Mente Maestra la saga

Por Magic13chio

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No tengo nombre. No tengo un pasado. No tengo recuerdos. Ellos me buscan. Otros me cazan y otros... Mais

La Mentalista
1.- Mi nombre es Azul.
2.- El despertar.
3.- Los túneles.
4.- Cicatrices.
5.- Mi reflejo.
6.- Primer contacto.
7.- Sin respuestas.
8.- Asesina
9.- Comunicación.
10.- Miedos
11.- Sayuri
12.- Conexión.
13.-La mejor banda del mundo.
14.- ¡Esta viva!
15.- Alianzas
16.- Categorías
17.- Casa
18.- Caminos peligrosos.
19.- Adiós.
20.- Confusión.
21.- Invasión.
El Cazador
1.- Aún es primavera.
2.- Fuera de tiempo.
3.-Preguntas.
4.- Pasadizos.
5.- Dolor.
6.- Odio.
7.- Serpientes y escaleras.
8.- Contramedidas.
9.- Represalias.
10.- Adversidades.
11.- Hechos inesperados.
12.- Objetivos.
13- Talentos del recuerdo.
14.- Pistas.
15.- Errores.
16.- Emboscadas y dulces sueños.
Anuncio
17.- Primeras huellas.
18.- Promesas
19.- Cambios.
20.- Temporales.
21.- Fugitivos.
22.-Cazadores.
23.-Traiciones.
24.- Escape.
25.- Hasta siempre.
26.- Sujeto 1.
27.- Intercambios.
28.- Juicios Erróneos.
29.- Nuevas Amistades.
30.- Esperanza.
La Resistencia del Norte
1.- La Ciudadela.
2.- Extraños visitantes.
3.- Conceptos:
4.- Familia:
5.- Cobardía:
6.-Fantasmas del pasado:
7.- Memorias:
8.- Apariencias:
10.- Expuestos:
11.- Sutilezas:
12.- La Colonia:
13.- Insubordinación:
14.- Desahogo:
15.- Radicales:
16.- Precipitaciones:
17.- Humanidad:
18.- Súper héroes:
MIEDO.-
19.- Enemigos en común:
20.- Vidas en el olvido:
21.- Un mundo mejor:
22.- Tormentas:
23.- Energía:
24.- Luz Cegadora:
25.- Comprensión:
26.- Amistades involuntarias:
27.- Direcciones contrarias:
28.- Almas expuestas:
29.- Virus:
Contención.-
30.- Abandono:
31.- Interiores:
32.- Catástrofe:
33.- Compañerismo:
34.- Ilusiones:
35.- Discursos de guerra:
36.- Atentados:
37.- Cuarentena:
38.- Consecuencias:
39.- Reparaciones:
40.- Leyendas:
Mente Maestra
ANIQUILACION.-
1.- Decisiones
2.- Separaciones:
3.- Regulaciones:
4.-Estadisticas:
5.-Redención:
6.- Posiciones:
7.-Ultimos recursos:
8.-Caminos:
AGONÍA.-
9.-Almas pérdidas:
10.-Fantasías:
11.-Un poco de suerte:
12.- Mejoras en el sistema:
ESPERA.-
13.-Todas las de perder:
14.-Inocentes:
15.-Ofensiva:
16.- Dominio.
17.- Secretos al viento:
18.-Pasos en falso:
19.-Desesperacion:
20.- Condiciones
21.- Piedad
22.- Referencias
23.- Evolución
24.- Desencadenamiento:
25.- Fragmentos de tiempo:
26.- Pasos desesperados:
27.- Distracción:
28.- Comandos:
29.- Hermandad:
30.- Inanición:
31.- Infección:
32.- Conmoción:
33.-Destino:
...
34.-El sonido del silencio:
35.-Un paso adelante:
36.- Circunstancias.
37.- Mente Maestra.
38.- Contrastes.

9.- Debilidades:

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Por Magic13chio


Sander consideraba que sabía muchas cosas, pero había otras que ignoraba, estaba consciente de que aún faltaba mucho por saber, aunque eso no le importaba ahora, no podía tener toda la información del mundo, lo único que tenía importancia en ese momento, era el motivo por el que decidió ir a la resistencia, no fue por encontrar a sus amigos, tampoco por todas las comodidades que ofrecían, él quería información, pero no estaba dispuesto a confiar en los líderes de ese lugar, y sus amigos ya tenían sus propios problemas como para involucrarlos en los suyos.

Dio vuelta en uno de los pasillos, donde vio un grupo de personas, todas vestidas iguales, con esas cosas que parecían pijamas de color gris y botas negras, con una placa colgada al cuello, igual a la de él.

Los catalogaban, sin embargo convivían entre todos sin discriminar a los evolucionados, sin temer a los mentalistas. Las personas echaban una mirada a su placa y seguían caminando, ocupadas en sus cosas, al parecer los nuevos eran los únicos que no tenían una tarea específica. Subió un último tramo de escaleras, cuando un sujeto se detuvo frente a él, Sander leyó su placa, solo tenía el nombre de pila: Josué, no era un evolucionado.

