Destinos entrelazados (omegav...

By Rynleph

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Tighnari es un omega nacido de una familia rica y prometido con el alfa más influyente de la ciudad, Alhaitha... More

Introducción
❥ ; 1 - Prometidos
❥ ; 2 - Complicaciones
❥ ; 3 - Maldito destino
❥ ; 4 - Eres mío
❥ ; 5 - Boda
❥ ; 6 - ¿Fue un sueño?
❥ ; 7 - Extraña convivencia
❥ ; 8 - De mal en peor
❥ ; 9 - Aletheia
❥ ; 10 - Depresión
❥ ; 11 - Esperaré
❥ ; 13 - No huyas del destino
❥ ; 14 - Mas vale tarde
❥ ; Final - Gran familia
SEGUNDA TEMPORADA
❥ ; 16 - Manadas unidas
❥ ; 17 - Yo seré el líder
❥ ; 18 - Marca de Alfa
❥ ; 19 - Tensión
❥ ; 20 - Reptiles
❥ ; 21 - Responsabilidad
❥ ; 22 - ¿Es la guerra?
❥ ; 23 - Yo elijo mi destino
❥ ; 24 - Distancia
❥ ; 25 - Danheng
❥ ; 26 - Me rindo
❥ ; 27 - Dejarse llevar
❥ ; 28 - Reencuentro
❥ ; 29 - Descubrimiento
❥ ; 30 - Nuestro destino
❥ ; 31 - Hasta que la muerte nos separe
❥ ; FINAL - Nuevos comienzos
TERCERA TEMPORADA

❥ ; 12 - Guerra

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By Rynleph


Tighnari llegó a ingresar al hospital durante un par de meses después de que Kaveh se fuera. La recuperación fue más larga de lo esperado y aún tenía recaídas después de dos años, pero ya podía llevar una vida normal, al menos dentro de lo normal que se había tornado su vida. Alhaitham era su marido, pero también vivía con Cyno, que era su destinado y había vuelto a obtener su puesto de guardaespaldas. Los pequeños estaban lo suficientemente espabilados como para que los pudieran llevar a la guardería, puesto que Tighnari había comenzado sus estudios con el tutor gracias a Alhaitham. A ninguno le faltaba de nada, aunque sabía que no podían seguir así mucho tiempo. Cada vez que Kaveh iba a visitarlos podía ver como la sonrisa en los labios de su marido relucía, estaban hechos el uno para el otro aunque el omega no quisiera admitirlo, al menos no en voz alta.

—Vamos, Cyno— le dijo Tighnari después de dejar a los pequeños. —Hoy viene Kaveh, quería preparar algo de comer y quiero que me dé tiempo a estudiar un poco.

—¿Quieres que vayamos a comprar o tienes de todo?— le preguntó el beta. Ambos parecían una pareja más que nunca a pesar de que él no se había vuelto a acercar más de lo debido a Tighnari. Seguía casado con Alhaitham y lo estaba respetando. La situación era extraña, pero por el momento le bastaba con ver que Tighnari estaba mejor cada día.

—Uhm, quiero setas— respondió el omega y se acercó al beta para tomar su mano. —Los pequeños ya hablan mucho, quiero enseñarles cosas, seguro que son súper listos.

La guardería no estaba lejos, así que habían ido caminando. Cyno, como antes de todo lo que sucedió, velaba por su seguridad y siempre estaban juntos. No había vuelto a hacer nada con Alhaitham, aparte de dormir con él y darse algún que otro beso en la frente o las mejillas. La situación seguía siendo tensa y extraña para el omega.

—Seguro que aprenden rápido, igual que sus padres— dijo Cyno con una pequeña sonrisa. En el fondo seguía pensando todo el tiempo en Aletheia como su hija, sin embargo se había acostumbrado a referirse a ella como la hija de Alhaitham. Dolía cada vez que se abrazaba al alfa y le llamaba "papá", pero sabía que era mejor así, mejor que complicar la vida de los niños sin sentido. —¿Qué crees que serán cuando crezcan?

—Aletehia va a ser omega, lo tengo claro— respondió Tighnari. —Y los nenes no lo sé, probablemente alfas, pero Dante es un poco más pequeño que Kamran, de bebés se parecían mucho más que ahora. Al ser gemelos puede que sean lo mismo, pero ¿quién sabe? La genética es maravillosa.

Cyno sonrió enternecido al imaginarse a la pequeña cuando fuera un poco más grande y suspiró bajo.

—Aletheia es muy lista, me recuerda mucho a ti... estoy seguro de que Alhaitham le dará las mismas oportunidades que a sus hermanos— dijo el beta un poco perdido en sus pensamientos mientras caminaban.

Tighnari sabía que no podía vivir eternamente dependiendo de Alhaitham, que ambos eran felices a su manera, pero siempre iban a sentirse incompletos.

