Miradas cruzadas

By bibliotecadorada

26.5K 1.6K 272

¿Qué pasa si el chico del que estas enamorada te odia? Atenea esta enamorada en secreto de Cameron, que a su... More

Sinopsis
Reparto
Capítulo 1: volver al pasado
Capítulo 2: el maldito destino
Capítulo 3 : Xelta
Capítulo 4 : confratenizando con el enemigo
Capítulo 5: malas decisiones
Capítulo 6: viendo el otro lado de tí
Capitulo 7: brujas y... ¿Amber?
Capítulo 8: encarcelado...¿emocionalmente?
Capitulo 9: cumpleaños
CapÍtulo 10: cumpleaños parte 2
Capítulo 11: el arte de no pensar
Capitulo 12: cumpleaños parte 3
Capítulo 13: dignidad perdida...parte mil.
Capitulo 14: rompiendo la coraza
Capítulo 15: la pintura como terapia
Capítulo 16: ofrecimientos salvajes
Capítulo 17: ping pong
Capítulo 18: revelaciones inesperadas
Capitulo 19: celos
Capítulo 20: visita sorpresa
Capítulo 21: maldito destino
Capítulo 22: la dignidad salió del chat
Capítulo 23: demasiados secretos a la luz
Capítulo 24: acuerdos...cuestionables
Capítulo 26: revelaciones escandalosas
Capítulo 26:piedras come cerebros
Capítulo 28: un desastre llamado «maquillaje»
Capítulo 29: matando zombies con estilo
Capítulo 30: cita falsa
Capítulo 31: primer partido
Capítulo 32: fiesta de halloween
Capítulo 33: fiesta de halloween parte 2
Capítulo 34: ofrecimientos riesgosos
Capítulo 35: exposición de arte
Capítulo 36: ¿Poseidón? Testigo de la lujuria
Capítulo 37: más traumas que añadir a terapia
Capítulo 38: cumpleaños indeseado
Capítulo 39: el corazón quedó reducido a la nada misma
Capítulo 40: a veces es necesario un poco de masoquismo
Capítulo 41: piercing=crisis existencial
Capítulo 42: celos...completamente racionales
Capítulo 43: desiciones que cambian la vida
Capítulo 44: el viaje interminable
Capítulo 45: el campamento
Capítulo 46: el corazón volvió a estar completo...por un nanosegundo.
Capítulo 47: caminos cruzados, sí, pero no unidos
Capítulo 48: el final del camino
Capítulo 49: el secreto cambia vidas sale a la luz
Capítulo 50: el final no se acerca, porque ya llegó.
Capítulo 52: la dura realidad
Epílogo

Capítulo 51: confesiones

338 20 15
By bibliotecadorada

CAMERON

Bufé y sacudí mi cuerpo. Alguien estaba tocándome y me estaba despertando del hermoso sueño que estaba teniendo, en donde Atenea se reía por alguna tontería que había dicho. Era tan real y tan bonito que quería guardarlo en una caja para siempre.

—Vamos, Cameron, no puedes seguir así—dijo una voz en la lejanía, que reconocí como la de Jace.

Murmuré algo y seguí durmiendo. Cuando volví a despertar, fue por una razón distinta. Los rayos de luz me daban de lleno en la cara, molestándome. Gruñí y me tapé con las mantas hasta la cabeza para que desaparecieran. Pero en ese instante, sentí que un líquido helado me mojaba la cabeza.

—Joder—murmuré con la voz ronca y me quité las mantas rápidamente. Mala idea. Ahora el agua caía todo sobre mi rostro y mi cuerpo—. ¡Qué demonios!— maldije y me enjuagué los ojos.

Jace se me quedó mirando con una mueca, mientras bajaba el balde con el que me había estado tirando agua.

—No pediré disculpas, porque no siento lo que hice.

Lo fulminé con la mirada. Toda mi cama y mi ropa estaban mojadas. Metí la mano en el colchón, para también descubrir que era un charco de agua.

— ¿Cuál es tu maldito problema?

Jace suspiró.

