PIMPI SHOTS

By Teki_Galan

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Serie de capítulos únicos inspirados en situaciones del dúo musical más querido de todos los tiempos. Cada ca... More

N5: DANCING LU
N5: DANCING LU
TÚ ERES MI ELECCIÓN: 1.1
TÚ ERES MI ELECCIÓN: 1.2
DE ESOS QUE LLAMAN SEÑORES... 1.1
DE ESOS QUE LLAMAN SEÑORES 1.2
UN GRAMMY AL AMOR... 1.1
UN GRAMMY AL AMOR... 1.2
UN GRAMMY AL AMOR... 1.3
UN GRAMMY AL AMOR... 1.4
TÚ, MI SINFONÍA PERFECTA 1.1
TÚ, MI SINFONÍA PERFECTA... 1.2
LLORO: EL DESENLACE DE UN AMOR 1.1
LLORO: EL DESENLACE DE UN AMOR 1.2
LLORO: LAMENTO A LA LIMEÑA
LLORO: JUNTOS NUEVAMENTE
DOS PASOS Y UN TE QUIERO 1.1
DOS PASOS Y UN TE QUIERO 1.2
MONTEVIDEO, ¿EN FAMILIA? 1.1
MONTEVIDEO, ¿EN Familia? 1.2
AMORES QUE MATAN 1.1
AMORES QUE MATAN 1.2
FELIZ CUMPLEAÑOS, MI AMOR
IT'S YESTERDAY ONCE MORE... 1.1
IT'S YESTERDAY ONCE MORE... 1.2
MURCIA: 40 AÑOS DE MÚSICA, AMOR Y COPAS DE VINO
ÉRASE UNA VEZ... EN MONTSE Y JOE
FANTASÍA NAVIDEÑA
VIÑA DEL MAR: SIEMPRE JUNTOS Y CELOSOS
FELIZ CUMPLEAÑOS CARIÑO BONITO

MARBELLA, EL STARLITE Y NUESTRO AMOR

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By Teki_Galan


Lucía ya se hallaba en el camerino doble que compartirían esa noche en el Starlite Festival, estaba de pie organizando sus cosas en el buró de maquillaje, no tendría quién la asistiera en maquillaje ni en peinado, y no es que el festival no proveyera, sino que Joaquín le había pedido que no hubiera nadie extraño con ellos, deseaba al menos poder disfrutar de ese momento de intimidad, pues desde que él había llegado a España y se habían alojado con sus familiares no habían podido tener ni un solo momento en pareja, primero por la caída de Joaquín, que si bien no tuvo mayores complicaciones sí los obligó cancelaron al menos dos shows y segundo por una visita algo inesperada.


Flashback

Lucía se sintió morir cuando Damián la llamó para avisarle que Joaquín estaba de camino a la clínica. Había sufrido una caída y necesitaba atención médica.

Ella sentía estar experimentando un déjà-vu inversé, su cerebro no pudo evitar remontarla algunos años atrás cuando había sido ella quién había sufrido una caída ensayando para su participación en «Tu cara me suena» y Joaquín había acudido en su ayuda.

Rocío, quién estaba con ella cambió rápidamente el rumbo del automotor y condujo en dirección a la casa de salud, no quería evidenciarlo, pero, en su interior, ella también estaba preocupada por su tío. Solo que era demasiado orgullosa como para admitirlo.

Lucía iba hecha un manojo de nervios, su imaginación le había jugado malas pasadas imaginando posibles escenarios y ninguno era favorecedor, en todos algo malo pasaba. Así que no sabía con qué se iba a encontrar realmente al llegar.

En silencio elevaba plegarias a todas las deidades habidas y por haber, alguna tenía que hacerle el milagro de que Joaquín estuviera bien. 

Damián las esperaba en las afueras de la clínica para conducirlas al área dónde Joaquín aguardaba a que le hicieran unas placas.

La rubia mujer maldecía lo lento que iba el elevador, según ella, hubieran llegado más rápido si usaban las escaleras, pero todos sabían que eso no era cierto, todo era producto de su ansiedad.

Damián solo sonrió al escuchar la retahíla de preguntas mezcladas con maldiciones que ella hacía, mientras que Rocío solo bufaba al ver, a su parecer, «el descaro» con el que su madre tomaba el lugar de la mujer de su tío. Definitivamente el tiempo y la distancia no habían logrado acomodar nada en la cabeza de la joven.

—¡Joa! ¿Estás bien? —, preguntó en un susurro la fémina apenas lo vio salir de la habitación de rayos X, sentado en una silla de ruedas siendo asistido por una enfermera, bastante agraciada para gusto de ella.

—Sí, fue solo una metedura de pata—, respondió calmo, asegurándole con su mirada que no le mentía.

—Tuve tanto miedo—, susurró echándose a su cuello sin importarle la presencia de los demás.

—Calma, todavía tendrás hermano mayor para rato.

