Buscandote entre las ruinas

By Papanatas_supremo

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Ha pasado un tiempo desde que Gregory logró escapar del Mega Pizzaplex. En sus sueños, cree poder comunicarse... More

Prólogo: Te encontraré
Capítulo 1: Siguiendo tus pasos
Capítulo 3: Puedo arreglarlos
Capítulo 4: Golpe duro

Capítulo 2: Malos recuerdos

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By Papanatas_supremo

Caminó por donde sería la entrada del Monty's Gator Golf, mientras llegaban a sus oídos la música de ambiente del lugar. La verdad, nunca había estado ahí. Parecía ser que era un paseo en vagoneta, ya que en sus pies habían unas vías que pasaban por todo el túnel.

A medida que avanzaba, habían cartones los cuales parecían contar una historia. El primero era de Montgomery Gator, que estaba al lado de una fogata, y atrás de él había un cartel que tenía escrito "Un hombre, un banjo". Tenía en sus manos ese instrumento, su pelo estaba despeinado y sólo tenía unos pantalones marrones.

El segundo escenario era Monty observando con admiración a la banda de los Glamrock, en la que había un conejo azul.

El siguiente plano era el último mencionado entregándole su guitarra al cocodrilo. ¿Qué se suponía que era esto? ¿Una historia para justificar el por qué Bonnie desapareció, y ahora estaba Montgomery Gator en su lugar?

Gregory nunca había visto a ese animatrónico. La vez que visitó la zona de Bonnie Bowl, el animatrónico no estaba ahí. De hecho, cuando entró, Freddy en algún momento lanzó el comentario de lo mucho que lo extrañaba. En ese tiempo, leyó un par de notas que se encontraban por ahí. Recordaba una que contaba que la última vez que Vanessa lo vio, era entrando al Monty's Golf. Algo le había pasado, y estaba seguro que tenía que ver con Monty.

El cuarto cartón era Roxanne Wolf peinando a Monty. Roxy...

Recordó el deplorable estado en el que estaba la animatrónica. Debía admitir que en parte era su culpa, la había destruido a propósito para sacarle sus ojos y agregarselos a Freddy. La primera vez que se la encontró después de hacerle eso, escuchó su llanto. Intentaba justificarse con que había sido defensa propia, además de que lo necesitaba para escapar. Pero eso no lo hacía sentir menos culpable.

¿Por qué era tan complicado no sentir nada por ellos? Eran robots, animatrónicos, máquinas creadas para entretener niños. ¿Por qué eran tan... Humanas? Le había agarrado un gran aprecio a uno de ellos, más que a cualquier humano adulto que hubiera conocido.

Estaba seguro que esas máquinas sentían más que varios humanos.

En el final estaba el Monty actual, o bueno, el que era antes de que lo destruyera también. Sinceramente, era del que menos se arrepentía de destruir. Nunca le había caído bien, estaba seguro de que le había hecho algo a Bonnie. Aun así, seguía sin estar orgulloso de haberlo hecho caer de una gran altura tirandole un balde gigante.

En la salida del paseo, las vías eran lo único que quedaba. Es decir, no había piso debajo. Con equilibrio, avanzó hasta llegar a la plataforma en donde se suponía que la gente se bajaba del carrito. Dio un salto hasta ahí, y pudo ver el desolado lugar.

Aquellos puentes por los que pasaba para disparar a los objetivos, parecía que se iban a caer en cualquier momento. Avanzó por estos, recordando cuando corría por su vida, disparando esos pequeños cañones mientras Monty lo perseguía. Hasta que perdió su cintura para abajo. Y sus garras, aunque creía que eso era lo de menos. Incluso así, estaba empeñado en matarlo, arrastrandose por el piso para atraparlo.

¿Monty estaría por aquí? Tal vez seguía activo, merodeando por ahí. Esperaba no encontrarselo.

