Sword Onyx [3]

By foxys02

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CONTINUACIÓN DE CROWN ONYX El mal está desatado, y lo que creían que los protegía se debilita cada vez más. ... More

Notita: EL LIBRO DE NARA
Nota de la Autora
EL ULTIMO INICIO
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4, PARTE UNO
CAPÍTULO 4, PARTE DOS
CAPÍTULO 5
MAPAS DE LA ALIANZA
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11, PARTE 2
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17, PARTE 1
CAPITULO 17, PARTE 2
MEMORIAS ROBADAS
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22, PARTE 1
CAPÍTULO 22, PARTE 2
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
Notita
CAPÍTULO 30
CAPITULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
La carta.
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 38

CAPÍTULO 11, PARTE 1

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By foxys02

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REUNIÓN TEÑIDA AL ROJO VIVO

──•── )○( ──•──

Tres días después.

DIANA AYLEEN

Descarto el séptimo vestido del enorme closet con una mueca de desagrado. Deberían de cerrar las tiendas que venden vestidos tan deprimentes. Llego a mi límite cuando tomo otro de color vino y salgo de mi habitación.

—¡John!— Grito mientras bajo a la planta baja de la mansión. —¡Joooohn!

Casi puedo oírlo soltar un suspiro de cansancio. Entro a la sala de estar y lo veo sentado en su sillón, hablando por teléfono.

—No podíamos tener a un niño en la cárcel, así que Cyprian Favre esperara su juicio en libertad—Le habla a la persona. —Soy un ser piadoso.

—John—Lo interrumpo. —¡John, escúchame! ¡John!

Se pasa las manos por cara y termina la llamada con prisa para darme una mirada de fastidio. Me cruzo de brazos, sin importarme sus emociones, porque hasta donde yo sé, trabaja para mí.

—Me prometiste que iríamos a comprar ropa cuando llegáramos a Paris— Aseguro. —Además, no tengo nada para la reunión de hoy y no quiero que la gente piense que estamos en un funeral.

—Diana...

—Diana, nada— Suelto. —Si no me compro ropa a mi gusto, seré tan grosera con la Alfa Suprema que no querrá colaborar contigo.

—Si no colabora, estás muerta.

—Si debo vestirme otra vez como la viuda negra, yo me suicido.

—Estoy ocupado, Andras también—Pone excusas otra vez. — Dime como lo hacemos si no tienes a nadie que te cuide.

Aprieto mis dientes con enojo. Estoy aburrida de estar encerrada en mi propia casa. En mi mente pasan miles de planes de como huir o noquear a John; sin embargo, mis pensamientos son interrumpidos por una voz a mis espaldas.

—Yo la llevo—Anuncia.

Giro mi rostro a la derecha, para observarla. Amina, esa que me habían pintado como el diablo vivo, estaba a mi lado. Ella llegó ayer, y John me explicó vagamente que ya no debía temerle, pero mantenerme lejos era lo apropiado.

Es que esto es un maldito laberinto, hace semanas, todos escupían con desprecio su nombre y ahora, prácticamente tengo a unos centímetros de distancia a la mujer que la Alfa casi mata mientras se transformaba en un monstruo.

Entonces, ¿Cómo diablos debo sentirme?

Pero aunque tenga mis dudas sobre ella, era mi única opción de conocer Paris.

John y Amina tienen una pelea de miradas. El brujo no era de mucha paciencia, y una vez vi como desintegraba a un chico por no servirle su café como le gusta, pero con la híbrida se controla de una forma irreal para mí.

—Ve por tu bolso, Diana. —Accede.

Subo al segundo piso a una velocidad impresionante. Cojo mi bolso, y luego de pensarlo un momento, unas tijeras. No soy tonta, y si esa loca me intenta atacar iré directo esos ojos verdes. Al bajar, John ya no tenía ese rostro preocupado, en cambio, tenía una sonrisa y el rostro de Amina parece sombrío.

—Déjame mostrarte algo, princesa— Me dice. — Ahora, como sabes, Amina trabaja para nosotros, pero no nunca está de más ser precavido.

Le hace una seña, entonces la híbrida alza la mano y toma con delicadeza mi muñeca por un microsegundo, un dolor incomparable me hace soltar quejido. Observo como mi piel está hirviendo de un color rojo.

—Tu dolor es tan solo una pizca de lo que Amina siente y este hechizo solo yo lo puedo deshacer— Asegura.

Salimos al jardín principal, por impulso tomo una gran bocanada de aire fresco y sigo a Amina a su hermoso auto negro. Estaba a punto de abrir la puerta de los asientos traseros cuando ella se adelanta y abre la del copiloto.