—No digas eso ni en broma—, hipó molesta. Ella no quería ni siquiera imaginar que algún día Joaquín le llegara a faltar. Si eso ocurría, estaba segura de que moriría de dolor.

Joaquín la abrazó por la cintura y la calmó, él simplemente quiso aligerar el ambiente, pero, no sabía que ella estaba realmente afectada por la noticia.

—Son tan lindos—, se aventuró a comentar la enfermera. Lo cierto es que los Galán tenían una relación fraternal envidiable a ojos de los demás. Aunque era muy probable que la gran mayoría todavía no se convenciera del todo de que ellos no eran una pareja real.

—Son muy unidos, sí. Señorita —, llamó Damián, intentando distraer a la fémina pues sabía que su suegra y su ex jefe no tardarían en delatarse. —¿Me puede explicar qué fue lo que ocurrió con el señor Galán y cuáles son los cuidados que debe seguir? Como sabe, Pimpinela tiene ya conciertos pautados y...

Damián se alejó con la enfermera por un largo pasillo dejando a Rocío atrás que miraba con desaprobación aquello. En su pequeño cerebro no terminaba de caber que en esta vida simplemente había amores y amores.

—La tía Viviana debe saber lo que ha pasado. Después de todo ella es la verdadera señora Galán—, murmuró para sí.

Con la firme convicción de que aquello era lo mejor, decidió contactarse con su tía y contarle todo lo ocurrido, quién como es normal se preocupó mucho al saber lo ocurrido. Si bien las cosas entre ella y Joaquín habían cambiado hacía muchísimo tiempo, no por eso lo odiaba, no podía, él era simplemente un ser humano excepcional.

 A sabiendas de que Panchi no podría viajar, ella decidió comentarle a su hijo lo ocurrido asegurándole de que ella personalmente viajaría a Madrid e intentaría ayudar a su padre en lo que pudiera, a pesar de que estaba más que segura de que su cuñada pondría el grito en el cielo al tenerla allí. Pero ella no podría abandonar a su mejor amigo. Era algo que le debía.

Afortunadamente las cosas con Joaquín no fueron tan graves, salió de la clínica con el pie inmovilizado, y con la recomendación de guardar absoluto reposo durante quince días por lo menos, y, si tenía que levantarse que sea apoyándose en una muleta.

Joaquín se montó con Lucía en el carro de Damián, mientras que él se fue con Rocío. El ambiente era tan distinto en cada automotor, el primero iba en silencio, Joaquín iba un poco somnoliento a causa de las medicinas que le habían suministrado, mientras que la rubia iba por demás preocupada.

Por su parte, en el otro vehículo ambos ocupantes iban enzarzados en una disputa sobre lo que era moral y lo que no.

—¡Basta, Ro! Aunque no te guste, debes aceptar que tu mamá y tu tío se aman. Y por mucho que tú te niegues eso no va a cambiar.

—¡Entiende vos, Damián! Eso es asqueroso, inmoral, espantoso.

—A mí el amor, sí y no me mires así porque sabes bien que eso es amor, no me parece asqueroso. Asqueroso es el hombre que, creyéndose poderoso besa sin su consentimiento a una mujer y de paso se escuda en su posición para no rendir cuentas ante la justicia. Asqueroso me parece el tipo que abusa sexualmente de un niño y que solo porque lleva puesta una sotana no es llevado preso. Asqueroso me parece que una madre prostituya a su hija solo para conseguir droga. Eso me parece realmente asqueroso, Rocío. Y tú mejor que nadie sabe que no miento, cosas peores has visto pasar en el Hogar.

—Llamé a la tía Viviana—, soltó luego de unos minutos de incómodo mutismo. —Va a venir a Madrid.

—¿Qué hiciste, qué?

—Eso, lo que escuchaste.

—Me das pena, si sigues así lo único que conseguirás es quedarte sin tu familia, Rocío.

La joven abrió sus ojos claros a todo lo que daba, no esperaba que su pareja le dijera precisamente aquellas cosas.





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—¿Estás bien, mi amor? —, era la décima vez en menos de cinco minutos que le preguntaba aquello.

—Sí, mi amor.

—¿De verdad? ¡No me estás mintiendo!

—No tendría por qué. Ahora ven—, dijo golpeando levemente la cama.

—No puedo, tengo que acomodar tus cosas. ¿Crees que si muevo la mesa tendrás más espacio?

—Necesito que vengas, y que te recuestes conmigo. Te necesito a mi lado.

—Tuve tanto miedo de perderte—, musitó abrazándose a él, metiendo su cara en su cuello y deleitándose con la amaderada fragancia masculina que emanaba de su cuerpo.

—Solo fue una caída.

—Pudo haber sido peor.

—Eso sí—, Joaquín se quejó un poco y ella se levantó alarmada.

—¿Qué te duele? ¿Necesitas algo?

—No, solo necesito recordar que tengo un tobillo torcido. Cálmate.

—¡Cómo me pides calma, cuando te veo así!