Caminaba por los puentes con cuidado, sentía que si corría todo se caería, junto con él. Habían zonas en donde el piso tenía una especie de moho verde, aunque dudaba que fuera moho. Era resbaloso, luchaba con no patinar porque si lo hacía, caería directamente al agua.

Pudo ver una compuerta a lo alto de la pared. ¿Cómo se suponía que llegaría hasta ahí? Miró detenidamente, habían vías que conectaban una plataforma con esa compuerta. Pero no sería tan fácil, ya que no había un carrito.

Dio vueltas por un buen rato, hasta que pudo llegar a la plataforma. Con cuidado, se subió en las vías. No tenía miedo a las alturas ni nada de eso, pero debía admitir que tampoco le alegraba la noche el ver que tenía que caminar por unas delgadas varas de metal, en las que si caía se aseguraba el no volver a subir.

Después de apagar su linterna y asegurarse de que no se le cayera del bolsillo, caminó lentamente sobre las vías, manteniendo lo más que podía el equilibrio. Apenas dio unos cuantos pasos, se resbaló y casi cae al agua, si no hubiera sido porque se agarró de las vías. Colgando de éstas, se dijo a sí mismo que no se volvería a confiar.

Subió con dificultad y gateó hasta la compuerta. No iba a hacerse el equilibrista, no iba a darse el lujo de ser tan imprudente como lo era la mayoría de las veces.

Cuando llegó a la compuerta, se levantó y vio uno de los carritos. Cassie debió de haberse subido ahí para llegar.

Entró por una puerta la cual tenía una señalización de que eran escaleras para subir. Al lado también había un dibujo de un cupcake, quién sabe que significará eso.

Al subir las escaleras, pasó por otra puerta y se encontró con varias máquinas encendidas. Parecía que estaban produciendo comestibles de pasteleria, ya que podía ver cupcakes entrando y saliendo de estas máquinas.

Mientras más avanzaba, más montones de basura se encontraba. No era tan repulsivo como fue en la cocina, pero el olor a podrido seguía llegando a sus fosas nasales.

Todo estaba funcionando, ¿Por qué Cassie activaba estás cosas? No podía haberse quedado la fabricación de productos activada luego de un derrumbe, ella lo había activado. Con esa máscara mágica, además de poder atravesar paredes, podía hackear cualquier cosa. O bueno, esas eran sus conclusiones. Su imaginación de un niño de once años sólo podía imaginarse escenarios totalmente surreales...

Después de explorar todo el lugar, se subió en la cinta por la que se desplazaban los productos y llegaban a las máquinas, sólo que él se puso en el final. La cinta lo llevó hasta un agujero, en el que cayó encima de un montón de comestibles putrefactos.

Bajó de ahí asqueado, saltó una valla y llegó hasta una puerta, la cual atravesó y se encontró con unos cupcakes gigantes, tal vez eran de peluche o algo así. Se tiró sobre una pila de cables la que, por lo menos, amortiguó un poco más su caída de lo que lo hubiera hecho el suelo.

En el centro de la sala, en la pared, había un cupcake realmente grande. ¿Cuál habrá sido la función de esa cosa? Salían chispas de ahí, además de que habían puesto una reja para que nadie se acercara.

Siguió por ese pasillo, hasta que encontró una computadora. Se acercó con curiosidad, eran cámaras pero, ¿Por qué habría un puesto de vigilancia en el centro del lugar?

Revisó las cámaras, no parecía haber nada raro. Antes de continuar, vio que había un botón con un megafono dibujado.

Presionó el botón, y escuchó una voz familiar por los altavoces.

--¡Gregory! ¿Estás ahí?--

Sorprendido, miró para todos lados incrédulo. Hasta que se dio cuenta de que la voz salía de los altavoces. Se sintió un idiota por un momento, y luego se preguntó ¡¿Por qué estaba grabada la voz de su amiga en esa computadora?!

Presionó otra vez pero en otra cámara, y se escuchó la misma frase dicha por ella en el lugar en el que estaba cuya cámara. Se alejó de la computadora, no tenía nada que hacer ahí.

