𝑵𝒂𝒓𝒓𝒂 𝑳𝒊𝒂
Estaba plácidamente durmiendo en mi cuarto junto a las demás chicas, hasta que siento que entra alguien.
Ese alguien despierta a Vicky y Julia, para después, despertarme a mi.
Elsa: Lia, bonita, despierta. Por favor.
Julia: ¿Qué pasa?
Debíamos hablar susurrando pues Elsa no quería despertar a Amaia a parte, de que ya era tarde.
Elsa: Venga, daos prisa que necesito que me ayudeis.
Amaia se despertó confundida.
Amaia: ¿Qué pasa?
Elsa: No pasa nada, Amaia, anda duérmete, eh. Vamos -nos dijo-
Cuando salimos, Vicky cerró la puerta y mientras nos dirigimos a no sé dónde, Elsa nos iba hablando.
Elsa: Ya sabéis que Lucía está convaleciente y no puede hacer nada. Pero vosotras, como ya tenéis la enfermedad, no os podéis contagiar.
Vicky: Bueno, pero ¿qué ha pasado?
Llegamos a un puto del pasillo en el que estaba Jacinta.
Elsa: No sabemos como ha podido pasar, porque hemos tomado todas las medidas necesarias.
Una vez en la puerta, Jacinta nos dió unas llaves.
Jacinta: Toma. Id vosotras delante, nosotras estaremos pendientes.
Esta me dió a mi las llaves.
Lia: Vale.
Abrí la puerta, al entrar no podía creer lo que estaba viendo. Una habitación llena de niñas contagiadas.
Julia: Bueno, venga, vamos a coged todas las cosas y...
Lia: Nos vamos de excursión.
Niña: ¿A dónde los niños malitos?
Vicky: Venga, en marcha. Vamos.
Ayudamos a todas las niñas a bajar de sus camas y las llevábamos arriba, junto a los demás infectados.
Una vez ahí, Vicky, Julia y yo entramos a la sala.
Fermín era el que estaba a cargo por así decir, así que fuimos directamente a hablar con él.
Lia: Fermín -dije susurrando-
Este se despertó asustado.
Lia: Perdona.
Fermín: Pero ¿qué haces aquí?
Lia: Es que hay más niños infectados.
Me acerqué junto a Fermín hacia los niños y donde estaban Vicky y Julia.
Lia; Chicos, ¿os acordáis de Fermín, el cocinero?
Fermín: Bueno. Vale, muchas gracias, ya me ocupo yo.
Julia: Vale.
Fermín: Cerrad bien la puerta por fuera.
Julia: Adiós, chicos.
Las chicas salieron pero yo me quedé unos segundos más junto a Fermín.
Él era una figura paterna para mi desde que estoy en este internado.
Fermín: Deberías irte con ellas.
Me dijo con una gran sonrisa en su cara, a la cuál, yo le devolví igual.
Me acerqué hacía él y le di un fuerte abrazo, echaba de menos ese sentimiento.
Fermín aceptó el abrazo de inmediato, después de unos segundos, ya me encontraba fuera de la habitación.
[...]
Era la hora del desayuno, yo estaba llenando mi plato de comida hasta que apareció María.
María: Lia... Que, como pronto se acerca el cumpleaños de Iván, he pensado que podríamos prepararle alguna sorpresa o algo.
Lia: Las cosas no van muy bien entre nosotros, María.
Sin embargo, a María también la veo como una figura materna. Siempre ha estado conmigo durante estos dos cursos que ha estado aquí.
María: ¿Por qué?
Lia: Deberías preguntárselo a él, aun que me gustaría hacer algo. Cuenta conmigo.
Le di una sonrisa falsa a María, se notaba bastante que no era de verdad pero tenía que hacer algo.
Después de todo, él ha sido mi mejor amigo desde siempre. Ha estado en mis momentos más duros, especialmente desde que Caye me dejó.
En unos segundos ya me encontraba sentada, me senté junto a Iván.
Vicky: Pues yo no me fío.
Marcos: Yo solo digo que si ese tío dice la verdad, mi tío está sepultado ahí abajo.
