Sword Onyx [3]

By foxys02

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CONTINUACIÓN DE CROWN ONYX El mal está desatado, y lo que creían que los protegía se debilita cada vez más. ... More

Notita: EL LIBRO DE NARA
Nota de la Autora
EL ULTIMO INICIO
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4, PARTE DOS
CAPÍTULO 5
MAPAS DE LA ALIANZA
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11, PARTE 1
CAPÍTULO 11, PARTE 2
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17, PARTE 1
CAPITULO 17, PARTE 2
MEMORIAS ROBADAS
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22, PARTE 1
CAPÍTULO 22, PARTE 2
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
Notita
CAPÍTULO 30
CAPITULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
La carta.
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 38
CAPÍTULO 39

CAPÍTULO 4, PARTE UNO

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By foxys02


─•─ )○( ─•─

¿ERES DE LA ALIANZA O DE LOS TRAIDORES?

─•─ )○( ─•─


La mañana siguiente.

AMINA BELANGER

—¿Estás segura de esto?—Cuestiona Atlas. —Creo que quedo claro que ella nos quiere muertos.

—¡Ay, si tuviera una moneda por cada persona que me quiere muerta! —Solté con un suspiro.

Subimos al ascensor.

—Somos fugitivos de la Alianza y nos dirigimos con la perra más chismosa de la prensa—Exclama él. —¡Genial!

Las puertas se abren y entramos a un largo pasillo. Los departamentos estaban lejos de ser lujosos, pero se ubicaban en el lugar fuera de la jurisdicción de la alianza. Perfecto para la reportera rebelde que es Mikaela Shan.

—Gracias a Logan, sabemos que la carta es una invitación para un aquelarre diabólico y solo conozco a una persona que pudo meterse al parlamento del tratado y salir viva: Mikaela—Refute mi idea. —Además ya pasaron cincuenta décadas, no creo que siga guardando rencor.

La puerta de su departamento se abre, y lo primero que veo es una estaca en una ballesta apuntando directamente a mi corazón. Me hago un lado cuando aprieta el disparador y se le incrusta la estaca a Atlas en el estómago.

Suelta un alarido, cayendo al suelo y retuerce de dolor.

—Au, Au—Se queja sin aire.

—No puede ser, falle—Exclama la castaña, licántropa de pies a cabeza. Saca otra estaca y me apunta.—Mi zorrametro se volvió loco cuando pisaste el edificio, Belanger.

—Vengo en son de paz, Shan.

—¡Yo venía en son de paz!—Grita Atlas con indignación. Se levanta con la estaca en la mano.— Pero tú te pasaste.

Intenta atacarla, y ella lleva la ballesta a su cabeza. Me interpongo entre ambos, sabiendo que si quería me llegaba una estaca en el corazón.

—Te propongo un trueque de información—Dije.

Ella frunció el ceño.

—¿De qué se trata?

—El límite esta colapsando.

Baja la ballesta. Supe que ya la tenía. Nos hace entrar, era todo lo que había imaginado, mapas y fotografías pegadas a la pared, hojas de papel tirados por el suelo.

Tomamos asiento en el sofá color vino, y ella frente a nosotros en un sillón a juego. No aleja la ballesta pera al menos ya no nos apunta.

—Quiero que sepan que si Jessica derriba esa puerta, caeré de rodillas, le diré que me estaban torturando de las formas más crueles posibles y suplicaré piedad —Dijo toscamente. Rodeé los ojos— Entonces...¿Qué paso?

—¿Sabes como entrar al parlamento del tratado triqueta?—Pregunto.

—Sé cómo entrar hasta al vaticano— Dice. —¿Por qué la alfa está cortando las carreteras cerca del límite?

—Una a la vez—Ordené. Ella rueda los ojos. —¿Cómo lo hacemos?

—¿Por qué los ayudaría sin antes que me den la información?—Cuestiona con ironía.—No confío en ustedes. Tú te follaste a mi novia. Y Atlas mató a mi hermano.

Atlas suspira, y endereza su postura.

—Lo siento mucho, no tenía la menor idea de cuanto dolía la partida de un hermano, de todo corazón, ruego que me perdones—Fue totalmente sincero, y su tono se tornó apenado.

Ella frunció ceño, mirándolo con incredulidad. Y honestamente yo estaba igual de confundida.

— ¿Estás drogado?—Acusa de mala gana.

Atlas alza una ceja, sin entender la pregunta. Me inclino aún sentada hacia su dirección, poniendo mis codos en mis rodillas.

—Tú te hiciste pasar por nuestra amiga y nos delataste con Liayh, por tu culpa me reclutaron para alianza.

—Lo de mi hermano lo agradezco, era un imbécil. Y gracias a mí te hiciste millonaria como guardiana—Dice. —Pero llevaba diez años con Elisabeth, maldita hija de puta.

—Y me tomo cinco minutos desvestirla.

