Rebeca:
—Así que, ¿ya encontraron departamento? —le preguntó a los tortolitos en la video-llamada.
—Sí —responde Ana.
—Oye, ¿dónde estás?, y por qué tienes traje de baño —pregunta Fred— estás en la empresa hoy, ¿verdad?
—¿Te olvidaste de que ya no trabajan los sábados? —Ana le responde— Izan lo hizo para pasar más tiempo con ellas.
—Exacto, estoy en camino a la piscina de la casa de Izan.
—De nuestra casa —Izan aparece detrás de mí con Ada en sus brazos.
—¡Tía Ana voy a nadar!
—A aprender —le corrigo.
—Eso es genial, Ada, ¿quién te enseñará? ¿Tú papá o tu mamá?
—Mi papá —Ada toma el teléfono y le pide a Izan que la baje, luego se va a sentar a una de las sillas de playa que hay cerca de la piscina.
Siento que Izan pasa un brazo por mi cintura, y reposa su cabeza en mi hombro.
—Te quiero confesar algo —me volteo al escucharlo.
—Mmm, esas palabras no son una buena señal, ¿a quién tengo que matar? —bromeo.
—Muy graciosa, ya hablando en serio, mi confesión es que nunca he estado más feliz en toda mi vida que en los últimas semanas.
—¿Y eso por qué? —pregunto, dándole un beso en la mejilla y abrazandolo.
—Porque tengo a mi hija, y a la madre de mi hija, la mujer que amo desde siempre.
Sonrío y él me da un beso corto.
—Cada día que pasa mejoras.
—¿En qué?
—Con la labia.
—Puede que sí, pero nunca dudes que cada cosa que digo, por más cursi que sea, es absolutamente cierto.
—Lo sé, amor —caminamos hacia Ada, yo me acuesto en la silla que está al lado, mientras que Ada termina la llamada, me da el teléfono y va con su padre a la piscina.
Izan le enseña a nadar y yo solo los observo, cuando Ada ya ha podido y disfruta un poco, su padre la saca de la piscina para ir por golosinas.
Los veo venir con fundas de papas, gomitas, doritos y más.
Niego con la cabeza.
—Cuando estén ambos enfermos se van a arrepentir —murmuré para mí misma.
Izan me pasa un tazón con frutas cortadas y un tenedor.
—Gracias.
—Katia y Frank van a llegar pronto —me dice—, estuvieron molestando con que no los invitabamos y no sé que más.
—Mientras no traigan más dulces o alcohol, no hay problema —le digo, comiendo un pedazo de durazno.
—Sabes que traerán las dos cosas —hago una mueca.
—Arruinas mis esperanzas —ríe dandome besos en la mejillas.
Hasta que escuchamos que llaman a la puerta.
—Deben ser ellos, yo voy, tú quédate cuidando que Ada no se meta a la piscina sola.
—Como digas.
Entro a la casa y me dirijo a la puerta, la abro y dejo pasar a los otros tortolitos.
—Hola, hermanita —Frank me da un abrazo, y luego Katia.
—Hola —digo mirando las fundas que traen, dulces y sí, cervezas, Frank nota mi mirada.
—¿Qué?, no tomaré mucho, tengo que manejar.
Ruedo los ojos.
Decido volver a la piscina y ellos me siguen.
Tiempo después todos estamos en la piscina, aunque Katia y yo habíamos decidido no meternos, pero a Frank y Izan les hizo gracia cogernos en brazos y tirarnos al agua.
Claro que Ada se rio.
Izan se acerca a mí.
—Ni te me acerques —le digo poniendo una mano al frente.
—Vamos, Be, no te enojes, fue idea de tu hermano, enójate con él.
—Tú fuiste quien me tiró.
—¿Y acaso hace cinco años tú no me tiraste a una piscina en la noche, cuando hacia frío? —pregunta.
—Eso fue diferente.
—Claro, porque tú estabas enojada conmigo por culpa de Riley y yo no estaba enojado contigo por culpa de alguien más, ¿no? —muerdo el interior de mi mejilla.
Ese día sí hice una escena de celos digna de una telenovela.
Y eso que ni eramos pareja de verdad.
—Okey, ya basta, ¿por qué mencionas a Riley últimamente? —le pregunto fingiendo estar celosa—, no me digas que has estado hablando con ella hace poco.
—¿Por qué hablaría yo con ella? —pregunta mientras me toma de la cintura y me atrae a él.
—No lo sé, tal vez la extrañas.
—A la única persona que he extrañado en los últimos años ha sido a ti, a nadie más.
Sonreímos los dos.
—Que cursis son —dice Frank.
—Tú también eres cursi —Katia le dice—, ¿o no te acuerdas de esa v...?
Frank le tapa la boca con su mano, dejandome con la curiosidad.
Ada ríe sentada en una de las sillas.
Izan la llama y se mete a la piscina con nosotros.
Durante horas estuvimos en el patio de nuestra casa, y definitivamente estoy de acuerdo con Izan, estas semanas han sido las más felices de nuestras vidas.
°°°
Estoy llegando tarde al trabajo.
Como siempre que Izan no me trae.
Por lo que tengo que correr hasta el ascensor y al llegar a mi piso, noté que todos me miraban, pero seguro que es porque llegué tarde.
O eso pensaba hasta que llegó a mi puesto de trabajo y veo a Katia esperandome.
—Rebeca, ¿has visto las noticias en internet? —pregunta con cautela.
—No, ¿qué pasa Katia?
—Es mejor que lo veas.
—Katia, dímelo.
—Sientate y busca en tu computadora.
Le hago caso, pero no es necesario ni siquiera buscar noticias, solo con abrir Google encuentro lo que tengo que ver.
Hijo de Zuri Roberts es visto con su ex novia de hace cinco años.
Izan Roberts, hijo de la hermosa estrella de Hollywood, Zuri Roberts, sorprendió al mundo hace cinco años al presentar a su novia, Rebeca Walsh, una joven de clase baja pero ciertamente hermosa, aunque luego de unos meses nunca más fueron vistos juntos por lo que seguramente terminaron su relación, y ahora Izan Roberts ha sido visto junto a ella en el centro comercial de la ciudad, además de que al parecer ella trabaja para él.
¿Será que vuelven a ser pareja después de cinco años sin haber estado juntos o será que nunca se separaron?
Junto a eso hay una foto de Izan y yo hace cinco años y otra de nosotros hace unos días que salimos al centro comercial a buscar regalos para el Baby shower de Hadley.
—Es horrible, lo sé —escucho a Katia hablarme.
—Lo que me preocupa es Ada, no tardarán en descubrir que Izan y yo tenemos una hija.
—Izan te espera en su oficina —avisa ella.
—Voy —tomo mi cartera y mi teléfono, salimos con la mirada de todos puesta en mí.