La Deuda de un Predador (Dep...

By -LFC-Dani

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Una chica, con la soga atada al cuello y decida a saltar, es sorprendida por una criatura completamente desco... More

¿Por qué?
¿Ayuda, para qué?
Presentación
Intentos fallidos
Cambiando
Salvando su vida
Sentimientos
Mi veneno
Los extraños
La criatura
Largo
La Fiesta de Halloween
La Fiesta de Halloween #2
La Confusión
La noche anterior
Una noche especial
¿Un beso?
Comienzo de algo extraño
Un nuevo mundo
Un momento incómodo
Nuevos compañeros
El disfraz
El pasado
Un pequeño viaje
La costurera
Veremos las estrellas
Te haré gritar
La vida
El Doc
El Paraíso
Especial San Valentin
Especial 2
Problemas
La fundacion
Yautja prime
Empiezan los problemas
Problemas/2
Hermanos
la amiga
Sin tan solo todo fuera...
Un verdadero villano
Yautja Prime
19. La verdad
18. Confrontación
17. Verdades
16 ¿Soy suficiente?

20. Me duele amarte

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By -LFC-Dani

_Deseo que sigas envenenando mi alma con tu amor hasta que se marchite mi cuerpo, o en pocas palabras, quiero envejecer a tu lado_

Narrador omnisciente.

En aquel pasillo, en aquel lugar, esos dos amantes se perdieron en sus pensamientos mientras se abrazaban. Que distintos eran.

Mientras uno se sentía como el peor de los demonios, la otra lo sentía como el jodido paraíso. Aferrados, uno al otro creaban su propia realidad.

Ella lo abrazó con mucha fuerza, hundiendo su rostro en el pecho de él. Familiarizandose con su perfume.

Suspiró profundo, y eso le robó un escalofrío a su compañero, sacándolo del trance.

Largo: Ejem, yo, Dani...Lo lamento, tal vez deba irme y dejarte sola, he sido muy imprudente y emmm...-(Afino su carganta)- esto está totalmente mal, y es inapropia...

Cortó la palabra cuando sintió que se formaba un nudo en su garganta. Ella lo miró, y en sus ojos pudo ver dolor. Alguien que sonreí tanto, siempre, ahora parecía estar asustada con una simple frase, y lo peor de todo, es que esas palabras eran mentira.

Él prefirió callarse y, por primera vez, dejar de pensar.

Se le cortó el aliento, antes de hacer lo que tanto deseaba. Le robó un beso, luego otro, otro, y se perdió en la cuenta de las caricias que los consumían.

Sin ambos darse cuenta, habían llegado al cuarto de él, ¿En qué momento bajaron las gradas hasta el sótano? Si no lo saben ellos, menos yo.

Él sentía como las manos de ella, se aferraban a su cabello, y los pequeños jadeos que soltaba en cada beso, le daban una energía voraz.

Con fuerza, la puso sobre la camilla y ella lo abrazó con sus piernas, dándole a entender que deseaba sentir más.

Él soltó un ligero chillido, que le sacó una sonrisa a ella.

Al verse en esa situación y que hubieran descubierto su creciente necesidad, se podría decir que su rostro estaba aún más rojo que su cabello.

Intentó decir algo, pero no pudo, dio una ligera sonrisa avergonzado y miró a la chica. Por algunos minutos, se sentía totalmente vulnerable, pero, no de una forma incómoda, todo lo contrario.

Ese tipo de vulnerabilidad que siempre deseó. Una en la que no era un problema sentirse así, sino un lujo que se permitía al saber que alguien estaba cuidándolo.

Sonrió aún más avergonzado, e intentó disimularlo hundiendo su rostro en el cuello de ella, perdiéndose en el aroma de su piel.

Sintiendo que la amaba, como nunca había amado a nadie en su vida.

Por unos minutos, se tomó un tiempo de calma y quitó sus manos de la cadera de ella, para subirlas a su cintura, y luego a su espalda. Un abrazo tan profundo, como el oscuro espacio que algún día lo embargaron.

Respiro profundo, anhelando gozar de aquel sentimiento que se había prohibido.

Sabía que esto no era un suceso milagroso que le borraría todo el pasado, y cambiaría por completo su persona, sus miedos, sus errores.

Esto no lo volvería un santo, ni mucho menos, él seguiría siendo él y ella seguiría siendo ella. Lo que fueron y lo que los enamoró el uno del otro, aunque desconocido para ambos, seguiría ahí.

Al pensar brevemente en la idea de que lo amaban a pesar de sus defectos, y que lo conocían, a pesar de no saber su pasado, lo hizo soltar una pequeña carcajada.

Ella lo sacó del trance, respondiendo al abrazo y acariciando su espalda. Haciéndolo suspirar ante el tacto.

