Miradas cruzadas

Galing kay bibliotecadorada

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¿Qué pasa si el chico del que estas enamorada te odia? Atenea esta enamorada en secreto de Cameron, que a su... Higit pa

Sinopsis
Reparto
Capítulo 1: volver al pasado
Capítulo 2: el maldito destino
Capítulo 3 : Xelta
Capítulo 4 : confratenizando con el enemigo
Capítulo 5: malas decisiones
Capítulo 6: viendo el otro lado de tí
Capitulo 7: brujas y... ¿Amber?
Capítulo 8: encarcelado...¿emocionalmente?
Capitulo 9: cumpleaños
CapÍtulo 10: cumpleaños parte 2
Capítulo 11: el arte de no pensar
Capitulo 12: cumpleaños parte 3
Capítulo 13: dignidad perdida...parte mil.
Capitulo 14: rompiendo la coraza
Capítulo 15: la pintura como terapia
Capítulo 16: ofrecimientos salvajes
Capítulo 17: ping pong
Capítulo 18: revelaciones inesperadas
Capitulo 19: celos
Capítulo 20: visita sorpresa
Capítulo 21: maldito destino
Capítulo 22: la dignidad salió del chat
Capítulo 23: demasiados secretos a la luz
Capítulo 24: acuerdos...cuestionables
Capítulo 26: revelaciones escandalosas
Capítulo 26:piedras come cerebros
Capítulo 28: un desastre llamado «maquillaje»
Capítulo 29: matando zombies con estilo
Capítulo 30: cita falsa
Capítulo 31: primer partido
Capítulo 32: fiesta de halloween
Capítulo 34: ofrecimientos riesgosos
Capítulo 35: exposición de arte
Capítulo 36: ¿Poseidón? Testigo de la lujuria
Capítulo 37: más traumas que añadir a terapia
Capítulo 38: cumpleaños indeseado
Capítulo 39: el corazón quedó reducido a la nada misma
Capítulo 40: a veces es necesario un poco de masoquismo
Capítulo 41: piercing=crisis existencial
Capítulo 42: celos...completamente racionales
Capítulo 43: desiciones que cambian la vida
Capítulo 44: el viaje interminable
Capítulo 45: el campamento
Capítulo 46: el corazón volvió a estar completo...por un nanosegundo.
Capítulo 47: caminos cruzados, sí, pero no unidos
Capítulo 48: el final del camino
Capítulo 49: el secreto cambia vidas sale a la luz
Capítulo 50: el final no se acerca, porque ya llegó.
Capítulo 51: confesiones
Capítulo 52: la dura realidad
Epílogo

Capítulo 33: fiesta de halloween parte 2

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Galing kay bibliotecadorada

ATENEA

Miré con los ojos muy abiertos al idiota de mi hermano. ¿Cómo se le ocurría hacerme ese reto cuando él sabía lo mucho que me gustaba Cameron desde hacía años? Demonios, el chico era muy malo en este juego. No podía creer que ahora había nueve pares de ojos mirándome, dos de ellos con la expresión de alerta, pertenecientes a Alba y Amber.

No pude mirar a Cameron, porque me imaginaba como estaba: con la mandíbula apretada y los ojos de un negro tan oscuro como el vacío. Su pierna estaba rebotando contra la mía, y eso confirmó mis sospechas de que se había puesto muy nervioso.

Respiré hondo y miré a Thomas, pero traté de que no se me notara lo molesta que estaba.

—Pues bueno, mira que eres rarito—dije, tratando de quitar la tensión que se había creado en el ambiente. Hasta una galleta podía cortarla. —Voy a tener que elegir los chupitos, no porque tenga algo en contra de ti—me apresuré a decirle a Luc, que me miraba con una media sonrisa—sino porque odio besarme delante de otras personas. Es algo así como pánico que le tengo al público.

