Mi Vida, Mi Destino

By lupe_Martinez12

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Hebe Ibsen Vinter, es una chica reservada sin amigos a causa del abandono de su papá cuando tenía once años... More

Sinopsis
Capítulo 02
Capítulo 03
Capítulo 04
Capítulo 05
Capítulo 06
Capítulo 07
Capítulo 08
Capítulo 09
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25

Capítulo 01

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By lupe_Martinez12

——————✷"El"✷——————

"El arte es para consolar a
aquellos que están rotos
por la vida"

Mi mañana comenzó siendo un caos. Cuando desperté, lo primero que encontré fue el desastre que Jako hizo en la sala, así que tengo que limpiarlo antes de que mamá lo vea y me eche de la casa con todo y perro.

Jako es un perro shar pei de tres meses, que me regaló mi tía y mi prima hace unas semanas. Desde entonces, mi mamá me regaña todos los días por algo que Jako hace.

Después de terminar de limpiar, le doy de comer a Jako y subo a mi habitación para bañarme, porque en un rato tengo que ir a mi clase de baile.

Comencé a bailar a los 14 años, ya que eso me ayudaba a desahogarme y olvidar mis problemas. Cuando bailo, siento que todo simplemente desaparece, y eso es lo que amo de bailar.

Salgo del baño y escucho ruidos en la sala, por lo que supongo que mamá ya llegó del trabajo. Iris es enfermera en uno de los hospitales más grandes de Londres, por lo que trabaja demasiado. Al bajar para almorzar, tocan la puerta.

—¡Yo abro, mamá! —grito mientras camino hacia la puerta, aprovechando que estoy cerca.

—No, yo abro —dice mamá cuando va por la sala, pero no hago caso, ya llegue a la puerta —Hebe, no abras...

Se calla cuando abro la puerta y lo... lo veo allí parado, enfrente de mi puerta, como si nada, y al instante mis ojos se llenan de lágrimas. Me mira fijamente con expresión neutra.

—Hebe, hija... yo lo siento —dice Iris detrás de mí con voz triste, pero yo solo puedo ver al hombre que está enfrente de mí. Solo lo puedo ver a "él".

"Él" es Isaías Ibsen, mi papá, quien me abandonó cuando yo tenía once años. Nunca supe por qué se fue, el siempre tenía viajes de negocios. En su último viaje, tardó más de lo acostumbrado. El día que regresó, peleó con mamá y esa vez fue la última vez que lo vi... hasta hoy.

Se adentra a mi casa como si estuviera en su maldita casa, como si hubiera estado aquí los años. Yo lo sigo y no sé cómo me siento; es una mezcla de ira, enojo, tristeza y algo que no puedo identificar.

Cuando Iris está por hablar, Isaías la interrumpe.

—Hebe vas a ir a vivir a Los Ángeles —¿Qué demonios? Seguro no escuché bien —Conmigo.

Eso me toma tan por sorpresa que tardo en contestar. Él me abandonó y ahora regresa para hacer que deje a mis amigos, mi familia, a mi novio.

—¡Claro que no! ¡Tú no puedes desaparecer siete años y volver como si nada hubiera pasado! ¡Para intentar entrar en mi vida!

—¡Me importa una mierda si quieres o no! —Iris no dice nada, y eso me duele. ¡Ella lo odia! Igual que yo —Así que sube a empacar tus cosas, porque nos vamos en dos horas.

—¿Crees que puedes desaparecer siete malditos años? —me odio por llorar frente a él, por llorar por él —¿y llegar como si nada, a llevarme a vivir contigo?

>>¡Después de olvidar que tienes una hija! —sin darme cuenta bajo la voz— De olvidarte de mí, de negarle a una niña el poder estar con su papá —quiero parar de llorar pero ¡no puedo!—después de no estar cuando yo te necesité, de no estar para mis cumpleaños y navidades ¿pretendes entrar en mi vida como si nada? No te lo voy a permitir, yo ya no te quiero en mi vida y menos irme a vivir contigo, me decepcionaste hace siete años, así que no. —no me duele decir cómo me siento, me duele que él no ha quitado su máscara de indiferencia y así me demuestra una vez más, que no le importo.

