Ayla

By Bazaldua25

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Nunca creyó en los cuentos de fantasía, su fé se basaba en la ciencia, por eso se había convertido en doctor... More

Prólogo
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Epílogo

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By Bazaldua25

Capítulo 5

No había tenido la fortuna de encontrarse con su empleador, pero no era capaz de olvidar como se había sentido con tan solo escucharlo, pasaron los meses, tres para ser exactos, la joven comenzó con sus cursos de medicina para no quedarse obsoleta, el ritmo de trabajo estaba cobrándole factura.

Se estira y siente su cuello crujir, se había quedado dormida en el sofá, mientras estudiaba, en la posición mas incomoda posible, apenas y podía mantener los ojos abiertos, mira por la ventana y su corazón se acelera, ahí esta de nuevo, el lobo negro, da unos pasos en dirección a la casa, entonces ocurre.

El animal se transforma en un hombre, quiere creer que sigue dormida, pero el sueño se ha esfumado ante la sorpresa, la lluvia de aquella noche no la deja ver con claridad, se pone de pie alejándose de la ventana cuando aquel hombre voltea en su dirección.

El latido de su corazón le parece ensordecedor, trata de calmarse, se mete en la cama después de apagar las luces, trata de dormir, pero aquel suceso se repite en su cabeza una y otra vez trata de convencerse de que aquello era su imaginación, o el cansancio de los últimos tres meses.

...

Casi no pudo dormir, pero agradecía que los siguientes dos días serían libres, se quedo en cama más allá de la hora de desayuno, cuando le tocaba descansar los gemelos eran llevados a casa de sus abuelos y tío, mientras que ella tenía permitido vagar por el lugar más allá de la hora permitida.

-¿Se siente bien Luna?- Morgan dispone de un desayuno ligero, pues pronto estaría listo el almuerzo- no tiene buen aspecto.

-Creo que tuve una pesadilla- se pasa las manos por el rostro, tallándose los ojos- o tal vez una alucinación, no lo sé, creo que debería descansar más.

-¿Qué sucedió?- la mano cálida de la mujer aparta el cabello de su rostro, mientras estudia su pálida expresión.

-Creo que vi un hombre lobo- las manos que la acariciaban caen lentamente, escucha como traga, sus ojos marrones no deja de verla con sorpresa.

-¿Cómo dice?- la voz de Morgan suena contrariada, así que se ve en la necesidad de explicarse antes de que crea que esta loca.

-Desde que llegue he visto a un lobo negro en los alrededores y ayer... quizá solo fue mi imaginación pero, ayer creí ver que se convertía en un humano... Pero eso es imposible, los hombres lobo no existen, ¿verdad?- la mujer frente a ella sigue sorprendida por lo que ha dicho, poniéndola nerviosa.

Entonces recuerda las advertencias de los habitantes del antiguo pueblo donde vivía, aquellas de hombres lobo y mujeres desaparecidas al cumplir la mayoría de edad, como la tarde en que se marchó con Miles trataron de advertirle.

-¿Qué cree usted?- los ojos de la mujer evalúan cada expresión de la joven.

-Yo creo que existen solo en los libros y películas, ya sabe como crepúsculo, donde podrían funcionar perfectamente para vivir un romance sobre natural- dice logrado tranquilizarse un poco, los hombres lobo no podían ser reales.

-Algunas historias están basadas en hechos reales- ambas se ven más relajadas, Morgan vuelve a moverse por la cocina mientras prepara el almuerzo.

-Es científicamente imposible, señora Morgan- refuta la pelinegra.

-No es una persona de fe, ¿cierto?- es una pregunta inocente pero personal, no responde por lo que asumen su respuesta.

-Soy doctora...

-Puedes ser doctora y decidir creer que existen cosas que la ciencia es incapaz de explicar.

-¿De que hablan?- Duncan aparece en la cocina, toma una manzana y se sienta junto a ella, como siempre tiene un aura deslumbrante que logra ponerla de mejor humor.

-La señorita Wayne no cree en los seres sobre naturales- responde con simpleza Morgan.

-¿Por     que no?- los ojos claros del hombre la estudian, siente que se sonroja con tanta atención, ¿qué mas daba lo que ella opinara?

-Por la ciencia- esta vez se trata del chef de la mansión, quien había permanecido en silencio durante su estadía.

-Es solo que parecen cosas de cuentos de hadas, ¿o por que nadie los ha visto jamás?, no se han reportado casos donde se involucren hombres lobo- trata de defenderse.

-Tal vez es porque se ocultan muy bien- Duncan parece divertido con la situación.