—Tienes que aprender, no puedes exaltarte de esa manera. Te puede hacer daño. Yo estoy bien, con dolor no lo niego, pero bien.

—¿Te ayudaría un baño tibio y un masaje en la espalda?

—Me vendría de perlas.

Lucía no lo dudó y partió a preparar aquello. Luego lo asistió a llegar al baño, y posteriormente lo ayudó a quitarse la ropa para que entrara a la bañera. En ese momento nada era sensual, era simplemente una mujer cuidando al hombre que amaba.

—¿Sabes qué me aliviaría más rápido?

—¿Qué cosa? —, preguntó ella mientras le regalaba un masaje relajante a su amor.

—Que tú entraras a la tina conmigo—, susurró con la voz bastante ronca.

—Aunque me muera de ganas, no debemos, tú estás convaleciente.

—Pero solo del pie, te juro que lo demás me funciona muy bien. ¿Quieres que te lo demuestre? —, preguntó en un tono bastante coqueto mientras lamía sensualmente la piel de su cuello.

—No lo dudo, aun así. Sabes bien que Rocío y Damián no tardan en llegar, no podemos darle más razones a mi hija para que nos odie.

¡Y vaya que había tenido razón la rubia!

Durante los siguientes días la actitud de Rocío había pasado de ser poco tolerante a ser nada tolerante. Sus miradas tan cargadas de reproches herían el corazón de Lucía, quién se debatía internamente entre dos amores.

Además de eso, la angustia de saber a Joaquín en cama le trastocaba todo. Normalmente Joaquín nunca se enfermaba, él siempre era el valiente, el fuerte, el sano. Cada vez que algo pasaba con la familia, él siempre salía al frente, tomando la batuta de la situación, más ahora, en menos de lo que dura un parpadeo todo había cambiado, ahora era él quién necesitaba cuidados. Por lo que haciendo de tripas corazón, se volcaba a cuidarlo y mimarlo como él siempre hacía con ella. Claro que todo cambió en el segundo en que Viviana cruzó aquella puerta, relegándola solamente a ser la hermana.

Damián y Viviana sentían algo de pena por la rubia, quién entraba y salía sintiéndose como genio embotellado sin poder estar cerca del hombre de su vida tal y como quería, por lo que Viviana a veces se inventaba vueltas y trabajos para sacar a Rocío de la casa con la excusa de que la llevara y de esa manera darles algo de privacidad a la pareja de tortolitos.

Fin de Flashback


—Al fin solos—, ronroneó Joaquín una vez hubo ingresado en la habitación, abrazándola por detrás, y pegándola más hacia su cuerpo.

Ella sonrió dejándose mimar por él, sus miradas conectaron a través del espejo. Cerró los ojos al sentir su respiración acercarse hacia el lóbulo de la oreja, ladeó su cabeza proveyéndole de más acceso. Amaba sentir ese picor que le generaba su barba en su piel, aunque la mayor parte de las veces se la irritaba.

—¡Ya extrañaba tenerte solo para mí! —, jadeó antes de succionar suavemente su piel.

—Yo también... yo también extrañaba tenerte así... ¡Joa! —, gimió cuando lo sintió colar sus manos por debajo de la blusa que ella portaba, para ir en busca de esos dos montículos que tanto amaba.

Él hizo el amague de girarla para subirla en la mesada, pero ella se resistió. Sabía que él todavía estaba en recuperación de su pie, es más, por recomendación médica habían suspendido dos conciertos y, solo le habían autorizado presentarse en ese si lo hacía calzando la bota ortopédica de soporte y un bastón. Así que sabía que no podían abusar de su pie.

—¡Quiero tenerte, ahora! Tantos días sin ti... ha sido una verdadera locura...

—Yo... yo también... Pe-pero no podemos... tu pie.

—Mi pie está bien—, afirmó, sonriendo al sentirla vibrar en el momento en que su mano se coló por dentro de la pretina del pantalón y tocó el botón sensible de toda mujer que ya estaba floreciendo en ella.

—¡Joa!

—Te necesito, mi amor.

Las caricias eran cada vez más seguidas, ella jadeaba y su cuerpo parecía haber perdido toda voluntad. Definitivamente sus manos la recorrían con propiedad, con posesión, con experticia, tal como lo hacía un amante experto.

Joaquín afirmó su toque, él la conocía muy bien, sabía que estaba al borde de la liberación, y él deseaba brindarle ese placer. Con su mano izquierda apretó uno de sus pechos, mientras la derecha la acariciaba. Su grave voz de barítono le susurraba al oído palabras de amor.

Lucía arqueó su espalda despegándola del cuerpo de él, sus pardos ojos se cerraron y sus manos se aferraron al brazo de él que en ese momento la rodeaba por su cintura impidiendo que cayera.

Aquella liberación había sido monumental, no sabía si era por lo excitante de hacerlo ahí, sabiendo que había muchas personas afuera, o era por el inmenso amor que sentía por él, o quizá por los días de abstinencia a los que habían sido sometidos. Sea como fuere, siempre era maravilloso hacer el amor con él.