—Chicas, chicas, tranquilas—Atlas interfiere con una sonrisa. —La información que tenemos es mucho más importante y causara pánico en la alianza. Así que te conviene ser un amor con nosotros, Shan, como Elisabeth lo fue con Amina.

Ambos nos reímos. Mika nos miró con un profundo odio, y nos tornamos serios. Me recuesto en el sofá, con los brazos cruzados, mientras que Atlas intenta persuadirla.

—Nos dijeron que John Magnois, el jefe del tratado triqueta está confabulado con Diana Eckvan—Explica Atlas.

—Eckvan es una leyenda urbana.—Frunció sus labios. —No les creo.

Al desviar mi atención de la conversación, noto algo raro, mis instintos se pone en alerta. Dirijo mi vista al armario junto a nosotros, y logro escuchar un latido de un corazón ajeno a los tres.

—No, Mikaela, ella es real, tan real que da miedo.

—¿Y por qué quieren irse a meter a un lugar lleno de brujos y demonios?

Enderezo mi postura, y eso llama la atención de Mikaela.

—¿Quién está en el armario?—Le pregunto.

—¿Disculpa?—Se hace la confundida.

—¿A quién escondes en el armario?—Repito lentamente.

Su rostro palidece, y su pulso se acelera. Atlas me mira confundido, pero pronto escucha esa cuarta respiración, nerviosa e inquieta.

—A nadie.—Masculla, pero se retractó al ver mi cara —Es mi novia, la escondí de ti, como tienes la necesidad patológica de robarte mujeres ajenas... Ujum, luna suprema.

Entre cierro mis ojos.

—¿Y tú como sabes eso?

Aprieta la mandíbula, sabiendo que la cagó. Intenta detenerme cuando voy al armario, pero Atlas la inmoviliza. Abro la puerta bruscamente, y al instante me topo con unos hermosos y aterrados ojos azules.

Sonreí.

—Diosa, mi día cada vez se pone mejor—Doy un paso dentro del armario.

Giselle se muerde el labio en estado crítico de pánico, a punto de un ataque cardiaco.

—Sé que estás enojada, furiosa por Diana—Comienza decir con lentitud. —Pero yo no podía hacer nada.

Trata de protegerse con un abrigo de piel negro, y lo balancea en aire para que yo no me acerque. Al ver que no funcionaba, comienza a tirarme cosas que esquivo con facilidad.

—Amina, te juro que yo no tuve nada que ver con la muerte de Diana Ayleen, todo fue culpa de Ziah... Piedad ¡No!—Asegura. Jalo uno de sus mechones rubios con intenciones de arrancárselo —¡Ay, mi cabello, animal! ¡Salvaje!

Logra escapar del armario. Toma la ballesta y dispara, sin embargo su nerviosismo recae en su puntería, y le cae Atlas en la mano.

—¡No me jodas! ¡Otra vez! —Grita con indignación y dolor.

Dispara por la última estaca pero la atrapo. Giselle me ruega con la mirada, tomo con fuerza el arma y estampo a la rubia contra la pared a punto de atravesarle el corazón.

—Rhea Eckvan existe y está fuera del límite—Susurra, logrando que me detenga

—¿Quién?

—Rhea, la hermana de Eckvan, yo la vi— Dijo— Sé que como es.

Las palabras de Cyprian aquella vez que Jessica casi muere por la mordida del demonio reaparecen en mi mente.

"Y lo peor es que Nara asegura que ellos saben que la vida de Diana y el límite están ligados... Si Ziah le cuenta a Hayes o Rhea cómo lograr salir del límite, vendrán por ella y la mataran, para siempre"

Chilla con enojo cuando pego su cuerpo al mío posicionándonos frente a Mikaela. Su forcejo no me causa daño, tomo su mandíbula y la aprieto, ella suelta un jadeo de dolor.

—Hay un cambio de planes, Mikaela, tú encuentras la manera de meternos al parlamento—Dije, rompo el cuello de Giselle con facilidad, dejando caer su cuerpo. —Y yo te devuelvo a la rubia oxigenada.

#

CYPRIAN FAVRE

Jamás me había detenido a pensar lo mucho que mamá influía en Jessica, en su estado de ánimo y en su trato con los otros.

Creía que la amaba solamente por su vínculo como alfa y luna.

La primera vez que la conocí, fue la vez que hice explotar los autos de unos licántropos que me molestaban. Amina me defendió cuando ella quiso mandarme a juicio con el tratado triqueta.

Amina era mi heroína y Jessica mi peor pesadilla. Ahora es muy diferente, sin embargo, no sé qué hacer con lo de Lyon.

Hoy Jessica elegirá un Alfa con su Luna para encargarse de Sudamérica y toda su numerosa familia, todos los alfas, están en el castillo.

Mientras Ravena recibía a los invitados por la puerta principal y Alexa buscaba en todos los empleados el pentagrama de Eckvan. Yo, apetición de Carlos "socializaba" con "chicos de mi edad" en la sala de juegos del castillo.

