Destinos entrelazados (omegav...

By Rynleph

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Tighnari es un omega nacido de una familia rica y prometido con el alfa más influyente de la ciudad, Alhaitha... More

Introducción
❥ ; 1 - Prometidos
❥ ; 2 - Complicaciones
❥ ; 3 - Maldito destino
❥ ; 4 - Eres mío
❥ ; 5 - Boda
❥ ; 6 - ¿Fue un sueño?
❥ ; 7 - Extraña convivencia
❥ ; 8 - De mal en peor
❥ ; 9 - Aletheia
❥ ; 10 - Depresión
❥ ; 11 - Esperaré
❥ ; 12 - Guerra
❥ ; 13 - No huyas del destino
❥ ; 14 - Mas vale tarde
❥ ; Final - Gran familia
SEGUNDA TEMPORADA
❥ ; 16 - Manadas unidas
❥ ; 17 - Yo seré el líder
❥ ; 18 - Marca de Alfa
❥ ; 19 - Tensión
❥ ; 20 - Reptiles
❥ ; 21 - Responsabilidad
❥ ; 22 - ¿Es la guerra?
❥ ; 23 - Yo elijo mi destino
❥ ; 24 - Distancia
❥ ; 25 - Danheng
❥ ; 26 - Me rindo
❥ ; 27 - Dejarse llevar
❥ ; 28 - Reencuentro
❥ ; 30 - Nuestro destino
❥ ; 31 - Hasta que la muerte nos separe
❥ ; FINAL - Nuevos comienzos
TERCERA TEMPORADA

❥ ; 29 - Descubrimiento

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By Rynleph


La tortura comenzó después de esa noche. Dormir juntos no era una opción, pues podrían entrar y sería difícil de explicar. Yarim no soportaba estar tan cerca y no poder abrazarlo, pero por el día era incluso peor. Sus cuerpos se necesitaban y buscaban cualquier excusa para quedarse a solas, besarse y acariciarse lo máximo que les diera tiempo a hacer. Los entrenamientos eran, sin duda, la parte más compleja, pues sus cuerpos acababan tocándose cada vez que peleaban y Yarim sentía que sus piernas temblaban cada vez que olía a su alfa cerca, pero en presencia de Alhaitham debían mantener la distancia más que nunca.

Día tras día se sometían a una dolorosa prueba. No podían dejar de querer estar a solas, pero incluso en la casa del árbol podrían levantar sospechas. Alhaitham los entrenaba cada vez más duro, y no tenían tiempo para ellos. Yarim se tuvo que poner al día con todo, dado que había estado mucho tiempo alejado y su padre también lo veía como un futuro líder de la manada pese a ser dos años más joven que Kamran.

Había pasado un mes y medio. Kaveh estaba prácticamente a punto de tener al bebé, se notaba en su abultada barriga. ¿El huevo de Dante estaría igual? Lo llamaban de vez en cuando y parecía que la cosa iba bien. Los preparativos para la boda estaban comenzando, ya que no faltaría mucho tiempo para que al fin se unieran. Entonces volverían a casa, con el bebé. Yarim no podía dejar de imaginarse cómo sería, qué rasgos tendría. Investigó mucho y llegó a la conclusión de que los genes de cánido eran dominantes y probablemente tuviera orejas como ellos y una cola esponjosa.

—Kamran, mira —pronunció el menor y se acercó con el móvil a la cama del contrario. Se sentó a su lado y le enseñó la foto de un bebé híbrido, probablemente similar al padre de Baizhu—. Así será nuestro sobrino, seguro que es lindo.

La puerta del cuarto se abrió y, de pronto, se tensó. No entendía por qué, realmente no estaba haciendo nada malo, no se había acercado con otras intenciones.

—Vamos a comprar unas cosas —dijo Kaveh—. Hoy no habrá entrenamiento, chicos, Alhaitham nunca sabe cuando parar... ¿Estaréis bien?

—S-sí, mamá...

—No te preocupes, podéis iros tranquilos —respondió Kamran intentando no parecer emocionado con saber que tendrían por fin un rato a solas.

—Hasta luego chicos, si necesitáis algo escribidme —añadió el rubio antes de salir de allí y cerrar la puerta.

Yarim se quedó en silencio un rato mientras escuchaba los pasos alejarse poco a poco hasta el piso inferior y, luego, el sonido de la puerta de entrada cerrándose. Miró a Kamran. Llevaban semanas besándose a escondidas y aquello parecía un soplo de aire fresco al fin, aunque no podían confiarse.

—Parece que estamos solos —dijo al fin y dejó su teléfono sobre la mesilla. Ya había olvidado lo que iba a enseñarle—. ¿Lo hacemos?

Kamran se levantó y se acercó a Yarim con una sonrisa.

—¿Qué quieres hacer exactamente? —cuestionó en tono juguetón. Aunque le entendía, quería escucharlo de sus labios.

