Tutora

By 2Yeonista

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Nayeon es brillante, hermosa, popular, amable, admirada y temida por todos. Bueno, a nivel académico no podem... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15

Capítulo 3

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By 2Yeonista

—Ya viene halloween. —comento al mirar la fecha en mi celular. La verdad, a ya más de un mes del inicio de clases, ha dejado de pegarme tan duro todo a mi alrededor.

Las chicas parecen no conseguir más cosas con las cuales burlarse de mí e incluso he dejado de escribir por el grupo de chat. Sospecho bastante que tienen otro, pues las he visto en salidas que no han hablado en el que yo estoy.

La gente parece superar que yo sigo aquí, así que simplemente soy una más, un relleno, un extra.

Sinceramente, me molesta mucho más eso. O sea, ¡¿Yo?! ¡¿Im Nayeon?! ¡¿ser ignorada?! Los padres de muchos de aquí trabajan con mi papá. ¡Les diré que despida a todos y a cada uno!

Bueno, creo que esa estrategia ya no sirve. Mi padre ya no me conciente como antes, lo cual me resulta bastante triste y frustrante, solo quiero saber que se le metió en la cabeza de un día a otro para actuar así.

—Sí, ¿Sabías que ayudar en cosas como las decoraciones de festividades te agrega puntos de convivencia? —Jeongyeon cuestiona y volteo bruscamente hacia ella.

—¡¿Por qué no me lo dijiste?!

—Creí que tenías miedo a partirte una uña. —bromea y golpeo su hombro fingiendo molestia, en realidad su tono y rostro me causó gracia—. Yo casi siempre ayudo con eso. Puedes participar en las decoraciones para navidad.

—Al menos son más bonitas que las de Halloween —me encojo de hombros.

Cómo ya se volvió costumbre cada que la lección termina, Jeongyeon quita sus lentes y los deja a un lado. Hoy tiene su cabello rubio suelto, me he dado cuenta que solo se lo recoje los días de laboratorio y educación física.

Ya han sido casi tres semanas desde que Jeongyeon me empezó a dar tutorías después de clase tres o dos veces a la semana. Me he dado cuenta que, sin darme cuenta, solo quiero que las clases terminen para reír con ella por mis pobres habilidades en cosas básicas.

La compañía sincera de Jeongyeon me es reconfortante, creo que es la primera vez que hablo con una mujer de cosas que no sean criticar a los demás o que ropa me queda mejor. Si bien son conversaciones que tampoco me quejaba de tener, es bastante refrescante poder hablar de cosas que harían que Yeri y las demás se rieran de mi.

—¿Tú crees que me inviten a la fiesta de Halloween? —mis pensamientos sobre las chicas me hace recordar eso.

Jeongyeon me mira con confusión.

—¿Qué fiesta?

—Oh... —cierto, obviamente nunca la invitamos. Aunque algo me dice que eso a Jeongyeon verdaderamente no le importa—. Desde tercer año Yeri organiza una fiesta de Halloween en su casa cada año. Ya sabes: disfraces sexys, ponche, seguramente algún chisme de una pareja rota después... —me encojo de hombros.

—Mm... —ella hace una mueca—, ¿Por qué debería importarte? Por como lo cuentas, parece ser la cosa más aburrida y superficial que existe.

Miró mis manos, Jeongyeon tiene razón. Pero, ¿Cómo podrían no invitarme? Sería la primera vez. ¡Siempre estoy en todo!

—Nosotras cinco siempre solíamos ser las anfitrionas. Ya sabes, llegábamos temprano, nos arreglábamos juntas, nos dábamos opiniones de nuestros disfraces y recibíamos a todos. Era divertido... —muevo mis dedos, algo inquieta. Si me duele pensar en que eso ya no sucedería más, siento una molestia en mi pecho y relamo mis labios.

Hay un silencio por unos segundos. Temo haberme visto muy patética y vulnerable frente a Jeongyeon así que solo me enderezo.

Cuando voy a decir algo, Jeongyeon rompe el silencio primero.