—Cyno... Aletheia también es tu hija, lo queramos o no— respondió y dejó un beso en el dorso de su mano. —Seguro que es fuerte y valiente como tú.

Cyno agachó ligeramente sus orejas y su mirada se dirigió al suelo. No estaba seguro de si ese hecho sería bueno o malo para ella, si le querría algún día o simplemente sería una sombra en su vida.

—La quiero mucho... pero no sé si soy suficiente. No puedo compararme con Alhaitham, me duele saber que conmigo jamás tendría la vida que él puede darle— dijo el beta y suspiró. —Me he mantenido al margen por Alhaitham, y ahora no sé si seré capaz de formar parte de su vida como padre.

—Algún día tendrá que saberlo— respondió el omega. —Puedo intentar buscar un trabajo cuando acabe de estudiar en algún herbolario o algo así... Sé que Alhaitham y yo no podemos estar juntos para siempre, además mis padres tampoco van a ayudarme, no sé nada de ellos desde que les conté lo que pasaba antes de que me ingresaran. Yo también quiero ser un omega fuerte y valiente como Kaveh y no tener que depender de un alfa, siento que estoy abusando de su hospitalidad de algún modo...

—No creo que sea así... él te quiere, tenéis hijos y aunque la situación sea extraña sé que prefiere tenerte cerca y verte bien— dijo Cyno y apretó con suavidad la mano de Tighnari. —He estado ahorrando... Por si llegado el momento quieres que busquemos una casa para nosotros, una vez Alhaitham y tú toméis una decisión.

Tighnari esbozó una pequeña sonrisa y le dio un beso en la mejilla. Sabía que le costaba ahorrar aunque Alhaitham le pagara bien, pues Cyno siempre ayudaba un poco a sus padres con lo que ganaba.

—Me parece una buena idea, pero... No sé qué pasaría con los niños, eso es lo que me da más miedo de tomar una decisión así.

—Lo sé... por eso no he sacado el tema, no quiero presionarte ni causarte más problemas— dijo el beta y suspiró con levedad. —Sabes que voy a seguir aquí pase lo que pase, así que no hay prisa... esperaré hasta que estés listo.

Tighnari quiso besarlo, pero no iba a hacerlo, quería hacer las cosas bien esa vez.

Después de comprar ambos volvieron a casa. Alhaitham pasaría por la guardería a por los niños antes de llegar, cuando saliera del trabajo. Esa era la rutina de todos los días. Tighnari comenzó a preparar la comida con música de fondo y un delantal de setitas que se había comprado hacía poco.

—No se que hacerle a los niños ¿qué crees que puedo darles? Ya tienen dos años, pero me da miedo preparar algo demasiado fuerte para ellos...

—¿Qué tal si preparamos un pastel de carne y puré de patatas? Es algo suave y que pueden comer sin problema sin atragantarse— dijo Cyno, quien sabía lo mucho que a los pequeños les gustaba la carne. —Mi madre me hacía mucho esa receta cuando era pequeño y me encantaba.

—Por eso te necesito... Eres muy listo— dijo con una sonrisa y se dispuso a sacar todo lo que iban a necesitar.

Habían perdido la noción del tiempo. Tanto que la puerta sonó y Kaveh entró con su pequeña maleta, hacía tiempo que tenía las llaves de la casa. Su expresión era mucho más apagada que de costumbre, pero al verles sonrió y dejó las cosas a un lado.

—Que bien huele, chicos— dijo y caminó hacia la cocina para sentarse en uno de los taburetes que había por allí. —Estoy agotado... Blade es idiota.

—¿Otra vez?— cuestionó Tighnari. —Deberías mandarlo lejos...

—Ya te lo dije, ese chico solo te va a traer problemas— dijo Cyno, quien había estado muy metido en los problemas de Kaveh y su manada durante un tiempo. —¿Qué ha pasado ahora?

—Que quiere ligar conmigo, no lo entiendo, no sabe que soy un omega, pero creo que lo sospecha e intenta usar sus cosas de alfa para hacerme caer— suspiro pesado. —Hoy casi me besa, le he abofeteado y me he ido.

Tighnari no pudo evitar reír al escuchar aquello. Sí que era extraño, pero le había hecho gracia imaginar a Kaveh golpeando a un alfa enorme.

—Deberías tener cuidado, si lo sospecha es peligroso...— dijo el omega.

—Sí... intenta andarte con ojo. Se le ve capaz de cualquier cosa para conseguir poder— añadió Cyno.

En ese momento la puerta principal se abrió y dos pares de piececitos comenzaron a correr en dirección a la cocina, como si siguieran el olor de la comida.

—¡Tito Kaveh!— exclamó Kamran cuando vio al omega y comenzó a mover su colita demasiado feliz.

Aletehia venía con él y poco después apareció Alhaitham con Dante en brazos. El alfa sonrió ampliamente al ver a todos allí.