Todo esto era tan raro, cada paso que daba le generaba otra duda. ¿Por qué diablos estaba su voz ahí? ¿Cuál se suponía que era la razón para poner su voz? Aunque ella lo hubiera hecho, ¿Para qué?

Pobre chica, la bombardearía de preguntas apenas la viera. Aunque, ahora que lo pensaba, ¿Siquiera ella quisiera hablar con él?

Esa cosa la engañó, varias veces en realidad. La hizo creer que él la había traicionado, no le bastaba con usar su voz para atraerla hasta aquí, ¡Sino que también tenía que arruinar su amistad con ella! ¿Cómo haría para convencerla de que él no fue? ¿O... Acaso siquiera la encontraría?

No tenía la certeza de que estuviera viva, y menos la certeza de que la encontraría. Nunca estuvo en esa zona subterránea, ni sabía si podría llegar con sólo seguir los pasos de Cassie. ¿Por qué todo tenía que ser tan difícil? ¿No se supone que a su edad, lo que más debería preocuparle, sería si aprobó la evaluación de alguna materia? ¿O que lo descubrieran sus padres jugando videojuegos hasta tarde?

En vez de tener preocupaciones tan insignificantes, tenía que preocuparse diariamente de qué es lo que iba a comer. Y, aun teniendo esta vida tan complicada, ahí estaba. Explorando un lugar abandonado con tal de encontrar a alguien que ni sabía si estaría viva, o si siquiera quisiera verlo. Pero bueno, así es su vida. No servía de nada quejarse.

Dejó sus pensamientos a un lado para concentrarse en su situación. No era momento de venirse para abajo, ella lo necesitaba. Pasara lo que pasara, iba a encontrarla.

Dejando la computadora atrás, vio una pequeña habitación que tenía un agujero, aunque parecía haberle caído un escombro encima. Miró para el otro lado, había una puerta rosa por allí. Seguramente el camino era por el agujero tapado, pero tampoco perdía nada con ver si habría algo.

Abrió la puerta rosa, descubriendo que sólo era un baño. A punto de irse por donde vino, escucho una muy leve música. Parecía la música de un videojuego, como la de un arcade.

Curioseó un poco el baño. Había un cable en el piso, por donde estaban las cabinas para ducharse. Siguió el cable, hasta llegar de donde provenía la música. Como sospechaba, si era una máquina recreativa.

Se acercó hasta ésta. Era un juego de Glamrock Chica. ¿Por qué el arcade estaba prendido? O la verdadera pregunta es ¿A quién le importa? Con todo lo que había visto, generar otra pregunta con una estúpida máquina arcade no venía al caso.

Ya que estaba prendida, ¿Por qué no jugar un rato? Literalmente era como si esa máquina lo hubiera traído hasta ahí. Y como ya había recalcado en algún momento, no creía en las casualidades. Presionó un botón para salir de la pantalla de la gente con el puntaje más alto y empezar el juego.

Tenía que dispararle rebanadas de pizza a... Niños, o lo que se suponía que fueran esas pequeñas figuras de pixeles. Cuando sus proyectiles de pizza llegaban a los niños, explotaban en confeti. ¿Alguien en serio jugó a esto?

Mientras más avanzaba, más complicado se ponía. Más proyectiles y más enemigos que explotar. Le recordaba a cuando jugó a las recreativas en el último cumpleaños de su amiga. Eran juegos absurdos, pero igualmente se divertían. Esperaba poder jugar algo así con ella una vez más.

Llegó hasta el nivel veinte, en el que tenía que dispararle a una esfera multicolor que tiraba pequeñas esferas multicolores. ¿Qué diablos estaba jugando?

Con dificultad, pudo terminar la partida, algo mareado por ver colores cambiando rápidamente por un rato. La pantalla se puso en negro y apareció su puntaje.

Escuchó el sonido de algo caerse. Confundido, miró para abajo y se encontró con una caja conectada con un cable a un pico. Agarró el objeto con curiosidad, hasta que se dio cuenta de que era.

La caja de voz de Chica... ¿En serio te daban como premio por ganar una caja de voz de Glamrock Chica? ¿Les habían sobrado piezas de repuesto o qué? Aunque rápidamente, se dio cuenta de otro detalle. ¿Podría... Arreglar a Chica con esto?

Guardó la caja de voz. No era electromecánico, ni mucho menos experto en robótica, pero si la encontraba desactivada, tal vez no le costaría tanto arreglarla. Podría librarse por el daño que le hizo. Por, además de sacarle su método de comunicación, haberla aplastado brutalmente con una prensa.

Salió de los baños con cautela. Tal vez con el rato que se fue vino algún animatrónico y estaba merodeando por ahí. Pero no fue así, el lugar seguía igual de solitario que antes.

Fue hacia la habitación con el agujero, ya sabiendo que por ahí es por donde tenía que avanzar. Se subió hasta ahí y empujó la piedra, haciendo un fuerte sonido por el choque entre el pedazo de concreto y el piso. Pasó por el otro lado y siguió caminando.

Era una pastelería, ahí es en donde terminaban todos los productos que había visto. Seguían habiendo más estatuas cupcakes por donde pasaba, incluso había uno de oro. O por lo menos, de ese color estaba pintado. ¿De dónde salía tanto fanatismo por los cupcakes?

Aún habían unos cuantos pasteles en las vidrieras. No sabía si era por el hambre, o realmente se veían bien. Incluso durante el tiempo que habían estado ahí, no se veían echados a perder.

Llegó hasta la cinta por la que pasaban las delicias desde la cocina. Entró por ahí como había hecho anteriormente, sólo que esta vez no cayó sobre una montaña de comida podrida.

Salió de la pastelería y recorrió un pasillo con varios pósters de Glamrock Chica en las paredes. ¿Chica estaría por aquí? A Monty no lo había visto en su zona, tal vez ella si estaría en la suya.

Llegó hasta una habitación sin salida, ya que había una reja que no dejaba pasar al otro lado. Aunque no estaba del todo cubierto, arriba había un espacio por el que podía entrar.

Escaló la reja y se metió por arriba, para después caer al piso. Como si nada, siguió caminando por el pasillo.

En algún momento ya no había luces, así que sacó su linterna y la prendió. Desde hace un buen rato que no la usaba, mejor. Así ahorraba la batería.

Al final del pasillo, había una puerta con unas tijeras y un... ¿Mechón de pelo? Al lado de ésta. ¿Era una peluquería o algo así? Abrió la puerta y se encontró con otro pasillo. ¿Cuándo iba a llegar a algún lado?

Por lo menos era un pasillo corto, se encontró con otra puerta a la esquina y la abrió. Bajó por unas escaleras y llegó hasta una puerta doble roja. Atravesó la puerta, en realidad no supo en donde estaba. Sólo había unos estantes con unas cajas y ya está.

Pasó por una puerta más, y podía imaginarse en donde estaba. Antes de avanzar por la puerta roja, dio una vuelta por el lugar. Después de encontrarse un arcade en unas duchas, quizás podría encontrarse con algo más que le pudiera servir.

Habían asientos que eran pequeños coches de carrera, en frente de espejos. Al final sí era una peluquería, ya que también habían tijeras gigantes en las paredes. Tijeras... Tenía un recuerdo sobre eso con Cassie.

También parecía haber maquillaje sobre los escritorios en donde se cortaba el pelo de la gente. Varias herramientas y productos de maquillaje. Suponía que también era un salón de belleza, a Cassie le encantaría venir aquí.

Cuando ya estaba a punto de irse, vio su reflejo en uno de los espejos. El único que no estaba totalmente destruido, pero tenía unas tijeras gigantes clavadas en él.

Se quedó mirando un momento, recordando un momento de hace unos años.

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--¿Gregory? ¿Estás ahí?-- Preguntó una pequeña niña de nueve años, asomandose por un callejón.