—Necesito ir arriba—dijo y trató de evadir al sujeto, pero este le gruñó y lo empujó para que retrocediera.

—No hay nada arriba que te interese—espetó.

— ¿Entonces por qué está asegurado?− contestó tratando de escabullirse, y él volvió a cerrarle el paso.

—Lárgate—ordenó el sujeto empujándolo por el hombro.

Sander levantó las manos en señal de defensa, se dio la vuelta solo para darse cuenta de que estaban solos en las alturas de ese lugar. Sonrió para sí mismo y giró para encarar al hombre.

—Vamos, amigo—dijo mientras le ponía una mano en el hombro.

Josué no tuvo tiempo de responder, de la mano de Sander se desprendió una ligera carga eléctrica que lo hizo desmayarse. No era la primera vez que el tres hacia algo como eso, solía desmayar a las personas de esa forma todo el tiempo. No dejó que el soldado cayera, lo tomó por debajo de los brazos y lo arrastró abajo de las escaleras de manera que solo sobresalían sus pies.

Sander se encogió de hombros al ver su obra terminada y corrió escaleras arriba, sin molestarse en usar su velocidad, estaba buscando a alguien y no quería pasarla por alto. Las escaleras terminaron, y él caminó hacia la única puerta, pasando su placa por la pantalla, pero esta le negó el acceso. Frunció el ceño sin volver a intentarlo ¿Por qué ocultar algo en este lugar? Se pasó la mano por la barbilla y miró hacia arriba, una gran sonrisa se extendió por su rostro cuando se dio cuenta de las vigas y las tuberías. El techo no estaba sellado.

Sander tomó impulso, haciendo uso de la velocidad logró trepar una de las paredes y atrapar un tubo con ambas manos, siguió trepando hasta llegar a la última parte de las tuberías, donde sus pies tocaron una viga, caminó sobre ella con mucho cuidado, no quería caer y tener una muerte tonta o una dolorosa recuperación. Pudo mirar hacia abajo; los médicos, personal de laboratorio y científicos se paseaban por ese lugar al que tenía el acceso restringido.

Se preocuparía por eso después, ya que había encontrado a quien estaba buscando.

Ella estaba sentada sobre la viga, con uno de sus pies colgando hacia el vacío y el otro doblado para servirle de apoyo, la chica movía sus dedos frente a ella, en lo que Sander dedujo era una pantalla portátil que proyectaba un holograma. Luisa estaba pálida, tal y como la recordaba, un gorro de muchos colores le cubría el cabello y unas gafas de mucho aumento miraban hacia la pantalla.

—Hola—dijo Sander mientras se sentaba junto a ella en la viga.

Hacía mucho calor en ese lugar, tanto que sintió el sudor escurrir por su nuca.

— ¿Cómo me encontraste?―preguntó sin quitar sus ojos de la pantalla.

Sander olvidaba a menudo cuan retraídos podían llegar a ser los siete.

—Chandra mencionó que te gustaban las alturas.

Luisa sonrió a medias.

—Y supongo que Chandra también te vio en el futuro charlando conmigo ¿No?

—No supo decirme exactamente en donde estabas—aceptó Sander―. Sé que casi no hemos convivido ni...

—No quiero convivir contigo, de hecho no quiero convivir con nadie, por eso estoy aquí.

—Que directa—murmuró Sander para sí― .Escucha, solo quiero que me ayudes a encontrar a una persona—se limpió la frente con un movimiento de la mano, se estaba cocinando, aun con la delgada ropa que les daban en ese sitio, se preguntó cómo Luisa soportaba eso, con el gorro puesto y una sudadera con capucha de color negro por encima del uniforme.

—Tú no eres mi jefe, no puedes ordenarme cosas—contestó huraña.

—No, no es una orden, es un favor. Aquí ya no se trata de quien es el jefe, no es una pelea por territorio como lo era en la bodega...

—Chandra fue quien me ayudó, ella nunca dejará de ser mi jefa.

Sander se frotó la cara un par de veces, esto iba a ser más complicado de lo que pensaba, y recordó: como fue difícil acercarse a Dexter cuando lo llevó a los túneles, fue complicado convencerlo para que lo ayudara a encontrar a otros evolucionados, echar abajo los sistemas de los laboratorios y campamentos, buscar las ubicaciones de los mismos y revisar sus archivos para encontrar a todos los evolucionados.

Pero todo eso se había acabado, Dexter estaba muerto, al igual que Olivia y Regina. Si ellos aun estuvieran vivos, Sander no tendría que pedir favores a otras personas.

—Solo... yo necesito una ubicación y no volveré a molestarte nunca, lo prometo.

— ¿Se trata de Azul?― preguntó. Por lo menos ahora tuvo la sensibilidad para mirarlo a los ojos―. Sam me habló sobre ella, me dijo su... condición.

— ¿Por qué te lo dijo?

—Ella confía en mí... y también para que me alejara de la chica que se ve como Azul.

—Tiene sentido, Cheslay puede ser un poco ruda a veces.

—Estás haciendo eso— murmuró Luisa y volvió a lo que hacía.

— ¿Qué?

—Eso—dijo mientras movía cosas con sus dedos en el holograma—. Tratas de charlar conmigo como si fuéramos amigos, pero no somos nada. Y crees que de esa forma te haré un favor.

—Bien, lo intercambiaré para ti, un favor por otro favor ¿Qué es lo que quieres? A cambio de esto yo te dejaré en paz.

Luisa lo miró de una forma poco amable, Sander podía sentir que lo juzgaba detrás de esas enormes gafas. Una ocasión escuchó a Belak hablar sobre ella, diciendo que era brillante, que podía relacionar hechos, encontrar cualquier cosa si en la red se estaba. Sander estaba casi seguro de que Luisa podía ayudarlo a encontrar a Azul.

—Quiero saber que sucede ahí abajo—dijo después de un largo silencio y apuntó hacia el laboratorio al que tenían el acceso denegado.

— ¿Eso es todo? Son personas trabajando en alguna cosa que no entendemos...

—Tres cosas—respondió ella y levantó tres dedos de su mano derecha—. Uno: No me trates como a una niña. Dos: No le restes importancia al asunto y tres: ¿Por qué si no es nada importante nos dejan fuera? No me gusta no saber las cosas.

— ¿Y por qué no bajas a averiguarlo?

—Traté de hacerlo, entré al sistema e hice que las luces fallaran, pero fueron unos segundos, ni siquiera llegué al suelo, no necesito solo apagarlas, necesito freír los cables de luz sin afectar lo demás, moverme rápido una vez que esté dentro. Y yo no puedo hacer ninguna de las dos cosas.

—Vaya, vaya—dijo Sander con una gran sonrisa formándose en sus labios—.Tú me necesitas tanto como yo a ti. Voy a ir abajo, encontraré cualquier cosa que quieras saber...

—Todo, quiero saberlo todo.

—Si, como sea. Y mientras tanto tú vas a buscar a Azul.

— ¿Alguna característica de ella? ¿Una pista? Cualquier cosa es buena

Parecía una investigadora, pensó Sander.

—Es difícil...

— ¿Cómo es?

—No lo sé.

— ¿Habilidad?

—Creo que es una mentalista.

— ¿Crees?

—Si.

—Bien ¿Alguna pista de su paradero?

— ¿Crees que hubiera acudido a ti de saber su paradero? Está en algún laboratorio, en los sueños es como si estuviéramos en un hospital...

—Bien. Un laboratorio. Voy a buscar los más seguros, si todo está en el sistema, lo encontraré.

—Gracias...

—No agradezcas, me debes un favor.

Y con eso dieron por terminada su charla.

Sander se puso de pie con cuidado y caminó por la viga, alejándose de Luisa, no quería saber más de ella por un tiempo, y es que, parecía que en su mente todo estaba muy retorcido. Quizá tanto como Dylan. Ahogó una risa al pensar la cara que pondría el uno cuando le dijera que encontró a alguien más loco que él.

Estaba a punto de saltar desde las tuberías hasta la plataforma, cuando vio una forma muy conocida moverse entre las sombras, siguió a su amigo por la viga, manteniéndose oculto, hasta que Belak se sentó al lado de Luisa. Él tenía un termo con algo humeante entre las manos, ella incluso dejó de mirar la pantalla. No eran celos por la situación, tampoco alegría, ni tristeza, solo se sintió de una manera extraña al contemplarlos, dos personas totalmente diferentes compartiendo un momento único, desde las alturas. Belak les temía, Sander lo sabía, y aun así trepaba para estar con Luisa. Supo identificar el sentimiento mientras volvía sobre sus propios pasos, era lastima por sí mismo, porque tal vez nunca podría tener un momento así con Azul, con la verdadera Azul.

Saltó desde las tuberías hasta la plataforma, con sus pies haciendo un ruido seco contra el metal. Escuchó voces acercarse y antes de que se diera cuenta se vio rodeado por cuatro hombres, Josué entre ellos. Se sintió estúpido, claro que él iba a despertar y a dar la alarma. Deseó haber preguntado a Luisa y Belak como es que llegaban hasta ese sitio sin ser descubiertos.

—No te muevas—dijo uno de los sujetos.

No lo apuntaban con armas comunes, eran tranquilizantes, como si fuera un animal.