—Te necesito, mi amor.

Su voz sonó como un jadeo, mismo que su hombre no dejaría pasar por alto.

—Ven

Le dijo, tomándola de la mano y guiándola hacia el sofá de cuero negro que formaba parte de la decoración. Él tomó asiento primero y la atrajo hacia su cuerpo. Su rostro quedó a la altura de su vientre. Se abrazó a ella como si su vida dependiera de ello.

Ella suspiró de puro gusto, amaba esos momentos de plena intimidad con él. Él empezó a depositar besos en su abdomen, alternando con sutiles mordiscos por encima de la ropa erizando por completo su piel. Ella se aferraba a su cabello, lo trincaba, pero sin llegar a hacerle daño.

Su cuerpo tembló cuando sus manos se fueron abriendo paso por debajo de su blusa. Vibró al sentir como su lengua dejaba rastros de fuego en su piel, como si la encendiera.

Sus dedos se enterraron en sus anchos hombros, temía que sus piernas, que ya estaban como gelatina blanda la dejaran caer. Sus miradas se conectaron unos segundos, él amaba ver como sus ojos parecían más oscuros cuando ella se excitaba. Era como si fueran la entrada a un pozo profundo en el que se escondía un tesoro valioso, y él, como buen explorador y aventurero que era, deseaba descubrirlos.

—Eres hermosa. Pero me gustas más cuando estás desnuda.

Lucía rio, y traviesamente levantó sus brazos dándole acceso a que la desvistiera. 

¡Era una niña mimada!

Una vez estuvo descubierta de la cintura para arriba, su piel se tiñó de un suave tono bermellón al sentir lo pesado de su mirada recorrerla entera, como si quisiera devorarla.

Ella lo atrajo de la camisa y lo obligó a levantarse. Se empinó un poco para reclamar sus labios en un fiero beso, jadeó cuando lo sintió abrazarla por la cintura y pegarla ante la evidencia de su deseo por ella.

—Eres el amor de mi vida, Joaquín—, murmuró entre besos.

Soltó un grito cuando lo sintió propinarle una nalgada a mano abierta.

—Juega sucio, señor Galán.

—Juego a ganar, señora.

Ella sonrió traviesa, condujo sus manos directo a la camisa de él y empezó a desabotonarla. Él se dejó solamente hacer por ella. Tan pronto lo tuvo cómo lo quería, sus labios se reclamaron en un beso. Ella se aferró a la cadera masculina, curveando su cuerpo hacia adelante, provocándolo.

Sus manos subían por la musculosa espalda, recorriéndolo con sus uñas, erizándolo, incitándolo, seduciéndolo. Dirigió sus besos por la mandíbula de él, y fue descendiendo por su cuello en dirección a su pecho, ella también quería marcarlo como suyo.

Joaquín enredó sus manos en sus sedosos rizos y reinició una nueva ronda de besos. Fue descendiendo por el largo de su cabello, su cuello y aún más abajo. Jugueteó con el broche del sujetador por algunos segundos antes de decidirse a soltarlo, dejando libres de toda barrera sus hermosos y turgentes pechos.

Lucía se pegó más hacia él, continuando con el reguero de besos por su piel. Él la tomó de la cintura y la apresó contra su cuerpo, haciendo que sus caderas chocaran. Ella gimió al notar lo animada que estaba ya su masculinidad, coquetamente se balanceó un poco causando una fricción bastante erótica. 

Joaquín reclamó nuevamente sus labios en un fogoso beso. Beso que poco a poco se fue extendiendo a sus mejillas, el lóbulo de su oreja, la piel de su cuello. Ella se arqueó un poco hacia atrás con la firme convicción de que él la sostendría, y así fue. Sus caderas seguían juntas mientras ella disfrutaba de la calidez de su boca en su piel.

Ella condujo sus manos a la hebilla del cinturón de él, y empezó a juguetear con ella. Deseaba sentirlo en todo su masculino esplendor.

Él sonrió, y le ayudó a ella a despojarlo de su ropa, aunque no completamente puesto que tenía calzado el aparato ortopédico, pero sí lo necesario para poder disfrutarse.

Joaquín se sentó, pues llevaba demasiado tiempo de pie y esto le empezaba a molestar.

La atrajo más hacia él, y nuevamente empezó a regar besos húmedos y cálidos por el vientre de ella. Cuando decidió que el pantalón de ella empezó a estorbarle, la miró a los ojos como si le pidiera autorización para hacerlo, aunque en verdad no la necesitaba. Ella era suya en todos los sentidos.

Sin dilación lo desabotonó, y delicadamente acarició la piel de su bajo vientre enviando llamaradas de fuego directo a su cerebro.

Lucía se agarró de su cabello y lo atrajo un poco hacia ella, verlo tan concentrado en lo que hacía, lo hacía lucir más sexi a sus ojos. Y no se resistió a besarlo, necesitaba saciar su sed de él.

