12 CHICOS LOBOS ©

By bellaminelli

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Erika acaba de terminar con su novio, es de noche, hace frío y esta sola. Como si eso no fuera suficiente, la... More

12 CHICOS LOBOS - Capitulo 1
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 2
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 3
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 4
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 5
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 6
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 7
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 8
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 9
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 10
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 11
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 12
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 13
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 14
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 15
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 16
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 17
12 CHICOS LOBOS - Capítulo 18
12 CHICOS LOBOS - Capítulo 20
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 21
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 22
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 23
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 24
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 25
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 26
12 CHICOS LOBOS - Capitulo 27
Capitulo 28 - 12 CHICOS LOBOS
Capitulo 29 - 12 CHICOS LOBOS
Capitulo 30 - 12 CHICOS LOBOS
Capitulo 31 - 12 CHICOS LOBOS
Capitulo 32 - 12 CHICOS LOBOS
Capitulo 33 - 12 CHICOS LOBOS
Capítulo 34 - 12 CHICOS LOBOS
Capítulo 35 - 12 CHICOS LOBOS
Capítulo 36 - 12 CHICOS LOBOS

12 CHICOS LOBOS - Capitulo 19

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By bellaminelli

Capitulo 19

Aún recordaba lo primero que había pensado la primera vez que vio a Nick. Un chico encantador que olía a shampoo y galletas, de cabello negro, con enormes e inquietos ojos, que la había encontrado desmayada en el bosque y no dudó en ayudarla. Le había agradado de inmediato. La primera vez que convivía con un chico de su edad, y disfrutaba de su compañía. Lo consideraba su mejor amigo.

Erika se levantó cuidadosamente y salió de la habitación para no despertar a nadie, indicándole a Simón que la siguiera. Se dirigieron a otra habitación vacía donde podían hablar con más comodidad.

- ¿Qué fue lo que pasó? - preguntó una vez que se aseguró de que nadie podía escucharlos.

- Fui a su casa como te lo prometí. Cuando llegué, Dylan y los demás aún no habían llegado así que llame a la puerta esperando a que Nick me abriera, como no hubo respuesta, entré.

Los ojos de Erika se ensancharon aún más. Con cada oración que Simón decía su miedo a que le diera una mala noticia crecía.

- ¿Y después? - lo animó a continuar con un hilo de voz.

- Lo busqué por toda la casa y no estaba por ningún lado. Percibí el aroma de Dylan y los demás acercándose así que tuve que salir de inmediato, pero no me fui. Me revolqué en los sillones para lograr que se pegara un poco del aroma de ellos y me escondí en el pino que esta frente a su cabaña.

- ¿Qué más viste?

- Me pase el resto de la tarde sobre ese pino observando la cabaña y a esos tipos. Nick nunca entro ni salió, no estaba.

- ¿Crees que le pasó algo? - preguntó mientras su angustia iba en aumento.

- No lo creo. El aroma de su habitación aún era algo fuerte, - al ver la expresión confusa de Erika tuvo que aclarar - eso significa que estuvo recientemente ahí. Tiene alrededor de dos o tres días fuera de casa, cuando mucho.

- Pero, ¿Por qué? ¿A dónde pudo haber ido?

- No tengo ni la menor idea. - contesto Simón mirando a ningún punto en específico.

Nick dijo que iría a su casa a buscar su reproductor portátil de DVD, después de eso ¿nada? Algo estaba mal, empezando porque Dylan y los demás no se mostraban preocupados en lo absoluto.

- Seth dijo que Nick ha estado ocupado últimamente, pero no sé a lo que se refiera.

- Baby Doll, si Seth dice que está ocupado, tal vez sea cierto. Quizá solo lo mandaron a la ciudad a comprar provisiones.

- ¿Durante tres días? - le respondió escéptica.

Simón se rascó la nuca sin saber que decir. Era obvio que él también encontraba extraño todo aquel asunto, pero no decía nada para no preocupar más a Erika, lo cual estaba resultando algo imposible.

- Tú lo conoces más que yo, ¿Dónde crees que este?

- No lo sé, Simón, y la duda me está comenzando a obsesionar.

- No debes de dejar que te afecte de esa manera Baby Doll. Estoy seguro que donde quiera que se encuentre, está perfectamente bien, ¿sabes porque? Porque Nick no es un chico común ¿lo recuerdas? Sabe más que bien como defenderse. Además, si sus "hermanos" no están preocupados, tú tampoco deberías estarlo. No entiendo porque te altera tanto. - agregó algo fastidiado.

- Ellos deben de saber dónde está. - dijo Erika tan bajo que Simón apenas y la escuchó.

