Sword Onyx [3]

By foxys02

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CONTINUACIÓN DE CROWN ONYX El mal está desatado, y lo que creían que los protegía se debilita cada vez más. ... More

Notita: EL LIBRO DE NARA
Nota de la Autora
EL ULTIMO INICIO
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4, PARTE UNO
CAPÍTULO 4, PARTE DOS
CAPÍTULO 5
MAPAS DE LA ALIANZA
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11, PARTE 1
CAPÍTULO 11, PARTE 2
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17, PARTE 1
CAPITULO 17, PARTE 2
MEMORIAS ROBADAS
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22, PARTE 1
CAPÍTULO 22, PARTE 2
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
Notita
CAPÍTULO 30
CAPITULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
La carta.
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 38

CAPÍTULO 1

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By foxys02

──•── )○( ──•──

EN MEMORIA DE DIANA AYLEEN

──•── )○( ──•──

Una semana después...

CYPRIAN FAVRE

Hay fugas.

Definitivamente el límite se está agrietando, y me temo que cada vez son más evidentes las anomalías y más difíciles de controlar. Flexiono mis rodillas, para tocar la tierra contaminada. Lo podrido forma una especie de triángulo de no más de 20 centímetros, que apunta hacia nuestro norte.

Saco el frasco de mi chaqueta negra, y vierto dos gotas de su sangre en la tierra seca. Poco a poco su color vivo comienza a surgir, y lo podrido vuelve a su origen. Suelto un suspiro y observo el pequeño frasco. Era el ultimo que nos quedaba de sangre de mi madre y cada gota que derramo se lleva una parte de mi.

Levanto mi cabeza, mirando hacia el límite, la helada brisa de invierno proveniente del este, provoca que los amuletos colgados en sus árboles se sacuden violentamente.

El cielo, como ya es costumbre, está completamente nublado, haciendo casi imposible ver más allá de las dos primeras hileras de arboles de ese bosque maldito.

Entro a la pequeña casa, y la calidez de la chimenea invade todo mi cuerpo.

—¿Lo hiciste?—Jessica pregunta de inmediato, y yo asiento.

—Yo no voy a venderte nada—Celeste salta con molestia. Jessica lleva su mirada hacia la licántropa, cansada. —No dejaré la casa de mi madre así como así.

—Celeste, ya lo hablamos, te dare asilo en el castillo en lo que construyen tu casa en el pueblo—Masculla Jessica.

La licantropa se levantó de la mesa, y puso las palmas de sus manos sobre ella bruscamente. Sin embargo, Jessica se mantiene tranquila en su asiento.

—Aquí crecí y mis hijos también, estas tierras son sagradas para mi familia y no te las cederé para que las profanes, Jessica.

—Cariño, piensalo, estaríamos más cerca de la escuela de los niños y nuestros trabajos.—Jonh, su mate, intenta persuadirla. —La alfa esta siendo muy generosa.

Enfatiza la palabra "alfa", para que deje de llamarla por su nombre. Celeste lleva sus ojos claros a su esposo, dándole una mirada de furia y este baja la cabeza. Jessica había dicho que ella era terca, y ciertamente creo que tiene razón.

—No las voy a profanar, Celeste—Repite Jessica, esta vez más tensa. —Es imperativo que salgan de aquí. Tú y tu familia son los únicos que viven así de cerca del límite.

—Los amuletos de mi abuela nos han protegido durante cien años, ningún híbrido se ha acercado al límite. — Recalca con determinación. —Es mejor que me digas la verdad, Jessica o te vas de mi casa.

—Celeste, deja de faltarle el respeto a la alfa suprema—Saltó Jonh, en advertencia.

Veo que en la segunda puerta, hay una pequeña niña sentada en el suelo, rodeada de crayones y hojas de papel. Noto que la ventana de su habitación da directamente a donde estaba la fuga. Me acerco hacia ella.

—¿Puedo pasar?—La niña se sobresalta.

Tenía, tal vez, seis años, pero la energía que irradiaba era mucha para tan corta edad o para ser hija de licántropos. Era una pequeña bruja.

—Sí—Dice. —¿Eres Cyprian Favre, verdad?

—Así es—Me siento junto a ella, doblando mis piernas —¿Cómo lo sabes?

—Mi maestra nos habló de ti, dice que serás el próximo sucesor de Kahnara Cavalier y que dominarás el tratado triqueta—responde encogiéndose de hombros, sin quitar la vista de su dibujo.—Pero no serás tan bueno como Nara.

Claro que es una bruja.

—¿Y tú cómo te llamas?—Dije con diversión.

Me mira.

—Caliope—Murmura. —¿Qué es eso?

Apunta al relicario de plata redondo con el símbolo de la alianza en mi cuello. Me acerco, y me lo saco para abrirlo frente a ella. Mira con fascinación la pequeña foto.

—¿Quién es la mujer a tu lado?

—Mi madre. —Respondí. —Se llama Diana.

—Es muy bonita.

—Sí, lo es. —Susurre, mirando la foto y hable en automático —Era su regalo de cumpleaños.

—¿Y por qué no se lo has dado? ¿Dónde está ella?

Un repentino dolor en el pecho me impidió responder de inmediato. Doy una respiración honda, y pudé modular una sola palabra:

—Descansando.

Ella frunció su castaño ceño con confusión, pero no preguntó más. Relamí mis labios, reprimiendo esa punzada en el corazón, endurecí mi cara y Calíope se alejó unos centímetros. Me levanto, yendo directamente a la enorme ventana, corro unos centímetros de la cortina.

—¿Has visto algo extraño cerca del límite?—Pregunto.

—Papá dice que es una pesadilla.

Volteo a verla.

—Cuéntamela—Le pido.

—Siempre en la oscuridad de la noche, cuando mamá y papá duermen. Me levanto a ver la luna. — Explica, sin mirarme. —Es un barco enorme, tan negro que se confunde con el cielo...y lleva algo dentro de el.

Me incliné ante ella, mi ceño estaba fruncido, y por primera vez me fijé en el dibujo que estaba haciendo. El bosque y el barco negro navegando sin tocar el cesped verde de nuestro lado.

—¿Qué cosa?—Cuestioné.

Levanta su mirada, al ver esos ojos azules y se que lo que narra es cierto, porque nadie se asusta de esta manera de simples pesadillas.

—Hibridos.— Susurra, su cara se contrae unos segundos al recordar. —Y están asustados.

Levante la mirada, desde la sala de estar, Jessica había escuchado todo. Y ambos sabemos que no se trataba simplemente de la imaginación de una niña.

Ella estaba de vuelta, sin embargo, todavía no lo asimilaba.

Después de diez minutos donde el esposo de Celeste intentó persuadirla, nos pidió que le dieramos tiempo y decidimos irnos. Miraba los imponentes árboles de la carretera, en busca de actividad demoníaca en ellos. Jessica manejaba en pleno silencio, eran incómodos estos momentos, pero he aprendido a sobrellevarlos.

—¿Qué crees que significa lo que dijo la niña?—Pregunta de repente.

—No era su intención que nosotros lo supiéramos, eso es seguro—Respondí.

—Creí que los híbridos morían al pasar el límite—Escucho como aprieta el cuero del volante.

La miré, pero ella mantenía la mirada en la carretera.

—Ellos deben de tocar la tierra, por eso el barco flotaba. —Explico. —Creo que está creando un ejército.

—Yo también lo creo, niño— Dijo.

—¿Qué haremos, Jessica?

—Igualarla.

)○(

Mi parte menos favorita del día había llegado. La enorme mesa del comedor del castillo, y una cena elegante. A mamá jamás le gustó comer aquí, la distancia entre los asientos le parecía absurda, además de que cada uno tenía un asiento asignado y no podía estar junto a mí.

Encima de esos detalles, hoy la cena tenía más comensales de lo habitual. Los candidatos alfas que propuso cada familia Favre para encargarse de Sudamérica. Dos mujeres y tres hombres con su respectiva luna esperando con ansias la respuesta de Jessica.

Alessa, hermana de Liayh, y Victoria, su esposa, estaban frente a mí, junto a su hijo alfa Edik y su mate Roth, un omega. El más calificado de los candidatos a mi criterio. A mis costados, Carlos y Damian, el brujo que Ravena contrato para mis entrenamientos, usándome como barrera porque se la pasaban peleando.

Ravena y Michael, padres de Carlos estaban a los costados de la cabecera, donde va Jessica. Según Carlos ambos decidieron quedarse para apoyar a Jessica, pero ella opina diferente.

—Damian— Lo llama Ravena. —¿Cómo van los entrenamientos de Cyprian?