Sander compuso una sonrisa y desapareció de la vista de los guardias, mientras corría con su velocidad fuera de lo común, pensaba en que Luisa tenía razón. ¿Qué podía ser tan importante como para ocultarlo? Pero no quería meterse en esas cosas, no quería posponer la búsqueda de Azul, quizá podría hablarle a Dylan y Cheslay sobre ello y que se hicieran cargo.

Sander se detuvo al llegar a una de las áreas de entrenamiento, un grueso cristal lo separaba de la arena. Ian estaba ahí, con la placa colgada al cuello, era raro, ya que él había dicho que no quería usarla, lo dejó muy en claro cuando se las entregaron.

Dylan estaba del otro lado, instruyéndolo, diciéndole como moverse, como esquivar... lo entrenaba.

—Lindo ¿no?−preguntó una voz a su espalda.

— ¿Por qué?

—Él vino anoche a nuestra habitación, casi suplicando ser entrenado, incluso le pidió a Lousen su placa esta mañana. Ni siquiera tiene una clasificación, creo que hasta cierto punto, los demás tienen miedo de lo que pueden llegar a hacer los híbridos, y creo que el mismo Ian es el más asustado de todos—explicó Cheslay.

— ¿Qué lo hizo cambiar de opinión?

Ella desvió la mirada.

—No lo sé. En su mente no hay nada fuera de lo común, y eso es lo que me saca de quicio, hay alguien jugando con sus recuerdos y ni siquiera puedo ubicar quien es.

— ¿Quién podría considerar a Ian una amenaza como para hacerle eso?

—No lo consideran una amenaza, es un medio para un fin, al igual que todos nosotros. Ayer, Dylan y yo pedimos pertenecer al equipo de elite de la resistencia, estoy segura de que si hay alguien que puede burlarme así mentalmente, entonces está ahí, regodeándose de su poder―. Cheslay se inclinó en la barandilla y cruzó las manos.

Sander no quiso decirle del laboratorio o del trato que hizo con Luisa, ella ya se veía lo suficientemente preocupada como para agregar algo más a su lista.

Miró al frente, solo para ver como Ian era lanzado por una fuerza invisible hasta el otro extremo.

—Es fuerte—observó ella—.Es la cuarta vez que lo hace caer y siempre se levanta. Dylan comenzó su entrenamiento como cazador cuando era mayor que él, me sorprende que resista.

Sander sonrió.

—Ese es un punto bueno de las personas, Cheslay, nunca dejan de sorprenderte.

—No todas las sorpresas son buenas—dijo, sus ojos azules perdiéndose en algún recuerdo.

Él no respondió, se limitó a caminar a la salida del lugar, tenía cosas importantes que hacer esa noche. Una mano sobre su hombro lo detuvo antes de que pudiera atravesar la puerta.

—Dylan será intervenido esta noche. Van a arreglarlo, supongo que esa es la palabra; su mano, varias heridas viejas. Él no quería que te lo dijera, no quiere que nadie lo sepa, en realidad, pero...—Ella bajó la vista al suelo, por unos segundos pareciendo decaída.

Sander se dio cuenta entonces, de que Dylan era su debilidad, así como si fortaleza. Azul era la suya.

—Tranquila, no diré nada. Y estaré ahí si me necesitas− prometió y dejó caer la mano de Cheslay con un encogimiento de hombros—. Puedo... ¿Puedo pedirte un favor?

— ¿De qué se trata?

—Hoy tuve un problema con cuatro sujetos que hacían guardia, no quiero que recuerden mi rostro, no quiero que recuerden que me vieron el día de hoy. Creo que me están buscando.

— ¿En qué te estas metiendo?

—Honestamente, no tengo idea.

Ella cerró los ojos unos segundos y Sander pudo sentir como se metía en su mente, tomando los rostros de aquellos que eran un objetivo ahora.

—Considéralo hecho—aceptó sin hacer más preguntas.

Sander pasó la mayor parte de ese día preparándose, dejó la placa en su habitación y robó de los vestidores las prendas que usaban para entrenar, trajes de color negro que se adherían a sus cuerpos, dándoles libertad de movimiento y descubrió que no se quemaban con su energía. Eso era genial.

Salió de su habitación utilizando la velocidad a la que ya estaba tan acostumbrado, siguió el mismo camino de esa tarde, viendo al sujeto de antes, Josué, en su puesto.

Sander rezó porque Cheslay hubiera borrado sus recuerdos de ese día, supuso que así fue, de lo contrario lo habrían encontrado.

Trepó por la tubería, se dio cuenta de que Luisa ya no estaba observando, bien, no necesitaba espectadores. Buscó las cajas de circuitos y al encontrarlas soltó un suspiro triunfal, bajó despacio hasta llegar a ellas, solo quería dejar a oscuras el laboratorio, no toda la resistencia. Se dio cuenta de que no era muy diferente de cuando liberó a Azul de aquel campamento, solo que ahora no involucraría fuego, al menos eso esperaba.