Yarim se puso un poco nervioso y se acercó más para que sus labios se unieran durante varios segundos. Al fin. No habían podido besarse en prácticamente todo el día y cuando sus padres estaban despiertos, por razones obvias, no solían acercarse aunque estuvieran en la habitación.

—Quiero que t-tengamos sexo... —pronunció avergonzado contra los labios del mayor—. ¿Tienes la protección?

—La tengo... —respondió y atrapó el labio inferior adverso entre sus dientes para provocarle un poco—. ¿Quieres ir a la casa del árbol o...?

Yarim se quedó pensativo. Por la expresión de su madre irían a comprar cosas para el bebé que nacería en los próximos días ya que antes no habían tenido tiempo ni ganas de hacerlo. Teniendo en cuenta cómo es Kaveh, tardarían bastante.

—Aquí es más cómodo... Nos dará tiempo de sobra a ducharnos después incluso —aseguró y se lanzó sobre él—. No vas a escaparte hoy.

—Tampoco pensaba escaparme...

Sin esperar más, Kamran comenzó a besarle de forma más ansiosa esta vez. Ni siquiera se cortó, sus feromonas comenzaron a volverse más fuertes como si quisiera atraerle más y sus manos ya estaban buscando la forma de deshacerse de la ropa adversa.

Las piernas del omega comenzaron a temblar en el momento en el que olió aquellas feromonas. Instintivamente dejó salir las propias para que lo atraparan también mientras ambos se besaban con necesidad. Habían esperado mucho por ese momento y cada vez estaban más seguros de que el destino los había juntado. El alfa lo levantó sin esfuerzo y le tumbó sobre una de las camas, en este caso fue la suya propia. En lugar de volver a sus labios, comenzó a repartir húmedos besos por su cuello mientras se deshacía del broche de su pantalón para poder meter la mano bajo los mismo.

—Mhg... —Yarim ladeó la cabeza y dejó que explorara su cuello mientras se dejaba llevar. Quería tocarlo, pero siempre lo dejaba inmerso en aquellas sensaciones—. Ha-hay que tener cuidado...

Aún le quedaba un atisbo de cordura. Pensó en la marca y en las ganas que tenía de que los colmillos ajenos se clavasen en su piel, pero aún no podía ser, no debían.

—Lo sé —respondió Kamran y lamió con sutileza la nívea piel de su cuello—. Algún día serás completamente mío...

Se alejó un poco para evitar caer en la tentación y se quitó la camiseta antes de hacer lo mismo con los pantalones. Toda la ropa estorbaba. Yarim lo escrutó con la mirada a la par que pasaba la lengua por sus labios. También se comenzó a desvestir, pero de forma algo más torpe, como siempre. Que Kamran lo tocara le gustaba demasiado y eso que nunca había dejado que nadie lo hiciera, que el contacto físico no era santo de su devoción.

—Si lo dices así... no sé si podré controlarme —respondió el menor y volvió a mostrar su cuello con una sonrisa pícara.

Los ojos del alfa brillaron y por un momento su instinto tiró de él con fuerza hacia su cuello. Rozó delicadamente sus labios con la piel de Yarim y abrió la boca, dejando que sintiera su cálido aliento. Sin embargo, simplemente dejó un pequeño beso en el mismo.

—Me controlaré —le aseguró y alzó la mirada. Él mismo se ocupó de las pocas prendas que les quedaban y se acomodó entre sus piernas cuando ambos estuvieron completamente desnudos.

Yarim había dejado de respirar por unos segundos, Kamran era demasiado sexy y sacaba su lado más caliente. Alzó sus caderas delicadamente y sintió sus entrepiernas rozar. Un gemido escapó de sus labios. Abrazó entonces el cuerpo del alfa y acarició su espalda.

—Es muy difícil controlarse... confío en ti —dijo y acarició la mejilla de Kamran. Sabía que sus padres eran destinados y habían tardado mucho tiempo en marcarse, aunque ellos eran mucho más maduros y tenían más experiencia cuando se conocieron, por lo poco que sabía—. Estoy nervioso.

Kamran agarró la mano adversa y giró el rostro para darle un pequeño beso en la misma.

—Iré despacio, yo también estoy algo nervioso... llevo demasiado tiempo imaginándome este momento —respondió y se acercó para besarle antes de estirarse para alcanzar un condón de su mesilla. Los había conseguido no hace mucho, cuando su padre le mandó a por unos recados.

—¿De verdad? Eres un sucio... —bromeó Yarim, pues él no estaba exento tampoco de culpa. Le encantaba Kamran y era recurrente imaginar su cuerpo desnudo.

—No me escondo —respondió el mayor con una sonrisa y se alejó un poco para poder colar una mano entre ellos. Con cuidado introdujo un par de dedos en él, como ya había hecho otras veces pero nunca más allá de eso—. Llevo fantaseando contigo desde la primera vez que nos besamos...

Yarim jadeó tanto por su acción como por sus palabras. Clavó ligeramente las uñas en su espalda.

