JACARANDA |Elsa x Isabela|

Por erickacipriano

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Hace muchos años Bruno no solo escondió la visión de Mirabel, si no de la última persona que la familia Madri... Mais

Prólogo
CATTLEYA
BREZO
HYDRANGEA
BEGONIA
TARAXACUM
FREESIA
NENÚFAR
CRISANTEMO
AMAPOLA
HOLA
TULIPA
ROSÁCEA
DAHLIA

AZALEA

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Por erickacipriano

Casita Madrigal, Colombia

POV Isabela Madrigal

La extraña flor flotó con una singular delicadeza por encima mío, con un vaivén digno de una danza que únicamente puede encontrarse en la naturaleza. La sigue la carta con un movimiento un tanto brusco y sordo, terminando así ambos objetos a mis pies.

La brisa suave que las acompañaba parecía querer comunicarse en un idioma desconocido, haciendo movimientos ondulantes en mi cabello y revoloteando alrededor mío. En el fondo del murmullo del viento logro escuchar el nombre que parecía entrometerse en los espacios de mi mente y tomaban parte de lo que parecía convertirse en una agonía para mi.

- Gracias - Apenas logro articular, y la extraña brisa se aleja de manera estridente levantando una mata de hojas de algunos arboles a su paso.

Con cierta desconfianza tomo ambos objetos y me detengo unos segundos a admirar la pequeña flor que se encomiaba por si misma. Era suave y un tanto traslucida, un color blanquecino níveo la adornaban, y brillaba en la oscura noche que emergía desde el fondo de la ciudad tan conocida para mi.

Acerqué la flor hacía mi y el aroma era exquisito ¿Cómo es que esta mujer tiene tan buen gusto? Pensé

Una sonrisa inconsciente bailaba en mi rostro y no pude evitar cerrar los ojos para disfrutar de la dulce sensación que parecía gobernarme.

Mire a mi alrededor nerviosa y sin pensar mucho en mis emociones tomo la carta y me dirijo a mi cama. El rosa de mi habitación tenía un tono sombrío, generalmente las flores responden a mis emociones y todo a mi alrededor parecía recordármelo.

Las ansias por abrir aquella carta parecían ser un monstruo insaciable, que dudaba entre perder la poca cordura que quedaba y tirar ese pedazo de papel, o leerlo y así disminuir la curiosidad que enternecían una parte desconocida de mi ser.

La carta se retorcía entre mis manos pasando de un lado a otro como si dudara, y realmente era yo la que dudaba si valía la pena leerse o podía sin más huir nuevamente de aquellos sentimientos que jugaban a desconocerme.

Sin pensarlo mucho comencé a abrir el sobre que contenía las palabras de aquella mujer que hace mucho había dejado de parecerme una desconocida.


...

¿Escribirle yo? Era algo que no esperaba por su parte, tomando en cuenta la manera tan dura con la que terminé comportándome la última vez que le envié una carta.

¿Es acaso esta mujer masoquista o realmente está sintiendo la misma curiosidad que me carcome de saber sobre ella?

No quería esperar demasiado, realmente tenía muchas preguntas hacía ella ya que no tenía sentido alguno que nuestros destinos se encuentren entrelazados sin nada aparte de la magia como atadura. Cabe incluso creer en que quizás somos un mal chiste o algún hechizo de alguna bruja que intentaba probar si dos mujeres podrían estar juntas, algo así como una burla a la naturaleza y a la normalidad de esta.

Realmente tenía demasiadas preguntas, pero no sabía si responderlas con ella eran la decisión correcta.

Colombia, Casita Madrigal

Una muy turbada joven daba vueltas alrededor de su habitación mientras en sus manos se balanceaba aquel extraño papel que deseaba ser respondido.

Los oscuros ojos se distraían con cualquier objeto presente en la habitación. Los colores verduscos y rosas allanaban la imagen trémula que parecía agobiar a la joven, la cama levemente desordenada y la escultura de ella misma que parecía burlarse de la joven al verse tan patética. Era Isabela Madrigal ¿Cómo es posible que se sintiera tan insegura? Si su abuela estuviera ahí seguramente estaría decepcionada, no la había criado para ser una mujer débil e indecisa.

Lastimosamente en este momento ella se sentía de esa manera.

Sin pensarlo mucho tomó una decisión rápida y del pequeño escritorio que parecía escondido en alguno de los espacios de su habitación, tomó una hoja de papel poco descuidada.