—Hagamos algo —voltea su silla hacia mi para mirarme fijamente a los ojos—. Si ese grupito te invita a esa fiesta, puedes ir, como siempre has hecho, supongo; pero si no es el caso, puedes llamarme y pasamos Halloween juntas con nuestra propia fiesta para nada superficial y aburrida, ¿Está bien?

La miro por unos segundos, con los ojos abiertos. No me esperaba para nada esa propuesta, pues sonaba extrañamente tentadora. No dudo que me divertiría mucho con Jeongyeon solo hablando de banalidades como solemos hacer después de cada tutoría.

En mi rostro aparece una sonrisa, siento las verdaderas ganas de animarme por su parte y eso me hace sentir bien, creo que es la primera vez que recibo eso.

Jeongyeon estira su mano hacia mi, como si estuviese ofreciendo un trato de negocios, río por esto y estrecho su pequeña y suave mano. Ambas sonreímos y definitivamente siento que tengo una amiga.

—¡Oh! ¡Nayeon-ah! ¡Ven acá! —la voz y la mano de Sana llamándome me hacen voltear hacia ella y el resto del grupo en sus lugares usuales.

Mentiría si dijera que no me causó cierta felicidad que finalmente ellas me volvieran a notar, pero eso se transformó en un sentimiento agridulce cuando Mina sigue estando en mi lugar y pienso en la probabilidad de que intenten burlarse de mí otra vez.

Sin embargo, llego hasta donde están ellas, las cuatro me miran, Yeri con su sonrisa hipócrita, Momo con indiferencia, Sana con su sonrisa cálida y Mina parece no expresar nada.

—¿No crees que has pasado ya mucho tiempo con tu nueva mejor amiga, Nayeon? —Yeri cuestiona con ironía y burla, sé perfectamente que habla de Jeongyeon—. Nos tienes abandonadas, Nay —hace un puchero, tan falso que casi tengo arcadas—. ¿Vas a venir a la fiesta de Halloween?

Mentiría si dijera que la proposición no me puso contenta. ¿Ya por fin habían soltado el tema de que repetí? Sonrío inconscientemente. ¡Podíamos ir de compras por un nuevo disfraz!

—Claro, ahí estaré. —les sonrío y ellas me sonríen de vuelta. Bueno, al menos Sana y Yeri que son las únicas que me están prestando atención.

Mina me resulta bastante... Rara. Pocas veces habla y siempre parece inexpresiva. Me pregunto que vieron en ella ademas de ser absurdamente linda.

Cuando finalmente me siento en mi lugar, por reflejo miro hacia mi derecha, ahí está Jeongyeon y de repente mi mente aleja todo pensamiento de recuperar mi estatus con un golpe de realidad.

«Parece ser la cosa más aburrida y superficial que existe» las palabras de mi tutora me rebotan. Pues tiene razón.

Veamos, pensemos. Ir de compras por disfraces sexys mientras suponemos y nos reímos de los disfraces que ciertas personas pueden llevar, decirnos a nosotras mismas que parecemos unas perras en el disfraz y luego recibir a gente y gente, emborracharnos, bailar y luego yo soportar verlas a todas meterse con otros chicos mientras inevitablemente soy la solitaria que rechaza a todos los hombres que se le acerquen.

Bueno, sí, es superficial.

—Ellas me invitaron a la fiesta de Halloween.

Jeongyeon, quien revisaba el último problema de física que hice, voltea hacia mi y baja la cabeza para mirarme por encima de los cristales de sus lentes, parece analizar mi rostro antes de ajustar nuevamente sus lentes y seguir mirando detenidamente la hoja.

—No pareces tan feliz como creí. —comenta con indiferencia.

—Sí... No estoy tan feliz como creí —rasco el dorso de mi mano con inquietud—. Estuve pensando y si tienes razón que es muy superficial y aburrido, a pesar de que quiera a toda costa recuperar un poco de mi popularidad.

Jeongyeon asiente. Deja la hoja a un lado y quita sus lentes.