—P-puedo decir lo mismo, quizá eso hizo que mi celo fuera tan fuerte en la academia...

—¿Estabas pensando en mí? —cuestionó Kamran en tono juguetón y comenzó a mover sus dedos lentamente, notando como se iba humedeciendo con mucha rapidez.

Yarim gimió y asintió en respuesta mientras dejaba que le explorase de esa forma. Le gustaba mucho sentir sus dedos ahí, estaba impaciente por más. Se acercó para besar sus labios de forma ansiosa y gruñó en mitad del beso mientras sus caderas se mecían en busca de aquel contacto. Kamran sintió un escalofrío y se pegó más a él de manera que los movimientos suaves de Yarim provocaran que sus erecciones rozaran. A su vez, aumentó el movimiento de sus dedos.

—No puedo más —susurró Yarim, rompiendo el beso tras unos minutos—. Te necesito...

Kamran sintió un intenso calor subir por su rostro y su corazón se aceleró. Sabía lo que necesitaba y estaba deseando dárselo. Con cuidado sacó sus dedos y no aguantó las ganas de lamer de los mismos la esencia adversa. Sus ojos centellearon unos segundos y sonrió de lado. Ya había acercado los condones antes, así que simplemente tuvo que abrir uno de los sobrecitos y con cuidado se lo colocó sobre la gran erección.

—¿Listo?

Yarim se había quedado prácticamente babeando mientras miraba aquello. ¿De verdad iba a entrar? Siempre había pensado que era un alfa, pero ahora estaba ansioso por tener dentro a Kamran y no le disgustaba en absoluto la idea. Asintió y acarició el pecho adverso mientras lo miraba a los ojos.

—Más que listo... —jadeó y abrió un poco más las piernas para que el alfa pudiera acomodarse entre ellas.

Ayudándose con su mano, Kamran se alineó con la entrada del menor y, mientras comenzaba a empujar lentamente para entrar, unió sus labios. Quería evitarle las molestias que pudiera sentir y ayudarle a distraerse, aunque sabía que era inevitable que al principio fuera algo incómodo. A pesar de lo que pudiera pensar Kamran, Yarim pareció disfrutarlo desde el minuto uno. Se separó del beso para poder soltar un par de gemidos que fueron acompañados de una mirada lasciva. Se acercó entonces a su cuello y mordió con el suficiente conocimiento como para no dejarle marca, al menos que no perdurase más de unos minutos.

—M-mi alfa...

La piel del mayor se erizó y soltó un fuerte gruñido. Aquello le había provocado tanto que terminó empujándose un poco más hasta estar completamente en su interior. Lo cierto es que le había recibido mucho mejor de lo que esperaba y la sensación era abrumadora. Tuvo que contener sus instintos como nunca, pero eso no le impidió comenzar a moverse lentamente. Después de tantos días de juegos en momentos en los que podían estar a solas, que no eran muchos, el cuerpo de Yarim se había adaptado a los gruesos y largos dedos de Kamran. Ahora, pese a que el tamaño era mucho mayor, se sentía bien, el placer lo abrumaba y su cuello pedía a gritos que lo marcase, que lo hiciera suyo de una vez. Sus uñas se clavaron en la espalda del alfa. Eso sí que iba a dejar marca, pero esperaba que no se vieran aprovechando la ropa.

—M-mhg, joder... eres mío —gruñó el mayor de forma posesiva y se mordió el labio con fuerza hasta el punto de provocar que su colmillo le hiciera un pequeño corte. Quería marcarle, hacerle completamente suyo, pero no podía y eso le estaba quemando por dentro. Comenzó a moverse con más rapidez dentro de él y agradeció que no hubiera nadie en casa, pues de lo contrario podrían haberles escuchado.

—Kamran... Ah... —gimió alto, pues sabía que tenían la oportunidad, que estaban a solas por fin, disfrutando el uno del otro—. N-no creo que aguante mucho, m-me gusta mucho esto.

—Aún no... necesito más —susurró con la voz ronca y tiró con fuerza de la sábana. No podía parar, sus movimientos eran rítmicos y ya había dejado de lado cualquier inseguridad, se sentía como en un bucle de éxtasis y sus sentidos estaban nublados. Nunca pensó que aquello podría sentirse tan bien, pero si le quedaba alguna duda, ahora sabía que estaban hechos el uno para el otro, pues sus cuerpos encajaban como si estuvieran hechos a medida.

Las manos del omega ascendieron hacia el cabello adverso. También necesitaba más, pero el placer era tal que no sabía si podría albergarlo por mucho tiempo. Los gemidos se hicieron cada vez más frecuentes y buscó los labios del alfa para callarlos. Ambos estaban inmersos, tanto que el mundo había perdido todo el sentido, ahora solo existían ellos dos en aquella casa. Kamran le sujetó por los muslos de manera que el acto se hiciera más profundo aún y jadeó con fuerza en medio del beso. Quería aguantar, pero a cada minuto que pasaba le resultaba más difícil controlarse y tampoco parecía ser capaz de alargarlo. Las feromonas de ambos llenaban la estancia y sus cuerpos estaban bañados en una fina capa de sudor que hacía brillar su nívea piel. Ninguno tenía experiencia en ese sentido, sin embargo no parecían necesitarla.

De pronto, los ojos de Kamran brillaron y tensó su mandíbula. Estaba cerca, lo presentía, y por ello se obligó a sí mismo a mirar a su chico a los ojos. Necesitaba calmarse o perdería el control. Yarim entendió lo que necesitaba y lo besó para que pudiera centrarse en el beso. Su cuerpo tembló y el intenso placer lo invadió por completo haciendo que su mente quedara en blanco. El alfa se concentró en él, en su chico, y en las sensaciones que les conectaban a ambos en el momento del clímax. Jadeó contra sus labios y le abrazó con fuerza cuando no pudo soportarlo más y el orgasmo terminó por azotarle como nunca antes. Por suerte logró aplacar sus instintos y terminó agotado con la cabeza sobre el pecho de Yarim.

—mhg... t-te amo... Mi omega —susurró en medio de aquel trance en el que se había quedado.

Yarim sintió su pecho acelerarse al escuchar aquellas palabras y se abrazó a él.

—También te amo... —murmuró y dejó un beso en su frente.

Kamran alzó la mirada al ser finalmente consciente de lo que acababa de pasar y acababan de decirse. Se sonrojó un poco y se acercó para besarle con dulzura.

—Creo que me voy a volver adicto a esto... —susurró el mayor en medio del beso.

—Y yo —respondió Yarim y se quedó un tanto pensativo—. ¿No deberías haberme anudado? Es decir... Ehm... No es que me apetezca que me hagas daño ahí, pero...

—Creo que me he contenido tanto al final que el nudo no se ha formado... —comentó Kamran sumido por un momento en sus pensamientos—. Creí que no iba a ser capaz de aguantar las ganas de marcarte.

Yarim sintió un escalofrío al recordar todas aquellas veces en las que Kamran estuvo cerca de su cuello. Durante los entrenamientos, antes incluso de que se besaran. Se sonrojó y miró a un lado.

—Somos jóvenes... pero me gustaría... Sé que eres tú, siempre vas a ser tú.

Kamran sonrió y rozó su nariz de forma tierna con la ajena. Todo parecía tener sentido cuando estaban juntos.

—En cuanto sepan que estamos juntos lo haré, me da igual todo lo demás...

Yarim lo besó de forma dulce, como si aquello fuera su respuesta, también quería pertenecerle y que ambos estuvieran juntos de todas las formas posibles. Sin embargo, la situación era complicada y lo sabían.

Después de largo rato dándose cariño el uno al otro decidieron ir a ducharse, aunque no pasó nada y no fue por falta de ganas. No tardaron mucho, lo suficiente como para quitarse el olor a sexo y feromonas que se había impregnado en su piel.

—Tengo mucha hambre —dijo Yarim tras terminar de ponerse ropa limpia—. ¿Vamos a por algo?

—Me parece bien, también me muero de hambre —respondió el mayor y se adelantó para bajar hacia la cocina.

Yarim le siguió de cerca y se adelantó cuanto tuvo oportunidad, empezando una carrera hasta la nevera. Se veía feliz, estaba acostumbrado al entrenamiento duro así que el sexo no era algo que le causara dolores más allá de una pequeña molestia en su trasero, pero era soportable.

—¡Hey! ¿Dónde crees que vas?

Kamran soltó una risita luego de haber corrido tras él y lo atrapó por la cintura antes de darle un besito en la mejilla. Estaba aprovechando para dejarse llevar un poquito ahora que nadie les veía y no tenían que fingir. Yarim también reía y no pudo evitar rodear su cuello con ambos brazos antes de dejar un beso en sus labios.

—Soy más rápido que tú —susurró sin separarse de él, con una sonrisa en sus labios.

No habían escuchado el sonido de la puerta, pero si el de una bolsa chocar contra el suelo. Yarim se giró para ver cómo Kaveh y Alhaitham estaban postrados delante de la puerta y se alejó del cuerpo de Kamran como si éste hubiera comenzado a arder. Ninguno hablaba, era como si estuvieran tratando de comprender lo que sus ojos veían y no podían creerlo, sin embargo una sola mirada era suficiente para saber lo que estaban pensando.

—P-papá... —murmuró Kamran y agachó las orejas—. Esto no...

—¿Esto? ¿Qué es esto exactamente? —cuestionó el mayor directamente.

Yarim pensó en una excusa, pero sabía que no podía negar nada, que probablemente hubieran visto lo que había pasado y, ante el miedo de que lo alejaran de Kamran tomó su mano y la apretó con fuerza agachando la mirada. Kaveh sintió náuseas por un momento, quizá a causa del embarazo o quizá por lo que acababa de presenciar.