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Elsa Arendelle

Creí haber sido clara al inicio con mi respuesta, más en tanto estaría contrariandome a mi misma si dijera que no tengo curiosidad de saber un poco más sobre ti y del mundo del que vienes. Esto no significa que confíe en ti, pero debo decir que me siento halagada por tu obsequio y me veo en hora de aceptar tu disculpa.

Para comenzar, tengo demasiadas preguntas pero antes de que puedas responderlas quisiera saber quien eres o que eres. Únicamente he podido darme a saber de tu nombre y quizás tu procedencia, y muy poco sobre ese extraño amigo tuyo que envía mensajes con el viento.

Ya que al parecer sabes más cosas sobre mi de las que yo sé sobre tu persona, y es por eso que me gustaría que igualemos conocimientos, y a partir de aquello poder encontrar una respuesta a todo este embrollo que al parecer el destino nos está jugando.

Estaré esperando tu respuesta.

Isabela Madrigal

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Con el ceño fruncido y la mirada perdida en aquella carta, la joven pelinegra se tomó su tiempo para poder dar a conocer sus pensamientos. Aún se encontraba confundida y realmente molesta por la situación, pero sabía que huir de aquello solo terminaría empeorando todo. Por que en el fondo de su mente aún recordaba el momento donde su hogar fue destruido por las grietas que existían en su entorno, y ella no quería ser la causante de una nueva tragedia.

Pero si quería poder responderse a si misma y al fin quizás saber el porque nunca pudo querer a Mariano de la misma forma que él parecía quererla, o quizás entender porque nunca tuvo tanto interés en ningún hombre del pueblo de la misma manera en la que le interesa saber de esta hermosa mujer que le enviaba flores de origen incierto y parecía insistir en conocerla.

Y con una curiosidad renacida en su corazón, dejó aquella carta en el pequeño balcón de su cuarto, esperando así poder tener una respuesta a la noche siguiente y que su corazón que revoloteaba como tormenta de invierno, pudiera calmarse.


Noruega, Castillo de Arendelle

A lo largo del meridiano justamente en medio del salón comedor del castillo se alzaba un extraño candelabro por encima de una alargada mesa con distintas comidas y postres. Peces, pollos, algunos cerdos y terneros parecían pertenecer al ingrediente principal de distintos platillos que ahí se servían. Variedad de legumbres y papas cocidas tomaban forma de los platos de los comensales, de los cuales se vislumbraba la reina y el rey consorte de Arendelle, y la princesa y guardiana del bosque. También participaba de una charla amena la figura de un muñeco de nieve que parecía divertirse con la pelirroja Reina.

-Olaf no vamos a tener otra aventura extraña donde estemos en peligro. - Repetía la joven pelirroja al ser de nariz de zanahoria.

- Pero tenemos que rescatar a la amante de Elsa, esa de cabellos largos y neghjf- El muñeco fue interrumpido por una extraña bola de nieve que parecía ceñirse en su boca evitando que este hablara, mientras una rubia platinada con mirada molesta y un leve rubor parecía no prestar atención a la conversación.

- Olaf no sabemos si ella quiere ser rescatada, y no entiendo porque estamos hablando sobre mi como si no existiera - Bufaba la rubia.

- Admite que es divertido verte tan frustrada ¿Aún no te respondió? - Pregunta Anna luego de engullir un poco de patatas con mantequilla.

- No, y dudo que lo haga realmente. - Suspira la guardiana con cierta sorna.

- No estoy segura de eso Elsa - El hombre que hasta el momento se encontraba en silencio fija la mirada hacía el gran ventanal donde una extraña ventisca ya conocida golpeaba fuertemente el cristal con un sobre flotante.

Todos los presentes de la mesa giran su vista y la sonrisa de la joven reina parecía sobrepasar la que normalmente solía tener. En cuanto la rubia parecía emocionada y nerviosa de cual sería la respuesta de la Madrigal.

¿Pero si le respondió es porque quería hablar con ella no? Se cuestionaba aquella mujer de piel pálida.

Una vez la ventana fue abierta la brisa entro con una fuerza desmesurada haciendo que algunos de los objetos de la mesa se levantaran y los cabellos de la realeza se revuelvan.

- Gale tranquilo - Advierte la ex reina de las nieves y el espíritu se calma en cuanto deja la carta sobre el regazo de esta.

Anna que parecía aún más emocionada intenta arrebatar la carta de las faldas de su hermana mientras es seguida por el pequeño Olaf que parecía igual de emocionado de saber lo que decía aquella mujer que perturbaba a su amiga Elsa.