Joaquín sintió hasta la última neurona de su ser arder, arrebatadamente la privó de su vestimenta y con ansias la ayudó a colocarse a horcajadas de él. Temblaron en el preciso momento en que sus intimidades quedaron a tan solo escasos centímetros de distancia. Él sintió el calor proveniente de su femineidad envolverlo, atraparlo. Él era suyo, así como ella era suya. Únicamente suya.

Lucía condujo sus brazos al cuello masculino y los enredó allí, sus frentes se unieron en un vano intento de controlar sus respiraciones, Joaquín, que tenía sus manos en las caderas femeninas, empezó a recorrer sus contornos hasta arribar al área de sus pechos y asirse firmemente de ellos, erizándolos, acariciándolos, mimándolos.

—Joa... T-te necesito ya. Te quiero dentro.

—Un poco más, mi amor. Solo un poco.

—Ya no puedo esperar, no quiero.

—Sí, puedes.

Joaquín llevó su boca a uno de sus pechos y sorbió de él, con sus labios succionó su erizado pezón causándole una ráfaga de placer que la latigueó allí, justo en el centro de su ser.

Lucía balanceó sus caderas buscando calmar su ansiedad, de no hacerlo creía que estallaría. Joaquín repitió el mismo procedimiento con el otro pecho, pero esta vez dirigió su mano a su capullo que ya estaba bastante florecido, y lo tentó. Los jadeos de la fémina se hicieron más fuertes, al igual que el balanceo de sus caderas. Sus músculos internos se estaban contrayendo, así se lo hacía saber lo agitado de su respiración.

Joaquín no cejó en trabajo, más bien aceleró sus caricias y lamidas. Poco a poco la llevaba nuevamente a ese punto sin retorno, deseaba recompensarla por todos esos momentos de soledad y lejanía que habían estado pasando gracias a Rocío. Quería que disfrutara, quería verla estallar de placer en sus brazos, y ella no la defraudó. Escasos segundos después ella le regalaba a él otro de sus orgasmos, uno más para su colección.

Lucía cayó rendida sobre su hombro, amaba esa sensación de plenitud que solo la encontraba en brazos de él. A pesar de que su respiración apenas empezaba a normalizarse, él no dejó de estimularla, quería regalarle más placer todavía.

—Mmmm...—, ella gimió al sentir como poco a poco se volvía a humedecer producto de su amor por él.

Joaquín continuaba acariciando su centro de placer, que ya estaba bastante sensible.

—Te necesito, mi amor—, jadeó.

Ella seguía con la cabeza enterrada en su cuello disfrutando de sus atenciones, dirigió su mano hacia su enhiesta masculinidad, la tentó y lo palpó como ella sabía que a él le gustaba. Desde su base hasta la punta, ida y vuelta.

La respiración de Joaquín se aceleró, sabía que si ella seguía así no demoraría mucho en terminar, y no quería hacerlo de esa forma. Intentó girar su cadera para hacerla caer recostada en el sofá, era imperiosa su necesidad de estar dentro de ella, de sentir su calor. Pero ella no lo dejó.

—No podemos, tu pie.

—Te deseo.

—Lo sé, porque yo también te deseo a ti.

Lucía se apoyó en sus hombros y levantó sus caderas, apenas lo suficiente como para poder ajustar posiciones. Ambos temblaron cuando la masculinidad topó sus pliegues de mujer.

—Te amo—, susurró ella justo en el momento en que empezó a descender sobre él, engulléndolo completamente.

Ambos jadearon al sentirse uno mismo. Esa sensación era demasiado gratificante.

Se quedaron quietos disfrutando de la comunión de sus cuerpos y de sus almas, mientras sus miradas se sostenían fijamente como si se retaran a un duelo, un duelo de pasiones.

Los movimientos no tardaron en llegar, en esta ocasión quién llevaba la batuta era ella. Controlando profundidad y velocidad. Se estaban amando con todo lo que eran, con todo lo que poseían, con la piel, con el alma, con sus cuerpos.

Las respiraciones empezaron a acelerarse, señal inequívoca de que el éxtasis estaba por llegar. Él se aferró con brío a sus caderas ayudándola con su vaivén.

Las acometidas se volvieron raudas, feroces, hambrientas. Un par de embestidas más y él se dejaba ir dentro de ella, quien bebía todo de él. Aún así, él no dejó de moverse, quería que ella también disfrutara.

—Córrete, para mí—, susurró. Y ese fue su fin. Lucía acababa de experimentar el tercer orgasmo de la noche.

—Fue... fue maravilloso.

—Tú eres maravillosa.

Se abrazaron, dejando que sus corazones se calmaran, Joaquín sabía cómo hacerla sentir amada más allá de la piel. Cuando la circulación de su torrente sanguíneo se calmó, pudieron escuchar por fuera del camerino un voraz corre corre. No sabían exactamente cuánto tiempo había pasado, pero tampoco dudaban de que les quedara muy poco tiempo para arreglarse, así que con mucho desgano tuvieron que separarse.