—Yarim... ¿qué te ha hecho?

—Nada... mamá, él no me ha hecho nada —habló el menor y apretó más la mano de Kamran—. O-os lo íbamos a contar... e-es que...

—¡No! —gritó Kaveh—. No quiero oírlo. Sois dos alfas, sois hermanos, ¿qué demonios está pasando? Kamran, que le has hecho.

—Yo no le he hecho nada —repitió el joven y miró directamente a Kaveh, aunque la mirada de su padre le imponía mucho más.

Alhaitham estaba serio, miraba a sus hijos con incredulidad y ahora empezaba a plantearse muchas cosas.

—Vais a explicarnos a qué viene esta locura ahora mismo —ordenó el mayor en tono autoritario—. ¿Desde cuándo?

—¡No soy un alfa! —exclamó Yarim sintiendo como todo su cuerpo se tensaba—. Y quiero a Kamran, n-no sé cuándo empezó, pero creemos que podemos ser destinados.

—¿Q-qué tonterías dices, hijo? —La voz de Kaveh tembló ligeramente y se tuvo que sujetar contra el marco de la puerta. Llevó una mano a su abultado vientre.

—Cuando estaba en la academia entré en celo y los alfas enloquecieron y bueno, no pasó nada, pero Baizhu me dijo que era mejor esperar a que tuvieras al bebé y yo tampoco sabía cómo decíroslo porque sé que querías que fuera un alfa, siempre he tenido esa presión desde que tuve la edad suficiente para que se manifestara en cualquier momento...

—No, no eres un omega.

—Soy como tú, mamá...

—Joder... Yarim no puedes ocultarnos eso. ¡Somos tus padres! ¿Crees que no te habíamos apoyado? —dijo Alhaitham ignorando por un momento el otro tema, la realidad le había caído como un jarro de agua fría. Entonces miró a Kamran—. Es una locura... Me niego a que mis hijos tengan una relación clandestina. ¿¡Habéis perdido el juicio!?

—No es algo que podáis evitar... estamos juntos y no me importa si lo entendéis o no, Yarim es mi destinado —respondió Kamran con toda la seguridad que pudo reunir.

Kaveh estaba empezando a hiperventilar y cuando Yarim iba a decir algo escucho como un líquido se vertía en el suelo.

—¡Ah! —gimió de dolor el mayor y se sujetó el abdomen.

—Mamá... —Yarim miró a ambos, no sabía qué hacer. Había roto aguas, eso lo sabía, pero no a quien llamar o qué protocolo seguir. Comenzó a temblar y apretó la mano de Kamran. Aún no había cumplido, aún faltaba un poco de tiempo. "Mamá va a perder al bebé por mi culpa", pensó y no supo en qué momento las lágrimas habían descendido por sus mejillas.

Para Yarim todo se había paralizado.

Alhaitham no tardó en sujetar a Kaveh mientras le miraba totalmente preocupado y con los ojos muy abiertos. No podía estar pasando, debían actuar ya o tanto él como la pequeña estarían en peligro.

—Kamran, avisa a Tighnari de que vamos al hospital —dijo Alhaitham y levantó a su omega en brazos, ya que parecía bastante débil—. Ya hablaremos, esto es más importante ahora.

Kaveh se sujetó como pudo a Alhaitham mientras gritaba de dolor debido a las contracciones. No había mucho tiempo. Yarim seguía sujetando la mano de Kamran y decidió acompañarlo. No sabía cómo sentirse, todo se había nublado, estaba preocupado por su madre, por su hermana, por la situación con Kamran... Miraba a un punto fijo mientras caminaban, ajeno a todo, como si viera la vida desde otra perspectiva.

Los mayores se fueron en el coche de Alhaitham y Kamran tiró de la mano de Yarim para abrazarlo con fuerza antes de seguir caminando. Sabía que eso pasaría, ambos lo sabían, aunque no imaginaba que la situación desembocará en algo así.

—Van a estar bien... ¿vale? Confía en mí —susurró el alfa.

—M-mi madre está mal... —pronunció y se aferró más al alfa mientras lloraba.

—Ey, chicos ¿qué os pasa? —una voz femenina tras ellos los sacó de su trance. Aletheia acababa de salir de su casa, muy probablemente para ir a verles, y se los había encontrado prácticamente en la puerta—. ¿Estás bien, Yarim?

—Nos han visto dándonos un beso —respondió Kamran a las dudas de su hermana y alzó la mirada hacia ella—. Están de camino al hospital ahora, Kaveh va a tener al bebé.

—Espera espera... ¿Qué?

—Tenemos que avisar a Tighnari... —dijo Yarim y se aferró más a Kamran, como si cualquiera pudiera alejarlo de su lado.

—Vale, por partes... ¡¿Kaveh está de parto?!

—Sí, acaba de romper aguas delante nuestra mientras estábamos discutiendo —explicó Kamran y agachó las orejas. Se podía ver la culpabilidad en sus ojos—. Estaba muy nervioso...

