Alfa Jeon | Libro #1

By AnCe1999

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Selene Williams solo quiere seguir oculta de su padre guardando con recelo a su loba, Luna. Pero todo se comp... More

🌜 Antes de leer🌛
Reparto
🌕
Prólogo
I PARTE
01 | Selene
02 | JungKook
04 | Selene
05 | JungKook
06 | Selene
07 | JungKook
08 | Selene
09 | JungKook

03

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By AnCe1999

Los Angeles, Estados Unidos.

En la cama yacía un hombre que rondaba entre sus cuarenta y tantos años pero, por el estado en que se encontraba, parecía un anciano. Estaba pálido, su cabello estaba lleno de canas y su barba, blanca como la nieve, ya no le daba ese toque maduro que atraía a las mujeres de su manada y el de otras. Recostado con una vía conectada a su mano derecha, se aferraba a la vida con un respirador. Cualquier medicamento no parecía aliviar sus fuertes dolores de cabeza ni los malestares por las que sufría desde los últimos dos años.

− Edward...

El nombre de su beta era lo único que pronunciaba. Por muy débil que se encontrara, no dejaba de llamar constantemente a quien consideraba su mejor y único amigo.

Su hijo y alfa de América, Andrew Floyd, tomaba de su mano izquierda, dando leves caricias en muestra de apoyo y afecto.

− No te esfuerces mucho, padre. El tío Williams estará aquí pronto...

«Edward...»

Unos pasos se escucharon en el silencio de la noche, el sonido que provocaban los zapatos del mencionado remarcan el aura del hombre que con pasos decididos daba hasta la habitación del rey alfa. Las puertas se abrieron mostrando la figura de un hombre musculoso, el traje que vestía escondía su anatomía humana. Un hombre rubio y de ojos azules profundos, rasgos distintivos en su familia, la barba de días le daba un toque de madurez y sensualidad, sus cejas estaban fruncidas por la situación.

− Mi rey... Me mandó a llamar y aquí estoy, bajo sus servicios...

− Dejadnos a solas...

Todos en la sala vaciaron la habitación después de la orden de la máxima autoridad en el mundo de los hombres lobos. Andrew se retiró después de besar la mano de su padre y susurrar un «Estarás bien».

− Mi rey...

− Milena... mi amada luna... ¿la encontraste?

La sola mención de la omega le hizo tensar. El odio y repudio que sentía por la mujer era tan grande, más que su lealtad al rey alfa.

Hace menos de tres años, Milena había huido de la manada trás descubrir los delitos del beta, Edward Williams. En parte, agradecía la desaparición de la omega, su esposa y madre de sus hijos, pero más importante aún, la mate del rey alfa. Eso le había ayudado a deteriorar más la salud del hombre en la cama. Sin embargo, recordar la razón por la que había marcado a la omega era un trago amargo para el beta.

Todo por orden del rey alfa.

Steven Floyd había solicitado el sacrificio de su beta, al verse en la decisión de convertir en luna a una alfa seleccionada por sus padres.

Milena Wyatt era la mujer seleccionada por la luna para Steven, pero él se vió en la penosa desición de marcar a la alfa Sheyla Reyna, con quién tuvo a su único hijo, Andrew, y le pidió a su amigo casarse con Milena para que ninguno de los dos se convirtieran en salvajes. A cambio, le prometió al beta convertir en luna de América a una hija o nieta, sea cual sea la opción.

Esa era la más grande cruz que llevaba su alteza real: el rechazo de su mate y el sacrificio de su amigo.

En cambio, para el beta, solo se trataba de negocios y un trato a puertas cerradas. Edward Williams solo le importaba el poder después de la perdida de su mate, y sabía que solo lo obtendría si una de sus hijas tomaba el lugar de luna de América. Selene era la mejor opción, su carácter mostraba ser un alfa o gamma, por ello la envío a entrenamiento cuando cumplió los catorce años, la entrenó personalmente y forjó el carácter necesario en la futura luna; sin embargo, no siempre salía cómo se planeaba. La última prueba de la academia era la transformación, cosa que ella no cumplió. La devolvió a casa con Milena, mientras se enfocaba en sus otros dos hijos, Leonard y Serafina. A su regreso, la muchacha que formó en la academia era completamente diferente a la encontró. Milena derrumbó a la niña que forjó para ser luna y la volvió una mujer débil y sin loba.

Su odio por esa mujer aumentó tanto que lo terminó descargando con su propia hija. Y ese odio solo empeoró cuando Andrew Floyd nombró como luna de América a su mate. Él planeó el atentado contra la luna de América, pero fracasó por la intromisión de Selene. Ayudó a inculparla con el fin de que Andrew ordenará su muerte, lo que llevaría a la tumba su delito, pero al final solo la expulsaron de la manada, por lo cual, él tuvo que tomar la decisión de deshacerse de ella con sus propias manos.

