas, caminando en dirección contraria a la que ellas tomarían.

—¿Estás bien, Arizona? —preguntó Anna después de un rato de ir caminando en silencio—. No has dicho nada desde que dejamos la biblioteca.

—Hay algo que no me cuadra —Arizona murmuró mientras fruncía el ceño y miraba hacia el piso—. Tailime y Alek se comportaron civilizadamente entre ellos. Tailime ya no parece tenerle miedo.

—Alek dijo que hizo las paces con ella el sábado —Anna se encogió de hombros—, tal vez se siente más en confianza.

—Eso no es bueno, Anna —Arizona comenzó a acariciarse el cabello mientras sus ojos se movían de izquierda a derecha, re trazando su plan—. Si Tailime se siente cómoda con Alek, entonces va a volver a enamorarse.

—¿Tú crees que aún siente algo por él? —Anna puso sus manos tras la nuca—. Después de todo, le gustaba cuando tenía doce años.

—¿Te olvidas de Luka? —Arizona le soltó ácidamente, pero Anna no parecía preocupada.

—Luka nunca ha hecho nada por confesarle sus sentimientos a Tailime.

—Eso no quiere decir que Luka haya dejado de estar enamorado de ella —Arizona se cruzó de brazos—. Y créeme, desde que inició este curso, Tailime no ha hecho otra cosa que no sea coquetear con Alek.

—Es un coqueteo muy malo entonces —se burló Anna, pero se aclaró la garganta cuando Arizona bufó molesta en su dirección—. ¿Qué piensas hacer entonces? Acabas de prometerle a Alek que piensas ser más amable con ella. No es como que te vas a ensuciar las manos después de eso.

Arizona entonces soltó una carcajada de repente, y Anna la miró asustada.

—¡Eso es! —Arizona le dijo dando de saltitos mientras tomaba del brazo a Anna—. No tengo porque ensuciarme las manos, porque siempre hago que alguien más se las ensucie por mí. ¿Quién en la larga fila de admiradoras de Alek tiene más oportunidad con él?

Anna repasó en su cabeza las chicas que había visto suspirar en los pasillos cuando Alek caminaba, pero ninguna que valiera la pena se le veía a la mente.

—Es linda, está obviamente interesada en Alek, tienen el mismo puesto en el equipo de natación...

—¡Oh! ¿Te refieres a Isabella? —Anna sonrió impresionada—. Y es el tipo de chica con la que Alek saldría...

—¡Bingo!

—Pero, ¿no crees que Alek ya la hubiera invitado a salir si estuviera interesado en ella? ¿Cómo haremos para que esa excusa sea creíble para Tailime?

—Muy simple —Arizona sonrió orgullosa—. Solo necesitamos crear un falso rumor que haga que Tailime crea que no tiene ninguna oportunidad y pierda interés en Alek.

Sigo abriendo convocatorias para el Club Antifans de Arizona ft. Anna ->

Y con esto terminamos el maratón de esta semana! Que les pareció?

Creo que ya no había pedido votos ni comentarios, pero para no perder la costumbre! Me hacen muy feliz!

Nos vemos el martes!

María Centeno

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