Capítulo 10: En Saturno.

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ARTHUR




— ¿Qué haces aquí? — pregunté aún adormilado.

— ¿Estás bien? — la miré enojado — Es que te vez muy mal — se arrodilló en la cama, me tocó la frente — Tienes un poco de fiebre, pero nada de qué alarmarse ¿Has comido?

— Cómo voy a comer si aún es temprano — me quejé — ¿Y qué haces aquí? — me miró confundida — No deberías estar en el trabajo.

— ¿Hace cuánto te quedaste dormido?

— No sé, ¿Qué haces aquí?

— Te hemos estado llamando todo el día, Erika está a punto del colapso porque dice que solo tu debes hacer esto, no Hunk.

— ¿Todo el día? — pregunté confundido. Asintió — ¿Qué hora es?

— Son las cinco de la tarde.

— ¿Qué? — encendí mi teléfono desesperado, me levanté de la cama esperando que se encendiera este aparato — Enciende maldita sea.

— Si quieres puedes usar el mío — miré a Catalina que tiene sus ojos puestos en otra cosa.

— Mírame a la cara al menos — me entregó su teléfono, asintió levantó sus hombros repasándome descaradamente desde mis bóxer hasta mi pecho, se mordió el labio sonriendo— Catalina — se soltó el labio mirándome.

— ¿Qué? — me miró perdida, como si hubiese interrumpido el mejor sueño de su vida.

— Basta de mirarme así por dios.

— Es que no puedo — admitió casi sin voz abanicándose con sus manos — Vístete por favor — desbloqueé su teléfono y le marqué a Erika.

— Ay Cata por favor dime que encontraste al señor Cruz — dijo enseguida a penas respondió la llamada.

— Soy yo — respondí al teléfono.

— Señor Cruz — dijo eufórica Erika, como si la hubiesen salvado de un final fatídico — Mañana vendrán de la empresa que usted anhela hace meses, avisaron hoy, tengo a todos trabajando en las presentaciones que ya les están enviando a su correo para que las revise, las corrija y las presente mañana.

— Gracias Erika, como siempre excelente trabajo, me pondré en ello, ¿A qué hora es la reunión?

— 10:30 señor.

— Genial gracias — colgué botando aire desinflándome — Toma, gracias — le entregué su teléfono, me acerqué a mi vestidor a ponerme un chándal deportivo y unos zapatos de bajada de cama cómodos, muero de hambre — ¿Quién te envío para acá?

— Erika me envió a buscarte, me dijo que yo era la única pasante que tenía tu dirección, como venía a dejar tu ropa, además lo dijo en frente de todos, no sabía dónde meterme, que vergüenza, solo respondí si — dijo moviendo su mano sin dejar de abanicarse mirando mi cuerpo — Ve a revisar tu computador, yo te haré una sopa mientras.

— Gracias — asintió, salió de mi habitación y me fui al estudio.

Descargué las presentaciones y comencé a leer una por una, estaba concentrado, leyendo la tercera presentación, hasta el momento están excelente, uno que otra corrección o agregación que les haré para que estén completas para mañana, cuando sentí un olor exquisito a sopa, comenzó a sonar mi estómago enseguida, ni siquiera desayuné hoy, me levanté del asiento, metí el teléfono en mi bolsillo y salí del estudio caminando por el pasillo hasta la cocina, ya anocheció y sentí a Catalina cantar canciones en español mientras estaba revolviendo la sopa, siempre soñé con tenerla aquí, en mi hogar y aún deseo que ese sueño algún día se vuelva realidad.

La Culpa Fue De Tus Ojos Where stories live. Discover now