Él asumió que todo había acabado ahí, pero no. Su hijo mayor y alfa de Europa, Leonard, descubrió su participación en el comportamiento del alfa Jeon Junghyun durante el torneo de selección del alfa de Asia, y le ofreció asilo si confesaba su delito al rey alfa. En cambio, Edward le inyectó acónito lila en una proporción alta para silenciarlo.

Sin querer terminó matando a sus dos hijos mayores y Milena había escuchado su confesión y era testigo de ese día en que se enfrentó con Leonard, lo que la motivó a huir y esconderse del beta. Y, desde entonces, tanto el beta como otros alfas conocedores de lo que hacía buscaban incansablemente a la omega con el fin de silenciarla.

A todo eso el rey alfa era desconocedor. Pero eso se terminaría hoy.

Él mataría al rey alfa.

− No te tienes que preocupar por esa perra − dijo con desprecio. El rey hizo una mueca y cuando iba a preguntar, el beta se acercó retirando la mascarilla del respirador − Ella morirá pronto... Igual que tú...

El rey comenzó a sufrir por la falta de oxígeno, su pecho subía y bajaba erraticamente.

«Edward... ¿De qué hablas?»

− ¿Sabes lo que es esto? − preguntó mostrando una inyección con un líquido amarillo − Yo le llamó acónito de primera fase, por su lenta velocidad de acción − camino hasta el suero y lo vacío observando como se mezclaba con el suero − Es lo que has estado recibiendo diariamente en bajas cantidades, pero hoy es la excepción − río bajo − Ésto es un veneno que con la cantidad exacta no mata, pero si se aplica más... − chasqueo la lengua y volvió a reír bajo cuando vió la cara de su alteza − No hace falta decirlo, ¿no?

«¿Por qué?»

− Eso deberías saberlo... Me obligaste a esperar a mi mate y la mataste enviándola a la guerra con Canadá − gruñó − Sabías de Roselyn...

Roselyn Risso era gamma y amiga íntima de ambos hombres. En su juventud, Edward descubrió que ella era su mate. Sin embargo, ella aún no cumplía la edad suficiente para que él pudiera tomarla como suya. Y cuando la tuvo, partió a la guerra que tenían con la manada de Canadá, donde murió después de un mes lidiando en la frontera.

«¡Yo no lo sabía! Aún así no es justificación para lo que estás haciendo... tú...»

Señaló al rubio con su dedo tembloroso, estaba perdiendo la batalla contra el acónito y su pecho comenzó a doler al igual que su cabeza. Quiso aullar pero el veneno lo había paralizado, incluso el mindlink lo había perdido, solo podía escuchar mientras su lobo, ya moribundo, luchaba contra el acónito que corría por su sistema.

− ¿Duele? − preguntó con arrogancia − Ahora sabes cómo se siente el dolor − instó con una sonrisa − Selene era inocente. Yo atente contra la luna Evans y luego la mate cuando le dieron la expulsión de la manada... Yo intervine en el torneo del alfa de Asia, altere la bebida del alfa Jeon Junghyun, volviéndolo un salvaje. Además,... inyecte a mi hijo con acónito cuando se enteró de eso, por ello Jeon lo mató... Soy el responsable del aumento del número de salvajes a nivel mundial − confesó haciendo una pausa en cada frase − Mis delitos son la razón por la que tu perra huyó, pero no te preocupes, te la enviaré pronto... ¡Ah! Se me olvidaba decirte lo último − murmuró para después acercarse a su oído.

Solo él y Milena sabían lo que le confesaria a continuación. Si hubiera sido por él, no hablaría de aquello con nadie, porque representaba su más grande humillación, pero al ver a su alfa tan débil, confesó el único secreto que le atormentaba. La última confesión lo dijo tan despacio que nadie podría escuchar más que el moribundo.

Steven comenzó a babear debido a las convulsiones que presentaba por la cólera y por el veneno. Edward observó sus ojos que expresaban dolor y odio al mismo tiempo. Pasaron unos minutos mientras el suero terminaba de entrar por el sistema del rey alfa y el beta empezó a gritar por ayuda.

La puerta se abrió y entraron los doctores seguidos por el alfa de América junto a su luna.

− ¡¿Qué pasó?! − chilló el pelinegro con la mirada en su padre quien no dejaba de convulsionar − Tío Edward...