—Avisaré a mamá y a Cyno, venid, tendremos que quedarnos con los niños.

Yarim agradecía que Aletheia pusiera la cabeza en todo ese asunto, porque él se había paralizado y no sabía qué hacer exactamente. Sabía que debía llamar a Tighnari, pero soltar a Kamran no era. Una opción.

Finalmente caminaron hacia el salón de la otra casa, donde estaban Cyno y Tighnari jugando con los pequeños. Al verlos aparecer se tensaron, su expresión se tornó más seria debido a que podían palpar que algo no iba bien.

—Mamá, papá, id al hospital, Kaveh está de parto —explicó Aletheia sin dar muchos detalles—. Nos quedamos con los pequeños, llamadnos en cuanto sepáis algo.

—¿Ya? Pero... ¿no faltaban un par de semanas? —cuestionó Cyno mientras se ponían en pié.

—Por eso, puede ser peligroso para él y para el bebé —añadió Aletheia.

—Vamos, Cyno, ve a por el coche, tenemos que irnos —dijo Tighnari también poniéndose en pie—. ¿Seguro que no ha pasado nada más?

—Nada que debáis saber ahora...

Kamran agachó sus orejas y trató de no mirar a su madre. Sabía que Tighnari era muy observador, sobre todo cuando se trataba de ellos, y seguramente sabría que algo pasaba. Ya hablarían más tarde.

—Vamos, os dejamos al cargo de los mellizos —dijo Cyno y fue rápidamente a por las llaves del coche para salir.

Tighnari no se quedó tranquilo, pero asintió y se fue con Cyno dejando a los chicos solos con los pequeños. Al menos sabían que estaban en buenas manos.

El camino hasta el hospital fue la peor experiencia de su vida. Kaveh había tenido a Yarim prácticamente entre algodones desde antes de nacer. Todo fue previsible y tratado, pero ese embarazo, desde el inicio, había sido más caótico y no le gustaba en absoluto. Los gritos de dolor se podían escuchar a través de las paredes.

—Hay que hacer cesárea —dijo uno de los médicos—. O el bebé podría asfixiarse, está mal colocado.

Alhaitham se tensó y apretó con fuerza la mano de Kaveh, que no había soltado desde que entraron por la puerta del hospital. Ahora que estaban enlazados podía sentir su miedo, su dolor... no era agradable.

—Todo irá bien, amor... respira hondo —dijo para tratar de calmarlo un poco—. Van a sacar a la niña.

Todo pasó muy rápido. La anestesia, Kaveh entrando a quirófano. El llanto de la niña minutos después. Todo se volvió negro.

Tighnari había llegado corriendo. Alhaitham estaba en la puerta y parecía que se acababan de llevar a Kaveh. Apoyó la mano en su hombro y trató de recuperar la respiración.

—¿Qué ha pasado? ¿Todo bien?

—La niña está en observación y están haciéndole pruebas a Kaveh —explicó Alhaitham totalmente abatido—. Le han hecho una cesárea y ha perdido bastante sangre, ni siquiera hemos podido verla. Todo ha pasado tan deprisa... no lo entiendo.

Cyno llegó poco después, pero había logrado escuchar todo. De pronto tuvo un pequeño "Deja vu". Aquella situación le recordó a lo ocurrido dieciocho años atrás, cuando los trillizos nacieron. Aunque era muy distinto ahora pues el que estaba tras esas puertas era Kaveh, no Tighnari, y sabía que la expresión de Alhaitham no era culpa suya.

—Seguro que sale todo bien... tranquilo —trató de calmarlo el omega y lo abrazó. Después de la ruptura y de vivir con sus nuevas parejas su relación había cambiado, pero eran buenos amigos y se alegraba de que esa parte siguiera igual—. En unas horas ambos estarán bien, ya lo verás...

—Si le pasa algo a Kaveh no podré soportarlo... —murmuró con la voz rota y se abrazó a Tighnari con más fuerza. Agradecía no estar solo en ese momento, la angustia en su pecho apenas le dejaba respirar.

—Kaveh va a estar bien... es muy fuerte, ya lo sabes —susurró pausadamente—. Pensaba que aún quedaba para que diera a luz... ¿Ha pasado algo? Kamran está muy raro...

El alfa se tensó y se separó de Tighnari. Ahora su expresión era más seria y, aunque no fuera el mejor momento para hablar de eso, no había otro.

—Cuando hemos llegado a casa, Kamran y Yarim estaban abrazados y... —tomó aire un momento antes de seguir—. Se estaban besando, Tighnari.

—¿Se estaban qué?

Tighnari trató de no imaginar aquello. ¿Cómo era posible? Se llevaban mal hasta donde sabía, aunque desde que el menor se quedó en su casa ambos habían estado muy raros.

—Lo que has oído. Y ni siquiera se han molestado en negarlo. Yarim nos ha confesado que es un omega, dice que lo sabe desde que estuvo en la academia militar y supuestamente están juntos —dijo Alhaitham bastante alterado—. Han empezado a decir que son destinados, mis hijos se han vuelto completamente locos.