—Tú eres mi maldito problema. Hace más de una semana que te la pasas borracho como un maldito adicto, Cameron. Ya no puedo limpiar todo lo que dejas—dijo, enojado—. Y aparte, me muero de hambre. No nos cocinas y estoy comiendo muy mal—agregó y pareció un niño pequeño al que no le dan la piruleta que quiere.

Tuve que usar todo mi autocontrol para no pegarle un puñetazo. Aunque influyó el hecho de que tenía razón: hacía una semana que me la pasaba de fiesta, y le había perdido el asco al alcohol puro. Sí, me la pasaba borracho porque todavía estábamos de vacaciones. Pasado mañana empezaban las clases y ahí es cuando pensaba recuperarme.

Jace y Luc habían vuelto hacía justamente una semana y todo fue para peor. Apenas los vi entrar por la puerta principal, supe que estaba bien jodido hasta el fondo. Y la única solución para no pensar en ella y en todo lo que había pasado era bailar en clubes y evitar a Luc a toda costa.

Sabía que no podía mantenerme así para siempre, pero por ahora me servía.

—No jodas—le dije a Jace, pero me levanté de la cama.

Apenas di el primer paso me tambaleé a un costado, aunque logré enderezarme justo para lanzarle una mirada fulminante y caminar al cuarto de baño. Por dentro estaba hecho un asco, pero por fuera planeaba seguir siendo el Cameron de siempre.

—Tú no jodas—me respondió Jace, siguiéndome—. Entiendo que lo que pasó con Atenea no fue lo mejor del mundo, pero hombre, no se murió nadie. Tienes que superarla, viejo.

Lo miré, y antes de cerrarle la puerta en la cara, le dije:

—Mi corazón murió.

Me quité la ropa y me metí adentro de la ducha. A los dos segundos escuché como la puerta se abría y se cerraba de nuevo. Asomé mi cabeza por la cortina y vi a Jace sentándose en el retrete.

—Esto tiene que ser una broma—murmuré y volví a meter la cabeza adentro.

—Lo lamento, pero tienes que hablar con alguien. Y si te tengo que obligar, lo haré.

Tragué saliva y metí la cabeza abajo del agua. El alcohol de anoche me había dejado mareado y con la cabeza dolorida. No era de tener resaca, pero ahora mismo me sentía como la mierda. Suponía que tomar chupitos del asqueroso tequila no fue una buena idea.

—No sé qué quieres que te diga—dije mientras cerraba los ojos y sentía el agua caer sobre mi cuerpo. Miré mi zona baja del abdomen, en donde el tatuaje de hacía un día estaba vendado y maldije. Me lo había hecho completamente borracho, y todavía no lo podía creer. Todo había sido por una apuesta que hice con Tyler cuando estábamos ebrios, en la que obviamente terminé perdiendo.

—Quiero saber cómo te sientes—pidió Jace y su voz rebotó por la acústica del baño.

—Creo que es obvio cómo me siento.

Escuché que suspiraba y sonreí para mis adentros.

—Lo sé, pero exprésalo.

Bien. Aquí íbamos.

—Siento como si mi corazón hubiese sido agarrado por una bruja de uñas largas y lo hubiese deshecho vena por vena, trozo por trozo, hasta dejarlo hecho cenizas arriba de su propia tumba.

Jace guardó silencio, y unos instantes después, su brazo apareció adentro de mi ducha.

—Hombre, me has dado piel de gallina—dijo y movió el brazo adelante mío.

Yo lo miré incrédulo.

—Jace, saca tu maldito brazo de aquí—le di un manotazo.

Refunfuñó, pero lo quitó.

—Creo que necesitas ir al psicólogo. Es eso o ser poeta—dijo, asombrado.

Negué con la cabeza y seguí disfrutando del agua.

—Tú preguntaste.

—Lo sé—respondió y supe que estaba cansado. Sentí un poco de lástima por él. Siempre intentaba ser buen amigo y yo no le ponía las cosas muy fáciles. — ¿Estas enamorado de ella, verdad?

Suspiré y volví a sacar la cabeza. Observé que se estaba mirando los músculos en el espejo, que ya se había empezado a empañar.