Me tenso, y lo vuelvo a ver. Damian, toma un sorbo de su copa de vino y esboza una sonrisa "encantadora" ante ella, sin antes darme una mirada de reojo.

—Excepcionales, Luna—Determina. —De esas que ocurren cada diez días.

Pongo los ojos en blanco.

—Sabes que el sarcasmo es una forma de faltar el respeto—Comenta Carlos, entre dientes.

Damian se inclina unos centímetros para verlo.

—Discúlpeme, príncipe Carlos, pero eso no fue sarcasmo— Dice, con ápices de burlas. —Pero refunfuñar sí es irrespetuoso.

Me fijo en Alessa, que mientras corta la carne del plato de su esposa, se burla de la cara de Carlos. Había notado que Victoria, su esposa, era una bruja muy peculiar y la forma de Alessa en tratarla, me hace creer que ella era su favorita entre todos sus cónyuges: Su luna, apesar de que ya haya renunciado a la suya hace mucho.

Cruzo miradas con Victoria una milésima de segundo, esos ojos de bruja me miraron con intensidad hasta de que Alessa decidiera hablar:

—¿Y han sabido algo de los Belanger, Jessica? — Esa pregunta genera un silencio rotundo.

Jessica parecía no haber escuchado la pregunta, su mirada estaba perdida en algún lugar de la mesa. Carlos me mira, con preocupación.

—Hija. —Ravena le toma su mano. —Jessica.

Reacciona, y la mira con el ceño fruncido.

—Jessica ¿En quién piensas tanto? —Cuestiona Alessa divertida. —Seguramente en la joven pelirroja ¿Cómo se llamaba?

Aprieto el cuchillo en mi mano derecha. Carlos le hace una seña para que se calle pero ella no le presta atención.

—Diana Ayleen—Ravena espeta con la mandíbula tensa, esperando que el tema finalizara.

—Diana, sí—Se lleva un trozo de carne a la boca. —¿Donde esta ella? Nadie dice nada, pero es más que obvio que tu luna no está, Jessica ¿Acaso fue a ver a su familia?

Todos los que sabíamos dirigimos la mirada hacia Jessica. Poco a poco sus ojos se estaban tornando amarillos de la rabia, y Carlos parecía que le iba a dar un ataque.

Ella insiste de nuevo.

—Alessa, cállate—Michael le advierte.

Se abre de brazos fingiendo inocencia, pero con esa sonrisa me hace dudar si se está burlando o de verdad no sabía.

—Ella era una huérfana, y está muerta— Escupe Ravena. —Se suicidó como la cobarde que es.

Me levanto de la mesa, bruscamente, llamando la atención de todos. Me ganó la ira, tiro los cubiertos violentamente al plato. En un arrebato, empujé la silla con fuerza al suelo para poder salir del lugar.

—Cy—Me grita Carlos.

Llego a mi habitación, azoto la puerta detras de mí con ayuda de magia. Siento mi cuerpo cosquillear y las palabras de Ravena recorren mi mente. Un enojo surgió tan repentino como intenso, que no lo pude controlar, y comienzo a tirar las cosas de las repisas.

—Hey, hey—Me alejan de los muebles de un jalón.—Calmate, hombre.

Damian intenta tomarle de los hombros pero aparté sus manos de un manotazo.

—Está bien, está bien, sin contacto físico— Se aleja unos pasos. —Mira, sé por lo que estás pasando.

—No tienes una puta idea—Escupí.

—Soy brujo, claro que se como se siente ser incomprendido en un lugar de mierda pero en serio necesito que te calmes o explotaras el lugar— Pidió.

Doy un resoplido, con brusquedad paso mis manos por mi cara caliente. Siento de nuevo como la sangre circula con normalidad. Me lanzo a los pies de la cama y hago lo único que me calma, acariciar su relicario.

—Una madre es una madre y jamás pasara ese dolor—Damian se sienta junto a mí. —pero debes controlar tus ataques de ira. Los del tratado triqueta te tiene más que vigilado, si haces el mínimo error, no solo te quitaran el puesto... te mataran.

—Lo sé.

—Aunque tu abuela no es muy sutil con ese tema—Insinúa.

—Ella no es mi abuela—Mascullo entre dientes. —Ni esta es mi familia.

Asiente.

—¿Tu madre era ella?— Apunta a la fotografía colgada en el muro.

—Sí.