− ¡No te atrevas a llorar! − exclamó cuando vió indicios de eso en los ojos del muchacho − Debes estar fuerte para la manada...

Asintió con un movimiento de cabeza tragando grueso el nudo en su garganta.

» ¡Tú...! − señaló a la luna − Prepara todo para dar la noticia...

− Pero aún...

¡Biiiiiiiiiiiiiiiiiiip!

Y se confirmo.

El rey alfa había muerto.

Brooke abrazo a su pareja, no sabía si era por el dolor de perdida o el miedo que le generaba la mirada del beta. Andrew se acercó a la cama después de separarse de su mujer y se arrodilló frente al cuerpo de su padre, no se permitía llorar y su único consuelo era la compañía de su luna y el reconfortante apretón en el hombro que recibió del beta y amigo de su padre.

Williams se retiró de la habitación con destino al despacho del difunto rey.

Sus pensamientos volvieron al día en que descubrió su vínculo con Roselyn, su cabello pelirrojo que caía con ondas sobre sus hombros, sus pecas esparcidas por sus mejillas, nariz y pecho, sus labios rosados y carnosos, sus ojos verdes con motas ámbar cuando los iluminaban el sol, presentaba una contextura delgada pero era fuerte, y sobre todo, mantenía un brillo de alegría que lo acompañaba con su constante optimismo.

Volvió a sentir la punzada en su pecho, muchos creían que bastaba con marcar a otra persona, pero no. El lazo era irrompible, solo dejaba de doler cuando estabas con tu mate, de primera o de segunda oportunidad, pero eso era difícil. Además, por sus errores estaba convencido de que la luna no le daría otra oportunidad.

Observó la habitación a detalle, la decoración masculina en blanco, negro y gris, estaba silenciosa y se notaba la ausencia de vida dentro del espacio.

Centro su atención a lo que haría a continuación. A partir de ahí, él sería el responsable de llevar a cabo el torneo de selección para el próximo rey alfa. Y tenía al candidato perfecto para ocupar dicho puesto.

Un móvil corto el silencio de la habitación y lo tomó sabiendo quién llamaba.

− Esta hecho − afirmó contemplando el silencio al otro lado de la línea − ¿Cumpliste tu parte?

− Estoy en eso.

− ¿Recibiste mi paquete? − insistió.

− Tengo a mis mejores hombres en ello − gruñó − Pero hay un problema...

− Habla.

− ¿Qué posibilidades hay de que ella haya roto el vínculo de tu marca?

Aquella pregunta lo dejo mudo.

No era ajeno que había dejado de sentir la angustia y el dolor de la omega, pero lo atribuyó a que seguro había dejado de sentir las perdidas de sus hijos y las mentiras y secretos que los rodeaban. Además, no es probable romper la marca a menos que haya tenido una muestra de acónito, cosa que era imposible, o se haya dejado marcar por otro lobo, lo cual era completamente absurdo, los lobos no marcarían a omegas débiles como Milena, muy a parte de que él lo hubiese sentido. La única opción sería...

− Tiene el cuaderno...

− ¡Mierda! Eso complica la situación − espetó el hombre − Pudo recrear el acónito y usarlo en ella para romper el vínculo, eso mataría a su loba y la obligaría a vivir como una humana normal. Tu omega debe ser muy valiente para hacerlo.

− ¡Arregla eso! − gruñó hastiado por las palabras «tu omega».

− Sabes que sí es cierta tu suposición, ella ya debió haber entregado el cuaderno al alfa Jeon...

− Envía más salvajes − ordenó − Cumple tu parte y yo cumpliré la mía...

Con eso cortó la llamada y se recostó en la silla sobando con la yema de los dedos su frente, signo de frustración. «¿Ella de verdad tiene el cuaderno?» se preguntó una y otra vez.

• ☾ •

Daegu, Corea del Sur.

Una mujer andaba por un sendero cubierta por una capa y resguardando con recelo un maletín que aferraba a su pecho. Llevaba horas caminando por el estrecho sendero y la empinada subida, no pasaba ningún vehículo ni se cruzaba con ningún lobo. Era un camino olvidado para los hombres lobos que vivían en esa zona.

Milena Wyatt había perdido a su loba hace menos de un año. Fue la decisión más difícil para ella, pero era necesaria para lo que se había propuesto. Pudo dejarse marcar por otro lobo, pero ellos son territoriales y posesivos, lo cual no ayudaba en su misión. Por ello recurrió a un viejo amigo para recrear la fórmula que se detalla en el cuaderno de notas, cuaderno que robo del despacho de su verdugo después de escuchar la confesión de sus delitos a su hijo.