Iván: Pero no hay forma de comprobarlo, y el notas lo sabe. También nos podía haber dicho que ahí abajo estaban Hitler o Michael Jackson y quedarse tan pancho.
Roque: Iván tiene razón. Héctor murió, Marcos. Tú mismo le viste caer por las escaleras.
Marcos: También me hicieron creer que mis padres habían muerto, Roque.
Lia: Pensadlo un segundo. ¿Para qué se iba a invitar ese tío todas esas cosas?
Iván: Para hacednos el lío. ¿A ti quién te dice que ese tío no es de los malos?
Julia; Bueno, sea lo que sea, no podemos dejarle ahí tirado.
Vicky: Pues yo creo que deberíamos decírselo a Elsa. Y que los mayores hagan con él lo que quieran.
Lia; Vicky tiene razón, si se lo contamos, todo sería más fácil.
Marcos: Chicas, ni de coña. El tío nos dijo que si le contábamos a alguien que estaba vivo podrían matarle.
Iván: Ya. Nosotros como somos los pipiolos, nos lo creemos todo. Las chicas tienen razón. Que le interrogue Alicia, que le cure Lucía y los cuentos chinos que se los cuente a Paulita.
Julia; ¡Que si lo subimos aquí arriba se lo pueden cargar, Iván!
Lia; Aquí arriba hay un saboteador. Pero si se lo contamos a los mayores, sabrán que hacer y todo será más fácil.
[...]
Estábamos en el despacho de Elsa tomándonos las medicinas pues claro, si nos veía alguien, se liaría la de dios.
Una vez nos la habíamos terminado, se las fuimos dando a Elsa.
Julia: ¿Qué tal está Lucía?
Elsa: Está mejor.
Iván: ¿Cuántas capsulitas de estas quedan? Para hacernos una idea de cuándo nos vamos a morir y eso.
Elsa: Quedan pocas, Iván. Para tres o cuatro días... como mucho.
Lia; Van a ir quedando menos cada vez y más si hay muchos más infectados, si brota como anoche... ¿Qué pasará?
Iván: No pienso volver a clase. Me voy a abajo a excavar. -dijo yendo hacia Elsa-
Lia: Yo aún no he bajado y me gustaría hacerlo. -dije dando un paso al frente-
Elsa: No, vosotros no vais a bajar.
Roque: ¿Por qué no?
Elsa: Porque no. Porque sigue habiendo sabotajes. Porque hasta que no encontremos al culpable no vais a bajar. Es muy peligroso
Iván: Mira que maja ella, que prefiere que muramos lentamente por la enfermedad a que palmemos por un accidente.
Elsa: Iván, esto no es ninguna broma. Anoche alguien intentó matar a Hugo.
Iván: ¡Que no nos puedes pedir que nos quedemos aquí de brazos cruzados, Elsa, mientras que la enfermedad acaba con nosotros! No puedes.
Marcos: Iván tiene razón, Elsa. Vamos a bajar... con tu permiso o sin él.
Elsa: Tened muchísimo cuidado. Y sobre todo, no os quedéis nunca solos, ¿entendido?
Lia: ¿Puedo bajar yo? Aún no lo he hecho y me gustaría ayudar.
Elsa: No, tú eres demasiado pequeña.
Lia: Pero si solo me sacan un año -dije riendo nerviosa-
Elsa: Solo tienes quince años, Lia. Te dejaré bajar, pero ten mucho cuidado.
[...]
Vicky, Julia y yo fuimos a la valle de nuevo. Queríamos saber información de fuera.
Vicky: Esto no está bien...
Lia: ¿Qué pasa? -dije confundida-
Julia: Le hemos cogido este colgante a Amelia, se ve que es de mucho valor. Necesitamos llamar a vuestros padres, Lia.
Lia: ¿Qué? -dije inmóvil- La verdad es que no esta bien pero... son nuestros padres. Yo también he traído algo de valor...
Nos acercamos un poco a la valla y pues, como no, el soldado se puso a la defensiva.
Soldado: ¡No os acerquéis! -dijo apuntandonos-
Julia: Traemos algo valioso.
Vicky le enseñó el colgante aun que desde donde estábamos, no creo que se viera bien.