—¿Ya terminaste de hacer tu drama? —dice con cara de aburrimiento —si es así, sube a empacar.

—Te. Dije. Que. No —me ve fijamente —Así que vete a otro de esos viajes de negocios y no vuelvas a mi vida.

—Mira Hebe, me importa una mierda si quieres o no, porque yo no quiero que vayas a vivir conmigo —suena estúpido pero algo dentro de mí se terminó de romper con esas palabras— Así que ve a empacar.

???

Llevamos como una hora de camino. Me dejó despedirme de mi prima y mi tía, para dejarles a Jako, porque no me dejó traerlo y en verdad no me importa pero dijo que si lo llevaba, lo iba a dejar en la carretera así que mejor lo deje con ellas.

No hemos hablado, yo vengo en los asientos de atrás leyendo y escuchando música.

Cuando le entra una llamada, veo de reojo, que me ve por el retrovisor antes de contestar, la curiosidad me gana así que apago la música sin que se dé cuenta, hago como si no supiera y sigo leyendo.

—Si dime —dice demasiado bajo —no, apenas voy en camino... Si con ella, exactamente —¿Con quién hablará? —sí, adiós, te amo.

En verdad no entiendo por qué no compró boletos de avión en lugar de ir en carro, sería menos incomodo.

—al lleguemos te vas a quedar en mi casa unas semanas, cuando me den las llaves de tu departamento te vas —qué directo se volvió —Mientras estés en mi casa no quiero que digas nada y mucho menos, que molestes o incomodes a las personas que viven allí.

Desearía decir que eso me sorprende, pero no, dijo que no quería que yo viviera con él,  esto no es absolutamente nada comparado con eso.

Cuando Isaías se fue yo me culpe, me sentía mal porque yo siempre fui muy apegada a él, los viernes íbamos por un helado solo los dos, después íbamos al parque y se subía a los columpios conmigo, los domingos íbamos los tres al cine, pasábamos todo el día juntos y toda la semana me llevaba a la escuela. Cuando hacía algún mueble o arreglaba algo de la casa yo lo ayudaba, pero cuando tenía nueve años comenzaron los viajes de trabajo, con el tiempo los viajes se hacían cada vez más largos, hasta que llegó de un viaje y ya no lo volví a ver.

Después de eso, durante algunos meses, mi mamá me metió a boxeo para que me desahogara pero no funcionó. Después probó con un psicólogo y tampoco funcionó, así que hace cuatro años me metí a clases de baile y eso sí funcionó, demasiado.

Mis amigos se fueron alejando, hasta el punto en que mi única amiga es mi prima Ingrid. Hace como un año que tengo novio, o tenía, la verdad no lo sé, discutimos tan fuerte que él... él me agarró del brazo demasiado fuerte, hasta dejarme marcas, mismas que no se ven porque traigo una sudadera. Esta pelea sucedió ayer por la noche. Me ha mandado demasiados mensajes pero no sé si contestarle o no, si perdonarlo o no...

—¿Puedes contestar ese maldito celular? —¿Celular? Ah, sí, mi celular —Es en serio, Hebe.

Dudo en contestar, ya que es Harry, mi novio, pero al ver la cara de Isaías, mejor contesto.

—Hebe, perdóname. Ayer fue un día muy malo para mí, perdí una carrera y no pensé cuando te tomé del brazo y te lastimaste. Tú sabes que yo no soy así, tú me conoces...

—Harry —lo interrumpo —Ahora mismo no puedo hablar contigo. Cuando llegue a Los Ángeles te llamo y hablamos.

—¿Pero qué vas a hacer en Los Ángeles? ¿Por qué no me avisaste? —pregunta un tanto preocupado— ¿Pasó algo?

—No, nada de eso. Te cuento al rato, porque vengo en carro y no quiero platicar aquí.

—Okay, solo llámame en cuanto llegues.

Dice antes de colgar. En parte lo entiendo, Harry tiene una moto y participa en carreras ilegales. Cuando pierdes, la persona que apostó por ti pierde dinero y tienes que pagar una parte. Aunque su familia tiene dinero, sus padres no saben que él participa en carreras, mucho menos de ese tipo.

—¿Cuánto tiempo falta para que lleguemos?

