CAPÍTULO 23

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EN LA BOCA DEl VAMPIRO

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AMINA BELANGER

El portón de oro se abre, apenas mi auto se posiciona frente a él, y subo a todo velocidad por la colina, veo como una hermosa y enorme mansión negra con puertas dorada se asoma.

El jardín delantero está lleno de autos de lujo mal estacionados, y ya hay vampiros haciéndolo al aire libre. Pero sus gemidos escandalosos son opacados por la fuerte música. Dejo el Bugatti aparcado enfrente de las escaleras y me bajo junto a Atlas.

—¿Cuándo fue la última vez que viniste?—Pregunta él.

Subimos las escaleras hacia el elegante porche.

— 1945, un día antes de asesinar al bastardo, ese—Respondí a secas.—¿Y tú?

—La década pasada—Dice.— Estuve a punto de morir aquella vez, mucha infusión de sangres, así que ten cuidado, porque Veronika mejoró la receta.

Asiento, nos detenemos a un paso de la puerta, el mayordomo humano nos saluda de un movimiento de cabeza y se acerca a abrirnos. Solo había una regla: no tocar a su servidumbre y todos lo respetaban, nadie quería ser asesinado por la anfitriona.

Cuando las puertas se abren completamente, la música se apaga, y los ojos oscuros y rostros cubiertos de sangre se giran a verme con una sincronía y velocidad tétrica que solo un vampiro tiene.

Reconozco de un vistazo a la mitad, viejos conocidos que también vinieron a pedirle ayuda a la condesa Veronika, los otros son enemigos de la Alianza y aquellos que usan mascaras para ocultar su identidad son parte de ella.

Pero sin duda, todos ellos saben quién soy.

—¡Señoritas y caballeros!—Gritan.—¡Amina Belanger ha vuelto!

En mi rostro se instala una sonrisa de diversión al escuchar la ovación escandalosa que recibo. Trato de avanzar entre la multitud con dificultad, mientras saludo a la gran mayoría que me extiende la mano.

—¡Amina!—Chillan a medio camino.

Dos vampiras, una rubia y la otra pelinegra, completamente desnudas y cubiertas de sangre, se me acercan rodeando el cuello y el brazo derecho, sé cuáles son sus intenciones porque las conozco muy bien y solo dejo que me den un beso en la mejilla.

—¡Atlas!—Grita la pelinegra y se lanza a los brazos de mi hermano, que este sí le recibe el intenso y profundo beso.

La música vuelve a encenderse, y las luces bajan su brillo para darle protagonismo a los candelabros de velas rojas que llenan la gigante sala. Un camarero se me acerca, y me extiende una bandeja de oro con shot de la infusión.

Le hago una señal con mi mano para que espere, bebo dos de esos, el líquido rojo y liviano pasa por mi garganta en cosa de segundos, la piel se me eriza y rápidamente mi cuerpo comienza a calentarse. En efecto, era una nueva receta. Saco otro dos y dejo que el mesero se siga.

—Son realmente fuertes, Belanger—Escucho a mis espaldas. —A menos que no quieres perder la conciencia y amanecer sin una extremidad, te aconsejo beberlo lento.

Me giro, lo primero que distingo es la enorme cicatriz que atraviesa el lugar donde antes estaba su ojo derecho y el cabello rubio claro, casi plateado. Y solo un nombre me viene a la mente con eso.

—Davor Arcenis— Lo saludo, con una pizca de burla que hice el mayor esfuerzo de ocultar —Gracias por el consejo.

Le extiendo uno de los shot a él, el hombre lo analiza con una ceja alzada, casi como si lo hubiera ofendido de la peor manera.

Sword Onyx [3]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora