Como un rehén (BORRADOR)

By JannS8

6.5K 383 40

Addy era una chica normal de 16 años a la que su madre le controlaba la vida. En su penúltimo año de secundar... More

¡Advertencia!
Prologo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23. Parte 1
Capítulo 23. Parte 2.
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capituló 28

Capítulo 10

143 9 4
By JannS8

10|Niño malcriado.



Unos minutos antes.

Billy

Voy un minuto al baño—le digo a Addy y bajo las escaleras hasta el primer piso, buscándolo.

Tanto beber me había dado muchas ganas de hacer pis; mi vejiga dolía. Volteo al sentir que alguien me persigue y Marcos pasa por mí lado chocando su hombro con el mío, de manera intencional.

—Idiota—murmuro y sigo buscando el baño. Tuve que preguntarle a un par de chicos, ya que luego de unos minutos aún no lo encontraba. Ellos me señalaron el final del lugar, así que me dirigí directo allá y efectivamente era el baño de hombres.

Entro y desabrocho el cinturón de mis pantalones de manera algo desesperada para hacer pis en uno de los urinarios; por suerte habían paredes que los separaban, así no podían verte nada a la hora de orinar.

Termino y me acercó al lavabo para lavarme las manos, y adivina quien estaba ahí... sí, Marcos.

—¿Estás siguiéndome?—habla, volteándose hacia mí; cuando se da cuenta de mi presencia.

—Qué más quisieras—me limito a responderle. Toco mi cabeza con cansancio y luego tomo un poco de agua entre mis manos para lavar mi rostro.

—¿También quieres salir de este lugar?—vuelve a hablar, bajando sorprendentemente la voz, haciendo que lo mire a través del espejo.

¿Aun seguía aquí?

—No he dormido bien, estoy un poco cansado—seco mi cara con mi propia camiseta, sin importarme mojarla.

Él hace una seña con su cabeza para que lo siga. Por un momento lo dudo, no me generaba demasiada confianza.

—Vamos, no voy a hacerte nada

Sale del baño sin esperar mi respuesta y me mantengo unos segundo más en mi lugar, debatiéndome si seguirlo o no, pero antes de que pueda siquiera pensarlo bien; ya estoy fuera del baño, buscándolo entre la multitud de personas. Lo veo mirar hacia atrás para asegurarse de que lo esté siguiendo.

Idiota. ¿Por qué estaba tan seguro de que lo seguiría?

Me apresuro a alcanzarlo de mala gana y subimos las escaleras hasta el segundo piso nuevamente, pero esta vez no nos detenemos ahí; sino que él sigue avanzando hasta dar con un pasillo donde se pueden observar muchas puertas. Me guía hasta la última y me sorprende la facilidad con la que esta se abre en cuanto gira la perilla.

Al entrar, noto que el lugar es como un pequeño piso. Lo primero que puedo ver es la cocina; más allá hay unos muebles y un pasillo que supongo daba a la habitación.

—Me gusta venir aquí cuando no soporto mas estas fiestas—Marcos se acerca al refrigerador y saca dos cervezas de el. Las abre y me pasa una.

Se sentía raro hablar con él de esta manera tan... normal. Siempre estábamos discutiendo. Nunca habíamos intercambiado más de dos palabras que no fuera para insultarnos.

No sé porque le caía tan mal. Pero el sentimiento era mutuo.

—Supongo que debe de ser agotador—digo tomando un sorbo de la cerveza.

¿Que debe de ser agotador? ¿En serio dijiste eso?

Que patético.

Estoy intentándolo ¿vale?. No sabía como tener una conversación tan... tranquila con Marcos.

—Sí, amo mi carrera, pero a veces es tan... desgastante—juega con la cerveza en su mano y se apoya contra la isla de la cocina.

—Ya puedo ver el por qué de tu actitud antipática—pienso, al parecer en voz alta, porque él me responde.

—No conoces una mierda sobre mí

—Solo que eres muy irritante

—¿Irritante? ¿Por qué? ¿Porque siempre ando corrigiendo y limpiando tu desastre?

Lo miro ofendido, dejando la cerveza en la isla. Hasta ahí había llegado nuestro vago intento de llevarnos bien.

—Me has tratado de la mierda desde que llegue aquí. No paras de quejarte de todo lo que hago, como un puto niñito malcriado ¿y yo soy el que está mal?

Se planta frente a mí y también deja la cerveza a un lado. Sus cejas están fruncidas y sus ojos chispeaban de ira.

No sé si era su postura o la idea de que él era más alto que yo—y yo era considerablemente bastante alto—; pero por un momento me pareció que incluso se veía más intimidante que todas las veces en las que habíamos discutido antes. Me causaba un poco de miedo la manera tan fría en la que me miraba, pero no lo demostraría, nunca lo haría.

—Si no fueras un huracán andante que destroza todo a su paso, tal vez no me molestaría contigo ni me comportaría como un niñito malcriado—hace énfasis en esas últimas palabras—. Si no acabarás con mi cordura con la facilidad con la que lo haces, pudiera intentar llevarnos mejor, tal vez si tú cambiar-

—Eres un Imbecil—suelto, interrumpiéndolo.

—Claro, acudir a insultos cuando no tienes más nada bueno que argumentar. Típico de ti

Odiaba que siempre quisiera dársela de maduro. Me trataba como si fuera superior a mí, como si él fuera un adulto y yo solo un niño al que había que regañar todo el tiempo. Y lo odiaba, lo odiaba a él.

—Siempre viendo los defectos de los demás, pero no te das cuenta de los que tú tienes—lo ignoro y sigo mi discurso. Mis manos se vuelven puños a los costados de mi cuerpo cuando él pone los ojos en blanco.

¿Le estaba molestando? ¡Él era el que me fastidiaba a mí!

—Bien, y según tu ¿cuáles tengo?

No pude contenerme a seguir insultándolo.

—Tal vez si tuvieras un poco más de cerebro o de humanidad, pedazo de Psicopata, gilipoll-

—Ahora eres tú el que actúa como un niño malcriado—me interrumpe, actuando con tranquilidad.

Quería tomar su cabeza y estamparla contra la isla de la cocina, a ver si esa tranquilidad seguía intacta en su cara.

—Ya que parece que no quieres hablar, te diré cuales son los tuyos

—No quiero que me digas nada

—Realmente me importa poco lo que tú quieras

—Claro, porque los psicopatas no pueden sentir lo que es la empatía

Respira profundo y pasa una mano por su cara antes de volver a mirarme, cansado.

—¿Qué quieres de mí, Billy? Dime lo que quieres de una puta vez, para que podamos solucionar esto y pueda largarme de aquí.

Da unos pasos hacia mí, de manera amenazante. Sus ojos azules conectan con los míos verdes, mirándome furiosos; como si quisieran traspasarme el cerebro y asesinarme ahí mismo.

Tengo que levantar un poco la cabeza para verlo a los ojos. Y aunque siga siendo más alto que yo, no le demuestro lo mucho que me intimida su postura.

Relamo mis labios intentando recuperar mi voz, que parece haberse ido de vacaciones por el repentino ataque de miedo que me ha causado tenerlo tan cerca de mí. No, no era miedo, era otra cosa, solo que en este momento no puedo pensarlo muy bien por la manera en que él baja su mirada a mis labios por unos segundos e imita mi movimiento, relamiendo los suyos.

No sé si fue su respiración chocando contra mi cara o la manera en la que sus cejas se encontraban ligeramente fruncidas por el enojo, pero de repente no pude contenerme más. Mis manos picaban por tocarlo.

Cuando logro conectar los cables de mi cerebro y darme cuenta de lo que estoy haciendo, ya mis labios se encontraban sobre los suyos. Ni siquiera me había dado cuenta de que apretaba su camiseta con ambas de mis manos.

Me separo de él rápidamente como si su tacto me quemara. Sus ojos estaban muy abiertos al igual que los míos.

¿Que mierda acabo de hacer?

Intento pensar con claridad, pero mi respiración estaba muy acelerada y Marcos no dejaba de mirarme con una expresión que no podía descifrar.

Sentí el calor subiendo por todo mi rostro, la vergüenza apoderándose de todo mi cuerpo.

—Yo... lo...

¿Lo sientes? ¿Realmente lo hacías Billy?

Yo... no lo sé. Me sentía muy perdido, muy... avergonzado.

Quería cavar un hoyo ahí mismo y enterrarme vivo en él, hasta morir asfixiado por la tierra.