—Sabían que estabas aquí y prácticamente han saltado del coche.

Kaveh tomó en brazos a Kamran y le dio un besito en la mejilla. Aquellos niños siempre le alegraban el día.

—Hacía tiempo que no venía ¿eh? Pues os he traído una cosita— dijo Kaveh antes de volver a dejar al pequeño en el suelo. Sacó tres piruletas de su bolsillo y se las enseñó. —Pero son para después de comer ¿hm?

Aletheia parecía más apagada de lo normal, pero se animó un poco al ver aquel regalo de su tío. Se acercó sin decir nada y alzó la manita para que se lo diera y así lo hizo, Kaveh le dio una a cada uno. Cyno, que siempre observaba a la pequeña por puro instinto, noto que algo pasaba. Se acercó y se agachó a su altura, poniéndose en cuclillas para ello.

—¿Estás bien, princesa?— cuestionó en tono cariñoso.

Aletheia había abrazado la piruleta y miró a Cyno con las orejitas agachadas antes de acercarse para abrazarlo.

—Se ríen de mí...— dijo haciendo un puchero.

Tighnari, que había ido para ver a los pequeños escuchó aquello y se alarmó un poco. Era demasiado pequeña, no entendía por qué los niños eran tan malos.

—¿Quién se ríe de ti?— dijo el omega y la niña señaló a su hermano Kamran. —¿Qué le has dicho a la niña?

—Nada...

—Kamran, dímelo o la piruleta me la comeré yo.

El niño agachó las orejas y se escondió detrás de la pierna de su padre. Al ser gemelos estaban más unidos y Aletheia siempre acababa jugando sola, por mucho que lo intentara era imposible que no se percataran de lo mucho que se diferenciaban entre ellos.

—Que es adoptada porque es marrón...

Todos se tensaron de pronto y Cyno sintió una fuerte presión en su pecho. Abrazó a la niña contra sí y agachó las orejas, sin saber qué decir en ese momento.

—¿De dónde has sacado eso?— cuestionó Alhaitham en tono serio y se giró para mirar a su hijo. —Aletheia no es adoptada, su color de piel no tiene nada de malo. No quiero volver a escuchar una tontería similar y ahora mismo vas a pedirle perdón a tu hermana.

El pequeño agachó las orejas y se acercó a su hermana para pedirle perdón. Dante soltó una risita, también parecía divertirse con aquello. Tighnari sintió ganas de llorar, pero trató de calmarse. Kaveh posó la mano en la espalda del otro omega y le sonrió ligeramente, sabía que no era fácil tener una familia así.

—Te ayudo a servir, vamos.

Tighnari asintió y ambos se fueron para poner la mesa. Por suerte no tardaron mucho, sabían lo incómodo que era cuando Alhaitham y Cyno se quedaban solos con los niños.

Los pequeños iban en sus sillitas correspondientes, Tighnari se sentaba entre dos de ellos y Alhaitham también para poder ayudarlos, aunque ya comían bastante bien.

—¿Qué tal la empresa?— rompió el hielo Kaveh. —Oh por cierto, esto está muy bueno, siento que sólo como bien cuando vengo a visitaros.

—Todo va bien— comentó Alhaitham mientras limpiaba una de las mejillas de Aletheia, que se había manchado al comer. —¿Y tú? ¿Cómo va todo en la manada?

—Nada fuera de lo común— respondió él omega mientras tomaba otro trozo de comida.

Tighnari iba a darle de comer a Dante, pero su mano pareció flaquear, se sentía un poco mareado. Miró a todos y decidió levantarse.

—Voy al baño— dijo con la mayor naturalidad que pudo.

Cyno alzó la mirada y tuvo un extraño presentimiento. Sabía que de vez en cuando tenía momentos de bajón después de todo ese tiempo con la depresión, por lo que todos estaban muy pendientes de él. Sin embargo, decidió no alarmarse y darle un poco de espacio por el momento. Alhaitham apartó la atención de los niños y miró a Tighnari algo preocupado.

—¿Va todo bien?— le preguntó.

Tighnari miró a su marido y asintió con la cabeza antes de salir corriendo prácticamente. Kaveh lo miró irse y después dirigió su vista a los chicos.

—Alguien debería comprobar que esté bien, yo puedo darle de comer a los niños, Tito Kaveh se encargará— dijo emocionado para transmitirle a los pequeños buenas sensaciones y que no se preocuparan por su madre.

Cyno quiso salir corriendo tras él, pero Alhaitham se le adelantó y se levantó para ir a buscarle. El beta agachó ligeramente las orejas y suspiró, a veces era inevitable sentirse fuera de lugar.

Cuando llegó a la puerta del baño, Alhaitham golpeó con suavidad un par de veces y esperó obtener una respuesta.

—Nari, ¿Puedo pasar?

—N-no...— dijo el omega.

