NENÚFAR

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Colombia, Casita Madrigal 

En la silenciosa habitación de la nieta mayor de Alma Madrigal, se encontraban dos hermosas jóvenes. La primogénita de estas, se movía de un lado a otro releyendo una y otra vez una carta que se le había sido entregada hace ya varios minutos. 

- Que descaro, ¿Quién se cree que es? - Lanzaba palabras furiosa y su ceño se marcaba con cierta prominencia, e incluso una pequeña vena parecía sobresalir de su frente. 

- Tranquila Isa, parece ser pacífica. - Mirabel se quedó estática al recibir una endurecida mirada de su hermana, se veía como un pequeño volcán a punto de erosionar. 

- Entablar una amistad, que se meta su amistad por el - 

- Isabela, ella está siendo amable. Creo que deberíamos contestarle ¿O acaso no sientes curiosidad por conocer personas como nosotros? - Las palabras de Mirabel parecían hacer efecto en su hermana mayor. Isabela sabía mejor que nadie que estaba actuando como si tuviera un cactus de cerebro, pero no podía flaquear en esta situación. Si la profecía se cumplía, y en todo caso su abuela se enterará, lo último que vería sería un final feliz y terminaría excluida como el tío Bruno. 

- No quiero contestarle, ella querrá hablar más y más. ¿Y si quiere venir? No podríamos esconderla. 

- Si no le contestas, ella enviará más cartas de donde vino esa. Y estoy más que segura que no seré la única en encontrarlas si no le dices donde dejarlas. 

La pelinegra imaginaba aquella situación, donde quizás la abuela fuera la que encontrase las cartas y las leyera. En esta familia no existían los secretos, a menos que la abuela permitiese que exista alguno. 

- ¿Qué le digo? Esto es muy formal para mi, no parece ser alguien ordinario. - Y era verdad, la carta estaba tan bien escrita y con una letra tan pulcra, que incluso temía poder dañar esa pequeña obra de arte. 

- Haremos lo mejor que podremos, igual y tu letra es muy linda. - Mirabel intentaba alentar a su hermana, Isabela entre toda esa fachada de "Perfección" que cargaba, era alguien muy insegura. 

- No te prometo que lo haré, puede que me arrepienta. 

- Lo harás, sé que quieres conocerla. - La joven con gafas hacía un gesto coqueto a Isabela que parecía estar ofendida por aquello. ¿Realmente su hermana creía que estaba interesada en Elsa? Era absurdo. 

- No quiero, no me gusta. - La mayor refunfuñaba con cada frase, era como un gatito enojado. 

- Nunca dije que te guste, tu sola sacaste esas conclusiones. - La joven Madrigal carcajeaba, mientras la mayor rodaba los ojos y bufaba molesta. 

- Te odio mucho. 

- Es mutuo, ahora vamos a escribir esa carta para tu novia mágica de hielo. 

- ¡Mirabel! - Gritó, y un pequeño montón de flores comenzaron a golpearla. 

- Lo siento, lo siento. Has que paren. - Las flores pararon en ese mismo instante y solo un pequeño montón de estas fueron a parar a la cara de Mirabel como advertencia, un par de ellas terminaron en la boca de la menor. 

- Es injusto que abuses de tu poder. 

- La que tiene puede. - La de cabello lacio sonríe con burla, mientras Mirabel hace un pequeño puchero. 

- No estamos llegando a nada, ¿Cómo empezamos? Yo digo que con un "Querida Elsa de Arendelle"

- Omite el querida. 

- Bien. 

Elsa de Arendelle 

Debo decir que es un gusto igualmente el haber recibido su carta. 

JACARANDA |Elsa x Isabela|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora