La Culpa Fue De Tus Ojos

By AndreaEssinate

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Catalina y Arthur tuvieron la hermosa fortuna de coincidir, la hermosa suerte de encontrar el amor, pero como... More

Prólogo
Capítulo 1: La Culpa Fue De Ella.
Capítulo 2: La Chica De Los Ojos Peligrosos.
Capitulo 2 (Parte II)
Capítulo 3: Como Siempre Soñé Que Me Besarían.
Capítulo 4: Esa Noche.
Capítulo 5: La Ultima Vez Que Le Hice El Amor.
Capítulo 6: Se Merece Todo Lo Malo En Esta Vida.
Capítulo 7: El Hogar De Nuestros Sueños.
Capítulo 8: Soltarnos Para Olvidarnos.
Capítulo 9: Nadie Viene Con Flores Y Chocolates.
Capítulo 10: En Saturno.
Capítulo 11: Como Loco El Corazón.
Capítulo 12: Ella No Me Cuidó A Mi.
Capítulo 13: Lo último que quería en mi vida era volver a encontrarme contigo.
Capítulo 14: Di Tu Secreto Catalina.
Capítulo 15: Ese Barco Zarpó Hace Rato.
Capítulo 16: Las Oportunidades Son Solo Una Vez En La Vida Catalina.
Capítulo 17: Esta No Te La Voy A Perdonar.
Capítulo 18: Papá Arthur.
Capítulo 19: Te Presento A La Dueña De Mi Corazón.
Capítulo 20: Mamá También Quiere Papá
Capítulo 21: Completamente Flechada.
Capítulo 22: Sus Ojos Volvieron a Ser Los Mismos.
Capítulo 23: El Acto De Amor Más Grande Es Soltar.
Capítulo 24: Voy Hacer Que Cada Dia De Tu Vida Te Arrepientas.
Capítulo 25: ¡Ay Arthur Por Qué Eres Tan Difícil!
Capítulo 27: Sufriendo Por Algo Tan Tonto Como El Amor.
Capítulo 28: Una Boda De Mentira.
Capítulo 29: Yo No Imagino Una Vida Sin Arthur.
Epílogo

Capítulo 26: Me Tuvo, Me Tiene y Me Tendrá En Sus Manos Toda La Vida.

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By AndreaEssinate

ARTHUR




— ¿Segura? — me quitó la manos de su rostro asustada — Vamos al American ahora.

— No — dijo alarmada, la miré confundido — Estoy bien, solo que anoche comí algo que me hizo mal, solo eso — asentí, Catalina se sentó derecha y cerré la puerta para rodear el vehículo y subirme.





Llegamos al piso y Merianne estaba en la alfombra rodeada de muchos juguetes, estiró sus brazos enseguida a mi, sonreí feliz. Siento que ya se acostumbro a que yo soy su padre, y que ama pasar tiempo conmigo como yo con ella, que esto se dió así natural, sin forzarlo, esa conexión mágica, la olí dándole besos apretándola contra mi, quiero dormir todas las noches con este olor a bebé.

— Hola Arthur.

— Señora Hernández — hice un movimiento de cabeza y sonrió.

— ¿Tienes turno de noche? — le preguntó Catalina acercándose a darle un beso.

— No, mañana — Catalina sonrío feliz, yo quería dormir con mi hija de nuevo, pero estarán las dos aquí.

— Iré a cambiarme — dijo Catalina.

— Mamá — la apuntó Merianne.

— Sigamos a mamá — le di besos caminando por el pasillo siguiendo a Catalina — Catalina — se frenó en la habitación.

— ¿No te gustaría ir a dormir a mi piso esta noche? Quiero llevarme a Merianne conmigo — movió sus ojos pensándolo, confundida, algo dolida.

— Es mejor que no — no respondió enojada, siguió caminando al vestidor.

— ¿Se puede saber el motivo?

— No hay ningún motivo — se hizo le desentendida.

— ¿Y entonces? ¿Por qué no? En serio me gustaría llevar a mi hija a mi piso, tenerla ahí.

— Bueno está bien — respondió girandose entrando al baño, miré a Merianne feliz, la tomé levantándola.

— Mamá dijo que si, dormirás conmigo esta noche — Merianne se puso a reír mirándome sin entender nada, le hice cosquillas en el cuello llenándola de besos y me la llevé de vuelta al salón para jugar con ella en la alfombra y darle la cena que la abuela Nana le estaba calentando.







Llegó el momento de irse, Catalina armó un bolso para ella y otro para Merianne.

— ¿Segura que no te molesta que te deje sola? — la madre de Catalina entornó sus ojos riéndose, sonreí mirándola.

— ¿Cuántas veces lo vas a preguntar? — Catalina sonrió abrazándola dándole un beso, se aman demasiado, Catalina es muy cariñosa con su madre, a cada minuto la abraza dándole besos.

— Ven hija a despedirte de Nana — me acerqué con Merianne que está con un abrigo que le compré el otro día y se ve adorablemente exquisita.

— Uy tesoro será la primera noche que no pasas en casa, te extrañare demasiado amor — Eliana la tomó del rostro llenándola de besos, y la soltó, me despedí de ella — Cuida a mis niñas por favor — le asentí.

— Por supuesto, cualquier cosa llama — asintió, Catalina se despidió de nuevo de ella y salimos.











— Hoy pedí que te prepararan la habitación de invitados — Catalina me miró enseguida algo confundida, abrió su boca para preguntar algo, pero luego la cerró, no dijo nada — ¿Qué quieres pedir para cenar?

— Nada, no me siento muy bien, prefiero dormir — le asentí.

— Entonces vamos a dormir — le dije feliz a Merianne.

— Prepararé su leche mientras — asentí y me la llevé a mi habitación con su bolso, le puse su pijama y preparé la cama.

Catalina apareció con el biberón cuando me estaba quitando la camisa, se lo entregó y Merianne se apoyó en las almohadas tomando su leche, adorable, Catalina se quitó su camiseta quedando solo con un brasier y la miré enseguida, la dejó al lado de Merianne.

— Para que sienta mi olor, o si no, no dormirá — le asentí, Catalina le dio un beso a Merianne, me miró, pero no nos dijimos nada y salió de la habitación.

— Toto — me dijo Merianne, asentí rápido tomando el peluche para entregárselo. Me acosté a su lado y me acerqué a la camiseta de Catalina, huele a ella, a su perfume, a su aroma, a su piel, miré a Toto y lo tomé, lo olí, huele a una mezcla de Catalina con bebé, por eso Merianne pide a cada segundo su peluche, porque también huele a Catalina.







Merianne está completamente entregada al sueño, pero yo no he podido dormir nada, llevo dos horas aquí sentado acariciando su cabello mientras duerme. No me está dejando dormir el hecho de que no he hablado con Catalina y la culpa de que le estoy ocultando lo del divorcio, a lo mejor debería aprovechar ahora de decírselo, preguntarle si realmente está interesada en salir con otra persona.

Me levanté despacio de la cama y caminé hasta la habitación de invitados, abrí despacio su puerta, pero al entrar no está en la cama, no se pudo haber ido. Salí despacio al salón intentando ver alguna sombra o algún sonido, hasta que la vi sentada en el sofá mirando las luces de Manhattan. Encendí la luz y Catalina se asustó mirándome con una taza de té en sus manos.

— Lo siento — negó relajándose, esta noche nuevamente está usando un pijama de esos que me quitan el aliento — ¿Te sientes bien?

— Si, es solo que no podía dormir — respondió normal, no enojada — ¿Y tú? ¿Merianne no te ha dejado dormir?

— No no es eso, Merianne está completamente entregada al sueño, soy yo el que no puede dormir — me acerqué a ella sentándome a su lado — No te pregunté cómo salió tu cita — levantó los hombros quitándome la vista.

— ¿Y a ti cómo te sienta volver a ser soltero? — negué — Aunque en la realidad ya éramos solteros hace tiempo — negó triste.

Nos quedamos mirando sin decir nada, intenté respirar mirando su cuerpo en esa tela de encaje transparente, Catalina no perdió su oportunidad y se lanzó a mi boca besándome de esa forma que me enloquece, maldita sea la forma en que me besa y me toca, me tuvo, me tiene y me tendrá en sus manos toda la vida. Se subió sobre mi besándome, la tomé del cuello y del cabello con posesión besándola con la misma fuerza, para que no se vuelvan a separar nunca más nuestros labios.

Se alejó respirando y tomé una bocanada de aire mirándola, llevé mis manos a su cuerpo, a ese pijama que me tiene frenético, subí con mi mano por su pierna llegando a su zona íntima, Catalina se mordió el labio arqueándose y sonreí lleno de maldad que se está apoderando de mi, me frené, Catalina me miró perdida.

— ¿Con quién saliste ayer en la noche? — abrió su boca y levanté una ceja — Sin respuesta no pienso seguir — me miró enojada.

