Nuestro lugar favorito CA...

By Alexia_5H

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Lauren era una mujer diferente al resto, al menos para su época, dispuesta a ir en contra de las reglas con t... More

Sinopsis
#Capitulo 1: Atracción
#Capitulo 2: Conocerte
#Capitulo 3: Lugar favorito
#Capitulo 4: Un nuevo día
#Capitulo 5: Amor
#Capitulo 6: Desvelo
#Capitulo 7: Pequeña sorpresa
#Capitulo 8: Fugitiva
#Capitulo 9: Nuestro secreto
#Capitulo 10: Inicio
#Capitulo 11: La fiesta
#Capitulo 12: El jardín
#Capitulo 13: Un baile
#Capitulo 14: Nuestro lugar favorito
#Capitulo 15: Consejo de vida
#Capitulo 16: Visita inesperada
#Capitulo 17: ¿Celos?
#Capitulo 18: La primera nota
#Capitulo 19: Una noche estrellada
#Capitulo 20: Una tarde en el agua
#Capitulo 21: Teatro
#Capitulo 22: Primer beso
#Capitulo 23: Miedo
#Capitulo 24: Iglesia
#Capitulo 26: Dulce cercanía
#Capitulo 27: Vestido de novia
#Capitulo 28: El paraíso
#Capitulo 29: Sorpresa

#Capitulo 25: Discusión

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By Alexia_5H


Camila

—Algo más que tenemos en común —contraatacó.

Su mirada penetrante se ancló a mis ojos y mi garganta quería gritar hasta desgarrarse. Aparté la mirada, no siendo capaz de mantenerla por más tiempo.

—Debemos volver.

—Es libre de ir si quiere.

—Usted también debe venir —la volví a mirar—. Mis Padres se enfadarán si no nos ven en la misa.

—¿Cree que me importa?

Su postura y su mirada desafiante me estaban comenzando a molestar.

—Es muy molesta cuando lo quiere, Lauren...

—Nada la obliga a permanecer a mi lado. Repito, es libre de ir si quiere.

—Quiero volver con Usted —recalqué cada palabra.

—Yo no quiero —imitó—. ¿Qué haremos al respecto entonces?

—Es insoportable —suspiré apartando la mirada.

—Entonces váyase —alzó la voz—. Vuelva a la misa y siga fingiendo que es la prometida más feliz del mundo. Siga haciendo ese papel frente a todo el pueblo, le queda muy bien Señorita.

—No me hable de esa forma —la interrumpí sin poder creer lo que había dicho—. No tiene ningún derecho a hablarme así...

—¡Entonces váyase!

Su rostro estaba contraído por la rabia, su cuerpo tenso y su respiración agitada me hacian saber lo enfadada que estaba. Jamás la habia visto así.

Sin decir una sola palabra me levanté de la banca y caminé hacia la salida, Indignada, sin poder controlar el enojo y la pena que sentía por la forma en que había sido tratada.

—Sabe qué Lauren —me voltee a mirarla desde el umbral de la puerta—, me acaba de hacer un gran favor. Gracias por recordarme el papel que debo seguir haciendo...estaba a punto de olvidarlo.

Lauren

Idiota...idiota....idiota....

Me maldecía internamente por lo ocurrido. Camila no tenía la culpa de mis celos, no era algo que pudiera cambiar de la noche a la mañana.

Había arruinado las cosas, mas de lo que ya estaban. Tenia mido de perderla y ahora era yo quien la alejaba de mi lado. Solo yo era la culpable esta vez.

—También es tu culpa —miré la cruz que colgaba frente a mí en la pared.

Maldiciéndome mentalmente me levanté de la banca y caminé nuevamente hacia el salón en donde se hacía la misa. Entré lo mas sigilosamente posible y me senté a un lado de Camila.

Podía sentir su lejania y todo mi cuerpo se tensó ante su indiferencia.

El señor de bata negra seguía dando su discurso pero ninguna de sus palabras eran escuchadas por mí. Mi mente estaba adormecida y mis oídos silenciados para todo aquel que no fuera Camila.

Camila...siempre Camila.

¿Alguna vez eso cambiaria?.Temía que no.

Mi atención fue captada por los rayos de sol que se filtraban por las ventanas de colores. Un arcoíris plasmado en el dorso de su mano.

Coloqué mi mano junto a la suya sobre la banca uniéndome a esa luz, que de alguna u otra forma nos delataba.

Apenas sintió mi cercanía soltó un suspiro, como si hubiese estado conteniendo su respiración durante mucho tiempo. Con sigilo acerqué mi rostro a su oído y susurré.

—Él lo sabe.

Su respiración se volvió a cortar y como si supiera de que hablaba bajó su mirada a nuestras manos. Estuvo así un par de segundos y como si la luz quemase, apartó la mano dejándola sobre su regazo.

No me miró en ningún momento, ni siquiera camino a casa.

Camila se encerró en su cuarto apenas llegamos y allí estuvo toda la tarde, ni siquiera bajó a cenar.

Estaba preocupada, quería disculparme por haber sido tan brusca con ella pero no encontraba la forma. De seguro no quería hablar conmigo, solo esperaba que no me odiara por lo que pasó.

La noche cayó y yo seguía en pie, de un lado a otro caminaba por mi habitación planeando miles de formas de poder hablar con ella pero en ninguna aceptaba mis disculpas.

Miré hacia mi cama y mi mente brilló al ver a Bola de pelos morder mi pantufla sin preocupación alguna, ella era la solución.

Saque un papel de mi libreta y tomé la pluma y tintero de mi maleta. Me senté en el suelo junto a la puerta y como si no hubiese un mañana comencé a escribir.