Tighnari agachó las orejas y soltó un suspiro. Aquello era mucha información de golpe y no sabía cómo procesarla.

—A lo mejor lo dicen porque siempre les he contado a los gemelos lo mal que lo pasamos y es su excusa... No entiendo cómo ha podido pasar, hablaré con Kamran seriamente —reflexionó—. ¿Y cómo es que Yarim es un omega? ¿Los resultados fueron erróneos entonces?

—Eso parece... Tampoco sé demasiado, tengo que hablar con Baizhu. Él fué quien le trató en la academia. —Suspiró pesadamente y agachó sus orejas—. Es igual que Kaveh... siempre se ha esforzado por ser un alfa fuerte y nos lo ha ocultado para no decepcionarnos. Pero ahora tengo miedo de cómo le vaya a afectar esto a Kaveh, por lo pronto casi les pierdo a él y a la niña de lo mucho que se ha alterado.

—Ha sido eso... —Tighnari suspiró—. Claro, Kaveh es sensible y su embarazo es de riesgo desde el principio. Tranquilo, saldrá bien y podremos hablar con los niños...

—Te juro que me voy a volver loco... mis hijos se han empeñado en acabar conmigo.

Después de todo lo ocurrido años atrás, ahora que parecía que todo iba bien los problemas salían de debajo de las piedras. Primero Dante, ahora Yarim y Kamran. Estaba enfadado y decepcionado.

—Bueno... piensa que la pequeña no va a dar mucha guerra —comentó Tighnari en un intento por calmar los ánimos.

Entonces el doctor salió de allí, parecía sudando, cansado, alterado.

—Kaveh está estable —dijo al fin—. Enhorabuena, es una niña muy sana a pesar de ser prematura. La tendremos en observación durante una semana y a la madre también.

—Por los dioses... gracias doctor —respondió Alhaitham visiblemente aliviado y suspiró pesadamente—. ¿Cuándo podré verles?

—A la niña puedes verla desde fuera de la incubadora, Kaveh aún está inestable y lo tenemos en la unidad de cuidados intensivos, pero se pondrá bien, en unas horas si todo sale según lo previsto lo subiremos a su habitación.

Alhaitham asintió y se acercó al doctor. Estaba intentando no agobiarse, pero saber que su chico estaba en la UCI y que no podía verle lo hacía muy difícil. Al menos necesitaba ver a su hija.

—Lléveme con ella... —le pidió al médico.

Este asintió y comenzó a caminar indicándole que debía seguirlo. Antes de irse, Alhaitham miró a Tighnari unos segundos y vió como Cyno se acercaba para tomar su mano. Ellos debían esperar, lo sabían. En una sala donde había muchos bebés metidos en una especie de cajas de cristal estaba la pequeña. Se la podía reconocer a la legua, tenía un gran parecido a Alhaitham. El alfa se acercó y posó su mano levemente sobre la incubadora. Era más pequeña de lo que fué Yarim cuando nació, pero se podía apreciar el brillante tono gris de su cabello y su expresión serena mientras dormía. Era preciosa y no pudo evitar que sus ojos se cristalizaran ligeramente.

—Está bien formada, pero es mejor tenerla aquí por prevención —explicó el doctor—. Todo va a salir bien.

—Gracias, doctor... —respondió y volvió a mirar a la pequeña. Ni siquiera tenía nombre, aún no habían podido pensar uno.

Kristov estaba inquieto. Despertó y abrazó al huevo, que estaba entre él y su novio. Se tensó, parecía que se estaba moviendo y, antes de que pudiera decir algo, un trozo de cascarón se rompió.

—¡Dante!

—¿Qué.. qué pasa?— titubeó el alfa tras incorporarse, alarmado por el grito de su pareja.

Una pequeña cabecita comenzó a asomar, tenía dos orejas peludas plegadas sobre su cabeza y el rostro cubierto de algunas escamas. Sus manitas se aferraban a lo que quedaba del cascarón y sus ojitos parpadeaban, acostumbrándose a la luz. Los hijos de reptiles parecían más grandes y formados que los de cánidos.

—Oh... no puedo creerlo —murmuró Dante mientras lo observaba con emoción. El pequeño acababa de romper el cascarón, su hijo estaba naciendo y era la criatura más adorable que había visto nunca—. Kristov... somos padres.

El omega tomó en brazos al pequeño, lo ayudó a terminar de salir y lo acunó entre sus brazos. Le daba igual que aún estuviera manchado por las paredes del huevo.

—¡Sí! Ay... Tenemos que limpiarlo, avisa a mis padres —exclamó completamente emocionado—. ¡Es precioso nuestro bebé!

Antes de hacer lo que le había pedido, Dante se acercó y le dió un beso en los labios cargado de sentimientos. Nunca pensó que podría sentirse tan feliz, tan pleno, hasta ese momento.