Soldado: No lo veo bien, tíramelo.
Cuando nos íbamos a acercar más, apareció alguien...
Xxx: ¿Se puede saber qué está pasando aquí?
Soldado: Querían escapar y las he parado, mi teniente.
Lia: Eso no es verdad. Nos pidió que trajeramos algo de valor para tener información de fuera.
Garrido: ¿Por eso le habéis robado eso a Amelia?
Vicky: Yo solo quería saber si mi padre está bien. Le acaban de operar y necesito saber cómo está.
Lia; Yo también quería saber sobre mis padres, llevo meses sin hablar con ellos. No hemos tenido una buena relación desde lo de mi hermano.
Garrido: Permiso.
Vicky le dió el colgante al teniente Garrido.
Este se acercó a la valla.
Garrido: Soldado, ¿sabes usted lo que está haciendo? Aceptar sobornos. Saltarse el protocolo de seguridad. ¿Quiere usted enfrentarse a un juicio militar?
Soldado: No, señor.
Garrido: Soldado, va a ponerse en contacto con las familias de estas dos chicas, y lo va a hacer gratis. ¿Está claro? Otra cosa más. Intente ponerse en contacto con mi mujer. Ha salido de cuentas. Averigüe si ha dado a luz.
El soldado se limitó a seguir las órdenes de su superior y se fue.
Garrido: Vámonos.
Nos dimos la vuelta para ir en dirección al internado y volver.
Garrido: Que quede claro. Esto que quede entre nosotros.
[...]
Estábamos todos en nuestra habitación, Iván fue el último en entrar a esta.
Marcos: Mi tío no murió aquel día como nos hicieron creer. Tenía la misma enfermedad que nosotros pero lo curaron con la misma máquina que intentaron curar a Eva.
Vicky le pidió los papeles que este traía en la mano y se los pasó. Entre las dos vimos lo que contenían.
Lia; ¿O sea que a lo mejor Héctor está vivo?
Marcos: Lucía dice que es imposible que sobreviviera a la explosión.
Vicky: Desde luego, si estaba detrás de las piedras esas donde nos dijo el hombre de abajo, está muerto fijo.
Marcos: De todas formas, lo que esto demuestra es que este tío no nos mintió. Sabe cosas.
Vicky: ¿Se lo has contado a Heidi? Porque se supone que era un secreto.
Marcos: ¿Amaia, quieres decir? Sí.
Lia: La verdad, a veces no te entiendo, Marcos. Dices que no se lo contemos a nadie y tú vas, y se lo cuentas a Amaia.
Marcos: Que es tu prima, Lia, tu prima.
Lia: Para mi no es ninguna prima. -dije mirando a Amaia de arriba a abajo-
Vicky: Muy bien.
Julia: Lo que está claro es que ese tipo sabe cosas -dijo dejando los papeles en el escritorio- A lo mejor es verdad que sabe quién mató a Carolina.
Marcos: Chicos, tenemos que bajar cuanto antes.
Iván: Pues a qué estamos esperando.
[...]
Estábamos en la habitación donde el hombre misterioso se encontraba.
Marcos se puso a su nivel de altura para poder comunicarse mejor con este.
Marcos: ¿Quién mató a Carolina? Muy bien. O nos lo dices ahora mismo, o le contamos a todo el mundo que estáis aquí. A ver si es verdad que tienes tanto miedo.
Roque: Pero si no tiene ni idea. Os está tomando el pelo. Venga, vámonos.
Lia: ¡Roque, cállate!
Marcos: ¿Quién mató a Carolina?
Hombre: Uno de vosotros.
Vicky: ¿Esperas que nos creemos eso?
Iván: Eso es mentira. Ninguno de nosotros mataría a Carol.
Hombre: Uno de vosotros la mató, la arrastró al bosque y la enterró.
Lia: ¿Cómo sabes todo eso?
Me estaba empezando a asustar, realmente lo sabía.
Iván: ¿Quién de nosotros fue? ¿Quién? ¡Demuéstralo!
Hombre: Mañana. Mañana os daré la prueba que necesitáis. Y entonces me creeréis.