—Resolviste bien el problema. —sonrío algo aliviada de saber que no he vuelto a confundir las fórmulas—. Y, bueno, siempre tengo razón. —bromea y ambas reímos, una risa que logró calmar un poco la tensión en mi.

—¿Cual es tu definición de una "fiesta no superficial y aburrida"? —cuestiono y ella lo piensa un par de segundos.

—Disfraces que si dan miedo, intentar maquillajes de terror, ver películas, tallar una calabaza como si fuésemos adolescentes americanas, comer muchos caramelos... En resumen, no sexualizar Halloween. —se encoge de hombros.

Sonrío un poco. La verdad, suena bastante bien y divertido, admito que no he vivido la experiencia de vestirme para dar miedo o ver películas de terror en halloween desde que entré a la secundaria. Además, ¿Por qué dejar de lado a una amistad sincera por una fiesta tonta solo para vestirse de forma provocativa? Ni siquiera me gustaba cuando me decían «luces como una zorra», aunque fuese con "buena intención".

—Suena bien, ¿Cómo sueles pasar Halloween?

—Aunque no me creas, tengo amigas, no están aquí, ambas se cambiaron de colegio el año pasado. —cuenta tranquilamente.

—¿Aún te ves con ellas? —cuestiono.

Jeongyeon asiente.

—Una es Chaeyoung, solemos vernos seguido para jugar, hablar o solo salir. La otra, Jihyo, a veces juega con nosotras pero usualmente salimos con ella a algún lado.

—¿Este año no pasarás Halloween con ellas? —cuestiono.

—No, creo que no, ambas están algo lejos y ocupadas así que pensaba no hacer nada. —se encogió de hombros.

—Bueno, yo realmente estaba pensando en no ir a la fiesta de Yeri —admito—, así que pensaba en nuestro trato.

Ella sonríe ampliamente.

—Prepárate para una verdadera noche de brujas, Nayeon. —guiña y admito que aquello me causa un escalofrío.

Jeongyeon había ofrecido que yo fuese a su casa, pero yo ofrecí la mía debido a que mis padres se encontraban en Busan y seguramente les molestaría que deje la casa sola, más sabiendo que siguen algo sensibles con mis permisos.

Jeongyeon me dijo que yo no debía preparar nada, que la gracia estaba en que ambas lo preparemos juntas, así que solo he estado sentada en la sala buscando algo que ver en algún servicio de streaming.

—Señorita Nayeon, hay una joven en la puerta. —una de las empleadas me avisa y yo solo le doy una sonrisa.

—Yo iré a recibirla, no se preocupe, señora Kim. —le doy mi mejor sonrisa antes de ir a abrirle a Jeongyeon.

Otra cosa que mis padres habían reclamado mucho era mi actitud hacia los empleados de la casa. Admito que si fui un poco bastante mandona con ellos, pero lo estoy intentando evitar.

Al abrir la puerta principal, Jeongyeon me da una amplia sonrisa. Lleva una ropa casual, una enorme mochila y no lleva puestos sus lentes.

—Buenas tardes. —saluda de forma irónica, yo río, sé bien que Jeongyeon no es una chica de formalidades.

Me muevo a un lado para darle espacio a entrar.

—Bienvenida a mi humilde morada. —comento y ella mira todo a su alrededor antes de mirarme con una ceja alzada.

—¿Humilde?

—Creí que ya me conocías. —ambas reímos y nos adentramos al salón.

Pues es cierto, mi casa no tiene ni una pizca de humildad. Sin contar el elegante portón que da entrada al jardín. El salón es enorme, a veces hasta lo siento vacío así que yo misma he elegido cosas para decorarla.

Tomo la muñeca de Jeongyeon y la guío conmigo para pasar por el comedor y llegar a la cocina.

Jeongyeon coloca su mochila en la isla de la cocina, saca algunas bolsas gigantes de botanas y algunos paquetes de palomitas de microondas.

—¿Buscaste lo que te pedí? —ella cuestiona y me da una mirada complice, mirada que correspondo al asentir y voy hacia el almacén de la cocina.

—Recién cosechada. Me la trajo una de las empleadas. —sonrío ampliamente y cargo como puedo la enorme calabaza.

