Seremos felices ✔

Bởi FannyMR4578

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Rebeca Walsh, es diseñadora de joyas y vuelve a su país natal después de pasar casi cinco años en Brasil. Iza... Xem Thêm

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capítulo 26
Capitulo Final
Epílogo.
Nota
Extra
Extra 2
Extra 3
Extra 4
¡Nueva historia!

Capitulo 6

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Bởi FannyMR4578

Rebeca:

Entro a casa, cierro la puerta y suelto el aire que estaba reteniendo en mis pulmones.

Uno de los momentos más incómodos en toda mi vida.

—Hola, hermanita —escucho la voz de Frank—, supongo que me debo preparar para unos cuantos gritos, ¿no?

¿Qué?

Me toma un momento recordar lo que me había dicho en la llamada de hace unos minutos.

Que habia chocado mi auto con el de una chica.

En otro ocasión estaría gritándole, pero estoy mentalmente agotada.

—Solo espero que pagues los daños, ¿no sucedió nada más grave?

—En ese asunto no, incluso la chica parecía un poco feliz de que haya sucedido el choque, diría que está un poco loca —me senté en el sillón a su lado.

—¿Ana y Ada siguen en el supermercado?

—Sí, por suerte ya las había dejado antes del accidente, aunque a tu auto no le pasó nada, perdón por no poder ir por ti, lleve a la chica a un bar, ya sabes como disculpa por haber jodido su coche.

Se levantó y sirvió dos vasos de jugo, me entregó el mío y volvió a sentarse.

—¿Estas bien? —preguntó, algo me dice que mi rostro refleja preocupación.

—Sí, supongo.

—Por cierto, ¿cómo volviste? ¿Tomaste un taxi?

—Izan, él me vino a dejar —mi hermano escupió el jugo de regreso al vaso—. Qué asco, Frank —a él no le importó.

—¿Izan?

—Sí, y también me dijo que había visto a Ada hoy.

—Qué bueno que te lo dijo, yo no sabía si debía decírtelo —fue a dejar el vaso a la cocina—, ¿Ada solo lo ha visto dos veces?

—Con hoy, eso creo —vi hacia la ventana, ya no se escuchaban truenos y mucho menos había empezado a llover.

A veces me pregunto si el mundo conspira contra .

—Este... mmm... es que a Ada pareció agradarle demasiado.

Lo miré.

—¿A qué te refieres?

—Lo abrazo, aunque también ya sabes como son los niños de cariñosos, tú también eras así con los amigos de papá.

Me quedé un poco en blanco con eso.

—¿Y él? ¿cómo reaccionó?

—Si te digo la verdad, no parece que le desagrade los niños, pasó tiempo con Ada, y le compró un pastel, y dijo que disfrutó el tiempo con ella y claro, le devolvió el abrazo.

—Ada piensa que es mi amigo, por eso aunque sea un extraño al que solo ha visto dos veces le ha de haber abrazado.

Bueno, eso espero, no quiero que Ada se encariñe cuando aún no sé cuál será la  reacción de Izan cuando sepa la verdad.

—Puede ser —Frank no parecía convencido, después de un rato volvió a hablar—. ¿Crees que se haya acercado a Ada por alguna intención oculta?

—La verdad, no.

—Bueno, cambiando de tema, te tengo que decir algo... —lo interrumpí antes de que terminara.

—No me digas que tienes novia... otra vez, ¿ya es la quinta en este año? ¿también me dirás que la amas y la otra semana me vendrás a ver con una botella de vino porque han terminado? —me puso mala cara, yo me reí, me encanta fastidiar a mis hermanos con estos temas.

—Mejor ignoro lo que acabas de decir, porque créeme no querrás escuchar mi respuesta, en fin, los tres idiotas y yo estamos planeando ir un día a otra ciudad—él notó qué iba a preguntar—, y no, no hay una razon o un motivo importante, solo iremos porque sí.

—¿Cuál es la novedad?, siempre lo hacen, se toman un día libre y visitan otra ciudad.

—Pero esta vez es diferente, estamos viviendo con papá, y nos hemos dado cuenta de que, bueno, digamos que el parece no ser consciente de su edad.

—¿A qué te refieres?

—Él sigue pensando que a sus cincuenta y tantos años aún puede cargar mucho peso, sube las escaleras corriendo, está bien que corra pero en las escaleras, él dice que aún lo puede hacer y que no está tan viejo.

—A veces se me olvida que papá es muy testarudo, y más cuando se trata de su salud —tomé un poco de jugo.

—El punto es que si nos vamos, ¿podrías estar pendiente de él? —me giro para verlo.

—Por supuesto, es mi padre, y voy a tratar de hacerle saber que tiene que tener cuidado —él se ríe—, vamos a ver quien es más testarudo.

—Buena suerte con eso, ya te avisaré cuando nos vamos.

—Sí, sí, ahora es mejor que vayas a ver a Ana y Ada —le digo, cuando miro que su teléfono está sonando.

—Okey, y sobre Izan, bueno, supongo que no servirá de nada decirte que no te preocupes —se levanto y yo también.

—No, no servirá, pero gracias.

—Adios, Rebe, cuidate.

—Tú eres quien debería cuidarse, y no choques, y mi auto me lo traes mañana, pobre de ti que no vengas a dejármelo.

—Lo haré, solo lo necesito por hoy, traigo a Ana y a Ada y me voy —me da un beso en la mejilla antes de salir de la casa.

Después de alguna media hora llegaron Ana y Ada.

—Algo me dice que compraron más dulces que nada —digo apenas entran.