— Para qué quieres saber, no lo conoces — sonreí enojado.

— Quiero un nombre.

— Erik — respondió segura y no aguanté estallando en risas.

— ¿Saliste con Erika?

— Dije Erik — respondió enojada.

— Porque no se te ocurrió otro nombre, más que decir el nombre de tu amiga en versión hombre — levantó sus hombros — ¿Lo hiciste para sacarme celos? — volvió a levantar sus hombros — No seguiré sin la respuesta.

— Para que quieres oír que si, si no lo logré — confesó triste.

— No sentí celos, pero si sentí dolor aquí — admití rendido llevándome la mano a mi corazón, me miró de forma adorable besándome nuevamente.

— Ay Arthur que hiciste conmigo — no respondí nada, porque sentí que dijo un pensamiento en voz alta — Si me hiciste una maldición no lo quiero saber — confesó mordiendo mi labio comenzando a restregarse contra mi, cerré mis ojos más excitado que nunca — Yo no había perdido la cabeza por nadie — nuestros rostros se rozaron mientras juega con nuestras narices — Y contigo perdí la cabeza y el corazón al mismo tiempo — rozó mis labios enojada, la agarré del cabello evitando que se alejara de mis labios, reaccionó mordiéndome.

— Me tienes vuelto loco — confesé intentando tomar aire, sentí que sonrío.

— Te juro que cada vez que te veo se me pone como loco el corazón y ni siquiera lo puedo disimular — la otra mano la subí por debajo de la tela tocándola con posesión — Me derrito en tus manos Arthur — dijo casi sin aire completamente excitada, ataqué su boca de forma voraz, ni siquiera su sombra dejaré sin besar esta noche.










Tomé aire con fuerza intentando calmar mi respiración, Catalina aún está con los ojos cerrados intentando respirar, me acerqué a su boca besándola y sonrío besándome suave, de pronto se puso a reír dejándome de besar.

— Lo siento, es que jamás olvidaré que me salió leche — me puse a reír contra sus labios. Cuando pasé por sus pechos olvidé por completo que se encuentran llenos de leche.

— Vamos a ducharnos para acostarnos con Merianne, aprovechemos que no ha despertado — asintió con pereza.

— Tengo demasiado sueño — me levanté del sofá y la tomé con fuerza, se asustó riéndose y caminé a la habitación — Dime una cosa, esta noche nos trajiste aquí para esto — sonreí.

— Obviamente me da pudor mirarte y tocarte sabiendo que tu madre está al lado — Catalina se puso a reír feliz — Tsss — cerró su boca y entramos a la habitación, Merianne sigue dormida, pase por el vestidor y entré al baño.

— Nos quedó hermosa esa niña — susurró orgullosa, sonreí mirándola.

— Merianne es lo más hermoso que he visto — respondí besándola, la solté despacio en el baño y junté la puerta.

— Mejor trae el monitor, para que cerremos la puerta — le asentí y salí del baño buscando el monitor de Merianne en su bolso. Lo encendí, y me llevé la pantalla al baño, cerré la puerta, no se alcanza a ver muy bien su rostro desde donde dejé la cámara del monitor, pero al menos se escucha su respiración, le subí el volumen para sentir si es que llora y apoyé la pantalla en el mármol concentrándome por completo en Catalina bajo el agua, me mordí el labio caminando hasta ella, entré en el agua y la tomé con fuerza besándola, sin esperar ningún segundo, llevé una mano para tocar los azulejos y verificar que ya están tibios, así que la levanté aprisionándola contra los azulejos para llevarla al mismísimo cielo.







Sentí a Catalina moverse algo incomoda, abrí mis ojos.

— ¿Estás bien?

— No sé — susurró — Pero tengo mucho sueño, mañana veré bien qué es lo que me duele — acaricié su cabello, levanté mi cabeza, Merianne está apegada a Catalina, estiré mi brazo tocando Merianne para abrazar a las dos contra mi — Creo que necesito ir al baño — me moví de la cama levantándome, dándole espacio y salió de la cama, me acosté al lado de Merianne, está tibia, a una temperatura exquisita que dan ganas de quedarse durmiendo a su lado toda la vida, así que cerré los ojos con facilidad a su lado.

— Mmm Toto — suspiró durmiendo y sonreí quedándome dormido.






Sentí vibrar mi teléfono y estiré mi mano enseguida tomándolo, respondiendo la llamada.

— Alo — contesté durmiendo.

— Señor Cruz le recuerdo su reunión en dos horas.