Él deseo seguir, y, como lo empezó, lo terminaría. Sin preocuparse, sin pensar de más, sin ponerse nervioso, solo quería pasar ese momento...Viviendo por primera vez.

Aprovechando que tenía el cuello de ella atrapado entre sus labios, empezó a besarle suavemente, adorando el sabor de su piel.

Supo en un momento, cuales eran las zonas que más atención requerían cuando la sentía apretar el agarre de sus manos contra él.

En algunos instantes, podría jurar que suavemente le clavaba sus uñas, como gritando en silencio por más.

Él con cada beso, cada jadeo y cada movimiento, empezaba a sentir que anhelaba lo mismo, y para su sorpresa, se vio tomando la mano de ella para guiarla hasta donde más lo necesitaba.

Dejo salir un quejido de gusto, al ver que rápidamente correspondieron a su petición. Sintió la mano tibia envolver la tela y casi se le doblan las piernas cuando la tela ya no fue excusa para el roce piel a piel.

Inconscientemente empezó a mover sus caderas contra el deseo, y se colocó casi sobre ella. Como una presa, un animal fuera de control que deseaba calmar sus impulsos.

Pero, parecía una batalla interna entre el hombre y el instinto.

Aunque sus movimientos parecían erráticos y desesperados, en realidad buscaban sentir, admirando cada detalle de aquella suave figura.

Apretaba, besaba, mordía y en algunos casos, hasta clavaba sus dedos en aquella suave carne, mientras marcaba el ritmo con sus caderas.

En un momento, la ropa se volvió incómoda para ambos.

Uno le quito al otro todo el peso que llevaban de más, solo para dejar sentir su vulnerabilidad.

Las prendas se esparcieron por el cuarto y se perdieron en los oscuros rincones de la habitación, al igual que los miedos y las preocupaciones, dejando únicamente dos almas anhelado aquel deseo prohibido.

En un punto, él no pudo más, y la tomó de las caderas bruscamente mientras sus labios bajaban por su abdomen.

Con un gruñido casi gutural, contuvo su deseo cuando sus dedos se clavaron en las piernas de ella, separándolas de golpe.

Nunca había hecho eso, pero, en ese momento ni lo recordó.

Solo sentía que su cuerpo le pedía más y más mientras su boca apretaba contra cada zona de aquella "fruta prohibida".

Su lengua se paseaba entre los pliegues y su nazis rozaba la zona más sensible. Estaba extasiado con la nueva experiencia, casi tanto que no notaba como ella lo apretaba del cabello, y gemia por piedad al borde del abismo.

Cuando lo notó, ya era tarde. Las piernas de ella lo envolvieron cual serpientes por su cuello, y lo tiró del cabello con tal fuerza que le arrancó un quejido.

Sintió su cuerpo tenso ante lo que había causado, los espasmos de su amante e incluso juró que la había escuchado sollozar.

Él optó por quedarse ahí, y ayudarla a alcanzar el máximo paraíso, familiandoze más con su sabor. El cual a partir de hoy, le iba a pertenecer solo a su persona.

Cuando el agarre se aflojo, y él sintió que la chica ya no temblaba, subió besando suavemente su abdomen hasta sus pechos, mordiendo como por sexta vez aquella piel que ya había marcado.

Luego, subió hasta el cuello, a su barbilla y acabó en su boca, besándola con la devoción de quien adora a una inexistente deidad.

Las manos firmes contra las caderas de ella, no cedieron, y ya no sentía capaz de  aguantar más aquella deseada atención. Se sentía merecedor de eso y sabía que no se lo negarían.

Sin embargo, la miró por algunos segundos, deseando confirmar su idea.

Ella le devolvió la mirada, cristalina y llorosa por todo el placer que había recibido hasta ese momento, pero con aquel toque pícaro que daba a entender que no deseaba detenerse.

Él sonrió ante la idea, y arqueo una de sus cejas. Cuando iba a decir algo, prefirió mantenerse callado, dejaría la "broma" para después. No iba a cagar el momento.

Con esa pequeña sonrisa, le dio un beso en la frente a ella y se acomodó de una forma que le permitía abrazarla, aunque por la diferencia de tamaño, ella quedaba pegando a su pecho, escuchando los latidos acelerados de su corazón.

Eso la hizo sonreír, y le dio un suave beso en el centro de la clavícula a él.

Sus manos nuevamente lo abrazaron por la espalda, y suspiró tranquila.

Se darían un minuto antes de tomarse sin piedad por horas.

Esto ya era algo que ambos habían vivido, pero, se sentía totalmente desconocido.

Había una calidez en todas esas sensaciones físicas, que trascendió de lo meramente corpóreo.

Una sensación difícil de explicar, difícil de entender. No era como cumplir una fantasía, no era como el placer que dan las caricias frías, era...Única.

Suave, tibio, dulce, agradable...Todo lo bueno descrito por el mundo en una simple idea. Pero, no era perfecto, y eso, lo volvía aún mejor.