—Si no estuviese enamorado, no te habría dicho que me sentía de esa manera.

Asintió y flexionó el bíceps. Reí por lo bajo y volví a meter la cabeza. Jace era tan extraño que a veces me asustaba.

—Sigo opinando que deberías hablarlo con Luc. No es satanás, sabes. Te entenderá.

Puse los ojos en blanco aunque no me podía ver.

—Y yo sigo sin querer hacerlo porque no se merece esto, Jace. Déjalo.

Suspiró y sentí el sonido de que abría la puerta.

—Esta bien. Pero piensa que tienes toda tu vida por delante, Cam. No dejes que ese corazón tuyo te arruine las oportunidades que se te están presentando—dijo muy sabiamente—. Ahora que estas mejor, ¿nos podrías cocinar esas pastas tuyas con boloñesa? Mi estómago hace días que comenzó a comerse a sí mismo.

La universidad apestaba, como siempre. Todos estaban felices como perdices y se reencontraban con sus amigos luego del receso de invierno. La gente se reía, jugaba, se besaba delante mío como si fuera lo más normal del mundo.

Y lo era. Pero no quería verlos.

Fulminé a una pareja cuando los pasé por al lado y me dirigí al gimnasio. Hoy era el tercer día de clases y mi ánimo estaba por el piso. Si bien desde que tuve esa charla con Jace no había vuelto salir ni a beber como un maldito barril sin fondo, seguía estando con un ánimo de perros.

Entré al gimnasio y dejé mis cosas en el lugar de siempre. Me senté en la colchoneta para programar los tiempos en mi celular, pero alguien tocó mi espalda y me detuve. Miré por el hombro, y allí estaba Luc. Parado, con esos ojos chocolate sonrientes. Hacía días que no lo veía, porque bueno, siempre me las empeñaba para no cruzármelo.

—Aquí estas, hombre—dijo, alegre, y se dejó en el piso, en frente mío. —Comenzaba a pensar que ya no vivías más con nosotros.

Reí entre dientes y encogí un hombro.

—Estuve ocupado.

Asintió.

—Ya veo. Yo también, de hecho—se relamió los labios—. De eso quería hablarte.

Levanté mis cejas.

— ¿Qué ha pasado?

Balanceó la cabeza.

—Bueno, he conocido a alguien. Ya hablé con Jace, y si no te molesta, me gustaría que venga a cenar con nosotros hoy. Son como mi familia, así que quiero que les agrade.

Si me hubiese dicho que Lady Gaga pidió mi número de teléfono, hubiera estado menos sorprendido. Mis ojos casi se salen de las órbitas cuando lo miré.

— ¿Has conocido a alguien?—pregunté, incrédulo.

Él frunció el ceño.

— ¿Por qué te sorprende tanto?

Seguí mirándolo sin poder creérmelo.

—Yo creía que...Yo creía que tu...

Me miró confundido unos segundos, hasta que pareció entender, porque sus ojos se aclararon.

— ¿Creías que seguía con el tema de Atenea?

Asentí.

—Pues, sí, para ser honestos.

Rio.

—Hombre, con Atenea me rendí hace bastante. En el cumple de Thomas intenté algo, pero luego de eso la dejé ir. Era demasiado chico como para saber lo que quería en ese entonces, igualmente.

Mi corazón estaba latiendo frenéticamente. Mi boca estaba seca. ¿Desde el cumple de Thomas? Eso fue hacía meses. No entendía nada. Pero ahora el por qué la rechazó a Atenea esa vez en la azotea cobraba sentido.

—Aparte—siguió diciendo—, ahora que esta en Nueva York sería un poco complicado, la verdad.

Ahora sí, oficialmente mi boca se abrió de par en par.

— ¿En Nueva York?

Luc me miró, divertido.

—Creo que el alcohol de esta última semana te quemó más neuronas de lo normal. Sí, Cam. Nueva York. Jace te contó que Thomas le contó que decidió irse a estudiar arte allí.

¿Nueva York? No podía dejar de repetir eso. Al final, se había ido a otro puto Estado. No había sido solo un cambio de carrera, había sido algo mucho más grande.