Uy, pesa más de lo que creí.

Para mí fortuna, Jeongyeon llega a mi rescate y me ayuda a colocar la enorme hortaliza encima de la mesada. Es grande, sí. Pero ya que haremos solo una está perfecta.

Me emociona hacer esto. Sé que mis uñas quedarán amarillentas o sudaré, ¡pero vale la pena!

Wow, hace un par de meses jamás hubiese pensado eso.

O quizá sí, me he dado cuenta que me he callado muchas cosas que me gustaría hacer.

Jeongyeon baja su mochila de la mesada y la deja en uno de los bancos altos, los snacks los aparta hacia una mesada lateral antes de volver a mi.

—Bien, necesitamos velas, un cuchillo, preferiblemente que tenga una sierra, una cuchara grande y un marcador. —indica y busco entre la enorme cocina lo que pide.

—¿Me darás tutorías de cocina también? —bromeo y oigo su risa.

—Me las pedirías si probaras mi comida.

Abro un gabinete; hay platos, abro el otro; hay ollas. ¡¿Cómo no conozco mi propia cocina?!

Jeongyeon parece notar mi desespero de conseguir cosas y suelta una carcajada.

—Nunca cocinas, ¿Verdad?

—¡Para algo le pagamos a gente! —me defiendo con agresividad, pero eso solo le causa más risa a la rubia.

—¿Por qué no llamas a una empleada? —cuestiona y gruño.

¡Mi orgullo no me lo permite! ¡Yo conseguiré todo!

Gabinete tras gabinete, finalmente consigo los cubiertos. Suspiro aliviada hasta que noto que son eso, cubiertos, cucharas tenedores y cuchillos sin sierra. ¡Jesús, que cocina tan complicada!

—Relájate, chica. —la voz de Jeongyeon me hace buscarla, no está en la isla con la calabaza, está a un costado sosteniendo un cucharón y un cuchillo grande en mano.

Puedo notar mi rostro caliente de frustración y vergüenza, ¡¿Cómo pudo conseguirlos antes que yo?! ¡Es mi casa!

Ella se ríe de mi y mi mala cara mientras deja los utensilios encima de la mesada, junto a la calabaza.

—Busca un marcador y una vela. ¿O quieres que vaya yo a tu habitación y los consiga? —burla y yo solo le saco el dedo medio mientras salgo de la cocina, esto parece causarle una enorme gracia pues vuelve a soltar una carcajada.

Tras volver con un marcador negro y dos velas gruesas, Jeongyeon toma el marcador y dibuja alrededor del tallo de la calabaza en forma puntiaguda. Cuando da la vuelva busca una de las caras de la hortaliza y me mira.

—¿Quieres dibujar la cara? —pregunta y yo frunzo el ceño.

—No sé dibujar.

—Es fácil. Haces dos triángulos de ojos y una sonrisa con dientes afilados. —dice y me da el marcador.

Tomo el objeto algo dudosa y busco la posición para lograr dibujar en la calabaza. Hago un triángulo como puedo, algo tembloroso, dejo espacio prudente y hago otro.

Estoy algo avergonzada, pues realmente no sé hacer esto, no se ni siquiera como colocarme de forma cómoda para escribir algo en la hortaliza.

Y la tonta risa retenida de Jeongyeon me hace enderezarme y mirarla mal.

—¡No sé hacer esto! ¡Cállate! —empujo su pecho con molestia pero esto solo hace que suelte su risa retenida.

—Tiene los ojos más pequeños que yo, Nayeon. —y vuelve a reír, haciendo que un sonrojo de vergüenza aparezca en mi rostro.

—¡Hazlo tú, entonces!

Ella me quita el marcador y empieza a dibujar sobre la calabaza, dibuja un par de triángulos más grandes y simetricos que los míos y luego hace la típica sonrisa de dientes afilados.

—¡Tadá! —presume su creación, humillándome en el proceso y frunzo el ceño.

—Te odio.