Se colgó de uno de los tubos con las piernas, mientras empleaba sus manos para abrir la caja, el sudor escurriendo por su cabello, con cada minuto que pasaba en esa posición sus piernas se acalambraban, hasta que la caja cedió, y Sander sintiendo el fluir de la energía, se dio cuenta de cuales cables iban dirigidos hacia el laboratorio debajo de él, cerró su mano en torno a ellos y pronto los cables estaban chamuscados, esperaba no echar a perder cualquier aparato de hospital, debían costar una fortuna y eran difíciles de conseguir en un mundo como en el que vivían.

Saltó de su lugar, no esperó a sentir las piernas de nuevo, no cerró la caja, solo corrió como si no hubiera un mañana, las personas ni siquiera se percataban de su presencia, había cristales y detrás de ellos se encontraban personas con carne putrefacta, sus ojos tardaron muy poco en adaptarse a la oscuridad, sintió su estómago revolverse cuando supo de qué se trataba: contaminados, estaban experimentando con los contaminados. Algunos de ellos estaban dentro de capsulas, Sander vio como la doctora Brahim caminaba hacia uno de los pasillos, pero antes de que la mujer pudiera salir, el tres la tomó por los hombros y la obligó a volver a la habitación de las capsulas, donde no había nadie más que los contaminados.

—Tiene diez segundos para explicar lo que hacen aquí, antes de que decida electrocutarla—amenazó, poniendo una mano contra su cuello.

— ¿Alexander?

—Diez.

—Tienes que soltarme—la mujer no sonaba asustada.

Creía que él no era capaz de hacerlo, lo había hecho cientos de veces. ¿Por qué siempre lo subestimaban de esa forma?

—Nueve—.Sander sentía su pecho subir y bajar, estaba enojado. Un sudor frio comenzó a cubrirlo.

—Es tu sangre, lo que estudié de tu regeneración, es posible aplicarlo a los contaminados... Tratamos de sanarlos, de darles una cura.

— ¿Y por qué mantenerlo en secreto?

—No estas autorizado para...

—Le quedan tres segundos—gruñó y apretó su agarre sobre la mujer, dejando salir una pequeña descarga.

—Voy a intervenir a Dylan quirúrgicamente esta noche, no quieres lastimarme.

Sander se sintió atrapado, él quería que su amigo estuviera bien, pero ¿A qué costo? Estaban tratando a los contaminados como conejillos de indias, la muerte de pocos por la salvación de muchos, eso no era en lo que él creía, eso no estaba bien. Su mente trabajaba en un sinfín de cosas.

—Al salir de aquí iré al hospital— ella continuo hablando, sabía que lo había golpeado en un punto débil, pues no apreciaba a Dylan como a un amigo, era más que eso, era como su hermano.

―Quédese aquí― ordenó dando otra ligera descarga.

Soltó a la doctora y salió del área de las capsulas, para ver a otro lugar, donde había muchos tubos, todos ellos con un contenido de color rojo, sangre, mi sangre, pensó Sander. No quería ver más, tomó uno de los frascos, e introdujo en una de las computadoras un decodificador para que Luisa pudiera tener acceso a toda la información, ya tenía lo que quería, ahora era momento de largarse. Salió al pasillo, cuando sintió el flujo de energía llamarlo, estaba en su piel, en el ambiente, las luces volvían a estar encendidas y calando en sus ojos, como si quemaran en carne viva.

Y estaba rodeado, completamente acorralado, igual que un animal salvaje. Miraba en todas las direcciones, tratando de escapar, pero no había un hueco. Estaban en las vigas, en la plataforma, rodeando el pasillo.

Frente a él estaba una chica, ella no llevaba armas, pero su sed de sangre era casi palpable, Sander la reconoció como aquella que lo había golpeado en la pierna herida cuando estaban por subir al deslizador de la resistencia. La gemela siniestra.

Cerró los ojos y se concentró en la energía del lugar, cargando sus manos con electricidad pura, lanzó el rayo en dirección a la chica, ella se movió a una velocidad peligrosa, su ropa humeando por la quemadura, los sujetos detrás de ella ya no eran un peligro, todos inconscientes sobre el suelo. Sander aprovechó esa oportunidad y corrió lo más rápido que los obstáculos se lo permitían, no quería terminar hecho puré contra una de las paredes. Todo a su alrededor se volvió difuso, sintió algo golpearlo en la pantorrilla, no era una bala, no era tan doloroso, pero si lo hacía ir más lento. Sedantes, comprendió unos segundos después. Corrió hacia la puerta, su mano abierta contra la pantalla, estaba a punto de soltar una descarga eléctrica sobre ella cuando escuchó como le quitaban el seguro a un arma, justo junto a su oreja.

— ¿Vas a alguna parte?― preguntó la chica de antes, la gemela siniestra. Había diversión pura en su voz ¿Cómo había hecho para alcanzarlo?

