En el interior de un callejón se podían escuchar gritos furioso y golpes hacia alguien.
—B-basta...—un pequeño murmullo salió de los labios de la niña de diez años, aunque este no fuera escuchado.
—¿¡Por qué no te defiendes cerebrito!?— Se escuchó la voz de uno de ellos.— Ya no tienes a tu novio cerca para protegerte, ¡ya no eres nadie!
La niña solo se quedó callada, con los brazos a los costados de su cabeza para evitar que algún golpe fuera fatal. Sin embargo de la nada de escuchó la voz de un niño ajeno a la pelea.
—¡Ustedes!, ¡Dejen de molestarla!— un niño peligris, este llegó y se posicionó frente de la niña.
—Oh, ¿así que quieres hacerte el héroe Halfdan?—habló burlón el que parecía ser el líder del grupito.—Bien, chicos, déjenla. —Los demás se confundieron pero aún así obedecieron.
Después de que de fueran, Halfdan suspiro de alivio.
—¿Estás bien?... Fue un pregunta muy obvia, lo siento... —Comentó con una mueca.
—Estoy bien.—Asintió la más baja mirando de reojo al niño, este tenía el cabello gris y ojos verdes más claro que los suyos. Kalia, estaba despelucada, con algunos moretones en sus pequeños brazos y raspaduras —Puedo curar mis heridas en casa.
Lo recordaba. Era el chico que salvaba a Traveler, Paimon y Dainsleif en el interludio. Él, como última acción, se sacrificaba.
—¿Segura que no estás muy lastimada?
Ella asintió, aunque sus heridas sí le dolían, pero era un nivel que podía soportar, después de todo, antes había recibido heridas peores.
—¿Eres Kalia, Kalia Makteholde, cierto?—preguntó curioso.— Soy Halfdan, ya lo escuchaste de Cerilio, pero creo que lo mejor es presentarme. En fin, preguntaba cómo tienes las mejores notas de la Akademi. Me preguntaba si podías ayudarme a estudiar.
Kalia sintió un dejá vu al escucharlo. Le recuerdo a aquel chico que trato de salvarla. ¿Qué habrá sido de la vida de su amigo..? Esperaba que él pudiera seguir con su vida, que fuera próspera y feliz.
—Auch... —se quejó la niña al sentir el ardor en su mejilla a causa del ethanol.
—Como se atreven esos mocosos a lastimar a mi hija, mañana mismo iré a hablar con el responsable de su educación,— Habló furiosa Kanli, madre de Kalia— de paso hablaré con los padres de esas criaturas. Porque a mi hija nadie la toca.
Kanli era muy sobreprotectora con lo más preciado y hermoso que tiene en este mundo. Su hija. Su única hija, su bebé, su mundo.
Y si alguien la toca, aún si fuera su marido, lo haría pagar por ello.
—Y tú. —llamó está vez a Kalia, quien se estremeció.— Sabes defenderte. ¿Puedes decirme porqué no lo haces?
—Mamá, —llamó tratando de calmar la furia de su madre— usted sabe que no me gusta la violencia.
—Eso no significa que debas dejarte pisotear. —Gruñó enojada, terminando de ponerle algunos vendajes en sus brazos— Lo sabes.
Sí, lo sabía. Pero, prefiere evitar problemas serios si deja a uno de esos chicos inconsciente.
—Lo siento. —La niña, miró sus manos como si fuera lo más interesante del mundo, además de que uno de sus pies se movían en repetidas veces sin que se diera cuenta.
La madre de la niña suspiró tratando de calmarse, si seguía así, rompería algo. Solo esperaba que su hija se defendiera y no se dejara golpear.
— Escúchame bien, Kalia Makteholde —Llamó la mujer a su hija, quien prestó atención a lo que diría—. Eres mi hija. Como mi hija, yo te protegeré. Hasta el último día de mi vida. Movería las montañas si así pudiera solo por mi tesoro más preciado. Pero, también necesito que pongas de tu parte. No te dejes golpear, sé que no te gusta la violencia, pero esa no es una excusa.
La niña estuvo a punto de decir algo, pero la mayor siguió hablando.
—Déjame terminar. Pelea Kalia. No serás mala persona por defenderte. Hay veces que los golpes son la mejor manera de hacer entender si no quieren hablar... —rio levemente haciendo sonreír a la menor— Olvida eso último. ¿Recuerdas el lema? Siempre protege...
—A los tuyos. — terminó la frase la pequeña.
—Exacto, eso significa que para protegerlos tienes que luchar por ello. — comentó— Por cierto, ¿quién era el niño que te salvó? Tengo que darle las gracias.
—Halfdan, así se llama. Es mi amigo. —Lo último hizo sonreír a la mujer, se alegraba de que su hija se este abriendo a más personas.
La luz del sol iluminaba el azulado cielo del Reino de Khaenri'ah. Se podía escuchar el sonido de las espadas chocar y el viento golpear las hojas del bosque en el que se encontraban.
El tiempo había pasado llevando consigo buenos momentos de la niñez, siendo reemplazado por la adolescencia. Nuestra protagonista tenía dieciséis años. Ella estaba mirando a sus amigos entrenar, Dainsleif y Halfdan, ambos entrenaban para poder ser parte de los caballeros.
Además de que se conocieron, al día siguiente de la paliza que le habían dado, y cuando la Akademi casi ardía por lo furiosa que estaba Kanli con el rektor. Siendo este lo que sería como el director en alguna escuela.
Después de terminar de todos los libros de la biblioteca de su casa, Kalia ahora tenía otro pasatiempo, siendo este el del arte. Un buen pasatiempo que le permitiría expresarse sin tener que decir nada, aunque sea frustrante en ocasiones.
Mientras dibujaba, miraba de reojo a los varones y de vez en cuando les saludaba. Ellos hablaban entre sí mientras entrenaban y por la distancia ella no los escuchaba.
Terminando su dibujo, volvió a mirarlos, esta vez encontrando la mirada sonrojada de Dainsleif y la sonrisa pícara de Halfdan. Sus gestos la confundieron, sin embargo, no le dio importancia. Al parecer, su tiempo de entrenar había terminado, porque se acercaban a ella.
Bueno, Dainsleif siendo empujado de vez en cuando por Halfdan.
—Vamos, dile.—Se oyó un pequeño susurró por parte del peligris hacia el rubio, este apartó la mirada con el ceño fruncido. Suspiró profundamente y se acercó hasta quedar frente a la muchacha.
La miró detenidamente, deleitándose por sus hermosos ojos color esmeralda que parecían brillar, su cabello rubio cenizo con una pequeña trenza a su costado. Se veía tan hermosa... Sacudió su cabeza para quitar esos pensamientos.
—¿Podemos salir esta tarde?, sería como un paseo por el reino.—Lo logró, después de varios días por fin pudo preguntarle. Solo esperaba que ella aceptara.
La chica se sorprendió, no se esperaba aquella pregunta. Se suponía que no debía encariñarse... Falló. Pero... no sé arrepiente. Es demasiado tierno.
—Está bien... —se escuchó un pequeño susurró de su parte.