No recordaba para nada el momento en que Jace me lo había dicho. Seguro estaba bajo los efectos de ese puto líquido.

—No lo sabía—susurré, con la mirada perdida.

Frunció el ceño y rascó su nuca.

—Pensé que lo habías escuchado o que ella te lo había contado. Eran bastante unidos.

Tragué saliva y la culpa me carcomió por dentro.

Un señor que nos doblaba el tamaño dejó caer una pesa a unos metros de nosotros y pegué un respingo por el susto.

—Hace mucho que no hablamos—le dije con un poco de recelo.

—Eso es extraño, considerando que ella estaba algo así como enamorada de ti.

Me atraganté con mi propia saliva.

— ¿Qué dices?—mascullé. Mi cara se había contorsionado en una gran mueca.

Luc suspiró y me miró. El chico siempre había parecido mucho más grande de lo que era, y ahora en sus ojos se reflejaba una sabiduría digna de un Dios.

—Hay alguna posibilidad de que Jace me dijo que hablara contigo. A raíz de eso, hice mis averiguaciones, y resulta que todo este tiempo hicimos las cosas mal—dijo y tamborileó los dedos en el borde de mi colchoneta—. Atenea siempre te quiso a ti, Cam. No a mí. Ni siquiera se acordaba de mi existencia. Thomas me lo contó, pero pensé que a esta altura tú ya lo sabrías—sonrió de costado—. Ella ha estado enamorada de ti desde...bueno, desde siempre.

Negué con la cabeza, fascinado por sus palabras. Algo sospechaba, porque el primer día que estuvimos juntos Atenea había dicho que hacía años que esperaba eso, y porque se acordaba de cada uno de nuestros encuentros...

Pero no podía permitirme pensar en eso.

—Pero Luc, la promesa que hice la voy a cumplir hasta que me muera—lo miré fijo a los ojos, haciendo un bollo todos los sentimientos que eso me generaba—. Te lo debo todo, y no dejaré de...

Luc rio y me callé.

—Cam, éramos unos críos. Pensé...diablos, soy idiota, pensé que tú ya habías entendido que no me interesaba más Atenea. Nunca te lo dije abiertamente, pero se notaba que te incomodaba hablar de ella conmigo, así que lo di por sentado. —Respiró hondo—. Vi cómo se miran, Cam. Ella siempre fue tuya. Al principio no lo quise aceptar, pero ahora veo que las cosas tienen que ser así.

Negué con la cabeza, todavía sin poder creer lo que estaba diciendo. Esas palabras eras las que siempre había querido escuchar, las que me sentía culpable de anhelar.

— ¿Y qué pasa con el tatuaje?—me sentía un niño pequeño al que le acababan de revelar que algunos personajes de navidad no existen.

Luc me miró y negó con la cabeza.

—El tatuaje representa nuestra unión, Cam. No a Atenea. Nunca se trató de ella el tatuaje.

Asentí.

Años. Había entendido todo mal durante años. Todo por no agarrar mis bolas, ponerlas sobre la mesa y hablar con Luc.

Años.

—De hecho, bueno, era una sorpresa, pero quiero que tengas muy en claro que jamás me interesará Atenea de nuevo—dijo y suspiró. Pareció tomarse su tiempo y miró al techo, a las luces—. Estoy saliendo con Noah. 

Continue Reading

You'll Also Like

985K 158K 151
4 volúmenes + 1 extra (+19) Autor: 상승대대 Fui poseído por el villano que muere mientras atormenta al protagonista en la novela Omegaverse. ¡Y eso justo...
653 56 6
Aquí sólo se va a explicar de cómo funciona mi multiverso y además dar algunas fichas a mis personajes ya creados, no voy a explicar su historia(o t...
1.4M 103K 81
Becky tiene 23 años y una hija de 4 años que fue diagnosticada con leucemia, para salvar la vida de su hija ella decide vender su cuerpo en un club...
4.1K 1.2K 38
Melissa es un chica con una vida plena y estable, pero desde el momento en que Kenny Leaven se cruzó por su camino, su vida empieza a correr riesgo y...