De repente me han entrado ganas de llorar. Marcos seguía mirándome sin decir nada. Parecía estar teniendo un debate interno entre el mismo; tal vez pensando en diferentes lugares en los cuales pudiera esconder mi cuerpo luego de matarme de la manera más dolorosa posible.

Retrocedo un poco y cuando estoy apunto de darme la vuelta para salir huyendo de aquí como un cobarde, siento su mano tomar la mía y ponerme de frente hacia él, nuevamente.

—No... espera...

Lo miro con algo de temor. Su mirada seguía igual de fría, pero esta vez había algo más... no supe que era, y tampoco me dio tiempo de pensarlo mucho porque lo escucho soltar una maldición por lo bajo y luego clava una mano en mi nuca, acercándome a su rostro y estampando sus labios contra los míos.

Claramente este beso era mejor y más experto que el mío. Marcos me besa de manera brusca, con cierta rabia, como si quisiera descargar toda su ira contra mis sensibles labios.

Intento pensar con claridad. Esto no estaba pasando. Me había quedado dormido y estaba teniendo otro sueño donde nos besamos ¿verdad? Tenía que ser eso, porque de haber estado en la realidad, Marcos no estaría comiéndome la boca como lo estaba haciendo justo ahora.

Logro conectar mis pensamientos e intento separarme, pero todo se va a la mierda cuando muerde ligeramente mi labio inferior, exigiéndome que le siga el ritmo; como una orden a la que no puedes evitar obedecer. Le correspondo sin pensarlo cuando vuelve a unir nuestros labios, y aunque tardo un poco en acostumbrarme a sus movimientos rápidos y desesperados, lo hago. Incluso lo disfruto.

Siento su lengua tocar mis labios, pidiéndome que la deje pasar y eso hago. Los abro ligeramente, soltando un suspiro tembloroso cuando su lengua comienza a jugar con la mía.

Sus manos se posan en mi cintura, apretándome contra su cuerpo y haciendo que mi espalda quede atrapada entre la isla y él.

Ni siquiera podía escuchar mi propio corazón, pero estaba consciente de lo rápido que el suyo latía, como si quisiera salirse de su caja torácica.

No puedo explicar lo que estoy sintiendo en este momento, son demasiadas emociones contradictorias.

Lo odio.

Lo necesito.

Quiero alejarme lo más posible de él.

No quiero que me suelte nunca.

Sus labios se sienten tan bien, todo el se siente tan bien. Subo una de mis manos a su nuca, enredando mis dedos en su cabello negro y la otra la dejo sobre su pecho un poco trabajado.

Estaba seguro de que Marcos hacía algún tipo de ejercicio, porque ese pecho tan duro y musculoso no podría ser normal.

Entre besos le digo lo que no me había dejado terminar de mi discurso de odio hacia él.

—Y también eres un tonto—me besa—, un egoísta y—vuelve a besarme, mientras sonríe sobre mis labios.

—¿Y qué?—susurra. Su voz suena tan erótica que podría tener un orgasmo ahora mismo; nada más con escucharlo.

—Y... un egocéntrico insoportable—mira fijamente mis ojos. Puedo encontrar cierto brillo divertido en los suyos. Sus pupilas están tan dilatadas que casi no se logra ver el azul de su iris.

No borra su sonrisa de idiota.

De manera rápida, me toma por los muslos y me sube sin esfuerzo a la isla de la cocina, abre mis piernas para meterse entre ellas y vuelve a unir nuestros labios. Esta vez el beso es más desesperado, más ansioso. Incluso cuando pensé que no podría serlo más que antes, él logra sorprenderme.

Y aunque hace un rato se encontraba sonriendo, Marcos me besaba con molestia; como si no supiera que sentir, como si quisiera acabar conmigo.

Siento sus manos posarse en mi trasero y apretarlo con fuerza, haciendo que me pegue mucho más a su cuerpo. Suelto un jadeo al sentir nuestras entrepiernas chocar. A él parece gustarle el sonido, porque se restriega un poco más, haciendo que otro jadeo un poco más fuerte salga de mí y quede amortiguado contra su boca.

Se separa un poco y cuando estoy apunto de quejarme, siento su pesada respiración en mi cuello.

—¿Qué hace...?

No puedo terminar la pregunta porque pasa su lengua por esa zona tan sensible de mi cuerpo, haciendo que apriete su camiseta con fuerza.

