Kensington

By VirahaDor7

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Los Kensington eran el clan de cazadores más grande que había existido. Eran la máxima autoridad que regía al... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32 Final
Epílogo

Capítulo 16

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By VirahaDor7

Desperté cuando el sol comenzaba a elevarse en el cielo. Me di cuenta de que estaba cubierto con el abrigo de Shane y que él no usaba más que una camisa abierta a pesar de que el aire frío del invierno comenzaba a llegar. Me incorporé dispuesto a ponerle el abrigo de vuelta, pero algo llamó mi atención. Shane tenía muchos tatuajes, tenía un ave fénix en el cuello, del lado derecho, un anillo en cada mano, en el dedo anular con letras que no lograba entender, una cadena que se enredaba en su brazo derecho hasta su muñeca y otros más que no había visto, pero ahí estaban. No pretendía mirarlo, solo me incliné para cubrirlo y tenía la camisa abierta o rasgada por esa última pelea. Estaba manchada de sangre y su rostro también tenía un poco de sangre seca pegada a la piel. Vi el inicio de un tatuaje en su pecho, sobre el corazón, saliendo por la orilla de la camisa. Fue un impulso, algo que ni siquiera reconocí. Me incliné aun más y moví la tela para dejar al descubierto un escudo. O eso parecía, porque estaba roto. Había una línea larga, una cicatriz que lo atravesaba de izquierda a derecha, en forma diagonal. Era difícil encontrar la forma correcta o el sentido de las letras (si es que eran letras), debajo de esa marca.

Tuve la buena suerte de moverme unos segundos antes de que él despertara y me descubriera husmeando en su cuerpo porque eso habría sido muy difícil de explicar.

—¿Estás bien? —preguntó con voz más grave de lo normal y yo asentí.

—Gracias —dije levantando el abrigo.

No me respondió, se incorporó soltando quejidos cada vez que movía alguna extremidad. Yo también me sentía muy adolorido y cansado, pero no me sentí con el derecho de decirlo después de que todos estábamos maltrechos por mi culpa. Así que me tragué el dolor y las molestias y me moví a la par de ellos. Chasydi y Shawnneta ya estaban listas, incluso habían ido a cazar unas liebres que comimos apresurados porque necesitábamos seguir en el camino.

Decidimos seguir a pie un tramo más, nos movíamos con lentitud, nada comparado con el viaje sobre un dragón, pero era más probable que nos descubrieran en el aire con el enorme cuerpo de Shane. Gael sabría que iríamos hacia el castillo, pero Chasydi conocía muchas rutas alternas en las que sería menos probable que fuéramos atrapados.

El aire era fresco, pero el sol era mucho más intenso y eso no ayudaba a mi poca condición física. Tropecé muchas veces sin entender cómo lo hacía o con qué. Me rendí a que no era capaz ni siquiera de caminar e hice lo mejor que pude por seguirles el ritmo. No fue tan necesario porque Shane siempre se mantenía cerca de mí obligando a las chicas a esperarme también.

Caminamos por mucho tiempo y, aunque Shane y Chasydi discutían sobre la mejor ruta a seguir (que si era mejor ir por hacia las ninfas o hacia las rastreadoras), yo me concentraba solo en respirar porque no tenía la menor idea de qué eran esas criaturas y, ¿sinceramente? Me daba igual.

Después de lo que pareció ser una eternidad, llegamos a una parte del bosque que se sentía diferente a cualquier otra. Lo que nos rodeaba no eran solo árboles, sino que parecían tallos de flores. Cuando levanté la vista, descubrí que eran una especie de girasoles enormes que nos cubrían del sol. El aire parecía ser menos denso ahí, era fresco y la naturaleza estaba presente, más que en ningún otro lado que hayamos pasado antes. El sol era brillante y los tallos hablaban. No es una expresión, ellos literalmente estaban susurrando. Me giré aterrado hasta que vi una figura humana sin saber si era un enemigo o algo parecido.

—Ninfas —susurró Shawnneta, aliviando mi temor momentáneo.

Más ninfas salieron entre los tallos, aunque creo que en realidad salían de los tallos y nos rodearon. Todas usaban vestidos largos y ligeros, con colores casi transparentes que ocultaban muy poco sus cuerpos. Decir que eran las mujeres más hermosas que había visto en mi vida no alcanzaría a explicar su belleza. No existían palabras para describirlas, mi mente se quedaba en blanco al intentar hacerlo. Eran morenas, pelirrojas, rubias, de cabello negro y castaño y colores entre medios. Todas tenían raíces y flores enredados en su cabellera, como si fueran parte de la naturaleza.