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Casi dos horas después, curiosamente Joaquín ya estaba listo para el show, se hallaba cómodamente sentado en el sillón con su pierna elevada tal como le había recomendado el doctor, observando a la mujer de su vida terminar de arreglar su cabello.

—¡Luces hermosa esta noche! —, halagó luego de recorrerla íntegra de norte a sur.

—Gracias mi amor. Tú también luces muy guapo—, respondió mirándolo fijamente a través del espejo. —Seré la envidia de todas las mujeres esta noche al tener a un hombre tan guapo como tú a mi lado.

Joaquín rio, amaba esa forma que ella tenía de alimentar su ego masculino. Ella era única, y lo mejor, era suya.

Luego de un largo mutismo, para nada incómodo, por cierto, Joaquín empezó a reírse muy divertido. Ella lo observó sin entender del todo por qué reaccionaba así.

—¿Pasó algo que no me hayas dicho, o es que te picó un mosquito payaso?

—Pensaba.

—¿Se puede saber en qué? —, preguntó ella acercándose a él para pedirle ayuda con el broche de la pulsera que pensaba usar esa noche.

—Pensaba que finalmente la tipa esa que te tiraba los perros meses atrás se salió con la suya.

—¿De qué hablas, Joaquín?

—¿A poco ya te olvidaste?

—¿Olvidarme de qué?

—De la encerrona a la que te sometió Sandra en el departamento de Ro aquella vez.

Lucía abrió sus ojos desmesuradamente al recordar aquel episodio ocurrido en la cocina.


Flashback

—Parece que la espantaste Joaquín—, mencionó ella algo divertida aprovechando ese momento de privacidad que tenían.

—¿En verdad? Pues siendo así, lamento en sobre manera haberte espantado a tu conquista mi amor—, se disculpó sarcásticamente fingiendo sentirse arrepentido.

—¿Qué? ¿Conquista? —, replicó ella abriendo sus hermosos ojos marrones como si fueran dos platos. —¿Estás mal de la cabeza o tu cerebro se quedó en Argentina? ¿cómo que conquista?

—Ni uno, ni otro. Esa mujer te tiene ganas—, explicó como si estuviera dando el reporte del clima, así de frente y sin rodeos.

—¡De verdad que estás loco Joaquín Roberto!

—Estamos todos locos, locos, locos—, tarareó citando su propia composición. —Tú podrás decir lo que quieras Lu, pero yo sé lo que vi. La tal Sandra no sé qué, te estaba desnudando con la mirada y hasta me atrevo a asegurar que se estaba imaginando lo buena amazona que eres al ver tus sensuales movimientos de caderas hace un rato—, finiquitó en murmullo muy cerca de sus labios.

—¡Joaquín! —, replicó sintiendo de pronto su rostro enrojecer como la grana. —¡Claro que no! Ella solo estaba siendo amable conmigo, de hecho, me estaba hablando del festival Starlite.

—Ella podría haberte estado explicando el mismísimo Ave María, pero sus ojos decían otra cosa. Y no... no es una escena de celos—, interrumpió porque sabía lo que ella le iba a decir. —Simplemente te estoy comentando mi punto de vista.

—Pues fíjate que no te creo nada, bien sabes que odio este tipo de cosas Joaquín—, anunció obrando un puchero por demás tierno.

—Tendrá que hacerlo señora mía, porque esa es la pura verdad. Además, debiste recordarle a la tal Sandra que al evento irás conmigo, porque tú eres mía—, susurró.

Lucía no pudo replicar nada, pues en ese momento su hija y su yerno se unieron a ellos y tuvieron que pausar su plática.

Entre chistes, conversaciones y karaokes pasaron el resto de la velada. Realmente fue un momento muy ameno y distendido que les ayudó tanto a Joaquín como a Lucía a despejarse un poco del estrés que llevaban a cuestas a causa de las giras del 40 aniversario del dúo.

Cerca de las diez de la noche, cuando algunos de los invitados ya se habían marchado, Lucía se disculpó del grupo que formaba con su hija y otras personas y se enfiló hacia la cocina en busca de un vaso con agua mineral. Cuando se disponía a abrir la puerta de la cocina esta se abrió revelando ante sus ojos una figura que ella conocía muy bien.

—Lu... ¡qué agradable coincidencia! —, saludó por demás animada mientras con una toalla de papel secaba sus manos, al parecer acababa de enjuagar una charola que intuyó era suya.

—Sandra... pensé que ya te habías marchado—, respondió con una gran sonrisa.

—Sí... bueno, ese era el plan, pero unos amigos propusieron irnos a tomar unos tragos a una disco y pues como la noche es joven todavía—... explicó. —¿Vendrás con nosotros? —, preguntó acercándose un poco más a ella.