Tighnari se mojó la cara varias veces. Su celo era dos veces al año y el primero después del nacimiento de los bebés lo pasó en el hospital, no había vuelto a entrar desde entonces. Era la primera vez que le sucedía después de aquella conversación, la primera vez que sabía que sus instintos iban a jugarle una mala pasada. Comenzó a jadear, hacía mucho calor. Por suerte, pasara lo que pasara había tomado precauciones y estaba utilizando un método anticonceptivo, más cachorros complicarían más las cosas.

—Cariño... estoy preocupado— insistió Alhaitham y suspiró. —Al menos dime qué ocurre.

—E-es qué...— tragó saliva. Probablemente pudiera olerlo desde fuera. —Creo que... Estoy entrando en celo.

Efectivamente, el aroma que cada vez era más fuerte comenzó a llegar a la nariz de Alhaitham e hizo que se tensara. Mordió su labio inferior y su corazón comenzó a latir con rapidez. No habían vuelto a hacer nada desde antes de que los niños nacieran, era demasiado tiempo sin contacto físico y dadas las circunstancias podría ser un gran problema. Seguían casados, se querían y en principio no había ningún impedimento para que estuvieran juntos, sin embargo la simple idea hacía que Alhaitham se sintiera culpable, como si estuviera traicionando a Kaveh.

Tighnari también se sentía así, como si acercarse a Alhaitham fuera traicionar a Cyno. No habían sido capaces de romper su relación por los niños y porque aún se seguían queriendo, pero tampoco se habían tocado, Cyno vivía con ellos y querían respetarlo todo lo posible. El cuerpo del omega temblaba y se tuvo que sentar en el suelo dado que sus piernas no parecían querer mantenerlo en pie. Soltó un leve gemido mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. Dolía, necesitaba contacto físico.

—Alhaitham...— pronunció en un gemido.

Los instintos del alfa fueron más fuertes en ese momento y no pudo resistirse a abrir la puerta del baño. Se acercó a donde estaba el menor y se arrodilló a su lado con una expresión preocupada. Se estaba conteniendo todo lo que podía a pesar de que las feromonas empezaban a afectarle.

—Cyno y Kaveh están en el salón...— le recordó sintiendo su respiración algo más agitada. Era extraño sentir que estabas siendo infiel por desear acostarte con tu marido, pero así se sentían. —No sé qué deberíamos hacer, siento que todo va a complicarse aún más...

—P-podría... tomar algún supresor...— dijo el omega con la poca cordura que le quedaba. Estaba muy cerca, pero aún lo necesitaba más así que tiró de su camisa y se pegó a él por instinto.

Sin embargo, aquel tirón hizo que el alfa se desestabilizara un poco y prácticamente cayera sobre él, aunque le sujetó y se sostuvo para lo acabar ambos en el suelo, cosa que solo empeoró la tensión entre ambos.

—Es una tortura seguir deseándote como te deseo... siento que me voy a volver loco en medio de todo esto— dijo el alfa bastante cerca de su rostro y suspiró. —Kaveh tiene supresores de emergencia... si quieres puedo pedirle alguno, al menos por esta vez.

El omega se aferró con fuerza al cuerpo de Alhaitham y solo con el olor ya sentía que podría correrse. No pudo responder, su nariz se había pegado al cuello del alfa y estaba totalmente extasiado mientras sus feromonas se esparcían por toda la estancia en la que se encontraban. Odiaba el celo, su cuerpo no quería reaccionar, lo único que necesitaba era tener contacto, era sentirlo.

—N-Nari...— jadeó Alhaitham y se aferró al cuerpo de su chico. No quería, pero a la vez sí. Era imposible ignorar la química tan fuerte que había entre ellos.

Sin embargo, Alhaitham no había cerrado bien la puerta y esta se abrió más cuando Cyno, tal vez llevado por el aroma o por su propio instinto, llegó hasta allí. Al verles no supo cómo reaccionar, pero sin duda algo se rompió dentro de su pecho. Podía oler las feromonas de Tighnari, estaba excitado, e imaginaba que no era el único por lo pegados que estaban.

El omega pudo oler a Cyno también y se retorció entre los brazos de Alhaitham en busca de contacto. Necesitaba más, mecía sus caderas contra él mientras alzó la vista para mirar al beta. ¿Se sentía mal? Puede que si hubiera estado cuerdo se sintiera mal, pero en ese momento su cabeza quería a ambos desnudos, estaba fuera de sí y su olor era cada vez más intenso.

Las piernas de Cyno flaquearon y su mente se nubló. La última vez que estuvo expuesto a las feromonas de Tighnari fue hace más de dos años... la noche de su boda. Tragó saliva y por instinto su mirada se dirigió a Alhaitham, quien tenía fuertemente aferrado a Tighnari. Su mirada se oscureció y de pronto sus ojos brillaron con fiereza, como si fueran dos rubíes.

—Suéltalo...— le dijo en tono demandante.