Yo estaba tan embobado con ellas que ni siquiera me di cuenta de que todos se habían acomodado en una rodilla frente a la que parecía ser la líder, hasta que Shane tiró de mi brazo siseando mi nombre. Casi me dejé caer y eso provocó que todas se rieran de mí. No me molestó, fue como escuchar al viento cuando acaricia las hojas de los árboles y mece los arbustos. Era un sonido más allá de la magia.

—Levántate —dijo la ninfa frente a nosotros, parecía ser más alta y había un brillo en ella, como si emitiera su luz propia. Me tomó un momento entender que me estaba hablando a mí—. Un Kensington no debe arrodillarse ante nadie.

Miré a Shane preguntándole con la mirada qué diablos debía hacer, él apretó los labios conteniendo la risa de burla y juré vengarme algún día de ese estúpido Odjur. Asintió y yo me puse de pie con movimientos muy lentos. Aún no estaba acostumbrado a tener todas las miradas sobre mí, mucho menos de todas esas hermosas mujeres que parecían flotar entre los árboles como una extensión de ellos.

—Esperamos el retorno de los Kensington con paciencia y por fin ha sucedido —continuó mirando a las chicas a su alrededor—. Hemos pedido a los dioses por el fin de la guerra y aquí está. —Volvió a mirarme y sentí el peso de esa responsabilidad sobre mis hombros—. Están heridos y cansados. Aquí podrán descansar.

Las ninfas nos rodearon sujetándonos de los brazos con suavidad para conducirnos dentro del bosque. Ni siquiera pude mirar el camino porque solo podía contemplarlas, la forma en que se movían y hablaban o la melodía que entonaban sus risas.

Llegamos a una aldea pequeña con cabañas de dos pisos en ambos lados de lo que parecía ser un río amplio y sereno. La parte baja de todas las cabañas solo tenía dos paredes porque del otro lado, donde había sillones y mesas, daba al río y al resto de las cabañas. Había muchas ninfas más que danzaban, cantaban y tocaban instrumentos. Todas se rodeaban de animales y naturaleza, incluso algunas descansaban en el río brillando bajo los rayos del sol.

Nos dejaron en una cabaña donde cada uno ocupó una habitación en la parte superior, primero estaba la de Chasydi, después Shawnneta, Shane y al final estaba yo. El aroma de las flores, del agua y del bosque estaba impregnado en cada parte de la madera y me rodeó cuando me dejé caer en la cama. Parecía hecha de algodón, era como acostarse sobre las nubes y estuve a punto de quedarme dormido, pero estaba sucio. Me pareció una ofensa ensuciar ese lugar con mi ropa.

Casi de inmediato llamaron a mi puerta y esperé con paciencia a que quien fuera que estuviera del otro lado entrara. Era una de las ninfas, parecía ser joven, quizá tendría mi edad, era alta, tenía cabello castaño claro que caía sobre su hombro hacia su pecho, su piel era color caramelo y tenía pecas adornando sus mejillas. Usaba un vestido de color zafiro claro. Era mucho más que hermosa. No me di cuenta de que la miraba fijo hasta que sonrió apenada y bajó la mirada. Me aclaré la garganta llevando mis ojos a otro punto mientras murmuraba un "lo siento".

—Xayasine me ha pedido que le traiga esto —dijo con una voz tan suave y tersa que cualquier cantante podría envidiar. Entró con ropa limpia doblada a la perfección que dejó en el borde de la cama.

—Gracias —respondí haciendo todo lo posible por no mirarla más de lo necesario— ¿Hay algún lugar donde pueda tomar una ducha?

—Las ninfas nos bañamos en el río.

La expresión de mi rostro debió revelar lo que pensaba ante la idea de estar desnudo entre todas esas hermosas mujeres, porque se rió de mí y su risa era todavía más perfecta que su voz. Pasó de largo a mi lado hacia la ventana que daba al río, dejando un aroma a rosas detrás de ella.

—Arriba está la gruta donde el agua nace —explicó señalando la dirección—. Pediré a mis hermanas que nadie se acerque mientras el príncipe Kensington esté ahí.

—Gracias —murmuré cohibido. Ella hizo una leve reverencia y se dispuso a salir de mi habitación—. Espera. ¿Cómo te llamas?

—Kianna.

Me sonrió una vez más antes de salir por la puerta. Por un momento pensé en decirle a Shane que me acompañara, pero no quería estar cerca de nadie mientras estuviera desnudo así que solo tomé la ropa, una toalla y salí hacia el bosque siguiendo la ruta del río arriba. Ese lugar era simplemente irreal, como una clase de película extraña de la mitología griega. Mientras caminaba, hice todo lo posible por no ver a las ninfas mientras jugaban, cantaban o hacían lo que fuera que hicieran las criaturas como ellas.