—¡Mami! —gritó Ada y vino a abrazarme.

—Yo le dije que no podíamos comprar, pero no me obedeció —Ana camina hacia nosotras.

—¡Eso no es verdad!, te va a crecer la nariz como a Pinocho, tía —empiezo a reír por la cara de Ana de indignación fingida.

—¡Ada! Dijiste que no ibas a decir nada si te compraba dulces.

—¡Me estás echando la culpa! —protestó mi niña.

—Ay, por Dios, ya sé porque tus alumnos te aman, eres como ellos —me burlo de Ana.

—Por lo menos no me odian.

—¿Que hiciste en la escuela hoy? —levante a Ada.

—Estuvimos repasando las vocales, pero es muy aburrido si ya me las sé, y mandaron a pintar las vocales.

—¿Y eso ya lo hiciste?

—No —sonrió inocentemente—, ya sé que debo hacer mi tarea, pero quería ir al supermercado, y de paso pasamos por una librería, y compramos el cuento de Blancanieves.

—¿Ah, sí? ¿Por qué necesitas el cuento de Blancanieves con tanta urgencia? —la llevé a el sillón.

—Vamos a hacer una obra de teatro, voy a ser un duende.

—Enano —escuche a Ana decir.

—La maestra dijo que es lo mismo —Ada se sentó a mi lado— ma, hoy vi a tu amigo.

En ese momento Ana empezó a toser... muy fingidamente.

—Ada, es mejor que vayas por tu mochila, para que tu mamá te ayude con eso de las tareas —le dijo.

—Esta bien —corrió hacia su habitación.

Fuí hacia Ana que estaba acomodando lo que habían comprado en los armarios.

—Así que... ¿no me lo ibas a decir? —pregunto.

—No sabía si debía.

—Ana no me voy a morir por escuchar que hablen de él.

—Pero si te podrías morir al enterarte de que él habló con Ada, su hija.

—Él me lo dijo, me trajo del trabajo porque parecía que iba a llover, pero ya ves, ni una sola gota. —le ayudé a guardar en la nevera.

—Wow, todo un caballero —dijo con impresión.

—Así es, según Frank a Ada le agradó mucho Izan.

—Bueno, eso podría ser algo positivo —me detuve y la miré.

—¿Por?

—Cuando le digas que Izan es su padre tal vez no le afectará en el momento de que tengan que empezar a relacionarse como padre o hija, aunque algunas veces es lo contrario.

Y ahí me quedé en blanco.

—¿Rebe?, es solo una posibilidad, no quiero decir que va a suceder, todo seguramente saldrá bien.

—No, no es eso —logré decir—, es que no había pensado en cómo le explicare a Ada que su padre vive en la ciudad y que el no sabía de ella y que por eso no lo conoció.

—Ay —al parecer ella tampoco lo había pensado—, no pienses en eso ahora, aún tienes tiempo para planearlo.

—Aquí está mi mochila —escuchamos a Ada decir llegando a la sala.

Camine hacia ella, con una sonrisa falsa, no quería que se diera cuanta de que algo iba mal.

—Bien, ¿qué tienes que hacer? —pregunté, tratando de olvidar el tema de contarle la verdad de su padre a Ada.

Izan:

—Has estado muy pensativo desde hace días —comentó Oliver, el novio de mamá.

—Ah, claro es que tu no lo sabes, Oliver estás atrasado en noticias —Katia empezó a contar lo que había pasado con Rebeca, lo que sabe, mientras mamá y yo desayunamos en total silencio.

Estábamos en casa de mamá, y Oliver había venido a comer con nosotros.

Ya han pasado algunos días desde que hablé con Ada y desde que llevé a Rebeca a su casa.

—Parece novela —mencionó Oliver.

—Ha de ser hereditario, lo de que sus vidas amorosas parezcan novelas, tú y mamá se enamoraron desde que empezaste a ser su guardaespaldas, hace quince años, y hace cinco son novios, y Izan pues...

—Fingí una relación para que mi abuelo fuera feliz en sus últimos meses de vida, me terminé enamorando y aún así no dije nada y ahora puedo o no tener una hija.

Los tres se quedaron en silencio.

—¿Qué paso con lo del asunto de tu nueva casa, Izan? —Oliver cortó el silencio.

—Aún sigo buscando.

—Yo te puedo ayudar con eso —dijo mamá.

—Sí, estaría bien.

Y después solo me dediqué a escucharlos  hablar, y no es que me quede callado por que no quiero estar aquí, solo que le he estado dando vueltas a este asunto de Ada y no llego a una conclusión.

La única que me puede dar la respuesta para esa conclusion es Rebeca.

—Izan, ¿ya nos vamos? —preguntó katia—, hoy te van a entregar los diseños para la nueva colección.

—Sí, vamos.

—¿Y que le sucedió a tu auto? —le preguntó Oliver.

—Un tipo lo chocó, pero según él lo llevó a un taller y estará listo en unos días.

—¿No pasó nada grave?

—Lamentablemente no.

—¡Katia! —regañó mamá.

—No quería ir a esa reunión de ex-alumnos —dijo saliendo del comedor, yo la seguí después de despedirme.

Caminamos hacia al auto y escuche a Katia.

—No eres el único que conozco que ha estado pensativo, y la otra persona es la causa de que estés sumergido en tus pensamientos.

—¿Rebeca?

—Exacto, en fin, el trabajo nos espera —se puso sus gafas de sol y camino más rápido para abrir la puesta antes que yo—, yo puedo abrir mi puerta sola —me dijo al ver mi cara de reproche y se subió al auto.





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