—Aquí— Eso sonó como una orden. Alzo una de mis cejas rojas con desconfianza y un poco de soberbia—Te estoy haciendo un favor, no soy tu chofer.

Sonreí.

—Lo siento, me dejé llevar por el hecho de que me abriste la puerta como acostumbra Liam, mi chofer. No me sorprendería que me abrocharas el cinturón de seguridad, también.

—Solo soy amable.

—Yo puedo abrir la puerta sola, no necesito a la capitana amabilidad— Aseguro. Ella cierra la puerta, y da media vuelta para subirse. —Gracias.

Abro la puerta y tomo asiento en el suave asiento. Amina enciende el carro y me pide ponerme el cinturón, esta vez sin su tono tosco. Pero cuando lo intento, la correa simplemente no se mueve, tiro otra vez, con más fuerza, pero no sucede nada, y la sonrisa burlona de la híbrida loca me comienza a estresar.

Suelto el cinturón y la volteo a ver.

—¿No podías comprar un cacharro que funcionara?—Espeto enojada.

Ella suelta risa. Se inclina hacia mí, y yo pego mi espalda al respaldo porque no quería volverme a quemarme. Está tan cerca que puedo sentir el calor del hechizo que provocaba que mis mejillas enrojecieran.

De un solo movimiento, cruza la correa en mi cuerpo hasta escuchar el "Clik". Ella posiciona nuevamente las manos en el volante. Doy gracias que partimos de inmediato porque la ciudad estaba a una hora de la mansión y quería aprovechar mi día de compras.

—¿Será que puedo poner música o a la princesa le molesta?—Cuestiona de repente.

—No me molesta, tienes mi permiso, humilde vasalla— Suelto con una sonrisa de oreja a oreja.

Ella rueda los ojos, pero juraría que soltó una sonrisa. Tecleó el nombre de la canción en la pequeña pantalla: Sparks de Coldplay.

Me avergüenza decir que no la conocía, mi poco conocimiento musical eran las aburridas orquestas clásicas que John escuchaba. Pero pienso que no esto una canción que escuchara una supervillana.

Fruncí el ceño al repentino dolor en mi pecho al escuchar la letra. Trato de ignorarlo, pero aumenta a medida que avanza la canción. Siento que en mi cuerpo el enorme vacío que siempre se instala cuando supongo en una vida fuera de esa mansión.

—¿No hay otra más deprimente?—Le pregunto de mala gana, aguantando las ganas de llorar. —Es irónico que tengas sentimientos cuando eres una psicópata genocida.

—Le presté a una chica mi auto, y esta es la canción que más escuchó—Explica. —Creí que te iba a gustar.

—Pues no, prefiero el silencio.

Al llegar a la ciudad no me limite a seguir a Amina, varias veces hui de ella y volvía para que sostuviera mis bolsas. Ropa, zapatos, muchos, pero muchos vestidos, hasta me hice una manicura por primera vez en mi vida, justo como en las películas. De pronto, mi vida ya no solo se trataba de estar encerrada en esa mansión.

En una de mis escapadas, donde deje a Amina en una tienda de perfumes, me detengo frente a una joyería. Miro encantada un collar de oro, su dije era un pequeño girasol con diamantes incrustados y dos esmeraldas simulando las hojas verdes.

Definitivamente, se pasaba del presupuesto que John me impuso, porque ese pequeño accesorio costaba lo mismo que todo lo que he comprado hasta ahora.

Oigo a alguien carraspear a mis espaldas, sé que es Amina porque la veo por el reflejo del vidrio, así que esbozo mi mejor sonrisa y volteo. Iba a darle una elaborada y falsa explicación cuando a su espalda veo una tienda, la que más emoción me causo.

Una cafetería.

—Ven conmigo—Le ordeno a Amina, quien me sigue sin protestar.

Nos sentamos en una mesa junto a la ventana, y tomé el menú. Lo ojeo con detalle; sin embargo, no tenía imágenes, y había mucho que no conocía. Amina nota mi frustración y decide opinar.

— Siento que te gustaría el pastel de chocolate y fresas con un capuchino.— Lo pienso unos segundos, antes de que pueda decirlo, ella me interrumpe. —Con cacao y no canela, nunca es suficiente chocolate.

—¿Cómo sabes?—Pregunte con una sonrisa incrédula.

Ella solo se encoge de hombros. Llega la mesera y toma la orden. Mis intentos de mirarla más a fondo eran truncados porque en cada uno de ellos me atrapaba observandola.