—La verdad no creo—, respondió. —Joaquín acaba de llegar hoy de Buenos Aires, está cansado y la verdad no me parece muy amoroso dejarlo solo puesto que gracias a que él se quedó a cargo de todo en la productora y en el hogar de niños, yo pude adelantar mi viaje y compartir más tiempo con Ro—, explicó sintiendo una ligera incomodidad, no sabía a ciencia cierta si era a causa de las palabras de Joaquín, o por la cercanía de esa mujer.

—Ah sí, claro. Comprendo. ¡Qué buena hermana eres! —, dijo con algo de desilusión en su voz. —¿Siempre son así de unidos? Digo porque no es muy común ver a dos hermanos que se lleven así de bien—, preguntó con sus ojos un poco entrecerrados como analizando lo que ella diría a continuación.

—Joaquín es un sol en todo a lo que a mí se refiere, y creo que es justo de mi parte corresponder a ello, más ahora que está sin su hijo y sin su esposa para que lo atiendan—, explicó con algo de acidez en su voz. —Y además no es algo que me cueste mucho hacer.

—Sí.. sí.. claro, no fue mi intención incomodarte con mis comentarios. Es solo que... —, calló como sopesando muy bien lo que diría. —Es solo que me encantaría disfrutar un poco más de tu compañía—, ofreció en tono un poco más bajo acercándose ligeramente más a la rubia.

—Pero nos veremos dentro de unos días en el festival Starlite, ¿o no? —, sin comprender verdaderamente de qué iba todo eso?

—Sí, claro... Teniendo en cuenta que no puedo faltar dado que soy la organizadora—, dijo divertida. —Pero no es por eso—, añadió. —¿No te has dado cuenta, cierto?

—¿Darme cuenta de qué? —, frunció el ceño.

—Eres una mujer muy hermosa Lu—, dijo acercándose más a ella, bloqueando con su cuerpo toda posibilidad de que la rubia se moviera pues a sus espaldas estaba el refrigerador. —La mujer más hermosa que mis ojos han visto.

—Gra... gracias

—Perdón si soy algo directa, pero cuando te vi bailando hace un rato me di cuenta de que la cámara en verdad te ama. Y no sé si lo sepas pero, yo también soy socia de una marca de ropa llamada «The White Book» y estamos en preparativos para lanzar una nueva línea de ropa y si estás interesada podríamos aprovechar tu estancia en Madrid y tomarte unas fotos para que formes parte de los rostros oficiales de nuestra compañía.

—¿De verdad? No lo sabía, y ¿de qué trata la nueva línea de ropa? —, preguntó fingiendo interés mientras se aferraba aún más al vaso que sostenía entre sus manos como si fuera su tabla de salvación.

—Se llama «Seductora» es una línea de lencería.

—¿Len - lencería? —, preguntó en un hilo de voz.

—Sí... lencería.

—Pe - pero...

—Tienes un cuerpo brutal, Lu—, recorriéndola sin pudor alguno al tiempo que son sus dedos trazaba las curvas de su cintura y cadera con firmeza y suavidad a la vez. —Estoy segura de que lucirías espectacular en nuestras prendas—, añadió con la voz algo ronca por la ¿excitación acaso?

—Gra - gracias por los halagos—, dijo intentando recobrar la compostura.

—Solo digo la verdad, tienes unas curvas de infarto, y son precisamente esas curvas las que yo necesito para que mi línea de lencería se vea sublime—, explicó colocando despreocupadamente su mano en línea de su cadera mientras sus ojos se cerraban al tiempo que su mente le reproducía imágenes de la rubia enfundada nada más que en lencería bastante reveladora, a decir verdad.

—Comprendo... — carraspeó. —Pero es un asunto que no puedo decidirlo yo sola, antes tengo que conversarlo con Joaquín—, soltó en un tono de voz bastante bajo a causa de la respiración que había contenido sin darse cuenta siquiera.

—Joaquín... Joaquín... pero él es tu hermano no tu marido—, soltó algo molesta, se sentía un poco frustrada dado que a pesar de sus intentos no lograba nada con la rubia.

—Sí tienes razón, pero además de ser mi hermano es mi socio, y todo lo que tiene que ver con la imagen de nosotros como dúo o por separado siempre lo discutimos juntos—, remarcando especialmente aquella palabra, —más aún si me propones fotos íntimas, por llamarlo de alguna manera.

—Bueno, si ese es el rollo entonces no hay de qué preocuparse, también tendremos una línea masculina y, pues a simple vista se nota que Joaquín también se conserva bastante bien—, bastante bien quiso agregar ella. —Quizá sea una buena oportunidad para que Pimpinela explore una rama del espectáculo que no ha probado todavía, el modelaje.

—No creo que Joaquín acepte—, dijo intentando dilucidar las verdaderas intenciones escondidas en aquellas palabras, negándose a creer que su hermano había tenido razón.

—No hay nada de malo en ello, Lu. Creo firmemente que el cuerpo humano es para ser visto, admirado y deseado... No oculto, como si fuese una herida fea e infectada.