- ¿No estarás pensando en...?

- Tenemos que hablar con ellos.

***

Se sentó entre Larry y Sheen para desayunar, ignorando a propósito el lugar que estaba libre junto a Simón, a lo que el chico respondió con un pequeño bufido. Simón había dejado más que claro que no estaba dispuesto a ayudarla en otra de sus "locuras suicidas" como él las llamaba. Y Erika sabía que sin Simón, no tenía oportunidad alguna de enterarse de lo que pasaba en el mundo exterior.

Desayuno en silencio, lanzándole miradas resentidas a Simón de vez en cuando, a lo que él le contestaba soltando risitas o rodando los ojos. Una vez que terminó, se dirigió a la estancia para sentarse a leer en paz. Snowflake vino corriendo a morderle y rasgarle la falda. La imagen de Nick voto irremediablemente en su cabeza de nuevo.

"¿Dónde estás?" Se preguntó a sí misma mientras acariciaba el suave pelaje blanco del animal. "¿Te encuentras bien?" El hormigueo de una lágrima que amenazaba con salir la asaltó, se sintió débil, pero ¿Cómo evitar preocuparse? No sabía absolutamente nada de su amigo al que apreciaba tanto desde hacía días, y nadie le daba respuestas concretas de su paradero. Comenzaba a perder la paciencia.

- Baby Doll, ¿Quieres ver algo? - Demián llegó y se sentó junto a ella.

- Claro. - sonrió Erika obligándose a parecer tranquila.

Demián traía una pequeña caja de madera en las manos, se la pasó a Erika y le indicó que la abriera. Cuando lo hizo ahogo un pequeño gritito de sorpresa. Eran fotografías. Definitivamente eran las fotografías más antiguas que había visto en toda su vida, todas de un color sepia, amarillentas y desgastadas por los años.

Las tomo como si fueran un verdadero tesoro, consciente de que cualquier movimiento brusco podría romperlas, y estaba más que segura de que no existían copias de dichas fotos. Comenzó a pasarlas con sumo cuidado, una tras otra, eran bastantes. La mayoría mostraban a un niño, de unos seis años, cabello negro, ojos enormes y llenos de vida. Casi se le cae la mandíbula cuando se dio cuenta de lo obvio.

- ¿Eres... tú? - logro articular.

- Sí. - dijo Demián con una enorme sonrisa después de que lo reconociera.

Era demasiado difícil de creer. El niño de las fotos estaba vestido con ropa antigua y bastante anticuada, resultaba irreal que fuera la misma persona. Aquello iba en contra de todas las leyes de la naturaleza, el tiempo y el espacio.

- ¿Qué año es este? - pregunto en un susurro, como si fuera algo clandestino lo que le estaba mostrando.

- Si te lo dijera, no me creerías. Mejor dejémoslo en que fue hace mucho tiempo. - le guiño un ojo.

Continuó pasando las fotografías hasta que llegó a una que le robó el aliento. Era él. Era exactamente el mismo Demián que tenía a un lado, misma edad, misma cara. La única diferencia es que uno olía a colonia masculina y menta, mientras que el otro estaba encerrado en un trozo de papel amarillento.

- Esa fue la última fotografía que me tomaron. - admitió bastante tranquilo.

- ¿Antes de...?

- Sí.

- Es increíble. - contesto atónita.

- ¿Tú crees? - parecía bastante enternecido por su reacción.

- Sí, es simplemente... irreal.

Las pasó una vez más, como si sintiera que Demián pudiera arrebatárselas en cualquier momento y jamás volver a ver algo similar, quería imprimir el recuerdo en su cerebro. De pronto sintió unos ojos que le hacían un agujero en la cabeza. Se giró con cautela, para encontrarse con los profundos ojos de Demián, mirándola pasmadamente. No pudo evitar sentirse un poco incomoda, así que volvió su atención rápidamente a las fotos.

- ¿Y tú... - dijo para aligerar el ambiente - eres el único que tiene este tipo de cosas?

- No. - respondió bastante relajado - Creo que Micaél también tiene, y tal vez Arón. Créeme, si te sorprendieron las mías, las de ellos te dejaran sin habla. - se burló.

Dedujo que se refería a que las de ellos serían aún más viejas. No podía siquiera imaginarse aquello. Debía de ser alucinante. Tal vez, algún día les pidiera que se las mostraran.

- Sigues tú. - dijo Demián de pronto.

- ¿A qué te refieres?

- Quiero ver fotos tuyas cuando eras pequeña. - aclaró entusiasmado por la idea.

- Yo... no tengo.

- ¿No? ¿Ninguna? - al parecer era bastante difícil de creer.