Alhaitham giró la mirada hacia el beta y sus orejas se echaron hacia atrás, como un animal que se ponía en guardia. Gruñó mostrando sus dientes y sus ojos dorados brillaron también. Esos dos estaban a punto de iniciar una pelea de dominación causada por las feromonas de Tighnari y el vínculo tan fuerte que les unía a cada uno de ellos con el omega.

Tighnari estaba ajeno a todo, pero el olor de ambos lo tenía completamente ido. Soltó un nuevo gemido y se pegó al cuerpo del alfa.

—A-ah... Duele...— su trasero dolía, necesitaba contacto, cada segundo que pasaba lo necesitaba más.

Cyno comenzó a sentir su cuerpo más y más caliente y ver a su destinado en manos del alfa no ayudaba. En ese momento le daba igual no ser tan grande ni tan fuerte como él, iba a lanzarse a atacar. Alhaitham podía sentir también esa tensión y tuvo que separarse de Tighnari para encarar al intruso, o eso era lo que veía en su mente.

—Tighnari es mío— dijo el mayor en tono firme y Cyno gruñó.

Ninguno era plenamente consciente de lo que estaba pasando, todo se debía a la bomba de hormonas que les rodeaba en ese momento.

—No vas a tocarle— sentenció Cyno y siguió mostrando sus dientes de forma amenazante mientras se acercaba más a Alhaitham. No le importaba la diferencia de tamaño.

Kaveh llegó para poner orden, había dejado a los niños solos al oler desde abajo a Tighnari, apestaba a omega en celo. Al ver la escena supo que no podía meterse en medio y debía llegar al menor antes de que esos dos se mataran.

—¡Por favor! Los niños están abajo...— sabía que eso no servía de nada. Suspiró y le dio igual meterse en medio, Alhaitham no lo vería como una amenaza y si lo hacía poco le importaba. —Apártate de Tighnari.

Solo con la voz de Kaveh, Alhaitham pudo reaccionar. Lo miró un poco menos tenso y de pronto sus ojos volvieron a la normalidad, era como si la presencia de su destinado le calmara a pesar de que aún no se le iba esa sensación del cuerpo debido a las feromonas. Miró con seriedad a Cyno y después se apartó despacio para que Kaveh pudiera llegar hasta el omega, aunque el beta no bajaba la guardia.

Kaveh tomó a Tighnari entre sus brazos, era bastante más pequeño que él en tamaño así que no le fue difícil hacer que uno de sus supresores entrase en su boca. No era bueno dárselos, lo sabía, pero si no lo hacía aquella pelea sería irremediable.

—Retiro lo de que los alfas son idiotas, todos sois idiotas— dijo Kaveh. —No le daré más supresores así que habrá que ver con quien pasa el celo o si lo encerráis por ahí, tienen muchos efectos secundarios y ya está tomando demasiadas pastillas.

Poco a poco el olor a omega en celo se fue disipando, por suerte el efecto era rápido. Cyno agachó las orejas como un cachorro regañado y Alhaitham apartó la mirada avergonzado. ¿Qué habían estado a punto de hacer? Aquella era la gota que había colmado el vaso, estaba claro que no podían seguir así o esa tensión iba a acabar muy mal para todos.

—Lo siento...— susurró Alhaitham y suspiró pesadamente. —Supongo que tenemos que aclarar esto ya, lo hemos alargado por los niños pero se está volviendo insostenible para todos...

—Era cuestión de tiempo que Tighnari entrara en celo, pero no se os puede asignar la tarea de pensar porque lo hacéis con la cabeza de abajo... Yo ya te dije que puedo esperar, pero no podéis estar así, estáis juntos, pero es como si no estuvierais y está claro que necesitáis ese tipo de contacto— respondió Kaveh. Puede que estuviera celoso, pero había asumido que no se iban a alejar y para su sorpresa fue todo lo contrario.

—Mhm... — Tighnari reaccionó y miró a todos mientras estaba entre los brazos de Kaveh. —¿Me he desmayado...?

Ambos chicos miraron a Tighnari y luego se miraron entre sí. No, estaba claro que no podían seguir así, de ninguna manera y por mucho que le doliera, Alhaitham sabía lo que debía hacer, lo que era mejor para todos.

—Que Cyno pase el celo con él— dijo con amargura y tensó su mandíbula. —Todos sabemos lo que tiene que pasar, ¿no? No soy idiota... ¿Qué sentido tiene que nos queramos pero no poder tocarnos porque sabemos que eso os hará daño?. —Tras decir esto, miró a Kaveh y suspiró. —Lo demás se aclarará después, pero lo más urgente es que Tighnari esté bien. Además, no es como si no lo hubieran hecho ya...

Tighnari no pudo evitar que unas lágrimas se deslizaran por sus mejillas al escuchar esas palabras. Siempre estaban preocupados porque él estuviera bien, siempre era el débil y al que había que cuidar.