— ¿Qué están haciendo?― inquirió Sander mientras se daba la vuelta, el cañón del arma ahora en medio de su frente—. Ustedes mienten, dan esperanza a todos y están haciendo esto.

—Es por el bien común, no creo que alguien como tú lo entienda.

— ¿Por el bien común? ―se burló Sander, sintiendo su cuerpo cansado y su respiración agitada—. Eso no los hace diferentes de la ciudadela, donde tomaron a los curanderos para su uso.

—No es lo mismo—se defendió ella, sus manos temblaron como si le costara no apretar el gatillo.

Sander no esperó más y la golpeó en las manos para que soltara el arma. La sonrisa que ella le regaló fue todo, menos amigable, se movía muy rápido, admitió Sander mientras intentaba bloquear sus golpes. Él no lo haría, no golpearía a una mujer, al menos no de esa manera.

—Defiéndete—rugió ella.

Sander negó, ya tenía lo que quería.

Luisa podría entrar al sistema temprano por la mañana, y quien sabe dónde estaría él en ese momento, pero ella confiaba en Sam, le daría el paradero de Azul a Sam y ella sabría qué hacer con esa información. La resistencia no era lo que ellos pensaban, no era esperanza, al menos no totalmente, era una red de mentiras, igual que la ciudadela.

La chica giró sobre sí misma y lo golpeó fuerte en la cara con una potente patada. Sander juró que pudo ver puntos de color negro obstruyendo su visión.

Ella tomó impulso de nuevo, pero una voz a su espalda hizo eco en todo el lugar.

—Ya es suficiente, Day.

Day, así que ese era su nombre, lo recordaba ahora, Day y Dom, los gemelos siniestros. Soltó una risa y escupió en el suelo, una mezcla de sangre y saliva. Tenía una mano apoyada contra la pared. Levantó la vista, los gemelos estaban ahí, además de varios guardias y un hombre imponente, él era quien había dado la orden de que se detuviera a la chica. La placa decía su nombre y su rango: general Magnus Lanhart.

Un maldito general, pensó Sander. Ahora si estaba muerto.

Sintió la energía fluir, no era aquella a la que estaba acostumbrado, la que podía manejar a su antojo, no, esta hacía daño, la que quemaba a cualquiera, no importaba si era amigo o enemigo. Su mano comenzó a hundirse en la pared, quemando todo a su alrededor, los gemelos retrocedieron y apuntaron sus armas a él.

Sander sonrió, él tenía miedo de esa energía que su cuerpo creaba cuando estaba en una situación desesperada, no quería usarla ahora, ya que no solo los dañaría a ellos, si no todo el lugar, y sus amigos aún estaban ahí.

Cerró los ojos, tratando de concentrarse, algo se clavó en su cuello y pronto solo hubo oscuridad.

Abrió los ojos después de lo que pareció una eternidad, sin embargo no era así, no podía moverse, estaba atado a una camilla, sus brazos completamente inútiles, al igual que sus piernas, quería correr, no había nada peor para él que estar atado, como no había nada peor para un ave que el que cortaran sus alas.

Frente a él había tres personas, los gemelos y el general. Una pantalla a su lado exhibía sus latidos y una aguja conectada a su brazo hacia llegar a su sangre algo que lo hacía sentirse sumamente lento.

— ¿Van a matarme?− preguntó.

—No tendría sentido hacer eso. Solo siento curiosidad—dijo Lanhart mientras arrastraba una silla a un lado de la camilla y se dejaba caer en ella.

Sander selló sus labios, no obtendrían nada de él.

—Te mueves más rápido que cualquier otra persona que haya conocido, no solo al correr, pudiste vencer a Day si no fueras tan gentil—escupió la palabra como si se tratara de veneno—.Hay algo más... y es que no eres un hibrido, pero si más interesante que uno de ellos, tanto para la doctora Brahim, como para mí. Podría dejarte aquí y permitir que experimentaran contigo, pero tus amigos no son del tipo que se quedan de brazos cruzados. Posees una energía que ni siquiera conoces, te vi, tienes miedo de usarla. Te buscaré después, Alexander.

La chica se acercó a él, pasando una mano a lo largo de su mejilla, tocando los golpes que ella había provocado.

—Es una lástima hacerle algo así a un rostro tan lindo como el tuyo—su sonrisa fiera volvió, pero siguió acariciando el rostro de Sander, mientras él se removía en la camilla.

—Es suficiente, Day—gruñó el general.

Ella se apartó, no sin antes plantar un beso en sus labios. Sander quiso escupirle en la cara, pero estaba seguro de que solo por eso se ganaría otra golpiza.

—Bórralo—ordenó el general a Dom, el otro gemelo, este asintió y cuando Lanhart salió de la habitación se acercó a Sander.

—Así que tu amiguito no habló, me sorprende que sepa guardar secretos, considerando que anda con mentalistas— dijo el gemelo mientras se rascaba la ceja derecha.