—Marcos—su nombre sale de mis labios como una súplica cuando siento como baja tentativamente su mano por mi abdomen, hasta dejarla reposando sobre uno de mis muslos, y lo aprieta un poco.

Abro mi boca para poder soltar todo el aire contenido.

El no se detiene. Sigue besando mi cuello hasta llegar al lóbulo de mi oreja y morderlo suavemente.

No puedo aguantar más y lo tomo de la nuca para volver a unir nuestros labios. Intento desabrochar los botones de su camiseta rápidamente, lo que hace que el sonría contra mi boca y estire sus brazos a ambos lados de su cuerpo, permitiéndome hacerlo.

En eso la puerta se abre de manera tan brusca que se escucha en toda la habitación el estruendo de esta chocando contra la pared. El susto me lleva a morder el labio de Marcos, quien se separa de mí como si le quemara y lleva una mano a la zona afectada, soltando un quejido.

Siento que el corazón se me saldrá en cualquier momento por la boca. Llevo mi mirada a la puerta y veo a Addy ahí parada bajo el umbral. Está respirando pesadamente como si hubiera corrido demasiado.

Ella mira a Marcos y luego a mí, pero no le toma importancia a lo que acababa de ver y habla con rapidez.

—¡Billy! ¡Tenemos que salir de aquí!—me pongo un poco en alerta al ver la manera tan alterada en la que se encuentra.

Ella toca su cabeza como si esta le doliera.

—¿Qué pasa? Respira Addy—me bajo de la isla rápidamente para acercarme a ella, pero parece no poder verme bien. Su mirada se perdía por momentos en la nada.

Intento regular mi respiración y concentrarme un poco más. Mis manos aún temblaban descontroladas por lo que acababa de pasar con Marcos y el susto que ella nos había dado al abrir la puerta.

—¡No!—grita de repente—Tenemos que irnos ya—ella mira a la puerta asustada. ¿Qué le pasaba?

Toca su pecho y se curva un poco, lo que hace que me preocupe más.

Entro en pánico de inmediato cuando miro sus ojos tornarse negros.

Marcos no podía verla así.

Me planto frente a ella para intentar taparla y la tomó de sus brazos al ver que no tiene fuerzas para mantenerse de pie.

—Addy, tus ojos—susurro.

—El doctor B-Baker está... está aquí—ella cae de rodillas al suelo, haciendo que yo también lo haga, sin soltar sus antebrazos.

Quedó perplejo al escucharla. ¿Cómo que estaba aquí? ¿Ya? ¿Ahora mismo?
Nono, esto era malo. Tenía que sacar a Addy de aquí, tenía que protegerla.

—¿Mi padre?—escucho decir a Marcos sin aliento detrás de mí. Addy retrocede al escuchar su voz y niega repetidas veces con la cabeza.

—¿Tu qué?—volteo mi cara para verlo con los ojos muy abiertos. él intentaba parar la sangre que no dejaba de salir de su labio.

Joder, yo había provocado eso.

De repente desvía su mirada de mis ojos hacia los de Addy y da algunos pasos atrás, asustado.

Mierda.

—No, no. Tenemos que... salir—Addy no deja de repetir sin parar—. Ellos... ellos nos engañaron

Las luces comienzan a parpadear y un jarrón al lado de los muebles cae al suelo; la flor que estaba dentro de este, empieza a crecer por todo el lugar. Miro mis manos pensando que soy yo él que ha hecho eso, pero escucho a Addy soltar un sollozo, lo que hace que la flor se prenda fuego.

Ok, definitivamente no era yo.

Estaba tan aturdido que por un momento me quedo sin saber qué hacer, viendo a la planta quemar el lugar.

—Ella... está... sus ojos—Marcos balbuceaba en shock.

—Cierra la boca y ayúdame—pido siendo un poco duro. Podía entender que su cerebro estaba explotando en este momento. El mío lo hacía casi de la misma manera, pero no teníamos tiempo para esto.

Llevo mis manos hacia el rostro de Addy y lo alzo para que me mire; no sé si lo hace, sus ojos negros parecen vacios.

Su piel bajo mi tacto se sentía muy caliente.