Era aquel sueño imposible, volviéndose real.

Al final, simplemente se susurro un..."Te amo"

Antes de empezar aquel apasionado encuentro.

¿Quién lo dijo? Ni ellos lo supieron, solo lo sintieron.

Por horas, estuvieron juntos, el empezó moviendo suavemente sus caderas, sintiéndose totalmente atrapado contra ella. Deseando estar preso entre sus piernas toda la jodida noche.

Empezó suave, pero simplemente no pudo mantenerlo, su cuerpo pedía más y más fricción.

Segado por aquella necesidad, sus manos de clavaban con fuerza en sus caderas y la hacían saltar contra él. Marcaba un ritmo despiadado, y no paraba.

Ni siquiera se detuvo al sentirse al borde, ya que podía escuchar que ella también llegaría.

¿Se arriesgaría tanto?

Con el permiso de ella, claro que sí.

Siguieron y siguieron, durante minutos que se volvieron horas. Aquella unión que los dejaba sin aliento, sin fuerzas y sin ganas de parar. Cada orgasmo, parecía superar al anterior.

Pero, en un momento, simplemente no pudieron más.

Ambos estaban sobre la camilla, y ni dios sabe como esa cosa aguantaba tanto. Ella daba ligeros saltos sobre él mientras este la sostenía con la misma fuerza del principio, como si se le fuera a escapar.

Ya no recordaban ni como respirar con normalidad y sabían que aunque este debía ser el final, sería el mejor.

Ella se inclinó hacia él para besarlo. Sin dudarlo, él inclinó su cabeza hacia abajo para alcanzarla y tiró sus caderas para adelante, ayudándole.

Ella chilló de placer al sentir aquella embestida y clavó suavemente sus uñas en el blanco pecho de su amante, que ahora estaba marcado por incontables rayas rojizas.

Estaban al limite, y él lo sabía. Así que como la cereza del pastel, le siguió el beso y dividió las fuerzas de sus brazos.

Con una mano, la tomó por el cabello, hundiendo sus dedos en el plateado color y apretó aquel beso apasionado, llegando a explorar sus bocas. Podía sentir los gemidos de ambos, ahogándose en sus gargantas.

Y con la mano que le quedaba, le dio la última estocada. Ella se arqueo, y sintió como su interior lo recibía con todo el placer posible. Se dejó ir con todo lo que le quedaba en su interior, y la apretó fuertemente contra él.

Por más que la chica tembló, y sus piernas apretaban contra la cadera sus caderas, no la soltó, no la dejo tan siquiera separarse unos milímetros.

Quería que lo tuviera todo.

Ella se aferro con fuera a él, y cuando sintió que podría lastimarlo, buscó aferrarse a las sábanas, pero no podía. Quería sentirlo, así que volvió a aferrarse, ahora a sus hombros. No sabía ni de dónde agarrarse durante esos minutos de extasis tan intensos.

Se sentía como el paraíso mismo, un placer que ningún otro encuentro les había dado.

En ese momento, no importó "cuánto", sino "con quién".

Al finalizar aquellos momentos de extasis, ambos se quedaron abrazados por muchos más minutos. Sin medir el tiempo, solo se abrazaron.

Ella sentía sus ojos cerrarse mientras la respiración de su amado que poco a poco se calmaba, le transmitía una paz desconocida.

Dani sonrió torpemente, mientras se quedaba dormida, sintiéndose no solo satisfecha de forma física, también de forma emocional. Ese era el hombre, con quien ella deseaba compartir el resto de su vida.

Lo pensó, antes de dormirse por completo. Algo que tal vez, no fue lo más afortunado para el momento, ya que no escuchó cuando Largo susurró aquel "Te amo, y a partir de hoy, nadie, ni siquiera yo mismo, evitará que esté contigo"...

La expresión de sorpresa cuando recibió un pequeño ronquido de respuesta era casi cómica, pero, no le molestó. Él dejó salir una pequeña carcajada y saboreo el dulce momento.

No era de muchas palabras, eso se sabía, pero...Le bastaba con haber hecho su promesa en voz alta. La cumpliría, incluso cuando dudara de sí mismo.

Él la abrazó con fuerza, pero cuidando de no despertarla. Enredo sus dedos en el plateado cabello, y los cubrió con la primera sábana que alcanzó.

Durante toda la noche, no pudo dormir. Su cuerpo estaba agotado, pero, mentalmente estaba más despierto que nunca.

Creyó que pasaría toda la noche despierto, pero, terminó rendido ante los sueños.

Se durmió abrazándola, aún con fuerza. Temiendo al despertar, no verla ahí, pero, mientras sentía la respiración contra su pecho, esas ideas se iban.

Ee momento, no sabía que temía más, si perderla, o, haberse enamorado así de ella.





Fin del cap








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