En ese momento, recordó que eso no era verdad. La imagen de las monjas tomándole fotos en su quinto cumpleaños boto en su cabeza. Pero rápidamente volvió a la primera conclusión. Sí existían fotos de ella, pero de ninguna manera las tenía.

- Bueno... si existen, pero yo no las tengo. - confesó.

- Eso ya lo sé, Baby Doll. - se burló de nuevo - Naturalmente no las traías cuando llegaste aquí, bueno, cuando te trajimos quiero decir. Lo que quiero es que me digas donde están, y yo iré por ellas.

- Es algo complicado. - se encogió de hombros, dudando si debería decirle donde estaban.

- Pero no imposible, princesa. - le guiño un ojo.

Se volvió a plantear la idea de decirle a Demián donde estaban las fotos. La verdad era, que le encantaría tener esas fotos, siempre las había querido, pero se suponía no debían de dárselas hasta que cumpliera la edad requerida para abandonar el orfanato. Estaba de más decir, que no planeaba regresar, por lo que la sugerencia de Demián resultaba bastante tentadora.

Pero otra idea golpeó su mente. Si Demián quería conseguir las fotografías, tendría que conseguir el expediente donde se encontraban, y eso significaba toda la información de Erika. Sus padres. Su apellido.

De pronto ya no estaba tan segura. Realmente no le importaba que los chicos descubrieran cuál era su verdadero nombre, ese no era el problema. Erika no estaba segura de estar preparada para descubrir toda aquella información que tantas veces le había quitado el sueño. Si Demián conseguía el expediente, no habría marcha atrás. Por más que deseara omitir esos archivos, estarían ahí, justo junto a sus fotos. ¿Estaba lista para enterarse de toda la verdad? ¿Su origen? ¿El motivo por el que la dejaron ahí?

- ¿Y bien? - preguntó Demián sacándola de sus pensamientos.

- No será tan fácil conseguirlas, Demián.

- Me encantan los retos. - su sonrisa pareció ensancharse.

Quizá era lo mejor. Arrancarlo todo de raíz, ¿Por qué no? Mataría dos pájaros de un tiro, conseguiría sus fotos y decidiría que hacer con su pasado para que no estorbara en su futuro, no sonaba nada mal. Después de todo, Demián parecía más ansioso que ella por conseguir las fotos.

- De acuerdo, pero te repito que no será nada fácil conseguirlas. Y es posible que el lugar a donde te voy a enviar no te parezca muy bonito.

***

Al parecer, Demián conocía bastante bien la ciudad. Erika solo había tenido que mencionar "Orfanato de la calle Bale" para que el chico supiera exactamente a dónde ir, a pesar de los muchos orfanatos que existían en la ciudad.

Se sentía bastante ansiosa. No sabía cómo iba a reaccionar al enterarse de su origen. Siempre se había preguntado cual sería, de los miles posibles, su apellido. Solía pararse frente al espejo, intentando adivinar de qué tenía cara. "¿Erika Smith? ¿Erika Marshall? ¿Erika Collins? ¿Erika Ramírez?" pensaba. Aquello le quitaba horas de su día, quebrándose la cabeza tratando de "adivinar" su apellido. Claro, eso fue mucho antes de que decidiera por sí misma que no quería saber nada respecto al tema.

Ahora solo era cuestión de tiempo para que toda su obstinada ignorancia quedara en el pasado. Resultaba algo aterrador. Aterradoramente excitante. Por todo su cuerpo corría la adrenalina. Se sentía capaz de correr un maratón sin cansarse.

Simón entró en la habitación, rompiendo su pequeña burbuja de privacidad. El chico la miró, esperando a que ella le dijera algo. Como eso no sucedió, se resignó a tomar su pelotita y a lanzarla repetidamente hacia la pared. Erika lo ignoró y siguió "leyendo" su libro.

- ¿Sigues enojada? - preguntó sin mirarla, concentrado en su tarea.

- Tal vez. - respondió cortante, mientras pasaba página.

- Oh... entonces no te interesará saber lo que Dylan me dijo ¿no es cierto? - las comisuras de su boca formaron una sonrisa divertida.

Erika dejó el libro a un lado tranquilamente, y se levantó para parase junto a Simón. El chico continuo ignorándola, bastante divertido por poder devolverle la jugada. Aquello complicaba el intento de Erika por controlarse.

- ¿Qué te dijo? - susurró cómplice mente.

- Entonces, ¿ya no estas enojada? - sonrió.

- Nunca lo estuve. - rodó los ojos mientras le devolvía la sonrisa.

- ¿Sigo siendo el mejor?

- Sí. - respondió impaciente - Ahora, dime que te dijo, esto es importante.

