Rebeca:
—¿Al fin se durmió? —me preguntó Ana saliendo de su habitación con el cabello mojado y en pijama, miró a Lucas en el sofá durmiendo.
—Sí, Lucas va a ser padre, aún no lo asimilo —le digo, viendo mi teléfono esperando la respuesta al mensaje que le envié a Frank.
—Bueno, ya que Lucas está dormido, cuéntame bien, ¿qué te dijo Izan? —se sentó a mi lado en la isla de la cocina.
—Ya se los dije, me dijo que quería estar presente en la vida de Ada.
—¿Y? ¿Qué más? —preguntó llena de curiosidad.
—Bien, me dijo que debió ser difícil para mí estos años, que entiende la razón por la que no se lo conté, que ni el sabe cómo hubiera reaccionado hace cinco años, pero que ahora que lo sabe quiere que le permita estar en la vida de Ada, me dijo que seguramente encontraría una buena forma de contarle a Ada la verdad, que soy una buena madre y que nunca dudara de eso.
Ana suelta un grito emocionada, por suerte yo ya estaba preparada y me tapé los oídos a tiempo.
—¿Tan emocionada estás? —le preguntó.
—¿Cómo no voy a estarlo?, sabes que solo he tenido una conversación con Izan en toda mi vida y fue hace años, y muy pocas veces lo he visto en persona, pero te aseguro que el se ve como esos hombres de los que piensas que nunca le diría algo así a una mujer, pero él sí se lo dijo a alguien ¡y fue a ti!, claro que estoy emocionada, eres mi mejor amiga, y te mereces que te digan lo buena madre que eres todo el tiempo, y que te comprendan.
—Shhh, estoy durmiendo —ambas nos volteamos hacia donde está Lucas que volvió a removerse y dormir.
—Está muy borracho.
—Está muy feliz —menciono.
—Mañana en la mañana no lo estará —me asegura Ana, luego se voltea hacia mí—, bien, ¿cuál es el siguiente paso?
Suspiro pesadamente.
—Contarle a Ada y de paso a mí padre y hermanos, ellos siguen pensando que Ada es hija de mi ex, el que tuve antes de que fingiera mi relación con Izan, aunque nunca se los confirmé.
—¿Les vas a contar a tus hermanos todo? —pregunta sorprendida.
—No hay de otra, pero primero se lo contaré a Ada, es quien tiene más derecho de saberlo —ella asiente.
—¿Cuándo lo harás?
—En unos minutos —respondo como si todo fuera normal, no lo es, para nada.
—Pero... Ada está en casa de tu padre.
—Voy a ir allá, Frank viene por mí.
Justo suena mi teléfono es un mensaje de Frank.
Ya llegó.
—Tengo que irme —le digo—, me quedaré a dormir allá, cuida de Lucas y ya sabes donde están las pastillas para el dolor de cabeza.
—Esta bien, toda va a salir bien, estoy segura —se levanta para darme un abrazo.
Tomo mis llaves y mi bolso, guardo el teléfono y salgo, fuera de mi casa esta el auto de Frank.
—¿Todo salió bien con Izan? —fue lo primero que me pregunta cuando subo al auto.
—Sí, él quiere estar presente en la vida de Ada.
—¿Entonces por qué me dijiste que te recogiera?
—¿Ada y los demás están despiertos?
Frank asiente.
—Ha llegado el momento de contar la verdad, y si no lo hago hoy no estoy segura de que tenga mañana el valor de hacerlo.
—¿Te refieres a contarles a todos la verdad?
—Sí, ya es hora, así que conduce.
Él empieza a manejar y pasamos todo el camino en silencio hasta que llegamos a casa de mi padre.
—Me alegra que todo haya salido bien con Izan —menciona cuando ambos estamos cerca de la puerta.
—A mí también.
En ese momento abren la puerta, Fred nos mira con curiosidad.
—¿Tú fuiste quien llamó a Frank y quien lo hizo irse a estas horas?
—Sí, ¿por? —Frank mira a Fred como tratando de decir algo.
—¿No te lo ha contado? —sonríe con maldad.
—No es nada, déjanos pasar, Rebe tiene que hacer algo importante —cambia la conversación, yo lo miro con curiosidad, está raro, más de lo normal.
Algo está pasando.
Frank aparta a Fred para que nos deje pasar, entro a casa y observo a mis otros dos hermanos y a mi padre en el sofá viendo la televisión.
Llego hasta ellos los saludo y cuando me preguntan cuál es la razón de que haya venido a esta hora les digo que se los contaré en algunos minutos.
Subo las escaleras y llego a la habitación que está ocupando Ada.
Toco la puerta y segundos después la abre.
Ya está con su pijama de princesa.
—¿Mami? —pregunta—, ¿no dijiste que vendrías mañana?
—Sí, pero —trago saliva—, necesito hablar contigo sobre algo.
Ella abre más la puerta y va hasta su cama donde se sienta, yo me siento a su lado.
Me miró las manos por los nervios antes de suspirar.
No se cómo se debe iniciar está conversación.
—Ada, ¿tú... por qué nunca me preguntabas sobre tu... padre? —mi voz se entrecorta.
—Porque una vez te pregunté y vi que hablar de él te ponía triste.
Cierro los ojos para calmarme.
—¿Recuerdas lo que te dije sobre él?
—Sí, que él era un hombre bueno, y que vivía en este país y creo que también dijiste que lo conociste en esta ciudad.