—Addy, vas a destruir este lugar, necesito que te calmes ¿si? Vamos a salir de aquí. No voy a permitir que él vuelva a llevarnos, solo—le hablo muy bajo, intentando transmitirle tranquilidad. Algo que claramente ninguno tenía en ese momento—. Solo respira

Las luces de repente explotan, haciendo que todo quede oscuro y ya no se oiga la música de abajo.

Lo único que aún me permitía ver un poco, eran las luces de la ciudad que entraban por la ventana.

Addy no paraba de llorar, pero al menos hace lo que le pido; inhala y exhala. Sus ojos vuelven a la normalidad y ella cae desmayada hacia un lado, pero la sostengo antes de que toque el suelo.

—Tengo que sacarla de aquí—susurro mientras me levanto con ella en mis brazos. Veo a Marcos parado a unos pasos de mí con su cara impregnada de confusión y perplejidad.

—¿Qué acaba...?

—¿Puedes confiar en mí?—lo interrumpo y él me mira a los ojos. Parece pensárselo. Sé que le estaba pidiendo mucho; con lo que acababa de ver, era difícil poder confiar en alguien con un secreto así.

—Bueno, esa pregunta es un poco complicada, por...

—Marcos

Me observa y suelta un suspiro.

—Sí, joder—termina diciendo y luego baja su mirada hacia Addy—. Ven, podemos salir por la parte de atrás sin que nos vean

No sé si confiar en Marcos era muy buena idea, pero no teníamos más opción y él parecía no saber nada sobre su padre, ni sobre nosotros. No creía que estuviera haciendo un plan para entregarnos; y si así fuera, ¿por qué no lo había hecho ya?

Él había visto a Addy. Podría haber corrido de la habitación, habernos expuesto con su padre, pero estaba aquí, ayudándonos a escapar. Manejando su Mercedes como si nos siguiera la policía.

Afuera no paraba de llover y eso estaba preocupándome debido a la velocidad en la que Marcos conducía.

—¿Cómo...? ¿Qué...?—él llevaba su mirada al retrovisor repetidas veces para asegurarse de que no nos seguían. Incluso parecía más asustado que yo.

Le había contado absolutamente todo, lo cual no debí haber hecho mientras él era el que conducía el auto.

Le dije quien era su padre y porque Addy se había alterado tanto cuando lo vio. Él solo balbuceaba cosas sin sentido desde entonces. Estaba en shock y podía entenderlo. Esto era mucho para asimilar. ¿Personas con poderes? Ni yo podía explicar eso.

Si él no lo hubiera visto con sus propios ojos, tal vez no nos creería.

—¿Puedes calmarte? Vas a hacer que choquemos—pido y volteo para mirar a Addy inconsciente en el asiento trasero.

—¡¿Cómo puedes pedirme que me calme luego de haberme soltado eso?!—el acelera más rápido y pasa a los demás autos como si su vida dependiera de ello.

—Sé que es mucho lo que tienes que procesar, pero necesito que te cal-

—¡No me pidas que me calme, Billy!

Le pega al volante con su mano y acelera incluso más que antes.

Podía escuchar los latidos acelerados de su pobre corazón. Y ni hablar de la manera tan desesperada con la que respiraba.

—Frena el auto—digo, tranquilo.

—¡¿Qué?!

—Estas muy alterado, déjame conducir

—¿Siquiera has conducido un auto en tu vida?

—¿Confías en mí?—pregunto volteando a verlo.

—Ya me has hecho esa pregunta dos veces en menos de diez minutos. Estoy comenzando a pensar que estas manipulándome.

Sonrió un poco y él también lo hace. Suelta un suspiro y se desvía a un lado del camino, para estacionarse.

—Voy a matarte si dañas mi auto—baja de él y hago lo mismo para cambiar de lugar.

Bien, he estacionado varias veces el auto de mi madre antes. ¿Qué tan complicado sería conducir?

Me siento en el lado del piloto y me coloco el cinturón de seguridad. De reojo veo que Marcos hace lo mismo.

El auto ya está encendido, así que solo lo pongo en marcha, despacio; incorporándome en la carretera.

Luego de un rato Marcos vuelve a hablar.

—Conduce hacia la derecha—me hace desviarme del camino.

Por aquí no quedaba su edificio, pero no digo nada.

Escucho su celular sonar y él lo saca de su bolsillo para verlo. No puedo evitar hacerlo yo también y noto que en la pantalla sale el nombre «Andrew» pero el solo lo apaga, ignorándolo.