No recuerdo que me gustara alguien en mi infancia en ese maldito orfanato y el cruel internado, así que no sé cómo se siente eso de las "mariposas en el estómago", pero ahora mismo tengo ganas de vomitar de los nervios, espero que sea una señal de que no me guste esta asesina.

—Te lo preguntaré sin rodeos, Amina—Dije. —¿Por qué querías matarme?

Esa pregunta no la sorprende, es como si estuviera preparada para responderla.

—Había muchas razones, una de ellas es que evitaría que acabaras con todas las tiendas de ropa del país— Declara burla, ruedo los ojos. —Pero eso ya pasó, supéralo.

—¿Así de rápido? Disculpa, pero creo que las personas no cambian tanto sin razón alguna.

— Claro que hay una razón... solo una.

— ¿Cuál?

— Me sería imposible matarte. —Confiesa segura de sí.

Llega nuestro pedido, pero yo no puedo despegar mis ojos de los suyos y su respuesta me resuena en mi mente buscando el mensaje oculto.

—Come.— Ordena.

Fruncí mi sonrisa.

—Sigues insistiendo en que te voy a obedecer—Digo. —Ambas sabemos que la que terminara cediendo serás tú ante mí y tendrás que pedirme permiso hasta para salir al jardín.

Suelta una sonrisa y toma un sorbo de su café, sin echarla azúcar, lo contrario a mí. Pruebo la tarta de chocolate, y mi paladar tiene un placer incomparable, le agradezco a Amina con una sonrisa.

En el momento que pienso que este día era el primero en no sentirme vacía por completo, mis ojos van a una mesa en la parte trasera de la cafetería. Una madre con su hijo adolescente conversan entre risas.

Aprieto la cuchara con fuerza, un dolor de cabeza se apodera de mí y la respiración se vuelve incontrolable. Y por alguna razón recordé la canción que Amina reprodujo en su auto

—Diana— Me llama la hibrida, pero no le presto atención— Diana.

Cubre mis fosas nasales con una servilleta de repente y la miro con el ceño fruncido. Sus ojos verdes brillan de preocupación. Al quitarme la servilleta, veo gotas de sangre en ella.

A veces me pregunto cuándo me arrebataron un pedazo de mi alma que no me di cuenta, porque este vacío en el corazón no lo deseo a nadie, y menos cuando no sabe que es lo que lo provoca.

#

JESSICA FAVRE

—En el sur se encuentra un nido de vampiros que han estado conspirando con las brujas de los dos aquelarres, que Alexa no pudo matar— Suelta Vicente, marcando un círculo en el mapa de Francia. — Están buscando la forma de vengarse de ti, interceptamos unas llamadas, hablan en clave, pero estoy seguro de que planean algo pronto.

Observo la invitación roja en mi escritorio. Me recuesto en respaldar de mi silla, acariciando mi mentón, pensando en la posibilidad de asistir a la dichosa reunión.

—¿Me estás escuchando?—Salta mi beta con enojo. Niego. Suspira y toma asiento. —¿Qué te pasa?

Tomo la invitación y se la lanzo, la lee fugazmente.

—¿Cómo sabes que se trata de la Diana Ayleen de verdad y no del demonio? —Cuestiona con desconfianza.

—Solo sé.

Me da una mirada de escepticismo. Deja la invitación en medio de la mesa. Relame sus labios, notoriamente molesto, tal vez porque había vuelto su archienemiga.

—¿Y planeas ir? ¿Qué pasa con Adara?

—Creo que sería bueno ir, para conocer que planea Eckvan y John—Respondo. Vicente alza su ceja castaña, sin creerme nada. — Adara no tiene por qué saberlo.

—A ver si entendí, cambias un futuro estable con una mujer que se note que te ama, porque alguien que parece incapaz de tomar una decisión.

— Sabes que Diana es el ancla que mantiene el límite funcionando, sería ideal tenerla en la alianza.

—Ay, otro lobo con ese hueso—Dijo con una sonrisa pequeña. —Te conozco de toda la vida, Jessica. Tú lo que quieres es estar cerca de Diana Ayleen y no dejarle el camino libre a Amina. Esa humana se ha vuelto un reto para ambas, parece ser el trofeo.

Me encogí de hombros.

—Buenos, si vas a ir, sugiero que vayas con Cyprian, tener un brujo a tu lado será mejor que mil guardias. —Asegura. —Quién sabe, hasta evitaría que Diana Ayleen vuelva a hacerte un amarre.