--Aquí estoy, Cassie-- Contestó un niño de su misma edad, en el fondo.

La niña sonrió, para empezar a caminar dando saltitos alegremente hacia la voz de su amigo.

--¡Hola, Gregory!-- Saludó al estar cara a cara, sentandose en el suelo.

--Hola Cassie, ¿Cómo te fue?-- Preguntó con una sonrisa.

Siempre, al final de la escuela, la niña venía a su humilde morada (el fondo de un callejón) para contarle sobre su día y compartirle un poco de su almuerzo. Ya era una rutina, desde que se conocieron, hacía eso todos los días.

--¡Genial! Hoy hicimos unas manualidades-- Dijo abriendo su mochila, sacando unos papeles para mostrarle a su amigo --Mira, ¡Este es Freddy!-- Le mostró un muñeco hecho con platos descartables. Era un oso, o eso se suponía que era.

--Te quedó muy bien-- Dijo, aunque unos segundos después hizo una mueca triste --Ojala poder hacer algo como eso...--

El niño nunca había ido a la escuela. Creció en la calle toda su vida, las únicas veces que hacía algo relacionado con la escuela era cuando su amiga se lo mostraba. No se quejaba, pero siempre le había dado curiosidad como sería ser un estudiante.

La niña buscó en su mochila --Me sobraron materiales, ¿Quieres intentar hacer uno?-- Preguntó sacando un par de platos descartables y papeles de colores --Yo te enseño a hacerlos--

Los ojos del pequeño niño brillaron con emoción --¡Me encantaría!--

Estuvieron un rato haciendo esos muñecos, mientras charlaban sobre cualquier cosa. Hasta que lo "inesperado" pasó.

--¿Sabías que están construyendo una especie de centro comercial?-- Dijo la niña sonriente, mientras recortaba cuidadosamente unos papeles con sus tijeras. Sus padres siempre le recordaban tener cuidado con las tijeras, así que eso hacía --¡Cuando sea grande, quiero ir allí!-- Dijo fantasiosa.

--¿Puedo ir contigo?-- Preguntó inocentemente, pegando con pegamento unas tiras de papeles en los platos descartables.

--¡Claro!-- Miró hacia su amigo un momento, descubriendo algo aterrador.

Una araña caminaba por las paredes, cerca de su amigo. No era tan grande, pero era notable.

--¡Aaaaah!-- Gritó aterrada.

--¿Qué pasó?-- Preguntó extrañado por el repentino grito.

--¡Una araña!-- Señaló con su dedo hacia la pared, haciendo que el niño capte su atención hacia esa dirección.

--Sí... Una araña-- Dijo confundido, sin entender que era lo malo. Estaba más que acostumbrado a cualquier tipo de bichos, realmente nunca le asustaron.

--¡Matala, matala!-- Dijo alejandose, totalmente atemorizada por lo que acontecía.

--Cassie, es sólo una araña-- Acercó su mano a la pared, dejando que la araña suba a la palma de su mano --Mira, no hace nada, ¿Ves?-- Acercó la mano hacia el rostro de su amiga.

Aún más asustada, empezó a sacudir su mano que sostenía las tijeras --¡Alejala de mí! ¡Nooo!--

El niño no pudo evitar reir por el pequeño espectáculo que estaba haciendo --¡Vamos, Cassie! ¡No seas dramática!--

La niña movía su mano como defensa con tanta fuerza, que las tijeras se terminaron resbalando de su mano, saliendo disparadas a toda velocidad hacia la dirección de la araña.

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Volvió en sí, saliendo del trance en el que lo había dejado recordar eso. Su mirada se desvió de la tijera clavada en el espejo, y miró su reflejo.

Acercó su mano hacia su mejilla izquierda, agarrando la curita que cubría una supuesta herida. Sacó la curita con cuidado, viendo aquella marca que le había dejado ese día. Era pequeña, muy pequeña. Habría que mirar detalladamente para ver la cicatriz.

Tocó con su mano su propia mejilla. ¿Hace cuánto tiempo que no se despegaba esa curita? Solía cambiarsela cada tanto tiempo, pero últimamente se le olvidaba. Aunque no era un problema, la curita no estaba sucia. Sólo dejó una marca de pegamento rodeando la cicatriz.

Sacudió su cabeza, reorganizando sus pensamientos. Tendría mucho tiempo de ponerse nostálgico cuando encontrara a Cassie. Colocó la curita en su lugar y salió de la peluquería.

Pasó por la puerta roja, encontrandose con el famosísimo Roxy Raceway. Recordaba ese lugar, ya que, por esa zona, había atropellado con un coche de carreras a la loba animatrónica. En donde le había arrebatado completamente la visión, era complicado olvidarse del lugar después de todo eso.

Había otra puerta roja por la que pasar, seguramente siendo la forma de avanzar. El lugar era un poco grande, pero no perdía mucho tiempo si se ponía a explorarlo, ¿No?

Tuvo que trepar algunos escombros que habían por la zona, viendo carteles de Roxy por todas partes. Hasta que llegó al final, en donde parecía que no podía avanzar a otro lado. Sólo habían dos puertas.

Abrió una de ellas, la cual llevaba directamente a la peluquería del principio. No muy contento con eso, decidio abrir la otra puerta. Eran los baños del Roxy Raceway, pero dio un pequeño salto del susto al ver los espejos.

Ahí estaba, la dueña de aquella pastelería, totalmente destruida en el suelo. ¿Por qué estaba ahí? ¿Habrá llegado con sus últimas fuerzas, antes de apagarse?

Le faltaba la mitad de su cara, sólo se veía su endoesqueleto. En su brazo izquierdo lo mismo, y en el derecho directamente era un simple caño con cables, en donde le falta la mitad del brazo. Lo que más sano parecía estar era su pierna izquierda, ya que la derecha también se veía su endoesqueleto.

Tenía ese moco verde raro que había visto en la zona de Montgomery Gator. Lo tenía por todas partes, de hecho... ¡¿Por qué diablos tenía una bolsa de basura dentro de su torso?!

La escena era extrañamente... Melancólica. La robot, completamente sola, tirada como si fuera basura. Como si ya no sirviera, como si su único propósito ya no tuviera sentido ni para ella misma. Totalmente arruinada, y como no, en parte era su culpa. Era tan deprimente.

Verla ahí, tan solitaria, lo hizo recordar algo más.

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La niña de tez morena lloraba desconsoladamente en la esquina de la calle. Se había alejado un poco del callejón en donde estaba con el chico, sólo para poder llorar sin que nadie la viera.

--¿Cassie?-- Se limpió rápidamente las lágrimas y vio de donde venía el llamado --Cassie, ¿Qué haces ahí?--

El pequeño niño del que se acababa de escapar la había encontrado. Había un gran hilo rojo que recorría casi toda su mejilla izquierda, del que ella era culpable.

No pudo seguir conteniendo sus lágrimas --Y-Yo... ¡Lo-Lo siento!-- Sorbió sus mocos con tristeza, enterrando su cabeza entre sus rodillas.

--¿Por qué? ¿Por esto?-- Señaló su mejilla, como si estuviera totalmente ajeno a la situación --No pasa nada, fue un accidente-- Se sentó al lado de la chica, la cual se negaba a sacar su cara de sus piernas.

--De-Debí tener cuidado-- Habló entre sus piernas, con voz quebradiza --¡A-Ahora te lastimé, y-y no vas a querer hablar conmigo nunca más!-- Afirmó con total tristeza, no estando de acuerdo el contrario.

--Bueno, si así fuera, no estaría hablando contigo-- La niña levantó un poco su cabeza --No me lastimaste, ¡Ni siquiera me duele!-- El niño sólo notaba un poco de ardor, pero la sangre que salía de aquella herida parecía señalar algo más grave. Era como cortarse con papel, sólo que esta vez unas tijeras a toda velocidad le habían rozado la cara.