—No... Lo pasaré con Kaveh.

—¿Perdón? Yo no puedo...— el omega se sonrojó sin saber que decir. —Mis feromonas falsas funcionan.

—No así, idiota...— respondió Tighnari. —No voy a engañarte Alhaitham, no de nuevo... No haré nada con Cyno hasta que no cortes conmigo definitivamente. Me iré con Kaveh el tiempo que dure mi celo.

El alfa se quedó callado sin saber qué decir. Aquello le dolía y se sentía idiota por no ser capaz de tomar una decisión definitiva. Suspiró pesadamente y asintió con la cabeza.

—Vale... es tu decisión— respondió finalmente. No quería que se fuera, que ninguno lo hiciera, pero tampoco quería romper por muy estúpido que fuera seguir alargándolo. —Pero cuando te recuperes, hablaremos... los cuatro.

Kaveh sentía el dolor de Alhaitham. No pudo evitar agachar ligeramente las orejas mientras lo miraba.

—¿Estás seguro de que no quieres pasar el celo con él, Alhaitham? ¿De que no queréis? Os he escuchado follar muchas veces, si es por mí no os preocupéis...— dijo Kaveh.

—No, Kaveh. No sería justo ni para ti, ni para Cyno, ni tampoco para nosotros— dijo el alfa. —Os prometimos que aclararíamos la situación, acostarnos solo lograría confundirnos más.

—Es vuestra decisión— dijo Kaveh y soltó a Tighnari para que se pusiera en pie. —Vámonos entonces, está pastilla solo retrasa el celo unas horas.

Tighnari permanecía con las orejas agachadas mientras sostenía la mano de Kaveh. No quería mirarlos, a ninguno, porque sino sabía que no podría irse. Sin embargo, cuando Kaveh tiró de él no se movió.

—Perdón... Voy.

Alhaitham miró a ambos omegas y apretó sus puños. Aquello solo era un parche temporal, lo sabía, y era el mayor. Tal vez iba siendo hora de tomar decisiones reales, de no seguir haciendo como si el tiempo fuera a curarlo todo, cuando sabían muy bien que no era así en su caso.

—Esperad...— dijo el alfa y suspiró pesadamente. —Nari... sabes tan bien como yo que esto no puede seguir así. Lo hemos alargado por tu salud mental y por los niños, y porque te quiero demasiado para dejarte marchar... pero no puedo ser egoísta en esto. Quiero que te quedes aquí, conmigo y con los niños, que sigamos siendo una familia... pero nuestra relación no puede seguir, no quiero acabar a golpes con Cyno algún día y está claro que la tensión es cada vez mayor entre nosotros...

Tighnari sintió algo romperse dentro de él. Todo habría sido más sencillo si no se quisieran, pero sabían que no iba a ser fácil. Quizá era lo mejor, pero eso no quería decir que él omega no estuviera pasándolo mal. Kaveh giró la vista hacia él, era el único que estaba pensando en que había dejado a los niños solos.

—Lo sé...— dijo Tighnari con la voz quebrada y la cabeza agachada.

El alfa no dudó en ir hacia él y abrazarlo con fuerza. Aquello era muy duro, lo más duro que había tenido que hacer nunca, pero debía ser fuerte porque sabía que Tighnari nunca sería capaz de dar el paso por sí mismo.

—No pienses ni un segundo en que hago esto porque no te quiero... lo hago porque te quiero demasiado, porque sé que es lo que necesitas— dijo el mayor con el corazón en un puño. —Estaremos bien, pequeño... ya lo verás. Además, no vas a perderme, eso te lo prometo.

Tighnari se aferró al cuerpo del alfa y comenzó a llorar. No quería separarse de él, sabía que era lo mejor, pero no quería.

—No...— gruñó aferrándose más a él. —No quiero...

Incluso Kaveh, que probablemente debía alegrarse sintió ganas de llorar en ese instante. Decidió dejar que hablaran ellos y, ahora sí, volver con los niños. Tenía bastante más instinto del que pensaba. Cyno también sintió que era un momento para ellos dos, así que salió detrás de Kaveh y les dejó solos para que pudieran hablar.

—Cariño...— susurró Alhaitham y tampoco pudo retener las lágrimas mientras le abrazaba. —¿Qué otra opción tenemos? Sabíamos que esto tenía que pasar tarde o temprano...

—Pero duele mucho... No quiero...— sollozó sin soltarlo, como si al hacerlo se fuera para siempre. —Llevo toda mi vida pensando que serías mi familia y ahora no tengo otra... No puedo alejarme de ti tan fácil. No me puedes pedir eso...