—Al entregarme la carta, John especifico que Cyprian no podía ir o pasarían años para que me diera otra oportunidad de verla— Explico.

—¿Y no te parece sospechoso?

—Al contrario, lo entiendo— Confieso. —No quieren que Diana Ayleen recuerde su pasado con nosotros o se negaría a servirle a Eckvan. El niño, como siempre lo he dicho, es lo único que Diana ha amado por completo, sin sus putas deslealtades. ¿Por qué crees que John está haciendo todo lo posible para retrasar el juicio?

—Cyprian es la clave para que recuerde.

—Y donde este Cyprian, es donde estará Diana — Aseguré.

—Por eso lo tienes aquí contigo.

—Solo es una hermosa coincidencia—Sonreí. —Cyprian asegura que Amina está del lado de Eckvan, por lo que la odia más que nunca y como él y Diana son tan parecidos, dudo que se le pase en un buen rato.

Él piensa unos momentos todo lo que hablamos.

—Entonces si Cyprian no puede ir, busquemos otro brujo o bruja. —Insinúa. —Invita a Ginebra.

Me imagino la cara que pondrá Amina cuando tenga enfrente a la bruja que sentencio a sus amiguitas a morir y no poder hacer nada.

—¿O prefieres que Diana te vea sola?— Pregunta.

—Creo que Ginebra es una buena opción.

Suelta un suspiro mientras se endereza su postura en la silla.

—Antes de ser mi Alfa, eres mi mejor amiga, Jessica, es por eso que me siento con el derecho de dar mi opinión— Comienza. — Si tu intensión es vengarte de Amina y jugar con Diana como lo hizo contigo, me parece justo, pero opino que es un arma de doble filo, porque eres inestable cuando se trata de Diana. Te aconsejo que no te ilusiones...

Antes de que pudiera seguir lo callo de una seña. Adara y mi madre entran al estudio sin tocar, y Vicente esconde la invitación en su regazo. Me causa una preocupación tremenda ver lo unidas que son, y eso no es nada bueno para esta situación.

Mamá tiene la intención de crear un club "Anti-Diana", ya que ha puesto en contra a varias lunas y a pesar de que ellas piensan que Diana está muerta, es del único tema que hablan. Es como si supieran que hay una posibilidad de que Diana regrese al castillo y estén preparando la artillería para hacerle la vida imposible.

Cuando hay varias lunas en contra de la unión de una Alfa y su luna, esta relación no se puede concluir sin su bendición, aunque sea yo la Alfa Suprema.

—Hola, amor— Adara me saluda de un beso en la mejilla. —Hola, Vicente.

Él le sonríe.

—Buenos días, hija mía. Vicente querido, buenos días para ti también—Saluda mamá.

—Buenos días, Luna Ravena.

Las miro expectante, porque estoy segura de que quieren pedirme algo. Mamá esboza esa sonrisa tierna que irradia dobles intenciones.

—Adara y yo...

Lo suponía.

—Queremos tu permiso para hacerle una fiesta hoy en la noche a Cyprian y Alexa, ambos han pasado por mucho y necesitan un descanso, todos ustedes lo necesitan. —Continúa. —Cyprian no sale de su habitación y Alexa ya salió de recuperación. Nada grande, solo nosotros y las lunas del norte.

Miro a Vicente unos segundos, pensando en la escusa que les diría.

—También podría ser un bonito momento para proponer algo a alguien—Insinúa mamá, señalándome a Adara con la mirada. La hibrida de torna roja. — Solo es una sugerencia.

Solo es me basta para tomar la decisión de ir a la reunión..

—Lamentablemente, tengo planes con Vicente, pero tiene mi permiso para hacer la fiesta, siempre y cuando sea pequeña— Dije. —Recuerden repartir canastas de regalo a los aliados.

Adara me mira, una mirada de preocupación. Sé que esperaba la razón, pero no es capaz de pedírmela. Para calmar esos ojos claros, llenos de desconfianza.

—Voy a ir al sur para solucionar unos problemas con vampiros rebeldes—Explico. —Quizás vuelva en la madrugada.

Ella se tranquiliza, y relaja sus hombros. De sus labios rosados se expande una sonrisa y se acerca a mí para darme otro beso en la mejilla.

—Te esperaré—Dice.

Me fijo en mi madre, ella no me cree, sabe reconocer a una mentira, después de todo, está casada con mi padre. Su rostro se torna frío, y mis sospechas pasan a ser afirmaciones.

Alguien le contó de Diana Ayleen.

Y mi madre no era de quedarse de brazos cruzados.

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