— Gracias Erika — colgó enseguida y dejé mi teléfono en el mueble, me siento rígido, como si no pudiera moverme, abrí los ojos y me acabo de dar cuenta que por un lado Catalina está enrollada en mi cuerpo durmiendo en mi pecho, y por el otro Merianne está apegada a mis costillas, sonreí mirando la inmensa cama, y las dos apegadas a mi, siempre soñé con despertar así, tomé el teléfono rápido y tomé una foto desde arriba, me moví y Catalina se quejó enojada, extrañaba verla enojada porque la estoy despertando, le di besos suaves.

— Hey preciosa — susurré despacio.

— Mmm — se quejó estirando sus labios como pato enojada, se los mordí, sonreí con maldad y se enojo aún más.

— Tengo que ir a una reunión — le di besos suaves y esta vez sonrío asintiendo, se movió un poco soltándome, dándome espacio — Amaría poder quedarme en esta cama con ustedes.

— Eres el jefe, quédate aquí por favor — respondió haciendo un berrinche de niña pequeña.

— Catalina ni Merianne está haciendo berrinches tan temprano — sonrió con sus ojos cerrados, me acerqué besándola de nuevo, le hice caricias y me levanté de la cama pasando por arriba de ella, no quise darle besos a Merianne para no despertarla, pero aproveché de darle varios besos a Catalina.

— Arthur no te vayas — se colgó de mi cuello y me puse a reír despacio — Quédate aquí conmigo — la bese de nuevo.

— Amaría quedarme aquí lo prometo, ¿Por qué no vas con Merianne a verme a la oficina cuando despierten y estén listas? — así aprovecho de decirle de una vez por todas que no firmé el divorcio.

— Por supuesto que si, nosotras te vamos a ver para llenarte de besos todo el día — la besé de nuevo muy feliz, una última vez y me levanté para ducharme o si no, no saldré nunca de aquí.






No tengo la menor idea de si la reunión estuvo mala, o si estuvo buena, pero la sonrisa del rostro no me la saca nadie.

— Te acostaste con Catalina— miré a Hunk.

— ¿Por qué dices eso? — levantó sus cejas.

— No te enojaste por los errores en la presentación, tú jamás dejas pasar los errores — me hice el desentendido, sonó la puerta y entró Erika con una carpeta para Hunk.

— Erika ¿Llegó Catalina?

— Si, hace media hora con Merianne — le asentí levantándome del asiento, Erika se retiró de la sala y yo me propuse hacer lo mismo, Hunk también.

— Quiero ir a ver a mi prima exquisita — dijo feliz, sonreí, definitivamente los bebés son adictivos. Salimos de la sala caminando hacia nuestras oficina, cuando entré en nuestro pasillo personal me frené, Catalina está hablando con Octavio — ¿Qué te pasa? — preguntó Hunk, miró hacia el frente y vio a Catalina con Octavio — No se lo dijiste — dijo seguro — No hay peor situación, que las mujeres se enteren de las cosas por terceros, te lo dije, te lo advertí — dijo seguro caminando hacia Catalina quitándole a Merianne de sus brazos, Catalina me vio y nuestros ojos hicieron contacto visual, está triste, me acerqué enseguida a ellos.

— Señor Cruz — Octavio se despidió y le hice un movimiento de cabeza.

— Hola — dije algo perdido mirando a Catalina.

— Hola — respondió sin mirarme, no está enojada, está dolida, boté aire desganado.

— Yo iré a darme una vuelta con Merianne — dijo Hunk jugando con Merianne haciéndole cosquillas para distraerla, le asentí, me hubiese gustado agarrar a besos a Merianne, pero necesito que se distraiga con Hunk para hablar con Catalina.

— Podemos hablar en mi oficina — botó aire enojada entrando a la oficina, cerré tras de mi — ¿Por qué te enojas tanto?

— Porque tú también me ocultas cosas, y yo te doy la oportunidad de hablar, ¿Qué pasaría si no te dejara hablar? Cada vez que me dices "Hablemos" yo digo si, pero cuando yo soy la que te pide hablar, tu respuesta siempre es "No" — asentí atento a sus palabras, tiene razón — ¿Por qué me hiciste pasar por todo esto? — preguntó triste — ¿Aún querías vengarte de mi? ¿Aún soy un juego para ti? — negué triste.

— Jamás has sido un juego.