No era del todo una mentira, siendo sincera. Odiaba que la gente me mirara cuando besaba a alguien. Me hacía sentir insegura y juzgada.

Thomas sacudió la cabeza.

—Pues en ese caso puedes...

— ¡Chupitos de fresa serán!—gritó Amber, interrumpiendo a Thomas, que la miró incrédulo.

—Te deseo mucha suerte, hermanita—dijo Alba y me entregó los chupitos—. Luego de esto nada será igual.

—No deseo ser tú en este momento—Jace arrugó su cara, que estaba recubierta de pintura amarilla al igual que la de Cameron y Luc, mientras miraba cómo agarraba el primer chupito.

—Pues yo tampoco deseo ser tú en este momento—sonreí detrás del vaso y me fulminó con la mirada.

Tomé una respiración y recorrí al grupo con la mirada. Yo solo quería mirar a Cameron, decirle que todo iba a estar bien, que jamás hubiese aceptado el reto. Pero no podía. Así que pase por cada una de las miradas, hasta por fin, dar con la de él.

Me estaba mirando como si fuera el último trozo de pizza vegana en el mundo.

Tragué saliva, y sin apartar mis ojos de los suyos, tomé el primer chupito. Toda mi cara se arrugó debido a que una cosa era tomar el vodka de fresa mezclado con jugo, a tomarlo así, solo. Ahora tenía un gusto tan asqueroso que mi lengua se iba a caer, tal como había dicho Cam.

—Creo que mis papilas gustativas murieron hace un segundo—le dije a Cameron, todavía con toda la cara fruncida.

Él sonrió un poco de costado y negó con la cabeza, pero no dijo nada.

Suspiré. Sabía que lo de Luc lo había afectado más de la cuenta, sobre todo por la escena de celos que me había hecho antes. Pero no podía hacer nada. No cuando todas estas personas todavía me estaban prestando tanta atención.

—Bien, las terminaré de asesinar—dije y tomé el otro. —Diablos, diablos—pasé mi mano por la lengua.

Todos rieron e incluso Kim me llamó «exagerada». Lo único que hice fue mostrarle el dedo del medio. Ella me respondió sacándome la lengua.

—Mi turno—me apresuré a decir, y busqué a mi víctima. Debía ser inteligente, pero había dos pequeños problemas: uno, iba muy borracha a esta altura y dos, seguía muy enfadada con Thomas por haberme traicionado así. —Amber, ¿verdad o reto?

Ella me miró con una sonrisa.

—Reto, cariño.

Sonreí.

—Tienes que besar a Noah por diez segundos o tomar cinco chupitos. Tú eliges.

¡Toma esa! No pude evitar pensar cuando vi la cara de horror de mi hermano. Sonreí cuando me miró, enojado, y lo saludé con la mano.

Amber me estaba mirando con muchas dudas, pero cuando vio el intercambio nada sutil que hice con Thomas, las miradas de odio, entendió de qué iba el juego. Así que se levantó, confiada, y se dirigió hacia donde estaba Noah, que alternaba la mirada entre Thomas y Amber.

—Quiero que sepan que esto va en contra de mi voluntad—dijo Noah con cara de pánico.

Amber rio. Yo también lo hice.

—Es solo un beso, gallina—lo retó Amber y se inclinó hacia él.

Noah palideció un poco más y miró de reojo a Thomas, que para mi sorpresa, lo miraba divertido.

—Si mañana aparezco muerto, solo quiero que sepan que se pueden quedar con mis libros—dijo Noah y cerró los ojos con fuerza.

— ¿Qué libros tienes?—preguntó Jace, pero Cameron le dio un manotazo en el hombro. — ¡Auch!

Amber negó con la cabeza y acto seguido le guiñó un ojo a Thomas. Luego, se inclinó y besó a Noah, que estuvo paralizado los primeros segundos. Después, movió su boca contra ella, pero se notaba que se estaba resistiendo. Alba puso su celular con el cronometro arriba de la mesa, y cuando estaban en siete segundos, Amber metió su lengua. Oh, sí, se vio tanto que mis ojos se abrieron de par en par.