—No te estoy pidiendo que te alejes, de hecho no quiero que lo hagas. Los cachorros te necesitan y yo también— se separó un poco para poder mirarle y posó la mano en su mejilla. —Ésta es tu casa y yo soy tu familia... eso no va a cambiar pase lo que pase. Si te fueras me sentiría muy mal... así que escúchame. Cualquier idea que tengas en tu cabeza, bórrala. No me voy a ir de aquí ni tú tampoco, nuestra vida no cambiará excepto por el hecho de que tú podrás estar con quien desees en la intimidad. Te quiero aquí, a mi lado, y eso también incluye a Cyno.

Claro que quería estar con Cyno, deseaba poder recordar aquella única vez que había pasado, pero también le gustaba estar con Alhaitham. Una vez le dijo que renunciaría a él para que pudieran ser felices, pero seguía sin ser capaz de renunciar del todo a él. Era doloroso.

—Eso no sería justo para ti...— dijo y escondió la cabeza en su hombro. —Odio todo esto, odio que sea tan difícil. Pensaba que si confirmaba que Cyno era mi destinado te dejaría de querer y no ha sido así y duele.

—Sé que duele... todo esto sería más fácil si no nos quisiéramos, pero hay que ser fuertes— dijo el mayor volviendo a abrazarlo. —Nada de esto es justo, pero me sentiría peor si te alejas de mí definitivamente que si tengo que verte con él. ¿Me va a doler? Claro que me va a doler... Pero prefiero mil veces verte feliz, Nari. Quiero que te quedes aquí, no hay más discusión posible. Estemos juntos o no, ésta es tu casa.

Tighnari sabía que debía dejarlo marchar. No podía alargarlo más, no podía o acabaría volviéndose loco. Se separó un poco y alzó la vista para acariciar su mejilla. ¿Qué iban a decirle a los niños? Era otro de los mayores problemas.

—Siempre vas a ser mi primer amor...— susurró y se acercó para dejar un beso en su mejilla. Quería besarlo, pero sabía que no era posible, que ya se dieron el último beso. —Cuida de Kaveh, él te necesita más que yo...

Sin embargo, Alhaitham no pudo reprimirse y se acercó para unir sus labios con los de Tighnari. Fue un beso amargo, dulce a la vez y cargado de sentimientos. Se amaban, pero no podía ser y ese sentimiento era una tortura para ambos. Una lágrima rodó por la mejilla del alfa y se aferró a él con fuerza, sabiendo que cuando lo soltara se acabaría todo por lo que había estado luchando su vida entera. El omega se aferró a él y no quiso cortar el beso a pesar de que tuvo que separarse unos segundos para tomar un poco de aire. No iba a soltarlo, no era capaz. Comenzó a llorar de nuevo y su cuerpo tembló debido a aquellas angustiosas sensaciones. Alhaitham sabía bien que si no se separaban sería peor, así que poco a poco fue rompiendo el beso y se quedó a escasos centímetros de él. Sus narices rozaban y sus agitadas respiraciones se mezclaban.

—Dicen que si amas algo tienes que dejarlo libre...— susurró el alfa. —Ve con él, Nari. Estaremos bien... te lo prometo.

Tighnari no quería pasar el celo con nadie, no le gustaba la sensación de no recordar nada, pero sabía que lo mejor era no hacerlo con Alhaitham. Suspiró y se separó de él.

—No sé si vamos a estar bien, pero al menos estaremos donde tenemos que estar...

Cuando bajaron Kaveh estaba con los gemelos en brazos mientras Aletheia se había abrazado a Cyno, como de costumbre. El omega alzó la vista y les saludó con una sonrisa.

—Pensábamos que no vendríais— dijo Kaveh.

—¿Mamá está bien...?— preguntó el pequeño Dante. —No queremos que se vaya otra vez...

—Mamá no va a irse a ningún lado cielo, estamos bien— dijo el alfa con una sonrisa y dejó un beso en la mejilla de Tighnari. Luego se separó y se acercó a Kaveh para tomar en brazos a Dante y darle también un par de besitos. —¿Queréis que vayamos a jugar arriba? Aún tenéis que comeros las piruletas que el tito Kaveh os ha traído.

Aletheia observaba todo, como siempre, y no pudo evitar reparar en sus padres. Se escondió un poco más en el pecho de Cyno.

—Venga, vamos todos arriba, o si queréis podemos ir al parque— dijo Kaveh y le guiñó un ojo a Alhaitham para indicarle que así podían dejar solos a Cyno y Tighnari. Suponía que habían roto.

Alhaitham enseguida lo entendió y agradeció tener en ese momento a Kaveh con él, de lo contrario probablemente se volvería loco teniendo que estar en la misma casa que su marido y su amante después de prácticamente haberle entregado a sus brazos. Suspiró, aquello no iba a ser fácil.

—La idea del parque me gusta, ¿Vamos a por vuestras cosas? Podéis llevar un juguete que queráis cada uno— dijo Alhaitham y Dante se abrazó a su cuello de forma mimosa. Observó a Cyno con Aletheia y este se puso en pie con la niña en brazos.

