- ¿O sea que quieres que amenace al tipo que te debe dinero? -preguntó sin expresión en su rostro.
KyungSoo estaba fastidiado, llevaba una hora retrasado y los gigantes que tenía enfrente no lo dejaban ir, ni siquiera dejaban de parlotear.
- Si, tus amenazas son muy...peculiares y definitivamente eso lo espantará, se sentirá presionado y nos pagará -contestó Kris.
- ¿Y él, quién es? -señaló a Yeol.
- Ya te lo habíamos dicho -dijo irritado ChanYeol.
- Yo soy Kris y él es mi socio ChanYeol -repitió.
- ¿Y qué gano con ayudarlos? -siguió con su mismo semblante de seriedad y aburrimiento.
- Dinero, ¿te parece el 10% de la deuda? -negoció Kris.
- No.
- ¿Quieres que consigamos a alguien para que haga todas tus tareas por lo que reste del año? -volvió a intentar.
- No.
- ¿Un esclavo? -siguió Kris.
- No.
- ¿Un juego de cuchillos?
- No.
- ¿Una sierra eléctrica?
KyungSoo se sintió tentado momentáneamente.
- N-no -terminó negando.
- ¿Entonces? -desesperado, Kris revolvió su cabellera y trató de seguir siendo paciente.
- ¿Quieres que alejemos a todos de ti? -propuso Yeol y a KyungSoo le brillaron los ojos.
- Eso sería perfecto -una ilusionada sonrisa apareció en sus labios.
No era como que KyungSoo no pudiera seguir con sus traumantes amenazas pero se hartaba de tener que abrir la boca cada que alguien se le acercaba.
- Entonces, ¿tenemos un trato? -Kris extiendió su mano y KyungSoo dudoso la tomó para estrecharla- mañana en el receso llevarás acabo tu misión soldado -bromeó.
- No, mañana toca Lovecraft, así que lo haremos a primera hora, los veo en el bebedero a lado de la entrada principal -
ChanYeol se cuestionó mentalmente, "¿qué carajos es Lovecraft?" y llegó a la conclusión de que tal vez era alguna práctica de tortura medieval, después recordó que no podía reunirse con ellos a primera hora.
- No puedo, tengo examen.
- Tómalo o déjalo -advirtió el pelinegro- y apresúrate, que estoy muriendo de hambre y ahorita mismo te puedo cortar las orejas para comermelas crudas -sonrió torcidamente y Yeol por mero reflejo agarró sus orejas con ambas manos.
- Esta bien -accedió.
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Tao marcó el número de Kim JongIn en el celular de Kris y puso el altavoz.
- ¡Está marcando!, ¡Está marcando! -exclamó un emocionado ChanYeol.
KyungSoo puso los ojos en blanco y tomó el aparato.
- ¿Diga? -contestaron.
- ¿Kim JongIn? -preguntó KyungSoo.
- Si, ¿quién habla?
- Escúchame bien, JongIn. Es la última oportunidad que te daremos para pagar el dinero que nos debes, no me hagas ir hasta tu...colorido hogar para mostrarte de lo que soy capaz. No agotes mi paciencia, pues no creo que quieras verme rebanado trozo por trozo la piel de tus piernas, para seguir con la de tus brazos y finalizar con broche de oro con la de tu rostro. -por rutina torció su sonrisa y los tres más altos tragaron grueso, KyungSoo si era de temer.
- ¿Es lo mejor que tienes? -escucharon responder a JongIn y la sonrisa se le borró a KyungSoo- en verdad no sé de lo que me hablan y no pienso pagar por algo que no hice, espero tu siguiente amenaza, ojalá sea mejor -y colgó.
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KyungSoo continuó en shock por el resto de día, ni Lovecraft lo animó. ChanYeol y Kris le aseguraron que su trabajo había sido perfecto y que JongIn sólo dijo eso para demostrar que no tenía miedo. KyungSoo no tenía pensado dejarse ganar por un idiota moroso, "Lo voy a amedrentar, claro que si o me dejo de llamar Do KyungSoo" se propuso.
- ¡Dios! Estoy seguro que se cagó del miedo, yo estuve a dos de mearme -dijo Tao.
- Yo igual, estoy seguro que Kim se asustó por la amenaza, sólo que se hizo el valiente -aseguró Yeol.
- Le daremos tres días y sino, intentaremos de nuevo -supiró Kris.
- Bueno me voy, KyungSoo sale en diez minutos y me toca ser su guardaespaldas -se despidió Tao.
Tao caminó hacia el salón del pelinegro, se paro en la puerta y lo visualizo recogiendo sus cosas. Un joven alto y de ojos saltones se acercó a él y Tao corrió a apartarlo de KyungSoo.
- ¡Alejate! -gruño Tao posicionándose entre KyungSoo y el alto.
- Solo quiero invitarlo a salir -contestó- mi nombre es MinHo -sonrió.
KyungSoo lo miró, iba a soltar alguna loca amenaza pero recordó que no había intimidado a JongIn, tal vez había perdido el toque. Decidió callarse y dejarle el trabajo a Tao.
- Él no sale con nadie, así que largo -espetó Tao y MinHo se fue.
- Gracias, socio -murmuró KyungSoo y salió del salón para irse a la biblioteca, tenía que leer y dejar que su imaginación fluyera, tal vez así lo haría mejor.
Tao no lo siguió hasta la biblioteca porque argumentó ser alérgico a los libros, abandonó al bajo, cosa que le importó poco, él seguía decaído y nada lo alegraría, excepto tal vez ver el canal de Pánico.
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Kim JongDae se encontraba frente al espejo tratando de hacerle el nudo a su corbata, después de cinco intentos fallidos se frustró y bajo corriendo las escaleras en busca de su amado primo.
- ¡JongInnie! -canturreo mientras lo buscaba en la cocina.
- ¿Qué pasa JongDae? -preguntó mientras se limpiaba las manos en un trapo de cocina.
- ¿Podrías ayudarme con ésta estúpida corbata? -señaló el pedazo de tela que colgaba por su cuello.
- Si -se acercó a su primo y con hábiles movimientos logro atar la corbata en un elegante nudo- Ya está.
- Gracias primo -justo estaba por salir corriendo cuando JongIn lo detuvo.
- ¿A dónde vas? -cuestionó el moreno.
- Iré a cenar con MinSeok y sus padres -hizo una pausa- yo los invité -sonrió.
- JongDae... -suspiró- yo sé que quieres comprarle y darle regalos a MinSeok pero... no tenemos dinero, sería bueno que no lo malgastaras -sugirió.
- Yo sé lo que hago, primito -dijo fastidiado y salió de la casa dando un portazo.
JongIn volvió a suspirar, aunque él fuera el menor siempre estaba actuando como el mayor y eso muchas veces lo estresaba.
El moreno era hijo único y a la corta edad de 10 años se vio en la necesidad de madurar. Su padre murió de cáncer y su madre trabajaba extenuantes jornadas de ocho horas, los siete días de la semana. No tenía otra salida, trabajar y ayudar a la casa era su opción.
JongIn vivió de todo, vio más de lo que debía, aprendió a valerse por si mismo y a no dejar que los demás se aprovecharan de él, pero eso si, ganándose honestamente el dinero.
Quizás por eso no se sentía amedrentado por las llamadas que últimamente recibía para cobrarle dinero que jamás había pedido prestado, mucho menos se espanto con la "sanguinaria" amenaza se aquella mañana. Él ya lo había visto todo.
...