—Hebe, no tienes siete años para estar inquieta —dice molesto.

—Wow —fingo sorpresa—. Al menos sabes que no tengo siete años, pero no te pregunté si tengo o no siete años. Él me trajo a vivir con él y se molesta porque hablo.—¿Cuánto falta para que lleguemos?

Al ver qué no contesta —¿Estás sordo o vas a fingir que no existo?... Bueno eso no lo contestes, lo hiciste los últimos años, no será difícil hacerlo ahora.

—Faltan veinte minutos —dice molesto —y ya cállate.

—Gracias, eres el mejor papá del mundo —digo con sarcasmo.

Él no me contesta, pero aprieta las manos en el volante y la mandíbula. El resto del camino me la paso leyendo, pero en algún momento me quedo dormida.

Papá está corriendo hacia mí con mi perrita Galleta. Cuando llega a mí, me carga en sus hombros y sigue corriendo. ¡Y yo... yo estoy volando! Así que extiendo mis brazos y río al sentir el aire en la cara.

Papá ríe al escucharme hacerlo a mí, Galleta ladra mientras corre detrás de nosotros. Cuando papá está por llegar al lago, no se detiene sino que corre más rápido.

—Papá, ya casi llegamos al lago —digo pensando que no lo ha visto.

—Sí, Hebe, ya lo vi.

Eso quiere decir que él quiere que nos tiremos al lago...

—¡No, papá!

Digo, pero ya es demasiado tarde porque ya brinco y en menos de 10 segundos ya estamos sumergiéndonos en el lago. Cuando papá nos hace salir a la superficie, vemos que mamá nos ve con una sonrisa.

—Amor, ¿me puedes ayudar a sacar a Hebe del agua? —dice papá nadando hacia la orilla. Yo solamente los veo atentamente.

Cuando mamá se acerca a la orilla y se agacha, papá la agarra de la mano y la tira al agua. Cuando mamá flota, se ríe y papá también. A él le gusta mucho verla reír al igual que a mí. Después de un rato, papá nos acerca a mamá y...

—Las amo demasiado —dice papá haciendo que mamá y yo lo abracemos.

—¡Eres el mejor papá del mundo! —grito demasiado feliz.

Cuando despierto estoy llorando y ahora entiendo por qué se molestó más cuando le dije eso, aunque no creo que recuerde ese verano en la casa del lago de los abuelos. Cuando volteo hacia adelante, veo que Isaías me está viendo con esa cara de indiferencia.

—Acabamos de entrar a Los Ángeles, pero necesito que veas para que conozcas.

Dice eso, se voltea y vuelve a manejar sin decir palabra alguna. Cuando pasamos el letrero de "Bienvenidos a Los Ángeles", hay demasiados árboles. Después de unos veinte minutos llegamos al centro, pasamos por un centro comercial y una primaria. Cuando llegamos a una colonia que se ve de alta sociedad voy en la ventana como un perrito.

El carro se estaciona en una casa bonita y grande en la calle. Es color gris, de tres pisos, en la parte de enfrente tiene un jardín muy bonito, con una fuente que se ve antigua, pero no maltratada al igual que toda la casa, bajamos del carro o más bien baja él y después yo, cuando estoy por hablar la puerta se abre.

Una mujer de como treinta y ocho años, muy bonita, abre la puerta y saluda a Isaías con un beso en...la boca y después posa su vista en mí y me sonríe.

—Hola, tú debes ser Hebe ¿Verdad? —¿por qué sabe mi nombre? —la hija de la amiga de Isaías, bueno yo soy Alia, pero ven, no te quedes allí parada, entra.

Era obvio que Isaías no diría que soy su hija, que me abandonó y regresó siete años después de eso.

WOW, si la casa es linda por fuera por dentro es de otro mundo, es enorme, color blanco, con pinturas en las paredes. La sala es enorme, tiene sillones hermosos, pero me distraigo cuando veo a un niño como de cinco años bajar del segundo piso y yo solo rezo porque no sea lo que estoy pensando...

—¡Papá! —dice mientras corre hacia Isaías, quien lo espera agachado y con los brazos abiertos —te extrañé mucho.