El olor de licántropos se intensificaba con adolescentes pretenciosos, que se creen invencibles al tener el apellido Favre o de alguna otra manada importante de la Alianza.

Me encontraba en uno de los sofás, con la libreta de Logan. Había símbolos que no podía descifrar y no hay tiempo que perder.

Nikolás se tira al sofá, y me extiende un vaso rojo, niego.

—Estás siendo un paria social, Cy—Suelta. —Guarda ese libro, antes de que alguien te patee el trasero.

Ruedo los ojos, y lo ignoro. Pronto llegan los gemelos de Alessa Favre, Kellen y Edwin. Uno se sienta a mi lado y el otro frente a mí.

—Te lo envía mi hermana—Dice uno de mala gana, extendiéndome una cajita en forma de corazón con un listón rojo.

Con el ceño fruncido, tomo la caja.

—Uuuh—Nik me dio un codazo y una sonrisa pícara —Le diré a Carlos.

Me saca una foto de imprevisto con el regalo en la mano, y se la envía a Carlos.

—Le gustas—Dijo el otro gemelo.

Kellen apunta discretamente detrás de la mesa de billar. Una chica castaña y delgada, se sonroja con intensidad cuando hacemos contacto visual y se voltea hablar con sus amigas.

—Si quieres algo con ella, que mamá Alessa no se entere o te desmembrará—Dijo Edwin.

—A menos que seas gay—Insinúa el otro.

—Eres gay ¿Verdad? ¿Verdad?

—No se vale presionarlo.

—Realmente no—Dije.

—¿En serio? ¿100% seguro?—Cuestiona Kellen.

—Que no es gay, ya déjenlo—Saltó Nikolas ante mi silencio.

Kellen suelta un gruñido de enfado, y le entrega a su hermano un billete de 10. Mire a Nik, quien me hace un ademán para que no le haga caso.

—Me agradas, eres pacífico—Dijo divertido, el gemelo a mi lado. —Tienes mi apoyo.

Desde la mesa de billar se acercan tres hombres, de la edad de Nik. El de al medio, se notaba a leguas que era un Favre, estatura alta, cabello dorado y aires de alfa. Es el sobrino de Jessica, Jace, hijo de Raphaël Favre.

—¿Una partida de billar, Nikolas?—Dijo, Nik se encoge de hombros y se levanta. —¿Qué me dices tú, loquito de los muertos?

Me tenso completamente. Hace tiempo que nadie me llamaba así.

—Te estoy hablando, fenómeno—Exclama con burla.—¿O prefieres Zept? ¡Porque todos aquí sabemos que no eres un verdadero Favre, solo eres un bastardo!

—Hey, Jace, para con tu mierda ¿Sí?—Nik interviene.

Me levanté, dispuesto a irme, pero el rubio se interpone. Calma, Zept. Pronto, llamamos la atención de todos en la sala.

—¿Por qué lo defiendes? No te das cuenta de que es un monstruo—Pregunta. —Mi hermanita me dijo que una vez la asustaste en el invernadero ¿Por qué no te metes con alguien de tu tamaño?

Logro rodearlo e ir hacia la puerta, pero siento como me sigue.

—Siempre que Zept Regnault hacia su terrorismo a la Alianza, la traidora de Amina Belanger le salvaba el culo—Grita. —No me sorprendería que fuera un traidor también. La abuela Ravena tiene razón, ¡Tiene las mismas costumbres que la puta de su madre!

Me doy vuelta.

—¿Qué mierda dijiste de mi madre?—Exclame entre dientes.

Lo tomé del cuello de su camisa y estrellé su cabeza contra suelo. Comienzo a darles golpes en la cara, en el espacio de la nariz y los labios hasta hacerlo salpicar como Atlas me enseñó.

—¡Dale, cuñado! —Dijo Edwin.

Jace logra tener la ventaja un par de segundos y darme un puñetazo en el estómago. Cuando uno de sus amigos intenta atacarme por la espalda, Nik bebe el último sorbo de su bebida, y se le lanza encima.

Ambos nos levantamos, limpió bruscamente la sangre de mi nariz y sin estar satisfecho aun, de un empujón logro que Jace caiga sobre la mesa de vidrio, haciéndola trizas y le vuelvo a darle puñetazos con intenciones de reventarle la cara.

—¡Cyprian! ¡Nikolas!—Escucho el grito de Carlos. — ¡Cy, dejalo!

Los gritos que alentaban la pelea cesaron de golpe, y un silencio se impuso en la sala.

Cuando soy levantado de encima de Jace de un jalón supe quien había entrado.

—¿Qué carajos te pasa?—Me pregunta Jessica.

Miró a Jace, que aún permanecía en el suelo. Sostenía su brazo derecho, mirando con horror la herida en su piel, que poco se tornaba morada.

La mordida de un demonio.

Todos levantaron una mirada hacia mí, de profundo terror.

****

😯

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