-¿Ustedes si creen en hombres lobo?- no daba crédito la absurda conversación que se estaba desarrollando.

-Si- responden los tres, sin dudar.

-¿Y ahora me dirán que tienen una guerra con los vampiros?- ríe de forma sarcástica, esperando que dejen de jugar con ella.

-No desde hace miles de años, son criaturas muy civilizadas- es Duncan quien responde a su pregunta, no parece haber notado su sarcasmo – de cualquier modo, ¿Por qué hablan de hombres lobo?

-Ayla cree haber visto uno... anoche- responde Marco, el chef.

-Estaba muy cansada y tal vez lo imagine, les dije que...

-¿Cómo era?- el hombre a su lado parece preocupado al hacer pregunta- ¿el lobo que color tenía?

-Negro, lo he visto varias veces, siempre rondando en el limite del bosque- todos la observan- ayer me quede dormida en el sofá y cuando desperté lo vi convertirse en una persona- se siente ridícula al decirlo en voz alta- pero bien pudo ser mi imaginación, estaba lloviendo mucho y no pude ver con total claridad.

-Avísame si vuelves a verlo- el rubio se pone de pie, mientras escribe algo en su celular y sale de la cocina con algo de prisa.

-¿Puedo salir al jardín?- rompe el silencio incomodo que se produjo.

-El tiempo que desees querida- sonríe, agradece por la comida, va en búsqueda de uno de los pocos libros que tenía.

...

Hay una mesita de jardín preciosa, pero decide recostarse en el césped, bajo la sombra de dos grandes árboles, está oculta de las miradas curiosas, y sigue dentro del límite de la propiedad, pasa ahí el resto de la mañana y gran parte de la tarde, leyendo.

-Si, ya la encontré, se ve bien... aburrida- alza la vista, a unos pasos sonriéndole Duncan habla por celular, cierra el libro doblando una esquina de la página en la que iba – hola de nuevo.

-Hola.

-¿Estabas ocultándote?- se sienta junto a ella, tan cerca que puede sentir su calor.

-Solo quería sentirme en un lugar diferente- admite- este lugar es precioso, pero me gustaría poder salir.

-¿A dónde quisieras ir?- se apoya en sus codos recostándose, ella lo mira desde arriba sonriendo.

-Quizá una librería- le muestra el libro entre sus manos, una fantasía -ya no tengo lecturas nuevas.

-En la casa hay una biblioteca enorme- se siente esperanzada, de conocer un poco más de la mansión- se encuentra en el ala norte, quizá...

-No tengo permitido llegar tan lejos, Duncan- lo interrumpe, perdiendo toda esperanza.

-¿No te gustan las aventuras?- sus ojos brillan con la emoción.

-¿De que hablas?- la sonrisa del hombre es contagiosa, le parece un niño planeando su siguiente travesura.

-Sé que la vida aquí puede ser algo aburrida, así que yo te ensañaré como llegar a la biblioteca sin ser detectada y tu podrás conocer un poco más de tu nuevo hogar.

-¿Debo hacer algo para compensarte?- sus mejillas se sonrojan cuando el rubio se sienta de nuevo quedando muy cerca de ella.

-Aceptar que elija tu nueva lectura- dice en voz baja causándole escalofríos.

-Entonces acepto- responde la misma manera, sellan su trato estrechando sus manos, escucha ruidos provenientes del bosque, pisadas.

Se gira cuando las siente cerca, inconscientemente se pega a su compañero, entonces hay un gruñido, se escucha más cerca de lo que creía, ambos se ponen de pie y ella se refugia tras el hombre, aferrándose a su brazo, hay un nuevo gruñido, esta vez más largo que el anterior.

-Ayla corre a la casa- quiere moverse pero su cuerpo no responde, no sabe si creerlo, pero le parece ver de nuevo al lobo negro, se oculta entre los árboles, con sus ojos color ámbar puestos en ella, es lo único que ve con claridad sus ojos, que la estremecen- Ayla.

-Te hará daño- toma su mano para que ambos se pongan a salvo, su movimiento parece alterar al animal, vuelve a gruñir con mayor intensidad, siente su pecho vibrar con el sonido, su corazón se acelera ensordeciéndola.

-Vete, no me hará daño- la suelta, dándole un pequeño empujón para que se mueva- estaré bien, vuelve a la casa.

No lo piensa, sale corriendo, puede escuchar al animal correr, no se detiene hasta llegar a su habitación, tiene la respiración acelerada, su cuerpo tiembla no había sentido tanto miedo en su vida.

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