Cuatro.
—Necesito que me digas cómo es que lograste que John te besara.
William miró a su alrededor antes de decir eso, aun así, eso no fue suficiente para evitar que sus mejillas se colorearan de inmediato. Estuvo a segundos de colgar al no escuchar una respuesta al otro lado de la línea, hasta que escuchó un suspiro de resignación.
—¿Quiero preguntar por qué quieres saber eso? No, no quiero.
—Martha, por favor. Me ando volviendo loco —se dejó caer sobre la banca que estaba frente al dispensario médico.
Si bien no lo habían dejado entrar, al menos todavía podía esperar fuera para ayudar a John a regresar a tiempo a su exposición.
—Mira, sé que piensas que es una buena idea, pero, déjame hablar, no. John ni siquiera está interesado en mí de esa forma.
—No me importa, quiero saber. No puede ser que lo hayas besado antes que yo.
—Mira, no fueron las mejores circunstancias... Y quizá solo aprovechó que estaba usando pantalones... y que su ex estaba acechándolo... y que le debía una grande. Dios, fue horrible.
—¿Te usó para espantar a Francis?
—Me pidió que lo besara para que Francis pensara que estaba saliendo con alguien —creyó imaginarla rodando los ojos—, que dejara de intentar regresar con él, y que volviera a considerarlo como amigo. Ya sabes nadie como él para complicarse la vida. Yo no saldría con él si fuera tú.
—Y tú te habías cortado el cabello, cierto —ignoró por completo lo último que le había dicho y recordó cómo hace unos meses John le había dicho a Martha que con el cabello corto podía hacerse pasar como un chico.
—Claro, solo me escuchas cuando te conviene. No intentes sorprenderlo besándolo, lo de acá funcionó porque él lo pidió.
—Eso es porque eres amable con él.
—Soy demasiado buena con ustedes.
—¡Exacto! A lo mejor necesito ser aún más amable —se levantó del asiento y caminó hasta la puerta del dispensario— y directo.
Quizá si pedía entrar para pedir un certificado médico para John, a lo mejor podía aprovechar para quedarse a acompañarlo. Sí, era un buen plan.
—¿Eres el que trajo al chico del tobillo? —la puerta se abrió frente a él antes de decidirse a tocarla.
—Sí, estaba pensando que él necesitaría un certificado... Es que tiene... —miró su celular, Martha había colgado ya hace rato— tiene que abrir una exposición, y tiene nota.
—Necesito que alguien le sostenga el hielo en el pie, ¿puedes hacer eso?
—¿Yo? Yo, sí. Sí, sí puedo —asintió desesperadamente.
Cuando entró vio a John con cara de pocos amigos, recostado contra una esquina, con la pierna larga levantada sobre un banquito que casi llegaba al otro lado de la habitación y su celular en la mano.
—Jala una silla para que estés cómodo, ya te paso el hielo.
Con una sonrisa mejorada, William avanzó hasta donde John estaba sentado y tomó un largo respiro. Necesitaba que lo notara primero.
Cinco.
Laff (Artes escénicas)
Estoy esperando a que salga.
Espero que no sea tan profundo.
awwwww, lo fuiste a buscar
tema de conversa con herc en un rato
¿Tan aburrida es tu vida para que tengas que hablar de la mía?
realmente es MUY emocionante
solo que es también MUY raro que seas el de dar el primer paso
me estás impresionando
Me tienen con hielo.
HMMM???
PENSÉ QUE HABÍAS IDO A VISITARLO
...
Quizá.
No es del todo incorrecto eso.
Es un tobillo torcido, no es la gran cosa.
eres un caso perdido jawn
qué vamos a hacer contigo
Siempre pueden sacarme de su grupo de amigos.
chistoso
La sensación irritable de estar siendo mirado lo hizo levantar la vista. William estaba sentado junto a su pie con una bolsa de hielo en la mano. No había notado ni cuándo había entrado, ni cuándo había cruzado la habitación, ni mucho menos cuándo había colocado el hielo sobre su tobillo.
A lo mejor por eso había empezado a sentir un cosquilleo por ahí abajo.
—¿Has considerado salir con alguien en este momento?
La pregunta de William lo hizo sentir completamente desnudo. Como si en ese instante, todos sus pensamientos habían sido anunciados por un altavoz a una frecuencia en la que todos podían oírlos menos él. Se quedó en silencio más tiempo del necesario, creyendo que sería posible hacer como si nadie había dicho nada nunca, pero la mirada de William era insistente en no soltarlo hasta que respondiera.
—¿Tú lo has hecho? —le devolvió la pregunta.
—Sí. Podría decir que lo he hecho muy obvio. No sé cómo él no se ha dado cuenta todavía.
Fue cómo lo dijo que hizo que John buscara otro lugar al que mirar, ya que William parecía presionarlo solo con sus palabras a que lo mirara a los ojos.
—Le preguntas a la persona equivocada —se pellizcó la muñeca—, ya has visto cómo es que pierdo el tiempo. Quizá yo también estoy intentando ser obvio con la persona que me gusta.