La gruta no estaba tan lejos, pero el lugar estaba a solas, como Kianna había prometido. El pasto seguía hasta unas rocas que delimitaban la gruta. Parecía una media cueva y a juzgar por la apariencia, era muy profunda. El agua era cristalina, parecía más pura que cualquier otra. Me quité la ropa y me sujeté de una roca para bajar con cuidado hacia el agua que, para mi sorpresa, estaba tibia. Mis heridas ardieron y mis músculos agradecieron cuando me hundí por completo hasta que necesité aire y volví a la superficie. Nadé un poco alrededor contemplando el lugar donde nacía el agua. Había plantas muy extrañas, de colores inusuales cerca del fondo, pero no creí ser capaz de llegar hasta ellas sin ahogarme, así que preferí no intentarlo.

Decidí quedarme un poco más, hasta que comenzara a oscurecer y entonces volvería ya que disfrutaba de la tranquilidad en ese lugar. Una tranquilidad que se vio interrumpida cuando Shane y Chasydi saltaron de una roca grande hacia el agua gritando como dos niños. Parecía que ni siquiera se habían dado cuenta de mi presencia porque estaban muy ocupados discutiendo quién había hecho el salto más alto y aproveché eso para nadar con suavidad hasta la roca donde estaba mi ropa ya que si estar desnudo delante de Shane no me gustaba, estarlo cerca de Chasydi era mucho peor. Aún estaba decidiendo cómo salir de ahí sin ser muy obvio, cuando Shane me habló.

—¿Te vas?

—Eh, sí —respondí sin girarme del todo, el agua era demasiado cristalina y podíamos ver todo sin problema. Me sentía expuesto—. Yo ya... Es decir, ya terminé. Así que ustedes pueden...

—Ay, vamos, Lysander no seas tímido —dijo Chasydi con burla—. No puedo ver tu pene desde aquí.

La sangre se me subió a las mejillas y lo primero que pensé fue en mandarla al diablo, justo antes de que Shane hablara, detrás de ella.

—Apuesto a que no, pero puedes ver el mío.

—¿Qué...?

Chasydi no pudo terminar cuando Shane la hundió de los hombros usando todo su peso para mantenerla bajo el agua aunque eso no duró mucho porque ella lo sujetó de la pierna y lo giró para hacerlo caer. Comenzaron a luchar como un par de niños haciendo todo por mantener al otro bajo el agua. Yo sí vi el pene de Shane, no porque quisiera hacerlo, debo aclarar, sino que por la forma en que jugaban y por cómo se movía su cuerpo era inevitable no verlo. Pero no fue demasiado tiempo y solo pude distinguir unos cuantos detalles como el color blanco del vello y lo ancho que era...pero no lo estaba viendo demasiado. Eran detalles que cualquiera pudo haber notado sin prestar atención.

Después de la tercera vez decidí desviar la mirada hacia Shawnneta, sentada en una roca fuera del agua. Ella mantenía la vista en el agua, pero no los veía a ellos, estaba concentrada en los sonidos que nos rodeaban. Si fuera un lobo probablemente sus orejas se moverían sin parar.

Decidí aprovechar las distracciones para escabullirme del agua sin que nadie me viera. Me sujeté de la roca y subí al pasto. Pude dar dos pasos antes de descubrir que lo siguiente no era pasto sino una especie de fosa llena de lodo y hojas que me cubrió por completo cuando me hundí emitiendo un grito más agudo de lo que me hubiera gustado. Cuando logré salir de nuevo a la superficie y me arrastré hacia la roca, todos me estaban viendo. Y los malditos comenzaron a reírse. Olvida lo que dije antes sobre el remordimiento por mi error, ojalá saliera alguna criatura extraña que se los comiera. La risa de Shane era grave como su voz, como si tuviera grava en la garganta. La de Chasydi era como una ametralladora muy escandalosa. Shawnneta se cubría la boca con el dorso de la mano intentando contenerse, pero podía ver la forma en que sus hombros se sacudían y eso me sorprendió porque a menudo ella me veía con desprecio sin mostrar ninguna otra emoción. Verla así me hizo sentir aliviado, como si las cosas entre nosotros pudieran cambiar.

Volví al agua entre maldiciones para volver a lavarme porque el lodo había entrado en todo mi cuerpo. Mientras tanto ellos salieron del agua y no miré el cuerpo de Shane mientras lo hacía.

🥀

—¿No puedes dormir?