- Basta los dos- La guardiana toma la carta con fuerza y con un movimiento rápido congela el piso donde se encontraba su hermana y el muñeco para que ambos se queden paralizados, no fue su mejor movimiento pero no podía pensar con ellos comportándose como unos niños.

-Anna lo leeremos apenas termine el almuerzo, estoy igual de ansiosa que tú pero eso no te da derecho de actuar de esa manera, y Olaf, esperaba algo mejor de ti. - La reina los descongela a ambos, quienes con una mirada avergonzada tomaron asiento al igual que los demás presentes.

Una pequeña disculpa sale de los labios de la pecosa mientras busca con la mirada a Kristoff que parecía decepcionado de su comportamiento, más sin embargo toma su mano en señal de cariño para que no se sienta mal por ello.

El silencio reinaba en aquel espacio y la mente de la guardiana parecía querer imaginar una posible respuesta que haya sido escrita por aquella despampanante pelinegra.

¿Le habrá gustado la flor? ¿Creerá que es irrespetuosa la manera en la que siguió insistiendo? ¿Qué haría si así fuese? Ya no tenía demasiadas opciones, y sería hasta perturbador si es que siguiera buscándola a pesar de tantas negativas.

Quizás solamente debería centrarse en el almuerzo que ya hace algunos minutos había perdido todo el delicioso sabor que parecía tener, debido a los nervios seguramente.


No pasó mucho tiempo para que todos agradecieran el almuerzo y la mano de Anna tomará la de su hermana y la arrastrará hacía el viejo despacho de su padre, al parecer era su lugar favorito para hablar del tema.

- Si no lees esa carta en menos de un minuto te prometo de te la arrebataré de las manos y la leeré yo misma. - Las palabras de la pelirroja sonaban cansadas ya que había corrido un pequeño tramo a gran velocidad para poder tener la privacidad necesaria.

La mujer de ojos azules mira molesta a su hermana mientras con sus manos temblorosas comienza a abrir aquel sobre firmado con su nombre.

Al inicio sonríe al ver su nombre completo escrito en aquella hoja, para luego sentirse confundida con las palabras de Isabela. Ella admite haber sido clara más en tanto deseaba conocerla, y así mismo se sentía halagada con su obsequio.

Su rostro no dejaba de expresar una infinidad de emociones en tan pocos minutos y apenas terminó de leer la carta fue arrebatada de sus manos y su hermana comenzaba a murmurar palabras sin sentido que denotaban emoción.

- ELLA QUIERE CONOCERTE ELSA - Pega un grito ensordecedor la joven reina y su hermana no hace más que tapar uno de sus oídos, había olvidado lo escandalosa que solía ser Anna cuando algo parecía emocionarla.

La sonrisa de Elsa parecía bailar con un cierto aire de conmoción. No esperaba que escuchar los consejos de su hermana dieran frutos, pero al parecer los libros no tenían todas las respuestas.

- No sé que decirle, estoy demasiado asustada con el hecho de que sepa de mi, quizás llegue a pensar que soy un peligro y se aleje.

Los pensamientos agobiaban la mente de la guardiana de manera que parecían ser una nube negra tapando la felicidad antes demostrada.

- Elsa por favor, eres la antigua reina de Arendelle y ahora guardiana del bosque encantado, la gente hasta ahora te recuerda como la "Hermosa reina de las nieves que habita en las montañas" No sabes cuantos, tanto hombres como mujeres desean estar contigo, incluso puedo decir que no hay reino en este lado del mundo que no desee aliarse con Arendelle solo por tenerte de su lado. Si ella realmente se aleja de ti, no sabe de lo que se está perdiendo - Las palabras de Anna parecían chocar a la mente de la rubia platinada. Ella sabía que tenía una larga lista de títulos que la hacían ser una persona importante, tomando en cuenta de que la magia era un plus a su extravagante historia como reina de Arendelle.

- Está bien Anna, pero ella no sabe absolutamente nada de eso. Muchos pueden querer conocerme pero solo porque saben todo aquello. Yo no quiero que desee estar conmigo por lo que dicen de mi, si no porque realmente desea conocerme.

- Entonces déjate ver, dile tu historia, háblale de lo que te gusta hacer y lo que te llevó a convertirte en lo que eres ahora. Creo que es momento de que Isabela Madrigal se enteré quien es Elsa de Arendelle. - Anna estaba extasiada con aquella idea y sus movimientos hablaban por ella. En cuanto Elsa parecía perdida en si misma, le costaba demasiado abrirse a las personas y ahora su hermana y esta extraña mujer le pedían que se dejase conocer, simplemente era demasiado para si.