—¿Te gusta alguien, John?
Volteó apenas escuchó a Alex acercarse por detrás. Claro, tenía un masterado en ser su peor enemigo, y un doctorado en complicarse la vida; y, sin embargo, el destino aparentemente le estaba dando la muletilla perfecta para ser honesto por primera vez en su vida.
—Me gustas tú, Alex.
Con todas las fuerzas del mundo luchó para que sonara claro, para que sus palabras fueran directas y no se malinterpretaran, para que Alex supiera que era una de esas únicas veces en las que no giraba en círculos y evitaba la pregunta. No estaba jugando, se había confesado en una enfermería.
Y la sonrisa que Alex le devolvió era demasiado diferente a las que le había estado regalando desde que lo conoció.
Lo había sorprendido.
Y el orgullo que sentía de haberlo logrado era capaz de hacerlo entrar a una de las clases de Alex y pretender que entendía de qué estaban hablando.
—¿Alguno de los dos necesita que llame a alguien para que los ayude?
William se había levantado de su silla y buscaba desesperadamente entre sus contactos el nombre de Martha.
John y Alex negaron. Ese día se saltaron las clases y se quedaron en una cafetería cercana. Esa fue su primera cita.
Seis.
Para el inicio del siguiente semestre, Laff, Herc, Martha y William estaban esperándolos dentro de la cafetería en la que tuvieron la mayoría de sus citas.
Luego de la primera, ese lugar servía para que John lo ayudara a llevar el café extra que necesitaría para recargarse en el día, mientras que John criticaba los pasteles de zanahoria que vendían alegando que él podía hacerlos mejor.
—El día que esos dos se ennoviaron, yo iba a decirle a John que me gustaba —William chasqueó los dedos, mientras se tomaba un vaso de jugo.
—¿Por eso me preguntaste cómo es que había hecho que John me besara? —Martha se rio, entornando los ojos y negando—. Pero, o sea, ¿sabías que a John le gustaba Alex?
Si algo debía admitir, Alex amaba cuando hablaban de él. Se acercó por detrás de William y lo asustó hablando:
—Por favor, compártelo con la clase.
—¡John, controla a tu novio! Dios, si me mata, él tendrá que pagar la factura del hospital. Y todos sabemos que tendrá que pedir un préstamo.
—No seas exagerado —John se sentó junto a William y frente a Martha—. Responde, me diste ganas de saber.
—No. No sabía. De hecho, pensé que seguías con tu obsesión rara con Francis. Y... como tú nunca confiesas nada, pensé que no sería justo si te ponía en una encrucijada diciendo que me gustabas. ¿Contento?
—Mucho —John le alborotó el cabello al más joven de la mesa—. Me hubiera paniqueado y seguro ni siquiera estuviera saliendo con Alex.
—Definitivamente —sacudió los potecitos de sal y pimienta que estaban en medio de la mesa y le pasó una servilleta a Laff—. Además, puedes decir que tu crush no correspondido nos llevó a ser amigos. Creo que ese fue un buen trato, ¿no?
—¡Hey! ¿Cómo sabes que era no correspondido?
—Will —John sonrió—. Uno, eres muy menor para mí. Y dos, para este punto deberías haberte dado cuenta que tengo un tipo.
—¡Ja! Sí, desahuciados.
Alex se rio y le dio la razón. Entonces se acercó la chica que los iba a atender ese día, su nombre era Peggy. Una de las baristas llamó por su nombre a la orden que había estado preparando, el muchacho con traje que caminó con pasos largos a recoger su café y panecillos, su nombre era Aaron. Por la puerta entraron dos chicos más, uno alto y el otro robusto y más bajo; estaban debatiendo quién iba a invitar a quien el desayuno.
—Yo inventé que me había torcido el pie para que me llevaran a la enfermería. O sea, sí me lo terminé torciendo, pero ese no había sido el plan.
Fue el turno del resto de la mesa de reírse. Alex vio a Peggy voltear los ojos y al tal Aaron sonreírse para sí mismo. Ese día el aire olía a nuevos comienzos y oportunidades. Cuando sus bebidas llegaron, brindaron por el grupo de extraños que se habían convertido en amigos y confidentes. En ese sentido, Nueva York era perfecto.
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N/A A veces lo único que necesito es a John tomando la iniciativa y el resto de mi día se vuelve mejor. Había estado ocupada con otras cosas y por eso no había podido terminar esto, espero que les guste, porque tiene personajes que amaría introducir YA en Pasado Imperfecto, pero que les falta todavía tiempo para entrar. Por el momento, solo queda decir gracias por leer ;D
P.D. Me olvidé de preguntar, ¿en qué otros fandoms andan y qué otros shows les gusta? Yo ando con un pie en el fandom de Nimona y otro en el de Our Flag Means Death (Bar va a venir por mi cabeza luego de leer esto, así que díganle que no estoy demente). Otra cosa, finalmente actualizamos capítulo de "Pasado Imperfecto" en Bar_Writer así que pueden pasarse allá para leer el CAPITULAZO!!!!