Cuenta la leyenda que en aquel inmenso bosque residía un temible asesino. Era conocido por su peculiar apodo, pues todos los residentes de ahí, lo habían empezado a llamar por demonio.
Ese ser, mataba a sangre fría y no había nadie quien pudiera detener aquellos atroces actos. Habían aventureros que se arriesgaba a todo y sobrepasaban las advertencias, eran imprudentes que ya no volvían.
"¿Quien eres?"
"Déjame solo. Vete antes que te mate."
"¿Pero por qué lloras?"
Era un pequeño chico el causante de tantos asesinatos. Un pequeño chico que deambulaba en aquellos oscuros paisajes, sin temor alguno de el enemigo o la mismísima muerte. Después de todo, sólo era un asesino.
Era el famoso demonio.
(...)
En los tiempos de antes, todas las personas vivían dentro de inmensos pero muy bonitos bosques. Todos esos pueblerinos eran unos buenos vecinos, se cuidaban los unos a los otros y residían de manera pacífica y armoniosa en aquel lugar.
Pero hace varios años todo cambió, con la llegada de un siniestro ser hacía aquel bosque. La gente se llenó de temor y ya nadie salía a explorar zonas fuera de sus barreras, cada cierto tiempo ese ser salía a cazar y es cuando todos se resguardaban es sus respectivos hogares. Todas esas noches se las pasaban en vela, todos huían a sus respectivos sótanos, se escondían de las garras de aquella temible bestia.
Fueron tormentosos años para toda esa pobre gente, con el tiempo el número de pérdidas disminuyó pero aún así seguían con las costumbres que habían adoptado. Se escondían en las fechas establecidas, no exploran fuera de los límites y sobretodo nunca lo llamaban por su nombre. Casi no habían nuevas generaciones y eso debido al mismo problema, pero un día una joven mujer, dio a luz a un bebé tan encantador. Era completamente diferente a todos los demás.
Ese chico sería la salvación ante sus problema. Sería el salvador de aquel demonio.
Hermosa piel de porcelana, parecía una pequeña muñequilla, muy gordito, y bonito, de grande ojos de un hermoso color azul cielo y de cabellera rubia cual oro, que por alguna extraña razón estaba teñida en azul claro. Era un bebé muy hermoso, por su emblemático cabello le pusieron un digno nombre. Aquel pequeño niño se llamaría Michael.
Todos los de esa pequeña aldea se esforzaron mucho en cuidar del pequeño infante, era una tarea muy difícil teniendo a un verdugo tras ellos. Pero que después de tantos esfuerzos daría su fruto. El pequeño bebé creció lo suficiente para empezar a comprender sobre el mundo en el que se rodea, los peligros de ese lugar o las advertencias que le daban los sabios. El era un niño muy bien portado, solo hacía caso a sus mayores y era muy amable con todos.