--Pudo ha-haber terminado peor po-por mi tontería-- Tartamudeó pensando en lo que pudo haber terminado.

--Pero no lo hizo, ¿No?-- Ella sacó su cara de entre sus rodillas, mirándolo confundida y un poco enojada.

--¡¿Por qué te lo tomas tan a la ligera?!-- Preguntó con la cara empapada de sus lágrimas --¡Pude haberte sacado un ojo!--

El niño de pelo castaño sabía que eso era verdad --Aunque me hubieses sacado un ojo, hubiera venido hasta aquí a buscarte-- Afirmó con total seguridad.

Se quedó callada ante tal declaración, desviando su mirada hacia el suelo --¿No... Me odias?-- Sorbió una vez más su nariz, con una mirada triste.

--¡Claro que no! ¿Cómo podría odiar a la chica más talentosa recortadora de papeles del mundo?--

La niña rio por la tontería dicha por el chico --¿Recortadora de papeles? ¿Ese término siquiera existe?-- Preguntó secando sus lágrimas con la manga de su suéter.

--No lo sé, miralo en tu dicciomario. O como se llame ese libro que tienes en la mochila--

--Diccionario-- Corrigió sonriendo.

--¿Y qué dije?--

La chica rodó los ojos, riendo un poco. Miró un momento a la nada, sintiendose mejor.

Aunque se volvió a dar cuenta de la sangre que brotaba de aquella cortada que tenía su amigo.

--¿No te molesta tener la mejilla llena de sangre?-- El chico sólo alzó los hombros. La niña suspiró --Déjame limpiarte--

Volvieron al callejón en donde estaban anteriormente. La niña sacó de su mochila una botella de plástico llena de agua, por si le daba sed.

--Ven Gregory, vamos a limpiarte eso--

Sin decir nada, el niño se acercó hasta ella. Tiró un poco de agua en la herida para sacar toda la sangre que salió.

--Parece que ya no sangras-- Dijo ya habiendo corrido toda la sangre con el agua, que cayó en el piso --Y ahora, el toque final--

Sacó de su bolsillo una cajita de curitas. Su madre se la había dado por si se lastimaba, aunque no la había usado en mucho tiempo.

Sacó una de la pequeña caja y abrió la curita, pegandola con cuidado sobre la cortada.

--Ya está, como nuevo-- Dijo orgullosa de sí misma.

--Wow Cassie, ¡Me curaste!-- Dijo como si de magia se tratara --Eres la mejor, Cassie-- Sonrió, hasta que unos brazos lo rodearon --¿Eh?--

La niña abrazó a su amigo, apoyando su cabeza en su hombro --Te quiero, Gregory-- Afirmó, mientras su rostro se enrojecía un poco por la vergüenza de las palabras dichas.

--Yo...-- Gregory se quedó sin palabras.

¿Lo quería? ¿Para qué? ¿El querer no era para referirse a la necesidad de tener algo? ¿O se estaba perdiendo algún significado de la palabra?

Abrazó de vuelta a la niña de cabello castaño --También te quiero, Cassie-- No entendió exactamente a lo que se refería, pero se lo preguntaría después.

Desde ese día, el chico siempre llevaba una curita en su mejilla.

-----------------------------------------------------------------------

Una inconsciente sonrisa apareció en su rostro. Esa fue la primera vez que alguien le dijo "te quiero".

Un tiempo después, entendió que el decirle a alguien que lo quieres no sólo significa que te quiere para que lo ayudes en algo, significa que la persona te tiene cariño o aprecio.

--Yo también te quiero, Cassie-- Repitió en voz alta, recordando ese momento de su infancia. Tal vez estar en ese lugar no sólo tenía que traerle malos recuerdos.

Devolvió su mirada hacia la animatrónica tirada. Sacó de su bolsillo la caja de voz que tenía, y miró de vuelta al robot con determinación. Empezaba su redención... O lo que significara eso.

4374 palabras

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