No quise ser entrometido, así que me tragué mi curiosidad.

—¿A donde vamos?—pregunto cuando sigue dándome indicaciones.

—A un hotel. Baker normalmente siempre se queda a dormir en el edificio cuando asiste a estas fiestas, así que no podemos regresar y arriesgarnos a que los vea.

Aún era extraña la idea de que el doctor Baker fuera su padre. Marcos no me había dicho mucho sobre él, pero sabía que se llevaban mal.

Estacionó el auto en el garaje, luego de que Marcos comprara la habitación y bajo del auto, para tomar a Addy en mis brazos y subir al número de puerta que se nos fue asignado.

El pelinegro la abre y entramos a una bonita habitación no muy grande. Había una cama matrimonial y una individual un poco separada de esta. Recuesto a Addy en la última y toco su frente para intentar medir su temperatura.

—Está muy caliente. Necesito pañuelos—le digo a Marcos y él los busca encima de la mesita que esta entre ambas camas, y los moja con agua fría, antes de entregármelos.

Coloco uno en la frente de Addy, y ella parece sentir el frío, porque pega un pequeño respingón. Pero no abre sus ojos.

Pongo más pañuelos en sus brazos, su cuello. En todo su cuerpo. Marcos me ayuda a volver a mojarlos cada cierto tiempo cuando estos se calientan con la temperatura del cuerpo de Addy. Duramos así al menos una hora, hasta que por fin noto que su fiebre a bajado.

La secó un poco con otra toalla que no esta húmeda y la cubro con las sábanas para dejar que duerma.

Marcos se había dado una ducha y se encontraba sentado en la cama con sus codos sobres sus rodillas. Su mirada conecta con la mía.

—¿Estás bien?—pregunto refiriéndome a todo lo que le había contado de su padre y de nosotros. Él asiente.

—Solo un poco cansado—se recuesta en la cama y yo voy al baño a darme una ducha rápida. Luego de eso miro mi cara en el espejo. Mi cabello rubio se encontraba más despeinado que nunca, y mis ojos se veían cansados.

Ya que no habíamos traído nada para cambiarnos, solo me quedo en ropa interior y salgo del cuarto de baño. Marcos ya se encontraba dormido en la cama.

Me acercó y me recuesto a su lado, intentando quedar lo más alejado posible de su cuerpo, el cual estaba vestido únicamente por los pantalones que había llevado a la fiesta.

Me acomodo de lado en la cama y me permito mirarlo un poco. No puedo evitar pensar en lo que habíamos hecho unas horas antes. Instintivamente mis ojos viajan hacia su labio, donde se encontraba una pequeña herida con un tono rojizo a su alrededor.

Dios, eso debía doler.

Se veía tan tranquilo y calmado durmiendo. Como si no fuera tan irritante y fastidioso.

Sonrió un poco por mis pensamientos.

—Deja de verme—me paralizo al escucharlo. ¿Cómo sabe...?

—No estoy viéndote—digo, mirándolo.

Él abre sus bonitos ojos azules y me observa fijamente. Recorre mi cara con su mirada, como si quisiera grabarse hasta el más mínimo detalle de ella.

—Ahora tú me ves a mí—digo removiéndome en mi lugar.

—Duerme ya, Koda

—¿Koda?

—El de «Tierra de osos». Eres igual de desesperante que él—rio un poco por su comparación y él vuelve a cerrar sus ojos.

Lo observo un poco más antes de también cerrar los míos.

Continue Reading

You'll Also Like

7.9K 1.4K 42
Hola, persona random de Wattpad. Mi nombre es Bélgica Knoller y ahora seguro te preguntarás: ¡¿quién rayos es Bélgica Knoller?! Buena pregunta, camar...
78K 10.4K 81
Querido diario mental: El pulgoso de Max ha vuelto a quitarle las loncheras a las otras niñas, será hora de despatarizarlo. Libro #0.5 de la saga...
59.4K 6K 10
Primer error: Crea una profecía falsa Segundo error: Deja a Harry con los Dursley Tercer error: intenta manipular a todos Cuarto error: Pensando que...
860 90 59
Había dejado cosas en el olvido, había sepultado recuerdos y momentos que nunca quería volver a vivir. ¿Pero realmente estaba segura de haberlo olvid...