- Necesito pensar en que decirle, pero gracias por la ayuda Anna, yo creo que antes de la cena estaré lista para darle una respuesta, por el momento creo que iré a mi habitación. - Con un rápido abrazo la reina de las nieves se despide y toma la carta con cierto recelo para dirigirse a sus aposentos. Dejando así a una muy confundida Anna que esperaba que su hermana no huya de esto de la misma manera que suele hacer con todas las cosas que no puede controlar.


Noruega, Castillo de Arendelle

La reina se paseaba nerviosa dejando un rastro de hielo bajo sus pies mientras sus manos congelaban poco a poco el sobre que llevaba en las manos.

Ella no podía dejar de pensar en aquello porque como todas las cosas a las que estaba acostumbrada, Elsa esperaba lo peor de cada una.

El hecho de que la joven Madrigal hubiera respondido tan asertivamente la confundía. Una parte de ella solo quería ignorar todo lo que estaba sucediendo y volver a su vida tranquila en las montañas, manteniendo el orden del bosque encantado y haciendo visitas matinales a los Northuldra.

Era una mujer practica y solitaria, bastante segura de si misma y que nunca pensó que desearía disfrutar de la compañía de otra persona que no fuese su hermana, el esposo de esta y Olaf. Estaba feliz con lo que tenía.

Claramente el matrimonio era un tema que había llegado a tocar con su hermana, pero mientras más conocía a esos hombres de distintos reinos, más rechazo esta les tenía.

Elsa no buscaba ser un adorno o un arma de guerra para un apuesto rey sediento de sangre. Ella ni siquiera se veía con la idea de ser madre algún día. Solo quería poder ser libre y que si estuviera con una persona, esta fuese lo suficientemente capaz de valerse por si misma y lo bastante inteligente como para no necesitarla pero al mismo tiempo, que sea sensible y sea capaz de trabajar juntos en lo que sea que fuese.

Ella sabía que no podía encontrar algo así, era difícil especialmente del lugar donde ella provenía.

Y vale decirse que por una parte deseaba estar con alguien casi tan poderoso como ella, porque Elsa buscaba un igual, no alguien que tuviese que depender de sus poderes.

Y en ese espacio de pensamiento la joven reina no dudo más y busco un pergamino para enviar su siguiente carta. Y sintió nuevamente esa valentía que desde un inicio hicieron que buscara a Isabela Madrigal.


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Estimada Señorita Madrigal

Me complace demasiado que haya sido de su agrado el obsequio, mi joven amigo me contó su gusto por las flores y deseaba que pudiera ver una de las que suelen crecer del lugar donde provengo.

Me daría mucho gusto presentarme ante usted, Mi nombre es Elsa de Arendelle, soy perteneciente a la pequeña ciudad de Arendelle que se encuentra a las orillas de la Bahía de Vagen, en Noruega. Tengo una pequeña hermana llamada Anna y por el momento vivo cerca de un bosque en el cual me gusta pasar gran parte de mi tiempo.

Con respecto a mis poderes, son de nacimiento. Fue algo así como un don otorgado por los seres con los cuales convivo en el bosque donde ahora vivo. Uno de esos seres es Gale o el pequeño amigo que me ayuda a enviarle estas cartas.

Espero algún día poder contarle la historia de como los conocí, espero eso haya respondido algunas de sus preguntas y también me gustaría saber sobre usted.

Sin más que decir me despido, y espero con ansías su respuesta.

Elsa de Arendelle.

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La joven reina toma el sello familiar y con un movimiento rápido llama a su amigo que se encontraba igual de emocionado que ella en saber el siguiente movimiento de la Madrigal.

Y antes de que caiga la noche, el espíritu ya se encontraba cruzando el mar hasta su ya conocido destino en el nuevo mundo.



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Holaaaa, les cuento que me encuentro inspirada chicos y para su suerteestoy de vacaciones entonces intentaré aprovechar el tiempo para actualizar esta historia.

Estoy muy agradecida por sus mensajes y comentarios, realmente leerlos es algo que me encanta y espero estén disfrutando de esta historia tanto como yo.

De aquí en adelante la relación de Elsa e Isabela va cuesta arriba.

Por cierto, FELIZ PRIDEEEEE



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