𝗞𝗜𝗦𝗦𝗘𝗦 𝗔𝗡𝗗 𝗥𝗘𝗚𝗥�...

By dibuobsesion

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Emiliano "Dibu" Martínez se emociona un poco mucho al ganar la copa del mundo y le planta el beso del año a L... More

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By dibuobsesion

Después de la victoria contra Panamá, el seleccionado argentino continuó concentrando en el predio. Aún les quedaba el partido contra Curazao la semana entrante. Sin embargo, por ahora, tocaba descansar.

Era viernes por la noche. En la AFA, se había preparado una gran cena, como solían hacer cuando se encontraban en Qatar. Aquella escena le trajo varios recuerdos a Lionel. Ya habían pasado 4 meses desde los hechos más importantes de su vida.

La cena transcurría. Se percibía mucho bullicio en el ambiente, mucha diversión. Los niños jugaban entre ellos y los adultos conversaban, entre gritos y risas.

Lionel y Emiliano estaban sentados cada uno con sus respectivos grupos. Mientras Dibu hablaba con Rulli y Acuña, Messi estaba junto a De Paul y Paredes, charlando acerca de los días de entrenamiento que se venían y de lo mucho que habían extrañado concentrar juntos. Durante toda la noche, sus ojos chocaron un par de veces. No obstante, nunca concretaron el contacto directo entre ellos, más que un simple saludo al llegar o algún "pasame la sal" en la mesa. Y Emiliano no se quería obligar a hablarle como si nada pasara. Simplemente no era orgánico.

Recorriendo el panorama general, en una esquina se podía visualizar a Lisandro junto a Cuti y Nahuel, quejándose de la ausencia del joven español Garnacho. Dicho jugador había sido convocado, mas no había podido asistir debido a su lesión.

─Garna estaba re ilusionado ¿me entendés? ─Licha estaba cayendo ante los efectos del fernet que estaban bebiendo ya hacía una hora. ─Me partió el alma cuando le dijeron que no podía, se los juro.

─Ya va a tener más oportunidades, Licha. Queda todo un año, seguro Scaloni lo vuelve a convocar. Es joven ─Romero le daba palmaditas en la espalda, intentando "consolarlo".

─¿Quién es joven? ─Emiliano apareció por detrás, uniéndose a la charla. Había visto a lo lejos a Lionel acercándose al círculo también, así que era excusa perfecta para volver a entablar una conversación.

Licha volvió a hablar del mismo tema cuando sus compañeros empezaron a sumarse al círculo. Algunos comenzaron a molestarlo por encontrarse así debido a la ausencia del menor, aclamando que se había tomado muy en serio el papel de hermano mayor.

Y los únicos que parecían no estarle prestando atención al tema eran Messi y Martínez, quienes estaban enfrentados en la ronda y se miraban fijamente de vez en cuando. De a momentos, Dibu dirigía sus ojos a los del rosarino, sorprendiéndose con que éste ya se encontraba mirándolo.

Pasaron así unos diez minutos, hablando entre ellos sobre los sillones, algunos sentados y otros parados. Emiliano era de los que estaba de pie. Y esto le facilitó el trabajo a Mateo Messi, quien agarró la pierna del arquero y tiró de ella.

─Dibu, dibu ─la voz del pequeño llamó su atención. ─Vení a jugá'.

Toda la ronda dirigió su atención al pequeño Messi, para continuamente reír ante la petición.

Martínez buscó la aprobación de Lionel, topándose con una cara sonriente mientras le asentía.

─Andá, andá ─pronunció el padre. El más alto sonrió y siguió a Mateo, quien lo tiraba tímidamente de su brazo.

Una vez alejados de la multitud y con una pelota yendo y viniendo, los hijos de Lionel, en cuestión de segundos, se habían apoderado del 23.

Era de público conocimiento que tanto Thiago como Mateo y Ciro admiraban fielmente a Emiliano, llegando a insistirle a su padre para que lo invitara a casa o para que les comprara la camiseta con su dorsal. Aunque el más insistente con esto era Thiago, quien parecía haberle agarrado un cariño especial al arquero.

La conversación de los adultos continuó como si nada. No obstante, Lionel solo posaba su atención sobre una persona en la habitación: Emiliano.
Los ojos del delantero se iluminaban al verlo reír acompañado de sus hijos. Una parte de él se imaginó cómo sería su vida si en lugar de su amada esposa, Martínez estuviera a su lado. La idea fue descartada con rapidez debido a la culpa que sintió de sólo considerarlo. Era una locura.

Se revolvió incómodo en su lugar, aún viendo como sus hijos se colgaban de los brazos de Dibu mientras reían estruendosamente.
El más alto elevó su cabeza y lo miró, dedicándole una sonrisa. Este acto tomó desprevenido al contrario, poniéndolo nervioso.

─¡Papá, vení! ─Thiago le gritó a Lionel desde el brazo de Emiliano, quien lucía como si lo estuviera esperando.