— Pero permites que te busque, que insista, para que tu respuesta siempre sea no, y en el momento no firmaste, a pesar de que todos los días que te lo pedí, me pedías que dejara de luchar por ti — se quedó en silencio esperando alguna palabra de mi boca, pero la mantuve cerrada — Tuviste tres días para decírmelo Arthur, para hablarlo, pero no hablas, te cierras, y ahora estás aquí frente a mi sin decir nada, ni siquiera pides disculpas y sabes por qué, porque en tu mente siempre seré yo la culpable de todo, que jamás mereceré disculpas porque no las merezco — se giró para salir de mi oficina y la tomé con fuerza del brazo.

— Eso iba a hacer anoche — la aprisioné contra la muralla con mi cuerpo para que no se me escapara — Por eso me levanté, te fui a buscar a la cama para decirte justamente que no había sido capas de firmar el divorcio, pero estábamos hablando y me besas — dije frustrado — Y cuando tú me besas se me nubla la vista, es como si dejara de pensar, es como si tomaras el control de mi — confesé enojado y sentí en sus ojos que se está ablandando.

— ¿Por qué no lo firmaste? — respiré con fuerza — ¿Fue por Merianne? — negué — ¿Tanto cuesta decirlo? — llevó sus manos a mi rostro — ¿Y si yo lo digo primero? — la quedé mirando fijo a centímetros de su boca — Arthur yo — sonó la puerta y cerré los ojos enojado maldita sea, Catalina me soltó cerrando los ojos y me alejé molesto abriendo la puerta.

— Papá — dijo Merianne, me calmé, es mi hija.

— Amor precioso ¿Dónde andabas? — se la quité de los brazos a Hunk.

— Comenzó a decir "Papá Toto papá Toto" asi que preferí traerla antes que comenzara a llorar — sonreí mirando a Merianne, la agarré a besos — Antes que se me olvide, mañana es el juicio final de Louise — asentí atento — Haremos una cena en la casa de los Thompson porque es más grande, para celebrar a Louise — le asentí — Están los tres invitados para que vayan.

— Claro, ahí estaremos — me asintió feliz, miró a Catalina y esta asintió con una sonrisa.

— Bueno gracias, nos vemos mañana en la noche, no vendré a trabajar para estar con Louise — le asentí y salió de mi oficina.

— Mamá — Merianne comenzó a hacer sonar su boca estirando sus brazos hacia Catalina.

— ¿En serio quieres pecho? — preguntó confundida tomándola, se sentó con ella en el sofá y se acomodó para darle pecho, al levantar su camiseta Merianne sonrío y aplaudió feliz, me puse a reír, nuestra hija se agarró enseguida del pecho de Catalina — Ahora que me tienes 24/7 te estás aprovechando de mi — Merianne toma pecho como si jamás le hubiesen dado leche en su vida — Uy bebé después no querrás comer si sigues así.

— Aprovecharé de adelantar trabajo — Catalina asintió y caminé hasta mi escritorio, me senté frente al computador revisando unos contratos que me enviaron a mi correo, no me gustó para nada el porcentaje de ganancia, así que respondí ese correo citando a una reunión para hablarlo, cuando me puse a teclear rápido, Merianne soltó el pecho mirándome intrigada, Catalina se puso a reír.

— Papá está trabajando — le dijo acostándola nuevamente, sonreí mirándolas y Merianne se agarró del pecho de Catalina golpeándole con la otra mano el otro pecho.







— Mejor me iré a casa con Merianne, estás demasiado ocupado — dejé de mirar el computador.

— Solo tengo que responder unos correos, luego quería invitarte a comer, si es que quieres — siento a Catalina distante.

— Será mejor que no, podemos dejarlo para otra ocasión, además no me siento bien — la miré desafiante.

— Náuseas mareos y vomito ¿Son síntomas de algo claro no? — pregunté sarcástico.

— También lo pensé, así me sentía cuando quedé embarazada de Merianne — me puse triste, porque no estuve ahí para cuidarla — Pero hay algo diferente ahora, siento dolor, entonces por eso siento que esta vez estoy enferma y no estoy embarazada.

— Vamos te llevaré al American.

— No, puedo ir sola, tú sigue en lo tuyo, nos vemos más tarde.

— Catalina ¿Por qué te alejas?

— No me alejo, pero es algo simple como ir al médico, nada más, no necesito compañía para eso — levanté mis manos dándole la razón y dándome por vencido.

— Bueno está bien como quieras — respondí enojado y Catalina salió con Merianne de la oficina, golpeé el escritorio enojado y tomé mi chaqueta saliendo de la oficina, Erika se me cruzó por el camino, levanté mi mano enseguida, cerró su boca, se devolvió a su lugar y me subí en el ascensor.

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