—Te amo —susurró mientras su cola se agitaba felizmente—. Voy a avisar a tus padres.

—Te amo más —respondió con una sonrisita. Su cola también se agitaba, pero la de Dante era mucho más expresiva.

El alfa prácticamente saltó de la cama y comenzó a correr por los pasillos de aquella gran casa. No le importaba perder las formas por esa vez, jamás había estado tan emocionado en toda su vida. Llegó a la sala de estar, donde Zhongli y Tartaglia estaban tomando el desayuno tranquilamente y aún con sus pijamas puestos. Al verle llegar tan agitado, el mayor se puso tenso.

—Es el huevo —dijo Dante con la respiración entrecortada—. Se ha abierto. ¡El bebé ha nacido!

—¿De verdad? —Tartaglia se puso en pie y miró a su marido, claramente emocionado—. Aquí no usamos ese término, preferimos decir que ha eclosionado.

—Oh, vale. Pues ha eclosionado —se corrigió, aunque no podía dejar de sonreír —. El caso es que el bebé está aquí, Kristov está con él y me ha mandado llamaros.

—Vamos, quiero ver a mi nieto o nieta —dijo Zhongli y se puso en pié sin dudarlo antes de seguir a Dante.

Tartaglia asintió y todos fueron hacia la habitación. Kristov se había encargado de lavar a la criatura y estaba aún en el cubo de agua que le había pedido al servicio. Alzó la vista y sacó al bebé envuelto en una toalla antes de acercarse a sus padres.

—Es un niño —confirmó el omega.

Tartaglia se acercó y acarició la espalda de su hijo mientras miraba al pequeño. Era pelirrojo, con pequeños mechones de color blanquecino.

—Es precioso, felicidades a los dos —dijo Zhongli totalmente orgulloso. Se apreciaban sus características de canido, pero también las de reptil—. Organizaremos una fiesta, toda la manada debe enterarse de esto.

Dante, que se había quedado un poco atrás cuando los mayores se acercaron, caminó hacia su chico. Quería verle, conocer a su hijo por fin y reconocerle así como su instinto le pedía. Incluso Zhongli supo que era un momento especial, así que se apartó ligeramente para darle espacio al joven alfa. Kristov alzó al pequeño y se lo tendió a Dante para que pudiera tomarlo en brazos.

—Tenemos que avisar a tus padres también —añadió Tartaglia—. Os dejamos solos, vamos a organizarlo todo.

Dante asintió y agradeció saber que ellos se encargarían, pues en ese momento estaba más centrado en el pequeño que tenía frente a él. Estaba acostumbrado a cargar a sus hermanos pequeños, así que no le costó tomarlo en brazos y lo pegó contra su pecho suavemente.

—Hola pequeñín... —susurró y pegó su nariz al cabello rojizo del niño. No podía creer que de verdad fuera suyo, pero así era—. Tenemos que ponerte un nombre.

—No había pensado en ello... —Kristov se sentó sobre la cama y miró a su chico con el bebé. Aún le parecía un sueño—. Puede ser algún nombre fuerte, porque va a ser un gran hombre cuando crezca.

—Mm... ¿Qué te parece "Ajax"? —propuso el alfa y alzó la mirada hacia su novio. El bebé parecía cómodo en sus brazos y pudo notar cómo apresaba su camiseta entre sus diminutos dedos.

—Me parece un nombre muy bonito —respondió el omega y miró a ambos con ternura—. Es adorable...

—Ajax... me gusta —repitió Dante y miró a su hijo con una sonrisa embobada. Había sido difícil, se habían precipitado y tuvieron que afrontar muchas cosas, pero sin duda alguna había valido la pena pues ahora tenían una pequeña familia—. Estoy deseando que mis padres lo conozcan, se parece mucho a ti.

—Se parece también a ti, mira que ojitos tan lindos.

Kristov se notaba claramente animado. Después de lo de Danheng todo había mejorado, sin embargo aquella paz no duró demasiado. Tartaglia entró algo alterado y miró a Dante directamente.

—Kaveh está en la UCI, se adelantó el parto y fue complicado, me lo acaba de decir... ¿Cyno? El moreno.

La sonrisa se borró del rostro de Dante y sus orejas se agacharon. Entonces su hermanita también acababa de nacer, pero no era una noticia tan buena como debería ser.

—Tengo que llamar a mi padre para saber cómo está... —dijo y se acercó a Kristov para entregarle el bebé. No quería ni imaginar lo que podrían estar pasando, pensar en una situación similar con su omega le ponía los pelos de punta.

—Ve, amor... Yo cuido de Ajax con mi madre.

Tartaglia asintió y le dio paso al alfa para que pudiera ir a hablar a otra sala con tranquilidad. Kristov podía sentir la angustia de su destinado y le gustaría ayudarlo de alguna forma. Ahora que el bebé había nacido podrían ir un tiempo con su familia y así podía estar con su padre cuando más lo necesitaba. 

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