Thomas ahora estaba frunciendo el ceño, y supe que esto se me había ido un poco de las manos.

— ¡Diez segundos! ¡Ya paren!—grité, y en seguida Noah se separó de Amber. La estaba mirando con los ojos muy abiertos.

Ella no hizo ningún gesto. Simplemente, se limpió la comisura de su boca y volvió a su lugar.

Los chupitos me habían hecho más efecto del que me imaginaba, así que no pude evitar apoyar mi hombro contra el de Cameron y descansar un poco. Él me miró de reojo pero no dijo nada.

En ese momento, comenzó a sonar una canción, de esas que te dan ganas de bailar a lo loco. Así que no tuve mejor idea que levantarme y decirles a todos que vayamos a bailar. Al principio estaban un poco reacios, pero los terminé convenciendo al mostrarles que al lado nuestro había unos tipos tomando cerveza de cabeza. Jace en seguida se sumó con ellos y Luc, Thomas, Noah y Cameron lo siguieron.

Yo fui derechito al centro de la improvisada pista de baile, seguida de las chicas. Apenas llegué, me abrí paso entre codazos, hasta finalmente encontrar un lugar lo suficientemente grande como para que entremos todas. Kim y Sophie comenzaron a bailar muy pegadas, y Amber y Alba no tardaron el copiarlas. Yo moví las caderas al ritmo de la música y cerré los ojos para dejarme llevar. Cuando los volví a abrir, una calavera que brillaba en la oscuridad me miraba fijamente.

La miré frunciendo el ceño, y se sacó la máscara.

Un Jude sonriente me miraba con alegría. Le sonreí en respuesta y acepté su abrazo de saludo. Las cosas entre él y yo habían quedado de maravilla luego de haberlo torturado un poco cuando mandó el mensaje del condón. Lo había insultado de todas las formas habidas y por haber, y él se limitó a reírse. Después de eso, habíamos vuelto de nuevo a la normalidad, en donde nos sentábamos juntos en las clases de pintura y en donde prácticamente nos ignorábamos en la clase del profesor Black, ya que me sentaba con Cameron y él con su compañera. No queríamos momentos incómodos, así que siempre que yo estaba con Cameron él nos evitaba o nosotros lo hacíamos.

— ¡Te ves genial!—me dijo al oído y me soltó, no sin antes agarrar mi mano y darme una vuelta.

Él no sabía lo que pasaba con Cameron. Pero no podía mentirle, porque gracias a su gesto de marcharse había podido al final estar con Cam tranquila. Así que le había contado que Cameron me gustaba, pero que solo nos habíamos besado.

— ¡Tú también!—grité en respuesta, porque la música estaba fuerte—. Das un miedo terrible con esa mascara.

Él rio y asintió con la cabeza.

—Tu hombre esta enviándome toda clase de maldiciones en este momento, así que me marcharé. Pero nos vemos pronto.

Lo miré, confundida, y en seguida me di la vuelta y miré detrás de mí en donde un Cameron sombrío me devolvió la mirada. Estaba de piernas cruzadas contra una pared, mientras tomaba un trago. Me miraba serio, pero no estaba enojado. No.

Le sonreí y le hice un gesto para que se acercara, pero negó con la cabeza. Fruncí el ceño y di un paso hacia él, pero inclinó la cabeza y señaló con la barbilla a un par de metros lejos de mí en donde la gente se estaba amontonando.

Bien. Entendía lo que quería. E iba a dárselo.

