Seremos felices ✔

By FannyMR4578

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Rebeca Walsh, es diseñadora de joyas y vuelve a su país natal después de pasar casi cinco años en Brasil. Iza... More

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capítulo 26
Capitulo Final
Nota
Extra
Extra 2
Extra 3
Extra 4
¡Nueva historia!

Epílogo.

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By FannyMR4578

Cinco años después.

Izan:

—Ada, tu madre te va a matar —Ada agacha la cabeza.

—No se lo digas, por favor, papi, te prometo que no vuelve a pasar.

—Sabes que no te puedo decir que no, pero en está ocasión no puedo mentirle a Rebeca —ella bufa.

—¡Todo es culpa de Tamara! —exclama.

—Pues que yo sepa ella no te dijo ridícula, ni tonta, y otra palabra que dijiste —ella se cruza de brazos.

—Pero papá, ella fue quien empezó a decirme que no sabía nada y que soy inútil —me detengo al escucharla.

—¿Y eso por qué?

—Porque me equivoqué en una división de dos cifras.

—¿Solo por eso te dijo así? —anoto mentalmente ayudarla con los deberes de matemáticas.

—No, siempre anda diciéndome algo así solo porque le gusta Junior.

Oh, creo que ya lo entiendo, Junior es el problema.

—Mmmm, y ella cree que como Junior y tú son mejores amigos...

—Sí, es ridículo, tenemos nueve años.

Sonrío en mi interior, por lo menos sé que mi hija no tendrá novios por ahora.

—¿Y qué hizo Junior mientras ustedes se ofendian? —vamos a ver qué hizo el mocoso.

—Junior no vino a la escuela hoy, si no ella nunca hubiera dicho algo así, es una falsa, cuando Junior está cerca es un ángel, pero cuando no está solo fastidia.

—Si tu mamá te escucha hablando así...

—Pero, ¡es la verdad y tú también lo piensas! —tiene razón, lo pienso, pero si se lo digo ella usará eso como excusa frente a Rebeca y a mí me asesinarán.

—El punto es que podrías ignorarla, eso le ofende más que decirle lo que le dijiste, y hubieras evitado que te expulsaran de la escuela por tres días.

—Sigo sin entender porque me expulsaron tres días si fue algo verbal y no físico —rueda los ojos—, además solo le dije que era ridícula por estar celosa de mí, y que era una envidiosa, que por lo menos yo sí me sabia las tablas y que no era tan tonta como ella.

Ya entiendo porqué la expulsaron.

—Por cierto, a ella también la expulsaron, ¿verdad?

—Sí, pero antes de que te emociones porque ella también sufrirá un castigo, mejor piensa en el que sufrirás tú.

—Crees que mamá no me deje comer dulces hoy, es el cumpleaños del abuelo Gael.

—Ese seria un castigo perfecto, eh, bueno, sube al auto, vamos a recoger a tu hermano que hoy sale temprano y luego a la empresa, y agradece que a tu madre se le descargó el celular y se apagó, y así no recibió las llamadas.

—O tal vez salió de la empresa con alguien y apagó el teléfono para que no le llamaras —ahora yo ruedo los ojos—, digo, todo es posible, tú y mamá fingieron una relación por dos meses y por no decir lo que sentían no se encontraron por cinco años.

—Recuerdame no dejar que Lucas tomé en nuestra casa —el plan original para contarle eso a Ada era cuando tuviera mínimo trece pero cuando tienes un amigo como Lucas..., el año pasado en nuestro aniversario el muy idiota bebió de más y dijo sobre el inicio de mi relación con Rebeca, mientras Ada estaba presente.

Ahora Ada vive molestandome con eso.

Pongo el auto en marcha y llegamos a la escuela de Owen, Ada baja conmigo y entramos a la escuela que antes era de Ada.

Owen nos ve y corre hacia nosotros.

—¡Ada, papá! —lo tomo en brazos, luego de que besa la mejilla de su hermana.

—Owen, ¿qué hicieron hoy? —le pregunta Ada.

—¡Los números, ya me los sé hasta el diez!

—Ah, ¿de verdad?, dilos.

Y así es como camino a la empresa estuvieron diciendo los números hasta el veinte para ver si Owen se los aprendía.

—Llegamos —abro la puerta de el asiento trasero, y bajan los dos.

Saludan a los guardias de la empresa y pasamos, vamos al ascensor y subo hasta mi piso.

Al llegar fuera de mi oficina veo a Katia, sí, aún sigue trabajando aquí.

—Rebeca está allá, y parece muy molesta.

Mi hija y yo entercambiamos una mirada.

—Hola tía —saluda Owen y rodea el escritorio para darle un beso, y Ada también.

—Owen, quédate con tu tía, ya venimos —asiente, y escucho la risa de él por las cosquillas que Katia le hace.

Abro la puerta de la oficina.