Sander se mordió la lengua, había algo en ellos dos que lo le gustaba ¿Amiguito? ¿A quién se refería?

—Al herbívoro, me parece que lo llaman Ian—respondió Dom, justo lo que Sander pensaba.

El tres recordó las palabras de Cheslay esa misma tarde:

—No lo sé. En su mente no hay nada fuera de lo común, y eso es lo que me saca de quicio, hay alguien jugando con sus recuerdos y ni siquiera puedo ubicar quien es.

—Eres un mentalista.

—Muy observador—dijo Day en medio de una risa psicópata―. Deberías estar agradecido con él, después de lo que hizo por el herbívoro, pudo haber dejado que Marco lo matara, pero aquí entre tú y yo— susurró en su oído—. Creo que Dominique lo salvó porque le recuerda a él cuando era pequeño.

—Ya es suficiente, Dayriannys, aléjate de él. Pareces una loca.

Ella refunfuñó, sin embargo se mantuvo de brazos cruzados en la esquina de la habitación. Sander no pudo hacer nada cuando Dominique colocó una mano contra su frente, y sintió todos y cada uno de los últimos momentos ser arrebatado.

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Cheslay borró la memoria de esos hombres, únicamente los recuerdos que tenían de Sander, algo la tenía inquieta, pero sabía que no lograría nada presionándolo por información, no estaba acostumbrado a discutir las cosas, ni a compartir lo que sabía, era un jefe, no dependía de nadie. Aun así, se sentía nerviosa, ella trataba de decirse que era por la cirugía de Dylan, pero había algo más, ese sexto sentido que jamás le fallaba. Había muchas preguntas, cada vez más, y todas sin una respuesta.

Dylan ya estaba en el hospital, siendo preparado para su intervención, ella se lo había dicho a Sander, y es que necesitaba a alguien con ella por si algo salía mal, no quería pensar el eso, y tampoco quería afrontarlo sola. Cheslay caminaba por la plataforma, hacia su recamara, por un cambio de ropa para ella y otro para Dylan, él lo necesitaría cuando abandonara el hospital. Vio a Sander ir hacia su propia habitación, él caminaba al lado de esa chica, de la gemela, aunque no había rastro de su hermano por ninguna parte.

La mentalista bajó las escaleras corriendo y les cerró el paso.

—Necesito hablar contigo— dijo a Sander.

Él parpadeó un par de veces, había algunos moretones nuevos en su cara, aunque ya comenzaban a desvanecerse, llevaba puesto el uniforme gris y este no daba signos de lucha.

— ¿Qué?

—Sobre lo que te dije esta tarde.

Sander frunció el ceño.

—No comprendo.

—Él necesita descansar—intervino la chica, tomándolo por el brazo con una fiera posesividad.

—No, lo que él necesita es que te largues a la mierda y...

—Basta—interrumpió él— ¿De qué estás hablando?

—De Dylan, te lo dije esta tarde.

— ¿Qué pasa con él? ¿Está herido?

—No, pero pronto lo estará.

—No sé de qué me estás hablando.

—Bueno—dijo Day mientras daba un ligero aplauso—. Parece que te dejo en más o menos buenas manos... Adiós, Alexander—le pasó la mano suavemente por la mejilla, y él no reaccionó.

Cheslay observó como la gemela se iba caminando tranquilamente.

Tomó a Sander por el brazo y lo dirigió al área habitacional, el muy idiota había agregado algo más a su lista de preocupaciones.

—Dylan querrá vernos antes de su cirugía—espetó Cheslay, no confiaba en esa serpiente, no confiaba en su hermano y sobre todo no confiaba en Lanhart y ellos solo se movían a las órdenes del general.

La mentalista no quiso seguir preguntando cosas, ya que el tres estaba más disperso que de costumbre. Ella averiguaría todo, cada parte de lo que él había hecho, pero necesitaba tener a Dylan sano y salvo para poder pensar con claridad, no volvería a esconder nada de él.

Juntos llegaron a la puerta de su habitación, y fue cuando Cheslay notó que solo ella llevaba su placa, no quiso preguntar por la de él, ya que los vacíos en su mente le decían que no tenía la respuesta. Alguien estaba jugando con los recuerdos de sus amigos, de las personas que le importaban, y estaba dispuesta a averiguar quién era.

Tomó las cosas que necesitaba de la habitación, y volvió a donde Sander la esperaba, el tres se mecía sobre sus propios pies. Juntos regresaron al hospital, se detuvieron frente a la puerta de cristal y Cheslay preguntó en voz baja:

― ¿Dónde está tu placa?

Sander sacudió la cabeza.

―Estoy seguro de que la llevaba conmigo esta mañana.

Entraron en la habitación de Dylan, él estaba sobre una de esas incomodas camillas, quería parecer tranquilo, aunque Cheslay podía notar su ansiedad a kilómetros, era la primera vez que entraba a un quirófano por voluntad propia y no por ser obligado. Era una clase de valentía que el uno no reconocía de si mismo.