Le dije a Alba al oído que iba al baño. Me miró con una ceja arqueada y le sonreí inocentemente. Me escabullí de ahí y caminé entre la muchedumbre, sin perder de vista a Cameron, que cada vez se acercaba más a mi caminando por el costado en donde no había tantas personas. Cuando por fin nos encontramos frente a frente, en el medio de todos los cuerpos, de todos los disfraces, no dudó un segundo antes de juntar sus labios con los míos y devorarme allí mismo. Sentí que mi alma se salía cuando metió su lengua dentro de mí y coloqué mis manos en su cuello para atraerlo más. Jadeé cuando me apretó el trasero y me pegó más hacia él.

—Hoy es uno de esos días que quiero ponerte un jodido collar y decir que eres mía—me susurró al oído, respirando fuerte.

Me apreté más contra él, contra su dureza y pude jurar sentirlo temblar.

— ¿Celoso de nuevo? Diablos, Cam, hoy no es un buen día para ti—. Deslicé mi mano hasta abajo, en donde la famosa tienda de campaña estaba formada. Comencé a frotarla de arriba abajo, sin ningún pudor. Nadie nos podía ver. Y si lo hacían, no nos reconocerían. Estaba tan oscuro como un bosque de noche.

Él se pegó más a mí y sus manos me agarraron fuerte las caderas.

— ¿Quieres matarme, verdad? Eso es lo que quieres.

Tragué saliva y aumenté mi ritmo. Estaba tan excitada que podía acabar aquí mismo, sin que ni siquiera él me tocara.

—Sí. Quiero que pierdas el control. Quiero que me admitas que sientes celos—le susurré malévolamente en el oído.

Él respiró más fuerte y se separó de un brusco movimiento de mí. Me miró un segundo y luego me tomó de la mano.

—Te voy a demostrar qué tan celoso estaba.

Sin darme tiempo a procesar lo que acababa de decir, me arrastró escaleras arriba. No tuve tiempo ni de mirar hacia atrás, que abrió la puerta del baño y cuando la cerró le puso el cerrojo. Ambos estábamos agitados y nos retamos con la mirada un poco más.

—Quítate el top.

Tragué saliva y le hice caso sin dejar de mirarlo. No llevaba sujetador, así que cuando sus ojos se deslizaron allí no me sorprendí de que se relamiera la boca y apoyara una mano en el lavado para sostenerse.

Comencé a sacarme la falda, pero su brazo me detuvo.

—No. La maldita falda y los tacones no—se quedó mirándome y tomó aire—. Diablos, lo estas consiguiendo.

— ¿Consiguiendo qué?

Se acercó a mí, y mis pezones rozaron su remera amarilla.

—Matarme.

Pegué mi boca contra la suya sin pensarlo. Fue todo tan salvaje que nuestros dientes chocaron. Su mano estaba en mi nuca y con la otra me empujó suavemente para que me sentara en el retrete.

—Te quiero marcar aquí—jadeó y me besó debajo del pulso del cuello. —Y aquí—. Besó el centro de mi pecho. —Y aquí quiero poner mi nombre—. Besó mi pezón y luego lo mordió suavemente.

No pude evitar gemir e inclinarme más hacia él.

—Me encantas—siguió diciendo y esta vez besó mi estómago. Me abrió las piernas y su mirada salvaje hizo que tuviera que tomar una bocanada de aire. —Toda tu me encanta, Atenea.

Y se dedicó a mostrarme cuánto le encantaba. En cada rincón. En cada pedazo de piel. En cada susurro que emitió. En cada palabra linda que dijo. En cada vez que su lengua entraba y salía de mí. En cuando no aguantamos más y lo hicimos, yo a horcajadas suyo, en aquel maldito retrete, todavía con la falda y los tacones puestos.

—Por fin he cumplido con mi objetivo—dije mientras acariciaba su pecho. Ambos estábamos respirando agitadamente. Él todavía tenía puesto el condón usado.

— ¿Qué objetivo?—preguntó, con la voz rasposa.

Lo miré, sonriendo.

—Que tengas sexo en un lugar extraño. El retrete de una casa ajena, en una fiesta, suena bien.

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