Tropezó cayendo de bruces en tierra, chilló cuando se percató que le dolía mucho el pie derecho, no podía moverlo, sin loba, esa herida no sanaría sin tratamiento médico. Se sentó en una piedra cerca de ella y examinó su tobillo, estaba hinchado y rojo, claramente se lo había torcido. Bufo frustrada y optó por tomarse un descanso.

No supo cómo ni cuando pero terminó quedándose dormida hasta que el aullido de un lobo se escuchó en el silencio. Miró por sus alrededores en busca de un lobo pero no veía nada, ahora era una humana más.

A lo lejos escuchó un crujido, y eso confirmo sus sospechas, un lobo la había encontrado.

Giraba la cabeza en todas direcciones buscando entre los arbustos y árboles, pero no lo encontró. Sintió la respiración de alguien en su cuello, cerró los ojos con fuerza rezando mentalmente a la luna para que ese lobo no la atacase, giró lentamente su cuerpo encontrando unos ojos plateados observándola fijamente escondido en el arbusto.

− Yo-yo no so-soy un ene-enemigo − tartamudeo débilmente antes de suplicar − Por favor...

«¿Quién eres?»

El lobo mostró su cuerpo completo mientras se acercaba a la mujer. Era un hermoso lobo plateado con algunas manchas blancas, la poca iluminación del sol dejaba ver que se trataba de un gamma.

− Eso no es importante ahora. Estoy buscando al alfa Jeon. Tengo algo que darle...

El lobo la detallo sin bajar la guardia. Esta mujer le estaba haciendo entrar en un debate interno, tenía un olor dulce y empalagoso, distintivo en las omegas, pero no tenía loba, lo cual era contradictorio, y las humanas presentan un olor suave pero no dulzón.

«¿Qué era ella?» se preguntaba.

Su olor lo atraía, pero claramente no era su mate −no se refería a su edad, ya que conocía parejas con mucha diferencia de edad− la clasificación de está mujer lo estaba impacientando porque claramente no aplicaba para ninguno de los dos casos. Y mucho menos para los otros rangos dentro de la manada.

«¿Qué eres?»

− ¡¿Qué?! − preguntó sorprendida. Se esperaba cualquier otra pregunta pero este lobo ya había ido al grano con una evaluación a simple vista − Eso no es importante... ¡Debo hablar con tu alfa!

El lobo gruñó tomando una posición de ataque. Milena retrocedió unos pasos hasta que cayó de espaldas al volverse a lastimar el tobillo con sus pisadas. La omega chilló soltando el maletín que custodiaba en sus brazos, tomó su tobillo adolorido y respiró agitada.

El lobo centro su atención en el cuaderno que sobresalía de la mochila y se acercó a olfatear. Tenía muchos olores− incluyendo el de la mujer− pero uno llamó su atención. Conocía ese olor. Beta Williams. Gruñó con fastidio. Esa mujer era una enviada de ese hombre lobo avaricioso.

«¡Eres una enviada del beta Williams! Pues déjame decirte que morirás en mis manos...»

− ¡No es cierto! − gritó deteniendo el ataque del lobo, quien la observó anonadado y confundido − Estoy huyendo de él, por saber sus secretos y por robar ese cuaderno de su despacho... Ese maldito me quiere silenciar − explicó señalando el cuaderno − Rompí el vínculo de su marca para poder llegar hasta aquí sin que él lo sepa, traer ese cuaderno con alfa Jeon para que él haga lo que tiene que hacer para matar a ese cruel monstruo y vengar la muerte de su hermano junto a la de mis dos hijos...

«¡¿Eres la mate del beta Williams?!»

Milena negó rompiendo en llanto, ella era la mate del rey alfa, pero por su rechazo se convirtió en la mujer de ese despreciable hombre lobo.

El lobo se transformó a su forma humana y caminó hacia ella para abrazarla y acallar sus sollozos. Él sabía lo que se sentía traicionar a alguien a quien amas. Su hermano hace años llevó a cabo una revuelta que provocó una guerra civil en la manada. Se vió obligado a traicionarlo para proteger a sus padres de la ira del alfa Jeon Junghyun.

− Mi nombre es Kim Namjoon, pero puedes llamarme Nam o RM − se presentó − Te llevaré con la manada, pero has de saber que te pondrán en confinamiento hasta que alfa Jeon vuelva y decida que hacer contigo y la información...

− Gracias...

Y con ello, Namjoon volvió a convertirse llevando en su lomo a la mujer con destino a la manada.

Fecha de publicación: 06/07/2023

Milena Wyatt
(Madre de Selene - Omega)

Brooke Evans
(Princesa Luna de América - Omega)

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