- Bien.

El chico se asomó por el pasillo para asegurase de que estaban solos, y le indicó a Erika que se sentara junto a él en los cojines.

- Recuerda que nadie debe de saber que fui a hablar con él. Me metería en muchos problemas.

- Lo sé, yo también.

- De acuerdo. Fui a casa de Nick esta tarde, e igual que ayer, él no estaba. - Erika no pudo evitar sentir un pequeño nudo en el estómago - Pero estaban todos los demás, no hizo falta que tocara la puerta, me olieron antes. Me invitaron a pasar, y me ofrecieron algo de beber, siempre me ha impresionado que sean tan amables...

- Simón, concéntrate. - tuvo que recordarle.

- Oh sí, perdón. Una vez dentro, leche y galletitas servidas y todas esas cosas, fui directo al punto. Les pregunté dónde estaba Nick, y por qué tenía tantos días sin aparecer. Ellos son conscientes que su olor esta algo débil en la casa, no pueden ocultar que no ha estado ahí.

- ¿Qué te dijeron? - Erika sentía que se comería todas las uñas de un momento a otro por la ansiedad que la invadía.

- Lo mismo que a ti, que estaba "ocupado". Con todos los buenos modales que pude reunir en ese momento, les pedí que por favor me explicaran a que se referían. Comenzaron a divagar, Baby Doll, no tenían idea de lo que estaban hablando, todos decían cosas sin sentido. "Fue por provisiones" "Fue a cortar leña" "Está encargándose de algo por nosotros" - dijo Simón imitándolos lo mejor que pudo.

- ¿Y eso que significa?

- Significa, que nuestros desquiciadamente educados vecinos, no saben mentir.

Tenía sentido. Tenía sentido que todo aquello fuera una mentira. Aún recordaba la manera en la que todos se habían mirado cuando les había preguntado por qué Nick no había ido a verla. Pero, una mentira para cubrir ¿qué cosa? ¿Qué era lo que escondían? ¿Qué tenía que ver Nick con todo eso? Las preguntas comenzaban a agolparse en su cerebro.

- Ahora estamos peor que al principio. - soltó Erika en un suspiro.

- Planeaba seguirlos torturando, pero ya parecían bastante agotados con su primer error.

- Te lo agradezco demasiado Simón, en serio. Pero cada vez estamos más lejos de saber dónde está Nick, y en que está metido.

- Descuida Baby Doll, de algo sí estoy seguro; Nick está bien. Si no pudieron ocultar que su "ocupación" es secreta ¿Crees que hubieran podido ocultar si le hubiera pasado algo?

Simón tenía razón, pero eso no la consolaba. No quería conformarse con simples escusas o mentiras mal ensayadas, quería a su amigo, y lo quería sano y salvo. Definitivamente no se sentiría tranquila hasta que lo viera con sus propios ojos, pasara lo que pasara.

- Escucha, quiero que estés tranquila ¿de acuerdo? Basta de preocupaciones absurdas. - al mirar lo cabizbaja que estaba Erika con todo aquello, tuvo una idea - Haremos algo, pero te advierto que es algo muy loco, peligroso, suicida y arriesgado. Si sobrevivimos a esto, solo será para que Chris nos estrangule con sus propias manos.

- ¿Qué cosa? - Erika sonrió, al ver el lado travieso de Simón de nuevo.

- Te daré permiso de que salgas a jugar con Snowflake afuera. Yo te vigilaré, pero saldré hasta que las cosas aquí dentro se tranquilicen un poco. No te alejes en lo absoluto. Si vez o escuchas algo, grita.

- De acuerdo. - saltó animada.

Tomo a Snowflake en brazos, miró hacia los lados, y salió corriendo de la madriguera. Afuera todo era tal y como lo recordaba, pacífico y hermoso. Dejo al cachorro en el suelo para que pudiera explorar por sí mismo.

Se deleitó observando las copas de los pinos, altas e imponentes, bajo un cielo azul grisáceo, invernal. Bajó la mirada para ver donde estaba Snowflake. El cachorro se dirigía corriendo hacia unos arbustos algo lejanos. Lo siguió.

Se había adentrado un poco entre los matorrales por lo que tuvo que alargar la mano para alcanzarlo, pero lo que tocó no fue un perro.

Una mano tiró de ella tan rápido que cayó al suelo, y otra le tapó la boca para evitar que gritara. Estaba a punto de comenzar a patalear y berrear. Por su mente pasaron un montón de ideas, todas espeluznantes. Lo primero que pensó fue "¿Jim otra vez? Prefiero morir."

- Ángel tranquila, no grites, soy solo yo.

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