Se levanta a mirarla más de cerca, no dijo ninguna sola palabra, solo la observaba petrificado. Logré ver por el reflejo del cuadro como fruncía el ceño. Da media vuelta, con un brillo extraño en los ojos.

—¿Cómo es que murió tu madre, Cyprian?—Pregunta roncamente.

—Ya Ravena expuso todo ¿No crees?— Espeté a secas.

—Tu madre no puede ser Diana Eckvan, niño—Asegura.—Carlos me dijo que era amable y alegre... algo que no la caracteriza.

Me levanto.

—Porque no lo es— Digo.

—Entonces, dime ¿Por qué la mujer en la foto es la viva imagen del demonio mas peligroso de este mundo y el otro? —No respondo. — "La gota de inocencia que iniciara un mar de malicia"... Diana Ayleen.

—¿Qué?

Su cara parecía de emoción, saca de su chaqueta una pequeña libreta y se sienta nuevamente en la cama.

—¿No sabes la leyenda de Eckvan?—Cuestiona. —Última hija del primer híbrido, Hayes la entrega a unos híbridos salvajes para que la mataran por ser humana cuando apenas era una niña. La tiran a un bosque podrido de actividad demoníaca, pero ella sobrevive porque logra conquistar a cada demonio del lugar. Le entregaron inmortalidad absoluta, y ella creó un imperio de demonios en la tierra. — Dice. — Es la creadora de magia demoníaca, la madre de todos los demonios... y es tu madre.

De la libreta, saca hojas de papel viejo y arrugado, eran páginas arrancadas de un libro. El material de aquel papel áspero me parece conocido. Tomo una de ellas, y reconozco la letra.

—Nara—Susurro. Lengua de brujos antigua, su lenguaje secreto. Un pentagrama que no conocía, dibujado con tinta roja, llama mi atención. —¿Qué es esto?

—El pentagrama de Eckvan—Dice. —Las palabras que pude traducir en "posesión" "Orbe" —Suspira. —Es casi imposible saber lo que quería decir. Pero en esta página uso nuestro idioma.— Me la entrega. —Nara no hacía cosas porque sí, ella quería que nos diéramos cuenta.

— La gota de inocencia que iniciara un mar de malicia—El título fue lo primero que leí.

Mi corazon se agitaba más, a medida que leía: "Apesar de todo, ella cumplió lo que habia prometido, y yo debía hacer lo mismo. Ella quería una trampa infalible en el momento oportuno. Pero no tiene constancia de lo complejo que es crear a un ser desde cero para atrapar a otro ser que todavia no habia nacido, por eso mismo, no lo hice en el tiempo indicado, ni con los requisitos que ella impusó. Solo tomé una vida, y redirigí su destino, tal y como lo hicieron con ella"

Ya no dice más.

—Está hablando de mi madre—Digo para mí mismo, sin embargo había olvidado que no estaba solo. — ¿De donde sacaste esto?

—Lo robé del subterráneo del parlamento del tratado triqueta. —Admite.— Es de la primera crónica de Kahnara, es ahí donde explica cómo se creó el límite y que tiene que ver con Eckvan, es el objeto más importante de toda nuestra historia y yo lo tuve en mis manos por quince minutos.

—Y le costó el puesto en el parlamento, quisiera decir "y le fundió el cerebro" pero no tiene—Carlos aparece. —¿Qué no solo ibas a calmarlo, maldito imbécil?

Damian ruedo los ojos.

—Tregua, principito—Espeta molesto. —Esto es más grande.

—Solo son paranoias de una bruja que se volvió loca de poder, una historia que estoy seguro que tiene una moraleja—Lo toma de un brazo. —Nosotros devolveremos esto al tratado triqueta, y tú largas de aquí.

—Oye—Se queja Damian.

Lo sacó bruscamente de la habitación y cerró con seguro. Releo fugazmente todo, una y otra vez, asegurándome que no era una alucinación.

Carlos se para frente a mí.

—Crees que...—Lo interrumpí.

—Creo que si esto dice la verdad, hay una esperanza de que Diana Ayleen vuelva—Afirme.

Esboza una enorme sonrisa, y se abalanza contra mí para darme un abrazo.

***

Entre ser o no ser, yo soy el rayo mcqueen de las actualizaciones.

Iniciamos en tercer libro con Cyprian, el niño del grupo, es mi bebe, lo tqm.

Gracias por leerme.

bye bye

aaa importante recalcar q abel pasó a mejor vida, señoras, solo que carlos y cyprian no saben.

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