—Tienes mucho que aprender de tu tutora, Nayeon. —me guiña un ojo y solo pongo los ojos en blanco—. ¿De pequeña sí hacías las tareas de unir los puntos para hacer un dibujo? —bromea y golpeo su hombro.

A diferencia de los demás, las bromas de Jeongyeon como esa no suenan ofensivas, ella busca reír conmigo, no reírse de mi. Creo que esa es una de las razones por las cuales solo le dejo ver mi faceta "enojada" para que se ría más.

—Mucho mejor que tú, seguramente. —esas tareas fueron las únicas en toda mi vida escolar que logré aprobar.

Ella me pasa el cuchillo grande y lo tomo con firmeza.

—Corta aquí arriba —apunta el zigzag que hizo alrededor del tallo.

Luego de varios minutos y algunas gotas de sudor, lo que ahora es la tapa de la calabaza se desprende y Jeongyeon la quita.

—Un corte bastante limpio —me sonríe y finalmente siento que estoy siendo útil—. ¿Sabes dónde hay un tazón? Tenemos que quitarle el relleno.

Luego de pelear un poco más con mi propia cocina, consigo lo que me pide. Ella ahora toma el cucharón y empieza a quitar poco a poco el relleno de la calabaza y lo coloca en el tazón.

—¿Qué podemos hacer con esto? —digo al dejar el tazón con el relleno de la calabaza.

—¿Te gusta el pay de Calabaza? Sé hacerlo.

¿Un pay? Oh, Dios, hace mucho no pruebo uno.

—Ya veo que sí. —me sonríe.

Luego de varios largos minutos quitando los ojos y la boca de la calabaza y terminándola de limpiar por dentro. Jeongyeon enciende las dos velas, una grande y una mediana de altura; y las coloca dentro de nuestra creación.

—Bien, Nayeon, oficialmente hiciste una lámpara de Halloween. —dice, mirando a la mencionada con gran orgullo.

Sonrío. Definitivamente solo hacer esto fue mucho más divertido que solo pasear por una casa alrededor de gente con un vaso de ron en la mano.

Miro la hora, son poco más de las seis, a esta hora estaría en casa de Yeri para probarnos nuestros disfraces.

Pero, realmente, me gusta la decisión que tomé al respecto, me he divertido más en esta hora que en todas las fiestas que he ido.

Jeongyeon me mira y me da esa sonrisa sincera que solo he recibido de ella. Definitivamente no pude tomar una mejor decisión.

—Bien, haremos el pay de calabaza y luego prepararemos las películas. —dice.

Frunzo el ceño, ¿«haremos el pay»? ¿Yo? ¿Cocina?

—Yo no sé hacer ese tal Pay. —aclaro y ella solo me mira con una sonrisa.

—Pues te enseñaré. Vamos Nayeon, no es difícil cocinar. Quizá termines con manos pegajosas pero es divertido.

Joder, si odio algo más que las uñas simplonas son las manos pegajosas.

Luego de hacer el pay (sorprendentemente se ve comestible), Jeongyeon y yo tomamos como podemos la calabaza para llevarla a mi habitación entre las dos con sumo cuidado de no causar un incendio, quizá debimos esperar a ponerla ahí antes de encenderla. Luego de hacer un viaje más de la cocina a mi habitación para buscar las cosas de Jeongyeon, la comida y el pay, ambas entramos a mi habitación.

—No esperaba menos. —Jeongyeon comenta mirando alrededor.

—¿A qué te refieres?

Ella me mira y me sonríe.

—No esperaba menos de una niña mimada.

—Te recuerdo que soy mayor que tú. —sí, eso fue lo que me ofendió, pues tiene toda la razón, mi habitación es digna de una niña mimada.

La cama tipo princesa que incluso estaba en su ricón con un nivel más alto sobre el piso, un cómodo mueble rosa pálido frente a la pantalla plana, mi propio baño privado y un torso de maniquí.

¿Por qué un maniquí? Estoy segura que Jeongyeon también se pregunta la mismo cuando lo mira con el ceño fruncido.

Camino hasta mi fiel compañera maniquí fabricado a mi talla y poso junto a ella.