Ahora entiendo por qué no tuvo tiempo para mí.

—¿Dijo papá?

—Sí, él es Owen, nuestro hijo —contesta Alia con una sonrisa mientras los ve.

Yo no contesto solo siento como mis ojos se llenan de lágrimas hasta que no las puedo detener y comienzan a caer por mis mejillas hasta llegar a mi barbilla.

Después de ese momento en el que en verdad se aclararon demasiadas cosas, el porqué nunca me buscó, por qué nunca me llamó, tenía un hijo del cual ocuparse.

Isaías y Alia me llevaron a la que sería mi habitación, es muy bonita y tiene una ventana con balcón, con vista a la casa de al lado.

—Tú y Isaías... ¿Están casados? —pregunto algo que sé que es obvio.

—Sí, llevamos como siete años casados, y un año después nació Owen.

—Ah... Qué lindo.

—¿Y tú? ¿Tus papás?

Puedo sentir la incomodidad de Isaías cuando me pregunta.

—Bueno, mi papá fue un verdadero cobarde y me abandonó hace siete años —digo viendo a Isaías —justamente hoy hace siete años —y sí, lo peor es que Isaías apareció el mismo día en el que me abandonó, pero siete años después —y desde entonces mi mamá ha sido todo para mí, ella se convirtió en madre y padre para mí.

—Hebe, en serio lo siento mucho —dice Alia con tristeza.

—No te preocupes —volteo a ver a Isaías —no me hizo falta, después de todo tuve a una mamá luchona que me sacó adelante, sin ninguna restricción respecto a lo que yo quería.

Fui muy ingenua al creer que Isaías se había ido porque le iba mejor en el trabajo, pero era lógico que se volvería a casar y tendría una familia, y que por eso se olvidó de mí. Isaías me ve con molestia en los ojos. Pero no voy a volver a llorar por él, ni por sus malditas acciones, ya sufrí suficiente en estos siete años y hace unas horas, así que ya no más.

—Isaías, ¿cuándo llega mi moto? —Alia me ve con sorpresa.

—¿Tienes una moto?

—Sí, me la regaló mi mamá y mi tía en mi cumpleaños número diecisiete —Se me escapa una sonrisa al recordar ese día.

—Llega como en una semana —Voltea a ver a Alía —Amor, dejemos a Hebe descansar —Alia sale, dejándonos solos — spero que te mantengas callada respecto a esto —Mueve su dedo señalándome a mí y luego a él.

Ahora él es el molesto y el ofendido, cuando su esposa ni siquiera sabe que soy su hija.

Me voy caminando hacia el balcón.

—No tengo ganas de soportándote y no te preocupes que "esto" no va a decir nada, así que puedes estar tranquilo.

—Tú y yo tenemos que hablar —Se para a mi lado viéndome —No vuelvas a hablar de tu papá o de tu patética madre ¿Entendiste?

No, claro que no, no le voy a permitir que insulte a Iris.

—Te prohibo que insultes a mi mamá —Le digo fuerte pero no tanto para que no nos escuchen —Que ella tiene mucho más valor que tu, así que cállate que eres el menos indicado para hablar de ser buenos padres.

Les juro que en mi vida había dicho groserías. No me gusta decirlas pero hoy ya me pasé, pero estoy muy pero muy enojada con todos, conmigo misma.

El sale de mi habitación y yo me dedico a ver el atardecer por la ventana hasta que me llama Harry.

—Harry, en verdad no quiero hablar con nadie —Digo mientras cierro la puerta de la habitación cuando ya he salido.

—Hebe, en verdad te entiendo. Entiendo que estés molesta por lo de ayer, porque lo acepto, fui un completo imbécil...

—Isaias —comienzo interrumpiéndolo— Llegó hoy a mi casa, me obligó a venir a vivir con él a Los Ángeles. Tiene una familia, ¡Un hijo! Una esposa, y pretende que yo pueda y soporte vivir con ellos, como si él no me hubiera abandonado por ellos hace siete malditos años —No me doy cuenta de que estaba hablando demasiado rápido hasta que me tengo que detener a tomar aire —Son demasiados problemas y emociones para mí en un solo día.

—Hebe, en verdad no sé qué decirte. No puedo imaginar cómo te sientes.