—Hola, linda y tú...—saludó él, frunciendo el ceño en dirección a Sander.

—No volveré a dejarlo solo en las próximas horas—explicó Cheslay.

Dylan no dijo algo al respecto.

— ¿Dónde está tu placa?− preguntó el uno al tres.

— ¿Qué?

—Tu placa ¿La cosa metálica que nos deja ir a todos los lugares?

El rubio frunció el ceño, tardando en responder, Cheslay pensó que la saliva caería se su boca abierta, hasta que negó con la cabeza.

—No lo sé.

—Pareces más estúpido que de costumbre—observó Dylan.

—Por eso no puedo dejarlo solo. Algo está pasando en este lugar y...—fue interrumpida por alguien entrando en la habitación.

La doctora Brahim, Cheslay la había conoció días atrás, ella se veía algo demacrada, la mentalista se dio cuenta de que evitaba mirar a Sander mientras les explicaba el procedimiento.

— ¿Qué le sucedió?− preguntó Dylan apuntando al cuello de la doctora, donde comenzaban a verse algunas manchas purpura, más oscuras que su piel.

—Nada—dijo y trató de cubrirse con el cuello de la bata―. Un desafortunado incidente.

El uno miro a la mentalista en busca de respuestas, pues sabia detectar cuando le mentían, pero Cheslay negó con la cabeza, mientras se comunicaban como solo ellos dos sabían hacerlo, sin habilidades, sin palabras, simplemente las miradas bastaban.

—Voy a dejarlos solos para que hablen, tienen cinco minutos antes de llevarme a Dylan—dijo Brahim y salió rápidamente, con Sander pisándole los talones, ambos comprendiendo que era un momento solo para ellos.

Dylan notó su ansiedad desde el momento en que ella cruzó la puerta, Cheslay lo sabía.

—Voy a entrar a un quirófano, relájate. He estado más cerca de la muerte en otras ocasiones—bromeó, tanto para aligerar la carga de Cheslay como para sentirse bien él.

Ella negó con la cabeza un par de veces, abriendo y cerrando la boca en muchas palabras, no sabía cuales decir, quería contarle todo, las cosas que sucedían en la resistencia, sus razones para entrar al equipo de elite, todo... pero no era el momento. En su lugar dijo:

—Te amo, Dylan Farmigan. Te amo más que a mi propia vida.

Dylan abrió tanto los ojos como le fue posible, atrapado con la guardia baja, pues él le había dicho esas palabras un sinfín de ocasiones y era la primera vez que Cheslay las pronunciaba.

— ¿Más que a la comida?−bromeó.

—Más que al chocolate—respondió con una sonrisa.

—Vaya, eso es mucho amor.

—Estaré esperando por ti― dijo y se inclinó para darle un fuerte beso en los labios.

―Relájate—pidió mientras rozaba su mejilla con su mano sana―. La muerte y yo tenemos un juego, y creo que sabe que siempre resultaré ganador. Espero que pronto se dé por vencida.

—Ni siquiera en estos momentos tu ego puede ser controlado ¿verdad?

—Como si eso fuera necesario.

Cheslay salió del cuarto cuando dos enfermeras entraron y se llevaron a Dylan en la camilla. Sander la esperaba afuera y juntos caminaron hacia una pequeña sala. El tres se pasó las manos por la cara y el cabello un par de veces, parecía agotado.

—Pareces hecho papilla.

—Me siento de esa manera... y no recuerdo que haya hecho algo tan cansado, usualmente me siento así cuando utilizo una energía que no controlo... pero...

—Ve a dormir.

—Me necesitas aquí.

— ¿Cuándo te he necesitado?

—Cuando eras ella—susurró Sander en respuesta.

La sonrisa de Cheslay se borró de golpe.

—Vamos a encontrarla, lo prometo. Son piezas que se deben mover poco a poco, no puedes encontrar a alguien que no quiere ser encontrado. No lo hagas solo, ambos buscamos lo mismo y te pido que no la busques de una manera incorrecta.

—Tú pareces tener otras cosas en mente.

—Azul encabeza la lista, y si me das más problemas no podré invertir tanto tiempo en buscarla.

—Yo no te he dado problemas—dijo a la defensiva, mientras se ponía de pie.

¿En qué momento comenzó a portarse como su madre?

—Sander—llamó Cheslay—. Hay huecos en tu memoria, tu placa esta sobre la cama en tu habitación, si buscas bien también encontrarás ropa de tu talla. Sea quien sea la persona que te hizo esto... no sabe muchas cosas sobre ti. Busca a Ian y a los demás mañana por la mañana, diles que nos veremos en la sala de espera del hospital. Tengo algo importante para ustedes.

— ¿Qué cosa?

—Ve a dormir, Sander.

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