—¿Dónde crees que pruebo mis outfits antes de usarlos? —respondo ante la duda en Jeongyeon y ella solo niega con diversión.

Amelia (como apodé yo al maniquí), es mi querida modelo donde siempre pruebo mi ropa antes de colocarmela. No tiene ni piernas ni cabeza, pero es como mi mejor amiga.

—¿Te parece que la visitamos para la ocasión? —una sonrisa diabólica aparece en el rostro de Jeongyeon e inmediatamente entro en pánico.

—¡Amelia no quiere estar para la ocasión!

—pfff, ¿Amelia? Bueno, dile a Amelia que es Halloween y hay que estar para la ocasión.

Frunzo el ceño y cubro a Amelia con mi cuerpo.

—Amelia dice que te vistas tu primero.

Ella alza una ceja, pero una sonrisa aparece, deja su mochila en el mueble frente al televisor y saca de ahí varios pedazos de tela.

—Traje mis disfraces de otros años. Deberías probarte alguno —dice y saca una dentadura falsa de vampiro para mostrarmela—. ¿Te gustaría ser una vampiresa?

Mi mente se ilumina de inmediato. Justo mi vestuario de hace dos años había sido de eso. Corro hasta la puerta de mi armario bajo la mirada interrogante de Jeongyeon y busco adentro donde tengo guardados los disfraces.

Luego de conseguir envuelto en plástico el disfraz que buscaba, salí del armario para dejarlo sobre mi cama. Jeongyeon se acerca y lo observa detenidamente.

—Este es mi disfraz de vampiresa. ¿Quieres verlo?

—Depende, ¿Es vampiresa o vampiresa pornográfica? —cuestiona en un tono tan serio que no puedo evitar darle un codazo.

—Hagamos una cosa. —ofrezco, se me ha ocurrido una buena idea—. Pruébate mis disfraces y yo los tuyos, ¿Te parece?

—¿Estás diciendo que modele lencería temática? —su tono de genuino miedo me hace soltar una carcajada.

—No es lencería, idiota. Anda, pruebalos, el baño está ahí.

—Definitivamente es vampiresa pornográfica. —oigo a Jeongyeon quejarse desde el baño y solo ruedo los ojos.

—Deja de quejarte y sal. Yo parezco sacada de «La monja» —comento mirándome al espejo. El disfraz es una enorme túnica con largas mangas abiertas en las muñecas. Realmente parezco una monja.

Volteo a ver a Jeongyeon salir del baño con mi disfraz y no puedo evitar soltar una enorme carcajada al ver lo opuestas que somos.

Mi disfraz es un corset con encaje y escote en V profundo y una falda de cuerina ajustada. Y una larga capa.

—¡Se me va a salir un pecho! —ella tapa el escote con sus manos y yo solo puedo reírme de lo avergonzada que parece. Si rostro está rojo y su postura demuestra lo mucho que le avergüenza el disfraz— ¡¿Cómo pudiste andar en público con esto?!

—Es que no lo luces, Jeongyeon. —niego fingiendo decepción y ella me regala una mala mirada.

—¡Esto es lencería!

—Es un disfraz, Jeongyeon, no lencería. —insisto y ella me sigue dando una mala mirada—. ¡Ya sé!

Vuelvo a ir hacia mi closet, cuidando de no tropezar con la larga túnica de el disfraz. Cuando consigo el traje que buscaba vuelvo a salir y a dárselo a Jeongyeon.

—¿Qué es eso?

—Es un disfraz de gatúbela. Relájate.

Ella me mira con desconfianza antes de tomar la ropa y volver al baño.

—¡¿Gatúbela no usaba un pantalón?!

—No nos podemos apegar al cien al original, Jeongyeon, es imposible. —me defiendo de forma tonta. Pues me resulta muy divertida la forma en la que Jeongyeon se escandaliza al usar mis disfraces.

Ella sale del baño, si tuviese buena postura y aire de superioridad, el disfraz le quedaría incluso mejor que a mí por esos brillantes cabellos rubios y su busto que es un poco más grande que el mío, pero parece intentar lo más que puede mantener abajo la ajustada falda de cuerina.