Mientras hablaba caminaba hacia la cocina, tomo una botella de agua y salgo al... Wow, el patio trasero es enorme al igual que el jardín. Tiene un árbol enorme y muchas plantas, una mesa para tomar el té afuera; hay una piscina enorme...

—¿Tú quién eres? —habla un chico, haciendo que mi celular caiga a un lado de mis pies.

—Mierda, me asustaste —le digo al chico de la piscina. Llevo mi mano a mi pecho intentando regular mis latidos.

Tiene pelo café, como el mío, la mandíbula marcada, y ojos cafés —casi como los míos, solo que los míos son cafés con verde alrededor y predomina el verde —una nariz respingada y unos labios rosas.

—Siento espantarte. ¿Pero quién eres?

—Soy Hebe, y yo soy... soy la —me quedo callada al no saber qué responder —soy la hija de Iris Vinter, una amiga de... Isaías.

Me agacho para tomar mi celular y corto la llamada con Harry.

—Mucho gusto, Hebe —dice amablemente— yo soy Walter, hijo de Isaías y de Alia.

Cuando sale del agua lo puedo detallar mejor. Mide como uno noventa y se ve que hace ejercicio.

—Un gusto y una disculpa por husmear en tu casa —digo un poco apenada.

—Descuida, si quieres puedo mostrarte la casa —en otras circunstancias diría que no, pero se ve amable y es mi... mi medio hermano aunque él no lo sepa.

—Sí, seguro. Solo iré a ducharme... —Isaías aparece en la puerta, y me ve con ojos de reproche.

—Estaré en la sala viendo una película. Cuando termines puedes buscarme —me sorprende que sea tan amable. Solo le sonrío y me encamino hacia la puerta.

Cuando paso al lado de Isaías me fulmina con la mirada y yo solo le doy una sonrisa burlona.

Paso lo más rápido que puedo y me voy hacia mi habitación. Tiene un baño enorme y eso se lo agradezco a Isaías.

Abro la llave del agua caliente y dejo que el agua se deslice por todo mi cuerpo. No me había dado cuenta de cuánto necesitaba un baño hasta ahora.

No he hablado con mi mamá y la extraño, pero no quiero hablar con ella. No al menos por ahora. Han sido demasiadas emociones en un día y aún no sé por qué estoy viviendo con Isaías.

Hablando de él, ¿tengo hermanos? Pero de Owen lo entiendo, Isaías me abandonó hace siete años. Se casó con Alia hace siete años y Owen tiene seis años, todo cuadra. Pero, ¿y Walter? Se ve que es mayor que yo, por lo cual Isaías lo tuvo antes de conocer a mi mamá o tal vez la engañó con la mamá de Walter. Ya hablaré con Isaías de eso después.

Por hoy ya pensé demasiado y ya regresé demasiado a mi pasado.

Cuando termino de bañarme, me pongo mi pijama y cuando estoy por salir de mi habitación casi choco con Isaías, que está parado en mi puerta.

—¿Qué te pasa? —él comienza a avanzar, obligándome a retroceder —Isaías, quítate que voy a salir.

—No te quiero cerca de Walter —cierra la puerta y se queda parado enfrente de mí —No, ¿sabes que? no te quiero cerca ni siquiera de mí.

Las ganas de llorar comienzan a entrar en mi sistema, pero ya dije que no voy a volver a llorar.

—Te recuerdo que ¡Tú fuiste quien me trajo a vivir aquí! —grito y no me importa si me escuchan —No me quieres cerca de ti, bien yo tampoco te quiero cerca de mí. ¡Me provocas asco, decepción y ira! —en verdad es lo único que me provoca —Pero no puedes prohibirme convivir ¡Con mis malditos hermanos! ¡Hermanos por los cuales me abandonaste hace siete malditos años!

—¡Cállate! ¡Tú no sabes por qué te traje a vivir conmigo y mucho menos por qué te dejé! —grita preso del enojo —¡Sí, te prohibo acercarte a mis hijos, tú eres una mala influencia! ¡Te traje aquí por pura lástima, Hebe!

Esas últimas palabras me golpean en el pecho.