—Bueno, yo... tengo que decirte algo sobre él —me tranquilizo un poco antes de decir lo que diré, bueno, trato de tranquilizarme—, tú padre aún vive en esta ciudad y su nombre es... es...
—¿Izan? —dejo de hablar al escuchar a Ada.
—¿Tú ya lo sabías? —pregunto nerviosa, ella asiente—, ¿cómo?
—Una vez te escuche hablando con la tía Ana —no me lo creo, Ada ya sabía desde hace tiempo la verdad.
—¿Cuándo?
—No recuerdo que día, pero fue después de que hable con él en mi escuela.
Lo peor es que ni yo sé cuál conversación escuchó, he hablado casi todos los días con Ana sobre Izan.
—¿Por qué no me lo dijiste?
—No sé, no quería que te pusieras triste.
Me acerco a Ada para abrazarla.
—¿Izan ya lo sabe? —me pregunta un rato después.
—Se lo conté hoy, Ada, ¿qué más escuchaste cuando yo hablaba con Ana?
—Solo que él no sabia que yo era su hija.
Trago saliva.
—¿Quieres preguntarme algo?
—¿Te lo puedo preguntar mañana? —dice con un bostezo.
Sonrío un poco.
—Claro, te prometo que después del trabajo te responderé todas tus preguntas, ahora, vamos a dormir.
—Está bien.
Deje a Ada acostada y salí a la sala.
Todos siguen ahí.
—¿Cómo te fue? —preguntó Frank desde el sofá.
—Bien, en realidad, ya lo sabía.
—¿Pero cóm...?
—¿Alguien nos podría decir de que hablan? —preguntó Fred.
—Sí, porque no estoy entendiendo nada —dijo mi padre.
—¿Quieren la versión rápida y corta o la lenta y larga? —dice Frank, después me habla a mí— si se los cuento yo, no hay problema, ¿verdad?
—Se los cuento yo —respondí—, pero como estoy cansada lo haré rápido.
—¿Y? —preguntó Alfred.
—Izan Roberts es el padre de Ada, él y yo tuvimos una relación falsa y bueno, yo me enamoré, luego terminó el tiempo que estaba establecido de nuestra relación, me fui a Brasil, me enteré de que estaba embarazada y nunca se lo conté a Izan.
Todos se quedaron en silencio, analizando lo que había dicho.
—¿Escuche bien? —preguntó Fred.
Al final tuve que contarles cómo fue lo de la relación fingida y después de eso me fui a dormir.
°°°
—¿Creen que Izan me matara? —Lucas nos pregunta a Katia y a mí.
Estamos fuera de la oficina de Izan, Lucas vino por qué según él prefiere terminar con su posible muerte lo más rápido posible.
Y yo solo vine a avisarle a Izan que la obra de teatro de Ada es en dos días.
Esta mañana Ada me preguntó si Izan iba a ir aún, y yo le dije que le iba a preguntar.
—Si entras con Rebe, no —le responde Katia—, ahora puedes no sé quedarte por ahí hasta que Izan acabé su llamada y dejarnos a las dos hablar.
—Claro, yo a punto de morir y ustedes prefieren hablar —Katia rueda los ojos, Lucas se aleja de nosotras y empieza a caminar en círculos.
—¿Estás enojada? —le pregunto a Katia.
Ella frunce el ceño.
—¿Por qué lo estaría?, tenias tus motivos para no contarlo, y además tengo una sobrina, mi mejor amiga es la madre de mi sobrina, claro que no estoy enojada —ella sonríe ampliamente.
—Izan lo sospechó desde el primer dia, ¿no?
—Sí, desde que te vio en el aeropuerto con Ada, llegó a casa nervioso, nunca lo había visto así excepto la vez que... —es interrumpida cuando escuchamos la puerta de la oficina abrirse.
—Katia, ¿quién quería hablar conmigo? —pregunta Izan asomándose.
—Es quiénes, en realidad —él mira a Lucas y luego a mí.
—Pasen —nos dice Izan, y Lucas se mantiene a mi lado cuando entramos a la oficina.
—Hey, hermano, ¿ya sabes la noticia nueva? —habla Lucas, con miedo.
—Hablo contigo después —dice y luego se dirige a mí—, ¿pasó algo?
—No, bueno, Ada ya lo sabe, y lo sabía desde antes —él me mira confundido—, historia larga, el punto es que te venía a preguntar si vas a venir a la obra de teatro.
—Si tú piensas que está bien, entonces sí.
—Ada quiere que vayas, entonces sí puedes ir, es el miércoles.
—Estaré ahí, ¿Ada está bien?
—Sí, lo está.
—¿Y tú? —su tono es de preocupación pero no quiere pensar de más sobre eso.
—También —le sonrio—, vuelvo al trabajo —voy hacia la puerta e ignoro las miradas asesinas de Lucas por haberlo dejado con Izan.
Observo a Katia sonriendo al teléfono.
—¿Qué te hace sonreír? —ella da un respingo al escucharme.
—Nadie —alzó las cejas, se acaba de delatar solita y cuando se da cuenta enrojece.
—Okey, bien, bien —oculto una risa—, espero que «nadie» no te desconcentre del trabajo.
—¿Dejaste a Lucas solo con Izan? —cambia de tema.
—Sí, me llamas cuando esté muerto, o herido de gravedad.
—Claro, en vez de llamar a una ambulancia te llamo a ti —me sigue la broma.
Me despido y voy al ascensor para ir a mi piso.