Lo que tenia pensado hacer era arriesgado pero como decía mi Madre, quien no arriesga no gana.

Camila

Quién se creía que era para tratarme de esa formar.

Estaba inquieta, no lograba tranquilizar mis pensamientos. Por primera vez en años me sentía lastimada.

Mi vientre rugía del hambre que sentía. Había estado en mi habitación toda la tarde y mi cuerpo pedía a gritos algo de comer pero me rehusaba a salir y tener que encontrarme con Lauren. Y aunque me cueste admitirlo muy dentro de mí sabía que tarde o temprano la perdonaría.

Esa noche hacía frío, más de lo normal. Me acorruqué entre las sabanas buscando un poco de calor y me dispuse a intentar conciliar el sueño de una vez por todas. Mi vientre volvió a rugir y suspiré sabiendo que con hambre no podría hacerlo.

Era imposible no pensar en comida.

—Cálmate —susurré tocando mi vientre.

Dos rasguños a la puerta me hicieron alzar la mirada hacia ella. No tardaron en volver a sonar nuevamente. Un poco asustada me levanté sin importar el frío que sentía y abrí la puerta. Tal y como lo pensé, ella estaba ahí.

—Bola de pelos —susurré entre dientes agachándome hacia ella para tomarla en brazos. Desesperada miré hacia ambos lados para asegurarme de que no estuviese nadie y para mi suerte así fue.

Cerré la puerta tras de mí y encendí la luz de la habitación. Bola de pelos se retorcía en mi brazos queriendo alcanzar mi mejilla para lengüetearla como siempre hacía.

—Tranquila —reí ante su desesperación—. ¿Qué haces aquí? —me senté en el borde de la cama con ella aún entre mis brazos.

Su cabeza se agitaba de un lado a otro con su lengua afuera y gracias a la luz pude ver un pequeño papel blanco ente su pelaje y collar rojo de lana que había tejido Lauren a mano hace unas semanas atrás.

Sin demora lo saqué y lo abrí.

Perdón por ser una idiota. ¿Me permitiría su compañía una noche más, por favor?

Sin poder evitarlo sonreí. Lauren sabia como ablandar mi corazón.

—Estas de su lado, eh.

Revolotee su cabeza permitiéndole esta vez si lamer mi mejilla. Me levanté hacia el pequeño escritorio de madera que había a un lado del ropero y abrí el unico cajón que tenía. Tomé mi libreta negra de cuero y al igual que la vez pasada, guardé la nota entre sus hojas.

Dos golpes ligeros en la puerta sonaron y mi corazón se agitó ante la sorpresa.

Bola de pelos se bajó de un salto de la cama y al caer rodó. Aún era muy pequeño para esa altura. Se sentó frente a la puerta moviendo su cola de un lado a otro.

Ella ya estaba aquí.

Pensé en no abrirle la puerta y esperar a que se marchara a su habitación pero otra vez mi estúpido corazón me jugaba una mala pasada. Me tomó unos segundos decidirme y tomando todo el aire que pude me acerqué a la puerta.

Incluso con un pedazo de madera separándonos podía sentir su presencia, tan fuerte e inquietante.

Tomé a Bola de pelos y con todo el coraje del mundo abrí la puerta.

Su sonrisa se plasmó frente a mí y mi cuerpo se rindió ante ella. Solo ella me volvía valiente y débil a la vez.

Dio un paso con intensiones de entrar en mi habitación pero la detuve colocando mi mano en su hombro.

—Usar a bola de pelos no es muy justo de su parte.

—Pero funcionó —sonrió aún más —. Eso es lo que importa.

Estiré mis brazos hacia ella entregándole a Bola de pelos y su sonrisa se borró.

—Buenas noches.

Intenté cerrar la puerta pero su pie lo impidió.

—Debemos hablar.

Ingresó a la habitación a la fuerza, aunque mucha resistencia no puse la verdad.

—No hay nada de que hablar —me crucé de brazos sin moverme.

—Perdón —suspiró dejando a Bola de pelos en mi cama.

—Me pide perdón por entrar sin permiso en mi habitación o por...

—Por ambas cosas —interrumpió—. Perdón —volvió a repetir en un susurro acercándose a mí. Aflojé mis brazos, lista para detener su cercanía—. No debí tratarla así, Camila. Perdón si la hice sentir mal.

Su mirada demostraba arrepentimiento. Sus palabras eran sinceras. Jamás podría decirle que no, mi corazón no lo permitía.

—Está perdonada.

Nunca había sido rencorosa y Lauren me había hecho más feliz que otra cosa. Merecía mi perdón.

—Procuraré que no vuelva a ocurrir —se detuvo frente a mí.

Mi respiración se aceleró cuando, sin dejar de mirarme, empujó la puerta cerrándola por completo. Dio un paso hacia mí a la misma vez que retrocedí quedando contra la pared.

—Lauren...

—Camila... —sonrió.

Ella sabía lo que causaba en mí y sabía muy bien como usarlo en mi contra.

Sus labios impactaron contra los míos y la empujé por los hombros separándonos. Mi orgullo me impedía corresponderle. Eso pareció divertirle. Volvió a besarme y nuevamente la aparté. Sus manos se aferraron a mi cintura acercándome por completo a ella pero esta vez me rendí.

A la mierda el orgullo.

Enredé mis manos en su cabello, aferrándome a ella. Mis labios devoraban los suyos, con hambre y desesperación por obtener más de ella.

Sus brazos se enredaron en mí quitándome el aire. Jalé su cabello separando su rostro del mío, dejando que nuestra respiración se mezclara.

—Hay que discutir más seguido —sonrió dejando un beso en mis labios.

—Quédate esta noche...

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