Me volví a medias hacia Shane mientras bajaba las escaleras. No sabía qué hora era, pero quizá pasaba de la media noche. Yo estaba sentado en un pequeño sillón parecido a un puff muy amplio en donde me hundía cómodamente, mirando hacia el río y hacia el bosque. Había una fogata frente a cada cabaña y, aunque las ninfas ya no estaban ahí, me gustaba mirar hacia el bosque porque me llenaba de tranquilidad. El sonido del río y de los animales que habitaban ese lugar era relajante, solo quería empaparme de todo lo que nos rodeaba. Shane me puso una manta en los hombros y se dejó caer en el suelo a mi lado, con las piernas cruzadas.

—Este lugar es tan mágico —respondí mirando alrededor. Había algunas luciérnagas entre los árboles, incluso dentro de nuestra cabaña y era el paisaje más hermoso que jamás había visto—. ¿Todos los lugares serán así?

—El palacio es algo parecido, o lo era, antes de que Thraht decidiera jugar a la quema de brujas. Siendo sincero, no sé qué vamos a encontrar ahí, así que no eleves tanto tus expectativas, quizá no encontremos más que escombros.

Me abracé las rodillas. Incluso si el palacio estuviera en perfecto estado, incluso si todo era como en las películas, no sabía si podría considerarlo un hogar. Estábamos yendo hacia ese lugar, pero no sabía qué haría una vez que me encontrara ahí. No quería ser un rey, no quería ser un Kensington, no quería vivir en un palacio. Quería mi vida de vuelta, quería ver a mis padres y a mis amigos, quería que mi hermano me llamara 'enano' otra vez, pero nada de eso iba a suceder y todos los planes que yo tenía para mi vida se habían desmoronado frente a mí.

Los sueños son algo gracioso ¿no lo crees? Un día están ahí y estás seguro de que serán reales y después parpadeas y los sueños se han ido y la vida no es nada como pensaste que sería. No pensé que mi vida sería así. Nunca supe en realidad cómo sería, pero soñé. Diablos, soñé tanto, con sueños tan altos que me deslumbraban y luego todo se volvió sombrío y oscuro. Ya no había mas sueños, no había más nada. Era yo de pie en medio de un abismo, en medio de una oscuridad tan espesa que no podía respirar.

—Prueba esto —dijo de pronto, sacándome de mis pensamientos profundos. Me extendió una rosa, era de un color crema suave. Lo miré frunciendo el ceño preguntándome si estaba loco y él se rió un poco—. No, no estoy loco. Anda.

Con cierta desconfianza tomé la rosa con una mano, no tenía el tallo, era solo la flor. Tomé uno de los pétalos con delicadeza y me lo llevé a la boca. Se deshizo sobre mi lengua como si fuera algodón de azúcar y el sabor era algo mucho más suave, era dulce y podía saborear el perfume de la flor impregnando mis papilas. Gemí de puro placer y tomé otro pétalo que comí casi de inmediato lo que provocó otra risa suave en Shane.

—¿Qué tal?

—Es lo más delicioso que he probado —respondí después de comer el cuarto pétalo.

—Creí que te gustaría.

Lo miré, pero no me imitó. Se recargó poniendo las manos detrás de él con las piernas extendidas y siguió observando hacia el frente. Le ofrecí un pétalo, pero negó.

—Lo conseguí para ti, no me gustan las cosas dulces.

—Gracias.

Sonrió sin responderme.

—Maldición, juro que mataría por un cigarrillo.

Solo entonces caí en la cuenta de que Shane no había vuelto a fumar desde aquel día cuando lo conocimos en la cabaña. Me pregunté entonces si las criaturas mágicas no tenían ese hábito. Los había visto beber una clase diferente de alcohol, pero quizá el tabaco era algo diferente.

—Neylianiz odiaba que lo hiciera —respondió a preguntas que no hice en voz alta. Parecía que nuestra conexión crecía y se fortalecía con cada instante que pasábamos juntos. Eso me hacía sentir diferente, en un buen sentido. Se estiró jalando su brazo derecho hacia un lado sosteniéndolo del codo con la otra mano—. Una vez amenazó con sacarme del castillo si continuaba haciéndolo.

—Suena como un padre muy paciente —dije con sarcasmo.

—Es el mejor hombre que conocí en mi vida.

Sabía que Shane quería decirme más sobre él, sobre ese hombre que era mi padre, pero yo no quería escucharlo. No estaba listo para desprenderme del recuerdo de mi familia, para sustituirlo con la imagen de un rey a quien nunca conocí. Shane no dijo nada más porque quizá no había nada que decir. Recargó su cabeza en mi hombro tan solo dejándome saber que él estaba ahí junto a mí. Nos quedamos en silencio mientras pequeños copos de nieve comenzaban a caer frente a nosotros.  

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