—Estoy de acuerdo contigo en eso. Lo que sucede es que él es bastante reservado en ese aspecto.

—Comprendo... los hombres por naturaleza son así, pero seré muy honesta contigo. Eres una mujer muy atractiva Lucía, y me interesas, me interesas mucho - recorriendo con el dorso de su dedo índice el hombro de la mujer y hablándole muy cerca de sus labios. —No creo que tu hermano se moleste si lo incluimos en el plan, después de todo la mayoría de los hombres fantasean con cogerse a sus hermanas y por muy buen hermano mayor que sea, no creo que Joaquín sea la excepción y más aún en este siglo donde nada en lo referente al amor debería ser un tabú, el amor es amor y punto. Así que puedes venir con tu hermano si deseas y si él no se anima a tomarte al menos podría disfrutar viéndote a ti. Habla con él, y si llegan a una conclusión saben dónde buscarme—, dejando una sutil caricia en su blanquecino rostro mientras sus labios rozaban fugazmente la comisura de sus labios.

Fin de flashback


Joaquín vio el cuerpo de Lucía estremecerse, era más que evidente que había recordado aquello.

—Así que mi amor, por tu bien, mejor no te separes de mí. No vaya a ser que te arrincone en una esquina y te meta mano y a como estoy—, señalando su pie, —no podré correr a salvarte—, soltó en medio de una carcajada para martirio de la rubia.

La hora de iniciar el show finalmente había llegado, toda la gente que se había dado cita para disfrutar del festival Starlite estaba ansiosa por verlos en escena. Si bien el festival llevaba muchos años realizándose, esta era la primera vez que Pimpinela actuaba en su escenario, por lo que sería una manera de iniciar en grande con la recta final de su gira de 40aniversario.

La curiosidad y la ansiedad estaba a mil pues sería la primera aparición en público de Joaquín desde su accidente. La preocupación por el estado de salud del mayor de los Galán era palpable, sobre todo luego de que cancelaran dos shows ya pactados.

Fans de todas las edades, además de personalidades reconocidas del medio como Nacha la Macha, Toñi Moreno y muchas más se había dado cita en Marbella para corear los éxitos de los Galán.

Los músicos marcaron el compás que anunciaba su salida al escenario, cada uno estaba en su esquina listos para hacer su entrada triunfal. Lucía no dejaba de ver a Joaquín, se notaba tensa y bastante preocupada. Le parecía una completa irresponsabilidad de su parte no haberse opuesto a ese show. Era obvio que Joaquín no se hallaba del todo bien, su cara se lo decía. Aun así, él estaba dispuesto a dar lo mejor de sí, ataviado con su impoluta ropa negra, y esta vez con una muleta y una férula para complementar el look, le guiñaba un ojo como queriendo tranquilizarla. Él se encontraba bien, pero lo más importante, él deseaba que ella fuera feliz. Todavía recordaba la cara de emoción que puso cuando le comentaron que fueron invitados a participar en aquel festival, ver sus hermosos ojos pardos brillar al saber que había cumplido otro de sus sueños hacía que todo valiera la pena.

Los aplausos de todos los allí presentes resonaron en el ambiente, eso era alimento al alma del artista. Joaquín se mantuvo quieto en su sitio, no quería abusar, sobre todo si quería lograr aquello que se había propuesto para esa noche. Fue así, como, para incredulidad de la rubia mujer, él dejó el bastón de lado e inició el show por su propio pie.

El momento sentimental de la noche lo pusieron Rocío y Viviana quienes acompañaron al dúo al momento de interpretar el tema de La Familia.

Rocío pudo observar de primera mano que, si bien existía cordialidad entre sus tíos, no existía ese mismo grado de complicidad y compenetración que sí había entre su madre y su tío, ¿estaría haciendo lo correcto al negarse a aceptarlos? Definitivamente tenía mucho en que pensar durante la vuelta a casa, puesto que tanto ella como su tía volverían a casa apenas acabara el show, mientras que Lucía y Joaquín debían quedarse a dar entrevistas, tomarse fotos y continuar con la promoción de la gira. Sin embargo, lo que la chica de ojos claros desconocía era que el dúo más famoso de la historia musical no solo iba al Starlite a cumplir con sus compromisos laborales, sino que también aprovecharían la hermosa oportunidad que les regalaba Marbella y el Starlite para vivir plenamente su amor, pues Joaquín pensaba regalarle a Lucía una noche inolvidable, en la que solo serían Marbella, el Starlite y ellos dos.




¿El momento más feliz de mi día?
 Cuando te digo: TE AMO.






FIN... FIN... FIN...

Espero que les haya gustado, no se olviden de dejarme sus comentarios para conocer su opinión y si desean dejarme sus votitos me harán muy feliz.

Un beso enorme para todas.

¡GRACIAS POR EL APOYO SIEMPRE!

¡Hasta la próxima!


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