—¿Me pueden explicar cómo tengo cinco llamadas perdidas de tú escuela y que cuando les marqué me dijeron, «No se preocupe, su esposo ya vino»?

—Estabas ocupada por eso no te a avise —digo tratando de salvarme.

—¿Me van a decir qué pasó?

—Está bien, pero no es culpa mía, ¿ok? —Rebeca entrecierra los ojos al escuchar esas palabras de Ada—, Tamara es una niña que está, en mi opinión obsesionada con Junior, y siempre se la pasa fastidiando cuando él no la ve, Junior no fue hoy a la escuela y cuando me pasaron a la pizarra me equivoqué en un ejercicio y ella me dijo tonta e inútil, y yo le contesté que era ridícula por estar celosa de mí, y que era una envidiosa, que por lo menos yo sí me sabia las tablas y que no era tan tonta como ella.

—Wow, ¿tiene nueve años y ya está obsesionada con algo? —pregunta Rebeca impresionada, pero no tarda en volver a su papel de madre—, ¿Cuál fue el castigo?

—Tres días de expulsión —dice Ada con la voz baja.

—¿A la tal Tamara también la expulsaron? —asiento y ella sonríe— las dos recibieron el castigo, y tú, Ada, nos hubieras dicho que esa niña te molestaba.

—Es que no era nada, entonces, ¿no estoy castigada?

—Claro que sí, porque sabes que no deberías haber dicho eso a una compañera, pero no será tan grave, no irás a el parque de diversiones el fin de semana con Junior —dice tomando su cartera.

—¿Ibas a ir con Junior a el parque de diversiones? ¿Con qué permiso? —preguntó.

—Ya no importa, no voy a ir, voy afuera con la tía y Owen.

Está enojada porque la castigaron.

—No quiero ni pensar en cómo será cuando tenga quince —me dice Rebeca.

Me acerco a ella y le doy un abrazo y un beso en su frente, y luego en los labios.

—Voy a llevarlos a casa de tu madre —se separa— y hoy traje mi auto, saldré temprano.

—Está bien, Be, te amo.

—Yo también —deposita un último beso en mis labios y sale.

    
                                 °°°

—¡Abuelo! —grita Owen y baja la escaleras rápido.

—Owen, te vas a caer —replica Rebeca, pero el no hace caso y abraza a Gael.

—Feliz cumpleaños.

—Gracias, Owen, ¿y dónde está tu hermana? —le pregunta sentando en sus piernas.

—Ya viene, está hablando con Junior —entrecierró los ojos hacia Rebeca, quien reprime una sonrisa al ver mi rostro.

—¡Feliz cumple, abuelo! —Ada también baja las escaleras de la casa corriendo y Rebeca suspira, Ada abraza a Gael.

—¿Ya le hablaste a Junior? —pregunta Rebeca.

—Ajá, dijo que está bien, y que cuando ya no esté castigada me invitará otra vez —le entrega el teléfono a Rebeca.

Tocan el timbre de la puerta otra vez.

—Ha de ser tus hermanos, avisaron que ya venían —le digo a Rebeca.

—Abre tú, yo voy a pedir las pizzas.

Voy a la puerta y la abro, Alfonso y Alfred vienen con sus novias, me saludan y pasan.

Detrás están Lucas, Hadley y Ivy.

—¡Tío! —me abraza.

—Hola, Ivy, ¿cómo vas con las clases?

—Bien, ya sé sumar.

—Eso es bueno.

Lucas y Hadley pasan luego de discutir sobre si Lucas va a tomar o no, sí, siguen discutiendo por cualquier cosa, pero al menos ya no se separan y vuelven.

Luego, llegan mi mamá, Oliver, Katia y Frank.

Frank parece no haber dormido, seguro que a Katia se le antojó algo en la madrugada o habrán peleado, el embarazo le ha afectado a los dos.

Y por último llegan Harry, Fred y Ana con su hija de unos once meses, Frida.

Durante la cena hay puras conversaciones, risas, Ada, Owen y Ivy juegan con Frida, mientras los demás se ponen a hablar sobre cualquier asunto.

—Bueno, ya ha llegado el momento de las fotos —dice Rebeca.

Frank trae el pastel, y lo deja en la mesa.

Empezamos con las fotos, la cámara de Rebeca sobrevive a tomar miles de fotos y por último toca la foto de todos nosotros, los niños se ponen a los lados de Gael, y todos nosotros detrás.

Rebeca pone la cámara en temporizador y se apura a llegar a mi lado.

Le sonrío y ella a mí.

—¿Recuerdas lo que dijimos él día en que nos casamos?

—¿Seremos felices?

—Sí, yo diría que lo logramos, Somos felices —y la foto se toma justo cuando me da un beso.

Así junto a nuestros hijos, nuestra familia, somos felices y lo seremos por siempre.

   Fin. 

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