—Ve con ellos, nadie se va a meter contigo— le dijo el beta a la pequeña antes de acercarse a Alhaitham para entregársela.

La niña se aferró más a Cyno, no quería ir al parque, se sentía mal aún por sus hermanos, que se habían reído de ella. Alhaitham suspiró y se acercó a ellos. Podía ver la conexión tan especial que tenía Cyno con su hija, incluso si nunca se había metido por medio para quitársela. Era inevitable, lo sabía.

—Mi amor, todo estará bien... Kamran no volverá a decirte nada. Te compraremos un helado de fresa, ¿vale?— dijo el alfa.

—No quiero... Quiero estar con mamá, está mal— dijo la pequeña y miró a Alhaitham con los ojos llorosos.

—Estoy bien, cariño—. Tighnari se acercó a ella y acarició su cabeza, entre sus orejas.

—No, mamá huele raro, está mal...

La pequeña era más sensible a los aromas que sus hermanos, era algo que le había pasado desde que era un bebé y aunque los otros niños también percibían que algo no iba bien, ella era la más observadora.

—Princesa... mamá está bien— dijo Cyno y besó la mejilla de la niña. —Además, yo voy a cuidar de él mientras jugáis en el parque, te lo prometo. No va a volver a marcharse a ningún lado.

—¿Por qué papá no cuida nunca de mamá?— preguntó la niña con las orejitas agachadas.

Tighnari suspiró, era cierto que Cyno era quien había cuidado más de él debido a que Alhaitham trabajaba, y los niños no eran tontos, pero se había quedado totalmente en blanco. Ni siquiera Kaveh sabía que decir en una situación así, simplemente se aferró a la manita de Kamran que miró a su hermana y después a su padre. Alhaitham fue quien tuvo que intervenir, era cosa suya responder a eso dado que la niña tenía mucha razón. Dejó a Dante en brazos de Tighnari y se acercó para tomar a Aletheia, cosa que Cyno permitió sin dudar.

—Papá tiene que trabajar mucho para cuidar de la casa, de la manada... también de vosotros. Cyno y yo somos un equipo, ¿Sabes lo que eso significa?—. Ella negó con la cabeza. —Es igual que cuando le pides a Dante o a Kamran que te ayuden a levantar una cosa que pesa mucho y no puedes sola. A veces mi trabajo me impide estar mucho tiempo en casa, pero cuando no puedo estar yo para cuidar de vosotros o de mamá, Cyno también está. Porque es su trabajo, él cuida de nosotros, también de mí aunque no os deis cuenta.

Tighnari sujetaba a Dante, pero sus brazos flaquearon y lo dejó en el suelo. Aún le costaba y era muy complicado no tener recaídas con aquella situación. No quería oír ni ver nada más, así que se fue sin decir nada a su estudio. La pequeña siguió con la mirada a su madre y después miró a Alhaitham.

—Nunca hacemos nada todos juntos— dijo la pequeña. —Ahora no tienes que trabajar.

—Aletheia...— el mayor suspiró y no supo qué decir en ese momento. Era una situación realmente complicada y mucho más para explicárselo a unos niños tan pequeños. —Hay cosas que entenderás cuando seas más mayor, pero te prometo que pasaremos más tiempo juntos, ¿vale? Los cinco. Tus hermanos, tú, yo y mamá. ¿Eso te gustaría?

—Sí...— dijo ella, pero sin cambiar su expresión. —Mamá no está bien.

Alhaitham agachó las orejas y se tensó un poco. No podía ocultarle la verdad, al menos no toda, pues la niña no era tonta ni mucho menos.

—No, cariño. Mamá no está muy bien— dijo con sinceridad. —Pero esto es algo diferente, es algo que les pasa a los adultos. A papá también le pasa y al Tito Kaveh. Por eso huele raro como dices. Pero no es algo malo, ¿vale? Solo necesita descansar un poco y comer cositas dulces para ponerse mejor. Cuando crezcas te prometo que te explicaré lo que es.

—Ven, te compraré más chuches si quieres— dijo Kaveh para ayudar a Alhaitham. La niña seguía sin fiarse, a sus ojos le estaban intentando alejar de su madre enfermo. Sin embargo no dijo nada, simplemente se abrazó a Alhaitham. —Vamos niños, podemos ir a darle de comer a los patitos del estanque.

Alhaitham suspiró y se abrazó a la niña de forma protectora antes de dejar un besito en su cabello.

—Te quiero mucho mucho... y estoy orgulloso de cómo te preocupas por mamá, lo sabes, ¿no?— dijo de forma tierna y sonrió. —Anda... vamos. Dile adiós a Cyno.

—Adio Cyno— dijo la niña. —Cuida a mamá...

Kaveh agachó un poco las orejas y agarró a los cachorros para ir saliendo por la puerta. Sabía que era duro para ellos y también lo era para los niños. 

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