—Pues bien, yo no te lo pedí. ¡Así que te puedes irte mucho a la mierda! ¡Es más, si quieres vete a un viaje de negocios y muérete!

Isaías levanta la mano para pegarme pero la baja y yo sí le doy una cachetada.

—¿Sabes qué? —digo con lágrimas en los ojos —Dime, ¿cuántos años tiene Walter? ¿Cuánto tiempo le pusiste los cuernos a Iris? ¡Cuánto tiempo me usaste para intentar reemplazar a Walter cuando no estabas con él!

Espero que no me conteste y no me haga más daño, pero lo hace.

—Walter tiene veinte años y ¡Alia era mi amante cuando era novio, prometido y esposo de tu madre! ¡Tú ni siquiera le llegabas a los talones a mi hijo y nunca lo harás!

No le importa quién se dé cuenta de lo que dice, de nuestra discusión. Abre la puerta y es el pequeño Owen quien está en la puerta.

Isaías le toma la mano y se da la vuelta sin antes voltear a verme.

—Por mí puedes regresar a destruir tu vida, mientras no me jodas a mí —dice dejándome ahí con las ganas de llorar, de golpear algo o a alguien.

???

Son las tres de la maldita mañana y yo no he podido dormir. Me la he pasado dando vueltas en la cama.

De pequeña, cuando no podía dormir, mamá me daba leche caliente, así que voy a bajar. Solo espero que ya todos estén dormidos.

Bajo sigilosamente las escaleras, llego a la sala. Casi choco con los sillones y por fin llego a la cocina. No prendo la luz porque no me quiero pegar buscando el apa...

—¡Mierda! —me pegué con la orilla de la isla de la cocina. Me tapo la boca rápidamente —Mierda, mierda, puta imbecil.

Me quedo parada un rato ya que doña inteligencia está descalza y se pegó en el dedo chiquito.

Llego a la nevera y saco la leche. Me sirvo en un vaso, la meto al microondas y la caliento unos segundos.

Cuando estoy por salir de la cocina, me encuentro a Walter viéndome con expresión divertida pero a la vez seria y me pregunto hace cuánto tiempo me está viendo.

—No sé qué te divierte —digo molesta mientras camino hacia la puerta, cojeando por el golpe.

—Le dijiste imbecil a la isla de la cocina —después de unos segundos su expresión cambia— ¿Te lastimaste?

—No, qué va —digo irónicamente —gracias por preguntar, pero el show ya acabó.

Sé que él no tiene la culpa de nada de lo que me pasa, pero me molesta que le divirtiera, que me observara, que Isaías me usara para sustituirlo. Me molesta que se parezca tanto a Isaías: los mismos ojos, la misma mandíbula, solo que la de Isaías no es tan marcada, la misma nariz, todo igual a él.

Paso a su lado, pero me toma del brazo, deteniéndome. —¿Por qué Isaías no te quiere cerca de mí y de Owen? —Su pregunta me deja completamente en blanco —¿Por qué te trajo a vivir con nosotros? ¿Por qué discutiste con él en tu habitación?

No sé qué decirle. Sería más fácil decirle que soy hija de Isaías, que me abandonó hace siete años y de la nada apareció para traerme a vivir con él, que no sé por qué regresó. Pero no lo hago, y no sé por qué.

—Porque... sabes qué, pregúntale a Isaías —me suelto de su agarré —yo no... no lo sé.

Camino hacia las escaleras, no volteo hacia atrás y me voy a mi habitación.

No sé por qué no le dije la verdad a Walter. Sería más fácil y no tendría que mentir. Pero algo muy dentro de mí no quiere arruinar su familia como Isaías arruinó la mía. Sin embargo, la otra parte de mí quiere saber hasta dónde es capaz de llegar Isaías con su mentira.

Aun después de tomarme la leche caliente, no puedo dormir hasta una hora después.

——————————————
————————————————

Holaaa, espero que estén muy bien.

Comenten que tal les pareció el segundo capítulo, gracias por leer mi libro, les pido que por favor me ayuden a recomendar o compartir mi libro.

Ya casi comienza lo buenoooo, nos vemos en el siguiente capitulo, los amooo💖

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Ig: lupeeebooks

Los veo en el siguiente capítulo.

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