Messi no se hizo de rogar y abandonó el círculo para juntarse con sus hijos y su arquero. Allí, una vez cerca, quienes lo esperaban comenzaron a correr con la pelota entre sus piernas. El rosarino se dio cuenta de que había sido una emboscada para que él los persiguiera.

─Mateo, acá, acá ─Dibu le hacía señas pidiendo el pase.

Una vez la pelota estuvo contra su pie, no pudo disfrutarla ya que la velocidad con la que Lionel llegó a su lado fue inhumana. Le arrebató la pelota dejándolo sin palabras.

De un momento a otro, los Messi habían dejado de alentar por Martínez para pasar a apostar por su padre.

Messi disparó a un arco imaginario, sin mucha fuerza. Y aunque Emiliano corrió detrás de él y tiró de su brazo, no pudo evitarlo.

─¡Gol! ─gritó, recibiendo aplausos de los presentes, intercalados con risas.

La mano se Emiliano aún se mantenía sobre su brazo. Bajó velozmente y terminó con sus manos enganchadas.
Debido a este gesto, el más bajo buscó la mirada impropia para recibir una explicación. Mas, como era costumbre, sólo recibió una sonrisa, la cual lo contagió en el momento.

Sus manos se separaron cuando Mateo y Ciro se tiraron a los brazos de su padre, y Thiago trotaba hacia el costado de Emiliano como esperando un abrazo. A Dibu le daba risa que a pesar de la tímidez y de no demostrarlo, Thiago era el que más entusiasmado estaba con su presencia.

─El Dibu volvió a ser papá ─la voz de Rodrigo se escuchó unicamente para el plantel, quienes rieron ante la broma. Ciertamente parecía que Emiliano y Lionel habían sido padres, debido a que los tres pequeños Messi estaban abrazándolos a ambos.

La ilusión duró poco. Fue hasta que Antonela interrumpió la escena y se llevó a sus hijos lejos del arquero poniendo una excusa de por medio, intentando no hacer muy obvia su incomodidad. Messi hizo una mueca, sin embargo, no estaba en posición de quejarse.

Pero claro, los únicos que sabían del tema eran los involucrados y sus esposas. Entonces, para el resto de familias y jugadores, Antonela quedó como una amarga.

─¿Todo bien tu señora, Leo? Si estaban jugando re bien lo nenes ─Paredes se animó a preguntar, ya que cuando Lionel y Emiliano volvieron al círculo, todos pensaron lo mismo de la escena pero nadie se animó a señalarlo.

El semblante de Dibu había cambiado. Se lo notaba nervioso.

─Sí, no sé. Estará cansada, no pasa nada ─aseguró, intentando comunicar despreocupación.

Aún en el ambiente, tanto Messi como Martínez, podían sentir como le escapaban a las palabras que tanto querían decirse. La interacción el resto de la noche no fue demasiada. Hasta que tocó volver a sus habitaciones, con sus respectivos compañeros.

Y Lionel estaba solo, como era ya sabido. Habría invitado a Kun a dormir si este se encontrara en Argentina. Pero como no era así, tuvo que hacerse compañía con la play.

La ansiedad lo invadía. Se suponía que debía estar durmiendo, descansando, o como última instancia, disfrutando con su familia. Sin embargo, no podía hacer nada de eso. Golpeaba los botones del joystick con desesperación. Llegó un punto en el que la presión que ejerció contra el mando provocó que este se deslizara por sus manos.

Lo soltó de repente, dejándolo caer al piso. Tomó su propio rostro entre sus manos, fregando con fuerza. Sólo necesitaba a una persona a su lado en ese momento. La persona que no debería de ver a solas por nada del mundo.

Se levantó, buscando su celular. Tanteó entre los contactos y rápidamente lo encontró. No sabía si hacerlo. Mandar un mensaje de rescate lo pondría en una posición que más tarde tendría que justificar. Aunque sabía que Emiliano no le exigiría demasiadas explicaciones si le pedía que viniera en ese mismo instante.

Se decidió y mandó el mensaje. El visto no se hizo esperar, junto con el escribiendo... justo debajo del nombre de su compañero.

"Ya voy". Apenas lo leyó, se tiró sobre el colchón, abatido y con el corazón corriendo a mil. Quería tenerlo entre sus brazos.

Las escenas tempranas de Martínez junto a sus hijos se mezclaban en su cabeza. El primer beso en la cancha, los festejos, los besos en los baños (en Qatar y Francia), los besos en los vestuarios y la situación que habían concretado en Mar del Plata. La admiración de Emiliano, el cariño inmenso que le tenía... Que se tenían. Todo se mezclaba, lo confundía, mientras su pecho se hacía escuchar con el fuerte latido que lo golpeaba. Lo amo, lo amo, lo amo.

Desde la puerta se escuchó un llamado. Dos golpecitos.
Lionel se levantó torpemente a recibir a su invitado. Abrió la puerta como pudo y lo vió. Dibu lo miraba desde arriba con una expresión fingiendo confusión, pero sabiendo muy bien a qué iba.

Messi tardó unos cuantos segundos en responder. Luego de unas miradas, agarró su brazo y lo empujó hacia adentro. Emiliano no chistó y se dejó llevar, cerrando la puerta detrás de su figura e iniciando el contacto.

Se permitió abrazar el cuerpo del mayor con delicadeza, mimetizándose con los mechones de su cabello, los cuales le pegaban justo en la barbilla. Sonrió cuando le hizo cosquillas y apretó fuertemente, sintiendo los brazos de Lionel rodeando sus costados.

Fue el abrazo más íntimo que habían compartido hasta la fecha. Íntimo en todo sentido. Se fundían, se comunicaban, y al mismo tiempo, no había nadie a su alrededor para juzgarlos por lo que eran, por más que se supiera lo moralmente incorrecto de lo que estaba ocurriendo.

─¿Me querías decir algo? ─Emiliano habló, sentándose en la cama y aún abrazando el cuerpo del más bajo.

Una vez ambos en el colchón, se separaron lentamente, dejando sus manos unidas sobre el regazo de Lionel. Éste lo miró con culpa, intentando evitar el contacto visual pero finalmente teniendo que mantenerlo.

─¿Qué más te voy a decir?

Unos cuantos parpadeos. Silencio.

─Hay tanto que no hablamos ─respondió, con desdén. Sus dedos acariciaron los contrarios. ─No sé.

Messi hizo una mueca, aún inseguro sobre su discurso. No sabía que decirle. Lo quería a su lado, besándolo, abrazándolo. Conviviendo, yendo, viniendo. Qué más le podía decir.
Y claramente no podía expresarlo, sólo sería complicar las cosas. Lo sabía, ambos lo sabían. Tal vez era momento de ponerle un freno a todos esos meses de dudosas intenciones. Aunque de dudosas no tenían nada, si estaban bastante claras, mas no podían permitírselo.

─No sé. Igual nos entendemos ─Lionel lo imitó, encogiéndose de hombros. Dibu ya estaba rendido. Si Messi no sabía cómo lidiar con sus sentimientos, él no tenía por qué cargar con eso.

Se acercó, prometiéndose que sería la última vez. Se había convertido en una especie de adicción, esa actividad clandestina de andar a los besos con su capitán.

El rosarino no retrocedió, cerrando levemente sus ojos y apretando la mano ajena cuando los labios de Emiliano terminaron de estrellarse con los propios, sellando la última prueba de amor.
Las manos del mayor subieron por el cuello del más alto, al mismo tiempo que el contrario posicionaba las suyas sobre la cintura de Lionel. Se empujaban contra el otro, aumentando la intensidad de los besos pero reduciendo la velocidad, como si intentaran dejar rastros en el otro sobre las emociones que no podían verbalizar.

Pasó un buen tiempo. Martínez rompió el beso y se levantó, luciendo más frágil que nunca. Messi lo imitó, mirándolo mientras se acercaba a la puerta y persiguiéndolo en silencio, sin entender su extraño actuar.

─Ya te dije, mil veces, que te quiero un montón ─Dibu se recostó sobre la puerta, cruzado de brazos, tomando una postura segura e intimidante cuando lo que sentía era todo lo contrario. ─Lo mejor es dejarlo.

Lionel desesperó al escucharlo. Lo agarró de la mano y se intentó abrazar con su brazo. Emiliano lo alejó suavemente, descansando su mano en su hombro, pidiéndole únicamente con su mirada que por favor parara.
El más bajo tragó en seco y sintió que no podía sostenerlo más.

─Te amo. Se me fue de las manos, no sé, no entiendo ─habló nervioso, mirándolo, lentamente bajando su mirada hasta chocar con el piso. ─No sé.

─Y, y yo también. Y lo sabés, pero ya está ─se rascó la nuca sin saber cómo seguir. En su mente, así no era cómo se desarrollaría todo. No cabían posibilidades de que Lionel le dijera que lo amaba. Lo único posible era él con el corazón roto rogándole por una segunda oportunidad como compañeros y amigos. Sin embargo, nada fue como lo planeado y se odió por sentirse feliz respecto a la reciente declaración. ─Pero, entre mi familia y vos...

─Ellos, siempre. ¿O no? ─preguntó, como si no fuera obvia la respuesta.

El arquero mostró un rostro incómodo, apretando sus brazos con sus propias manos y volviendo a hacer contacto visual.

─¿O no? ─Lionel insistió, esta vez con un tono más demandante. Sería demasiado decir que lo amaba más que a sus propios hijos. Sólo confirmaría qué tan dispuesto estaba Emiliano a arruinar su vida sólo para vivirla al lado de su capitán.

─No me hagás decirlo en voz alta.

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━━━━━━━━━━ ‹𝟹 ━━━ ⠀⠀⠀⠀𝘐𝘸𝘢𝘪𝘻𝘶𝘮𝘪, 𝘵𝘶 𝘩𝘦𝘳𝘮𝘢𝘯𝘢 𝘮𝘦𝘯𝘰𝘳 𝘦𝘴 𝘭𝘪𝘯𝘥𝘢.. ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀﹫𝘈𝘬𝘢𝘳𝘪 𝘐𝘸𝘢𝘪𝘻𝘶𝘮𝘪| 2023