—Agradezco enormemente no haber sido invitada nunca a esas fiestas. Terminaría como Cady de «Mean girls».

Una enorme sonrisa aparece en mi rostro ante la mención de la película y Jeongyeon me mira con terror.

—¡Tengo un disfraz de conejo como el de Regina!

—¡No más disfraces!

—¿Ya has visto «el conjuro»? —cuestionó navegando por el televisor buscando alguna película de terror para ver. Las luces de la habitación estaban completamente apagadas y lo único que iluminaba, además de las ventanas y el televisor, era la calabaza que pusimos sobre la mesa ratona frente a mi mueble.

—Me dormí a la mitad. —admití. La había visto antes con las chicas, pero mientras ellas se asustaban yo estaba infinitamente aburrida.

—No le sabes. —niega con decepción y pone dicha película—. La vas a ver completa.

Lo siguiente que sé es de la mano de Jeongyeon zarandeandome, lo cual hace que me despierte de golpe.

—¡Dije nada de dormir!

—Lo siento... —murmuro con voz ronca, intentando terminar de despertar. En el televisor pasaban los créditos y Jeongyeon negaba con decepción.

—Son las doce.

—Mm... Sí, ¿Qué tiene? Mañana no hay clases.

—Es primero de noviembre.

—¿Y?

—Es mi cumpleaños.

Estuve a punto de contestar sin ganas de nuevo hasta que sus palabras se vuelven el balde de agua fría que me termina de levantar.

—¡¿Qué?!

A ella parece causarle gracia mi sorpresa.

—Pues, que un día como hoy, hace diecisiete años, nací yo. —explicó con lentitud, como si me costara asimilarlo.

Golpeo su hombro, ¿Cómo se atreve a no decírmelo?

—¡¿Por qué no me lo dijiste, idiota?!

Ella me mira con una ceja alzada.

—No creí que te importara mucho. —se encoge de hombros.

—¡Es tu cumpleaños y estás en mi casa! ¡Claro que me importa! ¡Los cumpleaños son importantes!

Yo siempre he adorado mi cumpleaños, amo la atención, los regalos y que se me permita todo lo que yo desee sin quejas.

Este año, fue algo feo, ni siquiera hice una fiesta, fue hace poco más de un mes así que estaba a flor de piel mi situación con el instituto, por supuesto no tenía ganas de celebrarlo.

¡Pero eso no me quitará mi amor por mi cumpleaños! ¡Todos deben amar su cumpleaños! ¡Los cumpleaños son sagrados!

Rápidamente me levanto del sofá y salgo corriendo de la habitación. El pay está casi entero porque me quedé dormida, ¡En algún lado de la cocina debe haber una vela pequeña!

Luego de varios minutos, finalmente consigo una vela de cumpleaños y el mechero.

Subo corriendo las escaleras y vuelvo a la habitación, Jeongyeon me mira confundida, no se ha movido de dónde estaba.

Muevo la calabaza a un lado para poner el pay en medio y colocar la vela y encenderla. Apago la calabaza para darle protagonismo al pay y escucho la risa de Jeongyeon.

—¿Qué haces?

—Feliz cumpleaños, Jeongyeon. —le doy mi mejor sonrisa, la sonrisa más sincera que he tenido con alguien—. Pide un deseo y apaga la vela.

Ella cierra los ojos unos segundos antes de inclinarse y apagar la vela. Aplaudo para ella y Jeongyeon ríe.

—¿Puedo darte un abrazo?

Ella me mira con confusión.

—¿Por qué pedirías permiso?

Me encojo de hombros y ella solo sonríe y estira sus brazos para recibir mi abrazo, un corto y suave abrazo que termina con ambas sonriendo.

Hoy ha sido una muy buena noche, y debo decir que realmente me divertí muchísimo más con Jeongyeon que con cualquiera de las chicas antes.

Realmente necesitaba una verdadera amiga.

Yo las amo tanto 2yeob de tutora pipipi

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